Blaise Zabini caminaba firmemente por los pasillos de Hogwarts, se dirigía hacia el gran comedor seguido por otros miembros de Slytherin, el grupo de chicos parecía nervioso al menos para aquellos que supieran observar. Era temprano, incluso para ellos; Pansy Parkinson ya se encontraba allí, los ojos de ambos chicos se encontraron y, con un asentimiento de cabeza, se dieron la información necesaria. De toda la casa Slytherin sólo hacía falta uno: el príncipe de las serpientes.

Blaise se acercó a la mesa y tomó su lugar, respetando el de su príncipe, la comida apareció, Pansy sirvió su desayuno y el de Draco, cuidando de sólo servir los alimentos favoritos del Dragón, llenó un par de vasos de jugo fresco de calabaza, le lanzó una mirada cuidadosa a Blaise quién sacó del bolsillo de su túnica un pequeño frasco y un par de cabellos negros, abrió la botella, añadió los cabellos a la poción y volvió a cerrarla, revolviendola con su último ingrediente, el gran comedor comenzaba a llenarse, Blaise tuvo que actuar con discreción, destapó la botella nuevamente, el olor que percibía cada persona cercana a Blaise era distinto, a pesar del tamaño del contenedor la cantidad era suficiente para 24 horas; vertió lentamente, con cautela, la poción en el vaso destinado para Draco, revolvió el jugo y lo dejó en su lugar, todos los Slytherin, desde los más pequeños a quienes estaban por salir, intercambiaron miradas entre divertidas y curiosas, ahora sólo les quedaba esperar la llegada de su rubio líder.

Draco Malfoy se despertó, la tranquilidad en las mazmorras le decía que ya era tarde, al menos para un Slytherin, pero eso poco le importaba, talló sus ojos y se estiró cual gato desperezándose, sintiendo y abrazando la dulce calma que le rodeaba, eran pocos los días así, con Voldemort de vuelta todo siempre parecía tenso, más esa mañana era diferente; se levantó, se puso el uniforme, arregló su cabello y salió de su habitación, la sala común estaba vacía, todos sus compañeros seguramente estarían en el gran comedor a esa hora, se permitió respirar profundamente, pasó sus dedos por su cabello, desacomodándolo un poco, no podía darse el lujo de parecer débil frente a los suyos pero estando solo se dejaba liberar un poco de su carga, suspiró, retiró pelusas inexistentes de su túnica y salió de Slytherin, sus pasos firmes lo llevaron rápidamente al gran comedor donde los suyos lo esperaban, su lugar en la mesa guardado con todo respeto por sus amigos Blaise y Pansy, se acercó rápidamente, con elegancia tomó su asiento y se dispuso a desayunar.

Blaise vio atentamente cómo su príncipe ingería los alimentos servidos en su plato sin la más mínima sospecha, lo vio hacer gala de sus modales como sangre pura, tomar despreocupadamente el jugo de calabaza, hasta la última gota como si fuera medicina y servirse té para quitarse el sabor a calabaza de la boca: la última esperanza de Pansy y Blaise se había esfumado, claro que ellos planearon la broma pero no esperaban realmente que funcionara, no esperaban darse cuenta de esa forma del grado de confianza que Draco les tenía. Los otros Slytherin aguantaron la risa, hasta ahora todo estaba saliendo a la perfección; era su príncipe claro, pero su príncipe llevaba todo el curso actuando de manera extraña, delegando sus responsabilidades como líder de la casa a otros, prácticamente rechazándolos y eso merecía un castigo ejemplar. Sabían que la poción haría efecto rápidamente, había sido hecha de la manera más minuciosa cuidando cada detalle y probada con una Gryffindor la semana pasada, el resultado había sido satisfactorio, solo tenían que poner atención y aguardar al momento en que la poción afectara a su joven Dragón.

Cinco largos minutos después entraba al gran comedor el trio dorado; un pequeño brillo rosado había aparecido hacía dos minutos en los grises ojos de su líder, era una pequeña motita que no cualquiera notaría y que desapareció casi al instante, la poción había funcionado y ahora, con la entrada de Potter en escena, se pondría a prueba la resistencia del Dragón; Blaise le dio un ligero codazo a Draco y señaló con su cabeza a Potter, Draco lo miró con fastidio y luego miró a Potter, la mirada esmeralda se cruzó con la plateada, el Gryffindor lo miró con coraje y recelo, Draco lo observó con atención durante un segundo, toda la mesa de Slytherin observaba atentamente, escondiendo su ansiedad por que el plan se completara, Potter frunció el ceño y entonces ocurrió algo que realmente nadie se habría esperado...

