Declaimer. La Trilogía "Los Juegos del Hambre" y sus personajes no me pertenecen, solo soy una fan con suficiente imaginación como para inventar locuras.

GRACIAS A TODAS LAS HERMOSAS PERSONAS QUE HAN DEJADO SU HUELLA EN ESTE FIC. ESPERO QUE ESTE CAPITULO SEA DE SU AGRADO!


.El epílogo más cute del mundo mundial.

~KATNISS POV~

Inspiro una gran bocanada de aire que me sabe a sal, a verano. Entierro mis pies en la arena y agradezco la sombrilla que nos ha cedido Finnick para nuestro día de playa. Siempre me gustó el agua y el mar es un lugar hermoso para pasar el verano en familia y los Odair junto con Jo se han convertido en mi familia.

Escucho chillar a una niña y mis sentidos se ponen en alerta. Busco con la mirada la cabellera castaña pero no la veo, tampoco veo al rubio que se supone debiera cuidarla. Me pongo de pie demasiado rápido y todo el paisaje da vueltas.

— ¿Bluebell? — No contesta, miro a todos lados pero no puedo verla — ¿¡Bluebell!?

— Katniss — la mano de Annie se posa en mi brazo —en línea recta, en el agua — veo hacia donde me dice y logro vislumbrar su menuda figura en el aire.

— Cielos… — la pequeña chilla porque su padre está alzándola por los aires para que salte las olas, vuelvo a tenderme sobre el suelo, protegiendo mi vientre con una mano.

— Te preocupas demasiado — pienso que ella vive en una burbuja que la protege del exterior y que por eso no teme a nada — es un lugar seguro…

— Los viejos hábitos nunca se olvidan cariño — un empapado Finnick Odair se echa en la arena junto a su esposa — Peeta estará bien Chica en Llamas.

— Lo sé pero oí chillar a Blue y me espanté — acaricio mi vientre, hoy he estado mala.

— Se ven tan bien juntos — acota la pelirroja viendo hacia la orilla, dos pequeños caminan en nuestra dirección, tomados de la mano y riendo.

— Perfectos — susurro enamorada del hombre que viene detrás, el rubio quita el exceso de agua de su cabello y trota para alcanzarnos y echarse a mi lado.

— ¿No vas a bañarte? El agua está deliciosa — apoya su mano en mi abdomen sonriendo, mi piel desnuda se eriza ante el frio de su tacto.

— Mami — chilla la pequeña castaña, mirándome con sus ojitos azules bien abiertos — ¡Finny me regalo una caracola!

— ¿Si cielo? — me siento tomándola en brazos, ella abre su pequeña manito y me enseña el objeto de vivos colores — es precioso.

— Como Bluebell — acota la copia de Finnick con una sonrisa radiante.

— Así se conquista a una chica — Finnick padre ríe a carcajadas mientras Peeta lo mira con ira fingida.

— Finnick — le reta Annie — no digas esas cosas, al menos no frente al protector de Peeta — la pareja del Cuatro y yo reímos, el panadero en cambio frunce el ceño.

— Papi no te enojes — la chiquilla de seis años de edad, pasa de mi regazo al de su padre y toma su rostro con sus pequeñas manitos — Finny y yo nos casaremos cuando seamos grandes.

— Pero ¿qué dices Blue? — Peeta me mira, yo trato de contener la risa, algo que Finnick no logra y acaba ahogándose en su propia carcajada.

— ¡Si papi! — ella sonríe acariciando las mejillas de su padre, chocando el azul profundo con los de él — cuando tengamos así — le enseña muy cerca de su rostro sus dos manitas regordetas.

— Ya no puedo soportarlo — la aferra entre sus brazos y le llena de besos el rostro — eres tan carismática pequeña — la niña no entiende el significado de esa palabra pero ríe y se desprende de su padre para volver a jugar con su amado amigo.

— Eres un blandito Mellark — Finnick aun ríe.

