Aprendiendo a Amar

Capítulo 1


Dicen que los viejos hábitos son difíciles de romper, y cuando se trataba de su insomnio, el viejo refrán se sostenía cierto. A pesar de que casi se cumplían cinco años desde que Shukaku no vivía dentro suyo, dormir era algo que no le venía fácilmente. Pero esa noche, estaba agotado. Dos meses atrás Suna había sido azotada por una sequía, considerando que vivían en el medio del desierto, la magnitud del problema era bastante grande. Sus fuentes de agua eran escasas y un mes atrás se habían secado por completo, hasta recientemente una pequeña villa les había estado proveyendo con agua de un pozo natural pero no era algo que podían mantener por mucho más tiempo. Necesitaba encontrar una solución más permanente. Esa madrugada él y otros consejeros junto a un equipo de excavación habían salido en búsqueda de posibles fuentes de agua subterránea a las afueras de la aldea, recorrieron kilómetros de árido territorio por varias horas antes de decidir que su intento era fútil. Mañana trazaría un nuevo plan de acción, pero su único plan para las próximas horas era entregarse al sueño que lo abrumaba en la oscuridad de su habitación.

Se quitó los zapatos en la entrada de la casa y de haber estado menos cansado habría notado el par de sandalias femeninas que ya se encontraban ahí. Recostó su calabaza contra la pared, se quitó la chaqueta y la colgó del perchero. Su estómago rugió, pero prepararse algo de comer tomaría tiempo y de verdad que necesitaba dormir. Abrió la puerta de su habitación, ya podía sentir el mullido colchón debajo de su cuerpo, la suavidad de su almohada… Escuchó un click y la lámpara de noche se encendió.

—¡Ahí estás! — chilló la rubia invasora acostada en el medio de su cama. Ino, la kunoichi de la Hoja que el Consejo había contratado para resolver un problema que existía solamente en sus seniles mentes. Ella había llegado el día anterior a Suna y se había alojado esa misma noche con su hermana Temari, quien estaba de visita por un par de semanas. Hoy, Gaara había salido muy temprano en la madrugada y no había regresado hasta hace una hora atrás. Con tantas cosas en su cabeza, se había olvidado por completo de la chica. No pasó mucho para que su mente privada de sueño notara la corta piyama de satín celeste que la rubia estaba usando, y pronto su cerebro no era la única parte de su anatomía que estaba despertando. ¿Cómo no? Tenía al frente a una rubia de piernas largas, escasa vestimenta, regada sobre su colchón. Él solo era hombre.

—¿Normalmente trabajas hasta tan tarde, Gaara? — a pesar de que solo habían tenido un solo encuentro hasta el momento, Ino tomó la costumbre de deliberadamente pronunciar su nombre en un tono excesivamente seductor. No que se quejara. Estaba a punto de responder a su pregunta, cuando otro pensamiento cruzó su mente.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste a mi apartamento?

Ino estiró sus piernas en el aire, Gaara ni siquiera evitó admirarlas. Se veían tan suaves.

—Sabes, a tu futura esposa no le gustará que llegues a casa tan tarde — hizo contacto visual con el pelirrojo — ¿Te piensas mudar cuando te cases? Jamás imaginé que el Kazekage viviese en un apartamento tan minúsculo.

Junto con su nombramiento, el consejo le ofreció la mansión del Kazekage, pero Gaara declinó esta oferta. No se permitiría vivir con tantos lujos cuando la mayoría de sus aldeanos vivían en condiciones humildes. Su apartamento podía ser pequeño, pero tenia todo lo que él necesitaba, además de que igual pasaba la mayoría de su tiempo en la oficina.

— Me acomoda bien — respondió simplemente.

—No acomodará bien una familia — contradijo ella. — Kankuro me dio una llave, ven y acuéstate aquí. Te ves molido.

Hace un par de minutos atrás lo único que quería era acostarse y dormir por días seguidos. Uno creería que su cama se volvería más tentadora con la rubia señalándole para que la acompañase. Sin embargo, se contuvo.

—¿Qué haces aquí? — preguntó de nuevo. Ino viró los ojos.

