Mi Deseo.

Capítulo dieciséis: Corazón.

Segundo año de preparatoria y de nuevo Mishi-sensei era su profesora, lo cual le agradaba porque al menos ella no lo creía un delincuente por su color de cabello, aunque lo malo que tenía era que le encantaba enviar toneladas de tarea.

Toshiro y Natsuki también iban con él ese año, afortunadamente. No tenía muchos otros amigos, se unió al club de futbol y kendo solo para no aburrirse y logró llevarse bien con un par de sus compañeros, pero el invertir la mayor parte de tiempo con su familia y acosando a Rukia en su trabajo lo llevaba a rechazar salir a cualquier lado con ellos así que dudaba que lo consideraran un "amigo", más bien eran buenos compañeros de clase o de los clubes.

Desde que llegaron Ururu y Jinta ya no había vuelto a salir del gigai. Ellos mayormente dejaban que el shinigami encargado se haga cargo, pero cuando los hollows se acercaban demasiado y Karin tenía sus dolores de cabezas, iban a hacer su trabajo e Ichigo tenía que quedarse en la casa soportando a Toshiro abrazando a su hermanita para consolarla.

-¿Por qué la cara de malhumorado, Ichigo?- Natsuki picó su mejilla con sus palillos mientras estaban sentados en la azotea a la hora del almuerzo.

-Oh, nada.- se encogió de hombros. -¿Me decías algo?-

-No realmente, solo te vi distraído.- sonrió. –De todos modos quería preguntarte sí el domingo podemos ir al cine a ver esa película de la que te hablé ayer.- se frotó el brazo nerviosamente. –S-sí quieres Hitsugaya-san puede venir también…- agregó eso pareciendo un poco decaída.

-El domingo le prometí a Karin que iría a jugar futbol con ella y sus amigos de la escuela.- musitó Toshiro con voz desinteresada antes de llevarse un bocado de arroz a la boca.

-Bueno… entonces supongo que seremos solo nosotros, Natsuki.- le sonrió a su amiga, que se animó de inmediato y le devolvió la sonrisa con ojos brillantes. -¿Domingo a las cuatro, entonces?-

-En realidad salgó del trabajo a las cinco…-

-¿Eh? ¿Trabajas?- pestañeó confundido.

-Oh, sí, desde el mes pasado. Creí que te lo había dicho. Estoy en una tienda de recuerdos, mi papá me consiguió el trabajo y me estoy esforzando, no es tan difícil como pensé.- comentó alegremente. -¿Tú no tienes trabajo de medio tiempo? No estás muy lejos de cumplir diecisiete.-

-La verdad no lo había pensado.- se frotó la nuca. –Pero sí, sería bueno conseguirme un trabajo de medio tiempo.- no sabía por qué no lo había pensado antes, desde hace tiempo que le incomodaba el tener que pedirle dinero a su madre ahora que ya no era un niñito.

-Bueno, de cualquier forma ¿te parece ir al cine a las seis?-

-Ah, sí, claro.- se encogió de hombros y siguió comiendo su almuerzo.

La conversación que tuvo con Natsuki se quedó en su mente y ahora cada que paseaba por las calles de la ciudad miraba en los locales y en los folletos que veía en las paredes y postes, buscando por algún trabajo de medio tiempo que tuviera una paga decente.

De verdad que no entendía cómo no pensó en conseguirse un trabajo de medio tiempo. Así ya podría probar alguna de las cosas que siempre lo tentaban en el menú de la cafetería donde trabajaba Rukia y no podía ordenar nunca porque tenía que ahorrar para poder seguir yendo semanalmente. Además también le gustaba la idea de poder mimar un poco a su madre, las niñas y Raichi.

Cuando el sábado fue a la cafetería otra vez para volver a molestar a su chica favorita, se detuvo unos pasos antes de entrar, notando un cartel en la ventana que no había visto antes.

"Se buscan jóvenes de dieciséis a veintitrés años para meseros".

Su boca cayó abierta y de inmediato entró agradeciendo traer su curriculum recientemente hecho en su bolso de la escuela.

Rukia al verlo lo miró con una mueca y lo saludó de mala gana como siempre, pero él no la siguió cuando quiso escoltarlo a su mesa.

-En realidad… vine por el puesto de mesero.- sonrió al ver su mueca de absoluto horror. -¿Con quién debó hablar?-

-No creo que…-

-¡Oh! ¿Eres el sobrino de Rukia-chan?- Riruka se apareció de la nada sonriendo enormemente.

-¡Claro que no!- rugieron Ichigo y Rukia ante la absurda pregunta.

-Y-yo solo…-

-Él s-solo es… Él solo es el hijo de la mujer con la que vivo.- aclaró Rukia interrumpiendo al adolescente.

-Ah, ya veo.- Riruka pareció bastante divertida. –De cualquier forma ¿escuche que vienes por el puesto de mesero?-

-N…-

-¡Sí!- ahora él interrumpió a la pequeña mujer. –Estoy interesado.-

-Bien, en ese caso sígueme.- dio media vuelta.

-¡P-pero…!...-

-¡Tú sigue trabajando, Rukia-chan!- rápidamente dejó a su empleada con la palabra en la boca y entraron a su oficina. –Muy bien ¿tu nombre es Ichigo, verdad?-

-Sí, Kurosaki Ichigo. En pocos meses cumpliré diecisiete.- se frotó la nuca.

Era un poco raro estar hablando con esta Riruka cuarentona, ella no se veía muy vieja ni nada, pero era raro de todas formas verla como una mujer de negocios elegante y formal. También había un cuadro de ella abrazando a una versión cuarentona de Yukio, que también se conservaba bastante bien para su edad pero seguía siéndole sumamente extraño, más teniendo en cuenta que en la primera realidad la última vez que lo vio estaba cerca de la edad de sus hermanas.

-Eres justo lo que quiero, Ichigo-kun, un chico lindo de rasgos llamativos. ¡Estoy segura de que atraerás más clientela femenina!- aplaudió entusiasmada. –Sin embargo, tengo una petición.-

-¿Sí?- la miró sorprendido.

-Ayer se presentaron dos chicos jóvenes con experiencia queriendo ser meseros. No son tan lindos como tú pero tienen experiencia, y yo necesitó precisamente dos chicos. Se siente mal no contratar a uno y al otro sí, así que te pediré que mañana o el lunes traigas a un amigo bien parecido tuyo que también quiera trabajar para que el puesto sea suyo sin más complicaciones. Sino… temó que tendré que inclinarme un poco más a los otros dos…- hizo pucheros.

Ichigo frunció el ceño. Esto era mucha mala suerte. Aunque por otro lado…

-Creo que tengo a la persona perfecta.- sonrió nerviosamente. –Sí puedes esperar hasta el lunes mejor porque mañana tiene un compromiso, de hecho.-

-No hay problema. Estaré aquí hasta el miércoles así que tengo el tiempo preciso.- le guiñó un ojo.

Luego de tomarse una hora para molestar a su chica favorita, se marchó a su casa pensando en una forma de convencer a Toshiro de aceptar trabajar en un Café Cosplay. Él nunca aceptaría algo tan denigrante que ni el mismo Ichigo querría hacer de no ser porque quería estar cerca de Rukia. La única forma que se le ocurría para convencerlo era con la ayuda de Karin.

Fue a la habitación de sus hermanas y se alegró al encontrar a la más bajita de ellas sola haciendo tarea con el ceño fruncido.

-¿Quieres ayuda con eso?- ofreció sentándose a su lado.

-Toshiro estaba ayudándome, pero mamá le pidió que la ayudé con la cena.- murmuró ella mostrándole sus hojas. -¿Sabes de fracciones, Ichi-nii?-

-Algo.- no eran su fuerte, pero podía manejar las fracciones de sexto de primaria. Estuvieron veinte minutos trabajando en su tarea hasta por fin terminar lo que ella consideraba más difícil. -¿Segura que no quieres que te ayude con lo otro?-

-Nah, puedo manejarlo. Gracias, Ichi-nii.- le dio un rápido abrazo.