— Y tu un muy mal padre — acota como si nada — inculcándole a tu hijo esa mirada de puedo conseguirlo todo… tiene cinco años y ya se ha robado a mi hija — se acuesta apoyando su cabeza en mis piernas y acaricia mi incipiente vientre — al menos tú me querrás solo a mí ¿verdad?

— Siempre Peeta — acaricio su cabello y él sonríe.

— Le hablaba al bebé, pero gracias cariño — produce un sonrojo inmediato, como cada vez que usa algún mote cariñoso conmigo.

~PEETA POV~

He pasado horas delante del lienzo. Es lo que hago cuando estoy nervioso y vaya si estoy nervioso. Hoy se cumplen diez años desde que Katniss salvó mi vida en los macabros juegos que acabaron uniendo nuestro destino. Estoy encerrado en mi casa de la Aldea de vencedores. Hace años que no vivo aquí, funciona como casa de huéspedes para nuestros invitados, pero conservo el cuarto donde practicaba mi talento.

Diez años. Hace nueve que nuestra hija nació, nueve años desde que intenté matarla y nueve años desde que ella hizo lo imposible por recuperarme, quedándose a mi lado aunque fuese una bomba de tiempo. Sé de sus deseos, sé que ella no quería hijos, no quería casarse, porque nuestro mundo era un lugar horrible, donde los niños crecían para morir en unos Juegos sangrientos, o crecían para acabar muertos de hambre en la pobreza. Eso ha cambiado, la Presidenta Paylor es una líder excelente, buena con el pueblo y generosa. Republica es el término que se utiliza para llamar al nuevo Panem, las ganancias se reparten, los distritos son iguales en cuanto a riquezas y enriquecedoramente dispares en cuanto a culturas.

Nuestro hogar es un lugar mejor. Nuestro distrito, un sitio donde la gente trabajaba en las puertas de la muerte, ahora es un sitio dedicado a la agricultura, aunque la extracción de carbón persista. Hemos creado un hogar, en la casa de Katniss, que ahora también es mía. Tenemos a Bluebell, tan astuta como su madre y tan pacifica como lo soy yo, y tenemos a Gale. Nuestro pequeño niño de ojos de la Veta y el cabello rubio como el Sol. Un demonio de cinco años con el carácter de su madre y la misma bondad que siempre la ha caracterizado.

Vivimos juntos, dormimos juntos y también mitigamos los temores que surgen luego de cada pesadilla. Ella ha estado ahí para mí durante las esporádicas regresiones, en las que la he visto como un mounstro, su menuda figura pegada a mi cuerpo susurrándome que aquella voz en mi cabeza era falsa y que solo debía dejar de oírla. Y yo siempre he sido obediente, la escucho y cualquier mal se aleja. Pero esta vez debo desobedecerle.

— ¡Mamá! — Escucho cuando abro la puerta de la casa — vamos no puedes estar una vida encerrada ahí dentro.

— Bluebell Mellark no le chilles a tu madre — se voltea, sus ojos se entornan en esa mirada de disculpa que ha sacado de ella y se aferra a mi cuerpo sonriente.

— Mami no quiere ir…

— Entonces mami no tiene que ir — farfulla el rubito a su lado mirándome— no puedes obligar a mami — el apego que tiene con Katniss es comparable al que Bluebell siente por mí, sin embargo hoy no puedo ceder a sus encantos.

— Mami debe ir — me agacho a su altura y revuelvo su cabello, él afloja la mueca y sonríe aferrándose a mi cuello — vamos…es solo una noche Katniss.

—No abandonare a mis hijos Peeta — sale del baño con el ceño fruncido, el corazón se me detiene por un segundo y sé que me falta el aire — además no entiendo porque debo…

— Cumple mi deseo y calla…

Toma a Gale en sus brazos, Bluebell toma la mía y nos encaminamos a la casa de Haymitch. Effie Trinket abre la puerta con una sonrisa radiante. Aferrada a su pierna, la hija de mi mentor y mi escolta, saluda con timidez. Gale se revuelve en los brazos de su madre, que lo deja bajar, entonces corre adentrándose en la casa seguida torpemente por la niña, un año mayor que él.

