Disclaimer: Ninguno de los personajes de Dragon Ball me pertenecen.

Esta historia esta dedicada a Ahsril


"¿En quién confías?

¿Cómo lo sabes?

¿Por cómo lucen o por lo que dicen?

¿Por lo qué hacen?

¿Cómo?

Todos tenemos secretos.

Todos nos decimos mentiras, sólo para guardarlas, unos de otros y de nosotros mismos. Pero a veces, algo puede suceder que no te deja otra opción…más que revelarlas.

Para que el mundo vea quien eres realmente…Tu yo secreto.

Pero principalmente, nos decimos mentiras. Ocultamos nuestros secretos unos de otros, de nosotros mismos.

Y la forma más fácil de hacerlo es no saber siquiera que lo haces.

Así que cuando lo piensas de esa manera…es una maravilla que podamos confiar en alguien en lo absoluto"

THE HONOURABLE WOMAN


Capítulo 1

Precario Equilibrio


Los pies empezaban a picarle en señal de adormecimiento, de la cadera hacia abajo sus articulaciones dolían y hacían presión más de la cuenta. Su postura era recta, la espalda totalmente erguida. La posición despreocupada de hace unos momentos quedaba atrás, así como la atención hacia su interlocutor. En su mente únicamente estaba él. Era como si sus pensamientos la obligaran a centrar sus sentidos en aquello que más quería mantener a raya, al menos por un instante. Pero no, era imposible relajarse o abstraerse de su realidad.

Cada vez se aseguraba más que era por mera costumbre el concentrarse en su señor, en sus planes, en lo que hacía o lo que dejaba de hacer. No obstante, ese interés en él radicaba más en las dudas sobre el por qué seguía a su lado, y si la lealtad que le tenía empezaba a llegar a un punto de flaqueza.

Para él la ambición y la ansiedad de poder eran su fuente máxima de motivación. Lo que lo impulsaba a vivir, aquello que dominaba su mente día tras día. Lo sabía bien, lo sabía mejor que nadie. Ni siquiera su compañero canino humanoide veía con tanta claridad la mentalidad obsesiva del señor Pilaf. Durante años el objetivo había sido el mismo, conquistar el mundo, reinarlo y dominarlo a pleno antojo, y haciendo uso de un discurso increíblemente persuasivo Mai se había convencido a sí misma que aquel deseo de su señor lo valía todo, inclusive su propia libertad.

Sin titubeos e independientemente de alguno que otro reproche, por más de treinta años se había dedicado a seguir a aquel hombrecillo azul con una fidelidad admirable. Cada uno de sus planes por más brillantes o estúpidos que le parecieran, eran seguidos al pie de la letra, una y otra vez.

Sin embargo, después de más de tres décadas de insistir en lo mismo, su señor todavía estaba bastante lejos de cumplir con su conquista. Ni siquiera con la ayuda del mágico dragón Shen Long lograban conseguir aquello que más anhelaban. Y para completar, ella sentía día tras día que sus intereses y aspiraciones empezaban a cambiar. Distraída escuchó como su nombre resonaba insistentemente…

—¡Mai! ¡Mai...! ¡Mai!¿Qué te pasa?¿me estas escuchando? —. cuestionó el chico de ojos azules mirándola preocupado, sin duda había notado su cambio de actitud.

—¡No! ¡No lo hago niño!– le respondió molesta volviendo de entre sus propios pensamientos, no era su intención ser grosera con él.— Escucha, ya es tarde… me demorare al menos cuatro horas en llegar a casa en aquella moto vieja que tengo, es mejor que me vaya.

—¡¿Pero qué dices?! ¡Si yo te puedo llevar volando en tan solo media hora!, además fuiste tú la que no quiso aceptar la última moto que diseñó la Corporación Cápsula y que te di como regalo el verano pasado— exclamó el joven con exasperación.

—¡Ya sabes que yo no recibo tus caridades! ¡No las necesito! Y en cuanto a lo del vuelo… ¿por qué no me enseñas? Te lo he pedido más de una vez, no me gusta depender de ti, ¡yo no dependo de nadie!—Como le gustaba la sensación del viento en la cara, aún recordaba la primera vez que el chico la cargó en sus brazos y juntos se elevaron en el aire, la angustia inicial por la altura, la adrenalina al sentirse tan expuesta, nada le gustaría más que poder volar por ella misma.

—Ya te he dicho tienes que entrenar si quieres aprender a volar.—le recordó Trunks con calma—Y no me digas que no dependes de nadie, ¿qué hay del sujeto azul entonces?– viendo la expresión aún más molesta de ella con el comentario, se acercó sutilmente con aquella mirada galante que el sabía la ponía nerviosa.— Mai no te vayas, llevamos más de un mes sin vernos.

—¿Y qué?– cuestionó ella dándole la espalda y recostando los codos en la baranda del balcón intentando lucir relajada.— Los amigos no tienen porque estarse viendo a cada momento ni a cada hora. Además siempre me estas escribiendo y mandando mensajes, ¿cuál es la necesidad de vernos todo el tiempo?

Tomándola del hombro la volteó suavemente insistiendo en que lo mirara a los ojos, su expresión estaba seria y llena de determinación.— Ya no tenemos nueve años Mai, y tú sabes bien que yo te quiero más que como a una amiga.

