Hyrule Warriors: Lazos del Destino

Por Fox McCloude y Goddess Artemiss

Disclaimer: The Legend of Zelda y todos sus personajes son propiedad de Nintendo. Personajes originales son propiedad de los autores a menos que se indique lo contrario, y han sido introducidos a la historia con el permiso explícito de sus creadores. Todos los derechos reservados.

Epílogo: Lazos del Destino.


"Parece que fue ayer cuando el reino se vio invadido por los deseos mal sanos de un amor imposible, un sentir que a medida que se acrecentaba se transformaba en odio, ira y desahucio infinito, donde los celos arrasaron con todo lo que se encontraba a su paso. Sin embargo, donde yace el caos, nace la luz de esperanza, la salida de las tinieblas. La leyenda del héroe elegido por las Diosas hizo eco ante la adversidad y derrotó al símbolo de la discordia, sobre todo al maldecido ente que la estaba manipulando… y claro está, aquello no lo hizo solo. Su alma gemela llegó a su encuentro, le ofreció su amistad y admiración, floreciendo así su ancestral amor, el que unió sus destinos desde el inicio de los tiempos. Princesa y paladín unieron sus fuerzas, y a medida que sus almas se iban complementando, su amor se fue consumando hasta que unieron sus vidas.

Parece que fue ayer cuando las almas de los elegidos volvieron a reencontrarse… parece que fue ayer que atamos los inquebrantables lazos de nuestro destino…


Zelda colocó la pluma en el tintero y después cerró su libro, o más bien, el diario de sus vivencias en la época del caos de su amado reino. Siempre comenzaba sus narraciones con pequeños fragmentos en tercera persona, pero esta vez las cosas fueron diferentes, pues finalizó con uno de ellos y en primera persona, cerrando así esa etapa tan importante en su vida.

Colocó una mano en la pasta dura del diario, mientras sus ojos se humedecían al sentir como los recuerdos le venían como una cascada, algunas heladas y despiadadas, otras refrescantes como un oasis en el desierto. Ciertamente hubo momentos dolorosos, pero nada se comparaba con la alegría de haber salvado a su reino, de haberlo conocido en todo su esplendor tanto en el pasado como en el presente, de haber hecho invaluables amigos que tenían un importante lugar en su corazón… pero sobre todo, se reencontró con su alma a fin, con el gran amor de su vida desde tiempos inmemoriales.

- Link… soy tan feliz a tu lado. – dijo la reina, encantada. – Y pensar que hace tan solo…

- ¡Mami, mami!

Inmediatamente la joven guardó su diario en el cajón de su escritorio, y se dio la vuelta para encontrarse con la dulce voz que la llamaba. Un niño de diez años, de piel blanca, ojos azules y rubia cabellera, muy parecido a ella, entró a los aposentos portando una hermosa sonrisa y algo escondido detrás de su espalda; al parecer tenía una sorpresa para su madre.

- Leiden, ¿qué escondes? – preguntó Zelda con intrigante voz.

- ¿Un regalo para ti?

- ¿Para mí? ¿Y eso?

- Pues…

- ¡FELIZ ANIVERSARIO!

Otra sorpresa se llevó al escuchar los gritos de unas voces muy conocidas. Link entró a la habitación, mas no lo hizo solo, pues en sus brazos llevaba a una niña de ocho años. Su nombre era Hylia. Tenía piel blanca, cabello rubio suelto y ojos azules como los de su padre, y más bien se parecía mucho a él. La pequeña llevaba en sus manos un plato con un pastel hecho de frutas variadas y merengue, el que sabía muy bien era el favorito de su madre. En ese mismo instante Leiden mostró lo que tenía escondido, un ramo de Princesas de la Calma, también preferidas de la reina.

- Oh, qué hermosa sorpresa, no me la esperaba. – dijo Zelda, emocionada. – Muchas gracias, mis pequeños. Me encanta todo lo que me han traído.

- Yo solito encontré las flores, mamá. – dijo el pequeño.

- ¡Mentiroso, lo hizo papá! – gritó la niña. – Mami, yo te hice tu postre favorito.

- ¡Tú eres la mentirosa! ¡A ti si te ayudó mi papá!

- ¡Cállate!

- Ya… por favor, niños. – dijo Link, paciente. – Estos son los regalos para mamá de parte de ustedes, así que dejen de pelear y entréguenselos.

Los niños se apenaron por la bochornosa escena, así que guardaron la compostura y le entregaron a su mamá los presentes que le habían preparado, para después ser rodeados por los brazos de esta. Zelda estaba muy feliz por el cariño que sus hijos siempre le demostraban, sobre todo porque el mismo era incentivado por su esposo. Más dichosa y bendecida no podía sentirse.

- Pondré estas hermosas flores en agua, y el pastel lo guardaremos para después de la cena y comerlo entre todos. – dijo la reina. – Ahora, es momento que juntos le entreguemos nuestro regalo a su papá.

- ¡Síii! – dijeron los niños al unísono.

Link se sorprendió, no se esperó que su reina le hubiera tenido un regalo, mucho más que sus pequeños se hubieran puesto de acuerdo con ella. A diferencia de otros niños de su edad, al parecer si sabían guardar secretos sobre las cosas emocionantes. Zelda sacó de uno de sus cajones una caja plateada, y se acercó a su amado en compañía de sus hijos para entregársela.

- Feliz aniversario, mi amor. Espero te guste. – dijo Zelda, sonriendo.

- ¡Ábrelo, papá!

- Si, te va a gustar.

- ¡Aaaah! ¿Conque saben qué es? – dijo Link, riéndose. – Bueno, vamos a ver que ha preparado nuestra hermosa reina.

Link abrió la caja para descubrir su regalo, y una sonrisa se le dibujó en el rostro. Su esposa le había tejido con sus propias manos una túnica color azul claro con diseños blancos decorándolo, y con un olor similar a las vastas llanuras del reino, muy agradable. El material era muy similar a la bufanda que le había hecho para complementar su vestimenta verde, y por supuesto, estaba imbuido con su poder de protección.

- Está maravillosa, mi amor. Muchas gracias. – dijo Link, acercándose a besar a su amada.

- Me alegra que te hay gustado, la hice con todo mi corazón. – dijo Zelda. – Este es un regalo de todos porque los niños me ayudaron a buscar los materiales, pues no se consiguen en cualquier lado.

- Entonces gracias a ellos también. – dijo el rey. – Pero ahora… me toca entregarte mi regalo.

- ¿Más aun? – preguntó la joven.

- Esos eran de los niños, este es únicamente mío. – dijo Link. – Y lo mejor de todo, solo yo lo he mantenido en secreto. Vamos afuera.

Tanto la reina como sus hijos se sentían muy curiosos por saber cuál era la sorpresa que tenía preparada el reconocido héroe. Este solo rio ante sus reacciones, abrió la puerta y les indicó que salieran. Era mejor que lo vieran con sus propios ojos en vez de expresarlo con palabras.


Palacio de Hyrule, jardines exteriores…

La encantadora familia más apreciada del reino se hallaba caminando en los jardines del este del castillo. Por más que los niños le preguntaron a Link cuál era la sorpresa, este guardó silencio, solo reía ante la ansiedad de sus pequeños. Por otra parte, Zelda estaba callada, pero entendía como se sentían sus hijos, pues ella estaba igual o peor en su interior.

Una vez que llegaron a su destino, las voces de los niños se silenciaron, pues no había nada.

- ¿Y la sorpresa? – preguntó Hylia, impactada.

- Papá, no hay nada aquí. – dijo Leiden.

Link no respondió, solo rio. Hubo un silencio perpetuo por pocos segundos, hasta que el rey colocó sus dedos en sus labios y produjo un sonoro silbido, llamando así a la esperada sorpresa. De los arbustos saltó un caballo blanco magnifico, con músculos tonificados y brillante pelaje; su crin rubia resplandecía ante los rayos del sol, viéndose más claras de los de la misma familia. El corcel llegó hasta donde se encontraba Link, quien tomó su hocico para acariciarlo con cariño, mientras su familia estaba totalmente enmudecida por el impacto de estar frente a tan hermoso animal.

- Querido amigo, ha llegado el momento de que conozcas a tu nueva ama. – dijo Link, volteándose para señalar a Zelda. – Te presento a Zelda, mi preciosa esposa.

- ¡WOOOOW! ¡Qué lindo caballito! – expresó la niña.

- Es hermoso y muy grande. – gritó el príncipe.

Zelda no podía hablar, simplemente se acercó hacia donde estaba el caballo y lo acarició en su nariz, sin esperarse que poco después el corcel juntaría su frente con la de ella. Sus ojos se humedecieron ligeramente, pues el equino le recordaba tanto a uno que su madre siempre le relataba en sus cuentos para dormir, y que incluso, cuando tuviera la edad suficiente le regalaría uno igual. Uno de sus sueños se había cumplido, pero por medio de su esposo, y eso era algo que apreciaba muchísimo.

- ¿Mi amor?... ¿sucede algo? – preguntó Link, preocupado.