— Cada día más hermosa cielo — acaricia los bucles de mi hija mayor.

— Effie, me viste en la mañana — sonríe y se abraza a la mujer — pero te he extrañado— entra en la casa y puedo oírla gritar un saludo a Haymitch que la llama preciosa.

— Sé nota que es tu hija Peeta — nos acaricia la mejilla a ambos — Ya deben irse… tienen un horario — exclama con un acento fingido, ese que usa para hacer reír a los niños.

— Gracias por cuidarlos Effie.

— Volveremos en unas horas — abraza a la mujer — no dejes que Gale coma demasiadas chuches, luego le duele el estómago.

— Será difícil, Haymitch tiene predilección por ese muchachito… ya sabes le atraen las personas fuertes — sonríe y sé que el viejo mentor que demostró predilección por Katniss también la siente por el niño que lleva sus ojos.

Salimos de la Aldea, caminamos por las calles del Distrito. Es miércoles y anochece, por lo que nos topamos con muchas personas. Algunos nos saludan y podemos reconocerlos, son personas que han regresado al Doce. Otras simplemente saludan con la cabeza, extraños del Trece que vieron la posibilidad de un hogar sobre la tierra. Nos detenemos en la panadería. La reconstruí cuando volví al Doce luego de mi rehabilitación. Un recuerdo de mi familia y un lugar donde puedo escapar cuando siento que si la veo, la mataré.

— ¿Qué hacemos aquí Peeta? Y ¿Por qué tengo que estar vestida así? — volteo a verla y sin soltar su mano la hago girar, lleva un vestido celeste simple y el recogido que su madre le hizo cuando la Cosecha nos mandó a ambos al Capitolio.

— Cuando el nombre de Prim salió en la Cosecha y te presentaste voluntaria… creí que te había perdido para siempre, aun si tu ni siquiera sabias de mi existencia — me mira sorprendida, la hago sentarse en uno de los sofás que ambienta el lugar — luego Effie llamó mi nombre y vi la posibilidad de protegerte— pongo las manos en el pantalón caqui, del mismo color que el que llevaba ese día.

— Peeta — tomo su mano, ella aprieta el agarre sin dejar de mirarme.

— No era corpulento y tampoco era un cazador, solo tenía mi fuerza y elocuencia, pero sabía que tenías que salir viva de allí — hago una pausa viendo en mi mente los días de entrenamiento y la noche que pasamos en la terraza — y salimos… y aunque dijiste que querías olvidar yo sabía que eso era imposible, que te amaba demasiado como para olvidar aquellos besos y las noches acurrucados en un mismo saco de dormir.

— Yo…

— Pero olvidé… con el secuestro, olvidé todo aquello y solo te odié — se aferra a mí y puedo sentir su respiración entrecortada como cada vez que intenta no llorar — y aunque debiste alejarte corriendo… volviste por mí como en los primeros Juegos y me salvaste, aquella vez me salvaste de mí mismo.

— Porque te amaba Peeta…

— Lo sé…

— Aun te amo — me mira y no puedo evitarlo, quito las lágrimas que se han agolpado en sus pestañas y dejo un simple beso en sus labios antes de separarme de ella y ponerme en pie.

— Hace tiempo, quizás en una vida anterior le dijiste a Gale que no traerías hijos a un mundo azotado por la tiranía de Snow, que jamás te casarías con tal de no tener que sufrir ese dolor — me mira con sorpresa, sin entender del todo hacia dónde va mi discurso — Él me lo dijo la noche antes de matar a Coin… me dijo que tenía que cuidarte y que detrás de tu coraza solo había una chica que buscaba que nadie más la abandone como lo hicieron sus padres.

— Gale…

— Me hubiera gustado que siguiese por aquí, aunque no intentando quitarme a mi dama — sonríe a pesar de las lágrimas — Katniss… la primera vez que hice esto solo era una farsa para intentar convencer a Snow… Hoy, solo quiero saber si realmente, la Chica en llamas le haría el honor a un simple panadero…

— Peeta — exclama casi sin aire poniéndose de pie, por el contrario me semi arrodillo frente a ella tomando su mano.

