Muchas/os de mis lectoras/es llevaban tiempo preguntándome por esto. Finalmente sale el primer capi a la luz (sí, decidí hacer algo más de un Os, lo siento; v; ). Y aquí esta. Hablamos más abajo nwn.


Datos del fic:

Título: Good cop and bad criminal (Sí, sé que os suena)

Basado en: Continuación del OS que pueden encontrar en Secrets Intims, llamado Good cop and Bad criminal por el mes NH.

Parejas: NaruHina, SasuSaku, Shikatema, InoSai, entre otras.

Tema: Romance, humor, sexo, lemon, lenguaje soez, muerte de personajes. Va mega cargado de mucho OOC desgraciadamente, ya que el OS contenía eso en grandes dosis.

Mundo: AU/ UA.

Ranking: M.

Disclaimer: Los personajes utilizados (O sus nombres a causa del tremendo OOC por el que lloro sangre), pertenecen a su respectivo autor.


Resumen:

Hinata despierta en un lugar que no reconoce, con los recuerdos de haber conocido a un hombre capaz de volverla loca y sentirse mujer. Lo malo de todo, es que es un condenado y sexy criminal.


—Good cop and bad criminal—

Capítulo 1

Presa.


El vestido era realmente hermoso. Blanco, ceñido a sus caderas, con un broche en el pecho y de falda que se enredaba entre sus desnudas piernas. Pese a los tacones, tenía que levantarlo para evitar pisárselo.

Se había cansado de andar de un lado para otro y simplemente, esperaba, de pie, frente a una ventana de la que no reconocía sus calles o sus gentes. El clima era oscuro, frio y pese a que la habitación estaba caldeada, no podía evitar sentir que el cuerpo lo tenía helado.

Se frotó los brazos cubiertos por la tela blanca y miró de nuevo la habitación.

Era pequeña, con tubos de calefacción pasando por sus gruesas y viejas paredes de cemento. Una cama de matrimonio moderna que no encajaba y un escritorio con silla repletos de papeles que, tan cansada de cómo se encontraba, no deseó ni mirar. Una alfombra descansaba bajo sus pies descalzos, cálida y agradable al tacto.

Era el lugar en el que se había despertado.

Lo último que recordaba era cómo se había agarrado a aquel traficante con todos sus deseos, como si cuerpo fuera un imán del que no podía soltarse. Dejó atrás todo. Su vida, su trabajo… todo. Simplemente por sexo. Sí. Por sus bajas y pervertidas sensaciones.

Sin embargo, al subir al helicóptero, alguien puso un pañuelo con somnífero sobre ella. Mientras perdía el sentido, solo pudo vislumbrar el rostro de su detenido mientras la miraba con una sonrisa satisfecha, como quien acabara de simplemente ganar un trofeo porque era el mejor, no porque lo deseara.

Y del modo en que se despertó, empezaba a creer que era realmente así.

Desnuda. Su uniforme y armas habían desaparecido, así como su placa. No podrían rastrearla, pues las placas de su sección siempre llevaban una señal de seguimiento por si algo así sucedía. Y era algo que solo los de dentro conocían.

Fue entonces cuando recordó a Sasuke, la forma en que había aferrado la cintura de aquella mujer de cabellos rosas y la forma de hablar a su sospechoso. Sí. Sasuke había sido un topo. Durante tres años.

Había llegado a confiar en él. Le había respaldado muchas veces, como agradecimiento por cubrirla en los interrogatorios (Sasuke no quiso ayudarla en el de Naruto porque ambos se conocían). Incluso habían salido a cenar como compañeros de trabajo alguna que otra vez. Pudo verlo como un pretendiente, si no fuera porque el hombre dejó bien en claro que no le interesaba como mujer.

Le había fallado. Totalmente.

Se sentía horrible, algo mareada y asfixiada.

