Digimon TRI

Hikari / Takeru

Advertencia: ninguna


Capítulo X

—¿Por qué olvidaste lo que teníamos tan rápido? —interpeló violentamente.

Aquello era surrealista. Takeru, después de casi dos meses en las que en contadas ocasiones se había dirigido a ella, sujetaba su brazo y le exigía una respuesta algo que ella ya había dado por finalizado.

—Suéltame —pidió.

Él lo hizo al instante en el que ella lo solicitó, pero su agarre había sido tan brusco que no había podido evitar llevarse una mano para aliviar de algún modo el repentino dolor surgido.

Takeru observó lo que había hecho y trató de aproximarse. Él nunca había sido violento con ella, por lo que no quería hacerlo sentir mal, sin embargo ella impidió que se acercara.

—Estoy bien —le dejó saber.

Tenía una expresión extraña, por lo que dejó de frotar la zona afectada. Al parecer efectivamente se había sentido mal al haber sido tan brusco.

—Yo… -dijo ella —. ¿Hay algo que necesites?

Ella había oído perfectamente clara la pregunta que había sido formulada, pero quería estar segura de no haberlo imaginado, porque en su mente eso parecía algo completamente inverosímil.

—Sí —admitió él.

No había podido evitar que su corazón se acelerara. No podía ser de otra manera porque se sentía inquieta con solo estar en su mismo salón, era evidente que estando tan cerca tu cuerpo la traicionaría, porque no importaba lo que tratara de imponerse a sí misma, sus sentimientos eran delatados por su cuerpo traidor.

Había visualizado en su mente, que la detenía justo como lo había hecho segundos antes para decirle que se había arrepentido de haber terminado con ella y que regresaran, pero a medida que pasaron las semanas comenzó a aceptar que aquello no tendría lugar, por lo que "surrealista" no dejaba de cruzar su mente al estar viviéndolo.

Su voz tembló.

—¿Él te trata bien? —consultó.

Hablar de su novio con su ex novio debía sentirse como una especie de triunfo. Había empezado con él por ese motivo. Él había aparecido poco después de que Takeru había expresado su nula intención de retomar su relación. El estar con ese chico significaba que había superado lo de ellos, pero por el contrario de lo que había sopesado, había resultado sólo muy incómodo que le preguntara sobre él.

Ella asintió. Él pareció conforme con la respuesta.

—Sí algún día él te hace daño… —comenzó.

¿De verdad iba a ser Takeru tan cliché como para actuar como un ex novio preocupado cuando la había dejado justo después de que se habían acostado?

—Cállate —replicó ella —. No necesito escuchar eso de ti.

Nunca le había respondido así, pero la ira había sido superior a su autocontrol. Las personas cínicas no eran de su agrado, y sentía que en eso él se había convertido.

Él no replicó, y sólo miró el suelo.

—Siempre serás importante para mí —habló él.

La sonrisa que se reflejó en sus labios no era porque le causara gracia que repitiera justo lo que había dicho cuando había sentido pisoteados sus sentimientos. Era una sonrisa o lágrimas, y ella prefirió la primera. No quería mostrarle debilidad a quien más poder tenía para dañarla.

—Sí, eso lo dejaste claro la última vez que conversamos —respondió —. Y yo quería agradecértelo.

Takeru la miró contrariado.

—Gracias por haber sido directo y sincero conmigo —respondió.

Haber llegado a esa conclusión le había costado muchas noches de reflexión, pero finalmente aunque todavía doliera, a decir verdad hubiese sido peor que él hubiese estado con ella por sentirse responsable por haber tomado algo que ella había ofrecido. No había sido exclusivamente culpa de él, ella tenía una importante cuota de responsabilidad en lo que había acontecido.

—Tú siempre serás alguien significativo para mí, y aunque todavía creo que no pueda, eventualmente seré capaz de conversar contigo y compartir acerca de los recuerdos que hemos creado juntos —confesó.

Quería que supiera eso, aunque no había sido parte de sus planes iniciales decirle que todavía le afectaba, era verdad que no había modo de que se olvidara de todo lo vivido con él, porque eran más cosas positivas que negativas.

Le pareció ver que él se mordía el labio inferior, pero no podía estar segura, porque él le dio la espalda.

Quería decir algo, o que él hablara, pero el silencio era perturbador.

—Me voy —anunció —. Iba de camino a encontrarme con alguien.

—¿Tu novio? —quiso saber.

—Sí —admitió.

Era la verdad. Habían quedado de juntarse y al mirar la hora se dio cuenta de que tendría que ir a un paso más rápido si quería llegar a la hora.

