El horizonte.

no soy dueño de ninguna marca registrada ni nada y esto es puramente por diversión.

La fría alcoba de palacio era inmune a los rayos del sol de Celestia, rodeado de tesoros y piedras preciosas que en verdad tenían poco valor para él un dragón observaba el horizonte amplio y la multitud de casas rodeando el castillo, allí, Spike meditaba en silencio, con su actual tamaño ya no le era posible ser el asistente de la princesa y la mayoría de los trabajos estaban lamentablemente también fuera de su alcance.

Con gran pesar el dragón se preguntó a sí mismo en que momento las cosas cambiaron tanto, en que instante sus diferencias con sus amigas llegaron a pesar con tal magnitud que el único lugar donde se sentía en paz era una alejada torre abandonada y carente de luz.

Dando media vuelta recorrió sus aposentos, montículos de piedras preciosas para mantener a raya su hambre e incontables libros para mantenerlo despierto por las noches.

Aun así, la calma no existía para él, porque siendo su naturaleza la de acumular tesoros ya había perdido lo que deseaba, al final no importaba que tanto creciera su horda, nada podía satisfacerlo ya, nada calmaba su creciente hambre.

Spike, muy a su pesar había vuelto a caer presa de la codicia, deseaba algo con toda su voluntad, con todos sus pensamientos, con todo su corazón, deseaba tanto que muchas noches estuvo a punto de quemar el castillo por conseguirlo, sin embargo esa barrera impuesta por las ponis, esa "magia de la amistad" afectaba sus instintos, corrompía sus sentidos, lo subyugaba a comportarse como un lacayo cualquiera y ahora que su utilidad era nula se veía confinado al olvido, quizás para dormir por miles de años o guardar silencio hasta que su nombre fuese borrado de la memoria de Equestria.

Sin embargo contemplando el cielo oscurecer no podía sino meditar en lo fácil que seria tomar aquello que deseaba.

Tan simple como encender y apagar una luz.

Solo necesitaba abrir sus fauces y entonces la endeble puerta caería, y luego, luego llegaría a la cámara real, la vería allí, en su trono ataviada de purpura y dorado, la sabia princesa, un prodigio de la magia que estaba seguro un día llegaría a ocupar el puesto de su mentora para gobernar Equestria, la pony que lo había criado, la que tenía toda su devoción y por la cual sus apetitos se habían tornado amargos y el amor infantil, una vez puro, ahora corrompido, retorcido en una poco sana fijación, una lujuria infinita, un amor terrible y desastroso que terminaría por destruirle.

Si, se vería obligado a eliminar a algunos guardias y a su marido, el príncipe tendría que sucumbir ante sus garras pero eso poco le importaba, la deseaba, la deseaba tanto que dolía, aquel apéndice, ese órgano maldito que en su especie solo cobijaba codicia estaba infestado por la bella ilusión de la princesa Sparkle y Spike sabía que no podía hacer nada para remediarlo, de uno u otro modo su ambición triunfaría y no seria capaz de detenerse hasta tener a la princesa como su tesoro personal, para adorarla lejos de los curiosos ojos de sus súbditos, la poseería de todas las formas en que había soñado.

-¿y luego que Spike?, ¿que harás cuando Twilight se resista?, ¿que harás cuando intente liberarse?-

Su consciencia lo hizo dudar, nuevamente estuvo sumergido en sus ensoñaciones más absurdas, ¿acaso había olvidado lo poderosa que era la princesa?, Spike no era un debilucho, aun sin ser un dragón adulto su tamaño lo ponía por sobre cualquier otro pony, su cuerpo aunque alargado estaba dotado de cientos de poderosos músculos y escamas capaces de contrarrestar una infinidad de hechizos y otros peligros de la naturaleza, sin embargo Twilight sabría como vencerlo, ella tenía el conocimiento de su parte.

-¿y eso que?, aun puedes vencerla- se dijo a si mismo lleno de convicción, -atacare de noche mientras duerme, iré a su recamara y esperare, nadie me vera si voy reptando, mucho menos si uso las paredes externas, luego podre tomarla y consumar mis deseos-

-no, eso no serviría- interrumpió su molesta consciencia -deben haber hechizos protectores en su habitación, ella jamas seria tan descuidada de dejar un punto ciego en el castillo-

Spike bufo molesto, ¿cuanto tiempo llevaba discutiendo consigo mismo?, la noción de los días y noches se le hacia borrosa, con un milenio a su disposición el ciclo de las estaciones de repente se le hacia insignificante, pero eso no era lo que necesitaba esclarecer, quería a Twilight, necesitaba saciarse de ella, solo entonces estaría en paz.

