DISCLAIMER: El mundo de Harry Potter y sus personajes pertenecen a J.K. Rowling. —Este fic participa en el Primer Reto Sexy Serpents del foro "El Mapa del Mortífago".

Canción: Perfect for me – Ron Pope.


HISTORIAS EN CANCIONES

I. Perfecta para mí

—¿Estas segura de que no quieres ir?

Hermione puso los ojos en blanco. Era la tercera vez en menos de veinte minutos que Ginny Weasley le preguntaba si asistiría a la fiesta organizada por McGonagall para celebrar el cumpleaños número 115 de Albus Dumbledore.

—Ya te dije que no tengo ganas. —La castaña volvió sus ojos al libro que tenía en su regazo.

—Sigues enojada con Malfoy. —Soltó la pelirroja. No era una pregunta.

La castaña se removió en su cama pero decidió ignorar a Ginny que ahora la miraba acusadoramente, mientras ella fingía concentrarse en su lectura.

—Yo creo que deberías perdonarlo, además no es para tanto. —Hermione cerró su libro de golpe posando sus ojos en la pelirroja, demostrándole que su comentario la había molestado.

—¿Qué no es para tanto? —Sus mejillas empezaron a tornarse rojas y acaloradas igual que sus emociones— Su padre me llamó "Sangre Sucia inmunda" y él no se inmutó. —Trató de calmarse sin éxito— ¡Sigue siendo un cobarde!

—Hermione —Dijo Ginny sentándose a su lado— Sabes cómo es Lucius Malfoy, lo sabías mucho antes de aceptar a Draco y eras consciente de que no iba a cambiar de la noche a la mañana solo porque ustedes ahora se llevan "mejor que bien".

—¡Pero debió decir algo! —Continuó exasperada.

—Te estás comportando como una niña malcriada. —Espetó la pelirroja sabiendo que Hermione ignoraría el comentario.

—Como sea, no pienso ir. —Volvió sus ojos al libro abriéndolo donde se había quedado.

—Si eso es lo que quieres... —Contestó Ginny saliendo de la habitación.


El Gran Comedor se veía colorido y lleno de vida.

McGonagall se había encargado de hacer que los elfos domésticos lo decoraran con aire festivo por el cumpleaños del director de Hogwarts, quien había estado ausente por asuntos del Wizengamot y que precisamente ese día regresaría al castillo.

El techo dejaba entrever un cielo totalmente despejado e iluminado por las estrellas, característico del mes de marzo, mientras que alrededor colgaban globos mágicos que se mantenían flotando como ciruelas dirigibles. Al fondo había una tarima que sostenía una enorme pancarta de ¡Feliz cumpleaños Profesor Dumbledore! —En la cual luego se presentaría la banda que amenizaría el evento— y en todo el centro, una mesa con un enorme pastel de calabaza, con 115 velas encendidas, listas para ser apagadas.

Los estudiantes ya empezaban a aglomerarse en el lugar, entusiasmados por lo que al parecer prometía ser una gran velada pues contaría con la participación de los talentosos Sexy Serpents.

El trio de Slytherin había conseguido una gran cantidad de fans entre sus compañeros de colegio debido a su talento musical pero sobre todo entre el público femenino que suspiraba enloquecido en cada presentación.

Nadie podía negar que Draco Malfoy, Theodore Nott y Blaise Zabini se veían como los dioses, vestidos con sus pantalones ajustados y casacas de cuero negro, logrando generar más de un suspiro y todo tipo fantasías indecorosas en las chicas que morían por un solo roce.

Los tres eran fuego puro y sin embargo, todos estaban comprometidos.


Tras bambalinas cada uno se encargaba de organizar sus instrumentos y de afinarlos para poder sorprender a Dumbledore en el momento en que arribara al colegio, con una interpretación de una tradicional canción muggle de cumpleaños.

Theodore ajustaba las cuerdas de su bajo mientras Blaise ensayaba muy bajito el tempo de la primera tonada en la batería. Draco por su parte había tomado una de sus guitarras para tocar una canción que estaba guardando para un momento especial que esperaba tuviera lugar esa noche.