—Hay algo que quiero saber… —dijo él —. ¿Desde hace cuánto que lo conoces?

Lo ubicaba desde hacía tiempo, pero no había llegado a conocerlo hasta hacía unos meses.

—Un tiempo —respondió sin comprometerse a dar un tiempo determinado.

Él se volteó hacia ella nuevamente, y vio una sonrisa.

—No deja de molestarme el hecho de que a mí me hubieses dicho que si sólo después de rechazarme muchas veces —se sinceró.

Ella recordaba bien esos momentos en los que se había contenido aun cuando él le había dado claros indicios de que su interés por ella no estaba limitado solamente a una profunda amistad, pero eso que estaban viviendo en ese

—Porque era esto lo que quería evitar… —justificó.

No tenía ánimos de seguir hablando con él, y ya se le había hecho tarde, por lo que sin despedirse ni agregar alguna otra cosa, continuó con su camino.

Una vez en su habitación, ella comenzó a recordar el último tiempo…

….

Nakajima se lo preguntó, y ella dijo que sí. Había pasado un tiempo prudente desde que había terminado de manera oficial con Takeru. No tenía ningún motivo para decirle que no, por lo que terminó aceptando. Él la hacía reír y cada vez que le enviaba un mensaje él respondía al instante. Ella quería atención y reciprocidad, y con él lo obtenía. Se había transformado en la novia de un chico que no era su rubio otrora mejor amigo y había resultado mucho menos complicado de lo que había sido con él, aunque no quería caer en comparaciones, había resultado ser un chico que se divertía con películas de argumentos simples, su vocabulario era limitado, no leía un libro distinto a los designados en clases y en realidad él era feliz jugando futbol y mirando los partidos de sus jugadores favoritos. Si quería reír, reía, si quería gritar, lo hacía. Era un chico honesto con sus sentimientos, y que ayudado del deporte que tanto le gustaba, tenía un físico fuerte y atlético.

Era fácil estar con él y era justo lo que necesitaba. De por sí sabía que ella misma era complicada.

—No me gusta que me diga "cuñado" —se quejó Taichi —. Termina con él.

Su hermano no escondía el hecho de que su novio no era su persona favorita.

—Hablaré con él —ofreció.

—¿Para dejarlo? —consultó con ilusión —. ¿Te acompaño?

Hikari sonrió, porque no perdía oportunidad en sugerir que terminara su relación. Podían estar hablando de Nakajima directamente, o del clima, y Tai encontraba la manera de relacionarlo y pedírselo.

—¿Por qué no te agrada? —indagó.

No era la primera vez que se lo preguntaba, pero no conseguía darle una respuesta que sirviera siquiera para considerarla. No tenía ningún argumento.

—Porque le huelen los pies —explicó.

—Después de todos estos años viviendo contigo eso no es un problema —refutó —. Soy inmune.

Observó a su hermano hacer una mueca de enojo, y aunque se había hecho el ofendido, sabía que no estaba en sus manos, que aquella era exclusivamente su decisión.

—Mañana iré a verlos jugar —anunció.

Su hermano habló después de un gran sorbo que Hikari estuvo seguro segura fue casi todo el contenido de la lata.

—¿De verdad te gusta ir a ver los partidos? —indagó Tai —. El de mañana no es muy importante y es temprano.

—Siempre te he acompañado —respondió.

—Eso no es lo que te pregunté —inquirió él.

En realidad no era realmente fanática del deporte de contacto, y a veces tenía que admitir que sentarse en las duras tarimas por los más de noventa minutos que a veces tardaban, le hacían doler el trasero.

No me molesta –contestó -. Me gusta verte jugar.

—¿A mi verdad? —investigó contento —. ¿Por mí?

Ella sólo entonces notó que con su respuesta había hablado demás.

—Lo cierto es que no pienso que sea el deporte más interesante del mundo —confesó.

Le cerró un ojo y Taichi sonrió.

Hubo un tiempo en el que estuvo reticente de estar a su lado. Se ponía nerviosa y el poder haberle dicho que era importante para ella aunque hubiese sido de manera indirecta era la prueba más fehaciente de que sólo había sido una confusión debido a su inexperiencia, pero con Takeru lo había confirmado, porque lo que había hecho con él nunca lo sopesó con nadie más y no podía dejar de sentir alivio por eso.

—Si es que quieres levantarte más temprano de lo acostumbrado podemos irnos juntos —ofreció.

En otra época lo hubiese hecho, pero no tenía demasiados ánimos de levantarse todavía más temprano, aunque eso significara estar más tiempo con Tai.

