Sigue dedicado a las mismas personas hermosas. Mik, feliz cumple atrasado, gracias a ti empecé este fic y la idea era terminarlo el día de tu cumple, pero pues jajaja el estudio me mató.
A mi amada esposa (beta), gracias por estos diez capítulos de apoyo y ayuda, te amo muchísimo.
Los personajes no me pertenecen, son de la cruel llama asesina.
Había sido difícil vivir en Francia por la ausencia del azabache, así que después de seis meses de perderlo, se había ido a vivir a una pequeña aldea en Japón. Gokayama era tranquilo, más de lo que él se había imaginado. Cultivar las flores era difícil, porque el frío era algo abrumador y con el fin de evitar preguntas, había tapado su ojo dorado.
Para él era extraño, pues ese había sido su ojo predominante por muchos años y ahora era el ojo que Levi solía acariciar.
Las preguntas eran simples: "¿qué te ha pasado?", a lo que el castaño respondía: "no funciona bien".
La gente lentamente le fue tomando cariño, le hablaban con más frecuencia y los niños iba a jugar con él.
Cuando estaba en sus labores recortando las hojas muertas de sus hermosas flores, las cuales no permitiría que nada quitara su hermosura pues Levi siempre debía verlas bellas, recibió una llamada.
—Habla Eren.
—¡Hola, mi querido bombón de chocolate! —dijo la voz por la línea.
—Hanji, ¿cómo has estado?
—¡Extrañándote mucho! Rivaille quiere hablar contigo, cuídate, amor.
Esperó mientras el pequeño contestaba. Hanji le había puesto Rivaille en honor a su amado y mejor amigo.
—¡Tío! ¿Cómo estás? —preguntó una voz no tan cantarina como la de su madre, pero sí adorable.
—Bien, pequeño, extrañándote.
—Tío, me haces falta, quiero que me lances al aire y que podamos jugar. Mamá dice que de pronto vamos en diciembre, ¿irás por nosotros?
—Claro que sí, solo dime que día y a qué horas llegan y volaré por ti, y así podemos hacer un hermoso muñeco de nieve.
Escuchó una risa al otro lado y al niño diciéndole a su madre que el tío los estaba esperando desde ya. Hablaron de cosas triviales; Rivaille le contaba que se había enamorado de una niña de ojos verdes, que era muy alegre, pero que le daba pena declararse. Que sus notas eran las más altas y que ayudaba a su mamá para que no se matara con sus experimentos. Cuando él colgó, se sentía satisfecho, esas llamadas lo tranquilizaban.
Había pasado un año desde que él regresó solo, un año sin su lindo azabache y un año de constantes luchas internas.
Cultivar las flores que él le había regalado ese día había sido para demostrarle cuánto lo amaba, cuánto lo extrañaba y sobre todo que lo estaba esperando. Había logrado hacer un hermoso invernadero, pero solo con el propósito de que ellas crecieran saludables y bellas
Pero las noches eran un infierno. La voz de su anterior señor lo llamaba, pedía su ayuda, le gritaba que la muerte de Levi era su culpa y el dolor aparecía como una navaja en su pecho, así que para callar todo lo que lo atormentaba, tomaba esa navaja en su mesita de noche y se hacía pequeños cortes. Todo volvía a la normalidad, los ojos de Levi aparecían, su media sonrisa, sus labios y podía volver a ser el mismo de siempre.
Sus miedos internos eran una puerta para que Lucifer entrara, para torturarlo, para buscarlo y mostrarle que él seguía siendo un despreciable demonio en el cuerpo de un humano. Él le imploraba que lo dejara en paz, que se alejara de su mente, pero entre más lo pedía, más cruel se volvía.
Sus muñecas ahora mostraban una fila de cortes y para salir se las cubría con muñequeras.
Ese día prometía ser igual, pero unos golpes en la puerta de su casa hicieron que se detuviera con rapidez y mientras iba a abrir, cubrió sus heridas. Cuando abrió la puerta, la sorpresa lo invadió y sus dos hermosos ojos se posaron en esos oscuros.
—¿Qué…? Dime… tú… ¿Por qué estás aquí? —preguntó con duda impresa.
—Hola, Eren —respondió la mujer—. ¿Me dejarías pasar?
Este abrió más la puerta, para que ella pudiera entrar. Seguía sumamente sorprendido.