Hermione estaba furiosa con él gracias a su padre y aunque ya se había disculpado, la chica era demasiado cabeza dura para haberlo perdonado, no obstante una parte de él extrañamente la entendía. Habían sido años de tratarla mal por sus estúpidos prejuicios y cuando por fin había podido aceptar sus sentimientos por ella dejando de lado su arrogancia y le había pedido que fuera su novia, no había sido capaz de defenderla de las ofensas de su padre.

Estaba seguro de que Lucius se encontraba demasiado molesto por la decisión del rubio de estar con la chica pero eso era algo que lo tenía sin cuidado pues contaba con el apoyo de su madre. Después de años de hacer todo por agradar al patriarca Malfoy, Draco se había dado cuenta de que no tenía que satisfacer las expectativas de nadie más que de sí mismo y eso había sido lo que le diera la determinación necesaria para pedirle a la "sabelotodo", la chica más inteligente y la más hermosa de todo el colegio que fuera su novia.

Al principio ella creyó que le tomaba del pelo pues aunque, tiempo antes de su declaración se había mostrado amable y le había pedido perdón por todas las ofensas cometidas en su contra, no era de esperarse que él estuviera enamorado. Tuvo que pasar demasiado trabajo para que ella confiara un poco en sus buenas intenciones y cuando por fin hubo conseguido que lo aceptara, su padre había mandado todo al diablo con tres simples palabras.

Pero era de esperarse pues Lucius Malfoy destilaba veneno por su lengua como lo haría cualquier serpiente y como el mismo Draco lo había hecho durante años.

—No va a venir —Dijo el rubio a Ginny Weasley que acababa de llegar acompañada de Luna Lovegood.

—No he podido convencerla, es demasiado testaruda.

—Amigo, no te des por vencido, tal vez decida venir al final. —Le animó Theo acercándose a Luna para plantarle un suave beso en los labios.

—Pues yo digo que mejor ni te ilusiones, la chica parece muy enojada. —Dijo Blaise arrastrando las palabras mientras se aproximó a Ginny tomándola de la cintura para besarla descaradamente frente a todos.

Malfoy lo fulminó con la mirada. —Gracias amigo, eso fue muy amable de tu parte.


El Gran Comedor ya estaba casi lleno y sin embargo aún no llegaba el homenajeado. Los chicos tomaban ponche mientras la banda empezaba a instalarse en la tarima con sus chicas frente al escenario. Ellos podían tener miles de fans pero sus novias siempre serían las numero uno y esa era la razón por la que Malfoy estaba tan bajo de ánimo, la suya no había venido.

Mientras tanto en el dormitorio de Gryffindor cierta castaña intentaba leer sobre la historia de Hogwarts sin ningún progreso. Su mente se encontraba en cualquier parte menos allí y se debatía internamente entre darle la razón a Ginny, tragarse su orgullo y bajar al Gran Comedor donde de seguro ya había empezado la fiesta o quedarse allí lamentándose el resto de la noche.

¿Qué debía hacer?

Era verdad que se encontraba enojada con Draco por no haberla defendido frente a su padre pero también era cierto que el mayor de los Malfoy podía ser aterrador y cruel cuando se lo proponía, además ella no podía pretender que de buenas a primeras fuera a aceptar la relación de su único-hijo-sangre-pura con una hija de Muggles. No podía culpar a Draco por tenerle reservas a su padre, además en lo que respectaba a la relación, el rubio se había comportado como un novio excepcional hasta el momento.

¡Quién diría que detrás de esa máscara de arrogancia y vanidad podía haber un ser humano tan maravilloso!

Hermione se había enamorado de quien en el pasado fuera su más grande opresor, pero él se lo había ganado con creces. Le había pedido perdón y desde el momento en que ella le había dado una oportunidad se había dedicado a brindarle hermosos momentos.

Por cada tristeza del pasado le había sacado una sonrisa y por cada palabra malintencionada de antes, le había dicho miles de elogios y dulces susurros al oído que hacían latir cada vez más fuerte su corazón.

Era un chico detallista, romántico, todo un caballero además de un prodigio con la guitarra.