-Por cierto…- carraspeó nerviosamente, esperando que lo que tenía planeado funcione. –Emm… ¿querrías hacerme un favor?-

-¿Uh?-

.

Luego de terminar de ayudar a Masaki con la cena debido a que Raichi estaba haciendo demasiados berrinches ese día y Yuzu no alcanzaba para manejarlo, Toshiro de inmediato corrió escaleras arriba para seguir ayudando a Karin en su tarea.

Cuando llegó a su habitación, sin embargo, vio que ya había guardado todos sus útiles escolares.

-¿Terminaste?- preguntó sorprendido.

-Sí, Ichi-nii me ayudó con lo más difícil.- se encogió de hombros.

-Ah.- hizo una mueca. Le hubiera gustado ser él quien la ayudara…

-Oye, Toshiro…-

-¿Sí?- alzó una ceja.

-Umm… ¿Recuerdas que le dije a mamá que me gustaría ver en persona la final del campeonato de futbol en Tokio que es dos meses?-

-Lo recuerdo.- asintió. –Ella te dijo que no era posible porque tendrían que viajar demasiado y era muy caro.- aún recordaba su carita de tristeza, eso lo había hecho sentir realmente mal por ella.

-Bueno… Ichi-nii dijo que tal vez él pueda llevarme.- llevó una mano a frotar su nuca.

-¿Qué?- ¿cómo podría el mocoso de Ichigo llevarla a Tokio?

-Dijo que iba a conseguir un trabajo pronto y como le pagarían tan bien podría llevarme a ver el partido, aunque solo seremos nosotros dos.- sonrió. –Me hubiera gustado ir contigo, pero Ichi-nii también sabe de futbol así que no me quejó. ¡Estoy muy emocionada! Ojala que logré conseguir ese trabajo o me decepcionaré mucho.- suspiró tristemente.

Él frunció el ceño, no muy seguro de cómo sentirse respecto a esta idea del joven de cabellos anaranjados, pero no quería arruinar la felicidad de Karin así que solo le acarició el cabello suavemente.

-Ya veo, esperemos que sí.-

Luego de hablar un poco más con ella bajó para ver sí Masaki necesitaba más ayuda. Ella estaba ocupada intentando hacer que Raichi se lave las manos, así que por mientras ayudó a Yuzu a poner la mesa. Al rato Kuchiki llegó y llamaron al resto de los habitantes de la casa a cenar.

Después de la cena, decidió abordar a Ichigo en su habitación respecto al tema de Karin.

-Ah, sí, parecía que realmente quería ir a ese partido, así que pensé que puedo sacrificar un poco de mi sueldo y llevarla, después de todo la paga es muy buena.- dijo él cuando le preguntó al respecto. –Aunque por desgracia no estoy muy seguro de sí lograre conseguir el puesto.- suspiró tristemente.

-¿Por qué?- frunció el ceño.

-Bueno, se supone que debemos presentarnos en equipos de a dos, pero yo me presenté solo. La dueña dijo que sí lograba traer una amigo interesado en trabajar también nos contrataría, pero no tengo muchas opciones que se diga… y sí no lo consigo para el lunes temó que no me quedará otra que romper la promesa que le hice a Karin. Pobrecita… estaba tan emocionada, pero ni modo ¿verdad? Así es la vida.- soltó otro suspiro.

Hitsugaya entrecerró los ojos.

-No deberías hacer promesas que no puedes mantener, Ichigo.- este mocoso, podría ser más alto que él pero sin duda aún le faltaba mucho por madurar.

-Estoy buscando un compañero, pero sabes que no tengo muchos amigos en la escuela que se diga.- se frotó la nuca, mirándolo de reojo. –Solo Natsuki y bueno… tú.-

-Ah, así que eso querías.- rodó los ojos. –No soy estúpido, Ichigo. Deberías haberme preguntado primero antes de arrastrar a tu hermana en tu pobre intento de manipularme.- negó reprobatoriamente con la cabeza.

El chico más alto maldijo.

-¿Habrías aceptado?- preguntó escéptico.

-Probablemente, he estado pensando en conseguir un trabajo de medio tiempo desde que Asano lo mencionó hace unos días.- se encogió de hombros.

Según su documento falso ya tenía diecisiete años, a pesar de que apenas estaba pasando el metro cincuenta definitivamente ya no se veía como un niño, así que no tendría ningún impedimento para comenzar a trabajar y ser de más ayuda en la casa.

-¿Entonces me harías el favor de trabajar conmigo para que pueda conseguir este empleo?- Ichigo se mostró sorprendido.

-Sí, no veo el problema.- se encogió de hombros.

-Uh… ¿y qué tal sí te dijera que es un trabajo de mesero?...- el de cabellos blancos alzó una ceja, todavía sin saber por qué eso sería un problema. -… ¿En el Café Cosplay donde trabaja Rukia?...- ok, eso sí que era un problema.

-Pensándolo mejor creo que buscaré otra cosa.- hizo una mueca.

¿Mesero en una cafetería dónde había que hacer el ridículo para llamar la atención de los clientes? Nunca en la vida. Ni siquiera por alguien que consideraba como un hermano menor. Había mejores formas de ganar dinero en el mundo humano, y estaba lo suficientemente harto de sus "admiradoras" en la escuela como para soportar lo mismo en un restaurante y encima obligado a no ignorar a las lunáticas.

-¡Oh, vamos, Toshiro! ¡La paga es muy buena!-

-No dudo que para que alguien acepte este tipo de trabajo la paga deba ser muy alta, pero dudo seriamente que valga la pena.- definitivamente no lo haría, no había forma de que acepte.

-Sabes… sí tomaras este trabajo ahora, juntarías el suficiente dinero para poder ser tú quien lleve a Karin a ese partido que tanto quiere… Y sí esperaras más por un trabajo con menor paga y yo tampoco consiguiera algo tan bueno como este, entonces ninguno podría llevarla y ella se pondría muy triste de que por tu culpa le rompiéramos la promesa de que iría.-

Hitsugaya lo miró con odio.

Debía admitir que ese era un intento mucho mejor de manipularlo.

-Bien.- gruñó con los dientes apretados. –Pero apenas tenga la oportunidad renunciare.-

-Como quieras.- Ichigo sonrió victorioso.

No podía creer que había caído en la trampa del mocoso.

.

Rukia no podía creer lo que estaba viendo. Ichigo de algún modo realmente había arrastrado al tercer oficial Hitsugaya para trabajar de meseros en el mismo lugar donde ella trabajaba. ¡Todo solo para poder molestarla aún más! Ese chico era realmente incorregible.

Para su pesar, su jefa Riruka al ver a ambos jóvenes tan bien parecidos no dudo ni un instante en contratarlos, y a partir del día siguiente empezarían a trabajar todos los días después de la escuela y saldrían junto con ella a tiempo para cuando la cena estuviera lista en casa.

Apenas empezaron a trabajar los dos muchachos el cambio fue inmediato, su clientela femenina aumentó en un doscientos por ciento y eso sumado a la gran cantidad de clientes masculinos que ya tenían hacía que la gente siempre estuviera haciendo fila fuera de la cafetería esperando su turno para conseguir una mesa.

A pesar de su molestia inicial, al poco tiempo Rukia encontró que trabajar codo a codo con Ichigo no era tan malo. Hitsugaya era frío, pero sus modales perfectos lo hacían un buen anfitrión para las jovencitas entusiasmadas que lo veían como una especie de príncipe de hielo. Ichigo, por otro lado, se mostraba bastante tímido a la hora de tener que llamar a una chica "joven ama" y más que encantador era torpe y destilaba inexperiencia, aunque muchas chicas (incluida Rukia) encontraban eso adorable, así que también atraía a una parte considerable de la clientela femenina.

