Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.

Participación del Torneo Erótico del Verano 2015 del foro de InuYasha: Hazme el Amor.


Variables:

Mamá, termo, pintura de cabello, pastillas, enjuague bucal, pintura, pasta de dientes, regla, lentes, puerta.

Invierno.

Cafetería, cocina, zoológico, acera, florería.

Café, azul, amarillo, negro.


Les comparto el primer capítulo, esta historia es un Spin-off de un treeshot que escribí y lo publique en mi colección de "Musas Nocturnas". También está alejado de mi zona de confort, generalmente escribo InuKag, pero ahora me fui por un SesshoRin. Espero les guste.

Y muchas gracias por la prolongación para la fecha de entrega.


Después de que Kagome entrará en incapacidad por su embarazo, Rin se quedo técnicamente sola soportando al gélido de su jefe y pronto sin darse cuenta se ve envuelta en una relación que no sabe cómo explicar. Sí él era tan frío como el más crudo invierno y ella era tan cálida como el verano ¿Qué los había logrado juntar? En la escuela le enseñaron que los tornados se crean por la combinación de frío y calor, provocaban destrucción a su paso ¿Ellos serían de esa manera? .


TORNADO

1. Primer Acercamiento

― A partir de mañana ya no vienes.

― Aún falta para...

― Ya no quiero que Inuyasha me llame a cada rato para saber si estás bien y no le estás mintiendo, mucho menos quiero tener sobre mí a mi padre en su papel de abuelo sobreprotector.― explicaba con cansancio.

― Deja termino lo que...

― Estoy seguro que Sakuraba se puede encargar.― dijo al mirar a Rin que le veía con nerviosismo.― Es mejor que estés lista para cuando llegue Inuyasha.― agregó antes de salir.

― No estoy segura si voy a poder, él me da miedo.― confesó Rin a Kagome una vez que su jefe se fue.

― Rin, todo saldrá bien, no es nada que no hiciéramos antes y confió en ti, de todas maneras si necesitas algo, no dudes en llamarme.

― Esta bien, daré mi mejor esfuerzo.― dijo decidida a no defraudar a su amiga.

― Y Rin, no le temas, encáralo, no te doblegues, trátalo como cualquier otro... Solo sé tú.


Ya habían pasado cuatro mes desde que el señor Taisho le dio su primer oportunidad de empleo, desde que trabajaba en la constructora Sounga y de conocer a Kagome, pero también hace dos meses que el señor Taisho dejo a cargo a su hijo mayor y hace tres semanas que Kagome estaba en su permiso de maternidad.

Observaba la calle desde su ventana en el segundo piso, prefería distraerse a recordar que estaba sola en la oficina, con la compañía de Kagome no le parecía tan grande, pero ella sola en ese cuarto le deprimia. Una corriente de frío se colo por alguna parte y se puso su suéter, no debía extrañarle ese clima, después de todo el otoño estaba por terminar.

Pero le calmaba saber que por el momento todo iba bien con el jefe, no había tenido problemas y le había entregado a tiempo el trabajo que les pidió.

― Sakuraba, te busca el jefe, tiene mala cara.― le llamó otra compañera.

― ¿Cuándo no?― dijo otra chica que pasaba por allí.

― Es increíble que sea cuñado de Higurashi ¿Cómo lo soportaran?― preguntó la primera.

― Voy a verlo, es mejor no hacerlo esperar ¿verdad?― dijo tímidamente Rin.

― Eres lista, hasta ahora estabas bajo la protección de Higurashi, pero pronto te enteraras del demonio que puede ser.

― Es una lástima y con lo atractivo que es.― escuchó Rin que una de sus compañeras decía.

Debía admitir que estaba un poco asustada, pero el jefe no podía ser tan malo ¿cierto?.

...

