Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin pertenecen a Hajime Isayama. Este Fanfiction es escrito sin fines lucrativos.

Notas del capítulo: Son varias: Primero, éste es el tercer capítulo y último, y el más loco de todos. Capítulo extenso. Palabras altisonantes y una o dos escenas de violencia. Posible OOC según el trastorno mental. Mención a la boda de Eren y Levi, y a la captura de este último. Amor enfermizo, extraño y lime. Una referencia al escepticismo religioso (sólo al principio). Temática fuerte y final muy fuerte, se recomienda discreción.

Nota: Disculpen la tardanza por esta actualización, les agradezco su lectura y, sin más, les dejo el capítulo final.


3

A las 9:40 p.m. del sábado treinta de marzo, la vida del loco Levi Ackerman iba a terminar.

Y él estaba tranquilo. Bastante tranquilo, en realidad, recostado en su litera dura con los ojos perdidos en el techo tan gris y putrefacto como su propia alma.

Era el único reo condenado a muerte que quedaba en el subterráneo. A uno lo acababan de matar hacía una hora, mientras gritaba el Padre Nuestro y le suplicaba a un Dios al que ofendió durante toda su existencia por una pizca de piedad.

Levi suspiró, pesadamente. "Si yo fuera tú, Dios, lo mandaría al carajo. No me gusta cómo trabajas, no entiendo la maldita forma en la que amas, pero sé que no eres estúpido. Así que no pierdas el tiempo y mándalo a la mierda como él lo hizo contigo durante toda su pútrida vida".

Que Levi le hablara a Dios, demostraba que estaba preparado para morir. Aunque sabía que Dios no le contestaría, porque jamás le había importado Levi.

Y estaba bien. No era como si a él le importara mucho Dios, tampoco.

"… Estamos bien pagados, ¿eh?" Pensó, amargamente, cerrando los ojos y encerrado en su mente. La esperanza de ver al castaño había muerto también. Tal vez lo habían matado…

El silencio en aquel momento era escalofriante, devastador. Levi era lo único que quedaba vivo en la planta baja, aguardando el momento de su ejecución pacientemente, sin quejarse ni hacer ruido. El moreno era el tipo de hombre que moría de pie, dignamente, o lo más digno que se pudiera morir estando tan loco. A pesar de que sus acciones lo habían llevado a aquella ratonera, no lamentaba la vida que había llevado. No se arrepentía de nada… porque Levi, toda su vida, había hecho toda la basura que había querido. Había sido el hombre más libre del mundo y había disfrutado cada minuto de su maligna y maldita existencia. Le gustaba su propia locura y, si volviera a nacer, elegiría estar loco otra vez. De eso no había duda.

Incluso, la vida le había dado al estúpido de Eren, su terquedad, su determinación, sus ojos preciosos, su enfermizo síndrome de dependencia, su entrega ciega y total, su cuerpo, su mente desviada y anormal. Todo lo había tomado. Mierda, qué ganas tenía de hacerlo suyo en ese momento, cómo le gustaba ver al mocoso retorcerse de tanto placer y despertar a toda la colonia debido al estrepitoso encuentro animal… Porque, en todas las noches que Levi pasó con él, se había sentido completo. Satisfecho, a pesar de que alguna vez el moreno odió el contacto humano. Le gustaba cómo Eren lo obedecía como un perro, cómo lo escuchaba con ojos hipnotizados, como si la voz de Levi fuera su más grande adicción, su devoción por el mayor desbordándose por su mirada verde gloriosa. Amaba a Eren por la sencilla razón de que él adoraba a Levi con todo su demente y trastornado ser.

Sumergido en sombras, Levi se llevó los labios a su anillo de bodas, mordiéndolo repetidas veces. "Nunca he entendido el maldito amor, pero dicen que es una maldición y una bendición, que es remedio y enfermedad, nacimiento y destrucción. Te quise, estúpido, y más cuando dejaste de tomar los putos medicamentos. Cómo me gustaba lo loco que estabas… Nunca voy a olvidar cuando te casaste conmigo. Tampoco tus regalos retorcidos y raros en mi jodido cumpleaños, en nuestro aniversario, que siempre se te olvidaba… una vez me diste el puto regalo medio año después. Era una basura, pero sé que te esforzaste. Por eso, cuando me apliquen esa inyección letal, recordaré cuando besé tus malditos labios por primera vez, cuando te tuve por primera vez… y sabré que esta miserable vida valió la pena".

Entonces, suspiró y sonrió de manera enferma y retorcida, de esa forma que derretía a Eren. Porque Eren había amado todo de él… Tanto que tal vez fue el maldito amor lo que acabó de enloquecerlos a los dos…

Acto seguido, en un estado de reposo total y desconectado de la realidad, como cuando se está a punto de dormir, Levi escuchó el penetrante eco del silencio, potente e infinito… ni siquiera se oía el aire. No había nada. No se escuchaba nada. No existía nada.

Y, en un par de horas, él tampoco.

Sonrió.

No lamentaba la vida que había llevado. Ni un minuto.

Y moriría sin arrepentimiento alguno. Sin remordimientos. Totalmente en paz.

Suspiró. Aquello estaba bien.


En ese segundo, se escuchó el potente ruido de una explosión arrasadora, con la intensidad y escándalo de diez truenos enfurecidos. Un estallido tan fuerte que Levi perdió el oído momentáneamente, haciéndole escuchar un pitido desquiciante. Sus ojos grises totalmente abiertos y estupefactos, su cuerpo paralizado por la enorme explosión.

En diez o veinte segundos, el 98% de la prisión había sido destruida y reducida a escombros. Cuando Levi parpadeó, descubriéndose las orejas lentamente y levantándose de la litera, encontró una escena digna de una película de terror: Cables eléctricos estropeados vomitando chispas de luz que podrían electrocutar a alguien en menos de un segundo; cortinas de fuego brotando desde el suelo y lamiéndolo todo, despiadadas y hambrientas; las paredes grises y viejas de la prisión vueltas añicos y formando montañas de ruinas en el suelo, frente a Levi.

Y, luego, la locura.

Se oyó una risa estrepitosa, enloquecida, poderosa y demencial de alguien que había perdido por completo la cabeza, un cuerpo destornillándose en carcajadas en el suelo, entre los escombros, ante los ojos atónitos de Levi.

—¡Y todo vuela! —Se escuchó un grito, y vio que la figura en medio del fuego tomaba algunas piedras y polvo suelto de lo que antes habían conformado los muros escalofriantes de la cárcel, lanzándolas por encima de su cabeza como si fueran papelillos de colores en una fiesta de cumpleaños con payasos, torta y dulces caducados.

—¡Todo vuela! —Repitió el loco, extasiado— ¡Y todo se viene abajo! ¡Si te ríes fuerte, se derrumba más rápido! ¡Ríete, Levi! ¡Tumbemos lo que queda de tu celda!