-puedo destruir esa magia, mi fuego no es un fuego cualquiera, si lo deseo, si realmente lo deseo puedo derribar cualquier encantamiento, me bastara con cortar la garganta de Flash Sentry para ocupar su lecho-

-...-

Sonriendo ante el silencio de sus dudas empezó a afilar sus garras, no odiaba a Sentry pero lamentablemente tenía algo que Spike deseaba por lo que le daría una muerte rápida a él y cualquiera que se interpusiese.

-mmm... podría funcionar, finalmente tendré a Twilight, finalmente sera miá, miá y de nadie más-

-¿condenarías a Equestria solo por satisfacer tu enfermo deseo?, ¿que acaso no puedes pensar en nadie más que tú mismo?-

-no me importa Equestria-

-mientes y lo sabes, además, hay algo que no has tomado en consideración-

-al contrario, he pensado todos y cada uno de los detalles, ¿he pasado aquí cuanto?, ¿ocho, diez años?, no importa, hemos tenido esta misma charla por demasiado tiempo, es inevitable y ambos lo sabemos-

-y aun asi no te atreves a ejecutar tus planes, ¿no te das cuenta?, eres incapaz de hacerlo, no puedes privar a Twilght de su felicidad, y su felicidad no es con nosotros-

Spike gruño, sus colmillos rechinaban negando las palabras de su consciencia.

-ella podría ser feliz con nosotros, conmigo, no envejeceré como Flash Sentry, puedo acompañarla por muchisimo más tiempo, además, no la merece como yo-

-¿y acaso crees que es cuestión de merecer?- se burlo su consciencia, -Twilight no te ama, nunca te ha amado, al menos no del modo en que tú quieres, no puedes obligarla-

La verdad siempre era difícil de digerir, como una enfermedad de la que nunca podía librarse, cualquier intención de lucha parecía abandonar al dragón, antes triunfal, ahora sentado en el piso, viendo con ojos vacantes el vació y la noche, poco a poco el veneno de su corazón se tornaba en hielo y lo atravesaba, aquel fuego que consumía sus entrañas se extinguía y en lugar del hambre inicial un sordo eco resonaba en su cabeza.

-puedo hacerlo, hay hechizos, maldiciones, hay... hay opciones para hacerlo- suplico el dragón sabiéndose perdido.

-lo siento Spike, pero no hay nada que puedas hacer, incluso si llegas a perder tu mente ambos sabemos que no eres capaz de lastimarla-

-pero...-

-lo se... es un destino cruel para nosotros, el estar aquí atrapados, no somos ni lo uno ni lo otro, sencillamente no hay lugar para algo tan... tan...-

-no lo digas... ¿tienes idea de cuando vendrá Twilight?- el dragón sacudió su cabeza riendo- ha pasado tanto tiempo desde su ultima visita que a veces creo se ha olvidado de que seguimos viviendo aquí-

Sin que Spike lo supiese la princesa de la magia llevaba un buen rato escuchando su soliloquio, temblaba y apenas podía contener las lagrimas, ¿en que se había transformado su amigo?, llevaba tanto tiempo sin verlo, sin hablar con él que no sabia en que punto Spike había dejado de ser el pequeño y dulce dragón al que amaba.

Quizás, razono, era su culpa que estuviese asi, encerrado día y noche en esa torre mientras la vida a su alrededor seguía, ¿pero que más podía hacer?, Spike era muy diferente y ella estaba muy ocupada con una infinidad de cosas de las que nadie más podía encargarse, tenía que ayudar a manejar el reino y realizar sus muchas investigaciones sin tomar en cuenta su familia.

De hecho...

-por Celestia...- suspiro Twilight aterrada -¿como se lo diré ahora?-

Dando media vuelta la princesa de la magia y la amistad huyo escaleras abajo pensando en mil y un maneras de decirle a Spike la feliz noticia.

De algún modo, ninguna parecía adecuada.

-necesito ir a la biblioteca- se dijo a si misma mientras interrumpía a los sirvientes a su paso.

Desde la torre, un solo ojo verde teñido momentáneamente de rojo la vio desaparecer.

-ella sabe- murmuró Spike lleno de pánico, -ella sabe...-