Nota de autora:

Este fic existe a causa del capítulo 8x08, este post en tumblr ( www. museaway post/99965651435/yellow-turtle-metatron-is-right-cas-is-in-love) y la canción Fireflies de Ron Pope. Esto no está con el canon de la décima temporada desde el entendido que lo escribí antes de que esta saliera al aire.

Escrito para el Dean/Cas BigBang 2014. Arte por: nonexistenz.

Nota de traductora:

Esta es la segunda versión del primer capitulo, si encuentran cualquier fallo por favor! avísenme.

Este fic está terminado en ingles, 6 capitulo, 4 marcas en el tiempo y hasta ahora 2 epílogos largos (La escritora contempla que habrán 2 One-shot más, son muy independientes de la historia) Mi plan es publicar aquí los 6 capítulos y las 4 marcas en el tiempo, los epílogos depende de si me gustan o no, por que como ya dije, son muy independientes de la historia original.

Este fic, como todos los de DCBB, tiene arte de nonexistenz, que es hermoso, pero como FF no permite agregar imagen a los escritos, decidí subir el masterpost a mi perfil cuando termine la historia ya que tiene ligero spoiler de ella.

La traducción, soy de México, por lo que puede tener ciertos modismos, y por algún motivo uso muchos insultos españoles, así que tratare todo de mantenerlo en un español neutro, si hay algo que no entienden, avísenme y buscare sinónimos más universales.

Y una última cosa: Dude fue traducido como Viejo, aunque hay cosas como lógicamente los nombres, Baby y Jerk y Bitch que se mantuvieron en el idioma original.

Espero les guste!

Beta: Kanashi59

Thepath of fireflies (El sendero de las luciérnagas)

museaway

I can't stop this feelin' in my heart

Gotta keep searchin' for my baby.

I can't find my bluebird.

- RambleOn, LedZeppelin

Es la mejor noche de sueño que Dean ha tenido en años.

No hay que levantarse a la 1am para otra inyección, no hay esposas que lo sujetan al concreto en una noche agitada, solo ocho horas ininterrumpidas de sueño reparador. Ni siquiera había dormido así de bien cuando vivía en Cicero, bajo la gruesa colcha que Lisa insistía en usar aun en verano.

Las cobijas que lo cubrían no eran pesadas, pero aun así se sentía caliente. El colchón era como dormir en una maldita nube. Las sabanas lisas, la firme almohada debajo de su cabeza y el ligero olor a… ¿lavanda? Abre ligeramente un ojo, mirando la mesita de noche: un par de revistas sobre autos clásicos, un vaso de agua a medio beber, un teléfono celular con funda negra, las paredes pintadas de color azul cielo, la almohada bajo su cabeza de color blanco. Y alguien esta respirando a su lado. Puede sentir el ritmo lento de la respiración mientras se frota la frente.

Lo último que recuerda es a Sam escoltándolo a la cama, deseándole las buenas noches a través de la puerta del dormitorio. Dios, ¿Se escapo?, ¿Fue a algún lugar? La desintoxicación ha sido difícil; incluso aunque han pasado semanas, a menudo se siente desconectado de la realidad. Enojado, frustrado, enojado con Sammy por no rendirse con la marca, pero malditamente agradecido que haya hecho todo lo posible para asegurarse de que Dean volviera a ser humano. Enojado con Cas por perder su último vestigio de gracia, que ni siquiera era suyo, para revivirlo y luego darle su propia sangre.

Dean no había salido del bunker en semanas, no desde que arrinconó a Cas y este, aterrorizado, con los ojos rojizos y desenfocados por su gracia menguante, le dijo a Dean que no debía rendirse con la marca, que podía volver a ser la persona que era antes, "Eres un buen hombre" Cas había insistido, "Este no eres tú" el recipiente de Cas parecía tener miles de haces de luz que estallaban a su alrededor; los ojos de Dean se obscurecieron al instante por el resplandor. No quisieron arriesgarse usando la sangre de Sam. La sangre de Cas era pura, había sido rehecho por Dios, usarían su sangre para salvarlo.

Lo harían, había dicho Cas, con firmeza, como si retara a cualquiera de atreverse a decir lo contrario.

Malditos desgraciados, deberían haberlo matado la primera vez que Cas trato inútilmente de esconder su estremecimiento al ver el verdadero rostro de Dean, cuando miraron sus ojos completamente negros. Pero no lo hicieron, se negaron a hacerlo. Y ahora aparentemente había escapado, sin tener idea de a donde fue, y todo porque Sam y Cas no podían renunciar a Dean. Curado o no, podría herir a alguien, podía terminar matando a alguien. Aun recordaba lo que era ser un demonio, casi como una segunda piel.

Su cabeza no daba vueltas, al menos no tenia resaca, ¿Pero porque no podía recordar nada? Lo más probable es que se haya dirigido directamente a un bar. No recuerda haber salido con nadie. Tal vez la pérdida de la memoria sea un efecto secundario de la desintoxicación, pero eso no importa ahora, tiene que irse antes de que ella despierte, evitar el ritual incomodo de cada mañana, donde promete llamar y trata de retener su nombre lo suficiente como para bloquear su número cuando lo haga (suponiendo que se lo dió)

Mira el reloj sobre el buro, pero no puede enfocar correctamente. Tarda dos minutos antes de que la alarma de las 6:30 suene. La persona junto a él comienza a moverse. Dean revisa su propio cuerpo: mierda, está totalmente desnudo, ni siquiera tiene puestos los calcetines. Levanta la vista haciendo un rápido inventario, sus vaqueros están tirados junto a lo que cree es un armario. Busca su camisa, y ve una bola arrugada a los pies de la mesita de noche, ¿sus botas? Posiblemente estén debajo de la cama o en la planta baja. No sería la primera con un fetiche por las alfombras.

Levanta con cuidado la manta, desliza su pierna derecha hasta la orilla de la cama. Hace frio, aun así desliza su cadera hasta el borde y cuando está a punto de escapar, unos brazos fuertes serpentean hasta sujetarse alrededor de su torso.

–Buenos días, Dean. –una voz demasiado familiar dice calurosamente y sí, hay una aspereza que se restriega contra su hombro, una musculosa pierna que se enreda entre sus rodillas y un Castiel inclinándose para besar la comisura de su boca.

–¿Cas?–Dean se atraganta con su propia saliva cuando este se presiona contra su culo. Puede sentir la piel caliente y sabe que Cas no tiene ropa encima. Dean se levanta de golpe, apoyándose sobre sus brazos extendidos.

–¿Qué diablos estamos haciendo en la cama?–espeta.

–Es temprano. –Cas dice simplemente.

–¿Y?–responde, demasiado confuso como para preocuparse por el tinte de autentica histeria en su voz.

–¿A qué hora te fuiste a dormir anoche?–Cas le pregunta, desconcertado acercándose de nuevo a Dean.

–Uh. –responde, mientras se aleja de nuevo, tirando de las sabanas más cerca de su entrepierna. Trata de nuevo de recordar. Sammy no le dijo que hora era, pero le deseo las buenas noches y cerró la puerta del dormitorio. – ¿Media noche?

Cas suspira mientras acaricia el antebrazo de Dean, abre los ojos sorprendido por el nivel de intimidad, pero está demasiado confuso como para moverse.

–¿Tuviste una pesadilla?–Cas le pregunta amablemente, Dean mira donde la manta se abulta sobre el regazo de Cas y traga duro.

–Uh. –murmura. –Creo que aun no despierto.

–Ah, graciosito. –Responde Cas a sabiendas, mientras sonreía y palmeaba el muslo de Dean sobre la manta.

–Despierta, vamos, despierta. –Dean se ruega a sí mismo en voz baja.

Cierra fuertemente los ojos, cuenta hasta tres y los abre de nuevo para encontrarse con Cas aun mirándolo, esta vez con preocupación, Dean ha visto esa mirada demasiado a menudo últimamente, cada vez que Cas se cierne sobre él con una jeringa, cuando ajusta sus cadenas, dejando que sus dedos se deslicen sobre las muñecas de Dean en una disculpa silenciosa. La mano de Cas aún se mantiene sobre su pierna.

–Mierda. –murmura Dean.

No puede afrontar la preocupación de Cas ahora mismo, no cuando no sabe que está pasando exactamente, parpadea un par de veces y mira la habitación, calculando mentalmente la distancia que hay entre él y sus vaqueros. Podrá pensar mucho más claramente cuando no esté desnudo en una cama con Cas también desnudo como distracción.

Un bostezo se le escapa y tapa su boca con su mano para ahogar elsonido, exhalando sobre una banda en su dedo anular, aleja su mano de su rostro lo suficiente como para poder verla con detenimiento. Es reluciente de plata pulida, como una espada angelical. La mira estupefacto.

Cas lleva una mano a la frente de Dean, presionando ligeramente contra su piel. Dean se estremece y se aleja de él, pero Cas solo lo ha tocado para comprobar su temperatura, ya no tiene sus HocusPocus angelicales. Cas también tiene un anillo en su mano izquierda, una banda barnizada de negro, bastante simple.

–¿Has visto "¿Qué paso ayer?*"?–Dean pregunta débilmente.

–Si te tranquiliza, puedo asegurarte que no hay un tigre en el baño. –Cas responde, sonríe y le besa la cien.

Dios, ¿Qué paso anoche? Obviamente les lavaron el cerebro a ambos, ¿Y cómo diablos consiguieron casarse?, ¿Eso es incluso legal en Kansas?, Y ahora están atrapados en un cursi hotel que debió haber costado una fortuna. Y en base al comportamiento de Cas con toda su coquetería (y falta de ropa) obviamente se enrollaron por allí y Cas esta inequívocamente bien con eso. Dean no puede recordar nada físico, pero tuvieron que haber entrado allí de alguna manera, esto es un maldito y enorme error. Suspira antes de ponerse de pie, la sabana se desliza por su cuerpo, dejándolo frio y expuesto.

–Um. –dice mientras se frota los nudillos contra los labios, mira hacia Cas sobre su hombro. Dean se ha cambiado delante de Cas antes, pero esto es diferente. En una extraña muestra de pudor, se cubre con las manos. –Necesito café.

–Voy a poner la cafetera. –Cas dice y toma el teléfono de la mesita de noche contraria. Con la atención de Cas lejos de él, Dean se apresura a ponerse sus pantalones vaqueos. ¿Son incluso suyos?, el material se siente demasiado delgado, pero encaja, da brinquitos torpes para entrar por completo en ellos. Cas teclea un par de veces en la pantalla de su teléfono, ¿cuándo consiguió un iPhone?, Dean escucha poco después un click y un chirrido en la habitación contigua, ladea una ceja.

–Tenías razón. –Cas admite. –Esto es muchísimo más fácil a primera hora de la mañana, pero aún voy a servirles a los huéspedes de la manera clásica.

–… ¿Huéspedes?–Dean repite con voz entrecortada.

Cas le miro de manera extraña.–Uno y Dos no salen hasta esta mañana. –lo dice como un memorándum.

Dean reprime el escalofrío que amenaza con subirle desde la base del estomago. Esto no está bien, "huéspedes" significa que ellos viven aquí, lo que significaría que Cas en realidad piensa que viven aquí, lo que querría decir que…

–Tengo que levantarme. –Cas continúa, quitándose las sabanas de encima. –Pasan de las seis y media.

Dean no desvía la mirada lo suficientemente rápido y se recuerda de primera mano que Cas tiene un recipiente bastante atractivo. Piensa entonces, por medio segundo, en un Cas desnudo y lleno de abejas y sus mejillas se calientan de repente. Trata de pensar en el béisbol para contener su cuestionable reacción ante el blanco culo de Cas. No es el momento amigo, se aconseja, quizás sigue borracho.

Cas se mueve desnudo al baño. Dean localiza la camisa y se la pone con un fuerte tirón, tantea su estomago que se siente demasiado flácido y gordo. Tal vez aún está bajo la influencia de lo que sea que lo trajo aquí, porque todavía ve todo borroso, como si tuviera lagañas en los ojos. Se frota los ojos, parpadea, pero es como si tuviera una ligera película sobre ellos. Puede distinguir sus manos si las tiene delante de su cara (baja el jodido anillo de inmediato) pero eso es todo, a partir de unos 30 centímetros todo está fuera de foco.