Ése era…

Pero, diablos ¡¿cómo carajo lo había hecho?!

… Ése era Eren.

Levi parpadeó lentamente, casi sin dar crédito a sus ojos.

—Eren… —Habló, aún intentando componerse de la impresión. La reja de su celda había sido azotada por la fuerza de la explosión y estaba caída, el fuego brotando desde el piso y acariciando los barrotes que alguna vez encerraron a Levi… barrotes inservibles, inútiles. Era libre.

Al oír su nombre en la voz del azabache, el castaño se quedó de piedra, con los ojos asombrados perdidos en la celda de Levi, o en lo que quedaba de ella. Eso era todo lo que había sobrevivido a la explosión.

Entonces, ciego de tanto gozo, Eren vociferó el nombre de Levi por los aires y, dos segundos más tarde, el moreno sintió que una sombra furiosa pasaba al lado de él y lo empujaba estrepitosamente al suelo, el cuerpo de un mocoso aplastándolo y abrazándolo con toda su locura y desesperación… el "¡Levi!" impresionado haciendo eco por todo el lugar. Así de potente había sido.

Cuando el mayor se dio cuenta, el castaño ya lo tenía prensado entre sus brazos, llenándole la cara de tantos malditos besos como si no pudiera respirar…

—Mocoso imbécil… ya… deja-

Pero el castaño tomó su rostro y lo besó, enterrando su lengua en la cavidad en menos de un segundo, muerto de sed de la boca de aquel azabache. Sus manos agarrando su cara con fuerza, de una manera que a Levi incluso le dolía, casi clavándole las uñas en la piel de la mandíbula. Esa reacción era la muestra de que Eren había vivido el infierno sin él… Jamás lo había besado ni abrazado con tanta urgencia y desesperación, con tanto dolor por aquella espera desgarradora…

El castaño empezó a decirle que lo amaba como un poseso, como un hilo de palabras románticas ahogado y frenético, comiéndose la boca de Levi como si fuera a morir si no lo hacía… y él estaba bajo el cuerpo de Eren, sus brazos encerrando el cuello del menor de manera posesiva, rabiosa, celosa… dejándose tragar por ese mocoso que lo necesitaba tanto, y que él también había deseado tener de esa manera, por tanto tiempo…

Levi intentó romper el beso, pero Eren se adhería automáticamente a sus labios en cada intento, casi furioso. Así lo hizo Levi por un buen rato, pero el chico seguía sin entender…

—Eren, ¡carajo! ¡Quiero hablarte!

Lo pronunció por sílabas dificultosas, puesto que Eren no dejaba de besarlo. Levi empezó a empujar su cara, pero el castaño parecía decidido a tragárselo y forcejeaba para que lo dejara acceder a sus labios.

—Tenemos que irnos, es arriesgado estar aquí. —Alcanzó a decir el moreno, apresurado, sus palabras entorpecidas por tantos besos.

—Levi, Levi… —Repetía el menor, ahogado en alegría y emoción.

—Sí, ya sé cómo mierda me llamo. ¡Hay que largarnos! —Vociferó, de manera potente cuan sargento de ejército, aún intentando apartar el rostro de Eren del suyo, que con cada segundo se volvía más adicto a los labios de Levi que, aunque soltaban tanto filo, en ellos Eren encontraba su bendita medicina.

El menor negó vigorosamente.

—No, ¡hagámoslo aquí! —Decidió, enfadado y excitado— Entre la lumbre es mejor. En medio del fuego es un escenario que nos viene bien. —Le soltó aquel chiquillo, con la voz coloreada de calentura y deseo por tener a Levi en sus brazos. Pero éste sólo lo golpeó, soltándose de él.

—Mocoso imbécil, cuándo vas a aprender a no tener sexo cuando estamos a punto de morir. Larguémonos de aquí. —Siseó, con prisa, levantándose con fiereza.

—Pero, quiero besarte… —Musitó Eren, mirándolo con gran devoción y necesidad, con una expresión obediente pero lastimada como una mascota recién regañada.

—Ya te besé, mierda. Ahora sígueme.

—Más… —Insistió el castaño, en voz firme, hasta que sintió un tirón por el pelo que lo puso de pie en un segundo. Levi jalándolo como un perro que quiere regresarse a seguir jugando con los niños y revolcándose en el lodo.

—Que te calles. Mueve el culo y camina. —Soltó el moreno, en voz grave y molesta. Eren bajó la cabeza, dócilmente, sin saber adónde iban en realidad pero siguiéndolo en silencio.


Cuando llegaron a una bodega sucia, vieja y olvidada a dos kilómetros de ahí, el moreno aventó al castaño salvajemente contra un muro, la espalda de Eren chocando y haciendo un ruido hueco y doloroso de una fractura, para luego sentir el cuerpo de Levi colocarse encima de él sin darle libertad alguna. A pesar de que Levi era mucho más delgado y bajo que él, siempre había sido capaz de anteponerse a Eren, de dominarlo cuando le diera la gana.

Con voz potente y sus ojos grises brillando por toda su fuerza, el azabache sentenció, con voz cruel y sombría:

—Espero que veas bien este lugar porque aquí es en donde te voy a sepultar.

Eren lo vio, impresionado. —Pero, ¿p-por…?

Sin embargo, antes de terminar la palabra, fue interrumpido por una bofetada atroz, ardiente, ruidosa y bestial que se cruzó por su cara, reventándole un labio. Cuando Eren volteó a ver al mayor, sus ojos grises lo miraban quemándose de rabia.

—Te tardaste un puto mes. —Fue todo lo que explicó, tronándose los huesos de los dedos en un segundo, de una manera dominante y escalofriante— Y me vas a pagar esa tardanza ahora.

En ese momento, Eren tragó duro, todo el cuerpo le tembló y sus ojos se cristalizaron, con gran dolor, balbuceando el nombre del mayor e intentando articular una explicación…

Lo que ocurrió después, fue brutal.

Se oyeron golpes casi sanguinarios y feroces, uno seguido de otro, como por diez minutos. Y, en medio de los golpes, se escuchaba una voz intentando hilar palabras desesperadas y asfixiadas, heridas, al borde del llanto por tanto dolor:

—¡¿Tú crees que no te busqué?! ¡Ni siquiera podía dormir! ¡Nunca supe en qué prisión estabas! ¡Tuve que amenazar a Sasha para que visitara cada prisión del puto país hasta que me dijera en cuál estabas y robar los malditos planos!

No obstante, Levi lo alzó por los cabellos, Eren viéndolo con una expresión desmadejada y casi cercana a la muerte. Usaba un parche en uno de sus ojos, y el otro estaba abultado, formando una rendija púrpura que miraba al moreno con dolor.

Ante la explicación de Eren, Levi sólo dijo:

—Mientes… te dormiste… —Lo interrumpió, enfurecido, haciendo un puño con su mano dispuesto a seguir apuñalándolo hasta matarlo.

