¡Queridos lectores! Ojala les guste éste sasusaku :D

Disclaimer: Como es sabido, los personajes de M. Kishimoto no me pertenecen. En cambio la historia sí es de mi creación.

Aquí la sinopsis completa y el prólogo ( abajito).


Sipnosis:

Antes, Sakura y él eran los mejores amigos.

Desde pequeño, Sasuke había intentado ganarse el reconocimiento y el cariño de su padre. Pero su padre lo despreciaba… y siempre la quiso más a ella.

Entonces Sasuke comenzó a envidiarla por ser tan perfecta y tener todo lo que él deseaba.

Se volvió oscuro y frío. Descargó su frustración buscando peleas, metiéndose en líos y también…

Odiando a Sakura. Haciéndole daño. Convirtiéndose en su peor pesadilla.

Cada vez que ella lo perdonaba y volvía a él, la odiaba más.

Cuando los años fueron pasando, la odió por despertar sentimientos confusos en él, que lo hacían sentir incomodo.

Años después cuando volvió, había madurado. Pero esta vez la odiaba de una forma diferente, sin rencor.

La odiaba porque se empalmaba cada vez que la veía. Ya no podía acostarse con ninguna chica, sin pensar que era ella la que gemiría de placer debajo de su cuerpo. Y no podía resistirse a molestarla…

…Pero no podía mentir y decir que la odió cuando lo sorprendió y enfrentó, decidida a dejar de ser el blanco de sus frustraciones. Esa vez le demostró ese fiero carácter que tenía escondido todos esos años.

Ahora ella era la chica más hermosa y divertida que él hubiera conocido. Y esa boquita también podía morder.

Y la odiaba por hacerle sentir celos y quererla solo para él…

SASUSAKU (^o^)/

Longfic.

Genero: UA, drama, romance, lemon.


Prologo

La mujer morena de mediana edad, sentada al otro lado del escritorio, sonrió y lo miró con aprobación. Se acomodó las gafas sobre el puente de la nariz y comenzó a hojear, por enésima vez, el boletín que tenía enfrente.

―Enhorabuena Sasuke ―lo felicitó la mujer, siguiendo su lectura con el dedo índice–. Has superado mis expectativas sobre ti. Incluso has levantado las notas, en aquellas materias que ya estabas bien ―detuvo la lectura y alzó la vista, mirándolo por encima del marco de sus gafas ―¿Sabes que has pasado de estar en el vigésimo octavo puesto, al segundo en las escala de promedio de calificaciones de esta escuela? ―le sonrió y firmó el boletín de calificaciones, con la pluma azul―. Eso sí que es un logro Sasuke.

―. . . ―Sasuke se removió incomodo en su sitio, sentado en el sillón frente al escritorio. Juntó las puntas de sus gastadas zapatillas deportivas, que alguna vez fueron blancas y sin despegar la vista del suelo, asintió con una leve sonrisa.

Estaba feliz, por fin podía cosechar los frutos de su arduo trabajo. Pero no le gustaba llamar la atención y esa mujer no dejaba de alagarlo y sonreírle. Llevaba media hora hablando con ella. Bueno, técnicamente ella era la única que hablaba. Sasuke solo respondía con monosílabos o moviendo su cabeza. Ya se estaba cansando de aquello.

No era la sonrisa de la directora del colegio, la que quería apreciar. Él solo quería tomar su boletín de calificaciones y llegar a casa lo antes posible para mostrárselo a su padre.

Sí, sonrió. Solo quería llegar a casa y ver la cara que su padre pondría cuando lo viera.

Se había desvelado muchas noches, solo para poder estudiar más, sacar buenas notas y que su padre estuviera orgulloso de él.

Sasuke no era un niño lerdo al que le costara entender las cosas. Era bastante listo, incluso desarrollaba sus propios métodos para resolver problemas. Solo que era un poco vago en ese ámbito y prefería los deportes. Le encantaba correr y siempre estaba entrenando en la pista de la escuela.

Correr era su pasión. No, su pasión era la velocidad. A los nueve años, era el niño más rápido de su edad, y era más rápido que muchos niños más grandes que él. Siempre estaba corriendo. Corría hasta que no sentía las piernas del cansancio. Corría tanto, que en clases le costaba prestar atención, pues estaba muy cansado. Y cuando llegaba a casa, se duchaba, comía y caía rendido a su cama. Aun así se las arreglaba para estar entre los treinta mejores, en la escala de promedios de toda la escuela.

Pero para su padre eso no era suficiente. Fugaku quería que fuera el mejor en todo. Porque era un Uchiha y los Uchiha siempre eran los mejores en cualquier cosa. Sin embargo, pasar del puesto veintiocho al segundo, era un logro que hasta él tendría que reconocer, como un comienzo siquiera.

Quizás, a lo mejor hasta le diera un abrazo o simplemente le sobara la cabeza y le dijera que estaba orgulloso de él. Sus ojos brillaron de emoción, de solo pensarlo.

No había nada que Sasuke no anhelara más, que el que su padre por fin lo reconociera. Y lo abrazara.