Su pulso se agita, puede oírlo rugir en sus oídos. Algunas posibilidades se le vienen a la mente. Todo esto podría ser un sueño. O podría ser verdad y Cas aún está bajo la influencia lo que sea que se expusieron la noche anterior. O tal vez fueron secuestrados y unas brujas malditas les lavaron el cerebro, o está atrapado en una ilusión de un djinn. Demonios, tal vez solo esta alucinando y esto es solo un efecto secundario de ser inyectado con la sangre de Cas que no es del todo humana. Después de todo, Crowley fue todo un lio adicto a la sangre.

Puede descartar el sueño. El suelo es sólido y frio, y no cambia cuando salta sobre el. El reloj marca tres minutos más tarde dela última vez que lo vio, mira a otro lado y vuelve, pero el tiempo sigue siendo el mismo. Repite la prueba del reloj dos veces para estar seguros, y a continuación comprueba las manos: diez dedos.

Bien, no está soñando. Probablemente.

Cas sale del baño solo con una toalla alrededor de sus caderas, sonriéndole mientras desliza un par de gafas sobre la nariz de Dean. Este frunce el seño y evita deliberadamente ver el pecho de Cas y se centra en un punto justo detrás de su cabeza y le alarma la claridad con la que puede ver los detalles exactos, como aquella telaraña en la esquina sobre el armario.

–Siempre está la cirugía laser. –dice Cas, como si hubieran tenido esta conversación antes.

Eso hace que frunza más el seño.

–Probablemente el café ya esté listo. –dice y se aleja de Cas.

Cas entra de nuevo en el cuarto de baño y Dean puede escuchar el agua cuando comienza a caer, por lo que decide seguir el olor del café hasta localizar la maquina. Es grande, un cilindro de vidrio lleno de granos de café, una clase de pantalla que parece salida directamente de una tienda de Apple y un plato de plata con dos tazas blancas encima (Que por supuesto no dicen Él y Él) con vapor saliendo de ellas.

El café es bueno, el café aclarará su mente y le permitirá pensar.

Toma una de las tazas y se sienta bruscamente en una mesa redonda debajo de una pequeña ventana que da a un tipo de huerto pequeño. Los árboles, de lo que sea que sean, están en hileras. Dean se estremece cuando ve el espantapájaros y da un trago a su café, el cual es bastante bueno, muy fuerte, delicioso en realidad. Mucho mejor que el café de los restaurantes de paso. La cocina es pequeña, pero atractiva. Líneas limpias, una barra blanca y alacenas simples de tablones anchos y el piso de madera. Se abre a la sala de estar donde está la escalera (bueno, este debe ser el segundo piso al menos) y hay una chimenea que Dean puede ver si se inclina hacia atrás.

Se asoma más por la ventana y puede ver a su nena, aparcada en la cochera. Su estomago se desploma. Lo sabe solo por la forma, a recorrido sus manos sobre ella tantas veces que podría delinearla aun si le dejaran ciego. Esta cubierta por una lona que abraza sus curvas perfectamente, está hecha a la medida aparentemente, pero su neumático delantero derecho está pinchado.

Bien, si esto no es un sueño y no le han lavado el cerebro, entonces tiene que ser un Trickster o un djinn, quizás un ángel. Dean solo tiene que averiguar cuál de todos es. Si es un djinn, puede simplemente lastimarse de la manera correcta. Si es un Trickster, Dean tiene una estaca lista para él. Pero, ¿un ángel? mierda.

Se pone de pie, recorriendo el lugar para poder determinar los parámetros de este universo, pero no hay ninguna cubierta extraña, ni nada pegado en la nevera. En una de las repisas puede verse una fotografía en un marco de plata, junto a ella está Sam y una mujer con dos mocosos. La imagen es de él y Cas. Visten trajes y Cas esta besando la mejilla de Dean mientras lo sujeta con su otra mano y sonriendo como un completo imbécil. Con una mano sobre el brazo de Cas, luciendo el mismo anillo que tiene ahora esta Dean.

Viejo, ¿ahora eres gay?–Se pregunta a sí mismo.

Detrás de él, Cas suspira fuertemente. –Pensé que habías superado eso de etiquetarte a ti mismo.

–¿No te enseñaron a no aparecerte de la nada en el Cielo?–Dean le encara.

–Eso complicaría nuestra vigilancia. –dice Cas mientras camina lentamente hacia Dean. Aún está en una toalla, con el rostro recién afeitado y algo rosado por la navaja.

–Cas, colega, necesito que pienses por un segundo. –Le pide Dean. –¿No hay nada que te parezca extraño esta mañana?

–¿Aparte de que rechazaste el sexo? No. –Cas responde.

–Así que… tú y yo, despertando en la misma cama… ¿No te levanta ninguna sospecha?

–¿Por qué debería hacerlo?–Cas pregunta con el seño fruncido.

–¿Esto es normal para ti?

–Dean si esto es alguna clase de broma…

–Responde a la pregunta. –Dean insiste.

Cas se mueve muy despacio, inclina la cabeza, apenas un poco, a la derecha–¿Qué año crees que es?–pregunta con lentitud.

La pregunta golpea a Dean, está a punto de gritarle algo cuando se detiene. Con las gafas puede ver claramente a Cas. Mira detenidamente su apariencia: su piel bronceada tiene arrugas pronunciadas en las esquinas de sus ojos, su cabello es un poco más largo que el de Dean, curvándose un poco en su nuca, hay manchas de color gris en el nacimiento de su pelo. Dean no lo había visto antes, recuerda lo flácido que parecía su estomago hace unos minutos, demasiado redondo, demasiado suave, como los vaqueros se ajustaron bien, pero no se sentían como propios. No es posible, piensa. Dean empuja a Cas fuera del baño y enciende la luz. Se sujeta del borde del lavabo cuando se congela.

La cara que estaba en el espejo era sin lugar a dudas suya. Tiene el mismo corte de pelo, los mismos ojos verdes, pero no es su rostro. Hay un pliegue de piel que divide su frente, hay otro verticalmente sobre su ceja izquierda. Sus mejillas tienen un color completamente saludable, este no parece un hombre que vive de hamburguesas y pie. Toca su nariz, su mejilla, se frota la mano contra la barba de dos días.

–Mi pelo esta gris. –dice en voz alta.

–Solo un poco en tus sienes. –le corrige Cas desde la puerta, lo mira con una expresión preocupada.

–Yo no tenía el pelo gris ayer por la noche. –Dean insiste. El hombre en el espejo mueve la boca al mismo tiempo–¿Dónde estoy?

–Vermont. –Cas responde con un suspiro.

–Vermont. –Dean repite–¿Por qué estoy en Vermont?

–Vivimos aquí.

–¿Qué?–Pregunta Dean, incrédulo, mirándolo fijamente a través del espejo–¿De qué diablos estás hablando?

Cas toma un respiro antes de responder con naturalidad. –Hemos vivido en Vermont durante más de diez años.

La versión gris y arrugada de Dean se mueve y desenfoca cuando este balancea su peso en ambas piernas. No es posible. Sujeta el mostrador como si fuera su salvavidas, es duro, le mantiene concentrado. Toda su vida como cazador ha perfeccionado sus instintos, sabe cuando confiar en ellos. Esto se siente real, pero no hay manera de que lo sea. En el fondo de su mente, sabe que no puede ser real.

–Dime algo que solo tú sabes. –exige.

Los brazos de Cas cuelgan a sus costados. Dean lo mira apretar sus puños y contraer su mandíbula mientras trata de pensar una respuesta.

–A veces, en tus sueños, te sientas en un muelle y pescas. –dice finalmente.

Dean se tensa, su respuesta no es suficiente para calmar sus sospechas. Cas le ha dicho que los sueños no son seguros. Carajo, si él se puede meter en ellos, ¿Qué podría detener a los demás?, ¿La persona en la puerta es incluso Cas?, Dean frunce el seño, buscando una manera de escapar. Detrás de él, Cas lanza un suspiro.

–Hay agua bendita en el estante superior de la sala de estar, el cuchillo de plata esta en los cubiertos. –dice claramente mientras estira su brazo. –No puedo sanar como antes, así que corta limpiamente por favor.

Y se va.

Dean mira la versión alterada de si mismo durante unos segundos y luego va a la cocina, saca todos los cajones hasta que encuentra los cuchillos y toma el que tiene una hoja de plata. Si esa cosa no es Cas, Dean no lo va a dejarlo escapar con vida. Bajo la mirada del otro, Dean desliza la hoja sobre su antebrazo como medida de precaución, mira como la sangre comienza a salir e inhala fuertemente ante el dolor. Lo repite esta vez en el brazo de Cas, mira como sus ojos se cierran automáticamente ante el dolor, pero no retira la mano. La sangre comienza a salir, pero no se cura a sí mismo.

–¿Estas satisfecho?–Cas pregunta después de que Dean le roció con agua bendita y se alejo, mordiendo el interior de su mejilla. El agua se acumula a sus pies, mientras se envuelve el corte de su brazo con una mano y lo sujeta contra su pecho desnudo de manera protectora.

–Bien, no eres un demonio o un cambiaformas. –Dijo por costumbre, aflojando el agarre de su cuchillo pero sin soltarlo. –¿Qué con los anillos?

Cas lo mira fijamente e inclina la cabeza, le recuerda a Dean su primer encuentro en el granero, su expresión se transforma en curiosidad. –¿Qué es lo último que recuerdas?–pregunta.

–A ustedes imbéciles desintoxicándome, mandaste a la mierda tú última oportunidad de volver a tener tus alas. –Dean responde. –Sammy portándose como mamá gallina, diciendo que no me dejaría dormir en el sofá.

–Dean. –dice, dando un paso hacia delante, apoyando suavemente su mano en su hombro, Dean puede sentir el calor de su mano a través de la ropa, resonando contra la marca que Cas grabó en el infierno. –Eso fue hace doce años.

–Mientes. –Dean escupe sacudiendo la mano de su hombro. Baja la mirada hasta su antebrazo, pero no hay ninguna señal de la Marca, solamente un dolor que se extiende por sus huesos, como arañas que caminan debajo de las capas de piel y musculo, tiene la incesante urgencia de correr cuando levanta los ojos, pero solo deja escapar un jadeo.

–Deberíamos sentarnos. –Sugiere Cas.

–Estoy bien de pie. –encaja, dando un paso hacia atrás. Cas alza ambas manos en son de paz y se sienta solo. Dean se acerca con cautela, como si estuviera delante de un animal salvaje que pudiera saltarle al cuello en cualquier momento.–Empieza a hablar. –ordena, aún sosteniendo el cuchillo.

Cas guarda silencio un momento, ajustando el borde de su toalla.

–Después de que todo paso. –comienza, bajando la barbilla, mirando directamente el suelo. –Después de que eras… bueno, de nuevo tú, necesitabas un tiempo para adaptarte. Tiempo para recuperarte. Nos quedamos en el búnker casi por un año, pero habían demasiados recuerdos, no te estaba ayudando.

–¿Así que me dejaron en algún lugar?–Dean adivina, mientras se acerca al sofá para mirararlo a la cara.

–No. –Cas responde, levantando la cabeza, sus ojos son increíblemente azules. –Sam no quería ir a una institución, además recordé algo que me dijiste.

–¿Qué te dije?

–Cuando volví del Purgatorio. –Dice Cas. –Me preguntaste que, que era lo que pensaba hacer. Hablaste de Vermont, haciendo bromas acerca de mí, dirigiendo un B&B*. Me di cuenta que los humanos hacen sugerencias en base a sus propios deseos, así que propuse unas vacaciones aquí. Nos terminamos quedando.

Dean lanza un bufido. –¿Esperas que crea que tú y yo nos mudamos a Vermont, así de fácil?

Cas niega con la cabeza. –No iba a ser permanente. –dice. –Vendimos algunas cosas insignificantes del Bunker, Sam se quedo con nosotros por unos meses, hasta que conoció a Susan. Viven a una hora de distancia.

–Oh. –dice Dean.

Cas suspira inclinándose hacia atrás, dejando caer sus manos a ambos lados de sus muslos, la orilla de la toalla justo encima de sus rodillas. Deja caer su cabeza hacia atrás cerrando los ojos.

