Los Juegos del Hambre no me pertenece. Este fic participa en la actividad "Celebrando en Panem" del foro El diente de león.

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Año Nuevo


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Distrito 4

Los barquitos del adiós

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Su mano se aferra con fuerza a la mía. Sonrío cuando ella lo hace.

—Finnick —me llama, con el mismo cariño de siempre—. Finnick, es la hora.

Pero no quiero. No quiero…

Durante muchos años no he comprendido lo que significaba esto. Crear cestos, redes o anzuelos es algo a lo que estamos acostumbrados, hacer que tengan forma de barquito y floten no es complicado para nosotros. Para los niños es un juego, incluso se compite a ver quién consigue el más rápido, el más bonito o el más original.

A mí se me daba bien. Un año eligieron mi barquito como el más original, porque lo decoré con conchas y caracolas formando una especie de dibujo. De un tridente, algo característico del distrito y… y de mi padre. En aquel momento no pensé que fuera algo tan triste, aún no había empezado a saber lo que es echar de menos a alguien que no conoces.

—Vamos, cariño —me insiste de nuevo mamá.

Le doy un beso en la mejilla y me obligo a moverme. La orilla está llena de otras familias que llevan sus barcos hasta el mar. El sol se asoma por encima de las pequeñas olas y arranca resplandores que llegan hasta nosotros. El amanecer siempre ha sido la hora favorita de todos aquí.

Porque volvían los pescadores, porque significaban un día más en el que una tormenta no los había tragado. Porque, cuando el sol llega, empieza algo nuevo.

Qué mejor que el primer amanecer del año para decir adiós.

El agua me acaricia los pies, está helada pero no me importa. Mamá se queda atrás, hace tiempo que sumergirse en agua despierta cosas malas en ella y hace que sus pesadillas parezcan más reales.

Antes de agacharme con el pequeño barco en mis manos, la miro. Temo que se aísle, que se tape los oídos con las manos y lleguen las imágenes horribles de su pasado. Pero está bien. Me vuelve a sonreír y me hace un gesto para que avance.

Y lo hago. Por primera vez, consciente de lo que esto significa.

Los pequeños barquitos flotan y se alejan más y más. El mar se los traga, los aleja de nosotros, como la muerte se llevó a nuestros seres queridos. Esto que hacemos cada año es un reencuentro, les decimos que los recordamos, pero también es una despedida. Porque debemos seguir adelante sin ellos.

—Adiós, papá —susurro, sintiendo que me escuecen los ojos.

Cuando vuelvo con mamá, ella también tiene lágrimas. Me acaricia la cabeza y me da un beso en la frente, pronto tendrá que ponerse de puntillas para llegar.

—Te pareces tanto a tu padre… —me dice. Después me aprieta la mano.

Finnick Odair, mi padre, ese desconocido al que he aprendido a echar de menos y a quien, según dicen, cada día me parezco más.

Miro el pequeño barquito que he construido para él, se está perdiendo ya entre las olas.

Te recordamos, papá. Te extrañamos. Te queremos. Adiós.


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Voy a intentar publicar algunas celebraciones de otros lugares en Año Nuevo (si la fiebre lo permite). En este caso he pensado que en un distrito costero, lleno de pescadores que probablemente más de una vez no volvían del mar, es lógico que recuerden a los que han perdido. El protagonista, por si no se ha entendido bien, es el hijo de Finnick y Annie, siempre he pensado que lo llamarían igual que a su padre.