Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, es autoría completa de J.K Rowling. Yo solo uso sus personajes para fines de entretenimiento y sin ánimo de lucro.

SUMMARY: Tras el despertar de su sangre Veela, Draco Malfoy comienza la búsqueda de su pareja. Una tarea titánica pues ella no lo quiere, ella no cae bajo su encanto y ella es la única que él desea y necesita. Ella es Hermione Granger.Draco!Veela/Hermione!Pareja

ADVERTENCIA: Este fic está catalogado como M pues aparecerán situaciones donde se pondrá en duda lineamientos morales versus deseos propios, situaciones de sexo explícito, relaciones entre criaturas mágicas y humanos, virginidad, entre otros. Sí eres sensible a este tipo de temas o eres menor de edad, ésta no es tu historia.

Para Fransu y Puchu

Debonair

Capítulo 1: Glamur

Draco Lucius Malfoy jugaba con un galeón pasándolo entre sus dedos mientras miraba por la ventanilla del carruaje negro y de cortinas grises. Era halado por un Pegaso irisado y de larga crin blanca ondulada. La moneda dorada refulgía otorgando un brillo cautivador cada vez que volteaba de cara a sello.

El joven Slytherin, que iba de camino a su séptimo y último año en Hogwarts contemplaba el panorama como si fuese el espectáculo más interesante del mundo. No lo demostraba por supuesto. Para la noble casa de los Malfoy, el exteriorizar sentimientos era algo íntimo que solo se destinaba para contadas ocasiones. Un rostro impertérrito y aristocrático era lo usual y lo debido.

Tomaba grandes respiros profundos impregnándose de todos los olores alrededor de él. Podía sentirlos, incluso podía saborearlos. Las margaritas, el pasto, los conejos, las hadas y hasta los horklumps. El vello de la piel se le erizaba y un gruñido barítono amodorrado sonaba desde lo profundo de su garganta. Sentía mucho placer. Unos rayos de luz se filtraban calentando su rostro de ángel. Piel pálida y facciones varoniles que había dejado atrás las mejillas redondas y los hoyuelos al sonreír.

Draco abrió los ojos instintivamente fijando sus orbes grises en una bruja que se encontraba realizando cetrería a un poco más de diez metros del carruaje. El olor que llegaba de ella era fascinante a pesar del halcón que la revoloteaba. Esa criatura olía a peste. Pero ella desprendía una fragancia muy grácil y deliciosa. La boca se le aguó, sintiendo como la encía superior de sus caninos se desgarraba para dar paso a dos colmillos filosos.

Era hermosa, de cabello corto pelirrojo. De figura diminuta y curvilínea. Su amplio escote otorgaba una muy sugerente vista de sus senos desmedidos. Las botas de cuero de dragón que llevaban solo lograban alabar más sus piernas gruesas.

La respiración del Slytherin comenzó a agitarse y su cabello platino rubio con corte que enmarcaba su rostro de escultura griega, comenzó a crecer poco a poco. No podía controlarse, era muy difícil. El galeón que le había servido de distracción cayó al piso al tensar sus dedos y sentir que sus uñas mutaban a filosas zarpas.

-Basta Draco.

Lucius Malfoy golpeó el suelo del carruaje con su cayado en forma de cabeza de serpiente plateada. Su hijo cerró sus ojos con afán y contuvo la respiración. El embriagante aroma de la mujer desapareció y con ella su lado Veela. Su cabello volvió a su mismo largo, sus uñas a su corte pulcro y sin colmillos a la vista.

-Usa el pañuelo hijo-escuchó decir a su madre que iba sentada junto a Lucius y le miraba de manera preocupada.

Draco hizo caso ipso facto y sacó del bolsillo interno de su blazer negro un trapo con sus iniciales bordadas en una esquina. Lo llevó a su rostro y su nariz aspiró su aroma. Olía a él. Olía a su colonia de siempre y eso le brindó tranquilidad. La respiración volvió a la normalidad. Se sintió humano de nuevo, suspirando largamente con calma.

-No creo que se buena idea que vayas a Hogwarts-fue lo que dijo Narcissa Malfoy con preocupación en su voz pero con poca expresión en su rostro.

-Deja de protegerlo Cissa.

