Disclaimer: Algunos personajes son propiedad de Rumiko Takahashi, algunos son míos y la historia también lo es y al igual que las demás está registrada por lo que queda prohibida su adaptación a otros personajes y otros fandoms. Como también el subirla a otras plataformas sin mi autorización.
¡Hola a todo el mundo!
Sí, estoy muy loca por aventarme con este fic. Pero la verdad es mi género favorito y un ataque de inspiración no puede dejarse pasar.
Muy bien como mencioné es de mi género favorito y no, no es el romance aunque habrá mucho. Yo amo el suspenso psicológico y los libros de asesinos y crímenes y todo eso es lo máximo para mí. Por eso Infiltrada es uno de los trabajos que puedo decir, me han dejado satisfecha.
Collage es romance y algo de drama, HOF es erotismo, algo de romance y crítica social, y TSBH es romance histórico. He estado probando cosas diferentes en cuanto a mis gustos en este fandom y bueno, a quienes no alcanzaron a leer Infiltrada, aquí les dejo un trabajo que va más acorde con mis gustos y espero que les guste. Los que me conocieron con Infiltrada saben que me gusta el misterio y hasta cierto punto la violencia y los crímenes y la sangre XD Es rated M por eso principalmente, sí habrá lemon pero a diferencia de Collage y HOF no será algo que surja pronto ni tampoco en grandes cantidades porque aunque no lo crean, yo prefiero el slowburn y en este fic me voy a ir más por la trama criminal que tengo planeada, aunque obviamente se verán avances en las relaciones de los personajes, será todo más tranquilo en cuanto al romance y más intenso en cuanto a la tensión de los personajes.
Por la misma razón de que es lo que más me gusta escribir, los capítulos serán más largos que en los demás fics.
Al final haré un par de aclaraciones así que no se les pase leerlas.
Pero dejaré esta aquí porque los conozco.
Rin es uno de los personajes con mayor crecimiento, así que empezará siendo muy tímida, de carácter muy mesurado y con el tiempo irá agarrando confianza. En el pasado solía ser rebelde y temeraria hasta que tuvo problemas con su padre. Lo explico porque me parece importante señalar que no va a ser como regularmente la escribo.
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Ansiedad
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Eran las seis de la tarde del martes dieciocho de febrero del 2014, menos de una semana después de la fiesta del día de los enamorados la cual se había vuelto un verdadero infierno para los alumnos de último año, en específico para Rin Tanner, una estudiante de psicología a punto de graduarse en la universidad de Louisville. Todo había empezado durante una fiesta del día de los enamorados donde una joven desapareció durante la madrigada del quince de febrero y amaneció muerta. Rin había pasado un fin de semana desagradable, pues la víctima Abi Collins, era nada más y nada menos que su compañera de cuarto en el campus. El fin de semana se la había pasado hablando con diferentes detectives sobre Abi, el día del amor y la amistad había asistido a una fiesta, Rin alegó que ella no había ido porque no había sido invitada además de que a ella no le gustaba ese ambiente. Después del primer interrogatorio, los detectives no dejaban de tocar a su puerta con más preguntas sobre el caso de Abi Collins. Rin estaba cansada de contestar siempre lo mismo. Por suerte ese día no habían ido, seguramente sabían que la madre de la difunta iría a recoger sus cosas al cuarto que compartían. Rin había empezado a sacar la ropa de los cajones y a acomodar la que tenía debajo de la cama y demás cuando unos toques en la puerta le alertaron que la señora Collins había llegado.
—Adelante —exclamó sin dejar de acomodar la ropa, la puerta se abrió y entró una señora de edad avanzada, con el cabello blanco recogido en un chongo y unos ojos rojizos rodeados de arrugas.
—Siento que tengas que pasar por todo esto —la madre de Abi acomodó una maleta sobre la cama y tomó las manos de Rin, la castaña tenía los ojos hinchados y grandes ojeras adornaban su rostro, la falta de maquillaje era una constante en ella por lo que la señora Collins no se sorprendió de no verla pintada, pero en ese momento se veía demacrada—. Deberías de dormir.
—Yo —Rin sintió su pecho oprimirse—, debí haberme dado cuenta antes —las palabras se atoraron en su garganta y las lágrimas volvieron a salir. La señora Collins la acompañó en su llanto con sollozos tan desgarradores que solamente podían nacer del dolor de una madre al perder a su única hija. Rin no tenía idea de que Abi Collins se drogara, algunos de sus amigos afirmaron que no era extraño, pero Rin nunca pensó que tuviese una adicción a los narcóticos y siendo ella su compañera supuesta de cuarto, debería tener por lo menos indicios de que Abi no estaba haciendo algo bien. Pero la señora Collins no le cuestionaba eso. La policía sí.
—No llores, Rin —la señora sobó su espalda y la joven sorbió la nariz y aceptó el abrazo que la mujer le ofrecía—. Tú siempre fuiste una gran amiga para Abi —un puñal se clavó en el pecho de la joven y evitó hablar, aunque la culpa la estuviese carcomiendo por dentro. La señora Collins tenía la idea de que Abi y ella habían forjado una gran amistad, sin embargo, Abi únicamente cruzaba los buenos días con Rin cuando pasaba por ahí pues Rin no tenía idea de que hacía o dónde dormía los demás días, Abi usaba a Rin como roomie para que sus padres se quedaran tranquilos con la idea de que dormía en los cuartos del campus, pero Abi dormía en cualquier lado menos en su cuarto.
Terminaron de guardar las cosas una hora más tarde, la policía ya había revisado tanto las cosas de Abi como las de Rin, no encontraron más drogas ni nada fuera de lo común. Se habían llevado el móvil y computadora de su compañera y habían pedido a Rin el suyo, pero en esos momentos ella no tenía celular así que sólo se habían llevado su portátil. Sus visitas únicamente atormentaban a la castaña que deseaba poder continuar con su vida. Había contemplado el decirle a la madre de Abi la verdad, pero sería regalarle una imagen de su hija que arruinaría el concepto en el que la tenía y Rin era incapaz de hacer algo así. Abi no era realmente mala, ni siquiera parecía el tipo de joven que necesitara narcóticos para sentirse bien, al contrario, era una joven popular con bastantes amistades. Todavía seguía siendo extraño que la encontraran en la forma tan aterradora como lo hicieron. Aunque no era el primer caso en circunstancias parecidas.