A menudo se reunían en la Torre de Astronomía donde con su maravillosa y varonil voz le cantaba canciones en su guitarra, incluso algunas letras de bandas muggle que por petición de ella había hecho el esfuerzo de aprenderse. No era un chico perfecto, pero en medio de todas sus imperfecciones era lo que ella deseaba y no necesitaba la aprobación de Lucius Malfoy ni de nadie para amarlo pues él la amaba y se lo demostraba a cada instante.

Entonces ¿Qué estaba esperando?

Tan rápido como pudo rebuscó en su baúl la ropa apropiada para asistir a la fiesta. No era algo demasiado formal como el baile de navidad pero quería verse perfecta para él. Quería que supiera que lo amaba pero sobre todo que lo había perdonado, total, el chico no tenía la culpa de tener un padre como Lucius Malfoy.

Una vez que estuvo lista salió apresurada hacia el Gran Comedor donde podían escucharse ya las notas de la conocida canción del cumpleaños que estaba interpretando Sexy Serpents para Dumbledore. Hubiera podido reconocer la voz de Draco a kilómetros de distancia.

Todo el mundo acompañaba al trio Slytherin cantándoleal director que estaba sentado en el centro de la mesa de los profesores. El anciano se encontraba encantado con la maravillosa fiesta que le había organizado McGonagall pero sobre todo con el cariño que le profesaban sus estudiantes, lo cual era evidente porque sonreía de oreja a oreja chocando su copa con la organizadora del evento que estaba a su lado.

Para cuando Hermione estuvo en la puerta del lugar ya la canción se hubo terminado, dando paso a la lluvia de aplausos tanto para la banda como para el homenajeado, que se encontraba en el proceso de apagar todas las velas de su pastel sin utilizar magia. Por un momento pensó que no era buena idea haber ido pues no le gustaba llegar sola a ningún lugar, sin embargo, al posar su mirada en la tarima pudo darse cuenta de que ciertos ojos color mercurio la observaban. Ella pudo ver que Theo se acercaba al rubio y le decía algo al oído haciendo que este sonriera y que ella de inmediato se sonrojara.

—Es tu oportunidad. —Le susurró Nott haciéndolo sonreír. Ella había venido después de todo y eso era lo único que necesitaba para sentirse completo.

Hermione seguía indecisa sobre donde ubicarse pues entre el tumulto no lograba divisar ni a Harry ni a Ron que de seguro estarían con Pansy y Astoria respectivamente, y menos a Ginny y Luna que estarían en primera fila frente a la tarima. No quería quedarse sola pero tampoco quería seguir ahí parada dando la impresión de no desear entrar.

Draco mientras tanto tomó el micrófono, en el que minutos antes había resonado su voz cantando y le dirigió un saludo cordial de cumpleaños al director quien gustoso asintió. Luego de ello centró su mirada en ella y empezó a hacer una declaración.

—Quiero aprovechar este momento para decirle a la chica más linda de todo Hogwarts —Hizo una pequeña pausa para que ella supiera que le hablaba— que lamento mucho lo que sucedió y que le prometo que intentaré recompensarla cada uno de los días que me queden por delante —Su mirada se volvió más intensa— porque la amo…

El corazón de Hermione amenazaba con salir de su pecho mientras sus mejillas enrojecidas ardían. Los ojos de él no habían dejado de mirarla ni un solo segundo mientras hablaba y ella simplemente no sabía que sentir. Estaba emocionada por la declaración del rubio, pero también avergonzada de su anterior comportamiento inmaduro y en una pequeña medida sorprendida de que él hubiera sido capaz de decir algo así en público.

Ella conocía su lado tierno y romántico pero ante el resto del mundo seguía mostrándose arrogante y de piedra, tal vez como mecanismo de defensa, sin embargo, ahora que estaba pregonando a los cuatro vientos lo que sentía, ella pensaba que ante todo el mundo empezaba a verse más como el chico adorable que le cantaba canciones en sus ratos libres, que como aquel que la había maltratado por años.

Le estaba pidiendo perdón delante de toda la escuela y a la vez le estaba haciendo una promesa que aunque posiblemente no sería eterna, era más de lo que podía pedir. Si con eso no comprobaba que la amaba entonces no sabía que más podía hacer para convencerse de ello.

