El sonido de los pájaros acompañaba al sol, saliendo, como siempre, por el este. El rocío de la mañana endulzaba los olores de las flores, e incluso el olor a salitre del mar.

Era un acantilado pequeño, donde estaba el barco anclado, y el oleaje tímido permitía un despertar tranquilo.

- AHHH!- un grito de mujer rompía el silencio. Nami, incorporada sobre tu cama, con cara de susto, miraba sobre su regazo el cuerpo de Luffy, dormido. Acababa de despertarse, y no sabía cómo había llegado hasta allí su capitán. Tras el grito inicial, se hizo el silencio. Él seguía dormido, y en esa habitación sólo estaban ellos dos. Nami frunció el ceño comprendiendo lo que ocurría. Detuvo su mano a medio camino de pegarle un buen bofetón al chico. Le miró, y suspiró - imbécil...

Le tocó disimuladamente, con la misma mano, el cabello. Era fino, y suave. Y tras ver que no se despertaba optó por recostarse de nuevo, y abrazarlo levemente.

- Sólo por esta vez- se dijo a sí misma. Y cerró los ojos. Pero no podía dormir de nuevo. Sabía que era muy pronto aún, y que nadie estaría despierto. Se arrepentiría más tarde de no dormir un poco más en ese momento. Pero por algún motivo su corazón brincaba desbocado dentro de su pecho. Notaba el calor de Luffy sobre su cuerpo, y la respiración de este era pausada y relajante. Ella inspiraba, tratando de calmarse. Pero algo centelleaba en su interior. Estaba realmente nerviosa, y muy excitada. Luffy era pesado, y su cuerpo, definitivamente, no era el de un niño. Estaba fuerte, y definido, y ella, sin quererlo, llevó su mano hacia la espalda de él. Comprobó los músculos que la formaba, con caricias, y sonrió nerviosa. Emanaba calor, un calor familiar. Quería, de pronto, tocarle más. Y bajó su mano por la columna. Era suave, y su piel fina.

ella lo sabía, sabía que estaba excitada. Muy excitada. Y aunque no lo entendía, el éxtasis de la situación le impedía pensar sobre ello. Con los ojos cerrados acercó su nariz al pelo de Luffy. Olía a champú y a dulces. Era embriagador. Y sin pensarlo demasiado, bajo más la mano hacia su culo. Y abrió los ojos, llena de curiosidad, por ver aquello que estaba tocando, por comprender realmente lo que estaba sucediendo. Y se quedó paralizada.

-Buenos días, Nami- le dijo Luffy mirándola a los ojos. ¿Cuánto tiempo llevaba despierto?. De golpe ella retiró su mano de su trasero, y se quedó en silencio. Luffy respondió cogiendo su mano, y colocándola de nuevo donde estaba.- no pares! me estaba gustando.

Lo siguiente que se escuchó fue un grito de dolor. Nami le dio un capón, y se separó de él un par de metros.

-¡Qué... que narices haces aquí!- consiguió decir, desviando la mirada.

- bueno...- respondió tocándose el chichón- no podía dormir y acabé aquí.- la miró de nuevo, muy serio.- perdón.

Se levantó, entonces y en silencio se marchó de la habitación. Nami trataba de calmarse, pero ahora se sentía culpable. ¿Se había pasado de borde?.

-Y entonces cogí y me tumbé sobre el algodón de azúcar multicolor. Y de repente, empezó a llover sirope, y abrí la boca...- contaba Chopper mientras escenificaba el relato, con la boca abierta- me llenaba la boca y lloraba de alegría..- seguía.

Mientras tanto, Robin entró en la estancia. Había dormido tan bien, que no recordaba una última vez semejante. Sonrió a todos, en silencio, y le pidió de igual modo a Chopper que siguiera con su historia.

-Buenos días, bella dama- canturreó Sanji, sonriente, terminando de dorar las tortitas- tome asiento- le invitó.

