Disclaimer: Ladybug no me pertenece


[Buscando una señal]

[cap 1: un clavo saca otro clavo]

Marinette nunca sintió un sabor tan amargo, ni un vacío tan grande como en aquel breve instante. Sin embargo, ella luchó por no desmoronarse, pues deseaba conservar la poca dignidad que aún le quedaba.

— Lo lamento mucho, Marinette — dijo Adrien con gesto preocupado. Al verlo, Marinette sintió nauseas, pues la mortificaba pensar que de ahí en adelante él no sentiría más que lástima hacía ella.

— No tienes por que hacerlo — respondió Marinette dirigiéndole una pequeña y falsa sonrisa — tu no tienes la culpa — concluyó. En ese momento, Adrien dio un paso hacía adelante y tomó su hombro.

— No quiero que te sientas mal. Si tu lo deseas, podemos caminar hacía tu casa. Sé que aún podemos ser amigos— dijo Adrien con la voz temblorosa. El muchacho dio un segundo paso hacía adelante y trató de tomar la tira de la maleta que colgaba del hombro de Marinette para ayudarle a cargarla. Sin embargo, ella se retiró de su alcance y le impidió hacerlo.

— Por supuesto que deseo que sigamos siendo amigos— respondió Marinette — pero no creo que aún me encuentre lista para pasar tanto tiempo juntos. Lo mejor será que me vaya — dijo la chica quien se dio media vuelta para evitar seguir enfrentándose a la mirada triste y preocupada de Adrien.

Marinette caminó hacía la panadería mientras que lloraba silenciosamente. El camino del colegio hacía su casa nunca le pareció tan largo como en aquella ocasión. Ella tenía el corazón roto, por lo que el dolor y la humillación se entremezclaban con los recuerdos. Y aún así, Marinette no se arrepentía de haberle confesado sus sentimientos a Adrien Agreste, puede que las cosas no hubieren marchado como ella lo deseaba, pero aún así, sentía que se había quitado un gran peso de sus hombros, tras dejar salir todo aquello que había escondido desde que lo conoció.

— Hola querida ¿cómo estuvo la escuela? — preguntó su mamá mientras que reacomodaba las bandejas de pasteles en las estanterías de la panadería.

— Bien, mamá — respondió Marinette. La sonrisa en el rostro de Sabine se fue enseguida, por lo que la chica intuyó que ella debió notar sus ojos rojos e hinchados por las lagrimas.

— ¿Problemas con los estudios? — preguntó Sabine.

— No realmente — contestó Marinette dedicándole una suave sonrisa. Sabine le respondió el gesto, por lo que la chica intuyó que su mamá lo había comprendido todo.

— No te pongas triste, Marinette — murmuró Tikki una vez se encontraron las dos solas en la habitación. Ella no tuvo fuerzas para responderle, así que se limitó a darle una suave sonrisa.

La tarde pasó de una manera casi letárgica, entre tarea atrasada y proyectos de diseño en los que deseaba trabajar. Sin embargo, en cuanto llegó la noche, Marinette se despojo de su viejo y aburrido "yo" y se trasformó en Ladybug. No había momento en el que se sintiera más libre que en el que llevaba puesto su llamativo traje rojo con pecas. Ella se deshacía de todas sus inseguridades y dejaba de ser la chica simplona a la que Adrien Agreste había rechazado aquella misma tarde.

Marinette saltó de tejado en tejado al tiempo que se alejaba cada vez más del corazón turístico de la ciudad y se adentraba en uno de los círculos industriales que la circundaban. Personalmente, ella no disfrutaba pasar tiempo en aquella área a semejante hora de la noche, después de todo, seguía siendo muy joven, pero no le quedaba más remedio, ya que la pista del Akuma los llevaba a aquel punto de la ciudad.

Las calles oscuras pasaban una tras otra, mientras que el rancio olor de algunos depósitos de basuras que se juntaban en los callejones la mareaban. Marinette tuvo mucho cuidado de no acercarse a ninguno de ellos, ya que muchos pertenecían a fabricas de ese sector y podrían contener residuos industriales peligrosos. De repente, una sombra pasó a su lado, por lo que sus sentidos se agudizaron y sus músculos se tensaron preparándose para el ataque, en tanto sus dedos se cerraban apretando fuertemente su yoyo.