- ¡Ha sido la sorpresa más maravillosa que pudiste haberme dado! – exclamó Zelda. – Desde niña siempre soñé con tener un caballo así, incluso mi madre quería dármelo… pero ahora lo has hecho tú. Gracias, mi amor.

Zelda se acercó a su esposo para abrazarlo y besarlo, y ante eso los niños se taparon los ojos. Ya estaban acostumbrados a ver las expresiones de amor de sus padres, pero siempre que las hacían se sonrojaban y preferían taparse los ojos. Aunque esta vez, decidieron dejar a los reyes en su encantador momento y acercarse al caballo a contemplarlo. Lo abrazaron, lo acariciaron, intentaron montarlo sin éxito, pero en sí, estaban fascinados con él. Una vez que la pareja finalizó su efusivo beso, posaron su mirada en los niños.

- Tranquilos, niños. Sin brida y silla no podrán montarlo. – dijo Link. – Además que Impa y Azael nos están esperando. Tendremos visitas.

- ¿Visitas? ¿Quiénes? – preguntaron los niños.

- Ya lo sabrán, chicos. – dijo Zelda. – Es momentos de irnos, pero antes llevaremos a Mond al establo para que descanse.

- ¿Mond? – preguntó Link.

- Si, ese es el nombre que le pondré, como el de mi historia. – dijo Zelda, riéndose.

Juntos fueron a dejar a Mond a las caballerizas, para después dirigirse a la zona de entrenamiento.


Zona de entrenamiento, minutos después…

Desde la zona de los jardines, se podía observar a los hijos de los reyes jugueteando y riéndose a pata suelta, aunque no lo estaban haciendo solo entre los dos. Una niña un poco más pequeña que ellos estaba compartiendo con ellos el divertido momento; tenía la tez algo bronceada, cabello platinado recogido en una trenza colocada hacia un lado, y unos ojos tan grandes y brillantes como dos rubíes. Aquella era la hija de Impa y Azael, quien había nacido como la perfecta amalgama de ambos.

Las dos parejas se encontraban sentados en la glorieta de la zona, mientras observaban encantados los jugueteos de sus retoños.

- Que hermosa y grande está Eskia. – dijo Zelda. – No sé a quién se parece más.

- Gracias, majestad. El carácter lo heredó de mi encantadora esposa. – respondió Azael. Tiene sus arranques cuando está de mal humor, sobre todo cuando no quiere dormir a sus horas. Su físico por supuesto lo heredó de mí.

- ¿Ah sí? – preguntó Impa, con mirada inquisidora. – ¿No me digas? ¿Por qué no me permites a mí hablar de todas tus "cualidades"?

- Mi amor, no terminarías de describirlas. – dijo Azael. – Por eso sigues a mi lado y no puedes vivir sin mí.

- Eres un…

Los reyes se rieron ante la "amena conversación" de la pareja de las sombras. Ya eran años que llevaban teniendo ese tipo de discusiones, sin embargo, esa era la muestra de lo felices que eran y lo mucho que se amaban a pesar de tener personalidades distintas.

- Sé que hoy es su aniversario, y de todo corazón los felicitamos. – dijo Azael. – Parece mentira que han pasado diez años.

- Diez años de felicidad absoluta. – continuó Impa.

- ¿Y cómo no ser feliz con alguien como Zelda? – dijo Link. – A ella le debo todo lo que soy, y la hermosa familia que he formado.

- Todo es posible por ti, mi amor. – dijo Zelda. – Y deseo que estos diez años se multipliquen por mil.

- Vaya… parece que nuestras esperada invitados por fin llegaron. – indicó Impa, cambiando el tema de conversación.

Y efectivamente, un grupo grande de personas habían llegado, uno confirmado por personas muy apreciadas por ellos. Los primeros que se lograron visualizar fueron Garrett y Aveil tomados de la mano, lo cual demostraba que su relación logró consolidarse; claro está que eso era más que obvio, sobre todo porque no se encontraban del todo solos. El corpulento hombre llevaba en sus en sus hombros a su hijo, un niño de la misma edad de la princesa Hylia, pero mucho más alto y corpulento que el príncipe Leiden; ese niño tan bien dotado se llamaba Reignhalt, y era la viva imagen de su padre en miniatura (relativamente). Al lado de Garrett y su esposa se encontraba su inseparable amigo Alexandre, quien a pesar de haber hecho su vida lejos de él, nunca dejaban de estar en contacto, mucho más si su hijos continuaron con su legado. Junto a Malon, el lancero tuvo un hijo al que decidieron nombrar Valmur, que al igual que le sucedió a Garrett, salió idéntico a él, e incluso de alguna manera era algo egocéntrico, pero menos de lo que él lo fue gracias a la intercesión de su madre. La campestre dama vivía una vida feliz al lado de su fiel guerrero e hijo, y esa dicha se había multiplicado debido a que se encontraba embarazada de nuevo, llenando de dicha a su esposo, quien deseaba con todas sus fuerzas que fuese una niña. Claro que si las cosas resultaban contrarias, de ninguna manera su felicidad se iba a opacar. Otros que habían llegado, tal vez eran la pareja que más había sorprendido a todos unos años, pues se habían ido a un largo viaje y regresaron completamente enamorados. Ruisu y Lana caminaban junto a ellos, mirándose el uno al otro como si tuvieran solo días de casados, cuando en realidad tenían unos años menos que Link y Zelda. Al igual que los demás, venían acompañados, pero por partida doble. La pareja había sido bendecida con dos hermosas gemelas, las cuales a pesar de ser idénticas en la mayoría de sus caracteres, tenían uno que las diferenciaba. Aparte de su personalidad, que lógicamente difería, una de ellas había heredado el cabello de su padre y la otra el de su madre. La de cabello azabache se llamaba Cyalla, y la de color azulado tenía por nombre Nelliel, siendo ambas las menores del grupo de niños. Ni la misma Lana, siendo tan conocedora de los fenómenos de la naturaleza, entendía esa especial cualidad de sus pequeñas, pero le agradaba que cada una tuviera algo que las hacía especiales, mucho más si era de ella y su amado esposo. Hacía tan solo unos años, para la hechicera no existía el futuro, solo un presente vacío y carente de emociones, y un horizonte sin amor. Sin embargo, el destino que siempre creyó conocer a la perfección, le jugó una buena pasada y le ayudó a encontrar el camino a su verdadera felicidad. No concebía la vida si Ruisu ni sus hijas, los amaba con el alma. Y por supuesto, pero no menos importante, Zatyr se hizo presente en el castillo con una agradable compañera. Tuvo la suerte de conocer en uno de sus viajes de entrenamiento a una niña Gerudo llamada Kira, quien debido a la terrible invasión de Ganondorf había perdido a sus padres. La arquera tuvo afinidad inmediatamente con ella, por lo que decidió tomarla como su ahijada y aprendiz. Aunque a diferencia del resto no se sentía inclinada a la idea de casarse y tener una familia, lo más parecido a lo último era encargarse de la pequeña, así que sería un buen ensayo por si a futuro cambiaba de opinión.

- ¡Bienvenidos! ¡Me alegra que hayan llegado! – gritó Link, emocionado.

Todos empezaron a saludarse con sumo afecto, tanto los adultos como los niños. Todos, en especial las damas, se sorprendieron de ver que Malon ya iba en camino de tener un segundo hijo, pues tanto ella como Alexandre quisieron tenerlo como una sorpresa para su reencuentro, y con ver sus caras, se dieron cuenta que valió le pena reservarse la noticia. Luego de toda la algarabía, todos se fueron a sentar en la glorieta, mientras que los pequeños se fueron a jugar al centro del jardín, los gritos y correteros no se hicieron esperar.

- A pesar de que ya no nos vemos como antes, me da tanta alegría que aprovechemos esta época del año para reunirnos. – dijo Zelda. – Espero que eso nunca cambie.

- Rei… digo Zelda. – dijo Lana, recordando que hacía años ella y todos los demás llamaban a la informalmente. – No tienes idea cómo esperamos cualquier época especial para vernos, sobre todo esta. Imagínalo, no solo celebramos diez años de paz en el reino, sino de tu matrimonio con Link.

- ¡MUCHAS FELICIDADES! – gritaron todos.

- Gracias a todos. – dijo Link. – Pero creo que esa felicitación nos la merecemos todos, pues por esa época todos encontramos la felicidad. Aunque para ser sincero… extraño a veces los tiempos pasados.

- ¿Extrañas a Ganondorf? – preguntó Alexandre con algo de sorna.

- ¡PARA NADA! – exclamó Link. – A lo que me refiero es que extraño todos los lugares que conocimos, el trabajo en equipo y la complicidad que fuimos construyendo. Creo que ese fue el inicio para conocer mejor nuestro reino, de convertirnos en amigos.

- ¿Y por qué no recordar los viejos tiempos?

Todos se silenciaron al escuchar la voz de Zatyr hablando emocionada. Tenían una idea de lo que se podía estar refiriendo y eso llamó su atención, pero prefirieron esperar a ver qué tenía que decir.

- ¿Qué tienes en mente, Zatyr? – preguntó Impa.