Pronto se abriría la piscina comunitaria y la propuesta para pintarla no le gustaba, era muy infantil para su gusto, peces de colores, delfines, orcas, ballenas... No era el estilo que él buscaba, quería algo más serio, que llamará la atención de los adultos. Se notaba que Kagome había hecho aquello pensando en su hijo. Jodida mente de embarazada.

Escuchó que tocaban a su puerta y era su secretaría que anunciaba la llegada de Sakuraba.

― ¿Me mando llamar?― preguntó Rin al ir caminando hasta el escritorio frente a ella.

― Estaba viendo lo que mandaste y no me gusta, vuelve a hacerlo.

― ¿Qué hay de malo?― no entendía, ella no podía creerlo, cuando Kagome lo entregó a ella le pareció muy lindo.

― Es muy infantil, quiero que sea serio, algo que anime a competir no a jugar.― dijo al entregarle de nuevo la carpeta.― Lo quiero a más tardar finalizar la siguiente semana, la piscina se inaugura en mes y medio.

― Entiendo, perdone, ya lo corrijo.― se disculpó y salió de la oficina, iba a tener unas semanas muy ocupadas.


Era miércoles por la tarde y finalizó su segunda propuesta, colores azules y serios, pero en el área del chapoteadero dejo los llamativos colores de la primer propuesta, eso debía complacer a su jefe, guardo todo en una carpeta y la dejó con la secretaria del jefe. Miró su reloj y ya era hora del almuerzo, había terminado justo a tiempo para ir a comer.

Al regresar en recepción le dijeron que el jefe le esperaba, subió con mucho ánimo al tercer piso, seguramente en está ocasión lo había hecho bien.

― Está mejor, pero dije que nada infantil.

― Lo dejé porque pienso que los niños lo disfrutarían y...

― Voy a abrir esa piscina para que entrenen y que salga un competidor olímpico, no para que se la pasen jugando y olviden el verdadero motivo, corrígelo.

― Como diga, jefe.

No lo entendía, la diversión era algo bueno, pero al parecer aquel hombre jamás lo había disfrutado en su vida ¿Por qué su jefe era tan diferente a Inuyasha-sama?.


Era la quinta vez que en las dos semanas que estaba en la oficina del jefe y rogaba a Kami que esta vez le gustara su trabajo. Solo le vía pasar las hojas y fruncir el ceño, estaba acabada, no le había gustado. Había estado por pedirle ayuda a Kagome pero no lo hizo, no quería incomodarla, ella ya tenía suficiente con la espera de sus bebés. ¿Qué iba a hacer si no le gustaba?

― Me alegra que quitaras lo que te dije, pero ahora es muy oscuro, debe tener más iluminación, tienes hasta el Lunes a primera hora para entregármelo.

― ¡Ya no!― gritó de la nada, había contenido ya por mucho sus sentimientos, estaba arta y frustrada.

Sesshoumaru estaba sorprendido, nunca alguno de sus empleados le había gritado.

― Sigo sin entender qué hay de malo... Si no le gusta lo que hago dígale a alguien más, no tengo la experiencia de Kagome, hay personas aquí que lo harían mejor, ya no puedo, por favor pídaselo a alguien más.― dijo al estar ya harta, nada de lo que hacía le gustaba y ella era la única que trabajaba sola, que Kagome le perdonara pero no podía seguir con ese ritmo.

― Si no puedes con esto es mejor que renuncies.― dijo fríamente Sesshoumaru.

― Es lo que haré, con permiso y muchas gracias por estos cuatro meses.― salió a toda prisa de la oficina y fue a la suya, en cuanto entró unas lagrimas llenaron su rostro.

...

Sesshoumaru ni se inmuto al ver salir a aquella chiquilla, no le importaba si renunciaba, había más personas que podían hacer ese trabajo. Pero debía reconocer que ella tenía agallas, nadie le había hablado como ella. Intentó seguir con su trabajo y no pudo, si permitía que ella renunciara, mañana tendría a su padre en la oficina porque Kagome ya se habría enterado que Sakuraba renuncio e Inuyasha ya había intervenido en favor de la jovencita.