— Hola mi "lady" — susurró una suave y escurridiza voz en su oído.

— ¿Qué crees que estás haciendo? — preguntó Marinette de una forma inusualmente brusca en tanto se daba la vuelta para enfrentarlo. Chat Noir cayó del techo, al tiempo que se apoyaba en su bastón con mucha gracia, sin dejar de dedicarle una coqueta sonrisa.

— Solo quería darte una sorpresa— Bromeó. Marinette no entendió a que se debió su reacción, solo sabía que se encontraba molesta como nunca, y aquel pobre sujeto frente a ella era él único con quien podría desquitarse.

— Hemos sido un equipo por cerca de un año, y no puedo creer que aún no comprendas cuanto me molesta que no tomes en serio nuestro trabajo. Sin embargo, hay un Akuma suelto ahora mismo en la ciudad, no sabemos que daños pueda ocasionar, pero a ti parece no importarte. Este no es momento para bromear — dijo la chica en un tono firme. Chat Noir dejó de sonreír e irguió su postura para evitar que ella pensara que no tomaba sus palabras en serio.

— Lo lamento mi "lady", te prometo que no volverá a suceder — dijo Chat Noir calmadamente.

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Adrien no era estúpido, él sabía perfectamente que no era el momento para hacerse el gracioso, pues pocas veces había visto a Ladybug tan molesta como en aquella ocasión. Su mente repasó una y otra vez los eventos de los últimos días y pronto encontró la razón. Jamás habían tardado tanto en capturar un Akuma. Normalmente, cuando uno de estos seres se mostraba, su ataque era tan fuerte que su presencia no pasaba de desapercibida, y Chat Noir y su compañera tenían la situación controlada en un par de horas. Sin embargo, ya había pasado cerca de una semana y no podían capturar a este sujeto.

— ¿ Viste algo sospechoso al venir hacía aquí? — preguntó Ladybug al tiempo que observaba hacía la calle desde una de las azoteas. Chat Noir quien se hallaba junto a ella se apresuró a contestar.

— No — respondió Chat Noir — las calles parecen vacías, aunque me pareció ver a un par de pandilleros dos cuadras más abajo, eso no es extraño, después de todo, por aquí hay un par de fabricas abandonadas, pero no hay rastros del Akuma — comentó.

Adrien permaneció en silencio mientras que veía a la chica a su lado inspeccionar el paisaje con una mirada seria y casi calculadora, estaba claro que se encontraba pensando en los últimos días. Aquel lunes, un par de noticieros reportaron una serie de ataques en aquella zona. El culpable, tan solo abordaba a su victima y succionaba su energía, dejándolo en una especie de estado comatoso en la mitad de uno de los callejones de aquel barrio.

El primer día, encontraron dos personas, el segundo día, otras dos. Solo fue cuestión de tiempo antes que Ladybug se diera cuenta de que se trataba de un patrón establecido, ya que las cuatro victimas trabajaban en el mismo lugar. Adrien había escuchado a su papá nombrar a aquella empresa, pues eran los encargados de desarrollar los aromas para los perfumes de su línea de modas. Por lo que Gabriel Agreste fue el primero en resentir un posible cierre.

— No puedo creer que el director no hubiera querido cerrar la perfumería por algunos días— dijo Ladybug molesta. — está poniendo en riesgo a todos.

— Pronto será navidad, y será la época de mayores ventas, deben prepararse — comentó Adrien repitiendo de memoria las palabras que había escuchado de su papá en varías ocasiones.

— ¡Entonces, eso es más importante que la seguridad de las personas! — exclamó Ladybug subiendo el tono de voz.

— No estoy diciendo que yo esté de acuerdo con esta decisión, tan solo dije que entiendo porque actúan de esa manera — explicó Adrien para quien era cada vez más obvio que Ladybug quería buscar pelea aquella noche. Al parecer, su compañera estaba de un humor peor de lo que inicialmente había pensado.

— Lo lamento — dijo Ladybug — hoy no tuve un buen día, pero no tengo razón para desquitarme contigo — se disculpó la chica dedicándole una breve sonrisa.