- He escuchado algunos rumores, y creo que Link y Zelda lo deben saber mejor que nadie. ¿Cierto?

Link y Zelda, preocupados, se miraron a los ojos. Al parecer, los rumores sobre "ese tema" se habían expandido más lejos de lo pensado.

- Por sus caras puedo ver que hay algo que no nos han contado. – dijo Alexandre.

- Así parece. – prosiguió Garrett.

- ¿Ocurre algo que deberíamos saber? – cuestionó Ruisu.

- Bueno… lo que sucede es que desde hace un tiempo, misteriosamente, han aparecido animales muertos en el centro del bosque. – confesó Link. – He ido personalmente con los soldados a averiguar de qué se trata, pero no lo he conseguido.

- Lo peor de todo, es que quien sea que esté cometiendo eso, no lo hace con un fin de alimentarse, sino que los asesina y los deja ahí. – confesó Zelda, apenada. – La cacería con fines que no sea la alimentación está prohibida, y el que sea que esté haciendo esto, lo hace por simple placer.

- Qué terrible. – dijo Lana, impactada.

- Si es terrible. – dijo Zatyr. – Y es por eso que sugiero que vayamos a averiguar. ¿No sería esa una misión para la legión? Total, nosotros podremos estar separados, pero nunca dejaremos de ser caballeros, eso lo juramos ante las Diosas.

- Así es. – dijo Impa, recordando perfectamente ese día de la ceremonia.

- Entonces no se diga más. En este momento partiremos para allá. – dijo Link.

- Malon, tú te quedas, ¿sí? – dijo Alexandre. – En tu estado no es prudente que vengas.

- No te preocupes, me quedaré con los niños. – dijo la joven. – Solo te pido que tengan cuidado, en especial tú que eres tan impulsivo.

- Gracias por lo que me toca…

Luego de que todos se rieron por la vergüenza del lancero, todos empezaron los preparativos para su partida. Y claro está, Link encontró la excusa perfecta para poder usar la túnica que su amada le dio, y Zelda el momento perfecto para estrenar a su nuevo amigo, Mond.


En las praderas boscosas…

Los recuerdos invadían a Link y a sus amigos, a medida que se adentraban en los bosques de Hyrule. Era casi como si estuviesen reviviendo aquellos días tan lejanos cuando solo eran unos reclutas con aspiraciones para convertirse en caballeros, sin imaginarse el glorioso destino que les aguardaba a cada uno de ellos. Desde luego, diez años después, muchas cosas habían cambiado.

Para empezar, no solo eran ellos cinco. Ahora también los estaban acompañando Zelda, Aveil y Lana. Estaba además el hecho de que varios de los miembros de la legión que preferían viajar a pie ahora también habían adquirido sus propias monturas. Pero en el caso de Garrett y Ruisu, estas eran bastante… inusuales.

Durante su estancia en el Valle Gerudo, Garrett escuchó rumores acerca de un caballo negro gigantesco salvaje, con la crin de color rojizo, que nadie podía domar. Se decía que además había sido la montura del mismísimo Ganondorf en tiempos antiguos, y el gigantón de hecho pudo comprobar que sí tenía cierta similitud con el corcel infernal que montó durante la batalla final contra ellos, si bien un poco menos espeluznante. Las Gerudos muchas veces intentaron capturarlo sin éxito, pues nunca se dejaba montar. Garrett quiso intentarlo, y para sorpresa de todos, consiguió ganarse el respeto del equino y domarlo. Seguramente, lo que estaba esperando era a un jinete que fuera lo bastante fuerte para él. Y era muy apropiado: al ser más grande de lo normal, era capaz de cargar a Garrett con su tamaño y peso, y a su esposa sin dificultad alguna. Sobra decir que todos se sorprendieron mucho de verlo montado, se veía realmente imponente en él.

En el caso de Ruisu, él era el único cuya montura no era equina. Él y Lana en aquel momento se encontraban a lomos de un gran lobo, con pelaje verde grisáceo y blanco. Ruisu y Lana supuestamente lo encontraron cuando era solo un pequeño cachorro algunos años atrás. O más bien, parecía que él los encontró a ellos, dadas las circunstancias. Una cosa llevó a la otra y terminó quedándose con ellos por petición del propio Ruisu, que se encariñó con él. El pelinegro decidió ponerle por nombre "Howler", como el primer perro que tuvo cuando era niño. Ninguno de ellos se imaginó que crecería tanto como para poder cargarlos a los dos en su espalda. Y a pesar de su enorme tamaño, cuando estaba con ellos era tan dócil como cuando era cachorro. Especialmente con los niños, y las gemelas lo adoraban.

Y en aquel momento estaba resultando de gran ayuda. El gran canino estaba siguiendo el rastro, el camino enmarcado de animales muertos por todas partes. Era una vista realmente escalofriante y triste. Quienquiera o lo que fuera que había hecho eso no tenía corazón, y tenía que pagar por ello. Presintiendo que se trataría de alguna abominación monstruosa, Ruisu y Alexandre habían traído de vuelta sus armas personales, y a Garrett se le permitió volver a tomar prestados los Guantes de Poder después de devolverlos al santuario, solo por esta ocasión. Zatyr, por su parte, dijo que no necesitaba que le prestaran las esferas de fuego y hielo para sus flechas, pues en estos años había podido crear una versión mucho más potente de sus flechas explosivas. Estaba segura de que sería suficiente para manejar lo que fuera que los estuviera aguardando, y de hecho, se había tomado su tiempo para advertirles al resto que mantuvieran su distancia cuando disparara una de ellas.

El grupo hizo una parada ocasional para verificar los cadáveres de las criaturas que yacían por todo el camino. De no ser porque la mayoría de ellos habían sido expuestos a toda clase de horrores durante la guerra, sus estómagos no habrían podido soportar las visiones, aunque emocionalmente no era menos doloroso ver lo brutal que debieron haber sufrido esos pobres animales. Algunos parecían haber sido acribillados a flechazos, a otros los habían golpeado hasta aplastarles el cráneo, y otros tantos habían sido desmembrados con armas cortantes. ¿Qué, o quién podría haber hecho eso?

- ¿Alguna señal, Ruisu? – preguntó Link, todavía montado en Epona, y con Zelda a lomos de Mond cabalgando a trote suave junto a él.

- Howler se empieza a poner inquieto. – dijo Ruisu, notando que su gran canino temblaba ligeramente. – Y el rastro se vuelve más fresco entre más nos adentramos. Lo que sea que haya asesinado a estos animales, no debe de estar muy lejos.

- Eso espero. – dijo Alexandre, sosteniendo firmemente su Lanza del Dragón. – Estoy con muchas ganas de probar los nuevos trucos que aprendí durante estos años.

Ruisu le echó una mirada al lancero. Era bueno ver que no se había descuidado en su entrenamiento, y él tampoco lo había hecho. Irónicamente, aunque durante la batalla final de aquella guerra se prometió a sí mismo no volver a utilizar sus dos espadas elementales al mismo tiempo para no poner en riesgo su integridad física, al final sí comenzó a entrenar apropiadamente para poder utilizarlas por períodos limitados de tiempo. Le interesaba ver qué habría hecho

- Creo que los caballos empiezan a inquietarse también. – comentó Aveil, montada detrás de Garrett. – Inclusive el nuestro.

- El bosque empieza a hacerse muy espeso a partir de aquí. – dijo Zelda. – Tal vez sea bueno que algunos de nosotros empecemos a buscar a pie.

- Lana y yo podemos ir al frente con Howler, nos será más fácil transitar. – sugirió Ruisu, mientras él y la hechicera se bajaban de la espalda del lobo. – ¿Permiso para ir adelante, majestades?

- De acuerdo, vayan con cuidado. Si encuentran cualquier cosa, envíen una señal de inmediato.

Con ello, la pareja y el gran canino comenzaron a adentrarse entre la espesura, determinados a esclarecer el misterio. A medida que avanzaban, el olor putrefacto de los cadáveres se hacía más intenso e insoportable, pero de un modo u otro, eso era señal de que se estaban acercando a su objetivo, fuese lo que fuese. De hecho, a medida que avanzaban más, se percataban de otras cosas. Los golpes infligidos a los animales no eran aleatorios: cada uno estaba perfectamente dirigido a matar, y evidenciaban una gran fuerza en ellos. A aquellos a los que les faltaban miembros revelaban que la criatura que los mató simplemente tomaba lo que quería o necesitaba de ellos, y desechaba el resto.

- ¿Oyes eso? – preguntó Lana de repente. Howler paró las orejas y Ruisu también empezó a mirar a su alrededor.

Un sonido de cascos, pero más fuertes que los de cualquier caballo. Como si fuesen de un caballo más grande incluso que el de Garrett. Pero estos iban además acompañados de un gruñido lleno de rabia, que definitivamente no era un equino. Sonaba más bien como… como de un gran felino.

- ¡AL SUELO! – gritó Lana de repente.