Anteriormente había intentado abrir la puerta, pero fue en vano. Ni siquiera podía pensar en tirarla abajo. Era de metal. Y las ventanas eran cristales antibalas.

Fuese donde fuese que se encontraba, el lugar estaba demasiado blindado para su gusto.

Suspiró y apoyó la frente en el cristal.

¿Realmente había hecho lo correcto?

Si repasaba mentalmente la situación, algo le decía que Naruto Uzumaki habría podido tocarla desde mucho antes. Las esposas estaban abiertas cuando la pared explotó. De algún modo, él se las había ingeniado para quitárselas. Había fingido, como todo lo demás, que estaba maniatado. Jugó con ella de ese modo para luego tirarla como un trapo en esa habitación.

¿Sería capaz de pedirle dinero a su padre? Hinata nunca había querido depender de él y esperaba no tener que hacerlo ahora.

La puerta crujió a sus espaldas. Todo su cuerpo se preparó, pero no fue la persona que esperaba. Por supuesto.

La chica de cabellos rosados le sonrió mientras con la cadera lograba empujar la puerta que sonó ruidosamente al cerrarse. Traía una bandeja con comida y agua y un vestido semejante al suyo, solo que rosa y más ceñido a su cuerpo. Además, desprendía un olor curioso. Especias y flores de cerezo. Por un instante no comprendió, hasta que reconoció que aquel olor picante era el olor del sexo.

—¿Te encuentras bien, Hinata? — El tono de su voz fue amable, pero no lo suficiente para que confiara. Y no podía extrañarle que supiera su nombre. Su placa seguramente se lo había facilitado.

—Sí, gracias— contestó como una salida.

—Bien. Oh, menos mal— exclamó la mujer con sorpresa.

Hinata arqueó una ceja. Se había girado hacia la ventana, con deseos de evadir cualquier conversación y aprovechando para vigilarla gracias al reflejo en el cristal.

—¿Menos mal? — cuestionó.

La joven se acercó a ella y la escrutó de arriba abajo.

—Sí. Temía que el vestido no quedara bien en ti. Pero acerté completamente. Sé que se parece al mío, pero es que, he de confesar, antes era mío. Pero tenía demasiado busto para mí, así que lo dejé apartado para arreglarlo. Cuandito que te vi, supe que debería de ser tuyo.

Hinata se miró de arriba abajo, observando la pronunciación del escote y sus formas femeninas marcadas con la caída del vestido. Ella podría tener mejor busto, pero el vestido no se le ceñía en el cuerpo del mismo modo que a la otra joven.

—Quiere decir que… ¿usted me vistió?

—Por supuesto. No podía permitir que ninguno de los hombres se dedicara a vestirla. Solo somos cuatro mujeres, cinco contándote a ti, en este lugar. Y muchos hombres. ¿Acaso preferías que lo hubiera hecho alguien en especial? — cuestionó con picardía.

Hyûga negó con ambas manos mientras sus mejillas ardían.

—No. Por supuesto que no— negó rotundamente—. Muchísimas gracias por hacerlo.

—No fue nada. Por cierto, mi nombre es Sakura, Hinata-chan.

Hinata se mordió el labio inferior para recordarse la situación en la que se encontraba. Solo una sonrisa nerviosa pudo ofrecerle como respuesta.

—¿Puedo saber por qué estoy aquí?

La mujer la miró un instante, como si sopesara si debía de hablar o no. Finalmente, sacudió la cabeza en negación y Hinata sintió que la poca esperanza que veía se esfumaba.

Otra oportunidad podría ser intentar dejarla sin sentido cuando abriera la puerta. Pero, ¿qué es lo que haría después? Seguramente se encontraba, por la altura, en un lugar alto. Salir de ahí, si tenía puertas como la que la mantenían clausurada y cristales antibalas, iba a ser un sufrimiento. Sería capturada enseguida y habría herido a una persona sin razón.

No le quedaba más que esperar.