— No hay problema— contestó Chat Noir, a quien realmente le hubiera gustado tener el coraje suficiente para preguntarle acerca de los problemas que la agobiaban. Sin embargo, él sabia que aquello no era inteligente, pues su compañera era celosa en lo que concernía a su identidad secreta, es más, aquella era una de las pocas ocasiones en las que la había visto mezclar su vida privada con su trabajo como Ladybug.

— Me pregunto que clase de persona hay que ser para crearle problemas a una chica como tu — dijo Chat Noir tratando de parecer encantador. Ladybug se volteó hacía él y le dedicó una fuerte risotada.

— ¡Ha! Te apuesto lo que tu quieras a que si me conocieras en el mundo real y sin esta máscara, tu ni siquiera me notarías — comentó, con un toque de amargura en su voz.

— Eso no es cierto — se apresuró a discutir Chat Noir — yo jamás te pasaría por desapercibida.

— Si, si lo harías — afirmó Ladybug sin despegar su inquisitiva mirada de la calle. — pero eso no importa, tenemos que entrar al deposito de la perfumería— indicó su compañera en tanto sacaba su compacto, y le enseñaba un mapa en la diminuta pantalla.

— Tenemos que atravesar este corredor hasta llegar a las oficinas — dijo Ladybug — quiero buscar información, tengo el presentimiento de que el director sabe a la perfección a quien nos enfrentamos, pero nos oculta información.

— Posiblemente tiene miedo de que provoquemos un cierre en su fabrica cuando está tan cerca la temporada navideña — opinó Chat Noir.

— Eso fue lo mismo que yo pensé — asintió Ladybug sonriéndole.

Los dos chicos se siguieron el plan de Ladybug y se infiltraron en la fabrica evadiendo la seguridad, a través de una ventana que daba a una bodega subterránea. Ella le indicó el camino mientras que juntos subían las escaleras hasta las oficinas de la empresa. Chat Noir no se atrevió a preguntar nada, pero estaba claro para él que su compañera sabía muy bien lo que buscaba. Sin embargo, su curiosidad le ganó en cuanto vio el rotulo en uno de los cubículos.

— Recursos humanos — leyó Chat Noir confundido, al tiempo que Ladybug se las arreglaba para abrir el cerrojo del archivador — ¿Qué es exactamente lo que estamos buscando? — preguntó Adrien.

— Los registros de despidos — contestó Ladybug — los Akumas se activan por los sentimientos negativos de las personas, y nada despierta más sentimientos negativos que un despido injusto— le explicó. Chat Noir sonrió al darse cuenta nuevamente de cuan inteligente era su compañera, pues aquel detalle era obvio, pero ella fue la única que pensó en ello.

— Buen punto — reconoció Adrien.

— ¡Aquí esta! — exclamó Ladybug en tanto sacaba un folio de la carpeta — mira esto, es un e mail impreso, dice que le dan la orden al jefe de recursos humanos para que adelantara los tramites del despido de Maria Dupont. Según esto, debieron despedirla el pasado lunes, justo el día en que los ataques comenzaron. — dijo la chica emocionada.

— ¿No hay más información? — preguntó Chat Noir quien no estaba seguro de que aquel correo fuera prueba suficiente de que a aquella mujer la hubieren despedido.

— Probablemente no han creado el archivo, aún es muy pronto. Por ahora, esta es nuestra única pista, el último despido ocurrió hace meses — dijo Ladybug en tanto sacaba su compacto y le tomaba una foto a la hoja de datos personales de María Dupont.

— Tiene lógica — asintió Chat Noir cruzándose de brazos. De repente, un sonido metálico los alertó, por lo que el par de súper héroes caminaron con mucho cuidado para ver de quien se trataba.

— Es tan solo un guardia de seguridad — dijo Adrien quien dejó salir un aliviado suspiro.

— Tenemos que salir de aquí —afirmó Ladybug.

Nuevamente, Chat Noir siguió a su compañera. Pero esta vez, no buscaron la bodega subterránea sino la ventana más alta que pudiera conducirlos hasta la azotea. Adrien continuó detrás de Ladybug hasta que llegaron nuevamente al exterior.

— Y ahora, ¿cuál es tu plan? — preguntó el muchacho.

