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Disclaimer: Esta historia es completamente de mi imaginación, utilizando los personajes del mangaka Masashi Kishimoto-san

Yo espero que sea de su agrado.


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CAMINO NINJA DEL SENTIMIENTO
Creer amar y aprender a amar son dos cosas distintas.

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• DÍA #420 •


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— ¡Adiós, Jun! ¡Adiós! —gritó Mirai hasta que se perdieron en la distancia.

—Aún tenemos tiempo para agendar una cita con Hokage-sama. —dijo Hinata a un lado de Sasuke.

Sasuke hizo una mueca ligera. Jun dejó de seguirlos detrás y continuó caminando del otro lado de Hinata; la observó de perfil y comparó sus estaturas. Sasuke no dejó pasar inadvertido su comportamiento y cambió de lugar con Hinata para alejarla del mocoso. Gesto que Hinata no comprendió hasta que Jun lo dijo en voz alta.

—No seas celoso. Solo estaba viendo que tan alto me veo junto a una chica adulta.

Hinata soltó una risilla que a Sasuke le causó agruras.

—Pues, retomando la plática... —expresó Hinata— ¿Vamos ahora por la cita con el Hokage?

— ¿Para qué van a hacer una cita? —preguntó Jun.

—Sasuke-kun tiene unas dudas sobre, pues, mi embarazo y pensamos que acudir con su antiguo maestro ya que podría ser de ayuda.

— ¡Espera! —dijo el muchacho con emoción cuando la idea olvidada vió la luz— ¡Es cierto! ¡Puedo conocer a La Destructora Haruno! —La mirada en ambos Uchiha fue la misma al escuchar como se refirió a su amiga.— ¡Que genial! ¿Podemos verla ahora? Dicen que su mirada es lo último que se te queda en la cabeza antes de perder la conciencia si la haces enojar.

— ¿Quien dice eso? —indagó Hinata.

—En el pueblo. —expresó levantando los hombros— Se cuentan historias de los Héroes "D" de la Cuarta Guerra: El Dios Uzumaki, La Destructora Haruno y El Demonio Uchiha. —expresó levantando los dedos al nombrarlos.

Hinata aguantó otra risilla en la boca.

—Yo te imaginaba más feo y con los ojos rojos todo el tiempo. Pero resulta que de "demonio" solo tu actitud.

—Lo... lo lamento. —indicó Hinata en dirección a su disgustado esposo por no poder aguantarse más la risa. —Iré a la Torre Hokage para separar la cita, tú puedes ir con Jun a comprar lo que haga falta.

— ¡Yo voy contigo! —exclamó Jun antes de que se separen. —Olvidé mi equipaje en recepción.

—De seguro ya la enviaron a casa. —agregó Sasuke agarrándolo del cuello de la chaqueta para que no se acerque a Hinata.

—Tienes celos de un chico de dieciséis. Me halaga.

—No los tengo. —contestó tirándolo con más fuerza hasta casi hacerlo caer para ir a comprar lo que mierda sea que decía la lista que le dieron.

— ¡Nos vemos en casa! —dijo Hinata moviendo la mano para despedirse de ambos. Ella parpadeó perpleja unos segundos cuando la apariencia de Jun cambió a la de un chico de cabellera oscura y el escudo del Clan Uchiha en su espalda. Hinata sonrió con calidez y llevó las manos al vientre de manera inconsciente.

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No había pasado ni una hora, el sol todavía estaba arriba en el cielo primaveral, pero en su frente había una vena palpitante que amenazaba con estallar. Jun se apartó un par de pasos. —Qué tal lindura... ¡Ayayayay! —lo agarró del cabello y tiró de él lejos de la octava chica que acosó mientras realizaba las compras. Quizá le hubiera tirado del pelo cuando coqueteó con la primera jovencita que detuvo en la plaza, pero no. Esta vez colmó su paciencia al escuchar de la boca de Jun su apellido para sacar ventaja.

Él no era maestro de nadie, maldición.

Una cuadras más adelante, cuando llegaron a la tienda de muebles, Jun consiguió zafarse de Sasuke.

— ¡Qué te pasa! ¡Había hecho conexión con ella! —Jun adoptó una mirada aburrida y entró con él a la tienda con una mueca que lo hacía lucir como un anciano pequeño. —No deberías mirar a otras chicas, eh. Ya tienes esposa y es un trofeo. Debe amarte como no tienes ideas para aguantar tu actitud de mierda.

—Jamás me fijaría en otra mujer. —contestó— Pero si vuelves a usar mi apellido para sacar ventaja vivirás en un genjutsu estos cuatro meses.

Jun bufó y pasó el resto de la tarde intentando ligar con alguna otra jovencita del lugar.

— ¿Me vas a hacer algo? —dijo luego de un rato, cuando se dio cuenta que el camino que Sasuke tomó lo llevó por cada vez menos y menos casa, así como una notoria escasez de personas en las calles. Sasuke no le respondió y Jun cambió su aura de matón infantil a un joven con la defensa en alto por el miedo que lo arrastraba desde los pies. — ¡Si me haces algo le diré a Hinata-san!

