Reto propuesto por Carrie Summertime en el foro Proyecto 1-8.


La creencia común de que el Universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario es paradójica sugiriendo que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas o incompletas.


Paradoja

1


Sus manos enguantadas se cerraron entorno al metal brillante. Había sido de un esfuerzo increíble poder avanzar por el enorme vacío que se extendía por donde mirase. Con pequeños toques a los propulsores había alcanzado su objetivo con aceptable precisión. Abrazó el metal de unos treinta centímetros de ancho y un metro de largo para luego dar la señal para que lo llevaran de vuelta a la nave. Mientras hacía el camino de vuelta, observó su nivel de oxígeno con tal de no mirar a su alrededor. Como astronauta, comenzaba a sentirse asfixiado de todo el negro que lo rodeaba. Tantas sombras y nada.

—Misión cumplida, chatarra espacial en la nave —dijo por el transmisor.

Las compuertas se cerraron ante sus ojos y se sintió a salvo nuevamente ya dentro de la nave. Se encendió la luz roja y las pitadas anunciando una igualación de presión a base de nitrógeno principalmente. Dejó el metal en el suelo y procedió a quitarse el casco cuando la luz cambió a verde.

—Maldita mierda —le dijo al pedazo de metal inanimado y con la punta del pie intentó alejarlo de él, pero la pieza de porquería no se movió. Era demasiado denso. Yamato frunció las cejas—. Eres peor de lo que imaginé.

Se hincó y lo miró con detenimiento. No se parecía a ningún pedazo de mierda que haya recolectado desde que un objeto no identificado chocara con una antena de la nave y se la llevara con él, desde ese entonces había salido cada vez que una de las piezas aparecía a la vista para ver si se podían reparar o no. Contaban con otra antena de emergencia pero no podían contar con perderla también.

El metal era grisáceo y de superficie brillante, de modo que la habían visto acercarse desde hace mucho tiempo desde la escotilla.

—Kido —llamó con el transmisor en su oreja, la señal se abrió—. Puedes decirme otra vez las probables dimensiones del objeto que impactó.

Metro y unos veinte centímetros.

—Tenemos al maldito bastardo en la nave.

Oh, por el Espíritu Galáctico.

Maldito nerd.

—Ven aquí. Debemos informarlo.

Copiado.

El hermano escuálido de Jou apareció en la escotilla de descompresión en su ropa térmica. Se abalanzó al objeto con la torpeza propia de los Kido y con una cinta de medir de plástico pudo a corroborar los dichos del rubio, de su cadera colgaba el kit básico de ciencia con el que planeaba hacerle las respectivas mediciones de radiación y demases que un ingeniero como él no entendían. Su doble especialización estaba en poder pilotear la nave y arreglarla si había algún daño mecánico. Kido era el científico que sabía mucho de física y de química. Si pusieran alguna vez los pies en Marte, Kido tendría que sacar biología y tratar de hacer crecer algo en esa tierra muerta.

Yamato se sentó en una incómoda silla dentro de la escotilla y comenzó el duro trabajo de sacarse el traje espacial él solo.

—Oye, Yamato.

—¿Qué quieres? —había estado de muy mal humor este último mes.

—¿Recuerdas que dices que odias estar solo con un puñado de imbéciles y nerds? —Yamato asintió huraño—. Bueno, no estás solo con un puñado de imbéciles y nerds. Estás solo con un puñado de imbéciles, nerds y alguien más.

—¿De qué mierda estás hablando ahora?

—Lo que chocó con la nave… No es nuestro ni de alguna otra tripulación anterior.


La base marítima era amplia y con demasiada actividad. Se cerró la chaqueta delgada casi convencido que no habría ninguna diferencia. El viento azotaba de una forma que nunca había sentido y los aviones y helicópteros que despegaban y aterrizaban ciertamente no lo ayudaban. Se abrazó a sí mismo y caminó por el concreto hasta encontrarse con Miyako. La chica llevaba sus usuales calzas bajo su mini falda y un delgado chaleco, y saltaba de emoción mirando insistentemente por unos enormes binoculares de guerra.

—¿Algo nuevo? —dijo Koushiro apenas estuvo a su lado.

Miyako lo miró con los binoculares aún sobre sus ojos y se rió.

—¡Veo tus poros! —rio—. Mentira, veo todo desenfocado. Deberías haber visto tu cara…, debería haberla visto yo también pero traía puestos los binoculares. —Volvió a reírse y comenzó a mirar nuevamente a la lejanía.