— Mañana en la noche iré a hablar con la familia de María Dupont. En su hoja de registro decía que se encuentra casada, y también estaba su dirección. — comentó Ladybug mientras sacaba su compacto y ojeaba la foto que tomó minutos antes.

— Me temo que no podré acompañarte — dijo Adrien, quien aquel día tenía que asistir a una gala para presentar una de las nuevas líneas de accesorios de Gabriel Agreste.

— No hay problema, yo iré sola—dijo Ladybug seriamente. Adrien se la quedó mirando por un momento, era claro que aún seguía molesta por alguna misteriosa razón.

— El hecho de que no te pueda acompañar no significa que no te quiera — aseguró el muchacho. Adrien hubiera querido morderse la lengua por haber dicho aquellas palabras, pero ya era demasiado tarde, ella lo miraba entre sorprendida y preocupada.

— ¿Me quieres? — preguntó Ladybug.

— Sí— se atrevió a decir Chat Noir.

— Eso no es cierto — negó Ladybug, pero antes de que él pudiera contradecirla, ella continuó. — Tu no me quieres, lo que tu quieres es a este personaje ficticio que ves frente a ti, este reflejo que pasa las noches vestida de spandex rojo, mientras salta por los tejados de París. Pero, te aseguro que si conocieras a la verdadera "yo" , no serías capaz de notar siquiera mi existencia— dijo la chica mirándolo fijamente.

—Yo... — empezó Chat Noir sin hallar las palabras adecuadas. La respuesta de Ladybug a su improvisada declaración lo desarmó completamente.

— Chat, tu no me conoces, no sabes quien soy realmente — dijo la chica — y yo tampoco te conozco, tan solo he visto a quien se esconde detrás de la mascara, en cierto sentido, nada de esto es real.

— Para mi si lo es — se apresuró a reclamar Adrien — es más real que mi vida común y corriente. Tu no entiendes Ladybug, cuando tengo la máscara puesta puedo ser yo mismo, y soy libre. Para mi, esto es más real de lo que nunca será nada en el mundo.

— Puede que las cosas sean así para ti, pero para mi es muy diferente. Ladybug es una versión mejorada de mi misma. Si yo no llevara puesta mi máscara tu jamás te fijarías en mi — repitió la chica.

Adrien volvió a quedar desarmado, la verdad es que no sabía que hacer o que pensar ante semejante comentario. Bien parecía que ella tenía baja autoestima, o que era desgarradoramente realista.

— Chat, tal vez deberías buscar a alguien en el mundo real. Tu no tienes más que una especie de visión idealizada de mi, no conoces mis defectos, ni mis costumbres, esto no funcionaría.

— Pero yo te quiero a ti— insistió Chat.

— ¡Tu quieres a Ladybug, no a la verdadera yo! — dijo la chica subiendo el tono de voz.

— ¿Eso significa que no me darás una oportunidad? — preguntó Adrien quien sentía su corazón palpitar cada vez más rápido.

— No, mientras yo siga siendo Ladybug y tu Chat Noir, esto no sería real — dijo la chica suavemente. Adrien sintió un gran vacío en la boca en el estomago mientras que la sangre le subía a las mejillas, nunca se había visto tan triste y humillado.

— Perfecto— asintió Chat Noir sin poder disimular su molestia — ¿hay alguna razón por la que deba quedarme, o ya puedo irme a mi casa? — preguntó Adrien un poco más agresivamente de lo que había intentado escucharse.

— No parece que el Akuma vaya a atacar esta noche, supongo que podemos irnos a dormir — dijo Ladybug en un suspiro.

— Perfecto — asintió Adrien fríamente — hasta mañana mi lady.

Adrien no se tomó el trabajo de dedicarle una última mirada a su compañera antes de comenzar a saltar por los tejados de las casas. De repente, una pesada nocturno se hallaba cubierto de manchas que anunciaban una tormenta.

— No podía ser en peor momento — se quejó Chat Noir en un murmullo. Una gota se trasformó en cientos en cuestión de segundos, y Adrien maldijo su suerte, no solo había sido rechazado sino que ahora se encontraba completamente mojado en medio de uno de los barrios más feos de la ciudad, a tan solo unas horas de haber puesto una gigantesca barrera entre él y una de las personas que más apreciaba en su salón de su clase.