Ella se sentó, obedientemente. Todos sus compañeros estaban en la mesa, todos salvo Zoro. Pensó en cómo le saludaría cuando le viera; era curioso como últimamnte se sentía muy nerviosa y perturbada en presencia del espadachín. Desde la noche anterior, no había vuelto a pensar en su "pacto". Ya eran dos las promesas, primero que cuidaría de ella, la cual había cumplido a corto plazo, y segundo que intentarían, de nuevo, trabajar con la katana. Tuvo un escalofrío pensando en ello.

- Robin, estas contenta hoy?- le preguntó Luffy sonriente, terminando el relato del sueño de Chopper.

- Oh... - no supo que responder- supongo que sí!- se decidió encogiendo sus hombros. Ciertamente lo estaba, pero... quería ver a Zoro, y saber que todo seguía en orden. Entonces, reparó en Nami. Estaba algo pálida, con su plato del desayuno intacto, salvo por un par de cortes distraídos que le había pegado a las tortitas, sin probar bocado. Robin entonces se levantó de nuevo.

- Disculpad, tengo que ir al servicio un segundo- miró a su amiga casualmente- me acompañas, Nami?- le preguntó con discreción.

Todos seguían hablando, y Nami, extrañada la miró. Entendiendo el gesto complice, se levató inmediatamente. Ambas salieron hacia el baño, que estaba puerta con puerta con la sala de entrenamiento, y ahí se detuvo Robin.

- ¿Qué te pasa?- le preguntó directamente a la pelirroja. Ésta la miró extrañada, para inmediatemnte echarse a sus brazos y sollozar.

- No lo sé!- gritó, mientras lloraba. Robin la abrazó con gentileza. Y tras unos minutos, Nami se calmó. -me siento rara...- siguió- últimamente, no soy yo misma...

-Ha pasado algo?- Robin estaba realmente preocupada. Ver la navegante así era algo realmente inaudito.

- Esta mañana Luffy estaba en mi cama... y el otro día quería ... ABRAZARLE!- dijo visiblemente frustrada. Robin se llevó la mano a la boca ahogando una carcajada. Nami la miró enfadada, y se cruzó de brazos.- si te vas a reir de mí, no te cuento nada.

- No, no.. perdona...- dijo recomponiéndose- no quería reirme, pero... por como lo has dicho, parece algo poco serio...

Nami miró al suelo.

- Ya lo sé, Robin. Pero...no se porque me afecta tanto, supongo que ese es el problema...

- Cuando le has visto esta mañana... qué has pensado?- le preguntó reflexiva.

-Bueno... me he asustado... le quería pegar, pero en vez de eso...- se puso roja- bueno... le he abrazado...- dijo hundiendo la cara entre sus manos.

- ...

- ¿Qué?- preguntó ante el silencio de la morena - me estoy volviendo loca, no?

- Mh...- murmuró pasando los dedos por su pelo- yo creo... que lo que ocurre es que nuestro capitán... bueno, te gusta. - sentenció mirándola a los ojos.

Nami abrió la boca dispuesta a rebatir aquello. Pero se quedó callada.

- No...- dijo para sus adentros.

- Si...- le respondió Robin, poniéndole la mano sobre el hombro.

- NO!- repitió con ambas manos en su rostro. Y volvió a llorar.- ¿porqué?- preguntó nuevamente para sí misma más que para su amiga. No podía negarlo. ¿Cuánto tiempo llevaba sintiéndolo?. ¿Estaba pasando ahora porque ya era innegable? o ¿acaso era una cosa pasajera?.

Se metió en el baño sollozando, dejando a Robin sola tras de sí. Esta sonrió divertida, le parecía una cosa maravillosa, y muy, muy divertida. Esos dos pegaban demasiado. ¿Sentiría Luffy lo mismo? o si quiera... ¿se habría planteado lo que sentía alguna vez ese chico en general?. Y de pronto lo notó, notó la presencia, cercana, de aquel al que había buscado insconscientemente en el desayuno.