Cuando la señora Collins se fue, Rin se sintió más sola que nunca, el cuarto estaba medio vacío y la culpa la invadió de nuevo. Sabía que no estaba bien ocultarle información a la señora Collins o incluso a la policía, pues eso podía entorpecer su investigación y ella quedaría detenida, ese tema también la tenía con los nervios de punta, pero el día de la muerte de Abi, Rin y Ayame —la mejor amiga de Abi—, habían recibido amenazas de muerte si no cerraban la boca y después de ver cómo era de fácil arrebatarle la vida a una persona, Rin tenía miedo. Y la pelirroja de ojos verdes lo tenía igual, las amenazas habían sido anónimas y Ayame creyó que alguien les jugaba una mala pasada así que fue a ver a la señora Collins para contarle cómo había estado viviendo Abi, sin embargo, incluso antes de llegar a la casa de la familia, recibió una llamada de su madre para decirle que El Gran Sabio, su perro, había sido atropellado y que estaba muy mal. Después Ayame recibió una nota que explicaba que ella sería la próxima si no se mantenía al margen, su pobre mascota no logró sobrevivir, pero sí infundió miedo real en la pelirroja.
Rin y ella pactaron que nadie diría nada, ambas tenían mucho miedo como para arriesgarse, y posiblemente tenían una vida prometedora que no querían arruinar. Prometedora dentro de los parámetros a los que podían aspirar, pues Rin siempre tuvo deseos de poder trabajar en la policía, pero su padre no se lo había permitido así que Rin se limitaba a querer trabajar como psicóloga en el hospital general. El sueldo no estaba mal y además podía poner su propio consultorio más adelante. Creía que, olvidándose del caso de Abi, podría seguir adelante con su vida, sin embargo, las extrañas circunstancias que rodeaban la muerte de su compañera no dejaba de dar vueltas por la cabeza de la castaña, pues no había muerto de una sobredosis precisamente, aunque fue un factor determinante en su fallecimiento. La pobre muchacha había sido torturada y violada hasta su último aliento. La nota en el periódico había salido como "Joven universitaria es encontrada en un lago de sangre", la noticia hizo mucho ruido, aunque no se había hablado mucho a los civiles, era obvio por cómo encontraron el cuerpo que Abi había sufrido cada segundo que estuvo desaparecida.
Muchos jóvenes aseguraban haberla visto en la fiesta, Ayame se había ido antes con su novio por lo que Abi salió sola y a pie de la casa donde se llevaba a cabo la celebración. Todos creyeron que se iría al cuarto que compartía supuestamente con Rin en el campus, pero ella nunca llegó. Rin no reportó nada porque no lo veía como algo anormal, y declaró que esperaba que Abi se quedara a dormir en un lugar cercano a la casa de la fiesta. Al día siguiente, el sábado quince, se había encontrado su cuerpo en la cochera de una casa deshabitada a siete kilómetros de la casa donde había sido la fiesta. No habían encontrado nada que les diera pistas sobre los asesinos. No ADN, no armas olvidadas, no cabellos, no huellas. Nada.
Lo único que se tenía era un cuerpo mutilad, maltratado y lleno de éxtasis. Algunos amigos de la joven aseguraban que no era raro que Abi consumiera drogas durante las fiestas. Algo que provocaba que Rin no pudiera quitarse a los detectives de encima, pues no creían que ella no tuviera idea de que su compañera de cuarto se drogaba. Rin tenía su coartada pues a diferencia de Abi, Rin casi no salía y cuando lo hacía era a reuniones menos escandalosas, Rin era mucho más tranquila que Abi.
Exhausta tomó sus cosas para salir a darse un baño a las regaderas del campus. A esas horas casi no había estudiantes así que no le tomaría mucho tiempo. Camino hasta los baños con su maleta en mano, algo que no le gustaba de las regaderas era que tenía que compartirlas con los varones. Rin odiaba que fueran mixtas pues era muy pudorosa así que se bañaba y no salía del cubículo hasta estar completamente vestida. A diario veía a jóvenes que salían enredadas en una toalla y cómo los chicos se las comían con la mirada. A Rin eso le daba náuseas y procuraba salir corriendo en cuanto terminaba de bañarse. Se apresuró a bañarse una vez ahí y cuando terminó metió su toalla para secarse y vestirse.
—¿Has averiguado algo de Ayame? —Rin paró en seco al escuchar el nombre de la pelirroja.
—Sí, al parecer era la mejor amiga de Abi —eran dos chicos, no identificaba la voz de ninguno, Rin siempre escogía la regadera más alejada posible de la puerta, hasta la esquina la más oculta, pero a unos cuantos pasos estaban los lavamanos, donde muchos se paraban a platicar—. ¿Qué has averiguado de Rin?
—Nada —la joven tragó duro, no haría ningún movimiento hasta estar completamente sola—. Pero pronto tendré la información que necesitamos —una puerta se abrió y Rin sudó seco, pero era una regadera cercana.
—Olvidé mencionarlo —la voz de uno sonó divertida—. Las regaderas son mixtas —Rin escuchó que se lavaban las manos y luego comenzaban su andar. Esperó todavía algunos minutos antes de asomar únicamente la cabeza, había una joven cepillando su cabello frente al espejo del lavamanos, los chicos no estaban.
Suspiró aliviada y terminó de vestirse para poder regresar a su recámara. Necesitaba descansar.
Después de una larga noche donde sólo consiguió tres horas de sueño, Rin se encontraba en el salón de clases, hacía todo lo posible por mantenerse fuerte, necesitaba superar aquel suceso tan desastroso y seguir con su vida la ayudaría. Miró por la ventana pensando en la plática que había escuchado el día anterior. Sabía que estaba vigilada todo el tiempo, pero eso no hacía que se sintiera mejor, al contrario. Miró su reloj de muñeca, ya era tarde y su clase no empezaba, el profesor llegó diez minutos después de la hora y anunció que un compañero nuevo se incorporaba ese día. Rin pensó que era absurdo, llevaban más de un mes de clases y estaban en el segundo semestre del penúltimo año. El profesor no se molestó en explicar razones y presentó al nuevo estudiante sin preámbulos.
—El joven Miller será su nuevo compañero —un chico altísimo pasó al frente, llevaba el cabello negro y largo hasta la espalda baja, tenía unos peculiares ojos claros color miel y un atuendo muy común, una playera roja, unos jeans desgastados y una chaqueta negra tipo cuero. Con esa apariencia parecía un joven rebelde pero atractivo. Rin notó que buscaba a alguien con la mirada pues sus ojos se paseaban con cautela por todos los estudiantes, como si pudiera analizarlos con una mirada, cuando la vio, sus ojos dorados se quedaron clavados en los verdes de ella. Pensó que había sido coincidencia y desvío la mirada con nerviosismo.