Lana empujó a su marido al suelo sin previo aviso, y qué bueno que lo hizo, pues apenas un segundo después, unas flechas incendiarias pasaron encima de ellos, explotando a pocos metros de donde se encontraban. Rápidamente los dos voltearon para ver quién había sido el responsable.

La criatura frente a ellos tenía un torso superior y brazos humanos grandes y musculosos, cabeza de león con todo y melena, y la parte inferior el cuerpo y cuatro patas de un equino. Su pelaje era blanco-plateado, y en sus manos tenía un gran escudo con bordes filosos y en la otra un arco que, medido a escala, sería casi tan alto como uno de ellos puesto de pie. La bestia rugió furiosamente, mientras en sus fauces abiertas empezaba a formarse una gran bola de fuego. Sin perder tiempo, Lana se colocó frente a Ruisu, e invocó una barrera protectora, logrando escudarse de la esfera explosiva, aunque el retroceso de la explosión por poco les hace perder el balance.

- ¿Eso es un centaleón? – preguntó Ruisu. – ¡Creí que ya los habían matado a todos!

- Lo más seguro es que este sea el último. – dijo Lana. – Pero es de los peores.

A pesar de haber derrotado a Cya, Ganondorf y sus hordas hacía ya una década, era obvio que la guerra había dejado secuelas más allá del daño que los perpetradores directos habían ocasionado. La más obvia, por supuesto, fue que muchas de las criaturas oscuras que vinieron a la época a raíz de las manipulaciones del espacio tiempo escaparon al exterminio inicial y sobrevivieron alejándose de sus congéneres y ocultándose. Tarde o temprano volvían a resurgir cuando no tenían más presas para alimentarse y tenían que salir a cazar. Habían tenido algunos incidentes aislados, con centaleones azules y rojos, pero era la primera vez que encontraban uno plateado, los más grandes y fuertes entre ellos. Lana inmediatamente envió un hechizo para usar de bengala al aire y alertar al resto, aunque Ruisu dudaba que fuese necesario, después del ruido que hizo con las explosiones de sus ataques.

Sin perder tiempo, el espadachín desenvainó sus dos hojas elementales, el Sable Zora y la Espada Relámpago. Aunque se dijo a sí mismo durante la guerra que no volvería a utilizarlas simultáneamente, con el paso de los años comenzó a entrenar y ahora podía hacerlo sin peligro al menos por períodos de tiempo limitado, además, había aprendido algunos trucos nuevos durante ese tiempo. El centaleón, por su parte, empuñó su arco materializando una flecha, pero cuando la soltó, esta se dividió en tres, cada una de ellas dirigida hacia uno de ellos. Los tres saltaron fuera del camino esquivando las explosiones de los proyectiles, y de inmediato comenzaron a atacar.

- ¡¿Qué fue eso?! – exclamó Ruisu.

- ¡Ese arco está imbuido con un encantamiento especial! – gritó Lana. – ¡Puede triplicar los proyectiles que dispara!

- Significa que puede atacarnos a los tres a la vez. – dijo Ruisu. – Grandioso. ¡Howler, distráelo, yo lo atacaré de frente!

Obedeciendo a su amo, el gran lobo rodeó a la bestia y saltó, listo para clavarle sus colmillos al hombro, solo para encontrarse con el escudo, y de un solo manotón lo repelió, estrellándolo contra un árbol. El centaleón volvió a preparar su aliento explosivo, encarando a Ruisu, que también preparaba su propio ataque. La bola de fuego se encontró de frente con una X creada por una cuchilla de rayo y hielo, haciendo que los dos se neutralizaran entre sí. Lana trató de invocar una tormenta de rayos encima de él, pero este pareció anticiparse e inmediatamente se alejó de allí antes que le cayeran. Una de las razones por las que estas bestias eran tan peligrosas era que tenían la inteligencia para reconocer amenazas, y actuar adaptándose a ellas.

Con el lobo aturdido por el momento, Ruisu y Lana tuvieron que colocarse en lados opuestos para tratar de flanquearlo, con él por el frente, y ella por detrás, esto para evitar que los pudiera atacar simultáneamente. Lana disparó varias esferas de electricidad directo a la espalda del centaleón, pero aunque este las sintió, no parecía que le hubiesen hecho ningún daño en absoluto. Este se volteó hacia ella y disparó sus flechas triples, y ella instintivamente levantó su barrera protectora. Ruisu corrió y saltó hacia él para atacarlo con sus espadas elementales, pero este pareció anticiparse y alzando sus patas traseras le dio una coz que lo hizo volar hacia atrás varios metros.

- ¡Ruisu! – gritó Lana.

- Auch… ¡estoy bien! – aseguró él. El refuerzo mágico de su Armadura Zora definitivamente hizo su trabajo impidiéndole salir herido de gravedad, pero eso solo mitigaba los golpes. Todavía los sentía, y también el aterrizaje sobre su parte posterior.

Por fortuna para ellos, en eso una flecha explosiva, y un torrente de fuego en forma de dragón aparecieron. Link, Zelda y el resto de la legión, que se habían bajado de sus monturas para combatir a pie con más facilidad, habían recibido la señal enviada por Lana, y acudieron de inmediato. ¿Pero dónde estaban Aveil, Impa y Azael?

- Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí? – dijo Alexandre, girando su lanza.

- ¿Están bien? – preguntó Link, sacando su espada y escudo, y Zelda hacía lo propio con la Batuta de los Vientos.

- Ahora lo estamos. – dijo Lana. – Tengan cuidado, ese arco que trae tiene un encantamiento que le permite triplicar sus proyectiles.

- ¿Triplicar? – repitió Zatyr. Y fue entonces que miró la susodicha arma del centaleón. Ese arco, era demasiado grande para ella, pero si podía ajustarlo a su tamaño, si podía apoderarse de él… – ¡Háganle lo que quieran, pero dejen ese arco intacto! ¡Tiene que ser mío!

El resto de la legión le echó miradas a la arquera, y los que estaban lo suficientemente, pudieron ver que sus ojos lanzaban un destello de… avaricia. Sin embargo, nadie se atrevió a contradecirla, a final de cuentas, ella fue una de las pocas que no pudo llevarse un trofeo propio de sus victorias en la Guerra a Través de las Eras o un arma personal como recuerdo (la Máscara Ojo de Águila no contaba). Una justa compensación, así viniera diez años después.

En cuestión de minutos pudieron comprobar que lo que dijo Lana: Zatyr se puso frente a él para dispararle una de sus flechas explosivas, y este se protegió con su escudo. Inmediatamente, este replicó empuñando su propio arco y con un rugido le disparó una de las suyas, efectivamente haciendo que esta se dividiera en tres. La arquera saltó hacia atrás para ponerse a cubierto detrás de una roca, y las flechas al clavarse lograron agrietarla. Eso solo acrecentó el deseo de la chica terminiana de apoderarse del arma de la bestia para ella.

- ¡Trataré de distraerlo! – exclamó Garrett, mientras cogía una de las rocas y se la arrojaba.

El centaleón vio venir la roca hacia él, y disparó una de sus flechas triples, golpeando tan certeramente que la roca explotó en decenas de peñascos. Alexandre comenzó a girar su lanza para acumular llamaradas, y ejecutando una estocada al frente disparó un dragón de fuego directo hacia la bestia. Pero en vez de irse directamente en línea recta, este comenzó a volar en círculo alrededor del centaleón, de manera controlada, de una manera bastante similar a como lo hacía antes cuando utilizaba el Cetro de Fuego. Los demás se sorprendieron bastante de esto, el fuego iba de manera controlada y se mantenía en un área cerrada para evitar que se propagara por todo el bosque. Era un control perfecto. El centaleón entretanto se puso a encogerse sobre sí mismo para tratar de soportar el calor.

- ¡Atáquenlo mientras puedan!

Sin perder tiempo, los miembros restantes comenzaron a rodear a la bestia, preparando sus armas y hechizos para golpearlo tan fuerte como pudieran. Lana volvió a invocar una tormenta de rayos encima de él, y este anticipándose trató de alejarse, solo para encontrarse con otra que Zelda había hecho alrededor de la de su compañera para extender el radio sin que este se diera cuenta. Así, cuando los relámpagos comenzaron a llover, apenas atinó a cubrirse con su escudo, pero este no lo protegió de los que le cayeron en la retaguardia de su parte equina, aturdiéndole las patas traseras. De hecho, el propio escudo también llegó a su límite y terminó deshaciéndose en pedazos cuando un rayo concentrado le cayó directamente encima, cumpliendo por última vez su propósito de protección. Garrett inmediatamente siguió alzando sus puños para dar un doble golpe de martillo al suelo (hacía años que no hacía uno de esos), enviando un temblor para inmovilizar al centaleón y causar una fisura bajo sus patas. Ruisu inmediatamente siguió lanzando una ola congelante a través de ella para congelarlo contra el suelo e impedirle salir o por lo menos retrasarlo, pero aunque parecía que se soltaría en poco tiempo, le dio a Link la oportunidad de hacer su movimiento.

- ¡Es mi turno! – exclamó.