Pasó un mes, pasaron por el "doceavo" cumpleaños de Jinta, luego el cuarto cumpleaños de Raichi y se acercó el cumpleaños de las gemelas. Ellas cumplirían doce años (esto según el documento falso, claro, aunque de todos modos se veían de esa edad) y a Rukia se le ocurrió sugerir la idea de celebrar su cumpleaños en la cafetería, ya que ofrecían deliciosos postres y al ser familia de un empleado les harían un jugoso descuento. A Masaki le encantó la idea y planearon un elegante cumpleaños para las dos niñas que se convertían lentamente en preadolescentes.

Ichigo y Rukia decidieron no trabajar ese día, pero Hitsugaya insistió en que quería ser el mesero de las niñas, así que él trabajaría para encargarse de ser quien las mimara.

Tuvieron que pedir varias mesas, dos grandes y dos pequeñas. En una de las mesas grandes se sentaban los amigos de las niñas, en la otra Masaki y las demás madres, en una de las mesas pequeñas se sentaban las dos cumpleañeras, y sin saber cómo ni por qué Rukia acabó compartiendo una mesa sola con Ichigo.

Al ser el evento semi-formal, llevó un bonito vestido color lila que compró con sus ahorros y amarró su corto cabello en una pequeña trenza, lo cual no fue muy difícil porque había olvidado cortarlo los últimos meses así que le llegaba casi a la mitad de la espalda. Ichigo también se vistió con un traje, solo que sin corbata y con las mangas arremangadas para dar la impresión de ser más informal. Ella lo miró bastante impresionada. Él se veía… como todo un hombre.

Cuando ese pensamiento cruzó por su mente, de inmediato sacudió la cabeza y se dio una pequeña bofetada en la mejilla. Se sentó frente a él en su pequeña mesa retorciendo con nerviosismo la falda de su vestido.

¿Por qué estaba tan nerviosa de repente? Absolutamente ridículo.

-Tu idea fue realmente buena, Rukia.- comentó él de pronto, haciéndola brincar en su lugar. –Las niñas se están divirtiendo mucho.- señaló con la cabeza a sus dos hermanas, que estaban riendo alegremente hablando con sus amigos y amigas.

-Bueno, ellas ya son señoritas, creí que esto las haría sentir más maduras que con una fiesta infantil.- sonrió, relajándose un poco al ver el gesto malhumorado del cabeza de zanahoria cuando le recordó que sus hermanas ya no eran unas niñitas.

Habían alquilado un rincón de la cafetería para tener su fiesta, sería demasiado caro alquilarla toda teniendo en cuenta la alta demanda de clientes que tenían últimamente, pero tampoco es como si fueran muchas personas así que no había problema. Había velas, flores y globos que combinaban con las paredes y manteles, dando un estilo muy sofisticado al lugar. Sus compañeras de trabajo atendían a todos felizmente para que la fiesta conservara un buen ánimo y Hitsugaya estaba tratando a las niñas como verdaderas princesas (que sí lo eran, teniendo en cuenta que eran hijas del noble clan Shiba).

Rukia no pudo evitar reír entre dientes al ver el rostro de Karin volverse escarlata cada vez que su adorado Toshiro se refería a ella como "joven ama" con una reverencia y la sonrisa más encantadora que le había visto nunca. Él nunca trataba a las clientas de esa forma, no había duda de que la más pequeña Shiba-Kurosaki era su chica favorita. Yuzu también era tratada con mucho cariño, por supuesto, pero claramente la mayor parte de la atención del joven tercer oficial se la llevaba la menor de las dos.

Al ver el gesto aún más gruñón de Ichigo al notar esto, solo pudo reírse más fuerte.

-No tienes por qué estar celoso, Ichigo. Karin-chan también te ama.- lo miró divertida.

Él bufó.

-No tienes por qué consolarme, Rukia, créeme que ya estoy resignado…- masculló en voz baja.

-¿A qué te refieres?- lo miró sin entender.

-Nada, no importa.- negó con la cabeza, tomando una gran cucharada de su soufflé de chocolate. –Esto es realmente bueno, tengo que venir aquí como cliente más seguido ahora que tengo dinero.- cambió de tema.

-A pesar de que te quejas de los disfraces y todo eso, nadie puede negar que la comida aquí es muy buena.- suspiró. –Desearía que Kaien-dono, Miyako-dono y los demás pudieran probarla también…- a ellos les gustaba mucho el chocolate, seguramente les encantaría este postre y muchos otros que había probado en estos años.

Casi cinco años en el mundo humano y todavía no había señales de que fueran a regresar pronto. ¿Cuánto tiempo más pasaría?

-Yo desearía que papá pueda estar aquí…- murmuró Ichigo en voz baja, sorprendiéndola. –Incluso sí es un payaso ridículo y probablemente solo nos avergonzaría, sé que ninguna fiesta podrá sentirse completa sin él aquí.- mantuvo los ojos en su postre, su voz apenas audible con el sonido de las risas a unos pocos metros de ellos.

Rukia se sorprendió bastante al escucharlo compartir sus sentimientos de este modo con ella. Sabía que le costaba admitir debilidades, y que probablemente consideraba extrañar y querer a su padre como una de ellas.

Que compartiera esos pensamientos con ellas, por más breve y escueto que fuera al decirlo, la hizo sentir un poco… especial para él, de una forma profunda y sincera, no especial como un niñito admirando a una heroína de cuentos. Verdaderamente especial.

No pudo evitar sonreírle, estirando una mano para acariciar su mejilla casi sin darse cuenta. Él la miró con sorpresa y ella también se sorprendió y rápidamente retiró su mano al darse cuenta de lo que estaba haciendo. ¿Por qué hizo eso? ¿Qué diablos estaba pasando con ella esa noche?

-Yo… debo ir al baño.- rápidamente se levantó de su asiento sujetando los pliegues de su vestido y prácticamente huyó lejos de su mesa compartida.

Se lavó la cara con agua fría y se miró fijamente en el espejo, de nuevo preguntándose qué demonios pasaba con ella.

.

-Sin resultados en Karakura.- murmuró con rabia la única mujer integrante del Trío Terror.

-Tampoco en las ciudades vecinas.- acotó el adolescente con un puchero totalmente infantil.

-Ni en Tokio.- continuó el hombre mayor. –Eso termina los resultados más probables, y todavía quedan muchas ciudades con picos de reiatsu en la lista del doceavo escuadrón. Podría tomar años revisarlas todas.-

-¡AAAAGH! ¡Esto no puede ser!- el adolescente se acercó a una pared y la golpeó con su puño, dejando un gran agujero como consecuencia. -¡¿Dónde demonios están?!- decir que estaba frustrado era decir poco. -¡Es ridículo que no podamos encontrarlos!-

-¿Dónde los escondió ese miserable de Urahara?- su padre frunció el ceño examinando un pergamino del clan Shiba. –El rastreo de sangre es infalible, ninguna clase de truco tecnológico podría ser capaz de abolirlo. Simplemente no nos hemos acercado lo suficiente al lugar en donde están.-

-Tal vez deberíamos seguir buscando en las otras ciudades y en los distritos de Rukongai que nos faltan.- sugirió la mujer.

-¡Nos tomaría muchos más años, madre!- refunfuñó el joven.

-Tal vez…- el hombre cerró los ojos, meditando por un momento. –Tal vez deberíamos pasar a la tercera faceta de nuestro plan de todos modos.-

-¿Qué?- la mujer se quedó sin aliento, mientras que el adolescente esbozó una enorme sonrisa.

-¡SÍ! ¡Gran idea, padre!- brincó en su lugar como un niño pequeño.