La mujer giró su rostro con expresión de rabia y molestia callando a su marido sin necesidad de palabras.

-En verdad no hay problema madre-respondió Draco por su padre guardando su pañuelo de vuelta al bolsillo.-Necesito terminar mis estudios. Solo queda un año, soy Premio Anual y, además, necesito aprender a controlarlo.

-Controlarte-corrigió Lucius viendo por la ventana.-Son uno solo, no hables de tu lado Veela como un ente aparte.

El menor de los Malfoy rodó los ojos internamente como respuesta.-Sé que es difícil, en verdad lo intento.

-Deja de intentarlo y hazlo.

-Precisamente porque es complicado, deberías quedarte este año en casa-abogó la hermosa rubia en tono conciliador.-El colegio está lleno de mujeres Draco. Me preocupas…

−Cissa, míralo como una oportunidad y no como una desventaja. Draco podría encontrar a su pareja ahí.

−Lucius no lo hagas sonar tan fácil y tan trivial. A ti te ayudó que tu sangre Veela despertara después de acabar Hogwarts. No es sencillo luchar contra un instinto natural.

El hombre de largos cabellos rubios miró a su esposa tratando de ganar un duelo de miradas que ya sabía perdido. Con ella no podía sino someterse y rendirse ante cualquiera de sus palabras. Ella era su alma gemela, Narcissa Malfoy era su pareja. Él era una Veela que había tenido la bendición de haber encontrado a esa única persona en todo el mundo que podía darle felicidad, completa satisfacción y un amor incondicional hasta que ella muriera. Y cuando eso pasara, él moriría con ella. Verse sin Narcissa era cortar el hilo que lo ataba a la vida. Era tan fácil y tan complejo que solo su esencia de criatura mágica podía comprender.

Ahora sus genes habían pasado a su hijo en tu totalidad. Draco había despertado su esencia de Veela en el breve verano entre su sexto y séptimo año. Sorpresa no había sido para ninguno, pero sí estaba resultando todo un calvario tratar de calmar ese instinto monstruoso que llevaba dentro de su ser.

Lucius sabía que lo más importante para su hijo a partir de ahora, era encontrar a su pareja. No solo hallarla, que era sumamente difícil, sino marcarla, hacerla suya, volverla su compañera de vida y así poder tener su propia prole. El único motivo que movía a una Veela a vivir era su mujer y su estirpe. Su instinto de supervivencia solo vibraba al sonar de esas notas. Nada más importaba. Él mismo se sintió desorientado cuando a los 20 años, la Veela en él emergió y su mundo se volcó al revés.

Las mujeres jamás le habían parecido tan apetitosas. El olor lo mareaba hasta el punto de perder su lado humano y transformarse de a poco en la criatura. Centenares de mujeres pasaron por su cama, saciando su hambre de lujuria. Pero a ninguna marcó. Una vez que las tenía, el tedio se apoderaba de él y solo quería dejarlas abandonas a su suerte. Fue cuando Narcissa Black regresó de una estadía larga por Francia a Wiltshire.

Narcissa contaba a Draco, en una noche de fiebre intensa, entre dolores inconmensurables mientras su sangre hervía y su Veela nacía, que Lucius pudo olerla en el momento mismo en que apareció en la Mansión Black. Contó a su hijo, entre sus delirios, que su esposo parecía un demonio alado de la más hermosa estirpe cuando la hizo su pareja y que en ninguno momento de su vida se había arrepentido de su matrimonio. Ella solo podía esperar que él tuviese la misma fortuna de encontrar a esa persona y amarla hasta morir.

−Es verdad, no lo es−contestó parco tomando la mano de su esposa entre las suyas con la mirada fija en el paisaje de afuera.

−Estaré bien madre. No voy a sembrar mi semilla por todo Hogwarts.

Narcissa heló con su mirada a su hijo haciéndolo callar inmediatamente.−Eso lo doy por hecho Draco Lucius Malfoy.

−Ser Veela es algo íntimo y privado, Draco. Ya tuvimos esta charla antes de salir. Severus y Dumbledore están al tanto la situación.

−No necesito que nadie interfiera en mi vida−gruñó el joven apretando su galeón en la palma de la mano.