—Mi nombre es Damon Miller —el corazón de Rin se detuvo, estuvo a punto de desvanecerse al reconocer aquella voz—, soy estudiante de psicología antes en la universidad de Ohio, por motivos personales tuve que mudarme —Rin volvió a alzar la mirada, esperando que ya no la estuviera viendo, sin embargo, los ojos dorados del joven seguían clavados en ella—. Tengo veintiséis años y estoy en último año.
—Bien, tome asiento por favor —indicó el profesor y el joven regresó a su lugar, Rin le sostuvo la mirada hasta que él se dio vuela para sentarse.
Notó que su propio pulso comenzaba a acelerarse y el miedo la invadió. No pudo evitar sentirse intimidada y más en esos momentos donde su vida se veía amenazada y tenía la impresión de que todo el mundo quería asesinarla. Sabía que tenía que tranquilizarse o se volvería loca, paranoica como mínimo. Así que evitaría a toda costa hablar con cualquiera sobre Abi, deseaba enterrar aquella tragedia y seguir adelante, aunque su consciencia no estuviera tranquila del todo. Quizá sus nerviosos influyeron en que la clase fuera más lenta, o el hecho de que el profesor estuviera al pendiente del estudiante nuevo, quizá no estaba muy familiarizado con el temario que llevaban.
Cuando salieron, Rin tomó sus cosas y se dispuso a irse rápidamente antes de que todo el mundo se amontonara en la puerta, pero antes de llegar a la salida, alguien chocó su brazo contra ella, haciéndole tirar sus libros al suelo.
—Ten más cuidado —era el nuevo.
—Pero si ha sido culpa tuya —contestó molesta y se hincó a recoger sus cosas, esperaba que él la pasara de largo, pero al igual que ella se agachó y le ayudó a recolectar sus libros.
—No es mi culpa que no te fijes por dónde vas —a Rin le pareció ver que sus labios se arqueaban en una sensual insinuación de sonrisa, haciendo que cada bello de su piel se erizara pensando en lo sádico que aquel gesto se veía.
—Si esa es tu forma de ligar, no creo que consigas novia pronto —él le extendió sus libros y ella los tomó y salió del aula. No vio la reacción del joven ni tampoco le dio importancia. En esos momentos no tenía tiempo de pensar en chicos, tenía que sacar muy buenas notas debido a su beca, el semestre anterior había estado haciendo sus prácticas laborales en el hospital general, aunque todavía le faltaba cubrir algunas horas y mantener un promedio aceptable.
Y que su compañera de cuarto perdiera la vida por una sobredosis de éxtasis en parte, no le ayudaba en nada. Por suerte la escuela se había encargado de que la noticia no se volviera viral pues le quitaba prestigio, en un estado donde una de cada ocho personas morían por estar bajo narcóticos, Abi había pasado casi desapercibida. Pues lo que llamó la atención no fue su consumo de drogas sino la brutal forma en la que fue torturada. Además de que no había sido la primera, en años anteriores habían muerto tres estudiantes que Rin identificaba de vista pues no los conocía, sabía que los casos no resueltos no habían hecho tanto ruido porque las víctimas, una joven y dos chicos, eran de raza negra y un latino. Sus muertes no le habían dejado huella en nadie y todos alegaban que se lo habían buscado por meterse drogas. Claro que hubo algunas personas que se habían manifestado por la ineficiencia por parte de la policía, pero los casos se olvidaron rápidamente.
Abi había sido diferente, no era rubia pero su piel era muy blanca y sus ojos eran verdes. Todo el mundo estaba indignado y la policía había hecho —y seguía haciendo— todo para encontrar a todos los involucrados, desde el dealer que le vendía las drogas, para así encontrar al proveedor, hasta dar con sus asesinos. A Rin le daba coraje que únicamente su caso fuera tomado en cuenta por ser blanca, cuando había habido ya más víctimas como para alertar a la policía y prevenir futuros casos. Eso la indignaba mucho. Al igual que todo el mundo alrededor de los hechos, aunque por motivos distintos. La gente estaba aterrada pues al igual que la joven negra que había muerto casi un año antes, Abi había sido violada varias veces, habían determinado que incluso lo habían hecho con objetos, tenía muchas marcas por todo el cuerpo al igual que cortadas y cuchilladas. Las drogas habían sido ingeridas antes por lo que, sin la violencia practicada contra ella, igual hubiese muerto.
Las siguientes clases de Rin fueron igual de pesadas y lentas que la primera, su vida ya no era igual y temía que tuviese que vivir con esa carga por el resto de sus días. Necesitaba sacarlo todo, pero sólo pensar en las consecuencias le ponía la piel chinita. Los escalofríos la invadían cuando estaba sola, al igual que las ansias de voltear todo el tiempo para asegurarse de que nadie la seguía, que nadie escuchaba sus conversaciones, incluso dormir se había vuelto algo horrible pues no podía evitar despertarse a mitad de la noche con la impresión de que alguien la observaba dormir.
Caminando a la biblioteca, se giraba cada dos minutos asegurándose de que nadie la seguía, en varias ocasiones le pareció ver a Damon detrás de ella y comenzó a apresurarse para quitárselo de encima. Cuando entró a la biblioteca fue a su estante favorito y tomó un par de libros mientras buscaba un sillón de una sola plaza para sentarse y leer con tranquilidad. Se sentó de chinito y trató de relajarse, la sensación de que alguien la observaba siempre estaba con ella desde que había recibido las amenazas, comenzaba a creer que tendría que acostumbrarse y tratar de restarle importancia. Pero le resultaba imposible.
Se había dado cuenta de la presencia de Damon desde que había llegado, pero trataba de no inquietarse con el pretexto de que la biblioteca era un lugar público y que cualquiera podía estar ahí, así que siguió leyendo, estaba poco a poco adentrándose en su mundo, aprendiendo de lo que más le gustaba, su mente comenzaba a relajarse y todo se derrumbó en cuestión de segundos.
—Rin —la voz apagada de Ayame la sacó de sus cavilaciones, la joven tenía la mirada cristalizada y la cabeza gacha, antes era una joven llena de vida que caminada súper derecha, incluso con superioridad, pero había quedado reducida a una mujer introvertida y temerosa, Rin temía que el miedo la volviera igual sin que ella pudiese notarlo.
—¿Qué pasa? —preguntó cerrando el libro y Ayame dudó antes de contestar.