—Lo sabré mañana al despertar —no se comprometió —. Colocaré la alarma, temprano, pero si no encontramos a tu hora de salida, nos vemos en el lugar del encuentro.

—No te irás conmigo —aseguró él.

No dije eso –se defendió.

—Así será —determinó él —. Ya te da vergüenza andar con tu hermano mayor.

Hikari sonrió y no le respondió ni negativa ni positivamente, y su hermano luciendo derrotado por la "traición" que significaba dejarlo ir solo, desapareció tras una última mirada de resentimiento fingido en contra de ella.

Definitivamente, como pocas veces, Taichi había tenido razón, porque cuando despertó —y no había sido por la alarma porque no la oyó—, había estado segura de que tendría tiempo para llegar, pero se había equivocado. Había dormido más horas de las que había previsto. No había notado que estaba más cansada de lo habitual, aunque había sido algo positivo, porque se enteró de que el equipo de su hermano había perdido por más de tres goles de diferencia y no le gustaba estar cerca de él cuando perdía, porque desquitaba su ira en las situaciones más insospechadas, aunque al día siguiente recuperaba su habitual buen humor y disposición, por lo que todos en casa mantenían su distancia y respetaban su enojo. Aun le costaba a su hermano aceptar que él no era el único responsable de que su equipo perdiera. Todavía a su edad tenía problemas en relegar.

.

Dónde Takeru había sujetado, había quedado una marca. Odiaba que en su cuerpo quedara cada una de las batallas proferidas, ya fueran unos dedos o un encuentro fortuito con la esquina de algún mueble, a diferencia de su hermano, que en vez de salir lastimado contra el mismo mueble que a ella le había costado un moretón de semanas, él había terminado destruyéndolo con el impacto, sin una sola secuela.

Esa marca le recordó que aquel encuentro había sido anormal, pero al menos le había dado la oportunidad de decirle que no lamentaba el tiempo compartido y de verdad esperaba el momento que le había prometido llegaría con naturalidad en algún momento en el futuro acerca de poder estar en el mismo espacio, sin afectarle, como antes, porque no podía decir que su vida sin él era mejor, antes que su novio había sido su mejor amigo, en una de las personas en las que más confiaba, y no era lo suficientemente madura para no necesitarlo, a pesar de todo.

.

En un comienzo la simpleza de su novio la había atraído. Había sido bueno para ella el poder saber con claridad qué era lo que pasaba por su cabeza, pero el que no hubiese misterios lo convertía en alguien, lo admitiera o no, poco interesante. También estaba aquello que no habían muchos temas de los cuales pudieran conversar. No se había dado cuenta en qué momento había comenzado, pero si antes no evadía su compañía, desde hacía unas semanas que ni siquiera se molestaba en darle buenos pretextos para no verlo, porque si tenía que aceptar que había algo de él que le gustaba, era que sabía besar lo suficientemente bien como para hacerla olvidar por un momento que él era una persona un tanto aburrida, pero en una relación había más que contacto físico, y cuando no la besaba, podía casi palparlo.

"¿De verdad tienes que hacer tu tarea?"

Le preguntó por segunda vez en el mismo día.

Ella miró sus cuadernos y si bien tenía que hacerla, no urgía en realidad, porque era para la siguiente semana.

"Sí"

Sus respuestas escuetas y monosilábicas indicaban su escasa capacidad de compromiso. No era culpa de él, sino de ella, y aquello le estaba haciendo sentir mal. No disfrutaba haciéndolo, por lo que había decidido no seguir alargándolo.

"Pero creo que puedo empezar más tarde. ¿Dónde nos veremos?"

No era muy imaginativo: en el lugar de siempre. Nada novedoso, pero al verlo sonreírle de esa manera olvidó por un instante su cometido. Nunca pensó que sería tan susceptible al encanto de la belleza masculina. Y ella no creía que mereciera que él le sonriera de esa manera tan honesta, porque a ella le costaba trabajo devolvérselo.

Una de las razones por las que además había estado evitándolo, era porque su compatibilidad física estaba colocando en peligro su raciocinio. Ya se había dejado llevar una vez por sus sentimientos obteniendo el resultado ya conocido, si se dejaba llevar porque su cuerpo reaccionaba a los estímulos que él proporcionaba con maestría, perdería el escaso sentimiento de autorespeto que había recuperado, y que poco a poco había ganado. No había sentido que había sido el momento en ese entonces, y en la actualidad tampoco creía estar preparada para sobrellevarlo.