—¿Algo nuevo? —volvió a preguntar. Miyako solía perderse con facilidad.

—Nada aún. Vi al capitán de barco mirando por binoculares y decidí mirar yo también. Lo más seguro es que nos hayan llamado por algo en el mar. Quizás una ballena malherida o algo.

—¿Algo que ver con nosotros?

—Nada aún. Intentaré escuchar nuevamente las conversaciones de los altos mandos en un rato. Pero ahora quiero ver una ballena azul.

—Piénsalo, Miya, los dos nos especializamos en encriptación de datos y nos trajeron en medio del mar mientras aún era de noche. ¿Tiene algo de sentido?

—Bien, puede ser que una organización terrorista se haya dedicado a mandar mensajes encriptados en los lomos de las ballenas. Así que vinimos aquí a ver lo que dicen.

—¿Te estás escuchando?

—Claro que sí, suena divertido, ¿no lo crees? —la chica volvió a reírse pero se detuvo cuando vio que él no estaba divertido. Koushiro estaba exhausto y algo mareado. Ni la base más grande del mundo que flotaba en el mar evitaría que se sintiera mareado por el vaivén de las olas que veía a lo lejos—. Vamos, Kou, diviértete. Ya estaremos con las cabezas gachas desencriptando algo. Ven, toma los binoculares y mira algo. ¿No? Marica.

—Iré de vuelta a mi camarote.

—Te perderás las ballenas.

—Ya tendré la oportunidad —le respondió con una sonrisa pero ella ya tenía la vista puesta en el mar.

Se puso las manos bajo las axilas y emprendió el tortuoso camino de vuelta hasta la pequeña sala que les asignaron a los genios de encriptación, que simplemente consistía en dos camas de campaña con sus respectivos almohadones y frazadas, y un cubo para hacer necesidades. No tenía ventanas y la ventilación era pobre, lo cual los hizo pensar que estaban allí de prisioneros y no como miembros de un equipo de investigación. Miyako inmediatamente decidió salir a tomar aire y divertirse para obviar esas pésimas condiciones y él simplemente quería quedarse ahí encerrado. Había algo que simplemente no se sentía bien en esa expedición, especialmente al inicio, cuando golpearon su puerta a las cuatro de la mañana. Su compañera ya estaba en la camioneta cuando lo subieron. Las dudas que surgieron entonces pasaron de unas cuantas a un millar.

Estaba por entrar cuando oyó a su compañera gritar.

—¡Koushiro! ¡Ahí está!

Y entonces, sin necesitar binoculares, vio hacia donde apuntaba Miyako y en el cielo apareció una pequeña nave caer.


—Estudios preliminares indican que está hecho de iridio. Es un metal bastante abundante en los meteoritos, es de color grisáceo brillante sin importar lo que hayan reportado los astronautas. Ellos están en la oscuridad —dijo el hombre a cargo de la presentación, intentando sonar gracioso pero no lo fue. Miyako y Koushiro seguían mirando la fotografía del pedazo de metal espacial—. Es muy denso y es abundante en los meteoritos.

—O sea, es un meteorito —dijo Miyako con los ojos bien abiertos y mirándolo a él, pero Koushiro no dejaba de mirar la fotografía.

—Lo sería de haber caído.

—Entonces es un lindo metal espacial —resolvió ella nuevamente y volvió la vista a la presentación—. Ustedes saben que somos encriptadores de datos, ¿cierto?

—Claro que sí, es por eso que los invitamos a ser parte de esta misión.

—Exigir que me levante para acompañarlos en medio de la madrugada no me pareció una invitación —volvió a decir Miyako con una sonrisa. Koushiro se rio, ella decía lo que él no podía decir.

—Este pedazo de metal espacial es especial.

—Es de forma regular, me parece bastante especial.

—¿Quién lo hizo? —intervino Koushiro. A sabiendas que su compañera estaba jugando con el hombre.

—No lo sabemos con exactitud.

—¿Y qué sabemos? —dijo Miyako, cruzando sus dedos y poniendo sus manos sobre la mesa en un teatral gesto serio.

—Está hecho de iridio y que tiene una inscripción. Es su trabajo descifrar lo que dice y, si tienen suerte, de quién proviene.

—Necesitaremos los años de fabricación para acotar la investigación en un rango lo más pequeño posible —resolvió Koushiro con tranquilidad, a su lado, Miyako asentía con una sonrisa.

—Ese es el problema.


Continuará. Espero que te haya gustado Carrie :D