Chat Noir rió amargamente en voz baja, pues el destino tenía una curiosa manera de burlarse de él "un rechazo por otro rechazo, supongo que estamos a mano" pensó con sarcasmo mientras se apresuraba sobre los techos de zinc. Adrien se apresuró, pues quería que aquel día acabara lo más rápido posible. Sin embargo, lo único que consiguió fue dar un paso en falso sobre el metal y caer al piso.

El golpe se pudo contar entre los peores que hubiera sufrido en su vida, a pesar de que había tenido la dudosa suerte de caer dentro de uno de los tantos contenedores de basura que se encontraban en los callejones. Adrien sintió como un par de envases de vidrio se quebraban debajo de él, mientras que un fuerte olor le inundaba los sentidos.

— ¿Por qué tengo tan mala suerte? — se preguntó el muchacho mientras que se ponía de pie con dificultad. Fue tan solo al abandonar el contenedor de basura que Adrien se dio cuenta de que una serie de cortaduras le adornaban la piel. Su traje parecía intacto a simple vista, pero él podía sentir las heridas escocerle por debajo de la ropa.

— ¡Ouch! — exclamó. Después, se apresuró a volver a los tejados con ayuda de su bastón. Adrien saltó por casi media hora, hasta que se dio cuenta de que las heridas le dolían cada vez más, casi como si le quemaran. Sus manos comenzaron a hincharse y su garganta a contraerse de tal forma que casi le costaba trabajo respirar.

Fue cuestión de minutos antes de que Adrien se diera cuenta de que no iba a poder llegar a su casa, tenía que parar a descansar, la pregunta era: ¿dónde?. Chat Noir reconoció la calle en la que se encontraba, allí vivían buena parte de sus amigos y compañeros de colegio, el problema era que no podía llegar a donde cualquier persona a mitad de la noche, vestido como un superhéroe.

Marinette… — pensó Adrien mientras miraba hacía la pastelería que aún permanecía abierta. Él sabía que aquella casa sería el refugio perfecto, Marinette ya conocía a Chat Noir, por lo que no se sorprendería de su presencia en aquel lugar, además, ella era lo suficientemente confiable para encargarse de él si es que se hallaba herido de gravedad. Sin embargo, él no podía pedirle ayuda tras haberla rechazado aquella misma tarde.

La rechazó Adrien, no Chat Noir—pensó el muchacho mientras que sentía que su garganta se contraía cada vez más. Adrien discutió con sigo mismo por un par de segundos más, hasta que el intenso dolor en las heridas y sus manos hinchadas le hicieron tomar una decisión apresurada.

Adrien golpeó la ventana que pertenecía a la habitación de Marinette, pero nadie abrió, por lo que decidió insistir una y otra vez, ya que no sabía cuanto más aguantaría. Justo cuando se encontraba listo para darse por vencido, una sombra caminó frente a la ventana y la abrió de par en par.

— Pero que… — comenzó Marinette quien no pudo contener la sorpresa de encontrarse frente a frente con Chat Noir. Adrien apenas pudo reparar en su apariencia, ella se encontraba vestida con una cómoda pijama rosada de pantalón adornada con flores , mientras que su cabello permanecía húmedo como si hubiera acabado de lavarlo.

— Hola princesa ¿puedo entrar? — preguntó Adrien quien hizo el mayor esfuerzo por mantener su encantadora sonrisa en pie mientras sentía que todo a su alrededor le daba vueltas.

— Te vez muy mal, entra — dijo Marinette mientras le tomaba el brazo y lo conducía al interior de su habitación.

— Me parece que tienes el rostro hinchado — dijo Marinette inspeccionándolo con atención.

— Así es — afirmó Adrien mientras que se dejaba caer en el diván en el cuarto de la chica — caí sobre unos contenedores de basura industrial, algo en aquellas bolsas me causó una reacción alérgica. Por favor, princesa, dime que tienes un antihistamínico a mano. Lo que sea, pero que sirva para tratar las alergias — dijo el muchacho mientras luchaba por no cerrar los ojos.

— Lo mejor sería que tratara un médico — opinó la chica suavemente.

— No puedo ir a un médico, princesa. Nadie puede ver mi hermoso rostro, el público no podría sobrellevar tanta belleza — respondió Adrien bromeando con la garganta seca y voz carrasposa marcada por el dolor.