—Dijiste que me quedaría contigo por un mes. Aquí estoy.

—Nunca dije que dormiríamos juntos — Gaara se sentó al borde de la cama, estaba más cerca de la mujer, podía oler su champú de cerezos, sentir cada uno de sus movimientos sobre el colchón, pero al menos en esa posición le daba la espalda, podía evitar la tentadora figura de la mujer.

—¿A dónde sugieres que duerma? ¿En la cocina que también es sala de estar? — replicó con sorna.

Gaara se volteó para decirle que él dormiría en el sofá, pero ella lo tomó completamente desprevenido, cuando lo agarró por el cuello de la chaqueta y lo atrajo hacia ella. En cuestión de segundos uno de los líderes más poderosos del mundo se encontraba debajo de una calculadora kunoichi.

—Me pediste que no me fuera, todavía no sé por qué, pero solo voy a estar aquí por un mes y ya has desperdiciado un día entero. Muy mal, señor Kazekage. — dicho esto cerró la distancia entre ellos. Este no era el primer beso de Gaara, pero era la primera vez que una mujer lo besaba primero. Especialmente con tanto descaro. Pero en aquel momento, su mente no podía procesar otra cosa que los carnosos labios que devoraban los suyos. Ino agarró sus manos y las colocó sobre sus firmes glúteos y él los estrujó. No era su intención perder el control de la situación de esa manera. Él quería que su primera vez fuese con alguien a que amase (algo que jamás admitiría en frente de Kankuro). A Ino la acababa de conocer. Pero, ¿qué tal si ella tenía razón? Si el amor no era real, ¿para quién se estaba salvando? Sí quería tomar a Ino esa noche y hacerla suya, si seguía la lógica de la rubia, no había nada que se lo impidiese.

Podría ser que jamás hubiese estado con una mujer, al menos no tan íntimamente como se encontraba en ese momento. Pero su cuerpo le estaba diciendo como actuar, que acariciar, como besarla. Su cuerpo se estaba quemando y sentía que ella era el agua que necesitaba.

-xo-

Gaara parecía estar disfrutándose. Ella también se estaba disfrutando, la verdad es que no se quería detener. Al principio ella había sido contratada para enseñarle sobre los artes del placer sexual, así que había estado preparada para acostarse con él. No le molestaba. Lo había tenido que hacer antes, con tipos muchos peores. El Kazekage era un hombre noble y justo con su pueblo, a pesar de ser reservado Ino podía ver que tenía que en su interior era dulce, especialmente después de que le confesó como se sentía con respecto a un matrimonio sin amor.

Amor. El Kazekage había sonado tan sincero cuando compartió su punto de vista sobre el amor. La verdad era que aquella noche había llegado ahí con el punto de demostrarle que los instintos carnales eran más poderosos que cualquier sentimentalismo. Pero Gaara la estaba acariciando con tal delicadeza, aunque también su toque era firme, dentro de lo que se cabía, él estaba siendo respetuoso. Tocándola donde ella se lo indicaba, como ella lo decía, era tan fácil de controlar. Ino entreabrió los ojos, y cuando se aseguró que los de él estaban cerrados, abrió los suyos por completo. Estudió su rostro, sus facciones, par alguien tan joven se veía tan cansado. Su mirada curiosa pronto se concentró en el kanji tatuado sobre su frente.

Amor. Esa palabra de nuevo. En contra de todas sus reglas éticas, aprovechándose de que sus labios seguían unidos, utilizó su jutsu de vínculo mental. Se adentró en la mente del Kazekage, siendo muy discreta, él no podía enterarse de que ella estaba ahí. Corría el riesgo de parecer una espía que quería información de Suna, y comenzar una guerra entre ellos y Konoha. Y ni decirse del castigo que le esperaría a ella de que alguien se enterase de que estaba cometiendo semejante violación a las leyes de la privacidad. Pero… necesitaba saber su historia, el por qué del tatuaje, el por qué de su anhelo de ser amado.

