Un temblor sacudió la tierra seguido de una gran explosión y un estruendo que lanzo al chico por los aires, no podía negarlo, su plan era bueno pero la magnitud de la bomba que había fabricado superaba sus expectativas y el edificio comenzaba a caerse a pedazos. Aun con las heridas en su costado izquierdo y algo aturdido, Tavish decidió que no era opción darse por vencido. Los bomberos habían llegado para evacuar el orfanato y no tardarían en mojar la pólvora que había puesto de manera estratégica con el carro lanza agua. Era ahora o nunca. Un nuevo estallido le hizo saber que la tercera base había explotado y con ello le había bloqueado el paso de la salida principal a la creatura. Ya solo quedaban 2 puntos más. Si el hombre lobo que él estaba seguro se escondía en el sucio sótano del edificio no salía después de eso entonces tomaría medidas drásticas. No por nada había pasado 2 meses planeando aquello. Le probaría al mundo que las creaturas mágicas existían, que no estaba loco y que no había matado a sus padres adoptivos porque si.

¡Bum! Otro estruendo resonó en el aire pesado por la ceniza y junto a él un chillido espantoso. Demo sonrió maliciosamente y corrió esquivando el fuego hasta el punto central. Estaba seguro, lo había atrapado, si sus cálculos eran correctos el licántropo debía haber quedado acorralado entre las llamas, justo sobre la base numero 5. Con un poco de suerte llegaría al lugar justo a tiempo y podría ver como las bolitas de plata que tanto le había costado conseguir salían disparadas en todas direcciones una vez que estallara la granada que el mismo había construido.

El chico llego al lugar justo cuando las llamas alcanzaban la pólvora y la granada explotaba producto del calor. Se escondió detrás de algunos escombros para evitar los proyectiles y pudo escuchar el grito de dolor de la bestia. Al asomarse nuevamente pudo ver una silueta grande y peluda que se retorcía en el piso. Tavish se tapó la boca con una de las mangas de su chaqueta y trato de acercarse evitando la nube de humo.

Una retahíla de gritos y groserías impropias de un chico de su edad y una sensación de frustración exasperante lo invadieron al constatar que lo que había matado no era un hombre lobo sino un perro muy muy grande que se escondía en las inmediaciones del orfanato y salía por las noches a revolver la basura. Demo lo había visto solo en un par de ocasiones y a juzgar por el tamaño y actitud de esa cosa había asumido que se trataba de un hombre lobo sin más.

No alcanzó a proclamar toda su gama de insultos porque un bombero lo sacó a rastras del edificio. Ya fuera y con el incendio controlado pudo ver como los demás niños se agrupaban cerca de una ambulancia para un chequeo médico. Se sintió mal por ellos un momento pero su sensación de culpa desapareció cuando vio al director del orfanato dirigirse hacia él con actitud amenazante. Se preparaba para escuchar el sermón de su vida cuando un grito hizo que se distrajera.

-¡eh! ¡Ese niño de ahí! ¡El que provocó todo esto! ¡Es mi hijo y me lo llevo!

Un hombre y una mujer de color, ambos algo corpulentos y el parecer ciegos se acercaban amenazantes hacia el director del establecimiento. El hombre desenfundo una espada y, aunque no podía ver, la coloco justo en el cuello del director.

El chico no supo muy bien que pasaba, solo notó que la mujer se lo llevaba a rastras y amenazaba a quien se acercara con un botella rota que había sacado de algún lugar. El hombre adoptaba una actitud parecida y el director permanecía quieto, anonadado. Tavish no lo sabía, pero para su familia, el ya había demostrado ser todo un hombre.


Demo volvió a casa cansado. Los BLU les habían dado tanda ese último viernes y lo último que necesitaba eran los gritos de su madre. Entró en silencio y se tumbo en el sillón esperando no ser escuchado. Se disponía a dormir cuando se percato de que el álbum de fotografías estaba sobre la mesa. No pudo evitar sonreír al ver aquella foto en la que él, recién salido del orfanato y sin saber exactamente qué sucedia posaba sonriente junto a sus verdaderos padres. Rió un poco al recordar ese primer fin de semana con ellos y como le habían enseñado a utilizar nitroglicerina.

-¡Tavish DeGroot!

El grito de la anciana lo sacó de sus pensamientos. Suspiró con pesadez y se dispuso a ir con su madre. Demo nunca estuvo completamente seguro de si el director no había rechistado por miedo o por el simple gusto de librarse de él, pero había algo que si podía decir con certeza. Para bien o para mal esa era su familia y el haría todo por protegerla.