—¡Como si fuera capaz de eso! ¡De dormirme sin saber en dónde estás! —Respondió Eren, con fuerza y sufrimiento.

—Seguramente pensaste en abandonarme. Sólo te importas tú. —Arrastró las palabras el moreno, en una voz completamente oscurecida.

El castaño empezó a toser, escupiendo saliva combinada con gotas de sangre que brotaban de los cortes en sus labios y que también chorreaba de su nariz tan maltratada. Enseguida, su voz firme y desesperada resonó por la bodega:

—¡¿Abandonarte?! ¡Primero me mato antes de abandonarte! —Le gritó a Levi, viéndolo desde el suelo con una mirada ardiendo en convicción, su cuerpo ensangrentado y coloreándose de manchas azules y moradas— Lo sabes, Levi. No hay vida para mí sin ti. Pensé que… Pensé que te habían matado… —Murmulló, sus lágrimas resbalando por su rostro hinchado de tantos golpes. La mirada de Levi seguía fría.

—Ya cállate. Te acabo de decir que te voy a matar. Así que cierra la maldita boca. Ésta es la última vez que oigo tu puta voz. —Pronunció, temblando de rabia.

Sin embargo, tras esas palabras, Eren dejó de luchar y bajó humildemente la cabeza. Levi alzó una ceja:

—¿Qué? ¿Ni siquiera vas a hacer el patético intento por defenderte? —Refunfuñó el moreno.

Eren negó y habló lentamente:

—… Mi vida es posesión tuya. Te lo dije cuando nos casamos… y si quieres destruirla, yo no tengo voz para impedirlo. Es tuya, haz lo que se te antoje con ella. Te la entregué a ti porque te amo. Y si voy a morir por tu mano, voy a morir sonriendo… —Soltó, su voz completamente convencida y llena de adoración, para finalmente decir, viendo directamente hacia los ojos grises— Te amo, Levi.

Y, acto seguido, se incorporó con dificultad para besar dulcemente los puños del moreno frente a él, manchados con su propia sangre tan roja y espesa. La sangre de Eren resbalaba entre los dedos del azabache, entre sus uñas, concentrada en sus nudillos. Eren besó lentamente cada falange de ese hombre, acariciando su mano con sus labios amoratados.

Levi contestó, con una expresión impasible y ajena:

—Siempre buscas cómo manipularme, y lo llamas amor tan descaradamente… —Murmuró.

No obstante, Eren siguió frotando dulcemente su rostro contra la mano de Levi, como un perro muerto de ganas de cariño. Levi viéndolo con ojos distantes.

—Ven. —Gruñó el azabache, para luego tirar al castaño nuevamente por el pelo, para atraerlo hacia sus propios labios y besar los del mocoso, quien lo recibió hambriento y deseoso de él como un adicto de heroína sin meses de dosis. Los brazos adoloridos de Eren envolviendo el cuerpo de Levi, quien tembló un poco ante el dulce calor del chico. Los brazos del castaño habían sido su único hogar, su verdadero hogar en su loca vida...

—¿Por qué mierda sigues conmigo si me la paso golpeándote? —Le preguntó Levi, en voz baja, mientras Eren lo interrumpía para seguir bebiendo devotamente de sus labios. Poco después, acarició el rostro blanco del azabache y le dijo, entre besos a cada final de oración:

—Nadie comprende, Levi, lo locos que estamos en verdad. —Pausó y lo besó cortamente— Tú eres así. Me pegas si estás molesto y me gritas y me pateas —un beso más — y a veces me besas y me follas… —uno más— Y yo te conocí así, así me gustaste y me sigues gustando. Me gustas con toda tu locura…

Levi lo estrechó contra su cuerpo y sentenció, lentamente:

—Te tomaré aquí.

El menor asintió lentamente, suspirando al sentir los besos de Levi extendiéndose por su cuello, su pelo negro haciéndole cosquillas en la piel. Ese mes había sido una agonía. Nada en el mundo se podía comparar a estar con Levi, a estar entre sus piernas y en su boca, el azabache era su única cura en ese mundo demente…

Gimió quedamente mientras Levi abría su camisa, besando la piel que iba descubriendo, empezando por el abdomen y subiendo por ese cuerpo trigueño… Besándole las costillas y el pecho, deteniéndose a lamerlo y a dejar mordidas pequeñas y desordenadas en él, chupando su piel y acariciando los pezones tan sensibles, torturando a uno con su lengua y sus labios y al otro entre sus dedos. Eren deshaciéndose en suspiros.

—Te gusta esto ¿no? Mocoso enfermo. —Murmuró el azabache, casi con fastidio. Eren sintió que perdía la cabeza al oír aquella voz ligeramente grave e impasible junto con todo aquel concierto de sensaciones con las que bañaba su piel.

—Más que gustarme esto, me gustas tú… —Expresó Eren, idiotizado del placer— S-Sigue…

Levi lo interrumpió besándolo, chocando sus labios y a veces sus dientes, jugando con su lengua de manera erótica, mientras Eren se derretía ante el toque y los besos profundos del mayor. Un mes sin ese toque, cuando lo hicieron por dos años casi todos los días… Ya se habían aprendido el cuerpo del otro, cada lunar y cicatriz, pero amaban volver a descubrirlas… Era demasiado glorioso para ellos.

Sin embargo, Levi se detuvo de repente. Eren se removió inquieto, extrañando el contacto. La mirada de Levi concentrada, perdida en un punto en particular.

Los ojos grises estaban en esa luz roja intermitente en una esquina de la bodega vieja y arrumbada, parpadeando a un ritmo constante. Era una cámara… y esa bodega era un señuelo para los reos prófugos. Una luz que Eren no vio en ningún momento.

"Mierda…" Pensó el azabache, enfurecido, con su mirada grisácea clavada en aquella lucecita que aparecía y desaparecía casi burlándose. Levi se quedó muy quieto y muy frío.

—¿Levi? —Le habló, de pronto, mirando a su amante alerta con la vista perdida en una esquina, su expresión más seria de lo normal. Vio al moreno suspirar, pesadamente, levantándose para dirigirse a un muro en donde apoyó la espalda, sentándose en un rincón que era un punto ciego para la cámara, dejando a Eren tendido en el suelo a pocos metros.

—Ven. —Lo llamó, el castaño levantándose con prisa, viendo que el azabache le ordenaba con un gesto que se colocara sobre su regazo. Y, así, Eren se recostó totalmente confundido, y más aún cuando el mayor empezó a tocarle el pelo distraídamente.

—Quiero preguntarte algo. Y quiero escuchar la maldita verdad. —Eren asintió enérgicamente.

Se hizo un silencio hasta que, de pronto, se escuchó:

—¿Te alegró casarte conmigo?

El menor quedó muy extrañado al oír la pregunta, pero asintió y contestó:

—… Sí. Fue el mejor momento de mi vida, porque sabía que te pertenecería —sonrió el chico, acomodándose más cómodamente entre las piernas del mayor. Éste seguía ensimismado.