–Alquilamos una pequeña casa en la ciudad durante algunos años. –murmura. –hasta que encontramos este lugar en el mercado, tú querías verla.

Dean exhala y se sienta tentativamente en el borde del sofá. Sin abrir los ojos, Cas estira un brazo en su dirección e inhala fuertemente. Siente sus dedos sobre su pierna un momento, y se da cuenta que no puede decir nada, aprieta los dientes y trata de no moverse, pero todo su cuerpo se pone rígido en respuesta al toque de Cas, este debió darse cuenta, porque retira la mano y la pone sobre su propio regazo apretando los puños.

–Lo siento. –dice Cas mirando sus manos apretadas. –Sé que esto es extraño para ti, esta parte siempre es difícil.

–¿Qué quieres decir con "siempre"?, ¿esto ha ocurrido antes?

Cas asiente: –Tienes pesadillas de vez en cuando, aunque ha pasado casi un año desde la última vez que perdiste la noción del tiempo, tres desde que retrocediste tanto.

–No te creo. –dice Dean, mirando la chimenea en un intento de evitar mirar a Cas, aun así siente su mirada clavada en él, apunta con un dedo hacia la fotografía. –¿Eso? No es real.

Los ojos de Cas se mueven a la fotografía y de nuevo a su regazo. Se levanta ajustando la toalla alrededor de su cintura, frotando una palma sobre su clavícula.

–Tengo que servir el desayuno. –dice finalmente, su voz tranquila que suena derrotada. –Quédate aquí hasta que los huéspedes se vayan, luego seguiremos hablando.

–Está bien. –Dean concuerda.

Cas se retira al dormitorio. Puede escucharlo abriendo cajones y sacando la ropa, escucha el rose de la piel contra la tela. Se imagina la gabardina y el traje, pero cuando reaparece con pantalones color caqui y una camiseta azul claro, Dean recuerda la caída y frunce el seño.

–No tardo. –Promete, agarrando los brazos de Dean suavemente. Hace una pausa, considerando su próximo movimiento, luego lo besa fuerte y profundo, el aliento de Dean queda atrapado en su boca, mientras Cas abre sus labios y presiona más fuerte. Se afeito hace poco, por lo que su piel es más suave que esta mañana, pero aun así es Cas, Cas le esta besando y Dean no se aleja, ni le devuelve el beso. Unos segundos más tarde, Cas exhala derrotadamente, acariciando la mejilla de Dean.

–Valió la pena el intento. –Dice, su mano es grande, cálida y extraña, pero la retira al instante. Baja por las escaleras, los escalones crujiendo por su peso. Dean levanta una mano y la lleva a sus labios, su corazón latiendo con fuerza.

Espera hasta que Cas llega a la primera planta y se aleja de las escaleras, entonces Dean se acerca al hueco de las escaleras y escucha durante varios minutos, el sonido de un molino de café, las tazas siendo colocadas en el mostrador, el sonido de las cascaras de huevo siendo rotas y después, la voz de Castiel mientras bate algo contra su pecho, no sabe que está diciendo, pero sabe que está hablando con alguien.

Concentrarse, necesita concentrarse.

Si esto es un djinn, puede forzar su salida de la ilusión, obligarse a despertar, no quiere ni pensar en qué diablos significa que su maldito cerebro decidiera que debía estar casado con Cas en primer lugar, pero si se corta con el cuchillo y resulta que este lugar es real, va a estar muy molesto. Puede que logre pensar en un camino de vuelta a la realidad, doblar el espacio a su alrededor lo suficiente como para salir. Con una mano en la pared para evitar perder el equilibrio, toma un respiro profundo y aprieta el cuchillo de plata.

Hace un segundo corte en su antebrazo, aproximadamente cinco centímetros de largo, lo suficientemente profundo como para que la sangre comience a brotar. Se concentra en esa línea, en el dolor, trazando mentalmente los bordes, pero no pasa nada, cierra los ojos. Se imagina colgado en algún almacén, con las muñecas atadas y lastimadas, pero no pasa nada. Empuña más fuerte el cuchillo contra la herida, inhalando una bocanada de aire entre dientes y espera.

Nada.

Mueve el cuchillo ahora contra su pecho, la punta presionando junto debajo del esternón y empuja. El dolor agudo lo llena por completo.

–Vamos hijo de puta. –ruge, pero Cas no viene a detenerlo, no le dice que baje el cuchillo, el djinn no se presenta. La sangre es de verdad, caliente y resbala por su pecho.

Cuando abre los ojos aun está en la sala de estar, agarrando el cuchillo, la sangre es visible a través de su camiseta y goteando desde su antebrazo. Mira fijamente su rostro feliz, sonriendo estúpidamente desde la repisa y comienza a sudar, sus nuevas heridas comienzan a palpitar.

–Mierda. –maldice y se lava en el fregadero, sacando un par de vendas y un tubo antiséptico.

Así que este lugar no está en su cabeza, piensa mientras aplica presión en su pecho para parar la hemorragia. Los dijinns son un dolor en el culo, pero son mucho más fáciles de manejar que los Tricksters y los putos ángeles. Quizás Zachariah volvió y esta es alguna clase de retorcida venganza. La última vez Zach también lo mando hacia el futuro y de vuelta. Pero este Cas no está actuando como el Cas del futuro apocalíptico, no le ha dicho que parece fuera de lugar y no hay ningún espejo carnal extraño caminando por allí.

Cas había perdido su gracia y era cinco años en el futuro. ¿Cuánto tiempo había dicho que tenían viviendo aquí, más de una década? Si este lugar es real, y la gracia robada de Cas siguió ardiendo a la misma velocidad, no hay manera de que le quede nada. Dean recuerda a Castiel, como se veía cuando logro salir de la neblina demoniaca, ojerosos e inestable, como una estrella moribunda. No hay manera de que se hubiera recuperado de eso por sí solo, le dijo que era imposible. Los ángeles debieron haber intervenido.

Dean escarba el armario hasta sacar una camiseta gris de algodón. Cierra el cajón con una rodilla y comienza a pasearse por la habitación desordenada. Las sabanas hechas un ovillo en la orilla de la cama, la almohada de Cas en el piso, debió haberse caído de la cama cuando se levanto esta mañana. Dean la recoge y la pone en su lugar, tendiendo la cama mientras piensa.

Esto está a la altura de Gabriel, no sabe con certeza si está realmente muerto, ha visto morir a Cas un montón de veces, nunca se sabe con los ángeles. Si Gabriel está detrás de esto, Dean va a meterla la estaca donde el sol no brilla, solo por el gusto de hacerlo. Cada que un ángel se mete con su vida, es a través de la manipulación emocional, pero este es un jodido nuevo nivel. En el pasado lo separaban de…

–Sammy. –Dean exclama, tomando el teléfono que debe ser suyo por default. Se sienta en el borde de la cama y lo desbloquea.

La foto de fondo es una imagen animada de Cas con dos niños, un niño y una niña subiéndose sobre él, mientras están en el sofá, Cas se está riendo, se ve bien. La niña tiene tal vez ocho, con el pelo largo hasta los hombros y los ojos de Sam. El niño es más pequeño, con el pelo obscuro. Dean frunce el seño ante la imagen (¿O video?, ¿Qué es esto, Harry Potter?) Y busca lo que sea que se parezca a un botón de llamada. Fastidiado dice "Llamar a Sam" y una foto de Sam sonriente sosteniendo a un bebe llena el centro de la pantalla que dice "Llamando a Sam Winchester."

–Hey Dean. –responde Sam después de dos tonos.

–Hey. –dice Dean, aliviado de escuchar la voz de Sam.

–Cas me acaba de llamar. –dice Sam. – ¿Estás bien?

–Algo está pasando aquí. –Dean le confiesa, bajando el tono de voz para no ser escuchado, ¿Quién sabe cuán bueno es el oído de Cas estos días?

–Escucha. –responde Sam. –Los niños están en la escuela, voy en camino, debería estar allí en unos treinta y cinco minutos. Hablaremos cuando llegue.

–Sí. –Dean concuerda. –Sí, está bien.

– ¿Quieres que lleve algo para desayunar?

–Uh, creo que Cas está cocinando… algo.

Sam se ríe, sonora y felizmente. Es sorprendente y desconcertante escuchar esa emoción en la voz de Sam, Dean ha querido eso durante tanto tiempo, vendería su alma de nuevo si eso significaría que él estaría feliz por siempre.

–Por lo general lo está. –termina Sam. –Nos vemos.

Cuelga después de que Dean murmura un quedo adiós, dejándolo solo dentro de las paredes que no conoce. Cas le ordeno quedarse en el cuarto, por lo que Dean busca en el armario una chaqueta y encuentra una de tela escocesa de cuello negro. Tira de ella sobre su cabeza sin desabrocharla, para luego bajar las escaleras con tanto sigilo como los escalones que crujen le permiten. En la base de las escaleras hay otra cocina, más grade que la de arriba, con un horno comercial y un lavabo de cobre. Recuerda el estilo de su niñez, su mamá siempre dijo que le gustaba.

–Un día vamos a renovar todo el lugar. –le decía, con una mano sobre el hombro de Dean mientras lo miraba lavar los platos.

Él sabe al instante, por instinto, que su mamá hubiera aprobado esta cocina: una gran ventana sobre el fregadero que da a un jardín con vegetales ordenados, la isla central con dos taburetes en los extremos. Se llega a preguntar si suele sentarse en ellos, quizás baja el café y hace algo domestico, como leer el periódico o algo así. Aleja el pensamiento de golpe y empieza a buscar una salida.

Hay un pasillo que parece adentrarse en la casa, por lo que opta por la puerta a la izquierda de la barra. Se abre a una terraza pequeña con mecedoras, tiene una vista del cielo enmarcada por los arboles ysus hojas verdes que se balancean con la brisa. Pasa la mano sobre el apoyabrazos de una de las mecedoras, la mira ir y venir, ir y venir, ir y venir. La terraza es de un tono rojizo con persianas blancas, parecía haber sido retocada hace poco. Salta los escalones (Nota mental: No saltar, sus putas rodillas duelen) cojea por el césped irregular, más allá de la huerta, hasta la cochera, que es más un intento de garaje, su rodilla mejora mientras más camina, las puertas de la cochera están abiertas y aseguradas de par a par.

–Baby, ¿Cuánto tiempo ha pasado? –murmura mientras apoya una mano en el capo. La cubierta es de vinilo de alta calidad, es grueso y resistente al agua, el que se usa cuando es un almacenamiento a largo plazo. Suspira levantando una esquina y mirar debajo de ella. La pintura está bien, por lo menos no la han dejado sin llantas sobre bloques. Busca en la cochera una bomba y la encuentra en un tablero bien organizado.

Genial. –complementa.

Esta acostado debajo del coche, pasando sus manos con dulzura sobre las manchas de oxido de la carrocería cuando escucha el crujir de la grava, señal de que un auto está entrando. El motor se apaga y pasos sustituyen el ruido de los neumáticos, que terminan junto a sus piernas debajo del Impala.

–No te había visto aquí en mucho tiempo. –dice Sam. Suena realmente sorprendido pero no agrega nada más, mientras Dean se arrastra debajo del auto, se levana y limpia las manos en sus vaqueros.

–Sammy. –exhala, parte alivio y parte incredulidad, porque Sam ya no parece ningún niño. Lleva pantalones vaqueros obscuros, zapatos de cuero y un blazer. Aún tiene el cabello malditamente largo, pero tiene arrugas en la comisura de la boca, su cara es un poco más ancha, más suave de lo que Dean está acostumbrado. Sonríe y parece tan malditamente normal, que Dean tiene que ignorar el nudo en su garganta al hablar.

–Hey. –No sabe que decir. – ¿Cómo estuvo tu viaje?

–Fue rápido. –Dice Sam, meciéndose sobre la punta de los pies. –No hay mucho tráfico, ¿Ya desayunaste?

–Solo café. –responde Dean.

–Me vendría bien una taza. –Dice Sam y empieza a moverse hacia la casa. Dean le acompaña a regañadientes y observa fascinado como abre el armario, saca dos tazas y luego abre un cajón y saca una cuchara. Conoce la cocina muy bien, se mueve en ella con naturalidad. Agrega crema y azúcar en el café de Dean y deja el suyo solo. Dean alza una ceja.