Su abrazo apretado hacía que pudiera sentir su cuerpo pétreo por el ejercicio, y trató de recobrar algo de espacio.

Ella sugirió entrar a una cafetería, pero él la sorprendió teniendo otro plan en mente.

—Yo sé cuánto te gustan los helados y mira… —extendió su mano.

Era publicidad alusiva a un nuevo lugar, aunque el nombre era de una prestigiosa marca italiana, en la que hacían un significativo descuento.

—Estuve una hora en una fila para conseguirlo —evidenció sonriendo.

Lo había olvidado por completo. Había estado esperando esa inauguración, a la que había acordado de ir con Takeru cuando le contó con alegría acerca del anuncio de la apertura de ese local en Odaiba.

—G-gracias —agradeció.

El chico, por algo que a ella le gustaba, había hecho algo lindo sin necesidad de tener que pedírselo. Se sintió culpable e incapaz de acabar con la relación, sabiendo que no sería ese día, debía hacerlo pronto, aunque se le hacía fácil olvidar cuando su cálida mano sujetaba la suya y le sonreía de esa manera en las que sus ojos se cerraban por completo.

.

—Hikari –la llamó su hermano —. Debes terminar con él.

—Taichi, eso ya dejó de ser gracioso –justificó.

—Es que él tiene… él es muy… —intentó hablar Tai.

Estaba claro que intentaba decirle algo, pero no era capaz de transmitir lo que esperaba comunicarle. Pocas veces había visto a su hermano así, por lo general él era directo y no notaba que podía lastimar con las palabras.

Había decidido hacía un tiempo que debía terminar con su novio, pero era como si la oportunidad no surgiera, y era bastante simple simplemente olvidar su cometido.

—Tai –pidió ella —. ¿Puedes decirme por favor por qué?

Su rostro era carmesí. Definitivamente había algo.

—El asunto es que… —comenzó.

Su hermano hacía unos gestos con los dedos que no lograba comprender.

—No te entiendo —espetó.

Suspiró profundamente y mirando hacia cualquier lugar excepto a ella, lo soltó:

—Él es muy "grande"... —confidenció.

En un comienzo no comprendió, pero tan pronto entendió a qué se referiría ella estaba segura de haber alcanzado el mismo color que él en la escala de rojos. No tenía que preguntarle como lo sabía, vergonzosamente tenía conocimiento de cómo se comportaban los hombres estando solos, llegando a ser menos varoniles de lo que ellos creían que eran comparándose con los demás.

No supo qué contestar.

—Bueno, eso no es problema tuyo —se defendió.

—¡Hikari! —su hermano la llamó alzando la voz —. ¡No creas que es fácil o agradable para mí decírtelo! ¡Que tenga que preocuparme por esa clase de cosas!

De algún modo aquello había conseguido inquietarla. Taichi lo había logrado. Ella no sabía realmente cuándo un pene era grande, había visto a su hermano cuando eran pequeños y más recientemente también a Takeru, y evidentemente le atribuía a la edad el que Takeru lo tuviera más grande a como recordaba el aparato reproductor masculino. Sacudió su cabeza y no quiso pensar en eso, aunque sabía que eventualmente, si seguía con Nakajima, lo comprobaría…

.

—¿No crees que ya es tiempo de que me digas por mi nombre de pila? —consultó.

Ni siquiera había notado que no lo hacía.

—No estoy acostumbrada —rebatió.

Te he escuchado referirte a otros chicos por su nombre –refutó él.

—Son mis amigos —justificó —. Los conozco hace años.

No había sido su intención, pero tan pronto dijo aquello el chico dejó de abrazarla, y dónde había estado su brazo, llegó el frío aire donde antes irradiaba calor.

—Ya sé que no nos conocemos hace tanto —reconoció.

Sus ojos se desviaron a aquella parte de la anatomía masculina de la que su hermano había hablado con tanta preocupación, sin querer.

Con Takeru había dolido, la segunda vez un poco menos, pero había sentido más… si él era más grande que eso entonces ella…

—Lo siento —se disculpó.

Los rodeó una atmosfera de incomodidad que desde hacía poco tiempo se estaba transformando en algo habitual.

—¿Puedo besarte? —preguntó él.

Ella asintió.

Sus labios se encontraron y su lengua pocos segundos después hizo su aparición. El chico sabía cómo obviar las incomodidades, porque cuando la besaba conseguía que lo hiciera ella también y nunca lo había hecho, pero todo lo bueno que había logrado desde que las acciones reemplazaron las palabras, fue olvidado cuando el chico tocó donde nunca lo había hecho, y a ella no le gustó y se levantó.