— Cásate conmigo Katniss Everdeen y prometo que no me alejaré de tu lado.

— Peeta eres un idiota — se arrodilla frente a mí y planta un dulce beso en mis labios — Pero eres mi idiota y acepto… no porque tu discurso haya sido precioso — vuelve a besarme — sino porque lo espero desde hace años.

~JOHANNA POV~

La descerebrada se ha casado con el ex demente. Tenían dos hijos y vivían en la misma casa, pero no. Debían demostrarle al mundo que son más dulces y empalagosos que el glaseado que Peeta prepara en mis galletas favoritas. Son unos idiotas, pero son mis idiotas. Junto con Annie y Finnick son las personas a las que me veo obligada a llamar familia. No solo porque perdí la mía hace años y si no sería una triste persona. Somos una familia porque luego de lo que pasamos es imposible que no surgiera una unión.

Luego de ser declarada Vencedora, lloré en contadas ocasiones. Cuando mis padres murieron, cuando me liberaron de las garras de los torturadores, en aquella ocasión que la descerebrada me dio un recuerdo que guardar en el cajón de mi compartimiento. Y cuando se casaron. Quisiera decir que fue la situación, que ya me tocaba llorar o lo que sea. Pero no, lloré porque esas personas merecían mis lágrimas de felicidad y porque el desgraciado de Peeta dijo tantas cosas bonitas que es imposible no lagrimear, maldito.

Mi vida ha dado tantas vueltas que no entiendo como no he acabado tumbada por el mareo. Debí morir tantas veces, pero estás personas maravillosamente agobiantes me sacaron a flote. Ahora lleno mis días viendo una copia de Finnick corretear por todos lados declarándole su amor a la mayor de los Mellark. Ha salido a su padre, pero el cabello rojizo y la voz melodiosa la ha sacado de la atolondrada de Annie. Vivo en el Cuatro, porque el Siete no tenía nada para mí. Aunque paso la mitad del tiempo en el Doce viendo a los pequeños correr por la Aldea de vencedores. Los hijos de los amantes trágicos y la pequeña niña del no tan ebrio Haymitch Abernathy.

Jamás creí que fuera a formar parte de un mundo en el que los niños no debieran ser cosechados como vegetales. No pensé ver niños correr sobre un cementerio, incapaces de ser heridos más que por su propia torpeza. Nunca imaginé, que a pesar de haber estado muerta desde que gané los Juegos del Hambre, podría volver a vivir gracias a la Chica en Llamas y su truco con las bayas.

~GALE POV~

Cuando cumplí los trece años hicimos nuestro primer viaje al Capitolio, el centro estratégico de la Republica de Panem. Mamá no quería ir pero Peeta insistió, y ella jamás, aunque tire y afloje, se negará a una petición de papá. Fuimos una semana. Recorrimos lugares turísticos, comimos helado y visitamos a la presidenta Paylor.

El día antes de volver, por insistencia de la empollona de Bluebell, fuimos al museo del Sinsajo. Desde pequeños supimos que nuestros padres habían sido parte de algo grande, junto a mis tíos y mis abuelos postizos Effie y Haymitch. Las historias no le hacían justicia a lo que ese lugar nos mostró. La historia de los amantes trágicos desde el inicio en los Juegos fue mi parte favorita.

Mi madre es muy bonita, pero con solo unos pocos años más que yo era simplemente hermosa, claramente papá estaba perdido. Si lo mirabas de fuera, era una historia bonita. Claro que nosotros sabíamos que no lo era. Ver a mamá sosteniendo su abdomen antes de disparar la flecha que acabaría con la arena del Quarter Quell me dejó pasmado. Esa trasmisión mostraba como se llevaban a mi madre mientras que los llamados peacekeepers rodeaban a mi padre impidiendo su rescate. Luego hay un tramo de mi madre sola.