—La señora Collins va a hacer una misa el sábado temprano y después una reunión en su casa para despedir a Abi como es debido —Rin se tensó, miró en varias direcciones con temor, por si había alguien en ese momento siguiéndola y escuchando todo lo que hablaba con Ayame, al percatarse Ayame habló de nuevo—. Sabes que tienes que ir —ambas tenían miedo de que alguien pudiera escucharlas y Rin sabía que para evitar levantar sospechas lo mejor sería actuar normal.
—Sí, ¿a qué hora es la misa? —preguntó con voz firme.
—A las diez —asintió y Ayame se fue de ahí, Rin se giró en el sillón para retomar su lectura, pero sus ojos chocaron con una mirada intensa sobre ella. Era Damon.
—Lo siento no era mi intención asustarte —Rin debería tener cara de miedo para que él la interpretara de ese modo—. Escuché que la chica que murió era tu roomie —ella movió la cabeza en un asentimiento, temerosa. En esos momentos le costaba trabajo confiar en alguien, sentía que todo el mundo la observaba y vigilaba—. Debe ser difícil ver a alguien tan cercana a ti morir...
—Ha sido traumático y agradecería que no tocaras el tema —ella desvío su mirada al libro para evitar contestar más preguntas sobre Abi. No sabía si la estaban escuchando en ese momento o la estaban poniendo a prueba pues por lo que recordaba de la plática que escuchó en las regaderas, ese chico tenía que buscar información sobre ella. Rin sólo quería sentirse tranquila, aunque fuera un minuto. No pensar que la vigilaban todo el día, era horrible saber que había alguien al pendiente de todos sus movimientos y dudar de medio mundo se había vuelto el pan de cada día.
—Lo de hace rato —Rin no despegó la mirada del libro y el joven se molestó ligeramente por eso—. También fue mi culpa —la joven asintió levemente con la cabeza y el chico pareció alejarse, pero cuando Rin alzó la mirada lo encontró en el sillón de enfrente con su celular en las manos, al parecer escribiendo un texto. La joven tragó duro y se levantó con prisa de ahí, dejando los libros en el sillón salió a toda prisa para irse a encerrar a su cuarto.
Una vez a salvo, Rin se llevó una mano al cuello, estaba sudando y su pulso era acelerado en demasía. Había pensado que Damon estaba vigilándola y había avisado a los asesinos lo que ella estaba haciendo. Tal vez había escuchado su plática con Ayame y algo en su actitud no le había parecido. Ella negó y se dejó caer, recargada en la madera de la puerta. Abrazó sus piernas y se soltó a llorar. No podía seguir así, no podía reaccionar así cada vez que alguien la veía nada más porque sí o tenían un móvil cerca. Todo el mundo tenía un celular y lo usaban todo el tiempo.
Trató de tranquilizarse y comenzó a hacer sus deberes para olvidarse de aquel suceso, Damon estaba en varias de sus clases y debía acostumbrarse a su presencia. La tarde se le pasó más rápido que el resto del día y al día siguiente no hubo nada nuevo. Estaba segura de que no tardarían en llegar los detectives con más preguntas. Se había dado cuenta que siempre iban dos y uno no era el mismo de la vez anterior, sólo uno coincidía. Por suerte había sido firme y concisa con su historia, no había cambiado ni un detalle y creía que con eso la dejarían tranquila. Pero cuando llamaron a su puerta sus nervios la atacaron de nuevo.
—Voy —Rin había salido a tomar un baño y en ese momento tenía el cabello húmedo y un pijama bastante primaveral, tomó una bata y se acercó a la puerta. Cuando abrió se topó con Ayame que entró sin dejarla decir nada, cerró la puerta y se encaminó hasta el sofá grande y se sentó.
—Tenemos que hablar —se lamió el labio—. Hay un chico nuevo en mis clases que no deja de hacer preguntas sobre Abi…
—¿Damon? —preguntó dudosa y Ayame negó.
—No, no —le pidió a Rin que se sentara junto a ella—. Es un chico nuevo —se mordió el labio y miró en todas direcciones, quizá olvidando de que estaban encerradas en la recámara de Rin—, se llama Yasha Miller —Rin se quedó blanca—, ha estado coqueteando mucho conmigo y Koga ya lo amenazó para que me dejara en paz… Tengo mucho miedo y sabes que no le puedo contar nada a Koga —Ayame comenzó a temblar y Rin la abrazó—. No quiero que le hagan nada a él —Rin entendía que Ayame quería proteger a su novio.
—En mi clase hay un nuevo también. Se llama Damon Miller —Ayame se separó de ella y la escrutó con la mirada, estaba aterrada. Rin prefirió no contarle nada sobre la plática que había escuchado, seguramente ese tal Yasha era el otro chico que hablaba con Damon en las regaderas.
—Los han mandado a vigilarnos —Rin no quería asentir, prefería hacerle creer a la pelirroja que eso era mentira y que era obra de su imaginación. No quería que se volviera más temerosa de lo que ya era.
—Aunque eso sea cierto —comenzó la castaña—. Si nosotras no decimos nada, no nos harán daño —trató de calmar a la pelirroja—. Así que actúa como ellos quieren que actúes.
—Sí, eso he estado haciendo —se acomodó en el sillón y se abrazó a sí misma—, pero tengo miedo, mucho miedo de que nos hagan algo, ¿y si somos las siguientes?
—Hay policías por todas partes, no se arriesgarían a hacer algo ahora —Rin trataba de convencerse a sí misma de eso.
—Creo que Yasha está buscando a quién sacarle información de Abi porque estuvo platicando con Karen y al parecer están llevándose bien —Rin sabía que Karen también había sido muy amiga de Abi, quizá hasta tenía mayor conexión que con Ayame.
—¿Crees que Karen diga algo? —Rin le preguntó temerosa.
—Hasta donde yo sé, ella no está amenazada así que tal vez se vaya de lengua... ¿Crees que eso nos pone en peligro?
—No —Rin se levantó del sillón y comenzó a cepillar su cabello—. Creo que ellos quieren saber quién más conoce la verdad sobre la vida de Abi para controlarlos —Ayame se levantó y abrazó a Rin por la espalda.
—Gracias —Rin tomó la mano de la pelirroja que estaba sobre su estómago y la apretó. En esos momentos solamente se tenían la una a la otra. Aunque Ayame salía con Koga, era incapaz de involucrarlo en aquel problema.
—Voy a dejarlo —confesó y Rin se volvió hacia ella—. No quiero que le hagan daño —Rin frunció el ceño con un gesto de compasión, ella no tenía novio ni siquiera había alguien que llamara su atención, pero entendía el miedo de perder a alguien porque lo único que ella tenía era a su padre.