–Susie está cuidando mi consumo de azúcar. –Sam responde acariciando su estomago.

Viejo. –Dean dice en respuesta.

–Entonces. –Dice, sentándose en uno de los taburetes con su café desabrido. Dean se deja caer en otro, aunque ambos son altos, Sam lo es más, sus piernas apenas pueden doblarse debajo de la mesa. – ¿Qué es lo último que recuerdas?

–Eso fue lo que me pregunto Cas hace rato. –Dice Dean, frunciéndole el seño a su café. Toma un largo sorbo, que resulta estar demasiado caliente, silba un poco ante el dolo. –Dijo que esto ha pasado antes. –añade.

Sam tiene el sentido común de dejar su café antes de beberlo. Asiente con la cabeza lentamente, presionando sus labios en una línea y traga, mira fijamente sus manos, la taza parece más pequeña junto a ellas. Dean nota la alianza de oro y resopla.

–A veces. –dice Sam. –Sobre todo al principio.

–No se siente bien. –Dean confiesa, pasando sus manos por su pelo, recargando su cabeza en ellas– ¿Cómo sé que esto es real?

Sam se encoge de hombros, levantando la taza cerca de su boca mirando el vapor salir de ella.

–No lo sabes. –dice y toma un sorbo.

– ¿Qué significa Poughkeepsie?–

–Deja todo y corre. –Sam recita. –Podría recitarte todas lasFive-O*, el primer motel en la guía telefónica. Pero Dean, si esto está en tu cabeza, o inspirado en algo dentro de ella, entonces soy en realidad tú, así que obviamente sabría todo eso.

La frustración de Dean se convierte en rabia que hierve en sus entrañas, pero se obliga a calmarse.

–Entonces, ¿Estas casado? –Pregunta en su lugar, apretando los dientes.

–Nueve años. –Dice Sam con una sonrisa. – ¿Puedes creerlo?

–Estoy teniendo problemas para creer todo esto.

–Lo sé. –Sam le consuela.

–Así que, ¿A qué te dedicas? –Dean le pregunta.

–Criar a mis hijos. –Sam responde con una sonrisa, inclinándose hacia atrás, dejando que su mano derecha descanse en su rodilla.

– ¿Eres uno de esos que cuidan la casa?

–Soy un padre Dean. Eso es lo que haces cuando eres un padre, criar a tus hijos.

–Así que, ¿Tu esposa?

–Susan. –Sam añade. –Es enfermera, trabaja durante el día en un hogar de ancianos. Yo cuido a los niños y escribo en mi tiempo libre.

– ¿Eres escritor?, ¿Estas continuando las aventuras de Supernatural?

–Jodete. –Sam le golpea el brazo con fuerza. –No, tengo un blog dedicado a las personas que lidian con lo sobrenatural, especializado en aquellos que no saben cómo hacerle frente.

– ¿En serio te pagan por eso? –Dean le pregunta, alzando las cejas.

–Las personas pagan por dormir en tu cuarto de invitados. –Sam le recuerda. –Y comer lo que cocina Cas.

Dean inhala fuertemente. Lo que sea que este en el horno huele a naranja y canela. Si esto está en su mente o no, sigue teniendo hambre y él se va a ser el primero en comer.

–No puedo creer que Cas sabe cocinar algo más que tacos. –dice Dean, mordiendo el interior de su boca.

–Aun no puede competir contra tus hamburguesas. –Dice Sam como consuelo. –Pero los niños aman su queso a la parrilla.

–Cierto, niños. –Dean repite incrédulo. –Así que, ¿Tienes dos?

–John y Mary. –Dice y de inmediato alza ambas manos. –Ya sé, pero a Susie le encanto a idea y se siente bien con la idea de nombrarlos en su honor.

–Encontré una foto de ellos en mi teléfono. –dice Dean mientras revuelve su café con un dedo para después chuparlo. –La niña se parece a ti.

–Sí, lo hace. –Sam concuerda. –Son sus ojos, te diré algo, vendremos el próximo fin de semana, si te sientes bien con eso.

–Me siento bien. –Dice Dean automáticamente. –Solo… un poco desubicado.

–Cas está muy preocupado, no habías retrocedido tantos años la última vez.

–Ese es otro punto. –Dice Dean, echando una rápida mirada al pasillo. Esta vacio. – ¿Cas y yo?

Sam se traga una carcajada. – ¿En serio te sorprende tanto?

–Me gustan las mujeres. –Dice Dean enfáticamente, mientras con sus manos dibuja unos pechos.

También te gustan las mujeres. –Responde Sam pensativo. –Dean, no todos son un cero en la escala de Kinsey.

–Jamás he querido ver la verga de alguien más, solo la mía.

–Dos palabras: Dr. Sexy.

–Vete a la mierda. –Dean le corta.

Sam como el idiota que es, se ríe.

–Fueron las botas. –Dean se defiende. –Tenían el poder de trascender la sexualidad.

–También lo tiene Cas. –Dice Sam. –Sea la sexualidad que sea, él la trascendió hace mucho tiempo.

– ¿Ya dejaste de llorar durante el sexo?

–Se que no me crees, pero lo amas.

– ¿Así que ahora es humano? –Dean cambia el tema, Sam asiente con la cabeza lentamente.

–Fue su elección. –dice.

–Ese hijo de puta. –murmura Dean.

–Es lo que él quería.

–Y una mierda.

– ¿Sabes que él estaba preparado para morir cuando creyó que tú estabas muerto?

Dean no dice nada y Sam continúa.

–En realidad no sabía qué era lo que había entre ustedes hasta que sucedió. –Sam toma un sorbo de su café, retirando un mechón de su cara. –Él es feliz siendo humano, ¿De acuerdo? Confía en mí por una maldita vez Jerk.

–Bitch. –responde Dean.

Por un instante todo parece estar bien. Dean toma una respiración profunda y exhala lentamente, pero el momento se rompe cuando la puerta del pasillo se abre y Cas camina hacia ellos con una jarra de café. Dean tensa los hombros y mira directamente la mesa.

–Necesitaba llenarla. –les explica Cas. Dean ve los vendajes en su brazo que sobresalen de debajo de la manga enrollada, desvía la mirada rápidamente.

–Buenos días Cas. –Sam le saluda alegremente.

– ¿Cómo estas Sam? –Cas responde.

–Bien. –Sam dice. – ¿Tú?

–Aliviado no tenemos registro de entrada hasta el viernes. –Cas le dice mientras programa la cafetera, poniendo más granos de café.

– ¿Qué es lo que haremos durante toda la semana? –Dean pregunta. –¿Mirarnos fijamente el uno al otro?

– ¿Tienes hambre?–Cas le pregunta en lugar de responder al sarcasmo de Dean, encendiendo la luz del horno.

–Me muero de hambre. –responde Dean.

–Hice tu favorito. –dice Cas, sacando un par de guantes para el horno. –Siendo honesto. –añade. –Tenía planeado cocinar esto hoy, pero aun así son tus favoritos.

Lo mira por un segundo demasiado largo, antes de volverse hacia el horno. Sam le lanza una mirada molesta a Dean, que dice claramente que se suponía debía responder.

–Seguro que será genial. –murmura Dean tratando de calmar a Sam. –Huele asombroso.

–Gracias. –dice Cas, abriendo el horno de dónde saca un plato largo de vidrio lleno de…¿pan? Viejo, Dean es un hombre, necesita de un buen desayuno, tocino y salchichas. Su boca le traiciona cuando se hace agua.

–Tostadas francesas horneadas. –dice Sam, inclinándose para susurrarle. –Con tocino de arce.

– ¿Tostadas francesas? –Dean se queja en voz baja. Cas coloca el plato en un salvamanteles negro y saca un cuchillo. Por un momento espera que haga un movimiento de ninja angelical, pero solo rebana metódicamente el pan en filas.

–Debería esperar a que se enfriara, pero sé que a ustedes no les molesta si se trocea. –Trae tres platos y le sirve a cada uno, una rebanada, cubriendo el resto con papel aluminio. –Ellos optaron por cereal, por lo que quedara para mañana. Hay huevos también.

Cas debe estar hablando de los huéspedes. Toma su plato y lo sostiene, apoyando una cadera en el fregadero para poder comer. Detrás de él, las gotas comienzan a caer en la cafetera con un satisfactorio sonido.

–Se lo pierden. –Dice Sam antes de comenzar a comer.

Dean sigue su ejemplo, soplando sobre su primer bocado, masticando lentamente y con escepticismo. Esta… oh hombre, está perfecto: dulce, salado, mantecoso, con el ligero tocino crujiendo en su interior.

–Maldición. –dice con veneración. No puede pensar en un cumplido mejor, pero Cas parece satisfecho con su reacción, comiendo en silencio desde su posición.

Tal vez esta cosa de Estar-Casado-Con-Cas no es el fin del mundo, no si él puede cocinar así. Dean puede esperar un poco para salir de este universo. Pero luego piensa en él besándolo hace no más de una hora y su satisfacción disminuye. No puede permitirse acostumbrarse a este tipo de cosas. Se mueve incomodo en su lugar, manteniendo su boca llena para no ser el que rompa el incomodo silencio que se acaba de instalar en la cocina.

– ¿Las renovaciones de los baños van bien? –Sam le pregunta a Cas, quien asiente con la cabeza varias veces y se limpia la boca con una toalla de papel.

–Tuvimos algunos problemas con la estructura del piso de la habitación tres, necesitamos reforzar el suelo para que pudiera soportar el peso de la bañera, pero solo nos retraso dos semanas.

–Me alegra que estén a tiempo para abrir esta temporada.

–Está lento. –Cas admite. –Pero claro, a Dean le gusta más así.

–No me gusta tener a un montón de personas metiéndose en mis asuntos. –Dice Dean a la defensiva, aunque no está seguro de si esa es la razón por la cual al "Domestic!Dean" le gusta tanto la mitad de semana lento.

–Si fuera por ti, vivirías en tu coche. –Sam puntúa su frase señalando a Dean con su tenedor.

–Solo con verla puedo decir que no la he conducido por mucho tiempo.

–Tenías otras prioridades. –Dice Sam.

– ¿Qué, revolcarme con el rechazado del cielo? –Dean le pregunta. Sam le lanza una profunda y certera mirada que le hace cerrar la boca al instante, termina aplastando un pedazo de pan con su tenedor.

Cas toma la jarra de café. –Disculpen. –dice y sale de nuevo por el pasillo, saliendo fuera del rango de audición.

–No seas un pendejo. –dice Sam una vez Cas se fue. –Esto es muy duro para él.

–Es mucho para digerir, ¿ok? –Se queja Dean. –Hace unas semanas estábamos derrotando a Metatron, luchando contra el gran mal. Y hoy me despierto para darme cuenta que estoy casado con el maldito Cas y tengo una maldita posada, mientras mi Baby se oxida en un garaje sucio.

–El garaje no está sucio.

–Oxidando Sammy, ella se está oxidando.

– ¿Alguna vez consideraste tu obsesión por ese carro solo era para sustituir tu necesidad por una relación intima?

–No. –dice Dean obstinadamente.

– ¿Y qué tal vez ahora no pasas cada hora del día con él, porque estas, no sé, enamorado de alguien?

Dean se burla. –De Cas, quieres decir.

–Sí, de Cas. –Dice Sam con firmeza. –No me vengas con el "Nunca había pensado en ello". Ambos sabemos que no es verdad, ni la Colt hubiera podido cortar la tensión entre ustedes, solo me alegra que por fin hayas hecho algo al respecto.

Sam toma una respiración larga y profunda exhalando por la nariz. Dean piensa que es como si tratara de soplar una bola de algodón persistente de su chaqueta.

–Lo siento. –Sam continúa después de un minuto. –Sé que esto es una mierda para ti, mira, solo trata de volver a la rutina, ¿está bien? Y por favor, se amable con él hasta que tus recuerdos vuelvan.

– ¿Y si no lo hacen?

–Siempre lo han hecho. –Sam le asegura.

–Pero, ¿y si no lo hacen? –Dean subraya. Sam se encoje de hombros ligeramente.