—Pensé que ya estaría bien —murmuró el chico —. Lo lamento, debí preguntarte antes.

Estaba asustada y sonrojada. Lo que él había hecho no era la primera vez que le sucedía, pero sí con él.

Se había sobresaltado y sobrereaccionado, y lo había hecho sentir mal, aun cuando no era su culpa. Era el siguiente paso después de todo, se suponía que era algo que pasaría de manera natural, pero su reacción no lo había sido en lo absoluto.

—No es tu culpa —rectificó ella.

Él no respondió.

—¿Quieres que te vaya a dejar? —consultó.

—No te preocupes, vivo cerca —rechazó.

El chico no volvió a insistir.

Por su culpa las cosas habían llegado a ese punto en el que querer seguir creyendo que podía continuar engañándose era insostenible.

.

Desde hacía una semana que ya había sido sincera con el chico, quien se despidió de ella con una sonrisa enorme y un beso que ella de buen ánimo aceptó corresponder. No hubo dramatismo alguno y por el contrario, le agradeció el tiempo que pasaron juntos y ella hizo lo mismo con él.

El día siguió brillando, el mundo siguió girando.

Había conocido a un buen chico y no se arrepentía de haberle dado una oportunidad, aunque no hubiese llegado demasiado lejos, no obstante no le daría el placer a su hermano de decirle que había hecho justamente lo que esperaba que hiciera, trataría de prolongarlo todo lo posible.

.

—¿Por qué estás tan feliz? —consultó Sora.

Era evidente que desbordaba de alegría. A ella le parecía incluso ridículo el que anduviera con una sonrisa desde que se había enterado de la noticia.

—Es que tengo una preocupación menos —respondió.

Finalmente, Taichi por boca del mismo Nakajima había descubierto que no eran novios.

—¿Y no nos puedes contar? —inquirió Mimi —. ¿Te echaste novia por fin?

Yamato se acercó y lo abrazó del cuello.

—Ya cuéntanos —solicitó.

Su hermano, quien estaba siendo torturado por su amigo la miró implorante, y ella le transmitió de manera no verbal que no lo hiciera.

—No puedo —contestó apenas.

Desde que habían conseguido reencontrarse con sus Digimon y reestablecido la conexión, todos estaban más alegres. Había sido difícil, pero como en esencia seguían siendo ellos mismos, y tan bien los conocían, que no habían tardado en ser similar a la de antes, tan parecida que habían momentos en los que olvidaban los hechos suscitados. Era fácil de percibir, porque incluso Takeru se encontraba entre ellos.

Todos estaban intentando sonsacarle la información a Taichi que sabía que no podía hablar. O eso creyó.

—¡Hikari está soltera! —gritó.

Los chicos que ya lo estaban desvistiendo y haciéndole cosquillas en los pies, lo soltaron, decepcionados.

—Eres un insensible, Tai —se quejó Sora.

—No cambias —reprochó Mimi

Sus dos amigas caminaron hacia ella, mientras podía oír los regaños del mayor de ellos.

—Tu siscon es preocupante a esta edad —resaltó.

—¡Ustedes me obligaron! —se justificó.

—¿Cómo puedes alegrarte por lo que está pasando tu hermana? —Yamato continuó.

No pudo seguir escuchando, porque Sora y Mimi ya habían llegado a su lado, y les prestó la atención que merecían.

—Vamos a por helados Hikari –ofreció Sora —. Yo invito…

Ellas parecían tener la idea de que estaba triste, pero antes de poder aclararlo, la habían arrastrado junto con ellas, dando por terminada la reunión de ese día. Le dio una última mirada al grupo, los cuales todos estaban concentrados en Taichi y su poco tacto, a excepción de Takeru, quien estaba mirando de manera fija en dirección a ella.

Ella desvió la mirada, no había razón por la cual mantener aquel contacto visual. Ella ya no sentía en su estómago esas sensaciones que él despertaba antes y esa angustia que la acompañaba, muy por el contrario, le sonrió acto tras el cual se internalizó en la conversación que ellas sostenían acerca de a dónde ir.

Por fin podía decir que las cosas estaban realmente bien, había llegado el día en el que se sentía que podía volver a compartir con quien había sido por años su mejor amigo…

Continuará...


Iba a ser originalmente el final, pero leyendo los comentarios quizás iba a ser demasiado apresurado, por lo que el último será el siguiente. Gracias por el apoyo a esta historia, espero que les guste.

Agradezco muchísimos los reviews :D

Hasta pronto