—Ayame no sé qué decirte —la pelirroja se arrojó a sus brazos y lloró de nuevo. Rin la estuvo consolando durante largos minutos que se transformaron en horas. Ya de noche Ayame se quedó dormida en la cama de Abi y Rin se recostó en su propia cama, pensando en lo duro que iba a ser para ellas seguir adelante con ese secreto.
Al día siguiente ambas se levantaron para ir a clases. Ayame le pidió que la esperara antes de su descanso para que pudiera desahogarse después de cortar con su novio. Rin quedó de verse con ella en el pasillo antes de los baños porque sabía que Ayame le pediría que entraran para que nadie la viera en ese estado. Rin estuvo fijándose en todo momento, Damon no la había seguido como el primer día lo cual la tranquilizó, pero igual sabía que alguien la observa. No pasó más de media hora para que Ayame apareciera, hecha una cascada de lágrimas. Rin y ella se adentraron a los baños y Ayame comenzó a contarle.
—Le dije que necesitaba tiempo —comenzó—, que estaba pasando por muchas cosas —Rin se limitaba a asentir y a sobarle la espalda pues sabía que Ayame no iba a regresar con el moreno atlético con el que salía.
—Lo siento de verdad —Rin no sabía qué decir en ese tipo de situaciones, sus amistades no estaban en el campus por lo que se había vuelto alguien introvertida en cuando a relacionarse con las personas. Al menos con sus compañeros, tenía algunos conocidos con los que se llevaba bien, pero ella no los consideraba amigos.
—Lo hago porque es por su bien —así estuvieron un rato más antes de que ambas tuvieran que irse a clases. Pero antes de que la castaña llegara a su salón, fue jalada con fuerza del brazo.
—Necesitamos hablar —una voz grave la hizo estremecer. Los ojos azules de Koga estaban clavados en ella, estaba enojado. Rin se jaloneó y él apretó su agarre—. Eres la única persona que habla con Ayame desde que Abi murió —Rin no sabía qué decirle—. ¿Qué le dijiste de mí?
—¿Qué? —le pregunta la tomó por sorpresa—. ¿Por qué razón yo habría hecho algo así?
—Ella terminó conmigo hace un rato —Rin bajó la mirada—. Claro, ya lo sabías.
—Ayame tiene sus razones —contestó con apenas voz—. Por favor déjala tranquila —Koga abrió los ojos con sorpresa ante la petición de Rin—. No lo hagas más difícil para ella...
—Sólo dímelo —el chico sonaba bastante afligido y a Rin se le encogió el corazón—, por qué me dejó...
—No lo sé —mintió—, tengo que irme —se soltó de él y siguió caminando hacia su salón.
Casi pasa desapercibida la presencia de Damon, Rin lo había visto desde que Koga la jaloneó. Era obvio que había visto y escuchado todo. Si Damon había sido enviado para vigilarla, no le daría motivos para hacerlo enojar. Actuaría normal y todos estarían bien. Concluyó el día mejor de lo que esperaba y se dirigió a su cuarto no sin antes pasar a la biblioteca a sacar unos libros. Antes se podía sentar ahí por horas a leer, ahora prefería hacerlo encerrada en su habitación sin que nadie pudiese verla o espiarla al menos así se sentía un poco más segura.
Al día siguiente se apresuró a tomar un baño y se arregló para ir por Ayame, ambas irían a la misa de Abi Collins. No tardó mucho en arreglarse, lo único que no encontró fue un atuendo adecuado, pensó que el negro era el mejor color para esas ocasiones, pero no tenía nada negro, utilizó un vestido gris de lana que le llegaba hasta por debajo de las rodillas y se puso unas medias negras por debajo. Llevaba unos zapatos de tacón muy bajos y se maquilló ligeramente para no parecer el zombie en el que se había convertido. No había terminado de arreglar su aspecto cuando tocaron a la puerta, abrió.
—Pensé que ya estarías —era Ayame—. Date prisa.
—Voy —Rin terminó pronto y miró a la joven pelirroja que veía por la ventana como si estuviese ida. Terminar con Koga Wolf la había destrozado—. Vamos, es hora —la pelirroja asintió y ambas salieron.
Caminaron en completo silencio, aunque ambas volteaban por detrás de su hombro de vez en cuando con la impresión de toparse con alguien siguiéndolas. Rin intentó calmarse al darse cuenta de que ambas se estaban volviendo unas paranoicas, pues aunque identificaran a alguien siguiéndolas, no había nada que pudieran hacer. Pasados unos minutos llegaron a la pequeña iglesia, estaba llena de gente, había estudiantes por todas partes, algunos maestros y padres de familia. Rin se sintió pequeña, todos los alumnos eran amigos de Abi, había sido una joven popular, y todos ellos sabían que su relación con ella no había sido como la familia Collins pensaba. Definitivamente haber ido ya no sonaba como una buena idea.
—Actúa normal —le recordó Ayame, Rin se dio cuenta que instintivamente había retrocedido unos pasos y apretaba fuertemente el pañuelo que llevaba en las manos.
—¿Y si alguien dice algo? —Rin a diferencia de Abi y Ayame era demasiado reacia a llevarse bien con las personas, muchos estudiantes de ahí la veían como poca cosa, no le hablaban o hablaban mal de ella. En esa universidad reinaba el ambiente que Rin más detestaba, había adolescentes demasiado elitistas y Rin no entraba en su círculo.
—Estás conmigo, no lo olvides, no se atreverán a hacerte nada —Rin asintió y Ayame la tomó del brazo para seguir avanzando. Muchos estudiantes la hacían menos con la mirada, otros la veían molestos por su presencia, pero como había dicho la pelirroja, nadie se atrevía a hacer o decir nada al verla con ella.
Entraron a la iglesia y Rin se sintió más tranquila, cosa que duró apenas nada pues en cuanto se sentó, un chico se sentó junto a ella. Su corazón dejó de latir cuando sus ojos verdes se toparon con los dorados de Damon. Ayame la sintió tensarse y pasados unos segundos la pelirroja estaba igual que ella. Justo delante se había sentado Karen en compañía de Yasha Miller.
Durante la ceremonia, Rin tuvo que evitar girar su rostro a toda costa. Había ocasiones donde veía a Damon a través de sus espesas pestañas, pero desviaba la mirada al instante, con miedo. Ayame y ella estuvieron en un trance durante cincuenta minutos, ambas tensas e incapaces de moverse de manera normal. Estaban sentadas, derechas, mirando al frente evitando moverse. Respirando con demasiado cuidado, temiendo que cualquier cosa que hicieran las expusiera de alguna manera.