En realidad no está sola, tío Finnick está ahí y un muchacho muy parecido a mamá físicamente. Vemos distintas propos en las que salen disparando y armando planes, es una parte muy interesante. Me aburro cuando empiezan a hablar demasiado de la princesita de mi hermana y me escabullo a la zona de armas.

El arco que el vencedor del Tres creó para el Sinsajo está en exposición, junto al tridente dorado de Finnick y una ballesta que parece mortal. El cartel debajo del arma cita "Ballesta utilizada por el Soldado Gale Hawthorne". Fui corriendo a una de las pantallas que te explican los acontecimientos, el corazón me latía a mil por hora.

— Gale Hawthorne — le chille al aparato.

— Gale Hawthorne — una foto del muchacho que acompañaba a mi madre apareció en la pantalla — masculino proveniente del Distrito Doce. Formo parte del escuadrón estrella que fue clave para terminar con la tiranía del Dictador Snow— me quedo embobado viendo las imágenes pasar una detrás de la otra — Asesino de Alma Coin, presidenta del distrito Trece.

— Asesino…

— Enterrado sin honores — muestra una lápida en el medio de un prado verde, me quedo pasmado, incapaz de despegar la vista del rostro del asesino del que cogieron mi nombre.

— Hey, no deberías andar solo Gale — las manos de papá se posan con delicadeza en mis hombros, me volteo a verlo, se sorprende de que este furioso cuando le miro, veo a mamá a unos pasos, viendo en mi dirección — ¿Qué ocurre hijo?

— Gale Hawthorne — puedo ver el rostro de mis padres descomponerse, incluso mi hermana me mira con tristeza — llevo el nombre de un asesino — musito y me dedico a ignorarles por el resto del día.

Pasan semanas antes de que me dirija a un miembro de mi familia y obviamente es Katniss.

— ¿Por qué? — Susurro entrando por sorpresa en la cocina, el ambiente huele a carnes y patatas cocidas — ¿Por qué el nombre de un asesino mamá?

— Gale... era mi mejor amigo cielo — apaga la estufa y viene hacia mi envolviéndome en sus brazos, la alejo — Él…cuidó de Prim y de tu abuela cuando yo fui a los Juegos, en las dos ocasiones que fui a los Juegos…

— Pero ¡mato a una Presidenta mamá! — la veo sentarse en el sofá frente a la chimenea, la sigo y hago lo mismo.

— Era un revolucionario… quería iniciar una rebelión él mismo si hacía falta, luego bombardearon el Doce y llegó hasta Coin… se convirtió en soldado, uno muy bueno y de mucho prestigio— mira el crepitar de las llamas y siento como si se hubiese ido al pasado— era un estratega de cuidado, desde las trampas que hacíamos para cazar, hasta planes para bombardear lugares imposibles de penetrar…

— Pero…

— Pero sus ansias de revolución pudieron más… una trampa de su creación mató a Prim — la miro acercándome instintivamente a ella y me dejo abrazar — al menos eso es lo que dicen…

— ¿No lo crees así?

— Por semanas lo culpé, luego entendí que él había estado cubriendo mi espalda y no había sido su voz ni sus manos la que habían puesto en marcha ese plan.

— Solo fue su creador…

— Dejé de culparlo — suspira, sus ojos grises amenazan con llover — pero no pude decirle, no llegue a despedirme siquiera cariño…

— Pero si mató a esa otra mujer… Coin — espeto intentando echarle tierra a un muerto.

—Gale entendió antes que cualquiera que esa mujer, que quería proclamarse Presidenta de todo Panem, no era mejor que Snow y prefirió hacer justicia por su propia mano antes de que la historia se repitiese.

— Entonces… — intento tragar el nudo que se ha formado en mi garganta.

— Llevas el nombre del mayor héroe que tendrá este país hijo — la voz de papá resuena en la pequeña sala de estar — y nunca olvides eso — asiento, prometiéndole a la memoria de ese hombre, que jamás le olvidaría.