Sakura se marchó con la promesa de que pronto tendría respuestas, pero el tiempo pasaba con una lentitud desesperante.

Cuando la puerta se abrió de nuevo, estaba sopesando la idea de gritar. Pero el grito se le congeló en la garganta.

Su cuerpo entero se estremeció y tuvo que hacer un esfuerzo terrible por controlar sus emociones. Una mezcla entre odio y deseo.

Naruto Uzumaki estaba justo de pie en la puerta, cerrando para apoyar su impresionante cuerpo contra esta. Hinata hubiera preferido no fijarse en lo jodidamente atractivo que se veía con esa camiseta negra y aquellos condenados pantalones de cuero y botas militares. Demonios, parecía un maldito y sexy estafador, mirase por donde lo mirase.

Dudaba entre ir a él y golpearle o romperle la boca a base de besos.

La sola idea hizo que se ruborizada y volviera a preguntarse qué demonios tenía ese sujeto para crear esos sentimientos en ella.

Quizás fuera esa mirada que no le quitaba el ojo de encima. Era como si la estuviera desnudando ahí mismo. Bajando los tirantes del vestido y disfrutando de su cuerpo. Azorada, se pellizcó las mejillas y unió las manos frente a su vientre, intentando por todo lo posible devolverle una fría mirada.

—Me engañó— acusó maldiciendo su tono de voz. Quería sonar autoritaria, no ansiosa.

Naruto levantó una de sus rubias cejas.

—En realidad no, Hime. En ningún momento mentí.

Se lamió los labios, sintiendo presión en su pecho. Dios, quería gritar.

—Fingió estar esposado.

—Oh— exclamó él mostrando sus muñecas. Tenía dos pequeñas marcas rojizas—. No fingí. Simplemente se soltaron después, ttebayo. Debió de ser por cierto sudor que obtuve.

Hinata enrojeció, abriendo la boca en forma de una o perfecta. ¡Sería descarado! No solo había osado confundir a un agente de la ley, sino que encima tenía el descaro de contarlo como si fuera una gran hazaña.

—¿Ahora que soy? ¿Tú captura? Al fin y al cabo, eres un ladrón.

Y probablemente, muchas otras cosas, además de un condenado tipo sexy. Pero eso no pensaba decírselo.

—Puedes verlo de ese modo— sopesó él acariciándose los labios—. Aunque te recuerdo que tú aceptaste venir.

Hinata se mordió el labio para no soltar una grosería.

—De algún modo me confundiste— se defendió levantando el mentón—. No creas que lo hubiera hecho en otras circunstancias.

Él sonrió. Pareció gustarle que le enfrentara y Hinata empezaba a preocuparse. ¿Acaso había obrado mal? ¿Era algún tipo de masoquista ese sujeto?

Necesita voltear todo hacia su favor.

—Quiero hablar con Sasuke— demandó lo más firme que pudo.

Naruto frunció el ceño repentinamente. Sus hombros tensarse y los rasgos de su rostro mostrarse serios.

—¿Qué quieres del Teme? — Su voz sonó ruda. Hinata se estremeció.

—No debería de importarte. ¿O por ser tu prisionera no puedo hablar con él?

Las rodillas le temblaban y dudaba de ser capaz de seguir por ese camino. De algún modo, por mucho que su corazón latiera desbocadamente y su cuerpo se estremeciera con la idea de sentir sus manos de nuevo sobre ella, de frotarse una vez más contra él en plena danza sensual, alguna parte de sí misma también quería herirle. Castigarle por haberla encerrado de ese modo.

Y parecía que su amistad con Sasuke podía ser un buen modo.

El rubio gruñó, pasándose una mano por los cabellos. La camiseta se le pegó al cuerpo y Hinata se maldijo por fijarse en lo torneado que estaba.

De repente, se detuvo, mirándola de reojo y una sonrisa traviesa en su rostro.

—¿Estás enamorada de él?