—Eren, sé que no soy bienvenida, pero quería saber cómo estabas. Las sacerdotisas dijeron haber visto a un hombre con ojos de diferente color, cabello castaño y que su piel era de color caramelo, así que deduje que eras tú.
—Gracias, señorita Ai, pero no debía preocuparse por mí. Estoy bien, vivo tranquilo, extraño todos los días a mi sobrino, pero él me llama.
—Escuché que Hanji le había dicho que eres su hermano.
—Sí, y le estoy agradecida. Ella me ayudó a conseguir este sitio y pues como verás, vivo modestamente, vendiendo flores y ayudando a los demás.
—Me alegro por ti, Levi debe sentirse orgulloso de lo que has conseguido.
No recibió respuesta, solo vio una pequeña y dolorosa sonrisa, unos ojos con el brillo completamente apagado y un temblor en las manos.
—Eso espero, ha sido duro todo este tiempo sin él.
—Me imagino, pero, Eren, no vine solo por esto —el otro levantó su rostro para verla atentamente—. He tenido una hija. Se llama Sumire, es hermosa, pero los del templo no deben saber de su existencia o la alejarían de mí.
—¿La ocultaste?
—La dejé al cuidado de las hermanas de la Misericordia. Su padre, bueno, él me abandonó cuando se enteró de que estaba esperándola, así que dije que haría un viaje espiritual de unos diez meses. Me fui con las hermanas, ellas me ayudaron y pude tener a mi niña; hace un par de días me dijeron que me debía casar, así que no podré cuidarla o darle un hogar digno.
—¿Y por qué vienes conmigo? Ya la están cuidando y…
—Eren, no quiero que mi hija sea una hermana. Quiero que crezca como una hermosa niña, con alguien que la ame y sé que tú podrás hacerlo.
—¿Yo? Ai, yo estoy roto por todos lados —dijo con una risa quebrada para luego descubrir sus muñecas, dejándolas en evidencia—. No puedo ni cuidarme bien, hay días en los que la tristeza me invade y no me puedo mover. Es solo que… es… no creo, debe haber alguien me…
Sintió cómo esas pálidas manos sujetaban sus maltratadas muñecas, las acariciaba y besaba. El castaño no salía del asombro que esta acción le causó.
—Eres el mejor. Si Levi te escogió en ese momento, es porque tienes algo que ningún otro ser tiene. Sé que tú le darás el amor, que yo no podré.
Sus ojos dejaron correr las lágrimas que había ocultado por tanto tiempo, sus brazos rodearon el cuerpo del más alto y sintió cómo esas manos que hacia un tiempo portaban una espada ahora acariciaban sus cabellos.
—Sé que en algún momento ella preguntará y estas en todo el derecho de contarle todo, pero solo dile que no me busque, podrían echarla de la casa y la harían sentir mal. Eren… —levantó el rostro y rozó la frente contraria con sus labios—. Ámala, como si fuera tuya y de Levi.
Lo vio asentir y lo ayudó con sus muñecas, luego ambos salieron en el pequeño auto de Eren y fueron hasta el convento.
Cuando le pasaron a la pequeña, su ojo se abrió y quedó maravillado con la bebé. Tenía los cabellos igual de negros que la noche, un bonito lunar debajo de sus ojos, con los labios rosados y piel hermosamente blanca. No podía creerlo, así que retiró el parche de su ojo dorado y detalló a su pequeña, sus manos acariciando el rostro, sus dedos gentilmente tocando los labios y al final besó sus ojos.
Las hermanas no salían de su estupor. No esperaban esa reacción y menos del hombre que, según Ai, la odiaba.
—Ai, es hermosa… Si no supiera que él jamás estuvo con alguien aparte de mí, diría que es su hija.
—Me enamoré de un francés, se llamaba Farlan. Sus facciones no eran tan hermosas como las de Levi, pero era muy apuesto y aquí el fruto de nuestro amor. Cuídala, ¿sí?
Este solo pudo asentir, sus ojos no se apartaban de esa hermosa bebé. Volvió a besar su pequeña frente y recibió el sonido más hermoso, una risita. Se la pasó a Ai, mientras él se cubría de nuevo el ojo, y en ese momento llegaron por la joven.