~BLUEBELL POV~

Tenía once años la primera vez que asistí a una boda. Bueno, había asistido a otra anteriormente pero teniendo dos meses de vida es claro que no lo recuerde. En la boda que si recuerdo, la novia vestía de blanco perla al igual que el novio y fue un acontecimiento que llevaré en mi corazón por toda la eternidad. No muchas personas tienen la posibilidad de ver la boda de sus padres, pero yo sí. Estuve ahí junto a mi pequeño hermano y mi extraña familia compuesta a cachitos. Mis tíos Johanna, Finnick y Annie con su hijo Finny; mi abuela Tanya, Haymitch y Effie con la pequeña Ellie. Todos reunidos para ver a los llamados amantes trágicos, dar el sí luego de nueve años de convivencia.

Fue una ceremonia pequeña, nuestra extraña familia y algunas personas que mis padres conocieron en sus años de juventud cuando estuvieron en los Juegos. Fue emotiva hasta las lágrimas. Mi padre prometiendo amor eterno y mi madre emocionada hasta las lágrimas pronunciando un Real que acabó en un beso.

Mis padres, motivo de mi admiración solo por poseer ese título, eran además héroes de la Reconquista. Una batalla que se llevó cuando yo apenas estaba siendo gestada y que me contaron cientos de veces. Una guerra en la que perdí a mi tía Prim y a mi tío Gale que aunque no es sangre de mi sangre es un Hawthorne y es como si fuera de la familia. Mi hermano pequeño lleva su nombre en honor a él. El hombre que liberó a Panem de una mujer que quería seguir los pasos de su antecesor. Admiro a mis padres, a sus amigos y a esos tíos que murieron por mi futuro.

Pero me he desviado del tema principal, las bodas. La boda de mis padres fue hermosa. Pero más lo fue el tueste, una ceremonia íntima que ocurrió en el living de mi casa. Bodas, sinónimo de blanco, amor eterno y pan tostado.

— Bluebell — mi madre me quita del estupor, entrando en la habitación — Hola patito — besa mi mejilla obligándome a sentar en una silla frente al enorme espejo de mi cuarto.

— Cuak — respondo y reímos juntas, empieza a trenzar mi cabello con sumo cuidado — Estoy nerviosa…

— No se nota — besa mi coronilla — pero a tu padre tampoco se le notan los nervios…

— Hoy si — acoto sin dejar de mirarla, es hermosa, tiene 37 años y algunas arrugas ya aparecen en el contorno de sus ojos, pero puedo ver en ella lo que cautivó a mi padre hace años y lo que lo mantiene enamorado hoy.

— Es verdad, aun no sale del cuarto.

— No puede pintar por siempre mamá, debe afrontarlo y ya…

— Eres su hija, uno no espera ver a su hija separarse de sus padres Blue… Gale ya fue a buscarlo para que se ponga presentable y sabes que lo estará… apuesto como siempre.

— Tu chico del pan — menciono con gracia y a pesar de los años ella vuelve a sonrojarse, me mira a través del espejo.

— Mi chico del pan — repite dando los últimos toques — Sabes… hay alguien más que está muerto de nervios…

— Es normal — acoto, si yo lo estoy EL también tiene que estarlo.

— De pequeños… siempre supimos que este día llegaría, tu padrino picaba a Peeta con ello… un adonis siempre consigue lo que quiere.

— Querrás decir un Odair mamá — me sonrojo por completo, rasgo que herede de ella, que ahora ríe a carcajadas.

— Estamos listos — masculla una voz al otro lado de la puerta — todo el mundo se ha ido al lago y deberíamos hacer lo mismo.

— O me perderé mi propia boda — sonrío a mi madre levantándome de la silla, me detiene tomando mi mano.

— En mis primeros Juegos… una chica a la que no supe apreciar me dio un objeto — su otra mano encierra algo — ella no lo supo, murió antes de ver a Panem libre, pero este objeto libero un país Bluebell y ella me lo dio como símbolo de amistad y yo te lo cedo a ti, mi bello patito.