−Es por la seguridad del resto de estudiantes. Podrías transformarte y herir a alguien. A pesar que la Ley Mágica de Cuidado de Criaturas está de nuestro lado, no quiero malentendidos de ninguna especie.

−Lo sé.

Y sí que lo sabía. Durante su transformación destrozó toda su habitación en un arranque de ira de dos minutos. Solo podía recordar que una voz recóndita, de amenazante y bajo tono, gruñó potentemente de lo profundo de su garganta reclamando a su pareja. Era como un sueño bloqueado nebuloso. Pero en su cuerpo permanecía un recuerdo tangible de furia, desespero y fuerza bruta como jamás había experimentado.

− ¿Llevas el diario?

Draco afirmó con la cabeza. El registro de cada Malfoy en su despertar y experiencia como Veela estaba escrito en sus páginas. Cualquier incidente o pregunta, podía ser resuelta y consultada. Incluso había unas hojas en blanco destinadas para él. Draco solo rogaba que pudiese llegar a llenarlas con algo de utilidad algún día.

El carruaje se detuvo de pronto y Draco se vio envuelto en tantos aromas que tuvo que frotar el puente de su nariz con la mano derecha.

−Concéntrate en tu propio olor particular Draco. Disciplina tu mente y con ello tu cuerpo.

−Si−musitó débilmente guardando el galeón en su pantalón.

Lucius fue el primero en bajar para tenderle la mano en el mayor acto de cortesía, a su hermosa esposa de brillante cabello rubio. Era tan atractiva, que Lucius parecía desfallecer cada vez que la veía. Luego cuando la acariciaba, la tocaba o la rozaba, su Veela gruñía de excitación, casi obligándolo a secuestrarla para llevársela lejos y hacerle el amor una y otra vez. Morderla en su seno izquierdo de nuevo, donde iba la marca y lamer la sangre que brotara de ella.

−Demasiados olores. ¿Cómo lo haces padre?

−Cissa−fue la respuesta directa y precisa.

La pareja de una Veela macho podía canalizar de manera muy conveniente y positiva el maremágnum de estímulos alrededor de la criatura. Siendo ésta, su prioridad, la mayor parte del umbral de recepción se concentraba en Narcissa. Lucius podía percibir su estado de ánimo con solo su olor. Y en este momento ella emanaba un aroma dulce pero que fluctuaba con unos toques ácidos. Estaba preocupada.

−Draco, aun puedes volver con nosotros.-dijo ella de modo apaciguador.

El Slytherin cerró los ojos concentrándose nuevamente en su alrededor. Aromas provenían de toda la estación King's Cross. Era inicio de año y cientos de personas se conglomeraban para despedir a sus vástagos. Draco fijo su vista en el primer vagón mientras caminaba con su andar elegante y arrogante. Un aroma a cerveza de mantequilla y varitas de regaliz llegaron a él. De seguro eran los de primer año.

Fue cuando aromas de excitación le golpearon de lleno. Eran tibios y penetrantes. Le calentaban las fosas nasales y sus colmillos picaban por emerger. Draco detuvo su paso y se fijó que al pasar todos habían quedado en silencio para verlo. Era una sensación incomoda y satisfactoria a la vez. Su ego y su Veela interna parecían extasiados por las atenciones, pero su ser más precavido se prendió en modo de alerta.

Glamur−musitó Lucius viéndole de manera comprensiva colocando su mano enguantada sobre el hombro derecho de su hijo, animándolo para que continuara caminando.

−Al menos servirá para atraer a mi pareja.

−Eso no servirá de nada.

−El glamur en una Veela no afecta a la pareja. Es como un "clausula" de prevención, para que al momento del Cortejo el lazo entre ambos sea verdadero y no una consecuencia de un síndrome mágico.

Draco frunció el ceño al escuchar la respuesta en tono obvio de su padre. Por su parte, Narcissa soltó una risa disimulada que atrajo la mirada de unos cuantos hombres que la desviaron al encontrarse con el porte amenazante de Lucius a su lado.

− ¿No te atrajo mi padre, madre? ¿Ni siquiera un poco?

Narcissa negó con la cabeza, cerrando los ojos con humor escondido.−En lo absoluto. No entendía por qué todas caían a sus pies. Lo encontraba muy normal.