Sí Toga llegaba a la oficina exigiendo que le devolviera su empleo a Sakuraba quedaría mal ante sus empleados. Eso no era algo bueno. Miró la hora y ya habían pasado veinte minutos, solo esperaba que siguiera en el edificio. Salió de la oficina ignorando el llamado de su secretaría que preguntaba a dónde iba, eso a ella no le importaba. Bajó al segundo piso y fue a la oficina de aquella chiquilla.

Entró sin anunciarse y al entrar la vio poniendo sus cosas en una caja de cartón, había llegado a tiempo.

― ¿Qué es lo que haces?

Rin se sobresalto al escuchar la voz de su jefe, de inmediato se limpio las lagrimas y siguió guardado sus pertenencias.

― Recojo mis cosas, ya no le daré más problemas.

― ¿No creí que fueras tan cobarde?― dijo Sesshoumaru para herirla en su orgullo.

― No lo soy.― contestó firmemente, cargo la pequeña caja con sus cosas y le encaró directo a los ojos.― Es solo que me pide cosas para las que no estoy preparada, ya no puedo.

― Pon eso en su lugar.― le ordenó al ver la caja.

― ¿Qué?

― Pon esa caja en el escritorio y sígueme.

Rin le observo confundida, no tenía ni la más mínima idea de lo que ahora quisiera su jefe, pero a pesar de sus nervios le siguió hasta un cuarto donde había fotos de piscinas.

― Son fotos de piscinas olímpicas en todo el mundo, quiero algo como eso, ahora es tu turno de convencerme para dejar las cosas de niños.

― Kagome y yo pensamos que si los niños no tienen una motivación visual para ir a aprender, dejaran de ir, les parecerá aburrida, pero si hay colores y animales con los que se identifiquen querrán seguir yendo... También a los padres les parecerá un ambiente agradable para sus hijos.

― El lunes presentaré tu propuesta, se hará como dices, pero sí al final cuando todo este listo resulta un fracaso estarás despedida ¿Trató?.

― Trató.― contestó con una sonrisa Rin.


Sábado, día de compras. Estaba feliz por dos cosas, la primera: ¡Era día de pago! Y la segunda: Su semana no terminó tan mal como pensó, al final llegó a un acuerdo con el gruñón de su jefe.

¿Por qué su jefe era tan frío? Todos en el trabajo le temían, bueno, no todos completamente, el señor Jaken de contabilidad le tenía mucho respeto y admiración. Tal vez era a causa de que el señor Jaken era casi parte del inventario, él debió conocer al jefe cuando era apenas un adolescente, eso debía ser, el señor Taisho debió llevar a su hijo a la oficina desde temprana edad.

Puso en su carrito unas galletas y fue al siguiente pasillo... Por otro lado, el señor Taisho era serio pero no tanto como su hijo; al señor Taisho podías encontrarlo en los pasillos, las escaleras o el estacionamento y siempre saludaba, no con una sonrisa pero su aura era más agradable.

¿Cómo en su casa convivían con él? ¿Cómo le hacía Kagome para tratarlo? ¿Alguna vez él a tenido novia? ¿Desde niño era huraño? Esas eran algunas de las tantas preguntas que volaban en su mente.

Empujó su carrito hasta el área de cereales y buscó su favorito. Ya que lo encontró, se puso a revisar su lista del súper.

― Galletas, chocomilk, yogurt, leche, sopa, arroz, aceite; listo.― decía al tachar de su lista las cosas que ya llevaba.― Ahora, pasta de dientes, enjuague bucal y shampoo.

Pasaba por el pasillo de los shampos, cuando vio en el área de hombres a su jefe con una cesta. Ella que pensaba que él tenía a alguien que le hacía las compras.

― Jefe, es una sorpresa verlo por aquí.― dijo a manera de saludo Rin, pero él no le contesto.