–No lo sé, todo se torna peor, supongo que pides el divorcio. O tal vez puedes averiguar qué fue lo que te gusto del tipo en primer lugar.

Dean lanza una risa breve y sin alegría, frotándose la mano por la cara, mordiendo con fuerza su dedo índice.

– ¿En serio tengo un maldito B&B? –murmura.

Sam sacude su cabeza golpeando cariñosamente el hombro de Dean.

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Cas no aparece hasta que los invitados se han registrado y salido del lugar, vuelve diciendo que va a sacar la ropa de cama y ponerla a lavar.

– ¿Necesitas ayuda? –Sam ofrece, codeando a Dean en las costillas. Están recostados en el sofá del segundo piso viendo un documental de ranas toro, porque aparentemente Sam aun es un maldito nerd a pesar de estar en sus cuarentas. Dean nunca va a admitir que el documental le resulta fascinante.

–Sí, ¿necesitas ayuda? –Repite como un loro.

Cas sacude la cabeza negando, pero al instante parece cambiar de opinión.

–Gracias. –dice. –Es más fácil llevar toda la ropa entre dos personas.

Sam le pela los ojos a Dean, así que este se levanta del sofá (una pena, es cómodo, además, ¿Cómo es posible que tenga un sillón de cuero?) Y sigue a Cas, quien baja las escaleras, atraviesa la cocina y va a la parte compartida de la casa.

No se ve como Dean esperaba, lleno de chucherías recogiendo polvo que a nadie le importan. Es espaciosa, con vigas de madera toscamente labradas en la parte superior, con un diseño en el piso de madera diferente al del resto de la casa, hay una mesa redonda de madera justo en la entrada, llena de revistas de fitness, guías de caza, revistas de coches clásicos y libros. Detiene la mirada allí un minuto, Cas lo mira con paciencia.

Donde debería estar la alfombra de entrada, hay un patrón familiar, alza una ceja en dirección a Cas.

–¿Una trampa demoniaca?

–Incrustación de madera hecha a la medida. –Cas confirma. –Es más bien una broma interna, aunque nos fue útil una vez. Se puede extraer una parte para liberar al demonio, por lo que no tenemos que dañar el piso.

–Eh. –dice Dean. –De cualquier modo, ¿cuál es el nombre del lugar?

–Hotel California.* –Cas responde. Hay una calidez en su voz que hace que Dean se sienta culpable.

–Wow, eso es… –Dean busca la palabra correcta, pero no le alcanza... –Diferente. –para cubrir todo.

–Esa es la idea. –Cas le dice, señalando la primera puerta a la izquierda. –Solo son la habitación uno y dos.

Cas abre la puerta con una llave vieja de metal, nada de esas putas tarjetas de plástico (suponiendo que todavía existen) y empuja la puerta hacia dentro. Dean espera una pesadilla floral, tal vez una pintura vieja descolorida sobre el marco de latón chirriante de la cama, algo retro, como las habitaciones de mierda que Sam y él tuvieron que soportar por años, pero esto es algo de alta calidad.

La luz sobre la cama es una enorme cosa blanca, que se parece al tallo de una piña, que se extiende hacia arriba, es luminosa y atrapa la atención por completo. La cabecera está compuesta de cuatro tablones obscuros de madera pegados a la pared, la cual está pintada de un azul medianoche. La pared contraria a la cama está cubierta de arriba a abajo de placas de todos los estados, Dean encuentra tres que solían usar en el Impala. Cas empieza a quitar las sabanas, almohadas y enredones dejándolos hechos bola en el pasillo junto a la puerta.

–Kevin limpiara aquí más tarde. –dice. –Pero prefiero lavar las ropas de cama de inmediato.

– ¿Kevin? –dice Dean esperanzado, pero Cas niega con la cabeza.

–Es solo una coincidencia. –añade.

El segundo cuarto es similar, pero en negro y blanco, con un enorme mural de fotos del Impala que ocupa toda la pared de la cama.

–Tú decoraste esta. –dice Cas, palmeando una lámpara amarilla que estaba sobre la mesita de noche negra, era el único toque de color en la habitación. –No pienso que encajen. –admite.

Dean se resiste a admitir que se siente un poco arrogante, después de todo este es su trabajo. Técnicamente.

– ¿Cuánto tiempo tomo todo esto? –pregunta.

–Unos pocos meses. –dice Cas, con un tono de enorme cariño en su voz. –Hicimos gran parte del trabajo nosotros mismos. Tuvimos que quitar un montón de papel tapiz.

–Suerte que Sam es tan alto. –dice Dean.

–Su altura fue una ventaja. –Cas está de acuerdo mientras tira de las sabanas de la cama, Dean en cambio estudia el alfeizar de la ventana, es de cromo.

– ¿Esto es… un parachoques? –pregunta, pasando una mano sobre él.

Cas sonríe, mirando sobre su hombro. –Necesitó un poco de trabajo de ingeniería.

–Y que lo digas. –murmura Dean. –Resulta que somos bastantes buenos en la decoración.

–Nos han destacado en varias revistas. –Cas le confiesa.

–Déjame cargar esos. –dice Dean señalando las ropas de cama, sintiéndose como un pendejo por estar parado mirando alrededor mientras Cas trabaja.

–Ve por las que están en el pasillo. –Cas le pide, cargando la pila de ropa. –Y cierra la puerta detrás de ti, se atora.

Dean le obedece, yendo detrás de Cas quien camina a través de la sala principal a la cocina. Hay una lavandería, detrás de la despensa. Cas abre la parte superior de la lavadora y pone sus sabanas primero.

–Nos va a llevar cuatro cargas. –explica mientras coloca una pastilla de detergente naranja en una bandeja que de desliza hacia dentro y presiona un botón que se ilumina azul. –Es por eso que me gusta comenzar de una vez.

–Podrías omitir el edredón. –Dean sugiere, pero Cas le da una mirada de complicidad.

–Te sorprendería lo que hacen en ellos. –dice Cas en su clásico tono serio.

–Oh. –responde Dean. Él ha tenido uno que otro buen momento en una cama de hotel, pero decide guardarse esa información, algo le dice que Cas es del tipo celoso. La lavadora comienza a funcionar, con el sonido del agua que cae sobre las sabanas.

– ¿Sam se queda a almorzar? –Cas pregunta.

–Le preguntare. –Dice Dean, gritando hacia las escaleras. –¡Sammy!, ¿Te quedas a almorzar?

Los pesados pasos de Sam hacen eco en las escaleras. Mira a Dean como si pensara que era un pagano por gritar en el interior, Dean mira fijamente a Sam en desafío, a la espera de su respuesta.

–Claro. –Sam concuerda, mirando de reojo a Cas, quien asiente con su consentimiento. –El autobús no va a dejar a los niños hasta dentro de unas horas.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Cas hace sándwiches y se sientan en el porche a comer, dando manotazos para espantar a las moscas y abejas curiosas que se acercan ocasionalmente desde el jardín. Dean jamás será capaz de volver a ver una abeja sin pensar en Cas, en cuan roto y frágil estaba después de absorber los recuerdos de Sam de la jaula, los de Lucifer. Se frota la parte posterior del cuello y mira a su alrededor.

Los ojos de Cas se pasean por el cielo, que es casi totalmente de un azul claro, solo por algunas cuantas nubes que se ven sobre la línea de las copas de los arboles. La dureza se ha ido de la cara de Cas, incluso esas líneas alrededor de su boca y ojos que significaban todo el dolor que cargaba, el dolor de Sam, el de Dean, su propio dolor por lo que había hecho en el cielo. Cas se ve en tranquilo, parece estar en paz consigo mismo, con la humanidad, tal vez incluso con Dios.

Es extraño comer tan despacio, ver a Sam recostado, masticando lentamente, sin atragantarse con la última comida de la noche porque es casi la hora de registrarse para salir, o porque el gerente se acaba de darse cuenta que la tarjeta de crédito es falsa (la segunda vez esa semana) o porque están planeando comer y correr porque detectaron la tarjeta de Dean en una estación de Shell de mierda sin un baño funcional.

Un avión cruza el cielo; Dean se aclara la garganta y toma un primer bocado. Es jamón y queso suizo, con lechuga y tomate en pan de centeno tostado. Se da el pequeño lujo de masticar su comida en lugar de atragantarse con ella. Se siente indulgente, como cometer un pecado en domingo.

–Entonces, ¿Aún cazamos de vez en cuando? –pregunta.

–A veces. –responde Cas.

–Somos consultores más que estar en el campo. –añade Sam. –Especialmente tú. Ya no hay tantos demonios estos días, son más espíritus enojados que otra cosa. Aunque algunas veces son cosas más siniestras. Hubo una sirena el año pasado fuera de Omaha, nos tomamos unas vacaciones.

– ¿Fue asombroso? –Dean pregunta.

–Horrible. –Dice Sam y sonríe. –Me arrojo contra una pared y estuve adolorido la siguiente semana, ya no estoy acostumbrado a eso.

–Mariquita. –Dean le regaña con la boca llena. –Apuesto que fue un divertido camino de vuelta.

–Jamás estuve más feliz de salir de esa cosa. –le confiesa.

– ¿Viniste con nosotros? –Dean pregunta, inclinándose sobre Sam para hablar con Cas, quien educadamente se limpia la boca con una servilleta antes de hablar. Dean tiene mostaza en toda la boca y no le importa.

–Sí. –Cas dice. –Aunque no soy muy útil sin mis poderes.

–Eres muy útil. –Sam le asegura. –Solo no puedes volar, pero piénsalo, si necesitamos ser sigilosos podemos contar contigo.

–Es cierto. –Cas concuerda, mirando al cielo con nostalgia, Sam le toca el hombro de una manera fraternal que hace a Dean fruncir el seño. Es molesto verlos actuar tan familiarmente, Sam y Cas siempre se han llevado bien, pero Cas siempre ha sido más cercano a él, a Dean no le importa en realidad, solo es… raro.

–Nos alegra tenerte aquí. –Sam le dice a Cas en un tono amable, lo que hace a Dean morderse el labio para no añadir algo como "Siempre y cuando mantengas tus pantalones en su lugar."

–Gracias. –responde Cas.

Cae el silencio otra vez, dejan sus platos en el barandal del porche y se sientan a tomar el sol. Jamás han hecho esto, los tres juntos, simplemente relajarse en compañía de los otros, solo por el gusto de hacerlo. Siempre hubo alguien que necesitaba recuperarse de sus lesiones, o se estaban escondiendo o Cas estaba adaptándose a la vida humana o simplemente estaban matando el tiempo hasta la próxima cacería.

Pero, ¿ahora?, sentados juntos en las mecedoras, sin esperar nada, porque… ¿quizás no va a pasar nada?, esa es una opción, Dean no está seguro de cómo se siente respecto a ella. Se desliza en su silla, dejando descansar sus manos en su estomago y su cabeza en el respaldo de la silla de madera cómodamente, meciéndose con su pie derecho y cierra los ojos, la brisa se desliza por su cara y le revuelve el cabello.

Hombre. –dice, inhalando, el aire fresco le reconforta de manera vigorizante. –Bobby hubiera amado esto.

–Estoy seguro que lo aprueba. –dice Cas.

– ¿Lo has escuchado? –Dean le pregunta, abriendo un ojo.

–Perdí mi señal. –Cas le responde, no con melancolía, más bien como aclarando un hecho, pero Dean se siente un pendejo por preguntar.

–Estoy seguro que a mi mamá le hubiera encantado la cocina. –dice.

Cas sonríe un poco. –Eso es lo mismo que dijiste cuando la elegimos.

–Eh. –dice Dean.

–Tengo una idea. –Sam interrumpe. – ¿Por qué no vemos las fotos, ver si eso puede refrescarte la memoria?

–No me va a matar. –Dean está de acuerdo, pero se detiene. – ¿Verdad?

–Ayudo la última vez. –Sam se encoje de hombros.

–Entren. –dice Cas. –Limpiaré aquí y nos encontraremos arriba.

–Dean te ayudara con los platos. –dice Sam, golpeando sus muslos antes de levantarse, se quita el pelo de la cara. Dean se siente demasiado tranquilo y relajado como para protestar por las tareas. –Tengo que llamar a Susie. ¿Dónde están los álbumes?

–En el estante a un lado de la televisión. –responde Cas. –Estaremos allí en seguida.