Draco fijo su mirada prieta en un grupo de femeninas de sexto año que al verlo se sonrojaron al verlo pasar. Pudo sentir en ellas un calor de ardor que nacía de lo más profundo de su intimidad, que hasta él lo encendió. El latir estrepitoso de su palpitar era un ritmo muy melódico en sus oídos.

Para la población femenina del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, Draco Lucius Malfoy, Premio Anual y Slytherin de séptimo año, era la reencarnación de Adonis griego sobre la faz de la Tierra. Era su porte, su rostro, sus ojos y sus pestañas largas monas. Su físico esbelto y espalda ancha. Su trasero firme y sus piernas que tensaban el pantalón que usaba. Era su mandíbula recta, su nariz simétrica y los mechones de cabello que llegaban a sus orejas y ocultaban someramente su mirada, lo que sacaba un suspiro de cada estrógeno que pasaba junto a él.

Así es, Draco Malfoy había pasado por un cambio tan radical pero tan nada evidente, que por cada mente paso la pregunta "¿Qué pasó con él?"

−Harry, este es el último año que tenemos para llevarnos la Copa de Quidditch. Es cuestión de honor. Todo se resume a este momento.

Harry James Potter, de ojos verdes y mirada soñadora recargaba en su hombro derecho su Saeta de Fuego. Llevaba unos blue jeans rotos, convers negros y una camisa de botones roja desgastada remangada en los codos. Junto a él iba Ronald Weasley, su mejor amigo, que le llevaba una cabeza en altura. Un pelirrojo alto, de brazos fuertes que cargaba dos maletines con el izquierdo y con el derecho sostenía un pirulí con sabor a sangre.

−Realmente me perturba que comas eso.

−Es un gusto adquirido−le contestó Ron llevándose el dulce a la boca, sacándole a su mejor amigo una mueca de repudio.

El par de Gryffindors alcanzó a la hermana menor de Ron, Ginny Weasley, quién parecía tener mucho calor de repente. Se le veía roja como su cabello, haciendo que sus pecas resaltaran aún más. La delgada muchacha alzó su larga cabellera lisa en una coleta alta para dejar que la brisa acariciara su nuca, la cual ya tenía unas cuantas perlas de sudor.

− ¿Qué te pasa?−preguntó Ron mascando lo que quedaba de dulce.−Te traje tu maleta, no la vuelvo a cargar.−Se quejó pasándosela de mala gana. Ella tan solo la recibió sacudiéndose un poco por el balance perdido debido al peso de la misma.

−Malfoy−fue lo único que pudo contestar.

Ambos chicos se giraron para ver el alboroto que parecía provenir de la parte posterior de la estación. Donde iban los vagones de prefectos y Premios Anuales. Era como murmullos de niñas, parecido al bullicio que hacían cuando Viktor Krum había estado en Hogwarts. Todo un episodio de desmayos, gritos, faldas 10 centímetros más arriba de lo normal, camisas ajustadas y escotadas, mucho labial rojo y hasta una que otro chisme de sexo en el barco de Durmstrang. El cuarto año donde las hormonas despertaron y los chicos ya no eran tan chicos.

− ¿Ese es Malfoy?−preguntó Harry empinándose para ver entre los estudiantes.−Se ve… raro.−fue lo único que pudo decir.

−Es el mismo pero… raro−apoyó Ron sin tenerse que empinar. Tenía una vista exacta de lo que pasaba. Varias chicas de su mismo año se encontraban muy cerca de él con risas estúpidas, abanicando las pestañas a mil revoluciones por segundo. Una se mordía hasta el labio y el Slytherin parecía tener una sonrisa socarrona muy bien disimulada que parecía darle más ánimos a las mujeres para seguir su coqueteo.

−Qué bueno está−musitó Ginny mordiéndose la uña del pulgar.

− ¡Hey! Mirada en otro lado−ordenó Ron haciéndola entrar al vagón del tren a punta de empujones.

La menor del clan Weasley logró mirar una última vez antes de subir de mala gana con su hermano detrás de ella y Harry delante.

−Típico del imbécil de Malfoy. Llamando la atención desde el primer día.

−Es como si hubiera regado Amortentia por toda la estación. Nunca había visto a las mujeres de este colegio actuar así−comentó Harry abriendo un compartimiento desocupado. Dejo su escoba en la parrilla encima de los asientos y se sentó cansado masajeándose así mismo el hombro.