Pero él no lo sabía, aún después de seis años de amistad en la que Trunks le insistía en que fueran novios y ella le decía que sí y que no entre juegos infantiles, las cosas para Mai no eran tan sencillas. Se había percatado que él si bien ya no era un niño… tampoco era un hombre. Veía como a sus quince años empezaban a acelerarse por su cuerpo aquellas hormonas propias de la pubertad incitándolo a probar cosas nuevas, haciéndole desear de una forma en que no había deseado jamás. Ella lo sabía porque sentía lo mismo que él…y por él.

La juventud concedida por las esferas del dragón seguía siendo un arma de doble filo. Al principio tuvo que acostumbrarse nuevamente a la vulnerabilidad de ser una niña. Sentirse mucho más sensible e indefensa, lloriqueando por estupideces, alegrándose por bobadas y sin posibilidad alguna de conseguir un trabajo que le representara dinero para el señor Pilaf. Ahora la pubertad era mucha más incomoda, tener que experimentar nuevamente cambios en su anatomía y el sufrir estados de ánimo inclusive más confusos que los de la niñez; eran un sin fin de emociones que ya no estaba acostumbrada a experimentar.

¡Detestaba todo eso! Ella era una mujer de más de cuarenta años. Una mujer que aun cuando se había negado a vivir ciertas experiencias socialmente esperadas para alguien de su edad como casarse, tener hijos o formar un hogar, seguía teniendo el peso de cada año vivido. Y para ella no estaba bien siquiera pensar en la idea de estar con Trunks. Sería como aprovecharse de su inocencia. Él no tenía idea de quien era ella en realidad, que había hecho o lo que había vivido. No lo sabría jamás, Mai se había encargado de enterrar su realidad, él nunca se enteraría de que había compartido su niñez al lado de una adulta con apariencia de niña.

Además las insistencias de Trunks no eran más que pasajeras, no era tan ilusa, sabia bien quien era él a los ojos de los demás. Heredero de la Corporación Cápsula, la empresa más lucrativa en el planeta. Con un CI altísimo, fuerte como pocos, y cada día más y más apuesto. No era sorpresa como las mujeres empezaban a notarlo en la calle, las miradas y comentarios de las "amigas" que él y Goten hacían todo el tiempo en Paoz o la Capital del Oeste. Para completar, tenía la seguridad que aquello que él decía sentir por ella no era más que un capricho, Trunks estaba acostumbrado a tenerlo todo y el hecho de que ella se le negara no era más que un desafió para él, podía ver su inmadurez con claridad.

Con el tiempo entendería que lo único que ella podía ofrecerle era su amistad nada más, y tendría que conformarse con ello. Porque algo si tenía claro, Trunks ya hacia parte de su vida, y para bien o para mal, no quería perderlo. Hacia años que no sentía la compañía de alguien que no fuese su amo Pilaf o Shu. Hacía años que no sentía la seguridad y el cariño que él le brindaba, y en definitiva no quería perder la relación de amistad que compartían.

—No insistas Trunks, no tiene caso– contestó insegura y se soltó de su agarre–. No hablemos de esto ahora, mas bien cuéntame cómo tú y Goten terminaron castigados esta vez, me imagino que la peor parte se la llevó el pobre, con lo exagerada que es su madre… cuando termines de contarme dejare que me lleves a mi casa, ¿te parece?— le ánimo esbozando una sonrisa.

—De acuerdo, vamos adentro – expresó Trunks resignado mientras la tomaba por la cintura y la llevaba a la pequeña sala en su habitación.

Mientras ella se sentaba en el sofá, el de pelo lavanda sacó unos refrescos de la neverita debajo de su enorme buró. Cerró lo ojos tan solo un par de segundos, y sin querer insistir más empezó a contarle con entusiasmo el último lío en el que se había metido en compañía de su mejor amigo. Mai tenía razón, eran amigos, lo habían sido desde que se habían conocido en la fiesta de cumpleaños de su madre. Y pese a que ella no era la persona mas abierta del mundo, y él seguía sin saber muchas cosas sobre su pasado, siempre había encontrado en ella a una amiga confiable y leal.

Para él, ella era como un libro abierto, sus actos la delataban. Podía ver que ella le quería. La evidencia estaba en las miradas que le dirigía, cada vez más constantes y curiosas, la notoria comodidad con la que le hablaba, la exclusividad de su toque, que aunque siempre era iniciado por él jamás recibía rechazo alguno.

No tenía duda. Mai representaba para él mucho más que una amistad. No sabía como explicarlo muy bien, era su brillante y fina cabellera negra que desde hace un par de meses llevaba agarrada en una larga trenza, era su forma de vestirse algo casual, casi descuidada para una mujer, pero pulcra, siempre con esa ropa de militar. Era esa falsa timidez que encerraba a una verdadera aventurera. Era su destacable habilidad como ingeniera, capaz de entender el funcionamiento y diseño de los prototipos en los que él trabajaba con su madre y abuelo; le encantaba saber que era ella quien le había diseñado al bicho azul un radar del dragón para cumplir con sus ridículas ambiciones. Era su rostro delicado y rudo a la vez. Era el misterio que guardaba su actitud severa y formal, esa insistencia en tratarlo como a un niño siendo que ambos tenían la misma edad.

Todo ello y más le hacía sentir que Mai era especial, tal vez no para muchos, pero sí para él, era un enamoramiento típico de la adolescencia, sensaciones que lo hacían sentir más vivo que nunca. Trunks lo tenía claro, la juventud era ahora, y él quería hacerlo y experimentarlo todo con ella, con nadie más.


Esta es la primera vez que escribo y publico una historia. Como soy nueva en esto creo que voy a subir un capítulo por mes. ¡Espero les guste!