-¡Pero, querido…!...- su esposa lo miró atónita. -¿No acordamos hacer eso una vez tuvieran su moral baja con las muertes de las abominaciones? No creo que…-

-No hay otra opción, querida.- alzó una mano. –Mientras más tiempo dejemos pasar más fuertes se harán, más se prepararan para derrotarnos. Sí queremos llevar a cabo nuestro objetivo es crucial actuar rápido. Ya hemos perdido demasiado tiempo en esto.- se cruzó de brazos. –Tarde o temprano la quincy y sus engendros se mostraran, cuando eso pasé los mataremos, no hay prisa.-

-Aun así…-

-¡ Estoy harto de esperar, madre! Buscarlos no es divertido, prefiero seguir con el plan.-

-Solo creo que no es necesario precipitarnos.- insistió la mujer. –Sí ellos se han estado haciendo más fuerte nosotros también, creo que podemos esperar y continuar con el plan como lo habíamos planeado inicialmente.- sus manos temblaron un poco.

Ella sabía que debían hacer esto, pero eso no impedía que se sintiera mal por toda la sangre que debían derramar. Precipitarse ahora solo causaría más muertes, lo sabía.

Todo era culpa de Urahara. Él inició esto bañando sus manos en la sangre de un inocente, ahora ellos debían teñir todo el Seireitei de rojo para hacerlo pagar por su horrible pecado.

Sintió la bilis subir a su garganta con solo recordar aquel horror.

-Comprendo tu punto, querida.- la mirada de su esposo se suavizó, y él tomó con delicadeza su mano. –Pero de verdad creo que lo mejor es actuar ahora, estamos muy limitados por nuestro anonimato y no podemos mejorar al ritmo en el que lo hacen. Sí nos descuidamos más podríamos enfrentarnos al riesgo de fallar.-

La mujer suspiró, antes de asentir.

-Está bien. Entonces seguiremos adelante con la fase tres.- serían más muertes, pero era necesario.

El hijo de ambos rodó los ojos mientras los dos compartían un beso.

-¿Y cuándo empezamos?- preguntó impacientemente.

-Pronto.- contestó su padre. –Muy pronto.-

.

Tercer año de preparatoria y Mishi-sensei seguía siendo su profesora, e Ichigo seguía sin quejarse de nada de ella que no sea su manía de mandar demasiada tarea. Ahora que tenía que lidiar con su trabajo de medio tiempo en el Café Cosplay realmente lo frustraba traer tres kilos de tarea en su mochila cada que tenían clases con ella.

Sorprendentemente, Toshiro siguió trabajando allí junto con él. Luego de varias semanas trabajando pudo juntar el dinero para llevar a Karin a su anhelado partido, lo cual claramente la hizo muy feliz porque ella no dejó de estarlo abrazando a cada oportunidad y dándole besos en la mejilla todo el tiempo después de eso. Él pareció feliz con la idea de mimarla con obsequios caros así que no renunció y continuó en la cafetería, ganando mucho más dinero que Ichigo por las generosas propinas que le dejaban sus muchas admiradoras. No es que él no tuviera las suyas propias pero el tipo realmente tenía un número exagerado de fans.

Aun así, ayudaba mucho tener a Toshiro de su lado (no es que quisiera admitirlo), ya que, como el tipo era un adicto al trabajo, le encantaba hacer las cosas por él mientras Ichigo se escabullía para hablar con Rukia, ya sea para molestarla o solo para tener una agradable conversación.

Su relación con Rukia había avanzado bastante, en su humilde opinión. A veces ella se mostraba extrañamente incómoda o inquieta bajo su mirada (no sabría decir sí esto era bueno o malo), pero diría que ya podía jactarse de tener un buen nivel de confianza con ella. Al menos sí dentro del trabajo. Se entendían como ningún otro trabajador dentro del lugar. Todos comentaban con asombro lo increíble de su buena dinámica, como siempre parecían estar sincronizados, sin interponerse en el camino del otro ni por casualidad a la hora de limpiar o llevar pedidos, o como con solo miradas él entendía que ella le decía "apresúrate" o ella entendía que él le decía "ayúdame con estas chicas problemáticas". Esto en realidad siempre fue normal para Ichigo, siempre tuvo una gran conexión con Rukia, pero ella apenas lo estaba notando cuando sus compañeras de trabajo lo señalaban sonando bastante impresionadas.

-¡Kurosaki Ichigo!- salió de sus pensamientos cuando un borrador se estrelló en medio de su frente. -¡Deja de pensar en chicas y pon atención en clases!- ante el vergonzoso grito-regaño de Mishi-sensei, toda la clase se rió de él.

-¡No estaba pensando en chicas!- solo en una mujercita de muy mal carácter. –Lo siento, sensei, ¿qué decía?- se estaba replanteando que ella le cayera bien.

-Les estaba hablando del nuevo trabajo que tendrán que hacer, lo cual abarcara el treinta por ciento de su calificación final.-

-¡Oww! ¿Qué?- todos empezaron a gimotear.

-¡Que no sean chillones! Los niños de hoy.- negó con la cabeza. –El trabajo será del tema que ustedes prefieran, pero debe ser de algo que preferiblemente afecte a la sociedad de alguna forma u otra. Lo harán de a dos personas y debe ser entregado dentro de dos meses con un mínimo de veinte páginas con su respectiva portada y conclusión.- más gimoteos. –Una vez llegue la fecha límite deberán exponerlo en clases frente a todos sus compañeros, y los que obtengan la calificación más alta tendrán la oportunidad de exponerlo frente a toda la escuela. Yo elegiré los equipos.- más quejidos. -¡Vuelven a quejarse y les bajo un punto a todos!- eso los hizo cerrar la boca. –Empezare. Serán Aikawa y Asano. Azaru y…-

-¡Disculpe, sensei!- Natsuki alzó una mano. -¿Podría ponerme con Ichigo? La casa de Aikawa está muy lejos de la mía, y debo trabajar después de clases, así que podría ser un impedimento. Ichigo es mi vecino y además él también trabaja, por lo que sería más conveniente para ambos.-

-Oh, está bien, lo que sea. Ustedes son buenos estudiantes de todos modos.- se encogió de hombros. -¡Pero a nadie más se le permite cambiar a menos que me dé una muy buena razón! Sigamos.- Natsuki e Ichigo compartieron una sonrisa mientras su sensei seguía con la lista. -…Hatsune y Hide. Hitsugaya e Itsumi.- al escuchar con quien le tocaba a Toshiro, Ichigo de inmediato volteó a verlo con pena al escuchar el chillido emocionado de Itsumi, sin poder culpar al ya-no-tan-enano por su mueca de puro espanto.

Itsumi Hanami, una de las acosadoras más pesadas y persistentes de Hitsugaya. La chica no era fea, pero tenía una personalidad tan azucaradamente falsa y una obsesión tan enfermiza con todo chico lindo que la hacían absolutamente desagradable para ellos.

No le había hecho ningún caso a Hitsugaya sino hasta que este pasó del metro sesenta recientemente y la sobrepasó en altura, hasta entonces Itsumi había estado acosando a Ichigo, pero entonces cambió a Toshiro y desde que se enteró que trabajaba en el Café Cosplay todos los días iba a acosarlo. Era una verdadera lunática.

Al menos Ichigo podría hacer el trabajo con Natsuki, su mejor amiga. También se habían vuelto muy cercanos, salía con ella casi todos los domingos ya sea al cine o simplemente a pasear o bien iba a cenar a su casa para saber más de Keigo y Tatsuki, a pesar de que con eso tenía que soportar a su odioso hijo menor.

Se sentía un poco culpable de que su tiempo estuviera tan consumido por el trabajo (y Rukia), la escuela, Natsuki y sus salidas y además los clubes, y no le quedara mucho tiempo para su madre y sus hermanas y sobre todo Raichi, que estaba cerca de cumplir cinco años, así que siempre que podía intentaba organizar su agenda para pasar aunque sea una hora del día con ellos. Esperaba que este trabajo no le consumiera tanto tiempo.