—¿De quién es esa niña? —preguntó una mujer con muchas canas y mirada severa.
—Es la hija de mi amigo, vine a ayudarlo con el bautismo y a comprarle cosas necesarias.
—Es hora de irnos, que él se haga cargo de su hija, tu prometido está en casa.
Ai le devolvió al castaño la bebé, lo beso en la mejilla y salió del convento.
Eren fue al supermercado más cercano, compró un coche, pañales, biberones, leche para bebé y se perdió en la zona de infantes buscando los atuendos más hermosos que podía para la que ahora era su hija.
A los pocos días, ya estaba registrada como Sumire Jaeger, la casa empezó a tener más fotos, de ellos dos. La colocaba en su espalda cuando iba a ver sus hermosas flores. Su mundo había cambiado en un abrir y cerrar de ojos y ahora tenía unos colores más vivos, más radiantes y podía asegurar que él era más feliz. Sus pesadillas pararon, sus miedos se alejaron y su Levi siempre estaba en su corazón, ya nada lo desvanecía.
Una mujer con la luna a sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza veía el crecimiento emocional de un joven que había sufrido demasiado y aun así podía sonreír.
Bajó de su trono y caminó por los caminos del Reino de Dios, los ángeles se inclinaban al verla y llegó a una habitación con una media luna pintada en la puerta. Golpeó tres veces y al escuchar un adelante, se permitió entrar.
Unos ojos grises con toques azules la observaron, una muy y casi invisible sonrisa apareció.
Esa cicatriz que tenía en su espalda delataba la batalla tan dura y por la cual casi no pueden salvar su alma unas pequeñas alas negras habían quedado.
—Vengo a darte una noticia que puede que desde hace mucho estás esperando —no recibió respuesta así que continuó—. Kuchel, tu madre, ha hablado con Dios y le ha dicho que tú estás en perfectas condiciones.
—Eso significa que, ¿empezaré a servirte?
—No, cariño —se acercó y lo abrazó por su espalda, colocando esas hermosas manos en el vientre del azabache—. Eso significa que podrás regresar.
Esos ojos que habían estado cerrados hasta hace un par de meses, se abrieron más de lo que ella se imaginó.
—Pero mi cuerpo fue… fue enterrado —la vio negar.
—Eso te dijeron con el fin de que no desesperaras y quisieras salir lo más pronto. Necesitábamos que tu alma no tuviera ninguna grieta, pero tú estás aquí con tu cuerpo.
—¿Qué? ¿Cómo es eso posible?
—Tu querido y amado Eren te trajo, te colocó en esta cama, y con lágrimas en sus ojos nos pidió que hiciéramos lo que fuera necesario para salvarte, que si él te perdía, moriría, que te necesitaba a su lado. Así que esperamos a que él se durmiera, y le dimos en agradecimiento por su ayuda la vida que había perdido y a ti empezamos a curarte. Ahora ya que estás en la condición más óptima, podrás regresar con él.
Su boca no gesticulaba una palabra, sus labios se movían como los de un pez, pero no pudo sacar ningún sonido.
Abrazó a la mujer vestida de sol sintiéndose feliz, como hacía mucho no se sentía, la ausencia de Eren lo mataba y lo alejaba de sus verdaderos sentimientos.
Fue guiado hasta la puerta donde Dios siempre estaba, se inclinó y una voz llena de comprensión llenó el lugar.
—Tanto tiempo dormido, tantos meses sin dirigirnos la palabra y con unos ojos muertos, y hoy estás aquí con el deseo de volver y abandonar de nuevo tu hogar, a tus madres. Qué niño más problemático tenemos.
—Agradezco que diga que es mi hogar, que me considere uno más de sus hijos, pero mi verdadero hogar está con el idiota de Eren.
Vio la expresión de Dios, quien se quedó por sus palabras y forma de expresarse, pero aun así soltó una risa y colocó una mano en su cabeza.
—No me salgas que el hogar es donde está tu corazón, porque no creo que seas capaz de decir algo por el estilo.
—No lo diría, sería muy cursi y estúpido, eso le quedaría mejor al mocoso que está abajo. Yo te diría que mi hogar es con un demonio idiota, con una sonrisa de mierda que me derrite y unos ojos asquerosos que solo demuestran cuánto me aman.
—Esa es la respuesta Levi, ahora vete antes de que me arrepienta.