Saltando sobre el lomo de la criatura, Link hundió su espada en su hombro usándola para afianzarse. Ya que no tenía en sus manos la Espada Maestra, había mandado que le forjaran una espada del mejor acero que pudieron conseguir, y Zelda la reforzó mágicamente para que fuese capaz de cortar cualquier cosa, o tan cerca como pudiera estar de la hoja destructora del mal. El centaleón era una criatura muy dura de matar, pero incluso su resistente piel no fue pieza para la hoja que empuñaba el joven rey. Primero, respetando la petición de su amiga arquera, lo primero que hizo fue cercenarle el brazo derecho que sostenía el arco desde el hombro con un certero corte. La bestia gritó de dolor y comenzó a agitarse violentamente, tratando de quitárselo de encima, y esa fue su señal para saltar fuera de él.

- ¡AHORA, ZELDA! – exclamó Link.

Zelda no necesitó que le dijeran más: de inmediato materializó el arco sagrado y apuntó al pecho expuesto del centaleón, concentrando todo su poder en esa última y decisiva flecha. Link saltó fuera de su espalda y todos los demás se alejaron para no quedar dentro de su radio. El centaleón en un último y desesperado esfuerzo empezó a aspirar su aliento de fuego para un ataque masivo, pero no tuvo tiempo de lanzarlo: la flecha de luz se enterró exactamente en donde debía estar su corazón. La energía sagrada se incrustó en él, y tras acumularse, en una explosión luminosa se deshizo por completo, sin dejar más que un rastro y un humeante cráter donde antes se encontraba.

El peligro parecía conjurado, pero la legión se mantuvo en alerta. Los centaleones eran normalmente criaturas solitarias, así que si estaban en territorio de uno de ellos era improbable, por no decir imposible que hubiese más de ellos rondando por ahí. Pero no podían confiarse. Justo en ese instante fue que llegaron los Sheikahs y Aveil, esta última con mayor dificultad debido a no haber abandonado su montura. El gran semental era excelente para combatir en campo abierto y llanuras, pero en bosques su gran tamaño era un problema, pues dificultaba su movimiento.

- ¿De qué nos perdimos? – preguntó la Gerudo.

- Encontramos a la criatura. – dijo Zelda. – Un centaleón, uno plateado para ser exactos.

- ¡¿Centaleón plateado?! – exclamó Impa. - ¡¿Y lograron salir ilesos de pelear contra él?!

- No fue la gran cosa, aunque claro, eso porque estábamos todos. ¿Verdad? – dijo Link.

- Jaja, la legión triunfa de nuevo. Cuando estamos juntos, no hay nada que nos detenga. – agregó Alexandre.

Entretanto, Zatyr se aproximó hacia dónde quedó el brazo cortado, cuya mano todavía estaba sujetando el arco del que ella quería apropiarse. Viéndolo de cerca pudo comprobar, por lo largo en el suelo, que puesto de pie tendría que ser igual de alto de ella. Lo siguiente era quitar ese repugnante miembro cercenado, pero cuando fue a abrirlo, se dio cuenta que el agarre de los dedos seguía tan fuerte como si siguiera vivo, y no se separaban.

- ¡Huyyyyy! ¡Ya suéltalo! Caray, si hasta muerto todavía se rehúsa a dejarlo ir. ¿De qué le va a servir? – exclamó la arquera.

- ¿Te ayudo? – ofreció Garrett. El gigantón aprovechó de tener todavía los Guantes de Poder puestos y terminó de quitar la mano, arrojándola lejos para que no estorbara, y entregándole su botín a Zatyr.

- Gracias. – dijo ella, tomando el arco, y fue entonces que comprobó que no nada más era grande, también era más pesado de lo que parecía a simple vista, y por poco se va al suelo con él antes de tener que usar ambas manos para estabilizarse y volverlo a levantar.

- Muy bien, ya tenemos un problema resuelto. – dijo Azael. – Qué lástima que nos perdimos de la diversión, ¿no crees, Impa?

- Todavía no terminamos aquí. – dijo la mujer Sheikah. – Si este centaleón estaba por aquí, su guarida no debería estar muy lejos.

- Vi una cueva en aquella dirección. – señaló Aveil. – El rastro de animales muertos seguía hacia allá, parece ser un buen lugar.

- Gracias, Aveil. – dijo Zelda. – Manténganse en guardia, tal vez acabamos con ese centaleón, pero eso no quiere decir que no pueda haber otros peligros alrededor.

Todo el grupo asintió. Los que se quedaron a pie primero llamaron de vuelta a sus monturas, mientras el resto se dirigían hacia la susodicha cueva. Tras comprobar que no hubiese nada (vivo) en ese lugar que representara un peligro para ellos, se adentraron en ella.

Explorando la guarida del centaleón, pese al olor a muerte, la legión encontró algunos tesoros valiosos en ese lugar. La bestia tenía una fina colección de armas. Entre ellas una gran espada, un mandoble y otro escudo idéntico al que le destruyeron durante el enfrentamiento. Ya que de todas maneras nadie más podría reclamarlos…

- ¿Alguien quiere llevarse esto? – dijo Garrett levantando el mandoble. – Si no es así, quisiera quedármelo.

- ¿Podrás con él? – preguntó Aveil. – Es decir, sin esos guantes, sé que eres fuerte, pero…

- No estaría mal entrenar con uno de estos. – replicó el gigantón. Aveil no supo si quiso decir conservarlo a su tamaño natural o hacerse uno a medida. Pero conociéndolo, no le sorprendería si lograba hacer lo primero, incluso sin usar los Guantes de Poder.

- Interesante. – dijo Impa, mirando la gran espada. – Podría acostumbrarme a una de estas.

- También yo. – dijo Azael, admirando la gran lanza junto a ella, y recogiéndola. – Un poco pesada, pero no está mal.

Los miembros restantes de la legión y sus acompañantes no podían evitar ver como todos ellos se dejaban embelesar por las armas. Casi parecían niños con juguetes nuevos. Por lo visto, todo el alboroto que causó ese centaleón vino con un lado positivo a final de cuentas. Sin embargo, para facilitar las cosas, Lana ofreció usar su hechizo de sub-espacio y crear una dimensión de bolsillo, para cargar todos los objetos sin problemas de regreso al castillo. Al menos así, hasta que pudieran acostumbrarse a ellos.


Aquella noche…

Con todo el esfuerzo que les implicó tener que luchar contra esa bestia, la legión decidió mejor descansar y emprender el viaje de regreso al castillo al día siguiente. Con el tiempo que les llevó derrotar al centaleón antes de darse cuenta había caído la noche, así que se detuvieron a acampar en un pequeño claro.

Los caballos y el gran lobo se habían recostado a dormir, este último sirviéndole como una mullida almohada a Lana, que estaba envuelta en su capa de viaje. Aveil hacía lo propio con el corcel gigante, mientras los Sheikahs y Zelda dormían cómodamente dentro de sus sacos. Aunque Link había decidido hacer guardia, el resto de sus compañeros rápidamente se le unió alrededor de la fogata, aunque no era tiempo de relevarlo todavía. El muchacho no pudo evitar notar la familiaridad de la escena: ellos cinco, de noche y sentados alrededor de una fogata en el medio del bosque. Una sonrisa nostálgica se formó en su rostro.

- ¿Todavía se acuerdan? – preguntó, rompiendo el silencio y captando la atención de sus cuatro compañeros.

- ¿De qué? – preguntó Alexandre.

- Los ejercicios de supervivencia, cuando éramos reclutas. – dijo Link. – Apenas puedo creer que hayan pasado casi doce años desde entonces.

- Es cierto. – dijo Ruisu. – Ninguno de nosotros se imaginaba lo que nos esperaba en ese entonces.

- Qué buenos recuerdos. – dijo Zatyr. – Y ya que estamos en ello, ¿qué tal si hacemos como en ese entonces? Hace años que no nos vemos, y seguro tenemos muchas historias por contar, ¿no?

Link sonrió al escuchar eso. Todavía podía recordar, las anécdotas que se relataron aquella noche, la primera vez que acamparon los cinco a la intemperie, conociendo un poco de sus vidas. Aquella vez, él fue quien empezó con las historias, pero esta vez, se sentía con ganas de cederles la oportunidad a sus amigos primero.

- ¿Quién quiere comenzar? ¿Tal vez tú, Ruisu? – le dijo al pelinegro.

- Hmm… ¿qué tal de cómo conocimos a Howler? Ahí donde lo ven, ¿me creerán que cuando lo encontré era tan pequeño que podía montarse en mi cabeza? – les preguntó.

Los demás lo miraron. El gran lobo dormía tan apaciblemente que de no ser por su respiración podría parecer un peluche gigantesco. La idea de verlo pequeño, era graciosa, y a la vez adorable, más todavía ante la imagen mental de verlo en la cabeza de Ruisu.

- Esos lobos son unas criaturas increíbles. – dijo Ruisu. – Pensar que solo fue porque le ofrecí algo de comer cuando lo encontré. De no ser por él, tal vez no habría sobrevivido al encuentro con aquel Hinox.

- ¿Hinox? – preguntaron los demás.