—No es momento para bromear, se nota que estás muy enfermo— dijo la chica mientras que ponía su mano sobre su frente — Mamá tiene unos cuantos en el botiquín. Ella también sufre de alergias — afirmó Marinette.

— Creo que me corté con algunos vidrios, siento como si las heridas me quemaran— se quejó Adrien.

— Tendrás que tomar una ducha puede que algo en tu piel te esté causando la alergia — dijo Marinette seriamente.

— No puedo hacerlo — negó Chat Noir alarmado — tus padres no pueden saber que me encuentro aquí, nadie puede hacerlo, tengo que proteger mi identidad — afirmó el muchacho mientras trataba de levantarse del diván. Adrien pensó en aquel momento que aquello había sido una mala idea, tan solo le crearía problemas a Marinette.

—Algo en aquellas bolsas de basura debió causarte la alergia — opinó la chica — Papá y mamá no se darán cuenta, ellos se encuentran abajo en la panadería, tienen un enorme pedido para mañana, son casi mil cupcakes decorados, trabajarán toda la noche.

Chat Noir bajó las escaleras con la ayuda de Marinette, hasta que llegaron al baño principal. Adrien entró a la pequeña habitación y se sentó en el borde de la tina, mientras fijaba su mirada de los azulejos blancos. Sin lugar a dudas, aquel sitio no era tan elegante como su propia casa, en donde su baño privado tenía el doble de espacio del que compartía esta familia, pero nunca se había sentido tan agradecido como en aquella ocasión.

— Toma esto — dijo Marinette poniéndole un par de pastillas blancas en la mano y un vaso de agua. Adrien no dudó en tomarlas enseguida mientras que el liquido le ayudaba a despejar el incómodo sentimiento en la garganta.

— Voy a irme por un rato, volveré en diez minutos, aquí están las toallas — dijo señalando un armario junto al sanitario — por favor, date prisa — pidió la chica preocupada.

— No me tomará más de cinco minutos — dijo Adrien con voz cansada y una débil sonrisa. Marinette le respondió el gesto y se dio media vuelta para salir de la habitación, pero antes de que ella pudiera dejarlo solo él volvió a llamarla — princesa, ¿puedo pedirte un último favor?

— ¿Cuál? — preguntó Marinette casi fríamente.

— Queso.

— ¿De que clase? — volvió a preguntar.

— Camembert, si es posible — dijo Adrien sintiendo que abusaba de su gentileza.

— Dame un momento — contestó la chica, tras lo que dejó la habitación. Adrien se sorprendió al ver que ella tomó su extraña petición como si fuera lo más normal del mundo.

— Plagg, es hora de descansar— susurró Chat Noir en tanto el kwami salía de su anillo, y él volvía a ser el mismo de siempre.

Adrien abrió la llave y se metió en la ducha rápidamente, mientras que dejaba que el agua tibia limpiara sus heridas. Marinette estaba en lo correcto, algo en su piel debía haberle causado aquella alergia, ya que el ardor cesó, en tanto las pastillas comenzaban a hacer efecto en su cansado cuerpo. Chat Noir levantó las manos y las observó con atención, dándose cuenta de que ya no se veían tan hinchadas y amoratadas como instantes antes. De repente, la advertencia de la chica lo sacó de su ensueño y se apresuró a vestirse.

— Plagg tienes que transformarme — dijo el muchacho.

— ¡Ha! Debes estar loco, necesito recargarme — comenzó el kwami mientras se estiraba perezosamente sobre el lavamanos, si Adrien no se hubiera encontrado tan nervioso y frentico por la posibilidad de ser descubierto, hubiera pensado que era una imagen muy graciosa.

— Esto no es una broma, Marinette volverá en cualquier momento. Yo necesito transformarme — repitió el muchacho.

— No, no lo haré si tu no me das un poco de camembert— se negó Plagg al tiempo que movía su gran cabeza de lado a lado.

— Eres un perezoso, ni siquiera usé mi poder y tu ya quieres llenarte de queso — se quejó Adrien quien en momentos como esos se preguntaba si Ladybug tendría los mismos problemas con su Kwami, pues el suyo no era más que un holgazán y glotón.