- Ejem- tosió teatralmente- puedes salir de ahí... señor espadachín- le dijo burlona, dándose cuenta que llevaba un rato tras la puerta contigua.

Salió lentamente del cuarto de entrenamieto, con los ojos abiertos de par en par.

- Las mujeres si que tenéis conversaciones absurdas- mintió, sintiendo dentro de sí la satisfacción de ser testigo directo de una primicia tan inesperada.

- A mi no me engañas- le respondió Robin sonriente- estás encantado.

Zoro miró hacia otro lado, dignamente.

- No sé a qué te refieres.

Ella se rió y le puso, sin pensarlo la mano sobre el antebrazo.Y lo notó, notó a Zoro, notó la necesidad que tenía, desde la noche anterior, de seguir tocando su piel. Se puso nerviosa, y apartó la mano. Tampoco estaba segura de que él estuviera comodo con esa situación, al fin y al cabo en el lago quedó bastante claro. Zoro tragó saliva, y sonrió de lado.

-Bueno, el secreto está a salvo conmigo- dijo- me voy a desayunar...

Y se marchó pensativo hacia la cocina, mientras Robin le miraba.

El sol del atardecer sonrosaba las pocas nubes que había en el cielo, y Luffy, tirado en la cubierta, trataba de buscar imágenes en ellas, aunque no era su día más creativo.

- Ah...- suspiró.

- Luffy-san, es la cuarta vez que suspiras- le dijo Brook, sentado cerca de él mirando al cielo también- no es muy normal en ti... estas preocupado?

Luffy le miró frunciendo el ceño.

- No lo sé- dijo sinceramente- puede ser.

Se quedaron de nuevo en silencio. Brook no quería presionar a su capitán, ya le conocía, y de por sí era raro que admitirá algún tipo de preocupación. No tenía claro como ayudarle, y sin pensarlo dijo lo primero que se le ocurrió.

- Y si hacemos una fiesta esta noche?!, podemos beber y jugar hasta tarde! yohoho, podemos cantar también!- dijo tocando un acorde de la guitarra que tenía entre sus manos.

Luffy pegó un salto, y se puso de pie.

- FIESTA!- gritó, aceptando la petición, mientras iba hacia dentro del barco informando a todos de la decisión.

Algunos aceptaron de buena gana la invitación, y otros algo más perezosos lo vieron con menos ilusión. Pero todos se prepararon para disfrutar de lo que seguramente sería una gran fiesta.

Robin rebuscaba en su armario mientras su compañera de habitación miraba fijamente un mapa, que estaba a medio dibujar, aún en ropa de sport. Estaba claro que la aceptación no le estaba resultando fácil, así que Robin se propuso animarla.

- Nami, creo que me pondré el chándal azul para la fiesta, que aunque está sucio de ayer, aún no huele demasiado mal.- Nami la miró inmediatamente.

- Jamás- sentenció poniéndose de pie.- no puedes desperdiciar una fiesta, y menos tu cuerpo, llevando esa mierda- dijo mientras miraba dentro de su armario- hoy te voy a vestir yo! déjamelo a mí... mira, este azul no esta mal... pero el rojo... wow!- decía distraída mientras miraba las prendas sobre el cuerpo de su amiga. Robin se rió, había sido muy fácil.

- y qué hay de ti... no piensas arreglarte- le preguntó como quien no quiere la cosa. Nami se paró en seco y chasqueó la lengua.

- qué remedio?- pregunto retóricamente.

Pasaron una hora y media en esos menesteres, mientras los chicos, hacía ya tiempo estaban listos y habían empezado, poco antes de que cayera la noche del todo, a tomar unos tragos en la cubierta del barco. Ussop había dispuesto todo como si fuera una fiesta tribal. Había antorchas con fuego, y farolillos de colores, unas máscaras adornaban los asientos, visiblemente una para cada asistente a la fiesta. Franky tocaba unos bongos improvisados a ritmo lento pero repetitivo, y brook le acompañaba con algunos acordes a su guitarra. Luffy y Chopper bailaban juntos una danza de la lluvia inventada y coreaban a la vez gritos que no significaban nada.

