SUMARY: Por culpa de un accidente, Gabumon y Piyomon se convierten en seres humanos. Pero, ¿por qué tuvo que ser mediante un beso accidental?

Pareja principal: Gabumon x Piyomon

Parejas secundarias: Yamato x Sora y más que irán apareciendo a lo largo del fic.

Aclaraciones: Tiene acotaciones en relación con Digimon Tri. Los personajes tienen las edades que figuran en esta saga. También he añadido a los personajes de 02.

Género: Romance & Humor (leve)

Aviso: QUIZÁS EN FUTUROS CAPÍTULOS LOS HAYA

Disclaimer: Los personajes de Digimon no me pertenecen, sino a su creador Akiyoshi Hongo.


CAPÍTULO DEDICADO A MYLIIE RECA

AUNQUE LA CONOZCO DE HACE POCO, ES SUFICIENTE PARA VER QUE ES UNA GRAN AMIGA Y DIGNA DE CONFIANZA.


ACCIDENTE

by: Atori


PRIMER ACCIDENTE

El enemigo con el que peleaban era bastante fuerte. No para los digimons elegidos quiénes tenaces, se negaban a rendirse.

Usarían sus fuerzas hasta el límite para salvar el mundo de sus queridos amigos humanos.

Desde el suelo, sus compañeros humanos los animaban y a través de sus respectivas características les daban la fuerza necesaria para que no dedigievolucionasen.

Habían aprendido mucho desde la batalla contra Alphamon que esta vez no iban a cometer el mismo error. Y ese sentimiento llegó a los doce seres digitales.

Con ese ferviente deseo, los doce digimons pudieron destruir al digimon maligno que amenazaba el mundo digital y sobre todo, el real.

Sin embargo, al haber usado todas sus fuerzas, los doce digimons volvieron a sus etapas habituales y fueron descendiendo en picado, donde los alados, trataban por todos los medios de no tener una caída dura que les provocase daño o quizás algo peor. Pero estaban tan cansados que mover sus alas era bastante complicado.

Los doce humanos desde el suelo observaban asustados cómo sus digimons se encontraban en peligro. Lo único que podrían hacer sería cogerlos en brazos. Pero los doce digimons estaban tan juntos que sería muy difícil recoger a su respectivo digimon o al de su amigo.

La fortuna les sonrió cuando de los cielos, ahora despejados de la oscuridad que lo había envuelto el digimon maligno, apareció Azulongmon. Lanzando sus esferas contra los digimons, estos se iluminaron y recobraron toda su energía para poder aterrizar sin ningún peligro.

Veemon se sintió tan lleno de energía que al querer hacer una pose chulesca, hizo que tropezara con Gabumon. El digimon de la amistad perdió el equilibrio. Algo que fue visto por Piyomon. Como novio de su amiga tenía la misión de ayudarlo y protegerlo también, así que voló hasta él, dándole alcance.

-Cógete a mis patas –le dijo el digimon alado.

Gabumon así lo hizo.

Sin embargo, con lo que Piyomon no contaba era que el peso de Gabumon no se comparaba con el peso pluma de Sora. Aún así, se esforzó en prestarle la ayuda para que pudiera restablecerse.

Sin embargo, al coger a Gabumon el descenso de Piyomon se había ralentizado de modo, que no contaba con los digimons que no volaban y que caerían sin poder controlar la velocidad a voluntad.

A pocos metros del suelo, Agumon, Palmon y Gomamon chocaron con ellos, cayendo al suelo en una masa de humo tan grande, donde los doce elegidos no tardaron en correr.

Mientras corría, Yamato no paraba de perjurar que mataría a alguien si algo le había pasado a su querido amigo digital, especialmente a Daisuke por ser el causante principal de que su digimon perdiese el equilibrio.

El agujero que dejaron los digimons había sido tan grande y profundo que cada uno de los humanos preguntaba por su respectivo digimon.

Al mismo tiempo, los que habían aterrizado sin problemas, junto a sus compañeros humanos corrían para verificar el estado de sus amigos.

Cuando llegaron, la masa de humo todavía continuaba, haciendo que Yamato y los demás buscasen a sus digimons entre toses secas.

-Esta… Estamos aquí…

-¡Agumon! –lo llamó Taichi al escuchar la voz de su digimon.

Por fin la humareda desapareció y al ver a los digimons caídos, tanto los elegidos como los digimons ilesos se quedaron boquiabiertos y alucinados por lo que tenían delante.

