PREFACIO


Bella se sentó en la barra de aquel bar y se encogió sobre sí misma, sintiéndose terriblemente pequeña. No sabía por qué había tomado aquella decisión tan estúpida pero el caso era que allí estaba, en la esquina más alejada, tratando de resguardarse de las miradas de los demás. Sobre la misma barra bailaban un par de tipos con unos calzoncillos de cuero ridículamente pequeños, que no dejaban nada a la imaginación. Ninguno de ellos tenía vello allá donde le llegaba a la vista, cosa que le hizo pensar si estarían completamente depilados. Se sonrojó y bajó la mirada al suelo. Su Coca cola estaba intacta sobre la mesa, con el hielo y el limón. Odiaba el limón, pero no tuvo el valor de rechazarlo cuando se lo ofrecieron. Avergonzada; la vergüenza la llevaba a hacer cosas tontas.

Debía de irse de allí y hacer como si aquella noche no hubiera ocurrido nunca: correr un tupido velo y olvidarla. Se deslizó fuera del taburete y, poco después, retiró parte de su cabello caoba del rostro; le sudaban las manos. Con nerviosismo tomó el bolso con la intención de salir de aquel oscuro antro. Un chico chocó contra ella y su bandeja cayó al suelo con un estruendo. Los vasos se rompieron, la bebida inundó los azulejos y Bella, de nuevo, se sintió estúpida. No, aquello no era para ella. Quizá si lo fuera si tuviera más valor, menos miedo.

—Lo siento —articuló en un hilo apenas audible por la música de fondo.

El chico se inclinó, ofuscado, y se puso a recoger el estropicio. Tenía el cabello castaño, algo largo, y la piel dorada. Parecía suave, demasiado delicada como para llevar puestos aquellos vergonzosos calzoncillos. Aquel chico nació para llevar prendas delicadas y elegantes, pensó Bella. Y poco después se recriminó por evaluarlo de aquel modo, como si una parte de ella le gritara que no tenía el derecho de hacerlo.

—No pasa nada —musitó el chico. Instantes después se incorporó con los cristales sobre la bandeja. Otro de sus compañeros de trabajo acudió con un mocho y se puso a fregar lo restante. —¿Has venido en busca de compañía?

Bella no supo qué contestar. Sus miradas se entrelazaron y se encontró con los ojos más verdes del mundo. Eran un bosque, una selva, y la intimidaban mucho. El conjunto de su cara parecía haber sido creado para hacerla sentir poco agraciada e insignificante. De nuevo, se encogió sobre sí misma y miró hacia el suelo. No, no estaba para nada preparada para aquello; sobre todo si le hablaba un tipo así. El desconocido, ante su silencio, encaró una de sus cejas marrón claro y sus pecaminosos labios rosa oscuro se curvaron hacia arriba, en una maliciosa sonrisa.

—¿Eres nueva?, ¿no tienes experiencia en estos sitios? —inquirió con picardía.

—Creo que este sitio no es para mí —contestó Bella con simpleza, antes de apretar con fuerza su bolso contra el costado, como si le sirviera de escudo y le quitara parte del pánico. El desconocido tenía su pecho, lampiño como el resto de trabajadores del local, bastante trabajado; aquel cuerpo parecía el del modelo de una revista. Demasiado guapo y con un trabajo demasiado comprometido, también.

—Si te sientes un poco intimidada por todo esto podemos hablar para que cojas algo de confianza y luego, si te apetece, vamos a tu casa. Sin compromisos.

Bella quiso decirle que no pero, de igual forma que con el limón de la Coca cola, cuando tenía vergüenza le era imposible rechazar las cosas porque, a fin de cuentas, implicaba poseer una fuerza de voluntad de la que ella carecía.


Cosas a tener en cuenta:

1) Actualizaré una vez por semana. Tengo varios capítulos escritos ya por si las moscas.

2) La extensión de los capítulos será bastante larga; entre ocho o diez páginas de Word.

3) Si me dejáis un review en cuanto lo vea subo el capítulo uno.

¡Nos leemos!