Hinata dio un respingo. La guasa con que lo había preguntado le prometía una clara tortura de algún tipo. Intentó con todas sus fuerzas no amenorarse.

—Eso no es asunto suyo— respondió con la voz más temblorosa de lo que hubiera deseado.

Él pareció dudar un instante. Finalmente, le dio la espalda y sin medir nada, abandonó la habitación. Hinata corrió hacia la puerta con la esperanza en el corazón, latiendo frenéticamente. Pero la puerta estaba cerrada de nuevo y por más que tiró, no parecía querer ceder.

¡Dichoso hombre! ¡Maldita fuera ella por sentirse mujer cada vez que estaba cerca!

-.-

Naruto golpeó la pared frente a la puerta con todas sus ganas. El puño obligó a crujir al cemento, pero nada más. Sus nudillos enrojecieron con heridas que no les prestó atención. Gruñó entre dientes y bufó.

No había traído a esa mujer para tenerla encerrada. No tenía pensamiento de tenerla hecha su prisionera. Quería tenerla entre sus sábanas, gritando de placer. Pero parecía que la magia de la comisaría había desaparecido y pese a que su cuerpo temblaba con él, dudaba que lo hiciera de pasión, si no de miedo.

Tampoco esperó esa clase de defensa y ataque en ella. Según Sasuke, la había descrito como cachorro adorable que te llevarías a casa aunque tuviera dueño. Pues la mujer que estaba ahí dentro parecía capaz de revolverlo y no solo de excitarlo. Porque sí, esa capacidad para darle pelea le había excitado.

Menos cuando Sasuke salió en la conversación. Si había querido freírlo a celos, lo había conseguido. Pensar que pudiera haber algo entre ellos, le jodía. Sí. Así, como sonaba. Le jodía rotundamente.

No por nada era uno de los capos de la mafia más importante. Solo que era del lado bueno, por más que ella se empeñara en verle como alguien malvado. Desconocía por completo cuales eran sus actuaciones. Donde trabajan. Y especialmente, donde donaban todo.

Era una especie de Robin Hood moderno. Nunca agacharía la cabeza por lo que hacía.

—¿Problemas?

Se volvió hacia la voz bruscamente y puso los ojos en blanco. Su mano derecha, Shikamaru, se acercaba con las manos en los bolsillos y vestido completamente de negro. Llevaba un cigarrillo entre los dientes y le miraba con una cerca alzada. Él y Sai, otro de sus compañeros, habían sido quienes los sacaran en helicóptero de su cautiverio.

Shikamaru miró hacia la puerta y esbozó una sonrisa claramente de disfrute.

—¿Una mujer problemática?

—Tanto como la tuya— respondió limpiándose los nudillos en la camiseta—. ¿Dónde está el Teme?

Shikamaru suspiró.

—¿Tú que crees? Parece que desde que ha llegado, dejar de follar es una cuestión simplemente de fe.

Naruto bufó, pero una idea se abrió en su mente repentinamente. Sonrió ladinamente y miró hacia Shikamaru.

—Haz que los hombres de los pasillos se retiren hasta nueva orden. Llevaré a la chica.

Shikamaru chasqueó la lengua, pero no protestó. Se giró y caminó para presionar una parte de la pared. Un panel se abrió y varios botones aparecieron. Naruto no se fijó en cualquier presionó. Se volvió y abrió una vez más la puerta.

Si ella quería ver a Sasuke, él llevaría a ello. Aunque tuviera que romperla en mil pedazos, ella sería suya. De nadie más.

-.-

Hinata estaba de nuevo frente al cristal cuando él entró. Esa vez había arrastrado la silla del escritorio para no estar de pie y, si hacía falta, usarla como arma. Vio su reflejo en el cristal, con el ceño fruncido y los ojos puestos en ella. Al levantarse, pudo ver como descendían por su cuerpo de forma descarada y al contrario de lo que esperaba, su cuerpo tembló de puro deseo. Cuando los azulados ojos se habían posado descaradamente sobre su trasero, se volvió.