En un asiento estaba Zoro, con su segunda copa de Sake, y Sanjí se le acercó, dejando una bandeja con canapés temáticos tribales sobre la mesa.

- Tienes peor cara de lo habitual, marimo- le dijo sin mirarle.

Zoro bebió un gran trago de su copa.

- Mira quien fue a hablar.

- Esa ha sido muy simple incluso para ti- le respondió encendiéndose un cigarrillo y sentándose a su lado.

- Tss- chasqueó fastidiado. Tenía razón Sanji. Estaba demasiado distraído como para picarse con el cocinero y salir victorioso. El rubio le miró de soslayo y volvió su mirada al cielo.

- Todo tiene solución, aunque seas un inútil, no eres tan idiota- dijo pegando otra calada al cigarro- al final, aunque vayas por el camino más largo... no te sueles equivocar... aunque te pierdas...- dijo. Se quedaron en silencio. Zoro acomodó esas palabras como mejor le venían, y sintió cierto agradecimiento hacia el cocinero. - aunque seas un completo imbécil- terminó rebajando la tensión emocional.

Zoro pegó el ultimo trago a su copa, y se la extendió a Sanji.

- Más, cocinero pervertido- le pidió bruscamente.

Sanji sonrió de lado, pensando en la mejor opción, si responderle, o servir un par de tragos para ambos. Mientras se decantaba por una opción que contuviera las dos, la puerta se abrió.

Nami salió primero, con Robin cogida de su mano. Iban charlando. Sanji dejó caer la botella de sake de sus manos, boquiabierto.

- Pero qué...- balbuceó. La pelirroja le miró, pícara. Su pelo suelto y ondulado caía hasta su cintura mientras caminaba, juguetona. Un vestido rojo de brillanes, ceñido y muy corto dibujaba su perfecta silueta. El escote era más que sugerente, y la falda corta marcaba sus contorneadas piernas. El bronceado le acompañaba de maravilla, haciendo más llamativas sus sandalias de tacón blancas. El maquillaje era sutil, pero los labios de color rojo eran realmente llamativos. Sus dientes blancos hipnotizaban al cocinero que dejando en sake tendido en el suelo se dirigió hacia ella sin dudarlo. Zoro miró el sake, muy consternado, intentando salvar lo poco que quedó de él. Murmurando maldiciones, levantó la mirada buscando al cocinero para, al ser posible, descuartizarlo. Y solo vió a Robin, de la mano de Nami. Algo sonrojada por la situación. Estaban rodeadas de todos, que las debían de estar elogiando.

Robin iba descalza, con un vestido negro, algo brillante, largo y muy ajustado. Una raja muy sugerent dejaba ver una de sus largas piernas. Era de tela muy fina y ligeramente transparente. Zoro pudo ver casi su ropa interior, aunque no sabía si era su imaginación y estaba demasiado obsesionado con el cuerpo de esta mujer desde el día del lago. Su pelo castaño caía en una trenza a un lado de su cabeza, sobre su hombro, y dejaba al descubierto el escote de la espalda del vestido. Un escote que llegaba hasta la parte inferior de la cintura. Se vía su espalda, ligeramente musculada, sin sujetador que impidiera el recorrido. Su maquillaje era algo más oscuro, enmarcando sus ojos azules.

- Eh... vas a quedarte así mucho tiempo?- le preguntó Nami, mirándole de cerca. No se había percatado de que la pelirroja se había acercado, y él seguía en el suelo recogiendo el sake. Pero estaba inmóvil desde hacía rato, solo mirando. - no hagas el ridículo, y límpiate la baba, anda- terminó ella, cogiendo la botella y pegando un trago a lo poco que quedaba.