Aunque su madre tenía sus propias obligaciones siempre se hacía un tiempo para hablar con él, preguntarle cómo estaba o sí necesitaba algo. En verdad la amaba. Yuzu ahora se había hecho muy amiga de Ururu y además era obvio que algo estaba surgiendo entre ella y el pequeño bribón de Jinta, aun así ella todos los días lo abrazaba y le recordaba lo mucho que lo quería. Karin seguía con su mundo girando alrededor de Toshiro (y viceversa), pero igual disfrutaba de su compañía y no se rehusaba a pasar tiempo con él de vez en cuando. La persona favorita de Raichi después de su madre era sin duda Rukia, pero el pequeño demonio de todos modos lo admiraba y no perdía oportunidad en arrastrarlo a jugar con él.

Ese día después del trabajo decidió que estudiaría en su casa con Natsuki porque Tatsuki tendría una reunión con sus amigas (incluida su madre) y sería más silencioso allá… o eso pensaron, porque Toshiro tuvo que llevar a Itsumi Hanami con él.

-¡La casa de Toshiro-sama es tan hermosa! ¡Casi tan hermosa como tú, Toshiro-sama! ¡Pero tú eres lo más hermoso en la existencia misma!- mientras estaba preparando unos bocadillos para él y su mejor amiga, podía escuchar los chillidos de la lunática venir desde la sala de estar.

-Pobre Hitsugaya-san…- murmuró Natsuki ocultando su risa detrás de su mano. –Acabó con la presidenta de su club de fans.-

-¿Ya tiene un club de fans?- la miró boquiabierto.

-Bueno, no, no oficialmente. Pero sí lo tuvieran seguro que Itsumi sería la presidenta, ella ya le está diciendo a todo el mundo que es su novio.- él se rió entre dientes. Terminaron de preparar sus bocadillos y se dirigieron a las escaleras, teniendo que pasar por la sala de estar en el camino. –Hitsugaya-san, prepare una jarra de jugo de frutas para ti.- le tendió una bandeja.

-Te lo agradezco, Asano.- asintió con la cabeza, dejando la bandeja en la mesilla frente a ellos.

-Arrastrada…- susurró por lo bajo Hanami, aunque el lugar estaba lo suficientemente silencioso para que todos la escuchen.

La miraron mal, pero antes de que cualquiera pudiera decir nada, Karin entró al lugar y sujetó la manga de Ichigo.

-Ichi-nii ¿has visto a…?... Oh, ahí estás, Toshiro.-le sonrió, pero entonces notó a la chica abrazada a su brazo y frunció el ceño. -¿Quién es ella?- preguntó con las manos en la cintura.

-¿Quién eres tú, niñita?- Itsumi la miró con ojos entrecerrados. -¿Eres la hermanita de Toshiro-sama o algo?-

-En realidad, ella es mi hermanita.- intervino Ichigo, lanzándole una mirada de advertencia.

Como se atreviera a insultar a alguna de sus pequeñas y lindas hermanitas iba a sacarla a patadas de su casa, importándole un bledo que tuviera que hacer un trabajo en equipo con el enano o no.

-Bueno, pues para responder a la pregunta de la niñita.- Itsumi se pegó aún más a su compañero de equipo, ahora abrazándolo por la cintura. -¡Yo soy la novia de Toshiro-sama!- quiso besarlo en la boca, pero él se apartó y solo alcanzó a besarlo en la mejilla.

Ichigo compartió una mirada asqueada con Natsuki, aunque ella también parecía estar aguantando la risa. Karin, por otra parte, se quedó con la boca y los ojos muy abiertos, luego se puso roja de la ira, con sus puños apretados temblándole a un costado, finalmente pareció a punto de gritar algo, pero acabó simplemente dándose la vuelta y corriendo fuera de la sala camino a las escaleras. Justo cuando ella se fue, finalmente Toshiro logró apartar a Hanami y ponerse en pie para alejarse aún más de ella.

-Itsumi, sí no estás interesada en hacer el trabajo, tendré que pedirte que te vayas para que pueda trabajar.- gruñó con voz dura y fría.

Natsuki lo codeó y le hizo una seña para subir las escaleras e irse, a lo que decidió seguirla aunque no muy convencido.

-¿Es seguro dejarlo allí con la loca?- no es que le preocupe el enano, pero era muy probable que aquella lunática encuentre la forma de perjudicar su casa a alguno de sus habitantes de alguna manera.

-Hitsugaya-san puede cuidarse solo, y creo que podrá manejarla y que no haga lo que quiera. Confía en él.- se encogió de hombros. -¿Qué tema quieres estudiar, por cierto? ¿Karate? Uhh, mejor no… mamá nunca se callaría al respecto y tal vez hasta quiera que hagamos una presentación en su Dojo, que vergüenza.-

-¿Qué tal Shakespeare? Adoró sus obras.- no habían hablado tanto de él en esos años como la primera vez que cursó la preparatoria.

-Yo no soy muy buena en ingles.- hizo un puchero ridículo que le recordaba demasiado a Keigo. -¿Alguna otra idea? ¿Algo de cine? ¿O televisión tal vez?-

-Hmm…- entrecerró los ojos. -¿Qué tal…?...- sonrió cuando una idea se le pasó por la cabeza. -¿Alguna vez has oído hablar de la novela Romance Colorido?-

-Oh, sí, están dando repeticiones de su quinta temporada actualmente, creo. A veces la veo junto con mi papá, es su favorita.-

-Bueno, yo a veces la veía junto con mi mamá, mi verdadera madre, quiero decir.- tosió incómodamente. –También me gustaba mucho.- no mencionó su pequeña obsesión con la novela. –Creo que podría ser nuestro tema.-

-¿Pero en qué afecta a la sociedad?-

-Fue muy popular en su momento ¿no? Hicieron toneladas de mercancía, además tuvo varios escándalos por guionistas mal pagados en las últimas temporadas y el drama de los actores que eran pareja en la vida real, y la gente estaba demasiado preocupada por eso. Producciones multimillonarias, el intento fallido de película, revolución en la industria televisiva de Japón, hay mucho de donde sacar.- lo recordaba porque siempre estuvo muy al tanto de todas las noticias que salían de la que en su momento fue su novela favorita.

-Oh, eso en realidad es interesante.- sonrió. -¡Muy bien entonces! Nuestro tema será Romance Colorido.-

Eso sería divertido.

Después de que Natsuki y Hanami se fueran, Ichigo se sentó en su lugar de siempre para cenar junto a Rukia y miró con diversión el rostro de absoluto cansancio de Hitsugaya, igual a cuando su padre y Rangiku se escapaban para irse de fiesta y lo dejaban con todo el papeleo del escuadrón.

-Escuche que tienen que hacer tareas en equipo.- comentó su madre una vez terminó de servir la cena. -¿Cómo van con eso?-

-Oh, bien. De hecho decidí que iba a hacer una investigación sobre Romance Colorido ¿la recuerdas, mamá?-

-Por supuesto.- sonrió alegremente. –Tema interesante. Te deseó suerte, hijo. ¿Qué hay de ti, Toshiro-kun?-

-Dejé que Itsumi elija tema, así que investigaré el tema de…- se tomó un momento para soltar un profundo suspiro. –Almas gemelas…- admitió por lo bajo, visiblemente incómodo.

Tanto Ichigo como Jinta de inmediato estallaron en carcajadas.

Una mirada reprobatoria de Yuzu bastó para callar a Jinta, mientras que Rukia de inmediato estrelló su puño en la cabeza de Ichigo, cambiando sus risas por gemidos de dolor.

-Creo que eso es muy dulce.- opinó su madre con una sonrisa amable. –Siempre me ha gustado la idea de almas gemelas. En especial me gusta la leyenda del hilo rojo del destino.-

-¿Hilo rojo?- el de cabellos blancos alzó una ceja.