—¿No te hubiera gustado terminar tu tratamiento psiquiátrico y volver a la vida normal, sin haberme conocido?

Eren estaba muy confundido. Casi no reconocía a ese Levi, e incluso le asustaba ligeramente. No lo quería ver preocupado. Estaba bien si estaba enojado, colérico, fuera de sí. Estaba acostumbrado a que Levi destrozara todo a su alrededor, que le gritara, que lo golpeara, que lo arrastrara por el suelo llamándole "inútil". Pero no le gustaba verlo preocupado, triste. No sabía qué hacer en ese caso, amaba a ese hombre y quería destruir todas sus inseguridades y dejar sólo lo mejor en él.

Entonces, sintió la mano de Eren acariciar su cara, dedicándole una sonrisa algo torcida y rara, para luego oírlo decir suavemente:

—Yo no quiero una vida normal, quiero una vida contigo. Y no me arrepiento de nada porque mi vida empezó cuando te conocí. Yo nací el día que te conocí…

Y, como única respuesta, sólo tomó el rostro de Eren entre sus manos, dejándole un beso casto pero profundo. Ese mocoso lo había malacostumbrado, ahora tenía ese ridículo hábito de besarlo seguido…

—¿Recuerdas… cuando nos casamos? —Preguntó el moreno, casi murmurando.

Eren soltó una risita.

—Amarraste al padre a una silla y le dijiste que lo quemarías si no nos casaba. —Contó el castaño, entretenido.

—Debí quemarlo de verdad. —Escupió el moreno, amargo.

—El padre hizo su parte del trato, tenías que cumplir la tuya, Levi…

—Qué mierda. —Fue todo lo que dijo, ante la carcajada suave de Eren.

—Esa noche fue genial. Ha sido nuestra mejor noche. —Evocó el menor, sonriendo entre recuerdos.

—… Mierda. Asaltaste a una pareja de ancianos y les dijiste que era para pagarnos el hotel para tener sexo. —Explicó el azabache. Eren asintió.

—Sí. Al anciano le dio un infarto.

Levi esbozó una sonrisa torcida. —Ya no me acordaba de eso.

Eren siguió contando:

—Y después despertamos a todo el hotel y los huéspedes llamaron a la policía porque creyeron que estábamos matando a alguien en nuestro cuarto, pero sólo nos estábamos matando entre nosotros de placer. —Recordó el castaño y le confesó— ¿Lo ves? He sido feliz cada momento contigo. Tú completaste mi vida…

—Ya deja de decir idioteces.

—Te amo, Levi.

Ante esa confesión, el azabache sólo lo besó una vez más.

—Estoy… cansado, Eren.

El castaño lo miró con gran confusión con el único ojo que le quedaba. Sí, sólo tenía uno. El moreno acarició distraídamente el parche negro en la cara del menor, perdido en memorias.

—¿Recuerdas cuando me dijiste que te gustaban mis ojos? —Le preguntó el menor, aún recostado entre las piernas del moreno. Levi asintió— Cuando lo dijiste, yo… sólo quería hacerte feliz. Quería darte todo lo que pensaras que valía la pena. Todo lo que te gustara, quería ponerlo en tus manos.

Levi siguió, recordando la historia del ojo:

—… Llegaste en mi cumpleaños con un ojo metido en un frasco de vidrio, ¿no era el de la mayonesa?

Eren sonrió, ligeramente apenado:

—Quise hacerte un regalo que nadie más te haría en el mundo. Me esforcé mucho para sacármelo, pero por ti me sacaría los dos…

—Eren.

—Y dijiste: "¿Y yo para qué quiero un puto ojo en un frasco?" Y lo tiraste a la basura.

Levi acarició su rostro trigueño, y le dijo:

—… Luego lloraste con el único ojo de mierda que tenías.

Eren apretó la mano del mayor, la que tocaba dulcemente su cara y, besándola y acariciándola con sus labios, dijo:

—… Y luego, tú recogiste el frasco de la basura, lo pusiste en tu mesita de las cosas importantes, me dijiste "estúpido mocoso llorón" y me besaste. —Relató el menor.

Levi exclamó, molesto:

—Tienes una memoria de mierda todo el tiempo. ¿Cómo diablos recuerdas eso?

Eren suspiró, llenando de besos la mano blanca de Levi:

—Porque tú estabas ahí, y todo lo tuyo lo quiero recordar.

Levi bajó la cabeza a la altura del rostro de Eren, y se dieron otra serie de besos cortos, desde la posición sentada y recargada en la pared de Levi y el mocoso hecho bola en sus piernas.

—¿Por qué dices que estás cansado? —Quiso saber Eren, suavemente. Levi contestó, en voz baja pero ligeramente fría:

—Ya no es tan divertido estar loco. Cumpliré treinta y siete años. Ya hice todas las locuras que quería hacer en esta miserable vida. —Le contestó, para luego preguntarle— ¿Sabes qué es esta maldita bodega?

El menor negó.

—Tengo dos teorías: Una, ésta es una bodega de prueba, un señuelo para reos que escaparon.

Eren lo miró, sin entender.

—Eso quiere decir… que tiene sensores de movimiento y si nos quedamos aquí moriremos en cualquier momento porque explotará. Fue construida con el fin de engañar a los prófugos y auto-destruirse al final.

Eren parpadeó, asimilando lentamente la información.

—La otra teoría es que… ésta es una instalación falsa y vigilada por la policía. Entonces, en cuanto alguien nos vea por la cámara, pasará el reporte a la policía, esa puerta vieja se abrirá y entrarán a matarnos.

Eren se lo quedó viendo, en un silencio infinito, sin comprender qué quería que hiciera.

—… Quiero que te vayas, Eren. —Ordenó, firmemente.

Al escucharlo, el iris verde se humedeció y el agarre del menor se apretó en el pantalón de Levi.

—Levi…

—Vete, imbécil.

Pasaron unos minutos en silencio.

De pronto, Eren se levantó, dirigiéndose a la puerta con paso lento. Al ver esta acción, Levi suspiró, entre abatido y aliviado. Al menos el mocoso lo había escuchado… pero, para su sorpresa, Eren sólo había abierto la puerta de par en par, para después regresar a recostarse nuevamente en el regazo de Levi, tomando su brazo blanco y acomodándolo sobre su pecho como si fuera una sábana. El moreno lo miraba sin entender.

—Les abrí la puerta para que les sea más fácil entrar. Yo voy a morir contigo. —Decidió, en voz baja, acariciando dulcemente el brazo de Levi que lo cubría. Los ojos grises casi pasmados.

—¿Por qué carajo tienes que ser tan imbécil? —Le preguntó el moreno, enfadado. Eren respondió lentamente:

—No volveré a separarme de ti ni un segundo. Ya me abandonaste una vez para que la policía no me tocara, me alejaste de ti y eso no lo voy a permitir. Voy a seguir contigo, y está bien si me matan por eso. Estar contigo es una razón por la que vale la pena morir.

