Capítulo 1.

En la discoteca.


Adaptación de la novela con el mismo nombre de la autora Shirin Klaus, que también es una adaptación del fanfic con el mismo nombre de la autora Butterffffflyblue con la pareja de Sasusaku (No tengo permiso pero igual lo hice, me declaro culpable).


Bulma estaba en la pista de baile, moviendo todo su cuerpo de manera ondulante, provocativa, sensual. La música atronaba en sus oídos y el sonido fluía por todo su cuerpo, haciéndola sentir extrañamente viva, haciendo que hasta el último rincón de su piel vibrara. Bailaba con los ojos cerrados, dejándose llevar solo por la música, aunque de vez en cuando miraba a su alrededor, estudiando a los machos en celo que la miraban con ojos de depredador.

Se había colocado justo en aquella zona, cerca de la barra, para llamar la atención de los chicos. Ellos nunca bailaban, al menos no sin pareja. Las chicas no tenían problemas en salir a la pista de baile con amigas y marcarse unos pasos, pero ellos siempre se quedaban como pasmarotes en la barra, bebiendo y, con suerte, marcando el ritmo de la música con la cabeza. Bulma ya había conseguido que alguno de ellos cayera en sus redes y al menos tres se habían acercado a bailar con ella, uno incluso le había sobado el culo sin disimulo alguno. Pero ninguno había conseguido aguantar su ritmo durante más de una canción y, ¿Para qué mentir?, ninguno de ellos había sido especialmente guapo. Y eso que ya iba algo bebida y los fogonazos de luz que barrían alocados la pista cada poco la estaban dejando ciega. Si aquellos mismos hombres se le hubieran acercado al inicio de la noche probablemente se habría reído de ellos en su cara.

'El de la esquina no está mal' pensó Bulma, tironeándose un poco del top negro hacia abajo para que sus pechos asomarán generosamente por el escote. Su falda vaquera blanca se le estaba subiendo por la cintura y debía estar a punto de enseñar los cachetes del culo, pero no le importaba. Había ido a aquella discoteca buscando sexo e iba a conseguirlo sí o sí.

Bailó la siguiente canción mirando al chico que ocupaba la esquina de la barra y que le devolvía la miraba con una sonrisa lobuna en la cara. No le quitaba los ojos de encima, mirando sus caderas moverse en círculos, sus pechos subir y bajar al ritmo de los saltos, y cuando Bulma creyó que ya lo tenía en sus redes, le hizo un gesto con la mano, llamándolo. Después se llevó el dedo extendido a la boca y se lo chupó, dejando que él viera su cálida y húmeda lengua.

El chico pareció decidirse y se levantó del taburete en el que estaba sentado. No obstante, apenas había dado un paso cuando una rubia apareció a su lado, besándole en los labios y cogiéndole con confianza del brazo.

'Mala suerte, amigo' pensó Bulma. 'Te llegas a decidir un minuto antes y estarías en el baño con la bragueta bajada mientras tu novia te buscaba'.

La canción terminó y la joven se dirigió hacia la barra, sedienta. Mientras bailaba no llevaba ningún vaso para poder moverse con mayor libertad, pero iba siendo hora de tomarse su tercer cubata.

El camarero no tardó en atenderla, atraído por su generoso escote, y estaba esperando a que le trajeran lo que había pedido cuando alguien le tocó el hombro. Se giró y se encontró con un chico que debía tener su edad, con el cabello en forma de flama, al menos un palmo más alto que ella y con unos hombros anchos que le gustaron.

—¿Eres Bulma?

Ella no se sorprendió de que supiera su nombre. Muchos se lo habían preguntado a lo largo de la noche y aunque solía dar nombres falsos, con alguien debía habérsele escapado el suyo real. Y la verdad es que no le importaba que él supiera su nombre, era guapo y muy masculino, con brazos fuertes y una camisa blanca ajustada que le quedaba muy bien.

—Sí, ¿y tú cómo te llamas?

—Vegeta.

Bulma recogió de la barra el vaso de tubo que le había dejado el camarero y bebió un largo trago.

—¿Bailas, Vegeta? —preguntó girándose de nuevo hacia el chico, al que sorprendió mirándole el culo. Sonrió ampliamente a la vez que él parecía algo avergonzado—. ¿Has venido con novia?

Él, que todavía no había tenido tiempo a responder a su primera pregunta, negó en respuesta a la segunda.

—¿Con alguna amiga celosa que pueda arrancarme los pelos?

—No, he venido solo con unos amigos de la universidad.

—Pues entonces bailas.

Y cogiéndolo de la camisa, lo guió hasta el centro de la pista, donde comenzaron a moverse juntos.

Vegeta no bailaba del todo mal, pero sin duda lo hacía mucho mejor cuando tenía a alguien entre sus brazos y Bulma se pegó a él, guiando las grandes manos masculinas hasta su cintura. La música, el calor y aquel hombretón eran hechizantes. Bailaron muy pegados, rozando piel con piel, hasta que, cuando la canción estaba a punto de terminar, Bulma sintió algo duro en la ingle de él. Sonrió de manera felina y, llevando su mano hasta su nuca, lo atrajo hasta su boca con un hambre voraz.