-¿Cómo el lazo espiritual?- Rukia también se mostró confundida.

-Oh, en realidad es una leyenda que dice que toda persona está unida a su alma gemela por un hilo rojo atado a sus meñiques. Tu alma gemela es el extremo de ese hilo, que puede tensarse o enredarse pero jamás romperse… O creo que así era.- rió nerviosamente.

-Suena lindo.- murmuró Ururu con una sonrisa tímida.

-Ya veo… Entonces, si eso fuera real, querría decir que Kaien-dono y Miyako-dono están unidos por ese hilo rojo ¿no es cierto? Y también usted y el capitán Shiba ¿verdad?- preguntó Rukia con curiosidad en sus ojos.

Ella se veía muy linda con esa expresión de ingenuidad en su rostro.

-Claro, claro.- su madre rió dulcemente. –Y estoy segura de que tú también tienes a alguien esperándote en el otro extremo de tu hilo rojo, Rukia-chan.- le guiñó un ojo, su mirada parpadeando a Ichigo por un segundo. ¿O tal vez se lo imaginó?

Tanto Ichigo como Rukia se incomodaron ante las palabras de la castaña, y ambos apartaron la mirada con un tenue sonrojo.

-S-si usted lo dice, Masaki-san.- murmuró Rukia luego de un momento para romper el tenso silencio que se había instalado en el comedor a raíz de los comentarios de la quincy.

Su madre volvió a reír, pero entonces desvió su mirada a las niñas y se mostró preocupada.

-Karin, cielo, ¿estás bien?- todos fijaron su atención en la niña más bajita en la casa, que estaba destrozando sus vegetales con el tenedor y apenas parecía haber comido nada. -¿Pasa algo, mi niña?-

-Estoy bien.- gruñó ella sin levantar la mirada, llevándose un gran bocado de comida a la boca y masticando sin ganas.

-¿Ocurre algo, Karin?- preguntó Toshiro preocupado.

Entonces, ocurrió lo impensable.

Karin apartó la mirada e hizo como sí no hubiera escuchado nada.

¿Estaba ignorando a Toshiro?

Todos se quedaron con la boca abierta, en especial Hitsugaya, pero entonces Raichi preguntó por el postre y la atención se volvió a él.

Ichigo se hubiera largado a reír otra vez de no temer que Rukia volviera a golpearlo.

.

-Hitsugaya-kun ¿todo está bien? Pareces distraído.- ante la pregunta de una de sus compañeras de trabajo, el joven shinigami de cabellos blancos levantó la mirada del postre que estaba ayudando a decorar al cocinero, ya que todos siempre alabaron su gran precisión y atención a los detalles.

-Estoy bien. ¿Por qué la pregunta?-

-Bueno… normalmente siempre haces un trabajo perfecto, pero ahora acabas de poner una aceituna sobre la crema en lugar de una cereza…- señaló temerosa su compañera, que tenía una personalidad muy similar a Hinamori.

Él bajó la vista y notó que efectivamente tenía razón. ¿Cómo había tenido tal descuido?

-Oh. Me disculpó.- de inmediato trató de corregir su error.

-¿Tienes algún problema con alguna chica de tu escuela, Hitsugaya-kun?- preguntó juguetonamente otra de sus compañeras de trabajo, una que siempre le recordó a Matsumoto tanto por su personalidad como por el escote indiscreto.

-No… Bueno, de hecho sí, pero no estaba pensando en eso.- se pasó una mano por el cabello.

Tener que hacer un trabajo de equipo con alguien tan irritante como Itsumi Hanami era incluso más estresante que tener que controlar a sus holgazanes capitán y teniente.

-Entonces ¿te gusta alguna chica o algo?- preguntó celosamente otra de sus compañeras, que era casi, casi, casi tan molesta como su compañera de equipo.

-Se nota que tienes problemas con alguna chica, Hitsugaya-kun. Admítelo.- se carcajeó su compañera de busto prominente.

-Bien, lo admito.- murmuró secamente mientras continuaba su trabajo de decoración.

-Entonces…-

-No es lo que ustedes piensan.- antes de que las sorprendidas mujeres hicieran algún comentario, Kuchiki intervino. –La chica que le está dando problemas a Hitsugaya-san es la hermanita de Ichigo, Karin-chan. Va en primero de secundaria, acaba de cumplir trece años.- él le frunció el ceño a la shinigami sin rango, pero últimamente ella había dejado de estar tan intimidada por él como solía estarlo antes de abandonar la Sociedad de Almas.

-¿Hitsugaya-kun es un pedófilo?- las otras meseras se quedaron sin aliento.

-¡No, no! No es de esa forma.- Kuchiki alzó las manos rápidamente mientras Hitsugaya rodaba los ojos. –Karin-chan es la protegida de Hitsugaya-san, y ella ha estado ignorándolo últimamente, eso lo tiene de malhumor.- explicó riendo nerviosa.

-Aww, que ternura.-

-Debe ser la pubertad.-

-Qué alivio, ¿entonces sigue soltero?-

Decidiendo ignorar a sus compañeras, metió el postre recién decorado en la heladera y fue a buscar algún pedido que llevar solo para ya no tener que soportarlas, saliendo justo cuando Ichigo entraba.

Por desgracia, no era mucho mejor fuera de la cocina. Como cada día Itsumi estaba de nuevo en la cafetería chillando por su atención, como sí no tuviera suficiente teniendo que aguantarla todos los días después de clase solo parloteando mientras él hacía todo el trabajo que la verdad no le interesaba en lo más mínimo. Y también había muchas otras similares a ellas llamando por su atención en la cafetería, cafetería en la que solo seguía trabajando porque le daban buen dinero y la mayoría de sus compañeros de trabajo eran medianamente soportables.

Siempre le gustó trabajar, le gustaba mantener su mente enfocada en algo que sentía que valía la pena o al menos con lo que se le daría una buena paga a cambio, sin embargo últimamente cada vez le costaba más prestar atención en el trabajo. Su mente no podía dejar de enfocarse en su persona favorita que actualmente sin ninguna razón lógica en lo absoluto había comenzado a odiarlo.

Una vez salió del trabajo, Itsumi se pegó a su brazo y no lo soltó incluso cuando llegaron a su casa. Karin estaba sentada en el borde de las escaleras como siempre, mirándolo como sí lo odiara.

-Estoy en casa…- murmuró sin ganas, ya sabiendo que ella no le iba a dar el "bienvenido" que siempre solía darle antes.

Tal como sospechó, solo se cruzó de brazos y subió escaleras arriba, ignorándolo totalmente.

Suspiró con pesar, zafándose del brazo de su compañera de clases y dirigiéndose a la sala de estar para otra hora de tortura tratando de hacer la tarea mientras ella parloteaba sin cesar.

¿Qué sucedía con su pequeña y linda Karin? Ella nunca lo trató de este modo antes, ni siquiera cuando hacía sus berrinches al verse de la edad que Raichi tenía ahora. Ni siquiera cuando estaba molesta cuando no tenía tiempo para pasarlo con ella. Entonces ¿por qué ahora de la nada lo odiaba?

Sí al menos pudiera entender la razón intentaría hacer algo para arreglarlo ¡pero no podía entenderlo! ¿Qué demonios hizo mal?

De repente, uno de los comentarios de sus compañeras de trabajo le vino a la mente. "Debe ser la pubertad", dijo ella cuando Kuchiki les explicó el problema vagamente.

¿Podría ser? Decían que los niños se ponían irritables por cualquier cosa al atravesar la pubertad, aunque no sabría decirlo con certeza porque él no sintió nada más que gratitud cuando comenzó a crecer a pesar de que fuera tan lentamente en comparación de Ichigo, y hablando de Ichigo, tampoco podría usarlo de ejemplo ya que él llevaba siendo irritante los últimos treinta años, la pubertad no lo había hecho peor excepto por el hecho de que ahora podía restregarle su altura superior todos los días. Ahora el miserable había pasado el metro ochenta, mientras que Toshiro apenas llegó al metro sesenta y cinco la última vez que lo comprobó (hace cinco días).

