Prólogo: El prólogo de los muertos
¿Qué había pasado?
Mirando a su alrededor, todo lo que ve son llamas y humo. Figuras tambaleantes se mueven en las sombras, mientras que gente desesperada huye de ellas, atravesando las nubes de ceniza y corriendo por sus vidas. Intenta ponerse de pie, pero le fallan las fuerzas, y cae de rodillas. Un dolor atroz le atraviesa el cuerpo, desde su origen en el hombro derecho, hasta llegar a todos los rincones de su ser. Mira la herida, y ve que le falta un pedazo de carne, tan grande como un mordisco.
Si, ahora lo recordaba. Algo se le había tirado encima, y le había mordido. Había caído al suelo, y había perdido el conocimiento. Cuando recuperó el control, el mundo era un caos. Desorientado, herido, y cada vez más débil, el joven intentó ponerse de pie una vez más. Entre el humo y los cuerpos que le rodeaban, vio por una apertura la entrada a un oscuro callejón. Algo dentro de él le instó a llegar allí, como si de ello dependiera su vida. Tal vez fuera cierto y todo.
Intentó ponerse de pie una vez más, agarrando con fuerza su hombro con la mano izquierda, en un intento de contener tanto la sangre como el dolor que parecía manar de ella. Dio un par de pasos inseguros, antes de chocar con otra persona que corría desesperadamente. Le gritó algo, pero sus palabras se perdieron entre los gritos de la multitud. El joven cayó de rodillas, y notó romperse algo en su interior. Sin poder resistirlo, se dobló por su estomago, y vomitó una gran cantidad de sangre. Fuera lo que fuera lo que le estuviera pasando, le estaba matando. Intentó ponerse de pie una tercera vez, y empezó a moverse tambaleante hacia aquel callejón. No fue fácil. Más de una vez estuvo a punto de caer, hasta que consiguió alcanzar la pared del callejón, donde se desplomó en busca de aliento.
Miró atrás, hacia el caos que había abandonado. El humo seguía sin dejarle distinguir nada, y su visión empezó a emborronarse por sí sola, dificultándole el poder ver nada claro. Apenas pudo distinguir nada, solo sombras que se movían por entre el humo. Una de esas sombras fue adquiriendo nitidez, a medida que se acercaba, hasta que pudo ver el horror que era aquella criatura. Parecía una persona normal, excepto por el tono grisáceo de su piel, los ojos blancos que miraban en direcciones imposibles, y una boca abierta que, revelando unos dientes amarillos y sucios, emitía un largo y lastimero gemido. Extendió sus brazos hacia el asustado joven, que esquivo el agarre de aquella cosa y empezó a correr con paso inseguro por el callejón.
Corría, corría, y corría, en un intento por poner la mayor distancia posible entre él y aquel ser de pesadilla. Solo miró hacia atrás una vez, por miedo a que aquel ser les estuviera persiguiendo. Pero cuando miró hacia atrás, no vio a nadie. Detuvo su carrera, y prosiguió su camino a un ritmo más lento, casi arrastrando los pies. El esfuerzo de huir de aquel monstruo le había agotado las pocas fuerzas que le quedaban, hasta el punto que no pudo continuar. Se dejó caer de espaldas contra el muro, donde se deslizó hasta el suelo, para acabar sentado en el, con la pared reposando en la pared. No podía moverse. Sus piernas no le respondían, sus brazos dejaron de obedecerle, y sus ojos empezaron a cerrarse. A medida que la oscuridad se apoderaba de su mundo, un pensamiento recorrió su mente: ¿Qué sería de el ahora?
Y el joven se entrego al olvido.
Silencio.
Oscuridad.
La bendición de la inexistencia le rodeaba. No sentía su cuerpo, mas era consciente de todo lo que le rodeaba. En medio de una infinita oscuridad, el dejó descansar su mente, libre del miedo, la confusión, o el dolor.
Tal vez fuera mejor así, pensó el joven, aquí el estaba a salvo. Aquí nadie podía alcanzarle. Solo tenía que dejarse ir, y todo sería perfecto… ¿Lo seria?
"Este no es tu destino. Tienes una misión que cumplir".
El joven oyó estas palabras en su mente, y en todo lo que le rodeaba. Su mente, antes dispersa y débil, se centró de forma casi dolorosa. Aquella misteriosa voz, que sonaba como si un hombre y una mujer hablaran a la vez, había conseguido mantenerle entero.
"En este mundo, hay alguien que guarda la llave de tu libertad, y la de todos nosotros. Tu deber es encontrar a esa persona, y protegerla".
¿De qué estaba hablando aquella voz? ¿A quién se refería?
"Encontraras a muchos que desearan hacerle daño. Por tanto, te daremos armas para que las uses contra ellos".
Un intenso dolor, como si por sus venas corriera hierro fundido, recorrió los brazos, ahora físicos, del joven. El dolor era insoportable, y el hecho de que no pudiera moverse no hacía más que empeorarlo. Sintió como se volvía loco por la agonía, hasta que tan pronto como había empezado, terminó. Se sintió colapsar, perdiendo una vez más el control de sí mismo, y cayendo en una oscuridad mayor. En medio de esa oscuridad, una brecha de luz apareció. En su centro, una silueta se mantenía a oscuras a contra luz, ocultando su identidad. A medida que caía, el joven fue acercándose a aquella silueta.
"Esta es la persona que debes encontrar. Encuéntrala", el joven se acercaba cada vez más, "protégela", la luz de la brecha se fue haciendo cada vez más grande, iluminándolo todo, y rebelando poco a poco los rasgos de aquella silueta, "y haz lo que sea necesario para que cumpla su destino".
De repente, todo era luz, y solo había dos personas en aquel basto universo blanco. Uno era el joven, de vuelta a su cuerpo físico, que no apartaba la vista de la persona que se encontraba delante. No podía dejar de contemplarla. Dentro de él notaba el vínculo que ahora los unía. Estuviera donde estuviera, él la encontraría. Era su deber. Era su destino.
"…pues esta persona ha de ser quien nos libere a todos. O quien nos destruya".
De vuelta en el mundo real, el ser que antes había sido el joven abrió los ojos.
Hola, hola, hola, aquí Darraiter con un nuevo fanfict, que espero que os guste, os encante y os haga volveros locos hasta morir (pero no os muráis, que si no me quedo sin lectores).
Sé que como prologo es un poco vago, pero es para ponerse en situación. La base será la del anime de High school of the dead, hasta llegar a la parte del centro comercial, donde intentaré ser lo más canónico posible (aunque no prometo nada). Habrán algunas cosas que cambiaré, y otras que me las tendré que inventar por el bien de la historia.
Pasadlo bien, disfrutadlo, y comentad lo que creáis que hay que cambiar.