... Draco se encogió ligeramente de hombros y volvió a su desayuno, ignorando a Potter casi como si no estuviera allí, Blaise y Pansy intercambiaron una mirada confundida, los otros Slytherin no podían creerlo, Draco terminó su desayuno y se levantó de la mesa, se dirigió tranquilamente a la salida sintiendo una pequeña molestia ya perfectamente conocida por él, su corazón palpitaba rápidamente, llevaba todo el curso lidiando con ello, lo único extraño era que la sensación parecía más fuerte. No le dio mucha importancia, si podía resistirla todo estaría bien.

Blaise y Pansy se levantaron y lo siguieron a su primera clase de la mañana, quizás Draco es más fuerte de lo que parece, pensó Blaise, tal vez es inmune a las pociones, o tal vez todavía no hace efecto; ambos jóvenes lo observaron cuidadosamente toda la mañana, esperando ansiosamente la hora del almuerzo, donde, sorpresivamente, no ocurrió nada extraño. Millicent decidió que debían probar la efectividad de la poción nuevamente y le dio la misma cantidad de poción y jugo de calabaza a un Hufflepuff después de añadir un par de cabellos propios, la poción hizo efecto y, antes de que alguien notara algo extraño le dio el antídoto para quitárselo de encima. Ningún Slytherin se explicaba por qué su príncipe continuaba haciendo lo mismo de siempre, se suponía que debía estar loco por el león de ojos verdes, quizás incluso perseguirlo o lanzarse a sus brazos. Al finalizar las clases lo siguieron poniendo especial atención en todas sus acciones: como todos los días Draco, Blaise y Pansy se sentaron a la sombra de un árbol junto al lago a ver jugar al calamar gigante, Draco siguió ignorando al trio dorado, parecía no tener ninguna clase de interés mientras que Potter lo seguía a dondequiera que fuera, con esa mirada de recelo instalada en su rostro, Draco se levantó repentinamente y se dirigió hacia Potter, el momento ansiado por los Slytherin había llegado, Blaise y Pansy lo siguieron a corta distancia, con nerviosismo, Potter se quedó helado, mirando a Draco directamente a los ojos mientras se acercaba, el Dragón camino con firmeza y pasó junto a él sin mirarlo siquiera, Potter disintió con la cabeza, se repuso y corrió tras él dejando a un montón de Slytherin confundidos, jaló la manga de la túnica del rubio y este volteo a verlo, los gélidos ojos plata se encontraron con las cálidas esmeraldas, Potter abrió la boca y la volvió a cerrar rápidamente, Draco levantó una ceja, Potter lo soltó, frunció el ceño y dio la vuelta, alejándose del lugar, Draco ladeó la cabeza ligeramente y siguió su camino hacia la lechucería.

Blaise llegó un poco después que Draco a su habitación, el rubio tenía una carta en las manos, y sonreía, cosa extraña en esos momentos.

-¿Podrías explicarme qué fue todo eso con Potter?- dijo el moreno después de cerrar la puerta.

-No lo sé, quizás se está volviendo loco tratando de encontrar la manera en que mi familia traicionará a su bando cuando las cosas cambien o tal vez cree que es un elaborado plan para debilitar al vejete de Dumbledore-respondió el rubio con ironía- Ya sabes, desde que mi padre traicionó a Voldemort...

-Vamos, Draco, Potter es un idiota pero no puede ser tan paranoico ¿Tu madre volvió a escribirte?

-No puede decirme dónde se encuentran, igual que siempre, pero dice que Dobby y Sirius los protegen bastante bien, imagina la humillación para mi padre, deberle la vida a un elfo doméstico y al único Black Gryffindor.