–Nos vemos en un minuto. –dice Sam entrando.

Sutil, piensa Dean, pero Sam obviamente cree que necesitan tiempo a solas. No es que Cas le este molestando, pero no… simplemente no puede pensar en eso ahora mismo, sobre ellos dos, sobre el anillo en su mano que trata de no mirar. Cas no se levanta de inmediato, por lo que tampoco lo hace él, sigue balanceándose a sí mismo y luego para de golpe, con la mecedora a medio balanceo hacia atrás.

– ¿Cas?

– ¿Sí?

–Si llegas… si llegas a sentir que algo está mal conmigo, me lo dirás, ¿no?

–Sí Dean. –responde Cas.

Dean asiente lentamente, relajando su pierna. La silla cruje cuando va hacia delante y se pone en reposo.

–Así que, doce años en el futuro. –Dean dice negando con la cabeza, recoge los platos, estirándose para tomar el de Cas del barandal, este mira al piso. –Espero que hayan avances tecnológicos en los lavavajillas.

–La esponja es nueva. –Cas le dice.

– ¿Me vas a hacer lavar los platos a mano? –Dean le pregunta.

–Solo son tres platos, la tabla de cortar y un cuchillo. –Cas señala.

Dean asiente aceptando su derrota y se apoya en la barandilla. –Siento haber enloquecido esta mañana. –dice mientras se empuja de pie, no sabe que le hace decirlo.

Cas se toma un momento para responder, inclinando su cabeza hacia la derecha, de la manera en la que suele hacerlo. –He tratado de ponerme en tus zapatos. –dice. –No literalmente claro.

–Por supuesto.

–Entiendo porque reaccionaste así, no te culpo por ello.

–Es solo que de donde yo vengo, tú y yo… no somos…

No termina, pero Cas asiente mirando la línea de los arboles a la distancia, Dean siente un tirón de pánico.

–Tú hubieras tenido la misma reacción si se invirtieran las cosas. –añade de prisa, se fuerza a sonreír, tratando de hacerlo pasar por una broma. –¿Te imaginas si te hubiera plantado un beso cuando te negaste a matarme delante de tus amigos angelicales?

Dean espera que Cas baje la cabeza resignado, tal vez incluso reírse ante la idea, pero no lo hace. Desgraciadamente mira a Dean, con nostalgia, durante varios segundos donde no parpadea, sus ojos son tan, tan azules como esa vez que bajo el cuchillo y dijo: "No puedo." Dean piensa entonces en ellos, sentados uno frente al otro en el bunker, la manera en la que la expresión de Cas cayó cuando Dean dijo que "Acababa de abandonar a todo un ejército por un sujeto."

No Sam y Dean, no la humanidad, solo él. Dean entendía el peso de sus palabras, pero no creyó que Cas lo hiciera, el tipo seguía siendo un ángel, incluso si estaba funcionando con baterías robados, no era justo juzgar sus acciones con estándares humanos. Probablemente hubiera hecho lo mismo por Sam.

Cas suspira y su suspiro está cubierto por el recuerdo de la voz de Balthazar:

¿El ángel de la gabardina sucia que está enamorado de ti?

Pero las personas molestaban a Dean con eso todo el tiempo: Sam, Bobby, Meg, incluso Crowley. Todos ellos hacían bromas sobre su novio angelical, diablos, incluso Dean bromeo sobre eso, pero jamás lo dejo ir más allá, no lo nombraba. La gente decía el mismo tipo de mierdas sobre él y Sam durante años, porque las personas son estúpidas, no significaba nada. Era mejor que no lo hiciera.

Sintió un escalofrío recorrer su piel, a pesar de estar parado en el sol.

–Deberíamos… deberíamos entrar. –dice entre dientes, incapaz de mirar a Cas, se da la vuelta bruscamente y suelta el plato. No se rompe, simplemente rueda en el piso y gira sobre sí mismo. El sonido le marea.

Cas se agacha para recogerlo, pero no mira a Dean de nuevo. Lavan los platos en silencio, con un jabón que huele a limón y jengibre. Cas seca los paltos con un paño de cocina de rayas y los coloca en un gabinete. Suben las escaleras juntos.

Sam tiene álbumes de fotos repartidos en la mesa de café.

–Cas y yo hicimos esto la última vez. –dice, señalando los libros de diferentes tamaños y colores. –Pensamos que podíamos empezar por lo más viejo, averiguar donde paran los recuerdos y partir de allí en adelante. Esperamos que eso refresque tu memoria. –Empieza a pasar las páginas de un álbum de color marrón, torciendo la boca, para luego pasar al siguiente.

–Bien. –Dean concuerda y se deja caer en el sofá a su lado. Cas jala una silla y se sienta en el otro extremo de la mesa. Vuelve a tener su expresión neutra, pero no ha dicho nada desde que estaban afuera y no alza la mirada. Dean siente que debería disculparse, pero no sabe exactamente por qué.

Él no lo sabía. Cas jamás le dijo nada sobre sus sentimientos, siempre fue un tipo raro, ignorando el espacio personal de Dean, mirándole más tiempo de lo normal y esa cosa que hacía de aparecerse cuando Dean estaba dormido. No hacia esa mierda con Sam, pero Cas no era humano. Dean siempre se repetía que estaba leyendo más de lo que había en sus acciones. Cas era un ángel, y no había ni una mierda en el diario de su padre que hablara sobre cuando un ángel se enamoraba de ti, mierda, ni siquiera había nada de los ángeles en general.

¿Nadie pudo haberle dicho?, quizás eso era lo que pensaban todos que estaban haciendo mediante la provocación, en lugar de decirle directamente, obligándolo a resolver las cosas por su cuenta. Además incluso si se lo hubieran dicho directamente, ¿les habría creído? Si Bobby le hubiera dicho, probablemente Dean hubiera ignorado sus preocupaciones con ía a Sam. Balthazar y Gabriel eran unos ángeles pendejos, ¿ellos que hubieran sabido? Y Meg, ella era un demonio, tampoco le hubiera creído.

Si Cas le hubiera dicho… Dean ni siquiera quiere pensar en cómo hubiera reaccionado. Si no se hubiera despertado esta mañana, con los brazos de Cas a su alrededor, no lo hubiera creído, incluso ahora no lo hace.

– ¿Dean? –Sam le estaba hablando, parpadea y mira las manos de Sam que enmarcan una fotografía suya.

–Genial. –complementa. Cas se inclina hacia adelante, para poder ver la fotografía al revés.

– ¿Te acuerdas de eso? –Sam le pregunta.

Fue el primer día que Sam dejo a Dean salir de la trampa demoniaca, satisfecho de que su alma ya no estaba corrompida. Cas estaba dormido en algún lugar, durmió mucho esa semana. Dean sentía que tenia la madre de las resacas, pero Sam no le permitía ponerse de ermitaño en su habitación, lo arrastro a la sala principal para desayunar, pero no había tocino así que le alzo el dedo de en medio. Sam se rio mientras le tomaba una fotografía con su celular, para presumir sobre ella después.

–Sí. –dice Dean simplemente. –Eso fue hace unas dos semanas.

–Bien. –responde Sam y da vuelta a la pagina. En la fotografía, Dean está dormido en el hombro de Cas en el sofá, este se ve feliz. Dean puede sentir sus ojos sobre él, pero no alza la vista.

–No. –dice Dean. –Esta no.

Sam pasa la pagina, hay una imagen de Dean y Cas en el sofá jugando un videojuego de batallas. Le dan la espalda a la cámara, pero Cas mira a Dean, quien mira hacia la pantalla. El rostro de Cas enmarcado por la pantalla de la televisión. La foto no tiene una gran calidad, es demasiado borrosa, pero su expresión es de total adoración.

–Uh… creo que sí. –dice Dean y mira a Sam. –Quiero decir, no recuerdo que hubieras tomado esta foto, pero me parece familiar.

–Hm. –Sam voltea las siguientes páginas, para enseñarle a Dean una de las fotos, es una fotografía de las fiestas decembrinas. Es de Cas y Dean en el búnker, al lado de un árbol pequeño de navidad. Dean tiene unos cuernos de reno y su seño fruncido. Cas lleva un sombrero de santa y está sosteniendo un regalo envuelto en su regazo. La boca de Dean está abierta como si estuviera gritando, mirando fijamente a la cámara, pero Cas lo mira a él. Su expresión es la misma que la anterior: sincera, dulce, como si estuviera mirando a alguien que…

Mierda Dean.

–No. –responde.

La misma mirada en el rostro de Cas está presente en todas las fotografías que Sam le enseña, justo allí, abierto, donde cualquiera pueda verlo. Dean no se dió cuenta todo ese tiempo, pero ahora que lo sabe, le es imposible no verlo, apenas nota cualquier otro detalle de las fotografías. Comienza a cambiar las páginas él solo, viendo el viaje del tiempo a través de los años.

Dejan en bunker y comienzan el largo viaje a Vermont. Hay más fotografías de Dean dormido sobre el hombro de Cas, excepto que el brazo de Cas se mueve: Al principio solo es el brazo de Cas alrededor de los hombros de Dean como soporte, después Dean está inclinado sobre él, y la mano de Cas le rodea la cintura y se apoya en el regazo de Dean donde entrelazan sus dedos. En una foto, Dean está durmiendo sobre el regazo de Cas y este le acaricia el cabello.

Viejo, ¿Cuál es tu adición a las selfie? –Dean le pregunta, tratando de distraerse del sonrojo que puede sentir nacer en su cuello y mejillas, y las extrañas punzadas en su estomago. Cas simplemente se encoje de hombros.

Siempre se están tocando. En todas las fotos de Vermont Cas es una presencia constante a su lado, como si estuvieran unidos. Dean se sienta a su lado en el banco de un parque, en un restaurante, en el capó del Impala. Jamás sonríe, pero empieza a invadir el espacio personal de Cas. Al principio es solo una mano en su chaqueta, un brazo sobre los hombros de Cas, sus dedos enredándose en el cabello de su nuca. Junto a un lago, él está sosteniendo la mano de Cas jalándolo hacia el agua. En una foto que Sam jamás debió haber visto, ni siquiera saber de su existencia, Cas sujeta la cara de Dean con sus manos, sus frentes juntos. Sus ojos están cerrados.

Las fotos cambian después de eso, hay varias páginas de una mujer hermosa de cabello corto y obscuro, que sonríe. A Dean le agrada de inmediato, la reconoce como una versión más joven de la esposa de Sam.

–Es hermosa, hombre. –Dean dice con sinceridad.

–Sí. –Sam concuerda. –Lo es.

La siguiente foto donde salen él y Cas, están delante de una casa blanca y rosa, con tragaluces y un porche cubierto. Cas sostienen un cartel de "Se vende". Las siguientes son una serie de fotografías de remodelación: Un papel tapiz de pesadilla (que era floral, Dean tenía razón), baños obsoletos con daños por el agua visibles en los techos, habitaciones obscuras y estrechas que los Ghostfacers envidiarían. Cas está cubierto de pintura en casi todas. Hay pintura en su rostro, en su cabello y en toda su ropa, pero se ve feliz.

La casa va de blanco a rojo, y una a una las habitaciones parecen emerger. Hay una página dedicada a la cocina. Y entonces, al último, cuando las reformas están casi completas, sucede: En la esquina inferior derecha de la página derecha, hay una sonrisa en el rostro de Dean. Tiene pintura negra en la nariz y se ríe de alguien fuera de la imagen. Y quienquiera que sea ese alguien, parece que ilumina a Dean como si él estuviera…

Sí, a la mierda, como si Dean estuviera enamorado.

Así que en realidad no le sorprende cuando Sam le entrega el próximo álbum y él esta de traje, y Sam esta de traje. Están en el porche, un pulgar se alza desde la cámara, mientras Sam endereza la corbata de Dean y Dean estropea el pelo de Sam. Charlie esta allí, con un vestido verde esmeralda (elegante) con Dorothy acompañándola. Jody está hablando con la esposa de Sam debajo de un árbol. Y esta Cas, esperando frente al garaje, porque Dean pudo haberle dicho de broma que Baby debería estar en la ceremonia (y Cas obviamente se lo tomaría en serio.)