—T-tengo cara, ¿sabe?

Él levantó la vista hacia sus ojos, con una mueca en su rostro.

—Acompáñame.

Se hizo a un lado en la puerta, dándole paso. Hinata se mordió el labio inferior, temiendo que esa fuera la salida a una trampa directa. Aún así, se acercó, saliendo con paso firme. Él no la sujetó del brazo ni hizo ningún movimiento brusco. Solo cerró la puerta hasta ponerse a su lado.

—Te llevaré con el Teme— gruñó moviendo una mano para indicarle el camino.

Hinata le siguió dubitativa. Ese mero caminar le bastó para sentirse pequeña y completamente a su merced. Estaba segura de que si él decidiera tomarla de las muñecas, empotrarla contra la pared y besarla, ella le devolvería aquel maravilloso frenesí, en contra de su buena rectitud.

Se mordió el labio inferior en un vano deseo de quitarse esa idea de la cabeza. ¿Cómo demonios podía pensar en tener sexo con él cuando estaba en esa situación? ¿Qué sucedían con sus hormonas?

Respiró por la nariz, expulsándolo por la nariz.

Realmente ver a Sasuke no era algo que le diera sumas esperanzas. Pero al menos le había dado la oportunidad de ver algo más del lugar donde estaba encerrada.

Por las paredes, que parecían largos pasillos, era un edificio reformado. El cemento era nuevo y el olor de la tierra indicaban lo mismo. Había puertas de metal a su alrededor. Ninguna se abriría con un simple empujón. Por un instante loco, la loca idea de que él tuviera tremendos brazos empezó a antojársele como culpa de las pesadas puertas. Pero luego captó las cajitas pequeñas junto a la puerta. En la habitación donde ella estaba encerrada no había ninguna. O más bien, estaba muy bien oculta.

—Es aquí.

Se detuvo, mirando hacia una de las tantas puertas. Naruto la empujó sin más, sin llamar si quiera, marcando que todo aquella su terreno. La sujetó del hombro, pegada a él. Podía sentir su cadera contra ella y la presión de sus dedos sobre el hueso de su hombro.

Alguien maldijo entre dientes con un improperio tan fuerte que Hinata se cubrió la boca. Aunque no fue tan solo a causa de esto. Frente a ella, estaba una escena que nunca hubiera querido ver.

La joven que anteriormente había llevado su comida, estaba completamente abierta de piernas, tirada sobre un sofá, con los senos hinchados y el cuerpo lánguidamente contra el sofá. Frente a ella, de rodillas, con una mano sobre su miembro y los labios perlados, seguramente de restos femeninos, Sasuke Uchiha los fulminaba con la mirada.

Hinata se volvió, temblorosa. Escuchó al Uzumaki disculparse, como si fuera algo que hubiera sucedido por error y cerrar la pesada puerta. Su mano se había apartado de ella y de nuevo, recostó su cuerpo contra la pared de cemento.

Hinata no podía mirarle. Estaba muerta de vergüenza. Con las escenas repitiéndose una y otra vez en su mente. No es que realmente la excitara la idea de ver a un Sasuke en faena con esa mujer, era la idea de practicar algo que tan nerviosa la tenía cerca del hombre tras ella.

—¿Y bien? ¿Sigue gustándote el Teme?

Todo encajó entonces. Tal y como había temido, aquello era una trampa para romperle el corazón. Se volvió hacia él, con las palabras quemándole en la boca, pero fue incapaz de soltarlas. Uzumaki no parecía haber esperado esa reacción, porque repentinamente, parecía tener la necesidad de cubrirse con una máscara de superioridad.

Por un instante, le pareció ver anhelo en él. Como si afirmar que no había nada con el moreno fuera algo tan importante como la vida misma.