Sesshoumaru le miró fijamente, ¿Por qué esa chiquilla siempre sonreía? ¿Por qué a pesar de haberla tratado con dureza iba a saludarlo? Cualquier otro lo hubiera evitado. Ella era tan exasperante como la esposa de Inuyasha.

― No lo molesto más, nos vemos.― se despidió Rin al ver que solo la miraba.

¿Por qué le había hablado? Seguramente él seguía molesto por la escena que ella hizo en el trabajo. Sí que era tonta, debió pasarle de largo. Lo mejor era no topárselo más, iría a pagar y a su casa.

Sesshoumaru terminó sus compras y fue al estacionamiento, al salir el frío viento golpeo su rostro, se acomodó la gabardina y al dirigirse a su auto, vio la pequeña silueta de Sakuraba en la esquina, quien seguramente esperaba el transporte. Dio unos pasos más y volvió a verla, ella se encogía por el frío, y fue cuando notó que ella iba muy descubierta para casi ser invierno.

Con ese frío aquella chiquilla enfermaría, soltó un bufido, ese no era su asunto, a él le daba igual si enfermaba, pero sí ella enfermaba le darían unos días libres y se venían días en los que tendrían exceso de trabajo, aquel si era un problema para él.

Estupida niña descuidada, no le daría el placer de faltar al trabajo, caminó a la parada y le llamó.

― Sakuraba.

Rin se sobresaltó al escuchar a su jefe llamarle, y no pudo evitar preguntarse ¿Ahora qué había hecho?.

― Ya sé, no quiere que le moleste más, si me lo encuentro de nuevo haré como si no le conociera.― dijo al pensar que se molesto por hablarle en la tienda.

― Deja de hablar y sígueme.

Rin obedeció y le siguió hasta llegar a un sedan azul. Observo a su jefe guardar sus cosas en la cajuela y ella no sabía sí le había llamado para darle algo o porque le llevaría a casa. ¡Claro que no la llevaría a casa! Era su insensible jefe, seguramente le daría trabajo por adelantado. Le vio tomar una carpeta del asiento delantero y se dijo "Lo sabía, no conoce los días de descanso".

― Sube al coche.― dijo al poner en el asiento trasero la carpeta.

― ¿Perdón?

― No lo diré de nuevo, si quieres congelarte ve caminando a tu casa.

Rin se apresuró a subir, el coche estaba cálido y era muy comodo. Benditos los lujos que se podían dar los de dinero.

― Dime el caminó.― ordenó Sesshoumaru al poner en marcha el coche.

― ¡Claro! Por la avenida a la derecha.

Sesshoumaru salió del estacionamiento y se puso en marcha a donde ella le había indicado.

― ¿Por qué solo traes un suéter delgado? No estoy como para que me presentes incapacidad por enfermedad, tenemos mucho trabajo.― dijo seco como siempre.

― Salí por la tarde y hacía calor, no creí tardar tanto... En la siguiente calle a la izquierda.

― ¿Qué no sabes que las primeras nevadas no tardan?

― Si lo sé, es solo que, no tenía planeado tardar tanto.― explicó avergonzada.― En las casas azules.― dijo al notar que ya habían llegado ¡Gracias a kami! No tenía idea de cuanto soportaría aquel ambiente tan hostil.

― Aquí es donde vivía la mujer de Inuyasha.― pensó en voz alta sin querer Sesshoumaru.

― Sí, Kagome me deja quedarme a cambio de que cuide la casa, que le de mantenimiento y esas cosas, me dijo que no quería venderla, ya que fue algo que su abuela le dejó y...

― Hablas mucho.― le interrumpió Sesshoumaru.

― Perdone jefe, gracias por traerme, hasta el lunes.

Rin bajo del coche avergonzada, ¿Por qué no aprendía a quedarse callada?.


Pues haber que tal me sale esta historia.

03/10/2015

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