Rin identificó a Koga sentado detrás de ellas, el moreno la veía con el ceño fruncido. Al igual que todos los demás alumnos ahí presentes, no la quería. Rin en verdad no había sido amiga de Abi, pero estaba ahí porque los Collins así lo creían y porque si desmentía aquello tanto ella como Ayame estarían en peligro. Y ambas querían evitar aquello a toda costa. Rin no tenía ningún problema con Ayame, sabía que la joven vivía con sus padres y que era muy decente, aunque la verdadera Ayame había sido una chica egocéntrica y hasta extrovertida, en esos momentos era alguien completamente diferente. Rin también había cambiado, si antes evitaba socializar por ser de ideas diferentes, en ese momento le resultaba imposible pensar en ello. Debía de permanecer en el anonimato total y aquella misa con reunión incluida no estaban ayudándola en absoluto.
Cuando la misa concluyó, amabas acompañaron a la señora Collins hasta su casa, platicaron muy poco acerca de la misa y los compañeros que las habían acompañado. Rin hubiera querido preguntar por los Miller y su presencia, pues ellos no habían conocido a Abi y le parecía extraña su aparición en la ceremonia, sin embargo, ambas jóvenes se mordieron la lengua para evitar sacar el tema. Una vez en casa de los Collins, Ayame y Rin ayudaron a la señora a servir algunos bocadillos. Todo parecía ir bien hasta que un alumno tomó a Rin del brazo y la jaló hasta una esquina de la casa, junto a las escaleras.
—¿Qué haces tú aquí? —Rin tragó duro y bajó la mirada. Los ojos azules del chico la veían con insistencia y repugnancia. Rin hubiera hecho un escándalo para soltarse y dejarlo en su lugar, pero el lugar en donde estaban no le permitía tal cosa.
—La madre de Abi cree que éramos amigas —dijo con un hilo de voz—. Ella compartía cuarto conmigo después de todo —el chico al que reconocía como Charlie, uno de los muchos ex novios de Abi, le estaba haciendo daño.
—Déjala en paz —la voz de Ayame rompió aquel ambiente tan turbio y el joven soltó a Rin—. A nadie nos conviene que la señora Collins se entere cómo vivía realmente Abi —se interpuso entre Charlie y Rin—. Así que contrólate.
—Tsk —el rubio les dio la espalda y se juntó con sus amigos. Respetaban a Ayame por su verdadera amistad con Abi y sabían que hasta cierto punto tenía razón.
—Lo siento Rin —Ayame se giró hacia ella—. Es sólo que todos están muy alterados —Rin asintió y se abrazó a sí misma.
—No sé qué hacen ellos aquí —su mirada señalaba a los hermanos Miller y Ayame apretó los labios con fuerza.
—Karen se ha estado llevando bien con Yasha y ella los invitó, ya sabes cómo es —suspiró—. No le gusta estar sola y Yasha ha estado coqueteando mucho con ella, aunque el otro hermano se ve algo incómodo —Rin parpadeó dos veces y giró su vista una vez más, Karen estaba en los brazos del que parecía el hermano menor de Damon.
—No puedo creer la facilidad con la que vinieron aquí —dijo con amargura, observando la escena, más bien a Karen, pues no era consciente de que la mirada de Damon estaba únicamente al pendiente de ella.
—Lo mejor será ignorarlos —le recomendó Ayame—. Mientras no se acerquen todo está bien.
—Supongo que tienes razón —Rin avanzó hasta el baño para mojarse un poco la cara, pero se detuvo apenas se vio en el espejo, si hacía eso arruinaría el poco maquillaje que llevaba y se vería más ojerosa y pálida así que optó nada más por lavar sus manos despacio. Tratando de que el agua fría la relajara unos segundos antes de volver a mirarse al espejo.
—Rin —era Ayame afuera—. La señora Collins va a decir unas palabras —Rin se secó las manos y salió, la pelirroja se colgó de su brazo y caminaron hacia la sala. Sintió la mirada de Koga Wolf sobre ella, estaba enojado.
—Primero que nada, quiero agradecerle a todos los amigos de Abi que están aquí hoy para despedirla —Rin y Ayame apretaron el brazos de la otra en señal de comprensión—. Abi siempre fue una niña muy risueña y amigable con todo el mundo, y estaría muy contenta de verlos a todos una vez más —la voz de la señora se quebró y su esposo apareció para abrazarla—. Todo ustedes tienen un lugar en mi corazón por haber formado parte de la vida de Abi. Todos la querían mucho y ella a ustedes, me gustaría decir que mi hija descansa en paz, pero todos sabemos que ese día aún no llega. No mientras sus asesinos sigan por ahí atormentando a más personas —Ayame y Rin se voltearon a ver y los ojos de ambas se cristalizaron—. Así que les suplico a todos que hagan una oración porque atrapen pronto a los implicados y evitemos que una tragedia como la que vivió mi hija se repita.
Todos asintieron y se acercaron al matrimonio a dar palabras de aliento. Rin y Ayame querían irse de ahí antes de que la culpa las carcomiera. Querían decirle a la policía que había alguien que amenazaba sus vidas y que estaban casi seguras de que tenía que ver con los asesino de Abi. Pero ninguna era tan fuerte como para hacer eso, ambas tenían personas a las cuales cuidar y no querían exponerlas. Una de esas personas se acercó.
—¿Ayame podemos hablar? —era Koga, la pelirroja alzó su vista hacia él y deshizo el abrazo que mantenía con Rin.
—Dime —Rin estaba a nada de irse, pero Ayame la tomó de la mano y Rin se quedó, pese a que el moreno la fulminaba con la mirada.
—A solas —musitó entre dientes y Ayame negó.
—Lo que tengas que decir puedes hacerlo frente a Rin —la castaña parpadeó varias veces entendiendo lo que la pelirroja pretendía—. No le oculto nada a ella —su voz sonó dulce en demasía y Rin sintió un escalofrío recorrerla cuando la mirada molesta de Koga pasó a una de sorpresa al interpretar la actitud de la que antes era su novia.
—Ayame —Rin protestó en un susurro y la pelirroja se llevó la mano de la castaña hasta sus labios y depositó un suave beso en el dorso, haciendo que Koga las mirara a ambas con desprecio.