Blaise sonrió maliciosamente y disintió con la cabeza, salió de la habitación sabiendo que Draco no le diría nada más y cerró la puerta tras de sí, el rubio sacó la segunda carta de debajo de su almohada y la releyó, Sirius le pedía acercarse a Potter, perfecto, pensó, como si yo pudiera hacer eso sin que él sospechara de mí, y no solo eso, decía que se entenderían perfectamente ¿Es que a los Gryffindor les gustaba hacer esa clase de bromas idiotas? Dobló la carta cuidadosamente y volvió a esconderla debajo de su almohada, sabía que Blaise estaba esperándolo en la sala común para ir a cenar, su corazón palpitó fuertemente, ese día había sido muy duro para el pero sabía controlarse, si su padre le había enseñado algo había sido justo eso, salió de su cuarto, se acercó a Pansy y a Blaise y caminaron juntos hacia el gran comedor. Los Slytherin miraron atentamente cómo llegaban a las puertas el trio dorado y el trio plateado: su príncipe y el líder Gryffindor con sus más leales cómplices aparecían, Potter detuvo sus pasos y miró a Draco, parecía llevar todo el día queriendo hablarle, Draco estuvo a punto de pasar de largo cuando algo insólito ocurrió: Potter extendió su mano hacia el ojigris, tenía un ligero sonrojo y el ceño fruncido, Draco dudó un segundo, su corazón dio un vuelco, con cautela y lentitud levantó su mano y la estrechó con la de Potter, al hacerlo pudo notar un papel mal doblado en el bolsillo del Gryffindor, sonrío divertido notando la escritura del animago en ese papel. Los integrantes de las cuatro casas de Hogwarts contenían el aliento, en la mesa de profesores Dumbledore lo miraba todo con un brillo de confianza en los ojos; los Slytherin esperaban, era el momento para que la poción actuara, el León y el Dragón asintieron, soltaron la mano del otro y se dirigieron a sus mesas; era todo, el plan había fallado.

Al día siguiente Draco despertó, el silencio lo tranquilizaba, al parecer estaba solo de nuevo, tomó sus cosas y entró al cuarto de baño, sintió el agua tibia recorrer su pálida piel, relajándose, era sábado, no tenía clases a las que asistir, podía tomarse todo el tiempo que quisiera, es más, podía incluso saltarse el desayuno, al final resultó que Sirius tenía una justa razón para creer que Potter lo aceptaría, pero mejor era no pensar en eso, no sabía si seguiría soportando esa sensación por mucho tiempo, y ahora que habían hecho las pases sería más difícil, secó su cuerpo y se arregló lo más cómodamente posible ¿Quién diría que la ropa muggle era tan cómoda? Salió de su habitación y se encontró con toda la casa Slytherin esperándolo, Blaise y Pansy lucían demasiado serios.

-Amortentia-Dijo Blaise-produce un intenso encaprichamiento, una obsesión. Probablemente sea la poción más peligrosa y poderosa.Un experto fabricante de pociones puede generar un poderoso enamoramiento, pero nadie ha conseguido todavía crear el único sentimiento verdaderamente indestructible, eterno e incondicional que merece ser llamadoamor.

-Todos tuvimos clase de pociones al inicio de curso, Blaise- Contestó el rubio en tono aburrido

-¿Algo que quieras decirnos, Draco, cariño?-preguntó Pansy

El rubio los miró a los ojos, todos sus compañeros de casa esperaban, nunca pensó verse atrapado de aquella forma, menos aún por sus mejores amigos, la culpa era toda suya por bajar la guardia y confiarse como idiota, como buenos representantes de la casa esmeralda iban a vengarse y tomar ventaja, suspiró, disintió con la cabeza y pasó una mano por su cabello, desordenándolo en un gesto adquirido de nerviosismo: tanto observarlo le había pegado algunas de sus malas costumbres, los Slytherin soltaron el aire de golpe y lo miraron sorprendidos, no necesitaban más para saber la respuesta.

-Bien, quisiera decir que no me lo esperaba, Draco, pero creo que todos sabemos que era demasiado obvio

Draco sonrió a su moreno amigo, levantó una ceja en dirección de los demás miembros de su casa, quienes dieron un asentimiento y salieron de la sala común, al menos admitirlo no le había quitado poder ante los suyos.

Blaise se enorgulleció de su amigo, nadie jamás podría decir que no era valiente, o fuerte, no sabían cuánto llevaba guardando ese pequeño secreto y, aunque la poción había hecho efecto él había sabido resistirla, había sabido resistir sus propios sentimientos y darle prioridad a los suyos, un digno líder, pensó Blaise, un verdadero Slytherin.

Además, quien sabe, las cosas estaban cambiando, quizás su amigo no tendría que luchar mucho tiempo contra sí mismo.