- Un Hinox gigantesco. Casi tan grande como aquel golem de piedra contra el que peleamos aquella vez, ¿se acuerdan? – preguntó Ruisu. – Al parecer, alguien anduvo jugando más de la cuenta con las artes oscuras, y terminó por hacer un hechizo de agigantamiento en uno de ellos. Que suerte que Lana y yo estábamos pasando por esa aldea justo en aquel momento.

- Oh, esto suena interesante. – dijo Zatyr. – Vamos, cuéntanos más.

- Esa cosa me derribó y creo que me partió un par de costillas. – contó Ruisu. – Estuvo a punto de matarme de un pisotón, de no ser porque él llegó, y lo distrajo mordiéndole la pierna. Eso le dio tiempo a Lana de llegar hasta mí y curarme las heridas para que pudiéramos acabar con la bestia. Ya saben lo que dicen, alimenta a un perro por más de tres días y se queda pegado a ti, ¿no es así?

Los demás se rieron. Howler tal vez no fuese exactamente un "perro", pero definitivamente tenía la lealtad de uno. Cariñoso con su amo y su familia, y ferozmente protector cuando estaban en peligro, como ahora.

- Y bien, ¿quién quiere seguir ahora? – preguntó Ruisu. – ¿Alexandre?

- Je, con gusto. – El lancero se puso pensativo. – Hmm… ¿qué tal de la vez que luché contra un Talus de Hielo en las Montañas Hebra? Hace unos años, en una ocasión que viajé con una escolta a la Tundra de Tabantha, nos enteramos que estaban ocurriendo muchas desapariciones en las montañas heladas. Decidí ir a investigar, y qué bueno que llevaba la Lanza del Dragón conmigo. Esa bestia congelada era la responsable de matar a todos los que se metían en su territorio, y luego enterraba los cadáveres bajo la nieve para que nadie los encontrara. Por supuesto, no fue pieza para Volga y yo. No era capaz de soportar el calor.

- Je, tuviste una buena oportunidad de hacer lucir tu apodo de "el Dragón Carmesí", ¿verdad? – dijo Zatyr ligeramente en broma.

- Qué puedo decir, no podía dejarla pasar. – dijo Alexandre. – Aunque desde luego, estaba también el hecho de que alguien tenía que esclarecer ese misterio. Cualquiera de ustedes habría hecho lo mismo, ¿o no?

Todos asintieron. Podrían tener personalidades, tendencias, preferencias por armas y estilos de combate totalmente diferentes entre ellos, pero si había algo que todos tenían en común, que los unía como la legión, sin duda eso sería el sentido de la justicia y la incapacidad de darle la espalda a la gente que necesitaba su ayuda. Eran verdaderos caballeros de Hyrule.

- Garrett, es tu turno. – dijo Alexandre. – Escuché rumores de que acabaste con un Moldora en el Desierto Gerudo usando solo tus manos, ¿es cierto?

- Los rumores siempre exageran todo. – dijo Garrett con modestia. – En mi defensa, tuve ayuda, y es obvio que no utilicé solo mis manos. El entrenamiento que tuve con Aveil me sirvió muy bien. Durante la guerra me acostumbré mucho a utilizar los Guantes de Poder, así que entrené muy duro para no tener que depender de ellos. Y además, estaba el hecho de que no eran míos.

- ¿Qué diferencia había? – preguntó Alexandre. – A Ruisu y a mí prácticamente nos regalaron nuestras armas.

- Es cierto, si nos lo hubieras pedido, con gusto te hubiéramos dejado conservarlos. – dijo Link.

- Eran un legado de la familia real, y de los héroes que te precedieron a ti. – argumentó Garrett.

- Si no quieres quedarte con esos, ¿qué te parecería que te fabricáramos unos solo para ti? – dijo Ruisu. – Estoy seguro que a Lana no le molestaría.

- Quizás tenga razón y no le hagan falta. – comentó Alexandre. – De lo que dicen los rumores, al parecer le arrancó la cola a la lagartija sobre alimentada y se la dio a tragar por la fuerza.

Garrett se ruborizó ligeramente. De acuerdo, esa parte no era una exageración, literalmente eso fue lo que hizo. Consiguió arrancarle un buen trozo de la cola al Moldora (aunque primero le había dado unos cuantos hachazos), y luego se lo lanzó directo a la boca, forzándolo a que se lo tragara y se atragantara con él. Fue quizás un impulso momentáneo, pero sí, el crédito por eso era suyo.

- A juzgar por esa cara, parece que es cierto. – dijo Zatyr leyendo la expresión del gigantón. – Un día no tendrás que contar cómo fue eso.

- No me gusta recordarlo. – dijo Garrett. – A decir verdad fue… desagradable.

- En ese caso, supongo que le preguntaré a Aveil. Ella también estuvo allí, ¿no? – dijo la arquera. – Y bien, creo que ahora me toca a mí, ¿verdad? Podría contarles un poco de mi querida ahijada.

- Su nombre es Kira, ¿correcto? – preguntó Ruisu. – ¿Hace cuánto que te estás haciendo cargo de ella?

- Unos ocho años. – dijo Zatyr. – De hecho, la conocí poco después de que nos separamos al terminar la guerra, pero la tomé oficialmente bajo mi tutela dos años después. Esa pequeña siempre tuvo un talento natural con el arco. En unos años, creo que podría incluso superarme.

- ¿Lo dices en serio? – dijo Ruisu. – Pusiste muy alto el estándar para los arqueros de Hyrule. Será difícil que alguien llegue a alcanzarte, mucho menos superarte.

- Confío en que ella lo hará. – dijo Zatyr. – Quizás no lo crean, pero en una ocasión derrotamos juntas a un Stalnox.

- No juegues. – dijo Alexandre. – ¿Un Stalnox?

- En uno de nuestros viajes de entrenamiento, nos enteramos que había uno de ellos rondando por una aldea por las noches, causando estragos y robándose a los animales. Fuimos a investigar. Le di a Kira una de mis flechas explosivas para que la usara como distracción. No fue necesario: le dio en todo el medio del ojo y le voló la cabeza. El disparo más certero que haya visto para alguien de su edad.

- Tiro de suerte. – dijo Alexandre en tono de broma.

- Ya quisieras. Oficialmente, todos piensan que fui yo, pero fue Kira la que acabó con él. – dijo Zatyr. – Esa niña tiene potencial para superarme, y pienso ayudarla a que lo logre.

- Aveil lo ha mencionado muchas veces. – dijo Garrett. – Tal vez por eso fue que te pidió que te hicieras cargo de ella.

Zatyr no pudo más que sonreír. En efecto, su ahijada era como una extraña mezcla entre hermana menor o hija, pero se sentía realmente cercana con ella. No cabía duda que llevaba la sangre guerrera de las Gerudo en sus venas, pero fuera de eso, era una niña realmente dulce y amigable. Le recordaba mucho a sí misma cuando era aprendiz como arquera, y quizás por eso se habían visto como espíritus afines una con la otra.

- Muy bien, creo que eso solo nos deja a nuestro valeroso líder. – dijo Alexandre. – Él seguro que también tiene mucho que contar. Fue el que más viajó por las regiones de Hyrule, especialmente desde que se casó, ¿verdad?

Link se rio ligeramente. Así era, durante su luna de miel con Zelda los dos viajaron para conocer muchísimos lugares. La familia real tenía muchísimas propiedades por todo el reino, y siempre eran de gran ayuda para estar cerca de su pueblo y comprender mejor sus necesidades. Tenía muchas anécdotas que contar. Irónicamente, fuera de los ocasionales encuentros con bandidos, Link no había vuelto a enfrentarse a criaturas monstruosas, pero no por eso había dejado de entrenar. Siempre quería estar preparado para lo que fuera, especialmente ahora que tenía una nueva familia a la cual proteger. Pero hablando de su familia…

- ¿Qué tal si les cuento de cómo batallé para llegar a tiempo al nacimiento de Leiden? – les dijo.

- Oh, esa es buena. – dijo Zatyr. – Deberían haberlo visto, esos bandidos eligieron el peor momento para atacar, y el peor lugar.

Los tres hombres restantes de la legión intercambiaron miradas entre ellos, y luego vieron a su líder. Zatyr conocía esa historia, pues ella estuvo presente como parte de la escolta de Link, pero no iba a negarle el placer de relatarla.

- En ese entonces, cuando Zelda estaba en reposo por su embarazo, yo tuve que suplirla en una importante misión diplomática. – dijo Link. – Gracias a las Diosas lo que me enseñó fue de gran ayuda y pude llevarla bien, pero lo que no sé es cómo me las arreglé para mantener la compostura todo ese tiempo.

- Sáltate las lindezas, amigo, vamos a lo bueno. – insistió Alexandre.

- Está bien, ya voy. La cosa fue, que un grupo de bandidos trató de emboscarnos. Yo tenía mucha prisa por volver al castillo para estar con Zelda durante el nacimiento de nuestro primer hijo, y en serio no quería tener que lidiar con ningún retraso. Así que… tuve que enseñarles una lección del modo difícil.