−Así me siento−bromeó Ginny sentándose frente a él al lado de Ron que se había dejado caer pesadamente, viendo por la ventana cómo las chicas se dispersaban y cotorreaban entre ellas eufóricas antes de subir al expreso.

−Deja de hablar como una idiota Ginevra−expresó Ron de mal humor pasándose una mano por el cabello.

La pelirroja no dudo en poner su varita apuntando a las partes favoritas de su hermano.− ¿Qué?

−Nada Ginny, no lo decía en serio−rectificó en el acto sentándose recto y cubriendo su entrepierna con la maleta.−Pero hablamos del "Hurón Malfoy". El idiota oxigenado que nos ha hecho la vida imposible desde primer año. No pensé que tú fueras a caer en el poco encanto de la serpiente.

−Es un sentimiento extraño−fue lo único que dijo la bruja sin ahondar más en la conversación. Pero era eso, extraño. Ahora que no lo veía, la fascinación había disminuido hasta convertirse en nada. En definitiva algo había pasado con Malfoy.

− ¿Hermione te escribió cuando llegaba?−preguntó Ron fingiendo el menor interés en el asunto viéndose las uñas. A nadie engañaba.

Harry en sus adentros bufó con un poco de malestar ante la actitud de su amigo. Si por todos era conocido, era que Ronald Billius Weasley estaba fascinado al borde de la histeria por la mejor amiga de ambos, Hermione Jane Granger. Desde primer año el pelirrojo la miraba con tanto anhelo y admiración que parecía levitar alrededor de ella. Cuestión curiosa, pues jamás había intentado expresarle un sentimiento diferente a la camaradería. Sin embargo era un poco posesivo y extremadamente celoso con ella. Incluso no se frenaba ni con él.

Fueron varias las ocasiones que había fricción entre ambos a causa de Hermione, quién ajena en su propio mundo, era absorta a los conflictos que generaba entre sus dos mejores amigos.

Harry podía ser sincero consigo mismo, podía admitir en su cerebro y corazón que le gustaba Hermione. Si bien no era un amor intenso como el que parecía tener Ron, sí era una lealtad y un deleite muy placentero lo que sentía por ella. Llevaban viviendo casi siete años juntos. Pasando por toda clase de vejámenes y situaciones que habían hecho crecer en él, un sentimiento fuerte y pasional que a veces se le salía de control. Sobre todo en su febril imaginación, la cual la vislumbraba muchas veces con la falda suelta y la camisa de botones abierta sin sostén, mientras ella conducía su delicada mano sobre la callosa de él por toda la pierna y la subía en una caricia prohibida para que se diera cuenta que no llevaba bragas.

Harry carraspeó fuertemente sintiendo muy apretado el pantalón y su miembro muy tenso.−Llega en una semana. El viaje a Australia se demoró un poco más de lo pensado. Pero escribió a McGonagall para el permiso necesario.

− ¿Permiso?

−Hermione quedo como Premio Anual−musitó Ginny leyendo una revista de Quidditch.

−Eso es asombroso−exclamó Ron con una sonrisa amplia.

−No realmente−contestó Harry viendo como el tren arrancaba sus motores y el humo avisaba a los pasajeros la próxima parada: Hogwarts.

Continuará

COMENTARIOS DEL AUTOR

*Bueno… he vuelto al fandom de Harry Potter. Creo que vengo, además, con toda la energía recargada. Hace unos años había comenzado a hacer un fic Draco/Hermione/Harry pero lo descontinué. Este si va para el final y estoy muy emocionada por ello.

*Es un fic Veela, porque siento mucha fascinación y adicción por ese tema. Sobre todo la dupla Dramione/Veela!Mate.

*En este universo nunca existió Lord Voldemort, ni Mortífagos, ni Guerra Mágica. Pero eso se sabe mediante se desarrolle la trama.

*Debonair viene del inglés antiguo que significa refinado, elegante, gracioso, sofisticado, encantador. Todo lo que significa ser un Malfoy y una Veela.

Preguntas, dudas, comentarios. Toda crítica es bienvenida, sí y solo sí es constructiva.

Miyuki Uchiha

Escuchando "Requiem" –Nao Hiiragi