Hinata soltó una risita, cubriéndose con los dedos de la mano. Él se tensó.

—Así que era eso.

—¿Era qué? — ladró él.

—Tenías miedo de que me gustara Sasuke. Por eso me has traído aquí.

El hombre hizo un mohín y se apartó de la pared, pasándose una mano por los rubios cabellos.

—Para que se me rompiera el corazón al verle con otra mujer— continuó pese a verle andar de un lado a otro y mirarla en advertencia—. Para que me echara a tus brazos muerta de dolor.

Dio un paso al frente mirándole con firmeza.

—Eso hace ver que usted es tan poco hombre como cuando estaba atado a esa silla.

Entonces, él se detuvo y la encajó contra la pared. Sus caderas presionando contra las de ella, su pecho pegado al suyo y una pierna entre las suyas. Hinata cerró los ojos por la sorpresa y todo lo que había aprendido en la academia para auto defenderse, se fue completamente al cuerno.

Gimió, cuando la rodilla masculina presionó entre sus piernas y enrojeció, temblando.

—Si quiero una muer, la tengo, ttebayo— aseguró contra su oído—. No te parecí realmente poco hombre en ese momento, Hime. Te corriste.

Las mejillas se cubrieron de rubor y tembló ante el recuerdo del mejor orgasmo de su vida en mucho tiempo.

—E-eso no tiene nada que ver— protestó sintiendo como levantaba las manos por encima de su cabeza y ella se lo permitía—. Eso fue… interrogatorio. Mi trabajo.

Su lengua resbaló por su cuello, marcando la curvatura y subiendo hasta su oído.

—Lo disfrutaste— aseguró él.

Sí.

—N-no.

Su garganta le jugó una mala pasada, jadeando repentinamente. Cerró los ojos y tembló.

—Te dije que eras mi mujer.

Oh, por Dios…

—Yo no he… aceptado tal cosa… en ningún momento.

Él sonrió contra su mejilla, buscando su boca. Apretó su labio inferior entre sus dientes, chupando y tirando. Sus ojos azules perdiéndose en los suyos, un brillo especial que prometía muchas cosas fantásticas.

—Tu mente quizás no. Tu cuerpo sí.

Tembló, porque sabía que era verdad. Su cuerpo se arqueó cuando la presión de su rodilla en su sexo se intensificó en un roce circular y se descubrió a sí misma siguiendo el camino en busca de más.

Todas las barreras caían frenéticamente.

—Es un ladrón— jadeó—. Pero— susurró. Con todo el poco respeto que le quedaba de sí misma se apartó de él lo más que la pared se lo permitió—, por más que quiera, por más que insista, usted nunca podrá robar mi corazón.

Y la magia cayó al suelo. Tanto para él como para ella.

Se miraron fijamente a los ojos. Él se apartó, se acercó a la pared frontal y apretó un botón. Alguien habló desde algún altavoz. Él se volvió, dándole la espalda y rompiendo el contacto.

—Que venga una de las mujeres y la regrese a la habitación.

Y luego desapareció.

Continuará...


Notas autora:

Como dije arriba, es la continuación del fic anteriormente mencionado, así que como soy estúpida, no me esforcé mucho en su título XD. Quise que siguiera su misma esencia.

En el OS, Hinata se rinde, no facilmente, pero se rinde. Aquí esta enfadada por ser secuestrada y encerrada e intenta echarle cojones, pero la pobre se muere de vergüenza y deseos. Naruto la hace sentir tan mujer...

En la organización, Naruto es uno de los líderes, pero tiene su propio equipo. He intentando tener en cuenta muchas cosas del OS, así que para más información les aconsejo leerlo antes. Si no, no creo que tampoco influya demasiado. Solo que se preguntarán cómo llegó Hinata ahí.

Y bueno, no más decir. Solo que, vean que cumplo lo que digo xD.

¡Nos leemos! nwn.