- Con lo que quiere decir que él y Epona atropellaron a todos los que se les cruzaron enfrente, y ninguno de ellos supo qué los golpeó. – dijo Zatyr. – En serio, amigos, creo que nunca lo había visto tan furioso. Se veía más aterrador que tú cuando lo golpeaste aquella vez, Ruisu, y eso es decir mucho.

- ¿Se supone que debo sentirme halagado por eso? – se rio el pelinegro. El resto rápidamente lo siguió. Después de un rato, todos finalmente se quedaron en silencio, y miraron hacia el cielo, pensando en todo lo que habían hecho desde que tomaron caminos separados.

- Muchas cosas han cambiado en estos diez años. – dijo Link. – Y aun así aquí estamos, y por dentro seguimos siendo los mismos, ¿no creen?

Todos asintieron estando de acuerdo. Las vidas de todos habían tomado rumbos que ninguno de ellos había imaginado aquella noche que se sentaron alrededor del fuego bajo las estrellas, cuando solo eran unos reclutas novatos. Habían tenido que madurar, enfrentarse a un conflicto de proporciones legendarias como ninguno, pero aunque eso los había hecho crecer como personas, volverlos más fuertes, algo era seguro: seguían siendo la Legión de Link. Eso era algo que nunca cambiaría, y así querían que fuese, por el resto de sus vidas.


Varios días después…

Después que la legión se enfrentó con el centaleón, ahora habían decidido hacer una actividad "un poco más relajada", y por supuesto, en compañía de los más pequeños.

Esta vez, los organizadores de la nueva actividad fueron Ruisu y Lana, quienes les habían propuesto a sus amigos visitar el Templo de las Almas. A todos, en especial a Link y Zelda, les llamó la atención que la pareja hubiera propuesto ese sitio, pero todo tenía una especial y única razón. En las mentes de todos estaba encontrar el sitio desolado de siempre, sin embargo, se llevaron una impactante sorpresa.

El Templo de las Almas había dejado en el pasado su destartalado y arruinado aspecto, ahora se encontraba totalmente reparado, radiante, como si la desgracia no hubiera pasado por sus terrenos. Los secos jardines ya no se encontraban, pues ahora la tierra estaba cubierta por hermosos jardines de rosas rojas de varias tonalidades, las favoritas de Lana, y por supuesto, de su desaparecida contraparte. Aquel sitio con tanta historia ya no estaba cubierto por las penumbras, sino por belleza percibida y disfrutada por todos. En un rincón más alejado se podía observar en donde se debería encontrar sepultada Cya, sin embargo, ya nada de eso existía, pues rosales habían tomado su lugar, siendo estos los más grandes y hermosos de toda la edificación. Sin siquiera consultar, los niños corrieron como si un Moblin los persiguiera a conocer más del sitio, se morían por juguetear por sus rincones y divertirse entre ellos, pues pocas veces tenían la oportunidad de reunirse. Los mayores observaron animados como la pasaban sus pequeños, hasta que Ruisu les dijo que mientras sus hijos jugaban, quería mostrarles algo que había preparado para ellos.

Antes de entrar al templo, presentían que se encontrarían con un ambiente elegante y majestuoso, nada alejado de la realidad, pero lo que vieron, los dejó a todos con la boca abierta, pero por lo emocionados y conmovidos que se sintieron.

El templo se había transformado en una especie de museo, lleno de vitrales de varios colores que representaban a todos en imágenes, en especial a Link y Zelda, quienes se encontraban en el centro. Cada uno observó su cuadro maravillado, embelesado con la belleza que transmitían. Nunca se imaginaron que sus amigos les guardaban semejante sorpresa.

Los vitrales que llenaban los corredores parecían ir en secuencia, resaltando lo que para algunos podrían haber sido sus mejores momentos. Entre ellos estaban: el momento en que Link despertó la Trifuerza del Valor durante el primer asedio al castillo, y fue revelado como el héroe de las leyendas. Siguiente, el primer enfrentamiento de la legión con Wizzro en las Cuevas de Eldin. El momento en que Lana curó a Ruisu luego de que él recibió ese golpe por ella (ella insistió en incluirlo, por ser este su "primer acercamiento"). El primer enfrentamiento contra Cya, que lo obligó a todos a retirarse. El momento en que tomaron caminos separados, para sellar los Portales de las Almas. A partir de aquí, se mostraron imágenes de las aventuras que tuvieron en el pasado: Darunia siendo controlado y salvado de su trance por los Sheikahs, Ruto enfrentándose al guardián en la entrada del Templo del Agua, y el momento en que Zelda reveló su identidad como Sheik para desenmascarar a la impostora. El enfrentamiento del grupo de Lana contra Midna por un malentendido, su alianza con ella y Maripola, el enfrentamiento con el usurpador, Zant, y la breve confrontación donde Cya fue desenmascarada. Link, Garrett y Alexandre volando a lomos del pelícaro en las islas del cielo, su encuentro con Fay, su pelea contra Grahim y su duelo final con Volga, culminando en el caballero dragón entregándoles su poder y en ese momento convirtiendo a Alexandre en su "sucesor". El encuentro de todos los héroes, y el momento de revelar la verdad sobre Lana y Cya. La reconquista del Castillo de Hyrule, y el momento en que Link sacó de su pedestal la Espada Maestra. El enfrentamiento final con Cya, lamentando mucho que tuviese que llegar a ese destino. El momento en que Midna recuperó su verdadera forma, sorprendiendo a todos. Su asedio a la Fortaleza Gerudo, momento en el que les fue revelado quién era el verdadero enemigo. Y la batalla final, todos ellos de pie, junto con sus aliados del pasado encarando a las hordas de la oscuridad, con Link y Zelda en medio de todos, con sus manos juntas.

- Por sus caras, veo que la sorpresa les ha gustado. Me alegro mucho. – dijo Ruisu, riéndose.

- Siempre quise ver este lugar en buen estado, en todo su esplendor como hace siglos, y es por eso que me puse de acuerdo con Ruisu para hacerlo de la mejor manera. – dijo Lana. – ¿Qué mejor manera que hacerle un homenaje a los héroes de este reino, a nuestros amigos? Será una alegría y una paz para mí encontrarme con esto cuando venga a mis momentos de meditación. De verdad… espero que les agrade.

- ¿Agradarnos? – preguntó Alexandre. – ¡Pero si todo está increíble! Me siento más que honrado.

- Es un gran detalle que pudieran incluirnos en un sitio tan valioso como este. – dijo Aveil. – De verdad, gracias. Mi tribu se sentirá honrada y orgullosa de mí.

- En nombre de todos, les agradezco mucho este hermoso gesto. – dijo Link. – Es un agregado más a la leyenda que hemos formado… pero sobre todo a nuestra amistad.

- Ese es nuestro propósito, sobre todo el de Lana que es la autora de esta idea para empezar. – dijo Ruisu. – Que nuestra amistad sobrepase las barreras del tiempo. Gracias a ustedes por su amistad.

Luego de tantas palabras de admiración, cada pareja se acercó hacia su vitral, admirados por la belleza que desprendían. Lana iba a hacer lo mismo con el de ella y su esposo, pero este la detuvo y se la llevó a un rincón un poco más alejado. La besó en los labios completamente entregado, y ella le correspondió a su hermoso gesto.

- ¿Y eso? – preguntó Lana, recuperando el aliento.

- ¿Acaso no puedo ser afectuoso con mi amada? – preguntó, pícaro. – Cualquiera que te escuche pensará que no soy un esposo cariñoso.

- Solo es una pregunta, mi amor. – expresó la hechicera. – ¿Y por qué estamos escondidos?

- Porque también tengo una sorpresa para ti.

- ¿Ah?

Ruisu sacó de su chaqueta un paquete rectangular envuelto en papel de seda y se lo entregó a su amada. Lana lo abrió enseguida, curiosa por lo que pudiera tratarse, y su rostro se impactó a descubrirlo.

Era un cuadro formado por vitrales, pero esta vez no era de ella con su esposo, sino de Cya. Sin embargo, la imagen no se asemejaba en nada a la hechicera corrompida y despiadada que todos recordaban, sino que mostraba una parte que solo Lana conocía. La fallecida hechicera portaba el traje que usó antes que la oscuridad se apoderara de ella, sonriendo con bondad y con luz en su mirada, mientras varias rosas la rodeaban. La dama de cabellos azulados no pudo evitar llorar de la emoción al verla en sus mejores tiempos, el que hubiera deseado fuera permanente en ella.

- Espero haber sido lo más exacto posible al detallarla. – dijo Ruisu. – Han pasado años desde aquella vez que se te apareció, pero la recuerdo muy bien.

Lana no respondió en ese momento, solo se abalanzó a su esposo para abrazarlo, y este encantado la alzó ligeramente del suelo para hacerlo. Esa era la respuesta que necesitaba, que su esposa estuviera feliz con su regalo.

- Gracias… es maravilloso. – dijo Lana. – Lo atesoraré con todo mi amor.