-Ay, ay, ay ¡Me duele la cabeza! –se quejó Gomamon con su pata sobre su pequeña cabecita. Al ver a su compañero humano parado y rojo como un tomate, puso la expresión de la confusión- ¿Qué pasa, Joe?

-Ah… Ah… -fue Mimi la que intentaba articular palabra. Pero era más efectivo su gesto del dedo señalando algo.

-¡¿Qué?! –cuestionaba Agumon donde Sora quería tapar la vista a su compañero humano muy molesta. ¿Por qué?

-¡Sácate de encima, Agumon!

El digimon anaranjado le chocó escuchar esa voz desconocida pero a la vez muy familiar. Además, que era eso tan blandito y caliente sobre lo que estaba.

Mirando hacia abajo, se encontró con algo de un color muy raro. Subía y bajaba ligeramente y era tan blandito y suave que la curiosidad le picó en querer tocarlo.

-¡Qué te saques, animal! –bramó Yamato apartando a Agumon de un manotazo, impidiendo que tocara aquel trasero humano. Inmediatamente, se sacó su largo abrigo para colocárselo encima.

Sora también se apresuró y prestó su chaqueta, agradeciendo que estuvieran en la temporada de invierno para poder ocultar aquello que misteriosamente había aparecido.

-Pero, ¡¿qué pasa?! –exigía saber Agumon, mirando a Taichi, esperando que lo defendiera- ¡Taichi! ¡¿Viste lo que me hizo?!

Pero éste aún estaba alucinado por lo que tenía ante sus ojos.

Molesto en que no dijera ni una palabra e intrigado en saber qué miraba con tanta atención, Agumon se centró en el mismo lugar, y su boca se abrió tanto como pudo.

En el lugar donde tendrían que haber estado Gabumon y Piyomon, se encontraban dos seres humanos desnudos, hombre y mujer, tapados únicamente por los abrigos ofrecidos de Yamato y Sora. Y qué lo golpearan nuevamente, si esos seres humanos no eran Gabumon y Piyomon. Él tenía el cabello azul metálico. Lo llevaba corto pero ligeramente rebelde. Sus ojos eran de la misma tonalidad rojiza que los de Gabumon. Ella, por el contrario, tenía el pelo rosa como el de Piyomon. Lo llevaba suelto y largo hasta la cintura. Sus ojos eran los mismos azulados del digimon de Sora.

-¿Qué…? ¿Qué ha pasado? –fue Koushiro el primero en preguntar para saber cómo había ocurrido tal anomalía.

En respuesta, y como si estuvieran sincronizados, ambos digimons bajaron la cabeza rojos de pies a cabeza, como si pudieran tener alguna idea.

Yamato cabreado de ver a su digimon humillado, se centró en Azulongmon en búsqueda de una respuesta.

-¡¿Qué has hecho, Azulongmon?! –asimilando que las esferas que había lanzado, tuviese un efecto secundario.

Le importaba una mierda estar tratando con un digimon sagrado y poderoso que podría devorarlo o estrujarlo con una de sus garras. El ver a su digimon en ese estado, era algo que no perdonaría.

-Yamato –susurró la pelirroja algo temerosa por lo que pudiera pasarle. Sabía que su novio siempre era un echado para adelante, donde solo ella podría detenerlo. Pero cuando se trataba de su digimon, no escuchaba a lo que le decía.

El digimon sagrado, por su parte, se mantuvo en silencio mirando al humano y con bastante gravedad.

Segundos estuvieron así cara a cara, donde el resto observaban aquello en tensión sin saber qué decir. Solo esperando una respuesta que pudiera darles el digimon dragón.

Repentinamente el gran digimon comenzó a brillar y Yamato escuchó como su novia gritaba el nombre de su digimon. Asustado porque hubieran terribles consecuencias para ellos, vio como las apariencias humanas de Gabumon y Piyomon brillaron intensamente.

Antes de que pudiera formarse ideas raras, Yamato vio como su amigo ya no seguía solo con el abrigo que le había dado, sino que estaba vestido como dios manda, para evitar que la gente lo mirara y pensara cosas raras. Lo mismo ocurría con la digimon humana de Sora. Aunque estuvieran con el abrigo puesto, era invierno y llamaría mucho la atención si los vieran caminando descalzos y con las piernas al aire. Cualquiera pensaría que debajo de aquella prenda, no llevaban nada más. Azulongmon, con su gran poder, había solucionado aquel problema.