De todas formas ¡Karin era muy pequeña como para siquiera considerar que había llegado a la pubertad! No había absolutamente ninguna posibilidad de que fuera por eso. Ella era la misma linda y pequeña niñita que adoraba y siempre lo adoró… aunque ahora tuvieran ciertos desacuerdos que no comprendía en lo más mínimo.

Al detectar movimiento por el rabillo del ojo, salió de sus pensamientos y de inmediato colocó una mano entre él y su compañera de equipo, impidiendo que llegara a estamparle un beso en la boca como claramente había tenido la intención de hacer.

-Itsumi.- la miró con furia, ya más que harto de ella y el hecho de que esta no era la primera vez que intentaba algo así. –Se acabó, no pienso seguir soportando esto. ¿Sabes qué? Seguiré haciendo el proyecto por mi cuenta, es lo que ya hago de cualquier forma aunque odie el ridículo tema que elegiste. Y sí no quieres que borre tu nombre a la hora de entregarlo, te irás de aquí ahora y no volverás a acercarte a mí ni en la escuela ni en la cafetería, a menos claro que te dé igual reprobar la materia.- amenazó con pura frialdad rezumando de cada silaba.

Ella lo miró asustada, luego le frunció el ceño y se puso de pie.

-¡Bien! ¡Ni que fueras tan lindo!- chilló indignada, para luego marcharse de la sala pisando con fuerza.

Por primera vez en semanas, pudo respirar en paz.

.

Después de despedir a Natsuki luego de una exhaustiva revisión a viejas entrevistas hechas a los actores principales de la novela Romance Colorido, Ichigo se recostó en su cama con un suspiró cansado. Buscar esas entrevistas viejas fue lo más difícil, más que solo escribirlas y ya.

Por fortuna todo marchaba bien con su proyecto, sin dudas llegarían a entregarlo a tiempo y sería una calificación alta para ambos. Y luego… finalizaría la preparatoria y pasaría a la universidad. Y cuando llegara a eso no sabía qué demonios iba a hacer.

Debía discutirlo con su madre apenas pueda. ¿Qué iban a hacer luego de acabar la escuela?

¿La universidad? Pero en realidad eran shinigamis así que ¿no era un poco absurdo profundizar tanto en estudios que no iban a servirles una vez regresaran a la Sociedad de Almas? ¿Deberían conseguir trabajos a tiempo completo? No sabía qué pensar respecto a esa posibilidad. ¿Y qué pensarían los vecinos? Era clave que no sospecharan nada.

Suspiró, frotando su nuca con cansancio.

Y pensar que ya se veía casi de la misma forma en la que solía verse antes de despertar en esta nueva realidad. Sus hermanas también se veían casi de la misma edad en la que las vio por última vez en la primera realidad, aunque para su gran alivio aún no tenían novios. Y ahora tenían a Raichi, ese adorable pequeño demonio.

Y aun después de tanto, apenas había avanzado en su relación con Rukia.

Había hecho grandes avances, claro, ella confiaba en él y mostraba la verdadera "ella" en su presencia, pero era consciente de que estaba muy lejos de llegar a tener el mismo nivel de confianza que tenían en la primera realidad antes de que muriera.

Al principio, lo admitía, estaba más enamorado del recuerdo de la Rukia de la primera realidad que de esta Rukia en sí, de alguna forma solo quería recuperar lo que perdió y saber apreciarlo mejor. Pero ahora… después de tantas discusiones, tantas sonrisas hermosas, tanto compartir miradas y disfrutar de su compañía, sabía estaba enamorado de mucho más que un recuerdo. La amaba a ella, la quería a ella, deseaba conocerla más, que se abriera a él y confiara en él tanto como confiaba en ella. A veces sentía que estaba cerca de lograrlo, pero entonces ella volvía a poner distancia entre ellos, y él se daba cuenta de que aún le quedaban muchas cosas que aprender de ella, cosas que jamás le dijo ni en esta realidad ni en la otra.

¿Cómo llegar a ganarse su corazón sí ella era tan buena distanciándose de las personas? Ponía una máscara de frialdad que contrastaba completamente con la chica adoradora de chappys, su mirada se llenaba de indiferencia, su postura se tensaba y antes de darse cuenta ella ya se había encerrado por completo en su caparazón, alejándolo, impidiéndole llegar más cerca. Y no sabía cómo acercarse más ¿siquiera podría hacerlo? ¿Alguien lo había hecho alguna vez y la había herido? ¿Lograría que confiara en él algún día?

Sabía que estaba siendo impaciente, ya esperó treinta años y ahora que se veían de aproximadamente la misma edad era cuando comenzaba a desesperarse por lograr conquistarla, temiendo más que nunca perder la oportunidad de amarla como siempre anheló.

En medio de volver a suspirar, oyó golpes en su puerta.

-¡Entra!- exclamó sin interés, suponiendo que sería alguna de sus hermanas.

Se equivocó.

-Hola, Ichigo-san…- esa voz…

-¿Itsumi Hanami?- se sentó en su cama, mirándola con la boca abierta. -¿Qué demonios haces en mi habitación? Tú y Toshiro estudian en la sala. ¿Siquiera tienes permiso para estar en el segundo piso?- se cruzó de brazos.

-¡Oh, Ichigo-san!- de pronto sollozó y se lanzó sobre él, abrazándose a su cuello. -¡Toshiro-sama es horrible! ¡Él es tan malo! ¡Me dijo cosas despiadadas!- siguió sollozando abrazada a su cuello con un agarre de hierro, impidiéndole a Ichigo apartarla por más que intentara ya que un movimiento equivocado y le rompería los brazos. -¡Nunca debí dejarte por un pedófilo como él que solo le gustan niñas de doce años! ¡Tú eres el indicado para mí, Ichigo-san, lo veo ahora!- comenzó a besar su mejilla una y otra vez.

-¿Pero qué diablos? ¡Quítate!- se sonrojó tanto por la vergüenza como por la ira. -¡Habló en serio, Itsumi!- redobló sus esfuerzos para intentar apartarla.

Logró desenredar sus brazos de su cuello, pero no se dio cuenta de que también lo tenía atrapado con sus piernas alrededor de su cintura y cuando quiso alejar sus piernas volvió a agarrarse a su cuello. Él gimió de pura frustración.

-Toshiro-sama no sabe apreciarme, Ichigo-san.- siguió lloriqueando. –Pero yo sé que tú sí…- susurró con voz baja, y entonces…

Y entonces ella le estampó un beso en plenos labios.

-¡Wow, nii-san tiene novia!- antes de que siquiera pueda reaccionar, oyó una voz venir de su puerta y sus ojos muy abiertos se posaron en Raichi.

Y claro, en Rukia parada detrás de él, con sus ojos muy abiertos viendo como otra chica lo besaba.

Mierda.

.

-¡Atención a todos los escuadrones! ¡El doceavo escuadrón se encuentra bajo ataque del Trío Terror! ¡Atención a todos los escuadrones!- al escuchar la alarma sonar en todo el Seireitei, Kaien no lo pensó dos veces y abandonó su oficina, sin siquiera molestarse en ordenarle a sus subordinados qué hacer. Esperaba que Ukitake pudiera encargarse de eso.

Finalmente, esta era su oportunidad. Había conseguido su bankai sol por este momento.

Su escuadrón era el más cercano al doceavo, era seguro que podría llegar a tiempo e impedir que esas escorias escapen para cuando los demás lleguen, para cuando Isshin llegue y les demuestre lo poderoso que se había vuelto. Para que Isshin pueda recuperar a su familia por fin.

Uso la máxima velocidad de su shunpo y en pocos minutos llegó al doceavo escuadrón, localizando de inmediato al infame Trío Terror con sus llamativas máscaras doradas.

