Si dijera que este fic es algo pensado varias veces, les mentiría. A decir verdad, lo escribí por escuchar una canción, lo revisé algunas veces, haciendo ligeros cambios, y helo aquí. Lean teniendo en cuenta eso, de que no es algo muy planificado ergo no muy bien pensado ergo del ergo desprolijo y demás xD.
Dicho eso, espero que a pesar de todo disfruten. La palabra que me tocó fue "promesa", espero que aplique este fic a esa palabra (yo creo que sí)
Disclaimer: ustedes lo conocen, yo lo conozco, todos lo conocemos. ATLA no me pertenece, ni sus personajes. La historia siguiente sí.
Este fic participa en el Reto Drabble "¡Dame mi palabra!" del Foro ¡El Cometa de Sozin!
Palabras: 408
Opio de lágrimas.
Habían pasado muchos años ya, más de los que quería contar. Más de los que podría contar. Había perdido, después de tanto tiempo. Había hecho lo que siempre había evitado. Había faltado a su palabra hacia la única persona a la que tendría que ser fiel. Ella misma.
Sentada, en el frío piso de su celda, con sus manos hechas puños, sentía cómo por su rostro caían todas las puñaladas a su promesa. Una atrás de otra. Sin control. Cuchilladas líquidas, saladas, transparentes.
Clavó sus uñas en sus palmas, lastimándose hasta que saliera sangre de ellas. Cada vez más carmesí, tiñendo todas las líneas de sus manos. Sentía cómo su carne se desgarraba, poco a poco. Ese vacío no se iba. Esa nostalgia, esa añoranza. Era agridulce sentirse así. Era amargo pensar que no quería. Era doloroso lo que sufría.
Y, contra todos sus instintos, el mismo pensamiento le daba vueltas en la cabeza. Ese mismo pensamiento que la hacía sentirse tan culpable, que la hacía odiarse a sí misma, que la hacía lastimarse con tal de no escuchar las voces de su mente.
Había perdido la batalla contra ella misma, y su madre lo sabía. No quería que su madre lo supiera, detestaba la idea de ello, y, a pesar de todo, quería abrazarla. A pesar de que sabía que se quemaría, de que sabía que se ahogaría al principio. Sabía que costaría orgullo en llegar. Y, aunque se lo negaba constantemente, sabía que habría una recompensa.
Las lágrimas ya caían sin control, mezclándose con la sangre de sus manos al caer. Su ropa, en algún momento blanca, ahora era una sombra de ese color. No podría, ya había perdido otra vez. No solo su batalla hacia ella misma, también la batalla contra su madre.
―Te odio ―dijo, apenas audible, como el suspiro antes de morir―. Me odio.
Y se dejó caer de bruces. Sin más, sintiéndose mareada por su propio llanto, asfixiada por su propio anhelo. Había jurado odiar a su madre, y no lo había conseguido. Había considerado en volver con ella, pero ya no podía. No había por qué seguir respirando, mirando, viviendo. No tenía por qué tener voluntad, por qué respirar. Había perdido lo más valioso, la posibilidad.
Había perdido todo, menos la capacidad de sufrir. Que esperaba se le fuera. Había perdido la zona de promesas, ese lugar tan mágico. Había perdido su identidad.
Había perdido a su madre.
Muchas gracias por leer :D y si encuentran un error de ortografía, háganme saber por favor n.n
¡Saludos!