Observó al más pequeño asentir con la cabeza y salir corriendo.
—Ya entiendo cuando Pixis decía que era bastante mal hablado.
—Es honesto, eso lo hace más que especial, mi señor —dijo con cariño la señora del lugar. Dios tomó la mano y la besó, no pudiendo estar más de acuerdo.
Cuando la pequeña Sumire empezó a caminar, a principios de diciembre, Eren hizo una fiesta en su casa. Él lloró de felicidad, pues su pequeña lo buscaba con insistencia. Cuando fueron a recoger a Hanji, Moblit y Rivaille, se la había dejado alzar a la castaña y estaba riendo cuando de un momento a otro se quedó callada observándola.
—Hanji, ¿estás bien? —preguntó el castaño.
—Ella habló —dijo en un susurro—. Pequeña, ¿qué dijiste?
—E…eden…
Los presentes la miraban como si fuera un objeto extraño, sus manitas se abrían y cerraban en la dirección de su padre.
—Eden —volvió a repetir y rompió un llanto, donde solo decía Eden y pedía los brazos del castaño.
Este la alzó y empezó a arrullarla, odiaba verla llorar.
—Dijo tu nombre, Eren.
—No, dijo Eden.
—Ese es tu nombre, solo que le cuesta trabajo decirlo bien.
—Eden —y con sus manos trataba de jalar el parche—. Eden, no…
—Creo que será mejor que te quites el parche, parece que no le gusta —sugirió Moblit.
Lo hizo y vio la hermosa sonrisa en su pequeña. Todos más tranquilos, tomaron el auto y se dirigieron a casa.
Como siempre, Hanji hablaba sin cansarse mientras Rivaille rodaba los ojos rogando para que se callara por un segundo. Eren estaba dichoso, tenía a su pequeña familia y pasarían el cumpleaños de su amado juntos.
Los días pasaron y Sasha y Connie fueron a visitarlos, ella estaba embarazada y el calvito no dejaba de sonreír. También Armin con Jean eran pareja y ahora se la pasaban viajando por el mundo. El castaño estaba feliz de ver a los mejores amigos de Levi felices. Cuando los dejó en el aeropuerto, cada uno de ellos lo abrazó, felicitándole por su nueva familia.
De regreso, compró una torta para cantarle el cumpleaños al azabache, se había convertido en su ritual en esos dos años.
Al llegar su pequeña estaba sentada en la entrada, en las piernas de Rivaille, y al verlo salió corriendo para abrazarlo.
—Eden, tardaste.
—Lo siento, toca manejar más despacio por la nieve —la alzó con un brazo y con la otra mano acarició la cabeza de su sobrino, ingresando a la casa—. ¡Ya llegué!
—¡Bienvenido! —gritó Hanji desde la cocina—. ¿La trajiste? Yo ya estoy terminando mi espléndida lasaña boloñesa.
Eren dejó la torta en la mesa, fue por los platos y empezó a arreglar las cosas. Sintió unas manitas jalar su jean y bajó la mirada para encontrarse con esos ojos color plata y sus lindos lunares acompañándolos.
—¿La tota es mía?
—No, es para papá Levi. Él no está con nosotros, pero es su cumpleaños y debemos festejar. Después te daré un trozo muy grande, así comes el tuyo y el de él, ¿te parece?
—¡Sí! ¿Papá Devi me ama?
—Más de lo que imaginas —la abrazó, sonriendo con tristeza. Hablar del azabache seguía doliéndole, pues lo amaba con todo su ser.
Hanji llegó con la lasaña, Rivaille y Moblit traían las bebidas y las servilletas. Rivaille alzó a Sumire y la coloco en su silla, junto a él.
La cena estuvo llena de risas y comentarios fuera de lugar por parte de Hanji, cantaron el cumpleaños a un amante y amigo que estaba lejos, y cuando la pequeña sopló la vela, Hanji gritó: "¡El enano siempre será enano!". Puede que se haya ganado unos cuantos golpes.
Encontrar la casa había sido lo más difícil que había tenido que pasar desde que Uriel lo dejó en la aldea, y lo peor es que no sabía el puto idioma.
Él sabía que el castaño era muy inteligente, pero, ¿por qué un país donde hablan en trabalenguas?
