Capítulo 1: Mi nuevo compañero y el final de aquel libro...

Acomodé un poco mi suéter beige antes de responder a la llamada de mi nuevo profesor de anatomía, Stamford, en el instituto privado Baker. Suspiré y me di ánimos a mí mismo en silencio antes de entrar al aula. Unos 23 chicos de mi edad me miraban fijamente, y algunos ya empezaban a cuchichear entre ellos. El, aparentemente, alegre profesor Stamford pronunció mi nombre, ante lo cuál sólo asentí y esperé a que me indicara qué hacer a continuación.

Mientras el hombre seguía pidiendo a mis nuevos compañeros que me trataran bien ("ser el nuevo es difícil, confío en que harán que John se sienta como en casa...") me dediqué a inspeccionarlos rápidamente. El instituto Baker no era mixto, por lo cual, además de alguna que otra profesora, muchos de mis años siguientes me vería únicamente rodeado de chicos. A la edad de 10 años, eso suena estupendo. El prestigioso colegio en el que, milagrosamente, había conseguido ingresar, tenía desde el jardín de niños hasta la secundaria, por lo tanto, aquél sería mi hogar durante gran parte de mi vida a partir de ese día.

Baker era un gran instituto, conocido alrededor del mundo como uno de los mejores (y más caros), sin embargo, gracias a mi beca, había logrado vivir y estudiar allí durante el tiempo que quisiera. Y aunque la perspectiva era buena, empezaba a irritarme la forma en la que me miraban despectivamente los que serían mis compañeros de ahí en adelante.

—Mh, lo siento John, siéntate junto a Sherlock hoy.

Yo no sabía por qué el profesor Stamford se disculpaba, ni por qué se veía tan nervioso, ni siquiera si Sherlock era realmente un nombre de verdad, sin embargo, me fijé en el chico que todos miraron, sentado al fondo, concentrado en cualquier cosa menos en mí. Sherlock tenía el cabello negro, rizado y gracioso, sus ojos (puestos en un libro de literatura en plena clase de anatomía) eran de un verde azulado que no creería posible de no haber visto. Era delgado, alto, y se veía aburrido. Llevaba una polera negra con cuello y, a pesar de estar en pleno invierno, unos pantalones cortos por sobre las rodillas. Aunque en aquél momento no me pregunté por qué.

Supe en cuanto lo vi que no era el tipo de chico con el que querría involucrarme.

Levantó la vista, y la dirigió directamente hacia mí. Me paralicé, incomprensiblemente nervioso, como si él lo supiera todo de mí y estuviese dispuesto a contarlo. Sherlock suspiró, apartó su mochila, que estaba sobre la silla que se supone era para mí, y volvió a su lectura. Mientras caminaba a mi asiento con la sensación de quien se dirige a su propia muerte, procuré no mirar al resto de mis compañeros, sabiendo que sus expresiones de pena sólo me pondrían más nervioso. "Pobre del nuevo" escuché, y supe que algo malo iba a pasar.

Me senté y me permití observar al chico más de cerca, realmente era sombrío, pálido y serio, y por un momento me pregunté qué clase de abusón sería siendo él tan delgado. El profesor Stamford inició la clase, no más calmado que yo, sin que la persona junto a mí diera señal de estar dispuesto a prestar atención. Saqué el cuaderno rojo que había comprado para esta clase y un bolígrafo, dispuesto a alejarme del chico sombrío al día siguiente.

—Aburrido—murmuró, aún sin dejar de leer y sin cambiar su expresión. Su voz me agradó.

Lo miré fijamente, obviando el hecho de que claramente no me estaba hablando a mí. Volteé un momento hacia donde se encontraba el profesor, que estaba de espaldas, y cubrí mi boca con el cuaderno, lleno de curiosidad.

—¿Qué cosa?—susurré también.

Me miró, su extraño color de ojos siendo aún más llamativo de cerca, me imposibilitó dirigir mi atención hacia otro lado. Un brillo extraño y desconocido apareció en ellos, y Sherlock me sonrió por primera vez.

—Todo.

Sherlock acercó un encendedor al libro en el que momentos antes había estado tan concentrado, y antes de que pudiese pensar en el por qué, advertirle que el papel era incendiario o arrebatarle el peligroso objeto, una chispa se dirigió a la hoja y el libro explotó.

Las alarmas de incendio se activaron, todos gritaban y chillaban sorprendidos tratando de proteger sus pertenencias del agua proveniente de los extintores, mientras yo me mantenía inmóvil, observando como el chico que minutos antes me había parecido tan serio e introvertido, se reía divertido con un gesto victorioso. No parecía burlarse del resto, miraba fascinado lo que antes había sido un buen libro de Arthur Conan Doyle. Casi con la misma emoción con la que yo lo miraba a él.

Los megáfonos y una voz irritada pronunciaron por primera vez ante mí su nombre junto al mío, requiriendo nuestra inmediata presencia en la oficina de la directora. Estuve a punto de preguntar qué demonios había hecho yo, pero decidí hacerlo ante alguien de mayor autoridad que un sombrío piromaníaco alegre.

Gracias a mi nuevo compañero sombrío (Sherlock Holmes, según la mujer del megáfono) acabé temiendo ser expulsado mi primer día de clases. Y él apenas parecía notar que yo estaba allí.

Continuará...

He aquí el primer capítulo que prometí *aplausos* pues no sé, no creo que los Kid!Lock se me den bien pero en fin, quería tratar XD si tenemos suerte no será una historia muy larga...

En fin, planeaba proponerles un juego o algo así, hagan preguntas en los comentarios y los responderé en el próximo capítulo... para conocernos mejor (?) y para reír un rato... si no preguntan, me veré en la obligación de hacerme preguntas a mí misma para no quedar como idiota XD y como ya estoy escribiendo estupideces, nos leemos.