No fueron comedidos. Ella empezó atacando fuerte, introduciendo su lengua en la boca de él y aplastando sus tetas contra el duro pecho masculino. Vegeta tardó en contestar un par de segundos pero después su lengua contraatacó y pareció querer devorarla también. Una de sus manos descendió hasta llegar a su culo y se lo apretó. Las yemas de sus dedos le tocaron piel desnuda, allí donde debían estar asomando sus nalgas en tanga bajo la falda.

Bulma se separó bruscamente de él, que jadeó y pareció sorprendido porque ella se hubiera alejado. Se miraron un instante a los ojos y después ella lo agarró por la camiseta y tiró de él, dirigiéndose a los aseos. En el pasillo de los baños había varias mujeres esperando, pero Bulma pasó de largo y se introdujo en el de los hombres, seguida por Vegeta. Las chicas que esperaban fuera murmuraron y cuchichearon con sonrisas asomando a sus bocas.

En el baño de hombres solo había un chico, que ya estaba terminando y que salió de allí con una mirada de envidia. Bulma besó con voracidad a Vegeta, llevando su mano a la cintura de él para soltarle el cinturón. Él le retuvo las manos.

—¿Estás segura de esto, Bulma?

Que usara su nombre justo en aquel momento la molestó, aunque no le contestó y besándolo terminó de soltarle el cinturón y le desabrochó el botón del pantalón, bajándole la bragueta para introducir su mano bajo la tela y palpar el duro y grueso miembro que se escondía bajo los calzoncillos.

—Yo sí, y diría que tú también —dijo con voz provocativa, apretando el pene en su mano. Él cerró los ojos y soltó el aire de sus pulmones bruscamente.

Sonriendo, Bulma abrió la puerta del váter y, tras asegurarse de que la tapa estaba bajada, hizo que Vegeta entrara en el reducido espacio y pasó tras él, cerrando la puerta con pestillo. Apenas si cabían dentro los dos, pero ella se las apañó para dejar su bolso sobre la tapa superior del váter y, sin pensárselo, se sacó la camisa, quedándose solo con su provocativo sujetador de encaje negro.

Como si sus pechos fueran conejos y Vegeta un ave de presa, él descendió para besarle y mordisquearle la piel que había quedado al descubierto. Le besó también el cuello y ella se arqueó ligeramente hacia atrás a la vez que su mano derecha volaba hasta el paquete de Vegeta y volvía a agarrarle su erecto miembro. No le cabía en la mano y aquello hizo que Bulma se excitara todavía más.

Le había tocado el gordo aquella noche.

Él llegó hasta su boca y la besó desenfrenado a la vez que se peleaba con el cierre del sujetador. No consiguió abrirlo, así que sus manos volaron a la parte de delante y tiró de la tela hacia abajo hasta que los pechos de Bulma saltaron por encima del sujetador. Él los apresó con sus manos, moldeándolos, y bajó la boca hasta meterse el pezón del pecho izquierdo en la boca. Lamió y succionó hasta que el pezón quedó puntiagudo como una flecha. Después se dirigió al otro e hizo lo mismo. Bulma jadeaba mientras lo miraba y sentía su lengua sobre el pezón derecho. Cuando alzó la cabeza, sin soltar todavía sus pechos, ella le bajó los calzones y lo empujó hasta sentarlo en el váter.

Su miembro quedó erguido, apuntándola con su dureza, y Bulma se sacó del bolsillo de su minifalda un preservativo, abriendo el envoltorio con los dientes. Se lo puso en el duro pene, cubriendo su ardiente piel, y sin dudarlo un instante se subió la falda, se apartó un poco el tanga y se sentó sobre él.

La penetración fue completa porque ella estaba muy húmeda y el miembro se deslizó con suavidad hasta tocar fondo. Ambos jadearon y se quedaron un instante quietos, disfrutando de la sensación, pero inmediatamente después Bulma comenzó a mover la cintura, hacia adelante y hacia atrás, marcando un ritmo intenso y desenfrenado que no podrían mantener durante demasiado tiempo. Él tenía las manos en su cintura y la animaba a que siguiera moviéndose a aquel enloquecedor ritmo. El roce del clítoris contra él era constante y la presencia de su abultado pene dentro de ella era abrumadora.

—Estás enorme —Le murmuró al oído.

Él gruñó ante sus palabras, ascendiendo sus manos hasta los hombros de Bulma y empujando de ella hacia abajo para que la penetración fuera todavía más profunda. Al sentir aquella sensación y saber lo excitado que él estaba, Bulma explotó, llegando al orgasmo entre gemidos.

Vegeta la miró con mirada enfebrecida, viéndola correrse. Pero él no había terminado y en cuanto notó que ella refrenaba el ritmo se puso en pie cargando con ella, que le rodeó la cadera con las piernas. La empotró contra la puerta del baño y movió sus caderas arriba y abajo hasta que terminó con un orgasmo que le trepó por la espalda y le hizo cerrar los ojos mientras eyaculaba en su interior entre jadeos.

Cuando él la bajó, Bulma se recolocó la falda y se subió el sujetador antes de ponerse la camiseta.

—Ha sido un placer, hombretón.

Él sonrió, todavía con la respiración entrecortada. Se quitó el condón, echándolo a la papelera que había junto al váter. Bulma aprovechó para salir del reducido espacio mientras él se subía los calzoncillos y los pantalones. Para cuando Vegeta terminó de recolocarse toda la ropa y salió del aseo, no quedaba ni rastro de ella.