Sin embargo, cuando llegó, escuchó que en la casa cantaban a todo pulmón. Se acercó más y escuchó el "¡Feliz cumpleaños, Levi!". Su mano solo pudo sujetar con fuerza la solapa de su abrigo mientras oía que Hanji soltaba otro de sus tontos comentarios. Sus cejas se juntaron tanto que golpeó la puerta con más fuerza de la que quería.
—¡Yo abro, Eren bombón!
Cuando abrió vio la sorpresa y él no pudo evitar sonreír de medio lado.
—¿A quién llamas enano? Y espero que eso de bombón fuera a tu esposo y no a mi novio —dijo con una mirada que aseguraba estar de mal humor—. Responde, cuatro ojos.
—Le…vi… —sus ojos empezaron a derramar lágrimas y cuando reaccionó al fin, se lanzó en un abrazo.
—Suéltame, imbécil, me llenarás de gérmenes.
—¡Dios! Esto… Dios, estoy tan feliz, por-
—Hanji, ¿quién es? ¿Alguien me necesita? —se escuchó la voz del castaño. Sus pasos se acercaron y oyeron cómo soltaba una risita—. Creo que el señor Moblit se pondrá celoso si ve que estás abrazando a otr… —pero se perdió cuando alguien habló, una voz familiar, importante para él. Significaba amor, significaba promesa y regaños.
—Quiero que quites a esta pendeja de mi cuerpo. Si me pega alguna enfermedad o algún germen, la mataré después.
Eren empezó a caminar lentamente, sus piernas le temblaban, sintió cómo los demás llegaban. Tocó el hombro de Hanji y la apartó, esta se hizo a un lado y ahí lo vio. Su piel blanca como la nieve que estaba cayendo, cabellos negros como la noche en un inusual corte militar, ojos grises que perdían el brillo azul por estar de noche, unos labios finos y rosados.
—Gracias por apartar a la cuatro ojos de mí, creí que me iba a morir con sus gérmenes —al ver que no había respuesta del castaño, levantó su cara y lo vio derramando lágrimas en completo silencio. No hipaba, no sollozaba, solo brotaban de sus hermosos ojos—. ¿Eren?
Llevó sus manos a sus mejillas para retirar las lágrimas, estaba impactado de ver a su demonio en ese estado. Se acercó y por más que no le hiciera mucha gracia, se puso de puntitas y besó los labios carnosos de su castaño. Se retiró lentamente, sus miradas fijas en el otro.
—Te he extrañado, mocoso de mierda.
Esos fuertes brazos lo sujetaron de la cintura, lo alzaron y besos fueron repartidos en todo su rostro, sus labios eran ese oasis en el que él quisiera perderse siempre. Sintió cómo el azabache se aseguraba con las piernas en sus caderas.
—Levi, Dios… Eres mi Levi. Te he extrañado tanto, te he llorado tanto, te he deseado y he implorado al Cielo que me permitieran dejar de amarte tanto para dejarte en paz, pero era imposible. Todos los días me levantaba amándote más y pedía perdón al Cielo por mis palabras.
—Eden, ¿po qué llodas?
El castaño se giró hacia su pequeña, se agachó y la alzó, pero no dejó que Levi se bajara.
—Levi, amor, te presento a Sumire. Pequeña, él es papá Levi.
La expresión de Levi no fue algo que ninguno de los que lo conocían se esperaron, estaba llena de cariño y alegría. Colocó su mano en la mejilla de la niña y después besó su frente.
—Lamento estar ausente por tanto tiempo, pero soy el novio de Eren y tú eres nuestra hija.
Se bajó como pudo, sacó a Sumire de los brazos del castaño y la abrazó con fuerza. Acariciaba los negros cabellos y de vez en cuando besaba la frente. La niña regresó el abrazo, tomó el rostro de Levi en sus manos y besó la frente.
—Bienvenido, papi.
Entraron a la casa, le sirvieron cena al azabache y volvieron a cantar, Sumire en los brazos de Levi y todos los demás presentes con una sonrisa.
Cuando los niños se fueron a dormir, comenzó el interrogatorio hacia Levi, quien solo respondió lo que hacía unos días le habían contado, que se había demorado en el regreso, porque Kuchel le exigió unos días de campamento para compartir con su hijo, así que se había escapado mientras ella dormía y le pidió a Uriel que lo trajera.