—Qué estúpido eres. —Soltó el moreno por aquella elección— Deberías salvar tu propio culo, tu vida.

—… No vale la pena salvarla si no estás ahí. ¿Irme de aquí y dejarte sabiendo que morirás en esta bodega? —Preguntó, irónicamente, apretando más el brazo de Levi contra su cuerpo— Olvídalo. Prefiero que me maten contigo.

Levi suspiró.

—¿Estás seguro de eso, mocoso?

—Muy seguro. Si la muerte me encuentra, que me encuentre contigo…


En toda la relación torcida y tormentosa que habían tenido, con tantos golpes, insultos, humillaciones, besos, folladas locas y bestiales, con los abrazos tan fuertes y sinceros del mocoso y la sonrisa discreta de Levi al sentir su calor cuando Eren no lo podía ver, sólo había una cosa que Eren no le podía perdonar a Levi.

La noche en la que lo abandonó.

La noche del arresto de Levi.

Esa noche había empezado muy diferente a como terminó. En el último mes antes del arresto, Levi había intentado enseñarle a Eren a usar dinamita y explosivos de gran escala, bombas capaces de destruir obras gigantes, municiones con un efecto de cientos de metros a la redonda. Quería que Eren activara correctamente el tiempo de detonación y las instalara en serie para que las bombas estallaran en un efecto dominó. El moreno dijo que eso era útil y que debía aprenderlo y, si no, lo botaría a la calle como un perro abandonado porque Levi no quería a un inútil a su lado. Eso fue exactamente lo que dijo.

Para Eren, usar explosivos fue bastante difícil. Y todo ese mes, Levi lo había golpeado tan fuerte que incluso había quedado cojo y medio ciego. Con cada día que Eren no aprendía, Levi se portaba peor con él y se desquitaba con una atrocidad que iba escalando cada vez más. Sin embargo, la noche del arresto, Levi decidió cambiar su método de enseñanza porque Eren temblaba tanto que incluso el control de detonación se le resbalaba de las manos por los nervios. Con tantas palizas acumuladas, su cuerpo sentía que lo iba a arruinar y, ante el error, Levi le soltaría otra lluvia de golpes. Mientras tanto, los ojos grises estaban fijos en sus acciones, en aquel castaño muerto de nervios y de ganas de hacerlo bien aunque no podía…

Entonces, vio que el azabache le arrebató el control del explosivo, colocándolo sobre la mesa para luego decirle secamente:

—… Me estoy cansando de golpearte, así que hagamos algo diferente. —Soltó el mayor, con voz fría y, viéndolo a los ojos, le ordenó— Agárrame.

—¿E-Eh?

—Que me agarres, imbécil.

Eren obedeció, lenta y torpemente, respirando con fuerza y temor, evitando mirar y esperando un golpe que nunca llegó.

—Ahora abrázame. —Musitó el azabache.

Lo hizo de inmediato. Amaba sentir el cuerpo menudo de Levi entre sus brazos. Adoraba tanto esa sensación que suspiró mientras lo apretaba fuertemente contra su pecho.

Y luego, el mayor le dijo:

—Ahora bésame…

Y Eren se lanzó a sus labios un segundo después, muerto de ganas, besándolo con todo el amor que sentía por él. Creyó haber sentido a Levi suspirar contra sus labios, pero no podría asegurarlo. El mayor raramente mostraba alguna emoción…

Cuando Eren se separó de su boca por un segundo, con sus manos encerrando la cintura del moreno con furia y celos, Eren lo oyó preguntar:

—¿Sabes qué sigue ahora? —Soltó Levi, el menor estremeciéndose por su aliento cálido en su propio oído, y por aquella sensualidad que brotaba tan puramente del azabache.

—… ¿Puedo… tomarte? —Preguntó el castaño, en voz baja e impaciente, urgido por hacerlo en ese instante.

Levi lo miró a los ojos y, sin tapujos, murmuró:

—… Cuando aprendas a poner los putos detonadores, te dejaré hacérmelo por una semana. Exacto: tú a mí. Y no te voy a golpear. Si quieres que follemos toda esa semana sin parar, lo haremos, y será como a ti te dé la gana. Te dejaré ponerme en la posición que tú quieras y será como tú quieras.

Eren sintió su pulso acelerarse de emoción y excitación. Parecía un sueño. Él podría tomar a Levi. Él podría saber lo que se sentía estar dentro de Levi. El mayor se lo estaba proponiendo… y, con el solo pensamiento, Eren empezó a calentarse demasiado.

—… Pero, hasta que no aprendas… —continuó el moreno, en voz baja y oscurecida—… ni un puto beso. Ni un abrazo. Ni un roce. Nada. Ni siquiera te dejaré verme. Si te descubro viéndome, te voy a dar una paliza tan fuerte que te sacaré tu maldita alma.

Eren se quedó blanco de miedo. No por la golpiza, estaba acostumbrado a ellas, pero por todo lo demás… ¿No podría abrazarlo, besarlo, tocarlo? ¿Existía esa clase de mundo infernal?

—M-Me voy a morir… —Soltó el chico, aterrado.

—Pues entonces aprende. —Ordenó el mayor, fríamente.

—Levi, es demasiado duro-

—Entonces te quedas sin sexo por estúpido. —Sentenció— Y baja la puta mirada ante mí. Que esto empieza hoy.

—¡¿Qué?! —Gritó el castaño— ¡¿Ni siquiera te puedo ver?!

—No puedes. —Y, acto seguido, Levi le cruzó un puñetazo tan fuerte al joven que lo mandó al suelo, limpiándose el hilo de sangre que brotaba dolorosamente de su nariz— Te dije que no me vieras. —Le recordó, amenazante.

—Levi, n-no puedo hacerlo… esto es demasiado difícil…

—Ya no quiero oírte. Estrena tu puto cerebro. No quiero inútiles a mi lado.

—Levi… —soltó, angustiado y desesperado.

—… Y báñate. Te ensuciaste demasiado esta vez y sabes que me da asco.

Eren asintió, sintiendo un dolor inmenso y desgarrador en su pecho que se comía todo lo que había dentro de él, pero no era por el golpe. Era porque había fallado.


Minutos después, el moreno entró a la cocina, sirviéndose un poco de vino tinto en una copa y bebiéndola en silencio mientras oía el ruido constante de la ducha. Quería que Eren aprendiera. Eso era demasiado útil… quería llevar al mocoso a todos lados y que él supiera exactamente qué hacer. No podía esperar el día en que Eren explotara lugares… sabía que el mocoso era capaz. No era tan estúpido como él siempre decía que era. Había estudiado medicina y cirugía antes de que se conocieran y la memoria de Eren era relativamente buena, era un experto en curar y en matar inmediatamente, pues sabía la ubicación exacta de los puntos y órganos vitales y cómo clavar cuchillos o disparar causando una muerte instantánea. Su puntería era muy destacable y era casi tan rápido asesinando como el mismo Levi. En realidad, Eren era tremendamente hábil… pero podía ser todavía más hábil.