—…Quiero dedicarle esta canción para que sepa lo que siento por ella, para que sepa que es importante en mi vida —Hizo una pausa para sonreírle— para que le quede claro que es perfecta para mí.

De inmediato preparó su guitarra mientras sus compañeros permanecieron en silencio, al tiempo que varias miradas curiosas se posaron sobre Hermione, y justo cuando tocó los primeros acordes de la canción ella la reconoció de inmediato.

Perfect for me.

La hermosa melodía de un cantante muggle.

Una de sus favoritas.

Los hábiles dedos del rubio tocaron la introducción haciendo que la castaña temblara de emoción y cuando su voz cantó la primera estrofa no pudo evitar sentir que se le volvía un nudo el estómago.

Era perfecto.

Las palabras llegaron hasta ella y penetraron en lo más profundo de su alma. Él le decía que no siempre sería fácil pero que si ella era feliz a su lado, él no podía estar en otro lugar, y al llegar al coro, la castaña sintió que sus ojos se aguaban de la emoción, sin embargo, en vez de llorar sonrió pensando para sí misma en lo afortunada que era.

And I'd just like to say

I thank God that you're here with me

And I know you too well to say you're perfect

But you'll see, oh my sweet love, you're perfect for me…

Entonces, al tiempo que la canción avanzaba Hermione también lo hacía dirigiéndose hasta la tarima. Los chicos al verla empezaron a darle paso pero ella no los notaba pues solo existían esos ojos grises que la miraban, guiándola hasta el lugar.

Las notas seguían brotando de la guitarra como gotas de lluvia en una tormenta y con ellas millones de emociones.

Y mientras su voz le expresaba que no había quien lo conociera más que ella y que compartirían todo aquello que tuvieran, ella lo entendía. No habría en este mundo ni en ningún otro, un lugar mejor que ese o una persona con la cual quisiera estar, más que con ese rubio arrogante de sonrisa ladeada y mirada penetrante que una noche de diciembre le había dicho que la quería.

Lo hermoso de esta vida me ha pasado contigo pregonaba él haciéndola sentirse más segura de lo que latía en su interior.

Al diablo con Lucius Malfoy y con todos aquellos que no querían verlos juntos. Ella estaba enamorada de él y no permitiría que nadie en el mundo le arrebatara aquello que había encontrado por casualidad. Tantos años de odio y tonterías habían acabado en un amor inexplicable que tendría que superar muchas dificultades pero del cual estaba convencida, pues el chico frente a ella valía en oro lo que pesaba.

La canción ya casi terminaba pero ninguno de los dos había quitado la vista del otro. Era como si no hubiera nadie más en el lugar y sin embargo, era estar rodeados y aun así poder ver solo lo importante.

El ultimo acorde sonó apagándose de la misma manera como había llegado, dando paso a una lluvia de aplausos para el rubio quien no parecía notarlos pues al terminar y luego de darle su guitarra a Theo, bajó de la tarima hasta quedar frente a la castaña que lo miraba abrasadoramente.

—Hermione yo… —Empezó siendo acallado por los labios de ella sobre los suyos en un beso tierno, cargado de emoción. Ni siquiera le importó que toda la escuela e incluso los profesores los estuvieran viendo y cuando tuvo oportunidad suavemente envolvió sus brazos en el cuello del chico mientras este apresaba su cintura con la misma delicadeza.

—Eso fue perfecto. —Susurró ella aún sobre sus labios.

—No más que tú. —Contestó él sonriendo antes de volverla a besar.

Por otro momento mágico volvieron a ser solo ellos dos, aun cuando la multitud los observaba detenidamente e incluso Dumbledore quien sonreía desde su mesa. Para nadie era un secreto que estaban juntos pero ciertamente aún no se acostumbraban. Al fin y al cabo, habían sido años de peleas constantes.

—Bueno —Blaise tomó el micrófono distrayendo a todos del espectáculo— ¿Quién quiere más de Sexy Serpents?


¡Hola! Heme aquí con otro Dramione —¡Es mi favorito! —, tal vez cargado de mucha azúcar, pero no está demás ponerle un poco de dulzura a la vida.

Espero que les guste.

Gizz.