Habían destruido una parte considerable de los cuarteles de la división doce, y se alzaban en lo alto de uno de los pocos edificios intactos que quedaron en la zona, era como sí quisieran que los vean.

Algo andaba mal…

Retrocedió para buscar una posición más estratégica, pero entonces notó un hechizo kido aproximándose con intención de atravesarle el pecho y apenas pudo esquivarlo, por lo que solo le rozó el hombro desgarrando su manga y sacándole unas pocas gotas de sangre.

-Eres rápido, teniente Shiba.- era la mujer. –Pero no muy listo ¿verdad?- se rió con sequedad.

Él entrecerró los ojos, notando a Madarame Ikkaku y Ayasegawa Yumichika llegar a escena también. Ellos fueron rápidamente atacados por el adolescente.

Atento al hecho de que el hombre no había aparecido aún, desenvainó su katana y de inmediato invocó a Nejibana.

-¡Agita los mares y los cielos, Nejibana!- giró su espada entre sus dedos, a lo que está cambió a un gran tridente plateado más alto que él mismo.

No dudó y saltó hacia la mujer, maniobrando su tridente con manos expertas, girándolo entre sus dedos con facilidad y dándole impulso con su otra mano para intentar golpear con fuerza a la mujer mientras desaparecía y reaparecía con shunpo intentando tomarla por sorpresa y acertar un golpe.

Por desgracia, la mujer era muy rápida. Y no perdía oportunidad en lanzar hechizos mortales a diestra y siniestra, además ¿quién sabe cuándo sacaría uno de sus trucos sucios por los que eran tan conocidos? No fue por su fuerza que lograron matar a tantos altos mandos del Gotei 13, sino por sus jugarretas deshonestas y trucos baratos pero mortales. Asesinaban antes de darle a su adversario la oportunidad de mostrar toda su fuerza, lo cual probaba su bajeza. Y aun así se atrevían a hablar de moral y valores.

Ahora que finalmente habían salido del agujero donde estuvieron ocultos tanto tiempo, debía aprovechar y matarlos. Aunque sea a uno de ellos, aunque sea a esta mujer.

-Te has vuelto más fuerte.- comentó ella, impresionada. –Por desgracia para ti, eso significa que tendré que matarte esta vez. Pobre de tu esposa… se sentirá realmente triste.- en toda respuesta, Kaien envió un ataque de agua hacia ella, que lo bloqueó fácilmente usando un hechizo Bakudo. –Siempre es una pana asesinar a un noble…- siguió hablando. –Pero teniendo en cuenta lo mucho que apoyaste la boda de Shiba Isshin con la quincy, no lamentare llenar con tu sangre mis manos.- preparó un hechizo Hado.

Kaien entrecerró los ojos. ¿Por qué mencionaba la boda de Isshin y Masaki? ¿Podría ser qué…?...

La miró con los ojos muy abiertos.

-Imposible… ¿Acaso… eres tú, Miyuki?- ¿sería esta su cuñada? ¿La hermana de Miyako quien fue prometida de Isshin?

La mujer ladeó la cabeza, bajando la guardia por un instante. A pesar de su sorpresa, Kaien seguía muy atento a cualquier abertura, por lo que rápidamente aprovechó y lanzó su ataque más poderoso en su forma shikai, sin importarle matarla o no incluso si en verdad era Miyuki.

Su pequeña distracción le costó caro, ella no llegaría a esquivar su ataque a tiempo, y Kaien sonrió victorioso, pero, justo antes de que el ataque pudiera darle, un cuerpo se interpuso entre ella y él.

Era el hombre adulto del Trío Terror, cubriendo el ataque con sus brazos desnudos, que le rasgó las manos y destruyó sus mangas y los brazaletes de oro que traía en las muñecas.

Kaien hizo una mueca y se preparó para invocar su bankai ahora que tenía a ambos frente a él, pero entonces notó algo que lo hizo quedarse sin aliento.

-Fuiste muy imprudente, querida.- habló el hombre, frotando sus manos afectadas por el golpe. –Y me hiciste actuar con imprudencia también.- no había reproche en su voz, solo cansancio. –Ahora Kaien ya lo sabe…-

-Tú…- fijó sus ojos en sus brazos, notando perfectamente el remolino tatuado en su brazo. –Tú… tú eres…-

-¿Un Shiba? Sí.- admitió como sí nada. –Por eso me duele mucho tener que matar a mi propia sangre, Kaien, créeme que sí.- y entonces, a una velocidad sorprendente que no podría haber igualado incluso de estar con su guardia arriba, se acercó lo suficientemente a él como para murmurar en su oído. –Discúlpame, querido primo.- antes de que siquiera pudiera reaccionar, su mano se envolvió en reiatsu de un profundo amarillo y le atravesó el pecho con facilidad, rompiendo sus huesos y atravesando sus órganos hasta salir por entre sus omoplatos cubierta de sangre.

Kaien vomitó lo que podrían haber sido litros de sangre, pero no cayó de inmediato.

Con sus últimas fuerzas, sujetó una de las muñecas dañadas del hombre y en un estallido de todo el reiatsu que pudo concentrar en la palma de su mano hizo explotar la mitad de su brazo, sonriendo al escuchar su grito de dolor mientras caía al suelo.

-¡KAIEN!- el gritó de Isshin llegó a sus adormecidos sentidos un segundo después de que la mujer se llevara al hombre cargándolo y gritándole al adolescente que debían retirarse por el momento. -¡KAIEN!- él se arrodilló a su lado, mirándolo con ojos horrorizados. –No por favor… no tú…-

-Isshin…- vomitó más sangre. No le quedaba mucho tiempo. Necesitaba decirle. –Él es un Shi…-

-No hables. ¡Unohana te salvara!- quiso cargarlo, pero le tomó el hombro con fuerza.

-Él es un Shiba, Isshin.- logró pronunciar con dificultad. –Vi su… tatuaje… me llamó… primo…- vomitó más sangre. –Lo siento… lamento no haber podido ayudar más…- al final no logró usar su bankai contra ellos, pero no era lo que más le dolía. Ahora en todo lo que podía pensar era en Miyako e Ikki. –Dile a Mi-Miyako que…- no podía respirar, dolía, todo dolía. –Cuide a… Ikki… Les d-dejo… mi… corazón… Los a…- no pudo seguir hablando, la vida se le escapó en un último suspiro.

Al menos estaba feliz de tener a sus camaradas, sus amigos, su familia, a su esposa y a su hijo, sabía que ellos siempre lo tendrían en su corazón.

Continuara...

N/A: Regrese! :D

Han sido cuatro largos meses, lamento haberlas hecho esperar tanto :'c Tampoco estoy segura de cuándo pueda volver a actualizar... pero al menos no he vuelto a mandarlo al Hiatus, eso es bueno creo n.n

Espero q el fic les esté gustando. Muchas gracias por todos sus reviews, favs y follows! Me hacen muy feliz nwn

Umm... respecto a lo último... no me maten, es necesario para la trama TToTT Tambien me dolió :'(

Me entere q es el mes IchiRuki... espero que esta actualización cuente como aporte, porque dudo poder hacer otra cosa, ando ocupada TnT

Por si no fui clara, quisiera aclarar ahora q Ichigo, Yuzu y Karin tienen las apariencias de despues de los 17 meses, excepto q ellas tienen el pelo un poco más largo. Rukia tiene el peinado de antes del salto de tiempo, un poquito más largo, Toshiro tiene casi la misma apariencia de cuando salió de grandecito en su pelea contra el quincy Thor xD Y Masaki la apariencia de cuando muere más o menos... Ah, y Jinta y Ururu las apariencias de despues del salto de tiempo tambien xP Lo digo por las dudas nwn

Ojala pueda traerles el proximo cap pronto! Muchas gracias por leer! :D