De pronto, Levi dejó la copa en la mesa, casi impactado por algo. Toda esa tarde la calle había estado demasiado silenciosa. Era una avenida céntrica, por lo cual era común encontrarla ruidosa, caótica y congestionada de vehículos, nada que ver con la calle de ese día. Al notarlo, Levi se levantó del asiento con el cuerpo pesado. ¿Acaso habían bloqueado la maldita calle?

Enseguida, el mayor se asomó muy discreta y velozmente por la ventana, y miró algo que lo hizo maldecir a los mil infiernos. Curiosamente, el edificio de apartamentos en el que vivían también se encontraba desierto y callado. Entonces, cuidando el ruido de sus pasos, abrió un cajón en la cocina y sacó algo, para luego dirigirse a la sala y extraer otro objeto de la parte baja del sofá, en el hueco entre el sillón y el suelo. Levi estaba frío y muerto de rencor.

"… Maldita sea. Esos malditos nos sitiaron".

Al pensar esto, se oyó de inmediato el ruido metálico de sus armas cargadas. Esos policías estaban más locos que Levi si pensaban que él se entregaría tan fácilmente. El azabache mataría a todos los bastardos que se le acercaran, con el fin de defenderse. Bueno, a él mismo y a Eren.

Dirigió su oído hacia la puerta, intentando escuchar algo, pero no se oía nada. Esos oficiales no eran las mierdas que habían mandado en el pasado… eran buenos. Tan buenos que Levi se había tardado en notarlos.

"Si llegaran a arrestar a alguno de los dos… nos matarán. Deben traer la orden de ejecución para ambos. Mierda, también para él…".

Escuchó que el ruido de la ducha cesaba y esperó unos minutos, viendo la sombra de Eren entrar al cuarto. Se colocó las armas en el cinturón, en la espalda, para luego entrar a la habitación y ver al castaño ya vestido, con el pelo húmedo y goteante, con un intenso aroma a jabón. Como Levi más amaba verlo.

—¿Levi? ¿Qué-? —Comenzó el menor, pero sólo vio que el azabache se dirigía al armario y entraba en él, haciéndole una seña a Eren para que se acercara. Confundido, el chico lo siguió y se extrañó cuando Levi cerró la puerta tras ellos, buscando algo entre los bolsillos de los abrigos, en silencio— ¿Qué pasa? —Le preguntó a la espalda del mayor, quien parecía estar ocupado y concentrado en algo. Había sacado de un abrigo algo que no pudo ver, las cosas haciendo algunos ruidos que Eren no entendía.

—Quédate quieto y no veas.

—¿Eh? Pero ¿por qué?

—No preguntes y obedece. Es una jodida orden. —Sentenció Levi, con voz helada y fuerte.

Eren tembló antes de contestar:

—No… No te ves bien. Dime qué está pasando. —Le pidió, algo débil y nervioso, casi asustado. Oyó a Levi soltar un "tch" enfadado y, después, sintió cómo él lo tomaba por un brazo sin avisar, acercándolo de forma impulsiva a sus labios y robándoselos en un beso profundo que sorprendió al menor, un beso que había temblado al principio.

Al sentir aquel temblor, el castaño intentó zafarse. La manera en la que Levi lo besaba le gritaba que algo no estaba bien. Sin embargo, el mayor lo apoyó contra una de las paredes del cuarto de armario y lo besó; eran los besos más dulces que Eren jamás había sentido del mayor, que acabaron por idiotizarlo. Sus labios se unían con los de Levi de forma tibia, suave y ligeramente ruidosa, los movimientos apacibles y delicados. El azabache chupaba su labio inferior, dedicándole más atención como era costumbre, antes de subir a besar y lamer el superior. La respiración de Eren se volvió pesada, caliente… los besos de Levi lo tenían en una nube de placer dulce pero intenso… donde nunca se había sentido. Levi lo estaba besando ¿con amor? ¿Eso era amor?

Al pensarlo, intentó estrechar el cuerpo del azabache y se paralizó al sentir un material frío en su espalda.

Era un arma.

No, eran dos armas…

El corazón de Eren casi se paró. Lo primero que pensó fue que lo mataría. ¿Estaba tan enojado que lo mataría por no saber programar los explosivos? ¿Eso era?

Pero, no tenía sentido… los labios de Levi le decían todo lo contrario. Sus besos le gritaban otra cosa…

—Qué… ¿Qué pasa? —Preguntó Eren, su voz casi temblando de miedo y nervios y se quedó frío al ver una jeringa preparada en la mano del azabache— Ése… ése es mi medicamento. —Soltó, incrédulo. —¡¿Por qué lo tienes?! Dijiste que lo habías tirado… —Dijo, tenso y desesperado, sin entender nada.

—Tenía que tener algo guardado por si perdías la cabeza e intentabas matarme.

—¡Pero ahora estoy tranquilo! ¡¿Por qué quieres hacerlo?!

Sin embargo, en lugar de escuchar la respuesta, Eren sólo sintió una aguja clavándose con fuerza en la carne de su brazo, en un piquete profundo, certero y doloroso en sus venas. Mientras el castaño se debilitaba, sintió a Levi pasarle un brazo por la cintura para sostenerlo, empujando el émbolo para aplicarle el resto de la solución. Las piernas de Eren empezaron a temblar y su cuerpo se sacudió buscando colapsarse, pero Levi nunca lo soltó. Eren empezó a perder la visión.

—L-Levi… ¿por qué… ha-haces…?

—No se te ocurra morirte, imbécil. —Le advirtió, enfadado.

—¿De… q-qué… hablas…?

—… Siempre me tuviste loco. Felicidades, idiota —murmuró en su oído.

—¿E-Eh? —Soltó, muy quedito, su voz apagándose cada vez más.

Entonces, la imagen de Levi y del armario desaparecieron tras la inconsciencia, y el cuerpo de Eren finalmente se desmayó entre unos brazos blancos que lo apretaban con fuerza, más fuerte que nunca antes. Adorándolo, protegiéndolo.

Lo dejó en una esquina, cubierto por algunas mudas de ropa hasta formar un bulto en un rincón del armario. Luego, suspiró con pesadez, viendo la pequeña montaña de prendas encima del mocoso, antes de cerrar la puerta tras él.

Entonces, escuchó un ruido fugaz en la entrada. A pesar de ser un sonido tan débil, casi imperceptible, para Levi era bastante claro. Era tan claro para él que todos sus sentidos se dirigieron a la puerta principal del apartamento, la cual observó sin moverse. Levi era un hombre que sólo sabía luchar, la clase de hombre que moría de pie

Dos minutos después, la puerta se abrió con un estruendo y Levi miró claramente a casi diez armas apuntándolo. Un rubio de cejas ridículas enfrente de él, viéndolo con un aire de seguridad y fuerza que no intimidó a Levi. El comandante de las ratas…

—Buenas noches, Levi. Disculpa que irrumpamos en tu apartamento de esta forma tan hostil y poco cortés. —Habló el rubio, con voz potente.