— Chat Noir — llamó Marinette desde la puerta — no escucho el agua correr, supongo que ya terminaste de bañarte, aquí está el camembert— dijo la chica amablemente.

— Gracias — respondió Adrien mientras hallaba las palabras adecuadas para lo que iba a decir — ¿puedo comerlo en el baño, a solas? — preguntó. El muchacho crujió los dientes al darse cuenta de lo mal que se había escuchado aquello, era obvio que ella pensaría que se estaba volviendo loco. El silencio reinó por un par de agonizantes segundos, hasta que ella habló nuevamente.

— Claro, no hay problema, abre la puerta para que pueda entregártelo —respondió Marinette. Adrien entre abrió la puerta, solo lo suficiente para que ella pudiera pasarle el plato de queso. Nuevamente, él se sorprendió al ver que ella tomaba todas sus excentricidades con la mayor naturalidad.

— Anda glotón, come todo lo que quieras— dijo Adrien mientras ponía el plato de queso en frente de Plagg.

Fue cuestión de minutos antes de que Adrien se encontrara nuevamente trasformado en Chat Noir y en el cuarto de Marinette, preparado para marcharse a acabar aquella tarea de química que no había logrado hacer durante la tarde y que se hallaba esperándolo en su escritorio.

— Muchas gracias princesa, me temo que hoy no pude ser el héroe de siempre, tu tuviste que salvarme — dijo Chat Noir con su elegante ademán, en tanto le tomaba la mano para besarla.

— No tienes que agradecerme — respondió Marinette mientras retiraba su mano antes de que los labios de Chat Noir lograran hacer contacto con su piel. — incluso los grandes héroes de París necesitan algo de ayuda de vez en cuando — dijo la chica en tanto le guiñaba el ojo.

Adrien le sonrió a Marinette, y en ese momento recordó el rechazo de aquella tarde, sus labios sonrosados y temblorosos, así como sus encantadores ojos azules, vibrantes por las lágrimas contenidas. En realidad, desde la primera vez que la vio, él había pensado que ella era completamente encantadora, y porque no decirlo, bastante guapa, pero la presencia de Ladybug, y la timidez crónica de Marinette eran factores decisivos para que él hubiera decidido rechazarla.

— Supongo que tienes razón — contestó Chat Noir. De repente, Adrien se percató de algo que se encontraba encima del escritorio de Marinette, se trataba del libro de química. Ella se encontraba haciendo la misma tarea que él no había podido terminar.

— ¿Ese es tu libro de química? — preguntó Chat Noir fingiendo inocencia en tanto se aproximaba al escritorio — que casualidad, es el mismo que utilizamos en mi escuela. Puede que no lo parezca, Princesa, pero detrás de esta misteriosa mascara hay una identidad secreta, soy guapo e inteligente, pero desafortunadamente no he terminado mi tarea — dijo Adrien quien confiaba en que toda aquella coquetería le ganaría un favor con la chica.

Marinette dio un paso hacía atrás, alejándose de él, cruzó sus brazos sobre su pecho y le dirigió una mirada cargada de desconfianza.

— ¿Qué es exactamente lo que quieres? — preguntó Marinette — ¿No estarás tratando de insinuar que quieres robar mi tarea, gato callejero? — dijo con la mayor de las desconfianzas.

— ¿Robar? ¿Yo? — preguntó Chat Noir haciéndose el ofendido — claro que no.

— Entonces, ¿qué es lo que quieres?

— Qué me prestes el problem — insinuó Chat Noir nervioso. Adrien ahora sí estaba seguro de que ella lo abofetearía, no solo la rechazó, había abusado de su hospitalidad, sino que ahora deseaba copiar su tarea.

— No voy a dejar que copies mi tarea — negó Marinette rotundamente. Adrien se sintió desanimado, por su puesto, era demasiado pedir. Al parecer, aquella noche tendría que desvelarse si no quería sacar un cero al día siguiente — pero puedo explicarte como hacerla, si es que tienes tiempo. No tardaremos más que veinte minutos — dijo la chica.

— ¿De verdad harías eso por mi? — preguntó Adrien sonriente.

— Por su puesto — asintió la chica mientras acercaba un segundo asiento a su escritorio — toma asiento — le indicó.