La última vez que tuvo un contacto así con su padre, fue durante el funeral de su madre, dos años atrás.

Mikoto murió en un desprendimiento de nieve, el invierno en que se fue de vacaciones a esquiar junto con su padre. Quedó enterrada y para cuando la hallaron, ya estaba muerta.

Su padre se culpaba por ello, como si algo que él hubiera hecho podría haber cambiado el destino de Mikoto.

Su madre era una mujer amable y dulce. Tan cariñosa y bondadosa que parecía un ángel. Sasuke aun lloraba casi todas las noches cuando pensaba en ella.

Cuando ella vivía, todo era perfecto. Ellos eran una familia perfecta. Solían salir a pasear todos los fines de semana y su padre lo cargaba sobre los hombros, mientras ambos reían por los malos chistes su mamá.

Pero ahora que ella no estaba, su padre casi nunca le hablaba. Siempre estaba trabajando, y la mayoría de las veces cuando él llegaba a casa, Sasuke ya se iba a dormir. La razón por la que su padre lo trataba así, Sasuke la desconocía.

Pero cuando le mostrara ese boletín, por fin su padre se pondría contento cuando lo viera, pensaba Sasuke.

Ellos serian amigos, entonces su papá se comportaría como lo hacían los padres de sus amigos de la escuela. Lo llevaría a ver partidos y carreras de autos. Harían picnics en el parque y jugarían a lanzar la pelota. Se irían de camping y comerían malvaviscos en una fogata, mientras su padre le contaría historias de terror, pero él no tendría miedo porque su padre estaría con él para cuidarlo, y dormiría apoyado en su pecho, dentro de una carpa.

―Yo… tengo que irme ―dijo mientras se levantaba ―. Mi padre me está esperando ―repuso, más decidido esta vez.

La directora pudo apreciar el brillo de decisión en los ojos del pequeño y decidió dejarlo ir .

―De acuerdo ―le entregó el boletín ―, puedes irte.

Una vez libre, Sasuke tomó sus cosas del casillero y fue directo a la puerta del colegio. Cuando estuvo fuera, acomodó su mochila sobre los hombros, se ajustó los cordones de sus zapatos y corrió de vuelta a casa.

Corría con todo lo que daban sus piernas.

Sentir la fresca brisa del atardecer contra su cara mientras llenaba sus pulmones de aire fresco, se sentía genial. Sonreía alegremente mientras jadeaba. Con cada pisada que daba, el mundo se movía más rápido junto con él. Tomó un atajo y cruzó el parque. Saltó un par de rejas. Y en veinte minutos llegó a su calle. Vio la bicicleta de Sakura apoyada en el portón de su casa.

Sasuke resopló. Aquella niña nunca se le quitaba de encima. Siempre quería estar junto a él. De igual modo, no podía negar que era una buena amiga. Y la única persona de su edad en aquel vecindario. Eran vecinos, iban al mismo colegio y le agradaba a su padre. Imposible no ser amigos. Además Sakura era parecida a él, su padre había muerto cuando ella tenía un año de edad; pero a diferencia de Sasuke, ella no había podido conocer a su padre y sentir el vacio de su muerte, porque él no había estado ahí para ella, en su memoria.

Sin embargo, Sakura era la niña más alegre y enérgica que Sasuke había conocido. No era tonta como las otras niñas. A ella le gustaba jugar fútbol y andar en patineta, le gustaba hacer piruetas con su bicicleta y escuchar rock. De otra forma Sasuke nunca hubiera dejado que se le acercara.

Recordó la apuesta que le había hecho a Sakura. Sí él no lograba estar entre los diez mejores, tendría que dejar que Sakura lo besara y ese sería el primer beso de ambos. En cambio si él lo lograba, Sakura tendría darle su almuerzo por una semana y aceptar hacer su tarea durante todo el verano.

Desde el punto de vista de Sasuke, y seguramente el de cualquiera, Sakura era una tonta por haber aceptado aquella apuesta. Después de todo, un asqueroso beso no podía valer tanto como una semana de almuerzo gratis y dos semanas sin tarea.

A veces Sakura era muy ingenua, pensó Sasuke riendo.

Antes, cuando Sasuke recién había llegado al vecindario y sus padres querían que fuera amigo de Sakura. Ella solía quedarse a tomar la merienda en su casa, mientras ambos veían películas de acción. A veces solía quedarse a mirar junto con Sasuke, como su padre arreglaba autos en el garaje de su casa.

Cuando su madre murió, Sasuke se volvió más cerrado y Sakura iba menos seguido a su casa, pues Sasuke ya no tenía ganas de jugar con ella, ni con nadie.

Luego su padre comenzó a ignorarlo cuando le hablaba y rehuía su contacto como si le quemase. No lo miraba a los ojos. Siempre estaba ocupado si lo necesitaba. Y todo ese tiempo Sasuke se había sentido muy solo. Cada vez que iba tras su padre, era apartado. Se sentía despreciado. Pero pronto eso se acabaría, pensó.

.

Sasuke cruzó el porche de la casa y se paró frente a la puerta. Intentó normalizar su agitada respiración y posó una mano sobre el picaporte. Abrió la puerta y entró.

