Nuevo proyecto, algo diferente, la escuela me está comiendo viva y espero que me apoyen. No las abandonare!

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"El amor más duradero es el amor no correspondido."

-William S. Maugham

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Nico di Angelo no estaba enamorado, claro que no. Eso era impensable, y hasta cierto punto ridículo. Ni el mismo Rey de los Fantasmas comprendía como es que alguien se le hubiera ocurrido tan estúpida y poco probable idea. Por el mismísimo Estigio, era un hijo de los tres grandes y nada más y nada menos que del más inestable y loco que pudieran encontrarse; Hades.

El semidiós italiano podía levantar un poderoso ejército de muertos, convocar espíritus, viajar en las sombras, jugar con peligroso perros del infierno, había luchado junto a los 7, caído al Tártaro completamente solo y regresado con vida. Era la oscuridad que todos despreciaban, pero internamente temían con fuerza, el descanso anhelado después de una larga travesía. El camino final que todos deben recorrer.

Claramente el joven tenía sentimientos, podía tener la apariencia de un muerto, pero eso no significaba que lo fuera. Albergaba un amor profundo y absoluto a Bianca, cariño inmenso a Hazel, aprecio a Frank, respeto a Annabeth, irritación a Leo, precaución a Jason, inclusive un gran resentimiento a Hades. Hasta la llegada de Percy.

Perseus Jackson, hijo de Poseidón, la persona que se encargó de romperle el corazón. Las emociones que el semidiós más viejo causaban en el eran como viajar por sombra, primero vino la euforia a causa de toda la adrenalina, le seguía la opresión de la oscuridad y finalmente llegaba el descenso, que culminó trágicamente por supuesto. Después de todo, no era muy común que un perteneciente al Inframundo alcanzara la felicidad y mucho menos un descendiente directo de Hades. Simplemente no se encontraba en su destino.

Para Nico era tan difícil mirarlo que dolía hasta respirar, aunque como era esperado de un hijo de la oscuridad, tuvo que seguir adelante soportando solo la pesada carga en la que se había convertido el tener un amor no correspondido.

A veces el italiano podía sentir que la chica McLean lo espiaba, y con bastante regularidad escuchaba al pasar el coro de risas en la cabaña de Afrodita, además había notado como los ojos de la jefa de cabaña se clavaban como la dolorosa flecha de Cupido en su alma. Casi lo hacia querer vomitar, ella sabía que tan retorcido estaba por dentro, y sinceramente hacía tiempo que había dejado de importarle.

Y Nico, el nunca hablaría de su amor. Nisiquiera con Jason. Quien era Piper para contarlo de todos modos.