-Llegaremos al fondo de esto –sin poder ofrecerles nada sólido sobre lo qué había pasado-. Sin embargo, creo que esto ha sido más bien por vosotros que por alguna represalia.

Yamato entornó los ojos, preguntándose si se estaba refiriendo a Sora y a él, o a todos en general.

Y sin poder preguntárselo, Azulongmon desapareció con el mismo misterio que con el que había aparecido.

-¡Espera! –pero fue inútil. Azulongmon ya no estaba.

-¿Qué habrá querido decir con eso último? –cuestionó Taichi con la misma incógnita que él- ¿Acaso ha pasado algo raro entre tú y Sora?

-Creo que eso no es asunto tuyo –espetó volviendo a donde estaba Gabumon, que lo miraba entre confuso, asustado, perdido, pero sobre todo, sonrojado. Las mismas emociones que Piyomon, había que destacar.

-Bueno –comenzó Miyako bastante optimista-, tener a tu digimon en forma humana es una gran ventaja. Así no tendréis que esconderlos como hemos tenido que hacer. Además es más cómodo tenerlos en casa como humanos. Me pregunto si… -con un mentón sobre la cabeza y luego miró fijamente a Hawkmon. El digimon sintiéndose demasiado observado, sintió miedo por lo que su amiga estuviera pensando. Y no era para menos, ya que su amiga había echado a volar tanto la imaginación, donde sonrojada, se imaginaba a un Hawkmon buen mozo y más guapetón que su amor del alma Ken Ichijoji. La idea de dormir juntos, la ponía peor.

-¡Tiene razón! –expuso ahora Patamon molesto- ¡A mí también me gustaría ser humano! –más que nada porque así podría conquistar a la gata digital que tanto le gustaba. Además, viendo las apariencias de Gabumon y Piyomon, cabían muchas posibilidades que tuviera un físico casi idéntico al de Angemon.

-¡Cierto! ¡Cierto! –ahora era Palmon la que se sentía emocionada en ser humana y poder llevar la misma ropa bonita que Mimi- ¿Cómo pudisteis convertiros en humanos? ¿Pensaste en algo? ¿Pasó algo? –preguntándole a Piyomon directamente con demasiado entusiasmo.

Como respuesta, Piyomon agachó la cabeza tan avergonzada. Posteriormente, corrió a esconderse detrás de Sora. Ni que decir de Gabumon, que no daba despegado sus ojos rojos del suelo.

Sora comprendiéndola, se dirigió hacia sus amigos.

-Por favor, dejad de insistir con algo que es desconocido para ellos. Aunque sea algo increíble e impresionantes, para ellos les es muy incómodo. Dejad que Yamato y yo nos encarguemos –teniéndolo a su lado como apoyo.

-Bueno… -expuso Daisuke rascándose la cabeza-. Quizás sea lo mejor.

-En cuanto sepáis algo, por favor, hacédmelo saber –pidió Koushiro donde a partir de esa noche, no dormiría tranquilo hasta que supiera porqué Gabumon y Piyomon se habían convertido en humanos.

.

En casa de Yamato, el rubio se dejó caer sobre el sofá. Parecía que la batalla final lo había agotado emocionalmente. Y eso que el día anterior se había concienzado del peligro que habría ese día. De hecho, hasta había pasado la noche con Sora, aprovechando que su padre estaba de viaje. Necesitaban estar juntos, por si no daban conseguido la victoria. Confiaba en su digimon, pero había visto tantas cosas, que nunca se sabía cuando la fortuna dejaría de sonreírles.

-Bueno, ahora que estamos solos, ¿podéis decirnos qué ha pasado? –preguntó Sora, sentándose en el otro sofá sin dejar de abrazar a Piyomon.

Yamato prestó atención a la conversación, enfocándose más en su digimon que estaba de pie como una estatua y con su mirada sin despegar del suelo y con ese rojo que competía con sus ojos.