―¡Papá! ―llamó emocionado, mientras cruzaba el recibidor. Arrojó su mochila al suelo y corrió a buscarlo―¡Ya llegué!

Lo buscó por toda la casa. No estaba en el comedor, ni en la cocina, ni en la sala de estar, ni en su habitación. Decidió buscarlo en su estudio, aunque su padre le había dicho que nunca entrara allí.

Se acercó a la puerta y dentro escuchó voces. La puerta estaba entreabierta y Sasuke se asomó con sus calificaciones en la mano.

―Siempre he sabido que eras una niña muy inteligente Sakura ―escuchó decir a su padre, entonces entró más en la habitación y lo vio sentado en el sofá― Eres mucho mas lista que mi hijo― pudo ver que Sakura estaba sentada a su lado―. Aquí dice que tienes las mejores calificaciones de la escuela. Eso está muy bien, estoy feliz por ti Sakura ―dijo su padre, mientras veía el boletín de Sakura.

Había algo en su voz, una nota cálida y reconfortante.

Sasuke se quedó muy quieto en su sitio y bajó la vista. Repentinamente sintió vergüenza y desanimo. Apretó su agarre en el picaporte de la puerta, hasta que sus nudillos se pusieron blancos.

―Gracias, señor Fugaku ―Sakura sonreía alegremente mientras retorcía sus manos, ansiosa.

Y entonces, su padre hizo algo que a Sasuke lo dejó helado.

Se inclinó y posó su mano sobre la cabeza de Sakura y comenzó a sobarle la cabeza mientras revolvía su flequillo.

― Ojalá tú fueras mi hija, pequeña ―dijo su padre con una mirada orgullosa.

Abrió los ojos con sorpresa, incrédulo de lo que oía. Y al ver esa mirada de orgullo en su padre, la que él tanto había anhelado, la respiración se le atascó en la garganta. Y sintió que algo en su interior se quebró, luego se le subió la bilis. Se mordió el labio hasta que se hizo una herida. Luego se giró y volvió sobre sus pasos, sin hacer ruido. Tomó su mochila y cerró la puerta de la casa cuidadosamente al salir.

Muchos pensamientos se agolpaban en su mente en aquel momento. Decepción, humillación, soledad, dolor, envidia y rencor. Eran solo algunos de ellos. Pero el que mayor residía, era el del rencor… y también el de la envidia. Rencor hacia su padre y envidia por Sakura.

Él que era su hijo, ni siquiera obtenía una mínima muestra de cariño de su padre. Y Sakura que no era nadie... Eso no es justo, se repetía Sasuke.

Entonces vio la bicicleta de Sakura apoyada en el portón y sin pensarlo demasiado, la tiró al suelo de un empujón. Luego miró calle arriba y comenzó a caminar sin rumbo. Necesitaba estar solo.

.

Mientras estaba fuera de casa pensó en todo. En su padre y en Sakura.

Sentía mucha rabia cada vez que la imagen que había visto hace unos instantes, se cruzaba por su mente. Y sin darse cuenta comenzó a retorcer su boletín de calificaciones con sus manos, hasta que bajó la vista y vio lo que estaba haciendo. Lo miró largo rato y de pronto tuvo un repentino entendimiento.

Una sombra oscura cayó sobre sus ojos.

Era cierto, hasta ahora no lo había notado, pero su padre siempre había mirado con cariño a Sakura. Estaba en sus recuerdos, pero pareciera que él hubiera ignorado ese hecho, todo ese tiempo, inconscientemente.

Hiciese el esfuerzo que hiciese, jamás tendría el cariño de su padre. Y Sakura podría robárselo sin ningún esfuerzo. Rompió en pedazos ese papel inútil, luego lo pisó en el suelo.

Ya le daba igual, se dijo mientras apretaba los puños con fuerza. Ya no haría nada para ganarse el afecto de su padre. No tenía por qué rogar por algo que merecía por nacimiento. Jamás lo volvería a hacer. Ni por su cariño, ni el de nadie, nunca más.

Se seguía repitiendo esto, una vez que estuvo en casa de vuelta, bien tarde esa noche. Su padre ni cuenta se dio que él no había estado en casa, durante todo ese tiempo. Tampoco le pidió que le mostrara sus calificaciones. Eso solo hizo que su rencor se hiciera más grande.

Esa noche se acostó sin comer, no tenía hambre, tampoco sueño. Su cabeza estaba demasiado ocupada maquinado las muchas formas que tenia de vengarse de Sakura. Y en cómo a su padre le pagaría con la misma moneda. Lo despreciaría de ahora en mas y una vez que tuviera la oportunidad, se largaría de allí, lejos de su padre.

Miró por la ventana de su habitación, hacia la brillante luna llena. Sonrió maliciosamente.

Pero lo primero… era Sakura, pensó. Luego se quedó dormido, esperando que pronto fuera mañana.


\(*w*)/ ¡Gracias por leer! \(*w*)/

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Háganmelo saber por un rewiev, por favor.

¡Nos vemos pronto!… *3*