Chat Noir obedeció, y brevemente observó la pared a su alrededor. Ella tenía bocetos de vestidos y fotos de revistas pegadas, al igual que su papá quien tenía un tablero de corcho con imágenes a un lado de su escritorio, probablemente las usaban como fuente de inspiración. Sin embargo, le llamó la atención ver que parecía que ella recientemente había quitado algunos recortes, ya que aún quedaban restos de la cinta pegante sobre la pintura.

— Parece que estuviste redecorando recientemente — comentó Chat Noir señalando la pared. Adrien entendió de inmediato que había tocado un tema sensible, ya que ella se sonrojo.

— Qu- quería conseguir imágenes nuevas, las que tenía ya no me traen buenos recuerdos — tartamudeó.

—Si hay algo que no te hace feliz, entonces es mejor que lo dejes ir — opinó Adrien dirigiéndole una breve sonrisa.

— Posiblemente estés en lo cierto — sonrió Marinette. — ahora, es momento de comenzar con el problema 5 — indicó.

Tal y como ella le había prometido, la explicación no tardó más de veinte o quince minutos. Adrien no podía creer que no hubiera entendido algo que estuvo frente a él todo el tiempo. Era extraño, pero toda la escena parecía salida de una fantasía bizarra. Él jamás le había dado tantas pistas a un extraño acerca de su identidad secreta, pero por alguna misteriosa razón, se sentía a salvo con ella.

Marinette siempre lo inquietó. A menudo, Adrien había notado a aquella chica que bien parecía tener el valor y los principios suficientes para enfrentarse a la autodenominada reina de París, Chloe Bourgois. En realidad, ella era la única con el ingenio y la valentía necesarios para no dejarse amedrentar por la chica. Adicionalmente, poseía un talento envidiable, no solo para la moda, sino que contaba con la extraña capacidad de sobresalir en todo lo que se proponía, desde ser la presidenta de la clase, hasta ganar concursos de diseño, todo parecía fácil para ella. Pero la perfección de Marinette tenía un límite: ella era incapaz de comunicarse coherentemente con él.

Al principio, Adrien pensó que debía tratarse de una persona extremadamente dulce y tímida, pero con el paso del tiempo, y una vez conoció la forma en que ella interactuaba con los demás, pensó que probablemente todo era su culpa. Tal vez, a Marinette no le simpatizaba, y por alguna extraña razón, aquel pensamiento lo hacía sentir miserable. Probablemente una persona talentosa como aquella no pensaba que hubiera nada especial en alguien como él, quien solo tenía el dinero de papá y la capacidad de tomarse fotos cargadas de "Photoshop" para hacerlo ver mejor de lo que era en realidad. Él no tenía la menor idea de que se hallaba completamente equivocado.

Adrien sonrió al ver los labios sonrosados y entreabiertos de Marinette, mientras que ella explicaba y movía la mano que sostenía el lápiz sobre la hoja. Ella era encantadora, no de la misma manera misteriosa y mágica en la que lo era Ladybug, pero, pensar que hubiera alguien en el mundo que encontrara interesante a su simple y aburrido "yo" era halagador, ¿podría esa misma chica querer a Chat Noir? Aquella peligrosa pregunta comenzó a tomar más y más fuerza en su mente, aunque se debatía una y otra vez con sus sentimientos por su compañera de equipo. Y en aquel momento, las palabras de la heroína tuvieron sentido, en realidad, Adrien no sabía nada de ella, mientras que Marinette era más real.

— ¿Me estás poniendo atención, o estoy perdiendo mi tiempo? — preguntó Marinette molesta, y en un tono que le recordaba al que usaba Ladybug para reprenderlo.

— Lo lamento princesa— respondió Chat Noir.

Adrien se sentía hundirse en peligrosas y escurridizas arenas movedizas, solo esperaba encontrar la fuerza necesaria para querer salir de ellas.


Hola a todos, este fue el primer capitulo, me prometí a mi misma que no publicaría nada en esta sección, por lo que me había limitado a leer (y mucho) no quería escribir hasta que no hubiera acabado algo, pero al final decidí hacerlo, espero que les halla gustado. Algún comentario o amenaza de muerte, o lo que sea, todo es bien recibido. Adiós.