El moreno no contestó, sólo le dedicó unos ojos secos y vacíos de emoción a Erwin. Detrás de él, Nile estaba enfurecido, sosteniendo su arma temblando con rencor.

—Te lo dije, Erwin. Cuando lo atrapamos por primera vez por todos esos crímenes, te dije que no perdieras el tiempo y lo mandaras matar —siseó, iracundo, sin dejar de apuntar el cuerpo menudo de Levi y vigilarlo por la mirilla de su pistola—, pero no, tú lo mandaste a ese loquero. Nos hubiéramos ahorrado tanto dolor si en ese momento se hubiera muerto.

Smith lo escuchó perfectamente pero no respondió. Trabajaba con Nile, pero no era su compañero más agradable.

—¿Cómo estuvo el psiquiátrico? —Le preguntó el rubio, tres años después de verse en el primer arresto.

El moreno chasqueó la lengua.

—Estuvo fantástico. Muy recomendable, está de puta madre. —Contestó el moreno, de manera oscura y sarcástica— Los otros locos me preguntaron cuándo llegabas. Tú también eres un puto chiflado, sólo que tú tienes una brillante placa de mierda y yo no.

Erwin sonrió, sin ofenderse en lo absoluto, o disimulándolo bastante bien. Levi lo veía serio, distante, desapegado.

—Tenemos una orden de aprehensión. —Le informó el comandante.

—Interesante.

—Estamos hablando en serio.

—Yo también.

—¡Mierda, ¿qué estás esperando?! ¡Mátalo! —Le gritó Nile a Erwin, pero éste seguía con su duelo visual con el azabache. Una mirada azul contra una color gris frío y tempestuoso.

—Podemos evitar tanta violencia si sólo te entregas. —Sentenció Smith.

Al oírlo, un brillo de interés corrió por los ojos de Levi.

—No sé si alguna vez te ha funcionado decir esa mierda. —Soltó el más bajo, con veneno.

—… Tengo esperanzas de que funcione algún día. —Confesó Erwin, con un tono amable. Levi lo miró con fastidio.

—… Yo también tengo esperanzas de que algún día dejes de ser un imbécil. Tú y tu bola de descerebrados con uniforme.

Las armas hicieron un ruido metálico que denotaba mayor decisión, apuntándose con mayor firmeza y odio. Pero aquello no hizo temblar a Levi.

—Se acabó la conversación. —Informó Erwin, volviéndose tenebrosamente serio— Síguenos o tendremos que destruir tu apartamento.

Levi viró los ojos, hastiado.

—Te voy a contestar muy corto para que tu estúpida cabeza lo entienda —siseó el moreno—: Aquí tienes mi puta respuesta.

En menos de un segundo, sacó sus armas y les corrió el seguro a las dos, empuñándolas con decisión. Los hombres sudaron frío y se paralizaron, excepto Erwin, quien ya lo veía venir y miró esto como si fuera parte del espectáculo cuando se trataba de arrestar a Levi.

El próximo minuto fue infernal y sangriento.

En ese minuto, se oyó un concierto de balazos por el vecindario. Al acabar ese tiempo, había siete hombres desangrándose en el suelo, fríos y muertos. Nile estaba gravemente herido, gritando de dolor por el infierno que era ahora su abdomen perforado. Mientras tanto, Levi temblaba de furia, de rodillas en el suelo, agonizando en silencio. Tenía una herida profunda en el cráneo por el culatazo brutal de una pistola: Su sangre resbalaba entre sus hebras azabaches, su mirada gris casi rompiéndose de dolor estaba clavada fuerte y descaradamente en la de Erwin, como una criatura herida y orgullosa; viendo directamente a aquel rubio parado frente a él como un gigante al lado de Mike, quien empuñaba la pistola manchada con la sangre de Levi.

Aquel accidente había ocurrido así: Mientras Levi intentaba esquivar las balas y dispararle a lo que tenía enfrente, después de matar a los siete hombres, Mike había aparecido tras él como una sombra, cruzándole aquel golpe atroz y sanguinario con la culata dura y fría de su pistola… golpeándolo de una manera tan fuerte e inesperada que, en cuanto Levi sintió el culatazo, había visto negro antes de desplomarse de rodillas en el suelo, sintiendo la abertura en su cráneo y cómo el dolor le destrozaba la razón. Jamás en su vida había sentido tanto dolor, era como si lo partiera vivo.

Pero, aun con esa herida, el moreno miraba fija y desvergonzadamente hacia los ojos azules de Erwin, de pie frente al cuerpo arrodillado de Levi, orgulloso y fuerte como el comandante invencible que era.

En ese momento, Levi pensó que estaba jodido y que ese resultado era una mierda. Ya ni siquiera podía ver bien por el dolor… su cuerpo adormeciéndose, buscando desmayarse o morirse para escapar de aquella agonía. Levi sintió que el cuerpo no le respondía y sus armas se resbalaron de sus manos, incapaz de sostenerlas más.

Cuando Erwin se acercó a él para esposarlo, Levi soltó en una voz dificultosa y oscurecida de dolor, casi cercana a la muerte:

—… Mierda… quiero que… oigas algo.

El rubio lo contempló, sorprendido, quedándose quieto frente a él.

—Te escucho.

Levi tragó saliva. Casi no podía mantener el conocimiento, pero tenía que decirlo.

—Yo drogaba a Eren para que matara. Lo tuve encerrado por… dos años. Lo golpeaba y lo maltrataba todos los días. Cuando lo saqué del psiquiátrico con mentiras y lo capturé, le prometí al estúpido que lo liberaría si mataba a doscientas personas, que ése era… el precio de su maldita libertad. Pero lo drogaba también. Él sólo me veía a mí, todos los días, y maté a su familia y a sus amistades para hacerlo sentir inútil e indefenso y que… dependiera sólo de mí. Me gustaba y quería tenerlo… y fue la única manera que se me ocurrió.

Sin embargo, se escuchó otra voz molesta en el apartamento:

—No le creas, Erwin. Sabes lo bueno que es para manipular. —Le dijo Mike, enfadada pero discretamente, con su voz grave y potente.