— Mamá… — susurro, apretando el broche dorado entre mis manos.

— Debemos irnos princesa — entra en el cuarto iluminándolo todo con la mirada que herede — estas magnifica.

— Papi — me aferro a sus brazos sin importar que arrugue el vestido heredado de mi madre — Mamá me ha dado el Sinsajo — chillo pestañeando varias veces para alejar las lágrimas — ¿Puedes ponerlo en su lugar por favor?

Un auto nos lleva por el sendero hasta el lago. Aquel lugar al que escaparon los rebeldes cuando bombardearon nuestro distrito, donde mi hermano y yo nadábamos en los veranos de la infancia, el sitio donde mis padres se casaron y a donde yo asistiría a mi boda.

Bajamos del vehículo a escasos metros de donde todo el mundo espera por la novia. Estoy de espaldas a la gente, mamá arregla el velo y mi padre se encarga de que la cola de mi vestido se esparza sobre la hierba. Effie camina hacia nosotros con un ramo en la mano. Prímulas y Campanitas en un hermoso arreglo que sostengo con fuerza.

Veo a la que fue escolta de los amantes trágicos y a su Chica en llamas, recorrer la alfombra hasta sentarse en la primera fila. Peeta Mellark, el gran Peeta Mellark ofrece su brazo, al que me aferro con fuerza y caminamos lentamente por el pasillo. Al final, está Haymitch sosteniendo un libro y, a su derecha, Finnick Odair Junior me dedica una de esas sonrisas que sabe que revuelve mi mundo. Papá le entrega mi mano y luego lo abraza con fuerza. Besa mi frente con los ojos acuosos y se sienta entre mi madre y mi hermano.

Nos casamos y en cuanto Haymitch deja de hablar, me lanzo a los brazos del pelirrojo y lo beso con ternura mientras siento sus manos aferrarse a mi cintura. Lloré de alegría en la boda de mis padres, que luego de años conviviendo juntos, habían dado el paso que les faltaba. Sin embargo, no lloré en la mía, porque la alegría tocaba la euforia, y en los brazos del hijo de mi padrino, no podía llorar, solo sonreír.

~PRIM POV~

Hay días en los que deseo volver. Veo a mi hermana mayor llorar por mi oculta en el bosque y quiero volver, decirle que estoy bien que aquí Gale me cuida y que no fue su culpa, que no fue culpa de nadie. Luego la veo reír, tiene una familia, unos hijos hermosos, a Peeta y quiero quedarme aquí y verlos desde arriba siendo felices plenamente, luego del infierno que tuvieron que pasar.

A veces pienso que hubiera ocurrido si Effie Trinket no hubiese sacado mi papeleta de la urna. ¿Peeta hubiera muerto? ¿Mi hermana habría terminado con Gale y los Juegos seguirían existiendo? ¿Viviría aun? No quiero que me alegre porque sé que mí amada Katniss paso por cosas terribles, pero agradezco de alguna forma que haya sido seleccionada en la Cosecha. Porque gracias a ello, sus destinos se unieron y viven para protegerse el uno al otro.

Porque eso es lo que hacen, se aman y protegen y a los suyos. El Sinsajo y el Diente de león, los amantes trágicos que tuvieron un final feliz.


No voy a mentir. Lloré escribiendo el epílogo jajaja. No quería algo minúsculo en el que solo hablara de Katniss y Peeta y como su historia tuvo un final feliz. No estaban solos, había más personas a su alrededor y ellos merecían contar un trocito de la historia.

Johanna no tuvo participación en este fic, por eso quise darle un trocito de este epílogo a ella. También Prim, que aunque muerta, merece un poco de atención.

Con este capítulo doy por finalizado este longfic. Espero que les haya gustado tanto como a mí me gustó escribirlo. Espero con ansias las opiniones sobre el final y sobre la historia en general.

Nos vemos en mis otras dos historias activas y en los próximos one shots.

Con cariño atentamente, Anna Scheler.