Regañó a Eren por vivir en un sitio donde él no podía ni pedir un pan, pero al verlo sonreír solo cambió el tema y le preguntó a Moblit cómo era vivir con la loca de su amiga. Su respuesta fue que ella era la mujer más hermosa y divertida que pudo tener a su lado. Eso hizo feliz al azabache.
Vio que Eren se levantaba e iba a la cocina.
—Los dejaremos solos. Ve y habla con él, ambos lo necesitan.
Él se levantó y fue en busca del castaño, lo vio masajeándose las muñecas. Se acercó lo más lento que pudo y lo abrazó, sujetando las muñecas maltratadas y sintiendo al más alto estremecerse.
—Lograste superar tus demonios. Estoy muy orgulloso, mocoso —fijó sus ojos en los contrarios, estos estaban impregnados de tantos sentimientos, de tanto amor.
—Fue muy difícil, pero con la llegada de Sumire, la navaja quedó perdida en la caja de objetos peligrosos. Tu rostro lo podía ver al despertarme y ella calmó todo lo que me volvía mierda. Pero ahora tú estás a mi lado, te he amado tanto, que si pudiera sacar lo que siento te darías cuenta que no solo está en mi corazón, sino que inunda todo mi ser.
Agarró con delicadeza las manos blancas y las llevó a sus labios, depositando besos como si en algún momento fueran a desaparecer, llevándolas a su rostro. Quería sentirlo, certificar que no era un sueño como los miles que alguna vez tuvo.
—Eren, estoy aquí y no me iré. Te agradezco haberme llevado con la Madre del Cielo, casi no logran sanar mi alma, estaba muy quebrada, por eso no me dejaban regresar.
—No importa, lo importante es que estás a mi lado, que puedo verte, tocarte, besarte, amarte.
—Uhm, no me has besado.
El castaño puso una cara de asombro que casi lo hizo reír. Lo vio pensar y sabía que estaba recordando los acontecimientos desde que él había llegado. Una sonrisa tímida se apoderó de sus labios.
—Tienes razón —dijo con una risa nerviosa—. Todo pasó tan rápido que…
Sus labios se fundieron en un beso, la necesidad de ambos se hizo presente mientras sus lenguas empezaban a invadir la cavidad del otro. Necesitaban reconocerse. Eren alzó a Levi y lo colocó sobre la mesa, sus manos viajaban por debajo de la camisa negra que cubría a su amor. Acariciaba con cariño todo a su alcance, rozó los pezones y escuchó un gemido ahogado provenir de esa boca que lo volvía loco. Se separaron cuando ambas camisas necesitaban abandonar los cuerpos.
Eren besó el cuello, bajaba lentamente repartiendo besos, caricias y mordidas en el cuerpo del azabache. Al llegar al pantalón, retiró toda la ropa con urgencia, para después hundir su boca en la entrepierna del menor con desesperación, empezando un vaivén. Los gemidos se hacían cada vez más fuertes, ambos haciendo todo lo posible por contenerlos, pues tenían visitas y no querían despertarlos.
Mientras él trabajaba fervientemente con su boca, introdujo un dedo en la cavidad de Levi, haciéndolo curvar su hermosa espalda, mostrando ese vientre bien formado y ahora cubierto de sudor. Lo dilató lo mejor que pudo, sintiendo cómo se venía en su boca y con un morbo que pensó que había olvidado se lo tragó en su totalidad, lamiendo sus labios.
Sus labios se dirigían al estómago frente a él cuando esas manos sujetaron su rostro, jalándolo en un beso ardiente, las caderas del azabache haciendo más fricción contra su entrepierna, y mientras se besaban, Levi fue desabrochando su pantalón.
—Creí que no te gustaba que te besara después de hacerte un oral —dijo sobre los labios contrarios, sus alientos mezclándose en pequeños jadeos.
—Ahora eso vale mierda. Llevo dos años sin sentirte, solo viéndote en mis sueños, sin poder tocarte, sin que me amaras, mocoso imbécil.
No pudo evitar que una risita se escapara de sus labios, pero esta murió cuando penetró al menor, lento, con cuidado, grabando cada movimiento, cada expresión de su amor, sujetando fuertemente sus caderas. No quería que se fuera de nuevo, que si no era un sueño, que le permitieran sentir más. Prestó atención a los gemidos y sollozos de Levi mientras su miembro abría paso en su interior, y cuando estuvo completamente dentro, se permitió suspirar.