-Bueno… -hablaba Piyomon con una voz algo distinta a la que tenía cuando era Piyomon-. Yo… -y nerviosa y colorada como Gabumon. Pero ella contaba con el apoyo físico de Sora, que le apretaba ligeramente las manos, animándola a que confiara en ellos- Lo último que recuerdo es que… Tras ayudar a Gabumon… Sentí que alguien tropezaba conmigo, haciéndome caer…

Los digimons de Taichi, Mimi y Joe. Recordó Yamato irritado. Al igual que Daisuke, pagarían justos por pecadores. Como sus digimons llevasen algo de culpa sobre aquello, rodaría cabezas. Y mierdas le importaba que uno de ellos, fuese Mimi. Su digimon era más importante que aquella coqueta que tenía por amiga.

-Y… Y… Y… Cuando aterrizamos… … … … …-y Piyomon no pudo seguir hablando, ya que se quedó cortada.

-¿Fue cuando ya erais humanos? –supuso Sora a que la vergüenza tuvo que ser a verse desnudos y aún por encima con Gabumon encima de ella, donde cosas raras cualquiera se imaginaría si viesen a un hombre y a una mujer en esa posición. Y sus digimons sabían muy bien lo que eso significaba.

-No… -hablando Gabumon por primera vez- En el suelo… éramos digimons… pero… …Agumon… … …

-¿Agumon? –murmuró Yamato, donde ya tenía segunda victima.

-Él… Él… … …me… empujó… … …

Ver cómo Gabumon y Piyomon estaban tan rojos como dos niños inocentes, hizo que Sora se imaginara lo que pudo haber pasado.

-¡¿OS BESÁSTEIS?! –preguntó incrédula levantándose exaltada.

La vergüenza que cubrió a ambos humanos fue suficiente respuesta, dejando a Yamato boquiabierto de que la transformación se debiera a eso. Pero entonces, una idea acudió a su mente.

-¿Por qué no probáis a hacerlo de nuevo? –propuso el rubio.

Tanto Gabumon como Piyomon miraron a Ishida alarmados y rojos a más no poder. Realmente, daban la imagen de dos niños pequeños enamorados y que se sentían nerviosos estando en la compañía del otro.

-Pero, Yamato, ¿qué dices? –preguntó Sora de que les metiera semejante compromiso.

-Si eso los ha convertido en humanos, quizás volver a hacerlo es lo que les devuelva a su estado original. ¿O queréis estar así como humanos para siempre?

Y esa pregunta, hizo que volvieran a mirar el suelo nerviosos.

-Yo… …A mí con estar al lado de Sora… Me da igual… -le daba muchísima vergüenza tener que volver a besarse con Gabumon. No es que le hubiera sido desagradable. Pero es que besarse con alguien y después aparecer desnuda ante esa persona donde había sentido cosas raras… Mejor callárselo. Tenía miedo de que la tomaran por una pervertida.

-Yo… Así… No podría protegerte… –Gabumon no solo sentía la misma vergüenza que su colega digital, ahora humana, sino que también había sentido esas cosas extrañas y que, a diferencia de ella, le daba miedo saber qué era.

Sora los miró a ambos y sonrió con ternura. Yendo hasta su digimon la cogió de las manos.

-Seas quién seas, para mí siempre seguirás siendo mi querida amiga Piyomon.

-Sora… -con lágrimas en los ojos emocionada.

-Lo mismo digo, Gabumon –habló ahora Yamato con una sonrisa hacia su querido amigo.

-Yamato… -fue el turno ahora de Gabumon para emocionarse.

-Creo que lo mejor, será mejor que Gabumon y tú lo habléis y decidáis lo que queréis hacer. Sea cual sea la decisión que toméis, Yamato y yo la aceptaremos.

El rubio asintió con la cabeza.

-También será mejor que os dejemos solos para que os sintáis más cómodos –propuso Sora, imaginando que el digimon de su novio, no le gustaría que hubiese gente delante al hablar de un tema tan complejo.

-Por favor –agradeciendo el propio Gabumon por su compresión.

-Estaremos en mi habitación por si nos necesitáis –yéndose con Sora.

Y quedando solos, ambos jóvenes se quedaron callados y sin poder mirarse a la cara. Los nervios se acumulaban por dentro. Y aunque tenían que hablarlo y tomar una decisión, no sabían por donde empezar sin recordar lo que habían hecho y cómo se habían encontrado.

Pero si hablaban del tema delante de Yamato y Sora, peor habría sido, ya que estarían hablando palabra minuto por minuto. Al final, ellos acabarían sus frases de una forma bastante comprometedora que los pondrían más rojos de lo que ya estaban.