—Lo siento Koga, creo que no hay nada de qué hablar —el moreno se fue de ahí echando chispas y Ayame se desvaneció en los brazos de Rin, soltándose a llorar por lo que acababa de hacer. Amaba a Koga demasiado como para permitirle estar cerca de ella.
—Ayame no debiste hacer eso —Rin la abrazaba contra su cuerpo, Ayame temblaba y no dejaba de llorar—. Tal vez lo de ustedes pudo haber funcionado en un futuro.
—No —la pelirroja cerró los ojos y sorbió su nariz—. No quiero a Koga cerca de mí, ni ahora ni nunca, preferiría que hiciera su vida lejos y con alguien que no amenace su vida —Rin acarició el cabello de la pelirroja, ignorando las miradas indiscretas que todo el mundo les mandaba. Lo que Ayame acaba de hacer era declarar que entre ellas había algo más que una pequeña e insignificante amistad.
Rin pensó que aquello ya no podía empeorar.
Pero como si tan sólo pensar en ello hubiese tentado al destino, la mirada de los Miller seguía pendiente de ellas, nada más que en ese momento apenas fueron conscientes de eso. Rin intentó evadir la mirada del joven de ojos ámbar que desde el primer día no dejaba de verla como un bicho raro y se concentró en consolar a Ayame. Sabía porque alguna vez había escuchado a Abi hablando por teléfono con ella que llevaba más de cuatro años al lado del moreno y esa ruptura sin duda iba a dejar grandes heridas en ambos. Y ahora todos pensaban que ella era el motivo.
Por lo menos no estaban haciendo nada que pudiera molestar a los asesinos o a sus cómplices.
—Deberíamos irnos —le propuso Rin y la pelirroja, más calmada se enderezó y comenzó a caminar a la salida seguida de Rin, mucha gente las veía y se secreteaba, pero ellas intentaron demostrar que aquello no les molestaba, hasta que pasaron al lado de Koga y Ayame estuvo a nada de romperse. Rin la empujó sutilmente y ambas salieron y comenzaron su andar hasta la habitación de Rin en el campus de la universidad.
Fue una caminata silenciosa pero no incómoda. Ayame iba lamentándose por lo ocurrido, pero Rin tenía otras cosas en la cabeza, no estaba dispuesta a vivir así el resto de su vida. Comenzaba a idear un plan para ponerle fin a todo aquello, no era justo que Ayame tuviera que alejar a Koga de esa manera para mantenerlo a salvo. Cuando llegaron a la habitación de Rin ella comenzó a buscar entre sus cosas algo que pudiese ayudarla.
—¿Qué haces Rin? —preguntó Ayame y la castaña levantó la mirada hacia ella con una sonrisa que le pareció fuera de lugar a la pelirroja.
—Ayame, vas a mudarte a mi habitación.
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Pasaron cerca de tres días y la pelirroja ya estaba instalada en la habitación de Rin, sus padres habían protestado por la reciente muerte de Abi, pero Ayame les dijo que Rin necesitaba su compañía porque se sentía muy sola. Había logrado convencerlos con aquel pretexto, por suerte los rumores de su posible relación no habían llegado a oídos de sus padres lo cual ayudó a que tomaran una decisión. Ayame había llevado consigo todo lo que Rin le había pedido. Fotografías, cartas, pláticas impresas de los grupos que mantenían a ella y a Abi en redes sociales o por whats app. Ayame no entendía absolutamente nada, pero de igual forma obedeció.
—Aquí está todo lo que me pediste —vació el contenido de su bolsa en la cama de Rin—. ¿Para qué quieres todo esto?
—Hay una sola razón por la que tú y yo estamos amenazadas en cuanto a hablar sobre Abi —comenzó a juntar las fotos con fotos y a separar lo demás—. Alguien no quiere que la policía lo vincule con ella y por eso no podemos decir que Abi se la vivía fuera de este cuarto —Ayame comenzaba a entender las intenciones de Rin—. Si damos con esa persona posiblemente demos con los asesinos de Abi.
—Pero Rin eso es muy peligroso —protestó la pelirroja—. Ellos nos vigilan todo el tiempo.
—Es por eso por lo que nuestra nueva cercanía nos ayudará a tapar esto —señaló la cama—. No me ves así, fue tu idea después de todo.
—Pero fue para alejar a Koga —protestó la pelirroja.
—Y funcionó —Rin suspiró—. Ayame yo no quiero vivir todo el tiempo con miedo —se cruzó de brazos—. También quiero resolver esto por los casos anteriores. ¿Los recuerdas? —la pelirroja negó—. Un par de jóvenes negros y un latino murieron bajo las mismas circunstancias y la policía no hizo nada por dar con los criminales —Ayame abrió los ojos aterrada—. Si hubieran dado con ellos en ese entonces, Abi seguiría aquí y nosotras podemos ayudar a que los atrapen.
—Rin, nos tienen en la mira, cualquier paso en falso y estamos muertas, o peor aún —Ayame comenzó a temblar—. Las personas que queremos...
—No puedo negar que tienes razón, el mínimo error y estamos acabadas —Rin miró por la ventana—. Pero si no hacemos algo viviremos con paranoia por siempre —cogió a Ayame por los hombros—. ¿Quieres vivir pensando que alguien te sigue? —al pelirroja negó—. ¿Qué alguien te observa todo el tiempo, incluso cuando duermes?
—No —Ayame notó que Rin también hablaba por sí misma, desde aquel día ambas vivían de ese modo.
—¿No quieres volver con Koga? —y la pelirroja se quebró. Comenzó a llorar de nuevo y Rin la soltó con un poco de culpa—. Ellos nos tienen entre la espada y la pared y es preferible morir peleando que dejar que nos sometan. Además, nada asegura que no seremos las siguientes.
—Tienes razón, Rin —Ayame se limitó las lágrimas y sorbió la nariz—. No quiero vivir siempre con miedo y tampoco quiero vivir sola por temor de que lastimen a los que me rodean. ¿Qué tenemos que hacer?
—Bien —Rin le extendió las pláticas—. Primero que nada, debemos hacer una lista de las personas que conocían muy bien a Abi —miró las fotografías—. También sería bueno tener la lista de las personas que se quedaron en la fiesta cuando ella se fue, pero más importante saber quiénes no estaban ahí porque figuran como sospechosos.
—Koga y yo ya no estábamos cuando Abi se fue —dijo Ayame con nostalgia—. Así que no podría decirte quienes no estaban.
—¿Crees que existe alguien a quien podamos preguntarle sin levantar sospechas? —Ayame se quedó pensativa unos minutos, Rin sabía que no podía presentarse con los amigos de Abi y preguntarles directamente, y no sólo porque no la querían sino porque sería demasiado arriesgado, y Ayame seguramente pensaba lo mismo.