Esas blancas piernas se enredaron alrededor de él y empezó un vaivén; no fue salvaje, no lo embistió con fuerza, fue delicado y dulce, quería hacerle el amor con la mayor de las devociones, quería que nunca olvidaran ese encuentro. Quería tener a Levi por toda la vida.
Levi acariciaba su espalda con tranquilidad, pero cuando bajó un poco, sintió unas pequeñas protuberancias en sus omóplatos. Abrió sus ojos y buscó la mirada de Eren, buscando una explicación. Eren se percató, suavizando sus ojos.
—¿Qué quieres saber?
—¿Qué… son estas cosas de aquí? —las acarició otra vez para que su compañero sintiera y supiera a qué se estaba refiriendo.
—Son unas marcas que quedaron después de la batalla. Son como un par de alas, pero son blancas, nunca dolieron.
Al escuchar eso, se levantó sobre sus codos y llevó una mano de Eren a su espalda. El castaño sintió unas protuberancias similares, sus ojos abiertos con la impresión.
—Las mías son negras —murmuró Levi.
—Estamos unidos.
—Son nuestras alas…
Lo beso y sintió perder ya la razón cuando el orgasmo recorrió su cuerpo, manchando su abdomen. Sintió a Eren correrse en su interior y abrió sus ojos con dificultad, el clímax todavía nublando sus sentidos. Sin embargo, sintió que todo su cansancio se disipaba cuando vio cómo esas joyas que siempre le habían gustado se abrían lentamente y se posaban en todo su ser, haciéndolo sentirse un poco cohibido. Sintió cuando Eren se retiró y lo observó recoger el desorden, él muy exhausto para siquiera moverse. Mas el castaño no tuvo ningún problema, pues lo alzó en brazos antes de salir de ahí.
Lo llevó hasta su habitación, preparó la tina y entraron juntos. Sus ojos detallando las marcas de Levi, volviéndose a enamorar, todo él era perfecto.
—Te amo, Levi. Más de lo que el mar ama al cielo donde este se refleja, más de lo que la luna ama al sol, porque es quien la ilumina y brinda su calor, más que las plantas a la lluvia, porque ella las nutre. Te amo más de lo que yo alguna vez amé.
El azabache se giró, mirándolo con sus ojos grises y su toque de azul.
—Eres un maldito cursi, enfermo de amor. Pero te amo por todas esas mierdas que salen de tu sensual boca —lo besó con todo lo que no podía transmitir en palabras y Eren entendió perfectamente.
La Navidad continuó tranquilamente, Eren se encargó de llevar a su ahora completa familia a conocer Tokyo y el azabache seguía molesto porque no entendía nada. Lo poco que sabía se lo enseñaba la pequeña, así que su pronunciación era un asco.
—Aprenderás rápido, eres más inteligente que yo. Aprendí a hablar francés en dos años, aunque ingles fue una mierda, créeme —aseguró el castaño, tratando de darle ánimos a su compañero.
—Aprendí inglés en un mes, nací hablando francés, aprendí alemán en dos meses y griego en tres. Latín fue con el que más me demoré, fueron seis meses.
Eren se quedó impresionado con tal revelación. Sabía que el azabache era inteligente, pero esto le decía que él era un idiota.
Vieron a la pequeña Sumire correr hacia la tienda de Disney y empezar a buscar a su princesa favorita. Sus pequeñas manos no alcanzaban ningún estante y sus ojos buscaban incansablemente. Al otro extremo estaba Rivaille con sus padres, comprando cosas de Star Wars.
—Japón es increíble, pareciera que el Pandemónium nunca lo tocó.
—Son personas que salen adelante rápidamente, pero nunca vayas solo a Shinjuku, podrías perderte entre tanta gente.
Solo lo vio poner una media sonrisa y tomar su mano con más fuerza. Sumire había encontrado un lindo peluche y lo apretaba con fuerza, así que fueron a pagarlo y esperaron a que Hanji terminara. Después caminaron por las calles llenas de gente y de nieve, luces y letreros muy iluminados se hacían visibles.