Jugando con sus manos sudadas, Piyomon no dejaba de sorprenderse por cómo se movían. Eran más pequeñas que sus alas habituales y se sentía algo extraña con ellas. También extrañaba el poder volar libremente. Seguro que Gabumon también añoraba poder correr a gran velocidad con sus cuatro patas cuando era Garurumon. Así que si la solución para volver a ser digimons era… besarse…

-Esto… -iniciando la humana la conversación- ¿qué… qué… … …vamos… hacer?

Gabumon se sobresaltó y mirando hacia otro lado, contestó.

-Yo… Yo… quiero… volver… -y eso fue lo único que dijo.

-Pues… entonces… … … -y ella también se cortó ahí. Sabían lo que tenían que hacer, pero decirlo era tan vergonzoso.

-¿Tú… … …Tú… quieres? –la pregunta hizo que la mirara de reojo con el rojo pintándole las mejillas. Ver como ella le devolvió la mirada con el mismo sonrojo que él y algo extrañada, hizo que se diera cuenta de que la pregunta tenía un doble sentido- Hablaba… de volver a ser digimons… No de… -volviendo a clavar la mirada en el suelo- Besarnos…

Y ella también clavó la vista en el suelo ante esa simple pero habitual palabra entre los humanos.

Callados, sin moverse, comiéndose la cabeza y con el rojo coloreando sus mejillas estuvieron varios minutos.

Sabían que tenían que besarse si querían volver a sus formas originales. Pero es que les daba tanta vergüenza que cualquiera que estuviese con ellos, se sentiría irritado y clamaría en alto de que se besaran de una vez. Hasta seguro que les cantaría aquella canción de La Sirenita donde el cangrejo animaba a los dos humanos a que se besaran. Una vez más, agradecían que sus compañeros humanos no estuvieran presentes.

-Lo… Lo… hacemos… -propuso Gabumon mirándola con algo de vergüenza.

Ella únicamente asintió con la cabeza.

Y Gabumon suspiró con fuerza. Lentamente y con mucha timidez, se fue acercando a ella. Con cuidado, como si temiera que el contacto físico de ella le quitara ese pequeño valor que tenía, se sentó a su lado. La miró y ambos desviaron la mirada avergonzados.

Otros segundos pasaron hasta que Gabumon volvió a mirarla. Ella le respondió de igual manera. Con los rostros tan rojos, que podrían confundirlos por dos tomates bien maduros, ambos se fueron acercando lentamente.

Por sus cabezas pasaron la primera impresión que habían tenido al verse como humanos.

El beso accidental que se habían dado no les había resultado para nada desagradable. Y sentirse humanos, como si les dieran la oportunidad de poder disfrutar en pareja como sus compañeros humanos era como una bendición.

Pero…

Y si el otro no sentía lo mismo.

Esa inseguridad fue lo que los impulsó a besarse de golpe con cierto lamento para volver a ser lo que originalmente eran.

Al separarse, la vergüenza se esfumó para pasar a la sorpresa de ver qué seguían siendo humanos.

¿Acaso significaba que jamás volverían a ser digimons?

¿Estarían condenados a ser humanos para siempre?

CONTINUARÁ…


Notas de la autora:

¡Necesité la paciencia de un santo para escribir esto! ¿Y por qué?

Porque hasta yo quería avanzar, en vez de tanta incertidumbre. Pero si no, no habría el realismo que quería transmitirle. Porque estamos hablando de una historia donde ambos personajes son digimons, y podría decirse que los digimons son como niños que no saben lo que es el amor de verdad. Y con un accidente donde cayeron de forma vergonzosa y se vieron y estuvieron de forma tan comprometedora que es normal que se sientan así.

Y bueno, las dos preguntas más importantes.

¿Volverán a la normalidad?

¿Y si otros digimons también se besan, sucederá lo mismo?

Respuestas que están bien claras en mi mente.

Y como siempre pongo como anotación final en los fics que publiqué hoy.

Hoy cumplo doce años en la página. Y aparte de actualizar algunos fics de mis parejas predilectas, quise también homenajear a otras que también me encantan. Como esta de Gabumon y Piyomon. Sin embargo, es muy complicado hacer en poco tiempo un fic oneshoot y corto. Por eso, que decidí, como el resto de nuevas publicaciones, hacer uno largo.

Espero que os guste.

Un saludo.

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-FICS ACTUALIZADOS/PUBLICADOS HOY 06/12/15-

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