—Adam es uno de los mejores amigos de Koga —Ayame respiró hondo—. Él se quedó a dormir en la casa de Brent el día de la fiesta y puede decirnos, si es que se acuerda, quienes se quedaron y quienes se fueron —Rin sintió que poco a poco podrían avanzar, lo importante ahí era cómo hacerlo y pasar desapercibidas.
—¿Crees que él quiera hablar conmigo? —Ayame parpadeó incrédula. Aunque Rin sabía que Ginta no la odiaba, él era un chico un poco menos creído que el resto, estaba su amistad con Koga, quien creía que Rin tenía la culpa de su ruptura con Ayame.
—No creo que quiera hablar conmigo, menos contigo —Rin jaló una larga bocanada de aire y la dejó salir despacio. Ayame tenía razón.
—¿Conoces a alguien que sea muy amigo suyo a quien si podamos acudir? —Ayame se llevó un dedo a la barbilla pensativa. Por un lado, estaba James que hacía mucho tiempo no se hablaba con Koga por problemas en rugby, el chico era capitán hasta que nombraron a Koga con ese título y su amistad fue pereciendo poco a poco. Sin embargo, seguía siendo casi un hermano para Adam. Ayame conocía muy bien a ambos chicos y sabía que los dos eran de fiar.
—Sí a James, pero tenemos que cuidarnos mucho —Ayame se cruzó de brazos—. No podemos hablar directamente con ellos, piénsalo nos vigilan —Rin asintió—. Lo más seguro es que esa información que quieres ya la tenga la policía...
—Sí, existe esa posibilidad —Rin tomó un trago de su botella de agua—. Y tienes razón, no podemos acercarnos a ellos directamente, primero debemos saber quiénes son los que nos vigilan.
—¿Estás loca Rin? —Ayame se horrorizó—. ¿Cómo planeas que sepamos eso? —Rin realmente no tenía un plan, pero estaba más que determinada a hacer uno y pronto—. ¿Sabes que podrían estar escuchándonos justo ahora?
—La policía revisó este lugar de pies a cabeza, y yo lo hago constantemente. No hay micrófonos ni cámaras —Rin se había vuelto muy precavida.
—¿Sabes que en cualquier momento alguien puede entrar y colocarlos? —Rin negó y caminó hacia la puerta, señalando la bisagra desgastada, con cuidado sacó una puntilla—. La pongo cada que salgo, si alguien cruza esta puerta la puntilla se rompe una punta cae dentro de la recámara y la otra fuera, y nunca la he encontrado rota.
—Eres una maldita genio —Ayame fue a donde Rin y metió la puntilla en la bisagra, abrió la puerta y tal y como la castaña le dijo la puntilla se rompió—. ¿De dónde sacaste la idea?
—De un viejo anime —Rin recogió la puntilla y la tiró a la basura, buscando una nueva—. No puedo vivir temiendo todo el tiempo, apenas el domingo comencé a usarla, y he revisado todos los rincones del cuarto.
—De acuerdo, entones este cuarto es el único lugar seguro que tenemos —Rin asintió—. Un lugar donde nadie nos observa —la castaña asintió de nuevo—. Por fin un respiro —Ayame se aventó a su cama con una sonrisa en los labios.
—Ahora en lo que estábamos —Rin guardó todas las fotos y conversaciones que Ayame le había entregado—. Primero debemos estar seguras quiénes son las personas que nos vigilan y si lo hacen todo el tiempo.
—Los hermanos Miller —propuso Ayame.
—Sí, son los principales sospechosos, pero tengo la impresión de que hay alguien más, antes de su llegada ellos... Bueno tu perro —Rin guardó silencio pensando en que Ayame todavía estaba conmocionada por la pérdida del Gran Sabio.
—Sí, lo sé —Ayame se encogió en su lugar—. Antes de ellos había alguien distinto observándonos y no se me ocurre quién —Ayame no se había puesto a pensar que alguien en verdad la seguía hasta el día en el que su perro falleció. Había sido una pérdida enorme y todavía se lamentaba por ello, no entendía cómo alguien era capaz de lastimar a un pobre animalito inocente. Aunque el perro de Ayame ya era bastante viejo, todavía gozaba de salud y era su compañero desde que la pelirroja tenía pañales. El vínculo entre un perro y su dueño era irrompible, era amor puro y verdadero porque esos seres era lo único que sabían dar a montones. Amor y a Ayame se lo habían arrebatado sin más.
—Sé que esto sonará como una locura, pero a partir de hoy yo estaré vigilándote y tú a mí —Ayame movió la cabeza hacia un lado sin comprender—. Sí, yo estaré al pendiente si alguien te sigue mucho tiempo o si alguien te vigila y tú harás lo mismo conmigo, así tal vez yo pueda identificar a la persona que te espía a ti y tú a la que me espía a mí.
—¿Y si la persona que te vigila a ti se da cuenta de lo que estás haciendo?
—Trataré de ser muy discreta —Rin sabía que eso era arriesgado—. Si quieres yo lo haré primero y si me descubren tú no te verás involucrada...
—No —Ayame se incorporó de un brinco del colchón—. Estamos en esto las dos, si te pasa algo me volveré loca —Ayame comenzó a alzar la voz—. Yo no puedo con todo esto sola.
—De acuerdo —Rin intentó tranquilizarla—. Una vez que sepamos quiénes nos vigilan será mucho más fácil desplazarnos y hasta perderlos de vista, entonces y sólo entonces podremos hablar con James para que hable con Adam —Ayame asintió.
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Aclaraciones de la edición 2020
0.- En la siguiente aztualización (cap 11), les explicaré más a fondo por qué quité y cambié algunas cosas de Karen respecto a las perspectivas que se tenían de ella.
1.- Los nombres de Inuyasha y Sesshomaru pasaron a ser Yasha y Damon, no se apuren es temporal :D
2.- Los personajes, uso muy pocos de Rukimo, al inicio quería usar más pero los vínculos entre personajes podrían hacer algunas cosas predecibles. Así que no, la mayoría de los personajes son propios.
3.- Últimamente ni lo menciono, pero si alguien ve algún error ya sea de redacción o de ortografía por favor, háganmelo saber con respeto y todo XD Soy muy perfeccionista en ese sentido.
4.- ¡Espero que les haya gustado!
Nos leemos pronto
Recuerden que sus reviews me motivan a seguir publicando
¡Hasta la próxima!