No tuvo dificultad para encontrar la memoria, los recuerdos de su niñez eran fuerte en su psiquis, incluso cuando su mente estaba nublada por su deseo sexual. Pero tan pronto los encontró, deseó no haberlo hecho. Ino sabía que la mente es el santuario de un individuo, que irrumpir en esta sin razón alguna era deplorable. Ahora entendía por qué, y se sentía como el ser más vil. Vio todo el sufrimiento de Gaara como niño, el odio que profesaba el mundo por él, su propia familia. Vio al niño asustado que no entendía lo que había hecho para merecer tanto rencor. Ahora comprendía por que esa esperanza de encontrar a alguien a quien amar. Salió de su mente, y a la vez se quitó de encima suyo. Se sentía sucia. Indigna de estar en la presencia de alguien tan puro.

Tomó la capa que Temari le había regalado para protegerse de las tormentas de arena. No quiso ni mirar a Gaara de lo avergonzada que se sentía.

—¿Ino?

—Debo marcharme, Kazekage. —Se dirigió a la puerta. De verdad necesitaba salir de ahí, se estaba asfixiando con los imágenes en su cabeza del pequeño niño pelirrojo solo con un hueco en el corazón.

Gaara no trató de detenerla hasta cuando ella llegó a la puerta principal del apartamento. Cuando Ino se sentó en el suelo para calzarse las sandalias el hombre se paró frente a la puerta.

—¿Es algo que hice? — Ino miró hacia arriba, vio en sus ojos la misma mirada de desconcierto que había visto en sus memorias. Poniéndose de inmediato de pie, lo agarró de la mano y lo miró directo a los ojos.

—No has hecho nada malo — se sentía culpable, y las lágrimas pronto se comenzaron a acumular —Soy yo, no puedo hacer esto, tú mereces encontrar a alguien mejor para entregártele, no a una puta contratada como yo.

Trató de empujarlo para poder abrir la puerta, mas él no cedió.

—¿Se te olvida que Suna está pagando tu salario? Tú misma lo dijiste, te quedan 28 días aquí. Ordeno tu estadía.

Ino dejó de escapar una lágrima, acompañada de un respiro de frustración. ¿Para que la quería?

—Dices que merezco a alguien mejor, tú me enseñaras a como encontrarla, a como tratarla para que sepa que la amo. Esa es otra orden.

Después de sus palabras, Gaara se regresó a su habitación y dejó la puerta abierta, una invitación.

Ino contempló sus opciones, o más bien falta de ellas. Claro que se podía marchar, al diablo con la misión, pero al final del día ella era una kunoichi de Konoha, y su deber antes que nada era dejar el nombre de su aldea en alto. Se quitó las sandalias, y siguió al Kage a su habitación. Tendría que acallar a sus demonios internos por 28 días más.

-xo-

Gaara se sintió en paz cuando la oyó entrar a la habitación, y cuando se metió debajo del cobertor. El calor de otro cuerpo junto al suyo de inmediato lo hizo sentir reconfortado, era algo que después de un par de segundos lo había viciado.

—Abrázame — susurró ella. —A las mujeres les gusta eso, las hace sentir protegidas.

Él se acercó y la rodeó con un brazo. La piel del brazo de Ino se erizó al contacto. Gaara no era estúpido, algo había pasado. Algo que redujo a esa feroz mujer, a una niña rota. La manera en que había dejado de besarlo tan abruptamente, y después de cómo, con lágrimas en los ojos, habló de si misma en términos tan denigrantes.

En algún momento, alguien la había lastimado, le había arrebatado su fe en el amor, alguien o algo había roto a esa mujer en sus brazos. Él tendría 28 días para averiguar que había pasado, y, con suerte, podría enmendarla. Había algo en ella, quizás era esa fragilidad que tanto trataba de ocultar, que despertaba en el Kazekage un instinto que no había sentido antes. Media hora atrás quería poseerla, y aunque su cuerpo todavía la deseaba, ahora también quería algo más profundo. La abrazó con más fuerza, queriendo decirle con su gesto: "yo te protegeré".


¡Estoy de regreso! Espero que no me hayan olvidado ;) estaba de mood gaaino, y por eso esta actualización!

¡Besos y abrazos a todos los lectores!

Hasta la próxima,

Alessa