Llego el treinta y uno de diciembre y tuvieron que llevar a Hanji, Rivaille y Moblit hasta el aeropuerto. Las lágrimas por parte de su amiga no faltaron, abrazaba tan fuerte al más bajo, que al final recibió un golpe para alejarla.
—Cuídate mucho, Levi. Me alegra saber que estás con nosotros, los esperaremos en Francia el próximo año.
—Ni lo sueñes, no quiero compartir tus gérmenes, cuatro ojos.
—Tío, ¿no iras? Quería mostrarte mis cuadros y que vieras a la niña que me gusta —dijo su sobrino haciendo el puchero más adorable.
—Uhm, bueno, si me dejas quedar en tu habitación. No confío en la limpieza de tu loca madre.
El niño sonrió y abrazó con fuerza a Levi, para después correr hacia los brazos del castaño, quien lo alzó y lanzó al aire sujetándolo de nuevo en la caída. Sus risas eran fuertes y agradables; había extrañado el ruido que solo ellos podían hacer.
Pero al azabache le molestaba ver que Eren usaba el parche cuando salían. Él amaba sus dos joyas y que ocultara una lo ponía incómodo. Mientras pensaba en eso, vio a su hija caminar hacia el más alto para jalar de su abrigo, llamando su atención.
—Eden, no gusta eso —y señalaba el parche—. Quítalo.
—Pequeña, cuando estemos en el auto, me lo retiraré. Aquí es para que las personas no pregunten demasiado.
Ella solo negaba y jalaba con más insistencia el gabán.
—Yo creo que tiene razón, deberías quitártelo, a mí tampoco me gusta —Sumire, al escuchar a su padre abogar por ella, fue a abrazarlo, sonriendo con complicidad. Él besó sus lunares—. Dejas de ser tú con esa cosa ahí, quítatelo, mocoso.
Ante la mirada severa que le mandó, el castaño no dudó un segundo en quitárselo y dárselo.
—Hagan con él lo que crean más conveniente.
Levi le susurró algo a su hija, quien bajó de un salto para correr hasta una caneca. Ahí lanzó ese parche que tantos recuerdos dolorosos traía.
Después de ver a la familia irse en su vuelo, ellos tomaron camino a su casa.
Levi, en la parte trasera del carro, jugaba con la niña y recibía los besos de su hija con cariño y una sonrisa llena de satisfacción.
Eren le colocó a su hija el kimono de invierno y fueron hasta el templo para orar y agradecer que Dios y los arcángeles les habían permitido estar juntos.
La foto de año nuevo no pudo faltar. Levi sentado en una silla, su hija en las piernas y Eren al lado derecho del azabache, tomándose la mano y con las argollas de matrimonio.
Mientras caminaban y Sumire pedía una manzana acaramelada, ellos solo se sonreían y de vez en cuando Levi recibía besos fugaces en sus labios o en sus mejillas.
El castaño cargó a su hija después de terminar su manzana y la sintió caer dormida en su hombro. Cuando estaban retirados de la gente, se paró al frente del más bajo.
—Levi —este volteó, prestándole atención—. Quiero que sepas que te amo y si tú deseas, podemos irnos a vivir a otro lado, solo quiero verte feliz.
—No —vio la duda en esos ojos de diferente color—. Quiero seguir aquí, en nuestro hogar, con nuestra hija y puede que después adoptemos a un niño. Si tú quieres, mocoso.
Se sorprendió al ser abrazado con fuerza. Eren lo había jalado con emoción y lo acomodó al lado contrario que su hija. Luego de recuperarse por la sorpresa, Levi tomó el rostro del mayor entre sus manos cubiertas con sus guantes grises, posando un ligero beso con una sonrisa pícara en sus labios. El beso fue casto, dulce, lleno de todos los sentimientos de agradecimiento, de amor y que solo le podía brindar a él.
—Te amo, Eren. Seamos felices hasta después de la muerte.
—Sí, mi amado ángel.
Fin.
Recibo todos los tomatazos que quieran lanzarme por la demora. Ya tenía el capítulo y cuando lo leía, decía: "esto es una porquería", así que me desanimé y lo empecé de nuevo jajaja. Y pues, el estudio y lógicamente estando en Japón, mirando tiendas y demás el tiempo se pasa súper rápido.
Habrá un extra de mi flor de loto, para quienes lo leyeron.
Sin más, Ame las ama.