Mientras la pareja se encontraba en su conmovedor momento, Link y Zelda se hallaban contemplando su vitral. Ambos estaban abrazados, Zelda con su cabeza arrimada al hombro de su amado, mientras varios pensamientos pasaban por su mente al ver la preciosa imagen… o más bien, recuerdos recién despertados.

- Acaso… ¿se te hace esto familiar? – preguntó Link.

- Así es… me recuerda al que se encuentra en nuestro lugar secreto, al que compartí contigo cuando supe que eras especial para mí. De la misma manera en la que nuestros antepasados se hicieron ese retrato, ahora tenemos el nuestro.

- Cierto, y para cerrar ese evento con broche de oro… creo que será mejor ir a hacer lo mismo que ellos hicieron cuando llegó la noche.

Zelda se sonrojó ante el comentario de su amado, mucho más porque, al parecer, él recordó que sucedió la noche de ese día que el retrato fue terminado. Dieron rienda suelta a la manifestación de su gran amor.

- Parece que esas cosas si recuerdas... – dijo Zelda, ruborizada.

- Eso y más, pues sabes muy bien lo que produces en mí. – dijo Link, observando con descaro a su esposa. – Pero sobre todo, sabes cuánto te amo, y eso siempre será hasta el fin de los tiempos.

- Porque por siempre serán los lazos de nuestro destino… el que nunca se romperá.

Luego de su intercambio de palabras, la pareja se besó intensamente, mientras la luz del ocaso los cubría mientras se reflejaba de colorido vitral con su imagen. El destino tenía varios significados, pues para algunos estaban determinados, para otros era el que se lograba buscándolo o construyéndolo, sin embargo, el final del camino era el mismo, donde los lazos se enlazarían hasta volverse irrompibles. La amistad, los deseos de justicia y el amor, siempre estarían presentes en ese trayecto… volviéndose así lazos del destino.

FIN


Comentarios finales:

ARTEMISS: Un gusto saludarlos, queridos lectores… de verdad, no puedo creer que hemos llegado a este punto, al final de esta historia. No lo voy a negar, me siento feliz de que haya finalizado, de que Fox y yo pudimos cumplir ese objetivo que nos trazamos el año pasado cuando decidimos iniciarlo, sin embargo, siento nostalgia, algo de melancolía que creo es normal cuando las cosas bonitas acaban, pero lo bueno de eso es que la historia seguirá aquí para futuras personas que la lean y les guste, como a Fox y a mí nos encantó crearla, o más bien, darle un toque especial a la historia del juego que ya muchos conocen.

Agradezco infinitamente a todos los que nos acompañaron en esta linda trama, pero en lo personal, agradezco a Fox por haberme propuesto hacerla. Desde hace muchos años admiraba y sigo admirando sus historias, y cuando nos hicimos amigos por este medio y me dijo que quería que escriba con él, no lo podía creer, me sentí muy feliz. ¡Muchas gracias, amigo! Esto me ha permitido crecer mucho como escritora, y complementar mi estilo con el suyo, creo que hicimos un buen trabajo, espero piensen lo mismo. Obviamente este no será el último fanfic que hagamos, a futuro tenemos planificadas algunas cosas que espero también las disfruten.

Fox, por los dos, ya se encargará de darle el agradecimiento personal a cada uno, pero por mi parte de nuevo vuelvo a hacerlo, de verdad gracias por todo su apoyo brindado, esta historia es y fue por y para ustedes.

Con cariño,

Artemiss ^^

FOX: Empiezo por responderle a mi compañera diciendo que soy yo quien quiere darte las gracias. Artemiss, trabajar contigo fue increíble, y no hubiese podido desear una mejor colaboradora para este proyecto. Me siento feliz también por haberlo terminado, siento que logré muchísimo más con tu ayuda de lo que habría hecho solo. Y otra vez, te agradezco por haberme dado ese empujoncito para volver a escribir, por ti estoy de vuelta en Fanfiction.

Y ahora, estos días estuve pensando cuál sería la mejor manera de despedirme de esta historia, y finalmente decidí compartir con ustedes algunas de las ideas que tuve en algún momento, pero que por una u otra razón no pude hacerlo o terminé haciéndolo de manera diferente a como originalmente estaba planeado. Ahí les van:

- La legión de Link originalmente iba a estar formada por (contando al propio Link) seis miembros en lugar de cinco. La sexta miembro iba a ser una ladrona a la que pillan en el castillo tratando de robarse tesoros, pero en lugar de castigarla, le ofrecen ganarse la vida de manera honrada como parte de la legión, actuando como informante y para misiones de reconocimiento (aparte de "otras habilidades" que podrían hacerla útil). Sin embargo, a medida que avanzó la historia, me di cuenta de que si bien podría ser útil al inicio, a medida que los enemigos se hicieran más fuertes su papel sería menos relevante, al punto que ya al final su presencia sería casi inexistente, así que finalmente decidí que sería mejor no usarla en primer lugar en lugar de ir eliminando su rol de manera gradual. Si les interesa, en mi DeviantArt tengo un par de dibujos que hice de ella, o al menos, la apariencia que le hubiese dado de haberla utilizado.

- Cuando concebí la idea de hacer una novelización de Hyrule Warriors por primera vez, me plantee la posibilidad de hacer que Volga cambiara de bando y luchase del lado de los héroes, tal vez teniendo con Link una dinámica similar que con Alexandre, aunque más en el sentido de "No permitiré que nadie más tenga el gusto de derrotarte", y quizás eventualmente sacrificándose para salvarlo. Pero cuando decidí introducir a la legión, me percaté de que sería algo redundante tenerlos a ambos por ser demasiado similares en actitud y estilos de combate, lo que me llevó a rehacer el rol como lo vieron aquí, de cierto modo "fusionándolos" a los dos al hacer que Volga imbuyera su espíritu en su lanza, y esta fuese usada por Alexandre.

- En relación al personaje de Ruisu, tenía planeado implementar que su estilo de combate característico fuese doble empuñadura, y que la Espada Relámpago la blandiera junto con una espada ordinaria. Pero por razones de trama no se me ocurría una razón válida para que Lana le diera esa espada, excepto que se le rompiera tratando de protegerla, así que al final terminé dejándolo en que alternara entre agarre normal e invertido, y la doble empuñadura solo la utilizó hasta el final. De igual manera, quería también que tuviese un "compañero canino", pero considerando que Midna tenía cubierto ese departamento, lo descarté por razones similares a lo que ocurrió con Volga y Alexandre, aunque como ven pude rescatar la idea para el epílogo ahora. Ustedes dirán, ¿les gustaría ver la historia de cómo llegaron a conocerse?

- Con algunas de las "misiones de relleno", tenía alguna otras planeadas por ahí que no llegué a utilizar, específicamente por ciertos elementos de la saga de Fire Emblem que quería implementar. En concreto, quería hacer una misión con "niebla de guerra", una donde los héroes se ven forzados a pelear en un lugar donde tienen visibilidad limitada y las hordas enemigas los acechan desde las sombras, así que tienen que andarse con cuidado para no caer en emboscadas desagradables. Esta hubiese sido uno de los puntos donde la chica ladrona que mencioné arriba hubiese sido de utilidad para los héroes, pues en su… profesión tener buena visión en condiciones adversas es algo crucial, ¿no?

- Por último, aquí mismo en el epílogo, originalmente tenía planeado dejarlo totalmente en manos de Artemiss. Sin embargo, nuestro amigo en común y lector regular ZeekLaerers, sugirió que para cerrar la historia, la legión tuviese una "batalla conmemorativa", así que la idea de la pelea contra el centaleón agradézcansela a él. Lo único, es que por no querer alargarme demasiado, y considerando que incluso una bestia como esa tal vez sería un desafío pero al final perdería contra las habilidades y armas de la legión trabajando todos juntos, no pude introducir todas sus sugerencias (muy buenas, por cierto), así que algunas lamentablemente se quedaron en el cajón. Perdón por eso, Zeek, pero no me olvido del crédito que te mereces por tu aporte.

Y bien, ahora sí llegó la hora oficialmente de cerrar esta historia. Muchísimas gracias a todos quienes la leyeron, y más quienes se quedaron con nosotros hasta el final. Agradecimientos por los reviews en el capítulo anterior para: Suki90, Luchux, klyVan, LordFalconX (a ti tengo algunas cosas que decirte, pero eso será en la próxima actualización de mi fic de Pokémon), dragon titanico, Athorment (gracias por prestarme a Zatyr para esta historia), Mariana Elias, darkdan-sama, PK Lucas5000, angeljasiel, LinkAnd0606 y Diegogamer779. Gracias también a los que van atrás, incluyendo a Zilia K, Yahab, IA99, sonicmanuel, BCantu, blackhawk95 y cualquier otro que se nos haya escapado. Gracias también a quienes favoritearon y siguieron, pero me hubiese gustado más interactuar con ustedes. No teman hablarnos, no mordemos… yo no mucho, al menos XD

Nos despedimos hasta una próxima oportunidad. Como dijo mi compañera, este fue solo nuestro primer proyecto juntos, pero no será el último. Por mi parte, espero ansioso el día de poder volver a colaborar con ella. ¡Hasta pronto, y gracias a todos!