—Espera, Mike. —Pidió el rubio, con paciencia. Levi parpadeó con dificultad, sintiendo cómo el dolor le envenenaba el juicio y la consciencia, pero siguió hablando:

—Hace un mes… el imbécil dijo que se enamoró de mí. Conseguí lo que quería. —Soltó, con una voz débil pero infinitamente perversa— El puto síndrome de los secuestrados, tú sabes. Después, ya no se quiso ir. Realmente… hice de su vida una mierda. Pero yo lo quería y no me arrepiento de nada de lo que hice… siempre lo mantengo en el clóset porque… para mí él es un puto trapo sucio… que debe estar entre la ropa sucia…

La mirada de Erwin se encogió. Hanji le había contado que Eren había sido su paciente en el psiquiátrico y su alumno en la facultad de psiquiatría, pero había llevado una vida traumática. ¿Valía la pena creer lo que le decía Levi?

Sin embargo, antes de que éste perdiera el conocimiento, el azabache escuchó la voz de Smith sentenciar claramente:

—Antes de efectuar la orden de aprehensión para Eren, vamos a investigar a fondo. Por mientras, sólo será vigilado.

Tras esas palabras, el cuerpo del moreno colapsó en el suelo.


"Estoy seguro de esto. Si la muerte me encuentra, que me encuentre contigo…"

Eso le había dicho Eren, recostado en su regazo, en aquella bodega después de explotar la prisión. Miró las manos del menor, cubiertas de tantas quemaduras. El mocoso había practicado la detonación tantas veces, quemándose algunas capas de piel, hasta que lo logró. Levi había intentado enseñarle mediante miles de golpes, incluso privándolo de su toque y de sexo, pero aparentemente la solución había sido que arrestaran a Levi para que finalmente el mocoso aprendiera a estallar bombas como Dios mandaba. Lo aprendió por necesidad, por desesperación. En silencio, Levi lo besó por aquel triunfo, asombrando a Eren pero aceptando el contacto con gran emoción.

—No hiciste mal la explosión. —Reconoció el azabache, de repente. Eren sonrió levemente.

—Quería sacarte. Era lo único que me importaba. —Le contestó el joven, convencido, viéndolo con adoración. Pero luego, los ojos verdes se abrieron impactados— S-Se escucha un ruido… —musitó el castaño, algo inquieto, pero como única respuesta sólo sintió los labios de Levi acariciando los suyos. En ese momento, Eren dejó su posición recostada sobre Levi para sentarse en el suelo, abrazando el cuerpo del moreno y apoyándolo contra la pared, entre besos.

Eren estaba cubriéndolo con su propio cuerpo…

Entonces, en menos de un minuto se escuchó un estruendo, balas gritando por el aire y, ante una imagen en particular, Levi se quedó frío. Pasmado. Sin respiración. Sus ojos grises clavados en los verdes benditos de Eren, mirando cómo perdían el brillo en pocos segundos mientras los balazos seguían retumbando por la bodega. Eren se había interpuesto entre los hombres y el moreno para darle unos segundos más de vida a Levi, dispuesto a usar su último esfuerzo para protegerlo…

Por primera vez en su vida, los ojos grises ardieron y se humedecieron inevitablemente, ante la imagen de Eren entre sus brazos, muerto… y una lágrima resbaló furiosa por su rostro blanco.

—¡Eren…!

Ni siquiera sintió el dolor que inundaba su pecho. No supo por qué. En realidad, las mismas balas que habían perforado el cuerpo de Eren, lo habían atravesado a él…

Sin embargo, no lo notó. Después de ver a Eren morir, no sintió nada.

Sus ojos grises empezaron a nublarse y oscurecerse. Levi había vivido veinte segundos más que Eren. Y, como su último esfuerzo, sus brazos se enredaron en el cuerpo del mocoso para aferrarse a él.

—Nos vemos en… el cielo, o… en el infierno… —Fue lo último que susurró, una segunda lágrima brotando al verlo fallecido en sus brazos. Y, cinco segundos después, él se unió a su destino: La muerte envolviéndolos a ambos con la misma cobija, abrazados como los locos que se habían amado.


Fin.

Notas: Se aceptan denuncias y quejas por asesinato amoroso.

No sé si alguien terminó esta historia, pero bueno. Muchas gracias a quien leyó, no sé si a alguien le agradó porque sí es muy raro.

Perdonen el nivel de crueldad y agradezco infinitamente a quien sigue o siguió alguna vez este fic. Si tú lo sigues o seguiste, gracias ¡y eres bello! D: En el capítulo anterior (el cual recorté, aunque las ideas son las mismas) me sentí muy agradecida y feliz de leer sus comentarios, por eso hoy decidí encerrarme (jeje en serio xD) a terminar el fic debido al cariño y respeto por los lectores. Tal vez ahora piensen "pero nicot ¡¿qué clase de respeto es éste?!" pero ¡hice lo que pude, mis nubecitas del cielo! :c (le pegan por ridícula). Bueno, una disculpa si la actualización final les ofendió. Muchas gracias por sus reviews que me animaron tanto, ya los he respondido por PM o por chat, como intento hacer.

Pero, antes de despedir el fic, dejo una explicación a la violencia extrema y el "amor" extraño entre estos dos.

¿Por qué Eren sigue a Levi como un perro si lo maltrata tanto?

(Respuesta) Los trastornos de Eren y Levi son éstos: Eren tiene una fuerte co-dependencia y desconexiones de la realidad con arranques de ira (a veces) y, si es abandonado por la persona que sigue o ama, es abatido por una depresión extrema. En realidad, Eren es "adicto" a una persona debido a su trastorno, y su misma locura no lo ayuda a distinguir que lo que hace Levi está mal o no es normal o sano, porque ni Eren mismo lo es. Sobre Levi, él es un sociópata (mentiroso, manipulador y, según la literatura, incapaz de sentir empatía o imaginarse en el lugar del otro) con rasgos esquizoides (solitario por su trastorno, con una apatía social) y, aunque Eren está más loco que él, Levi es mucho más cruel. Siento que en este fic, con esos Eren y Levi tan peligrosos (buscados por la policía, que mataban por ahí, fugados del psiquiátrico que no tomaban medicamento), no hubiera podido darle una continuación distinta al fic y a la vez mantener la esencia de locura extrema que es, al fin y al cabo, el tema del fic. El tema no es su recuperación, sino cómo Eren y Levi se desenvuelven "en sociedad". Pensé que, al combinar los trastornos algo contrastantes de ellos dos, la mezcla resultante sería algo muy oscuro e incluso aterrador, un "amor" que se sale de los parámetros de lo normal y el juicio común. Y tal vez un poquito romántico, pero torcido.

Última aclaración: Todo (o el 98%) de lo que le dice Levi a Erwin es mentira (cuando le explica lo de las 200 personas y que tenía 'secuestrado' a Eren). Tampoco lo maltrataba o golpeaba todos los días. De hecho, creo que sólo fue por dos razones (por las bombas y cuando se tardó en rescatar a Levi). Para él, los golpes eran el método de enseñanza. Era sociópata, pero no sádico, que golpeara sólo por placer.

Bueno, un beso hermoso para todos. Si tienen algún comentario, duda o denuncia en los Derechos Humanos, pueden hacérmelo saber.

Un abrazo y muchas gracias por leer.