Dean deja de respirar mientras pasa las páginas, mira a Cas tomar sus manos, mantenerlas en su pecho. Se muerde un labio para evitar reírse en los votos. Esta vez, Dean es el que toma el rostro de Cas y le da un beso largo y suelto, alzando su puño en señal de victoria. En el fondo, Baby parece destellar en aprobación, está decorada con un cartel que dice "Por fin lo hicieron" en la ventana trasera, con la letra de Sam.

La garganta de Dean se cierra y sus ojos pican cuando cierra el álbum, pero no se lo devuelve a Sam, simplemente lo deja reposar en sus rodillas.

Jamás ha pensado seriamente en casarse. Lisa lo menciono un par de veces, tratando de evaluar los planes a futuro de Dean. Habían hablado de ello en general, acordaron pensarlo de nuevo el siguiente año, pero Dean no podía pensar en esa opción en realidad. No era porque tenía miedo al compromiso o a sentar cabeza, si no porque le temía exactamente a lo que sucedió con Lisa: que su vida, su vida real, le alcanzaría y le haría daño a las personas que amaba.

Cas aún lo está mirando en silencio y con paciencia al otro lado de la mesa de café. Preocupación en sus ojos, puede verlo en la forma en la que se estrechan, la forma en que su piel se aprieta entre sus cejas, puede verlo incluso en su boca. Dean baja la barbilla y se pellizca el puente de la nariz con fuerza.

– ¿Estás bien? –Sam le pregunta.

–Sí. –Dean responde, mientras se frota la parte posterior de su cuello y fuerza una sonrisa.

Sam se ve esperanzado. – ¿Recuerdas algo?

Dean sacude la cabeza. –No.

Sam suspira y le quita el álbum y lo pone con el resto en la mesa. Cas exhala en silencio.

–Escucha. –dice Sam, mirando el reloj. –No me gusta tener que hacer esto, pero si los niños llegan a casa y no estoy…

–Te vas. –añade Dean rápidamente. –Cas y yo estaremos bien.

–Puedes llamarme. –dice Sam. –Cuando quieras, estaré aquí en menos de una hora.

–Gracias por venir.

–Llámame el próximo fin de semana.

–Lo haré.

Se levantan y Sam abraza a Dean antes de que este pueda protestar. Sam siempre ha dado abrazos de oso, son prácticamente asfixiantes, pero esta vez Dean le abraza de vuelta con fuerza.

–Nos vemos Cas. –Sam le extiende su mano y las estrechan.

–Gracias Sam. –dice Cas.

Sam baja las escaleras y sale por la puerta trasera. Dean escucha el arranque del motor y el sonido de los neumáticos en la grava cuando Sam sale por la calzada, debe ser una camioneta. El sonido le recuerda a Dean que esta solo con Cas de nuevo, ellos solos en esta gran casa las próximas setenta y dos horas, más o menos. Dean se siente desubicado y confuso. Mira la camioneta de Sam en el camino de entrada, la ve entrar en la carretera principal y salir de su vista. Se frota los brazos ante un repentino escalofrío.

–Necesito meter una nueva carga de ropa. –dice Cas.

Le está dando la oportunidad de irse, pero Dean le prometió a Sammy que iba a tratar de ser amable. Extiende su brazo en un gesto de "Después de ti" y sigue a Cas. Su presencia voluntaria en la lavandería parece darle esperanza a Cas que se refleja en su cara, y en la comisura de su boca que se ve un poco más suave. La carga de ropa se transfiere a la secadora y mete los edredones en la lavadora, empujándolas con su brazo hasta el codo.

–Pásame una pastilla de detergente. –le pide. Cas está lo suficientemente cerca como para alcanzarla él, pero Dean agarra el bote, lo abre y le pone una de esas cosas naranjas en la palma. –Y el suavizante de telas.

Cuando él le extiende el bote, los dedos de Cas le rozan.

–Gracias. –dice Cas, manteniendo el contacto visual, le esta sonriendo. Su mirada es intensa, incluso sin su mojo angelical, esta clavada en Dean, como si creyera que puede traerle sus recuerdos de vuelta si lo mira el tiempo suficiente. Sus dedos aún se están tocando en la botella y es cuando el cerebro de Dean da un salto a aguas ilegales y le traiciona preguntándose de cuantas maneras esas manos le han tocado. Retira la mano con fuerza y mira como Cas se apresura a tomar la botella.

Cas frunce el seño mientras destapa el bote, mide el suavizante y lo vierte en la bandeja con un movimiento de muñeca aprendido. Baja la botella de nuevo.

– ¿Qué fue eso? –le demanda.

–Yo no firme para esta mierda gay. –Dean le encara, sale peor de lo que esperaba, pero si eso logra que Cas deje de tocarlo, bueno, no le importa. A él no le interesa si están supuestamente juntos en esta realidad. Esta no es la vida de Dean, él no es el Dean de Castiel, no importa lo que esté pasando. Espera que Cas le mire con furia, le replique diciéndole que en este lugar, él claramente firmo para eso. Pero no espera que le tome del cuello de la camisa y lo empuje contra la pared. Su voz es profunda.

–Yo no firme para que tú perdieras tu memoria cada dos años, pero me las apaño.

Dean le empuja con sus manos. Es raro que ahora sea tan fuerte como él. Cas frunce el seño y lanza un suspiro, Dean se prepara para un golpe que nunca llega. La ira que rodeaba a Cas se convierte en derrota, se frota las manos en la cara y no se vuelve a acercar.

Es un gesto común, algo que él mismo haría, pero en Cas no es más que un recordatorio de su humanidad, el hecho frío de que Castiel entregó todo lo que tenía para salvar a Dean. Y aquí está Dean, lanzando mierdas por algo que no es su culpa, algo que ni siquiera es tan importante. Ellos se tocaron las manos, ¿Dean es tan inseguro que no puede ni tocar la mano de Cas y mantener su puta compostura? No es como que Cas le haya bajado la bragueta y tratado de tocarle la verga, o lo que sea que ellos hacen.

Dean maldice pero no se disculpa ni se aleja de la pared. Esta incomodo, pero no se mueve, teme que cualquier movimiento pueda activar a Cas en su modo ángel cabreado. Después de todo, solo ha sido humano unos cuantos años.

–Tengo que planear el plato de mañana. –dice Cas sin alzar la vista, saliendo de la habitación sin cerrar la puerta. Dean le oye mover objetos en la despensa, con el golpe sordo de un gabinete.

Se queda en la lavandería hasta que el teléfono suena y escucha la voz cansada de Cas responder. –Gracias por llamar al Hotel California, habla Castiel. ¿Cómo puedo ayudarle?

Dean apaga la luz y se apoya en la puerta, observado a Cas desde atrás. Hay una cazuela envuelta se plástico sobre la repisa más baja del refrigerador. Cas responde a unas malditas preguntas, sobre la edad mínima para los niños (cinco años o más) y si el B&B está lo suficientemente cerca del lago como para caminar (no). Cuelga, se lava las manos y se apoya en el fregadero.

–Pensé en tomar un paseo. –dice Dean después de un tiempo. No hace la frase como una pregunta, pero hace una pausa, esperando para ver si Cas entiende la invitación implícita como una ofrenda de paz. Pero no responde, Dean mira sus hombros alzarse y caerse. No sabe decir si es la ira o la frustración o ambos. Probablemente son ambos. Dean se frota la parte posterior de cuello, bufa y camina hacia la puerta.

Cas deja escapar un suspiro. –Iré contigo. –dice.

Deambulan por el huerto. Aún no hay fruta, es muy pronto en la temporada. Las manos de Dean están enfundadas en los bolcillos de su chaqueta. Sus dedos se enroscan alrededor de un paquete de chicles, un trozo de papel resbaladizo (probablemente un recibo) y un hilo suelto. Se reacomoda las gafas sobre el puente de su nariz cuando tres gansos vuelan por encima. Cas alza la barbilla para mirarlos mejor.

Todo en él, sus movimientos de cabeza rápidos, cuando se encoge de hombros, sus expresiones faciales, incluso la forma en la que tropieza y se estabiliza de nuevo, es totalmente humano. Eso duele en un lugar profundo en el intestino de Dean.

– ¿Fue muy pronto? –Cas le pregunta después de un tiempo.

– ¿Qué, las fotos? –Dean responde y Cas asiente de manera lenta, como siempre lo hace. –Las habría encontrado de cualquier manera.

–La última vez esperamos unos días. Sam creyó que podría afectarte, incluso impedir que tus memorias volvieran. Me sorprendió que lo sugiriera.

–No me ocultes cosas. –le ordeno Dean.

–No lo hago. –Cas le asegura, mantiene la mirada de Dean un tiempo y luego la desvía.

Caminan a través de la hierba, más allá del espantapájaros que Dean vio desde la ventana. Entrecierra los ojos a su cara hecha con un saco de harina y sus ojos pintados.

–Nadie desaparece una vez al año por aquí, ¿verdad? –pregunta.

–Ah. –dice Cas con complicidad. –Recuerdo ese incidente.

–No estabas por aquí entonces.

Cas le lanza una mirada divertida y ralentiza sus pasos, se arrodilla para arrancar un diente de león.

–Te veía en ocasiones. –dice, rompiendo el tallo. Dean se detiene junto a él y se concentra en la coronilla de Cas, mira su cabello moverse con la brisa del viento.

– ¿Antes de ir al infierno?

Cas asiente seriamente. Mira de nuevo el diente de león en sus manos mientras se levanta y vuelve a caminar, mirando los pétalos amarillos y sus espinas. Dean lo mira también.

–Es una pena que esto se considere una mala hierba. –dice Cas, sosteniéndola para que Dean pudiera verla. –Es hermosa.

– ¿Por qué jamás te vi antes de que me sacaras? –Dean le pregunta.

–Teníamosórdenes de no interferir. –Cas responde.

– ¿Algo así como la primera directriz angelical?, ¿Por qué cambiaste de opinión? –pregunta.

–Tenías preguntas. –Cas declara, centrándose en el suelo. –Sabía que no dejarías de buscar respuestas y que no dejarías de buscarme una vez supiste mi nombre. Considere que era… necesario.

Dean sonríe ante la implicación de que Cas rompió filas por él, desde el inicio. –Sigo sin creer que volaste las ventanas de la gasolinera tratando de decir hola. –dice a la ligera.

–Había pasado un tiempo desde mi última visita a la tierra. –Cas le confiesa, soltando las flores a sus pies y caminando sobre ellas. –Me había acostumbrado a hablar con mi propia voz.

–Bueno, puedes despedirte de tu carrera como cantante. –Dean le aconseja.

–Es una pena que tus oídos no sean capaces de escuchar voces angelicales. –dice Cas. –Fui elogiado por la mía.

La idea de escuchar la voz real de Cas le consume momentáneamente. Recuerda el zumbido penetrante en sus tímpanos que casi revientan, y hace una mueca ante la memoria.

–Quien sabe, quizás estoy en la lista de invitados del Cielo. –dice casualmente. –Puedes cantarme entonces.

Pero no lo hará, porque Cas perdió su voz.

La preocupante sensación de culpabilidad vuelve. Dean siempre fue egoísta en cuanto a Cas: llamándolo cuando él o Sam necesitaban ayuda u orientación, pero jamás para ver por Cas, nunca para asegurarse si estaba bien, si necesitaba algo. No fue hasta el purgatorio, cuando Dean no estaba dispuesto a dejar a Cas atrás, matando a todas las creaciones profanas de ese lugar hasta que sacó a Cas en contra de su voluntad.

Había estado demasiado preocupado por la seguridad de Cas como para preguntarse que significaba eso, haber permanecido voluntariamente en el purgatorio durante un año con tal de asegurase de que había salido. Incluso salió con un monstro para garantizarlo. Sus pensamientos derivan hacia Benny y se pregunta si aún existe en alguna parte de ese lugar.

El viento sopla trayéndolo de vuelta al presente. Dean cruza sus brazos sobre su pecho y bufa. Cas alza la mirada al sol cerrando los ojos, Dean se pregunta si esta orando. Sus pestañas son largas y obscuras, la luz del sol le golpea la cara, iluminándola. Es brillante, hermoso y sobrenatural.

Algo se revuelve en Dean que hace que sus manos hormigueen, de la misma manera que hormigueaban cuando lo vio sostener a ese bebé en Idaho, cuando volvieron a verse después de tanta semanas. Mueve sus dedos contra sus palmas, pero no toca a Cas.

–No debería ser tan físico contigo. –Cas dice después de un tiempo.

Dean sacude la cabeza. –No te preocupes. –responde.

–Lo siento.

–Está bien Cas. –Dean responde, apuntando a la casa con su cabeza. –Venga, volvamos.

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Resulta que tienen cuatro gatos que viven al aire libre y solo vienen cuando tienen hambre o necesitan atención.

-No les dejo subir al piso de arriba. –Cas le asegura a Dean, quien se abraza a una caja de pañuelos. –Y tomas medicamentos para la alergia.

Pone un plato de comida fuera de la puerta y cierra detrás de él. Es como mirar a Cas a través de la ventana de un confesionario, su cara fraccionada en pequeños cuadros. Mira como un gato delgado y de color gris se inclina para comer, Cas se arrodilla a su lado, le acaricia la espalda y la palmea dos veces.

-Ella es Kansas. –dice, dejando de tocarla cuando el pelo del gato se eriza.

Come un poco más, se enreda entre los pies de Cas y luego corre hasta el borde y se pierde a través del césped.

-Es la más cariñosa. –explica Cas. –Los demás vendrán cuando me vaya.

Dean le mantiene la puerta abierta y siente el hombro de Cas rosarse contra el suyo y un sentimiento de inquietud lo arrasa. Recuerda cuando Sam le hablo del martes, ese que vivió durante casi un año. Se había sentido real, le dijo Sam, para Sam, había sido real. Había visto morir a Dean de cien maneras diferentes y a pesar de todos sus intentos por romper el círculo, Sam siguió a la merced del pendejo ángel en cubierto, incapaz de hacer nada más que sufrir la perdida de Dean una y otra y otra vez.

Esa había sido la intención de Gabriel, que Sam experimentara la pérdida de su hermano, que entendiera íntimamente el dolor. Pero este lugar no es… bueno, no es exactamente como si le doliera estar aquí. Sammy es feliz. Cas no está huyendo. Son financieramente estables y los demonios no están rodeando la casa tratando de tirar la puerta principal abajo. Aunque extraño, este universo no es un peligro real inmediato. No hay manera de saber cuánto tiempo estará aquí, hasta que sepa porque está aquí en primer lugar.

Hacen las dos cargas de ropa restante y luego tienden los edredones en los tendederos del patio para dejarlos secar. Cas dice que tiene que comprobar que no haya reservaciones de último minuto, es raro en esta época del año, dice, pero puede suceder. Hay una pequeña oficina debajo de las escaleras de la cocina, con una pantalla táctil desplegable. Cas revisa los mensajes.

-Nada. –anuncia y a continuación marca toda la semana como ocupada. –No necesitamos el estrés. –explica.

Dean sube las escaleras mientras Cas hace la cena unas horas más tarde y se pasea en la sala de estar. Los álbumes de fotos forman una pila en la mesita de café donde Sam los dejo. Dean puede oír a Cas moviéndose por la planta baja, le alegra saber que no va a subir todavía, enciende una lámpara.

Hojea el álbum de las remodelaciones y recuerda a Cas diciendo algo acerca de aparecer en revistas tuerce la boca y mira la mesita, viendo un par de revistas que están encajadas entre los álbumes. Efectivamente, la primera habla de "un tipo diferente de B&B" en la portada. Se cubre la boca mientras jala de ella, un artículo de dos páginas que esta puesto sobre una imagen del cuarto del Impala. Hay una pequeña foto de Cas y él apoyados en el capó de Baby en la tercera página. El segundo artículo es una entrevista, "Una nueva generación de posaderos."

–Lo compramos en un capricho. –dice Dean acerca de si mismo. Cas respondió con: –Fue idea de Dean.

Dean se ríe y devuelve la revista a su lugar para seleccionar otro álbum por curiosidad. Las fotos se ven diferente a las que le enseñaron Sam y Cas, tienen un color azul verdoso, probablemente tomadas con otra cámara.

El primer par de páginas son las típicas fotos de unas vacaciones normales: océano, primer plano de pies en las olas, unas casas antiguas, un caballo con carruaje. Hay una foto de Dean lanzándole una mirada amenazadora a un valet parking. Cas aparece solo en las siguientes fotos: comiendo un helado en un banco frente al mar, atando sus zapatos en una cama de hotel, comiendo algo delicioso a juzgar por la expresión en su cara (y una foto de la bolsa de la tienda en la siguiente imagen), recostado en una toalla de playa en pantalones cortos y con gafas de sol.

Hay una foto de ellos en una cabaña de rayas rojas y blancas. Dean sostiene la cámara con un brazo extendiendo mientras se apoya contra Cas, tiene su pelo revuelto y piel bronceada y una jodida sonrisa. En otra, Cas tiene su pulgar hacia abajo delante de una montaña rusa blanca construida sobre el muelle, pero su otro pulgar hacia arriba delante de un carrusel y un balde de papas de la costa. Come delante de una audiencia de gaviotas.

Las próximas parecen ser de cuando volvieron al hotel, son de ellos dos besándose perezosamente sobre las sabanas blancas. Puede sentir el calor subir por sus mejillas, pero no cierra el álbum de inmediato. Nunca se lo ha dicho a nadie, pero pensó en besar a Cas desde que sucedió lo de los Leviatanes, desde que supo que estaba vivo en Colorado. Lo pensó demasiado.

Verlo con Daphne, sabiendo que Cas estaba casado con otra persona… eso no le agrado. Se sintió como un puñetazo en el estomago, pero en ese momento no estaba seguro del por qué. Todas las bromas sobre él y Cas habían sido solo eso, bromas. Jamás pensó en ellos dos juntos en serio. La idea era ridícula. Pero no podía racionalizar el dolor que sintió cuando Cas no lo reconoció, la reacción instintiva que tuvo cuando se entero que Cas estaba casado con alguien más era la equivocada.

Paso todo el viaje de regreso a Indiana tenso, mirando a Cas por la periférica de su ojo con incredulidad. Jamás había estado tan enojado con alguien, nunca había querido golpear a alguien más fuerte, jamás quiso besar a alguien tan brutalmente, un beso egoísta, ese que saca sangre y comunica con el tacto toda la turbulencia de emociones sin nombre que se retuercen en sus entrañas.

Por una vez no importaba lo que era Cas, solo que estaba allí, a un brazo de distancia. Pero Dean jamás hizo nada.

Pensó en ellos dos mucho tiempo, después de que dejaron a Cas en el hospital, medio loco por los recuerdos de Sam del infierno, cuando lo encontró arrodillado junto al rio en el purgatorio, cuando apareció detrás de él en el espejo del baño y perdió momentáneamente la capacidad de respirar.

Se imagino besando a Cas de mil maneras diferentes, pero jamás creyó que en realidad lo haría.

Se ven bien juntos, cómodos, felices. Hay un magnetismo que prácticamente se puede sentir a través de las páginas. Se sonroja más fuerte cuando ve una fotografía de Cas mordiendo su cuello y cambia rápidamente las páginas hasta el final, aplastando su entrepierna con su mano.

La última foto es de Dean dormido, que sin duda Cas tomo. La cabeza de Dean está sobre la almohada mirando a la cámara. Hay rastros de barba creciendo en su mandíbula, su boca floja. Dean se queda mirando su propio rostro un largo tiempo, como si estuviera esperando a que abriera sus ojos negros, su boca se torciera malignamente y susurrara "¡Te tengo!"

La fotografía no cambia.

Lanza el libro al otro extremo del sofá y se muerde el labio inferior. Es solo una ilusión. Honestamente no hay manera de que este casado con Cas, esas cosas no pasan, no a él definitivamente. Está en el bunker recuperándose, y esto es obra de algún pendejo que está jugando con su cabeza. Va a mantenerse aquí, hasta que encuentre al hijo de puta y se encargue de él.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Ellos se evitan el uno durante la noche, hasta que Dean comienza a parpadear con demasiada frecuencia y Cas se rasca repetidamente el cuero cabelludo. Cas bosteza como un gato, perezosamente inhalando todo el aire. Dean se talla los ojos con un puño y se turnan para ir al baño (presionar su frente contra la pared de azulejos azules, abrir más la regadera, repetir) y se reúnen de nuevo en los lados opuestos del colchón.

Dean mira la cama y luego a Cas.

–Dormiré en el sofá. –Cas ofrece, levantando la almohada de su lado de la cama.

Dean debería negarse. Es un colchón muy grande, hay un montón de espacio como para que ellos dos puedan simplemente dormir. Se siente mal desterrar a Cas al sofá en su propia casa, pero le alivia la sugerencia de Cas.

–Gracias. –murmura. –Lo aprecio.

Cas le sonríe sin mostrar los dientes y cierra la puerta entre la habitación y la sala de estar. Enciende la televisión, la luz parpadeante se cuela debajo de la puerta. Dean está en su lado, poniendo sus manos debajo de su cabeza como almohada y mira la luz. El volumen debe estar muy bajo, no puede distinguirlo más allá de un murmullo, la plática sin importancia que él podría entender si se acercara más. ¿Es así como solía ser para Cas la radio ángel, un murmullo constante de voces indiscernibles?, ¿Cómo se debe sentir existir por millones de años conectado a tus compañeros angelicales, solo para que al final, esa parte resulte amputada?

Cas aún no es humano, no en su realidad. Si Dean pudiera volver, tal vez pueda convencer a Cas de que ser humano no vale la pena, que a pesar de que los ángeles no puedan restaurar toda su gracia, quizás puedan devolverle una parte de ella. Se merece algo mejor que esto.

Pasa un largo tiempo antes de que Dean cierre sus parpados. Aún está despierto, se gira sobre su costado y bosteza, pero su mente no se calma. Esta tranquilo, solo los sonidos del exterior: las ramas crujiendo, el hulear de un búho solitario, el ruido de un coche al pasar. Por debajo de la puerta, la luz del televisor sigue allí. Dean escucha y escucha, los minutos pasando uno detrás del otro, hasta que ya no hay más sonidos y está soñando.


N. Traducción.

Gracias Ana por ayudarme con la revisión en ingles, eres un amor!

The Hangover: Resacón en Las Vegas en España y ¿Qué pasó ayer? en Latinoamérica. Es la película de la despedida de soltero que se sale totalmente de control, a la mañana siguiente, Phil, Stu y Alan despiertan en la suite del hotel muy aturdidos y sin recordar nada de la noche anterior. Los tres descubren que Doug no está en ninguna parte. A Stu le falta un diente, la suite del hotel está casi destruida, hay un tigre en el baño, al igual que un bebé dentro de un armario y una gallina cuya procedencia desconocen y no le ponen ninguna importancia. (Wikipedia, porque no he visto la peli)

Five-O:Hace referencia al código de comunicación que tienen ellos, muy parecida a las que usan las estaciones de policía, pero hablando de los propios. (May eres un amor! gracias!)

B&B: Literalmente significa Camas y Desayunos (Bed And Breakfast) en este fic se usa el diminutivo o Posada como sinónimos.

Hotel California: Es un sencillo del grupo Eagles publicado en 1976. Habla básicamente de un tipo que va por la carretera y se topa con el hotel, el hotel es hermoso y está lleno de personas, pero él puede ver a el fantasma de una mujer y escuchar voces en los corredores que le dan la bienvenida al hotel, creo que el fantasma de la mujer mato a todos en algún momento, cuando trata de salir le dicen que "Puede registrarse para salir cuando quiera, pero no puede irse" Hay muchas teorías sobre esta canción, sobre que está basado en un hotel del mismo nombre que está en Arizona donde aparentemente se practicaba ocultismo, hasta que hace alusión a las drogas. Investigando, es más viable la segunda opción.

Una ultima cosa, considerando que los capítulos son realmente muy largos, que soy universitaria y que a veces tengo vida social, los capítulos pueden tardar entre dos semanas a seis semanas, pero realmente estoy comprometida a terminarlo, así que por favor, tengan un poco de paciencia trato de hacer esto lo mejor posible para que puedan disfrutarlo tanto como yo lo hice al leerlo.

Gracias por leer y comentar!

Kath