—Tienes mucho que aprender si crees que te dejaría recordar algo. —respondió luego de una fuerte brisa.

Jun llevó la mano al porta kunai y luego de que un conejo saltara de un arbusto, se dio cuenta que delante de él había un gran pórtico con el escudo que Sasuke llevaba en la espalda de su camiseta.

— ¿Tienes un distrito? —dijo limpiándose el sudor de la frente.

Sasuke lo miró de perfil y, mentalmente, dibujó una satisfactoria sonrisa por darle un susto. Un susto bien merecido.

—Está en construcción. Por el momento está sólo mi casa.

Jun dejó el pánico rápidamente. Las luces de los postes, las maquinarias, así como las pilas de escombros acapararon toda su atención. A la distancia encontró la única vivienda completa en pie con las luces encendidas y otra a poco de terminar en la esquina de la siguiente cuadra. —Sí que viven lejos del pueblo. —Jun se acercó a Sasuke ya completamente calmado y amistoso. Aunque Sasuke hubiera preferido que el mocoso continuase actuando asustado y distante.

— ¿Es cierto que para que una pareja tenga gemelos, tienes que hacerlo dos veces al día, a diario, por un mes?

Si hubiera estado tomando o comiendo algo, seguro que Sasuke se hubiera atragantado.

— ¿Qué? Tengo curiosidad. En el pueblo decían esas cosas.

Sasuke lo miró con disgusto. ¿De qué tipo de pueblo venía ese mocoso precoz? Ni él era capaz de ser tan directo con ese tema en particular. Sin embargo allí estaba ese intruso calenturiento, expresándose como si fueran iguales. Esos cuatros meses iban a ser una pesadilla si... Al doblar la esquina pudo ver a Hinata por la ventana de la cocina y entonces una idea le surcó la mente provocándole un terrible escalofrío.

— ¡Ya llegué!

—Bienvenido, Jun. Hola, cariño. —respondió Hinata al salir de la cocina con el mandil y una sonrisa. Hinata le dio un beso rápido en la mejilla y al regresar a la cocina, Jun la siguió como lo haría Kunai para comer. Sasuke dejó que sus pies lo guíen hasta la misma habitación porque su cabeza seguía perdida en esa espantosa idea que, claramente, no le permitiría dormir.

La merienda pasó tan animada como no sucedía desde aquella reunión improvisada con el ex-equipo Taka y el resto de entrometidos. Por momentos su mente regresaba a la realidad cuando se daba cuenta que Jun intentaba coquetear con Hinata como con las chicas en la calle, pero no le prestaba importancia ya que aquello que se había metido a su cabeza ocupaba más intensidad de lo que cualquiera podría darle.

— ¡Eh, despistado! —gritó Jun para llamar su atención luego de varios intentos fallidos de su esposa.

— ¿Te encuentras bien?

Sasuke miró a Hinata en silencio por un par de segundos, respondió un sonido trivial y luego terminó su café. Se iba a dar una ducha para borrar todo rastro de pensamientos e irse a acostar temprano para centrar su atención en el mocoso y su entrenamiento.

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Luego de dejar a Jun en la alcoba que adecuaron para su estadía, Hinata entró en el dormitorio y encontró a Sasuke acostado y dormido. Sin duda su actitud le parecía realmente extraña hace un rato, pero ella lo atribuyó a su nueva tarea como un instructor-no-instructor y, cómo olvidar, las vidas que ahora ella tenía en el interior. Entró al baño para darse una cálida ducha antes de acostarse porque en las noches de primavera todavía hacía algo de frío. Al salir se mantuvo de pie delante del espejo completamente desnuda y dio un vistazo a su vientre.

"Todavía no se nota... creo" Se dijo a sí misma poniéndose de lado varias veces observando su cuerpo en busca de un bulto notorio. Nunca antes había prestado tanta atención a su cuerpo desnudo delante de un espejo, así que no estaba segura de su así se veía una mujer embarazada de tres meses. Suspiró con una sonrisa tierna, se puso su pijama y dejó el baño en silencio para no despertar a su esposo. Ella se acostó con cuidado de no mover la cama para no despertarlo, se acercó para rodear su pecho con el brazo en busca de un abrazo y cerró los ojos para dejarse llevar por la idea de si podría hacer una última misión antes tomar la licencia por maternidad.

Pero lo que ella no sabía era que Sasuke no estaba dormido y no iba a poder dormir esa noche...y quien sabe cuantas más.

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• DÍA #421 •


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¿Jun? —dijo una voz suave— Jun, despierta.

—No, mamá. Aún no quiero...

Hinata se quedó en blanco por un momento, luego el muchacho se restregó los ojos y al estirar los brazos hizo el mismo gesto cuando la vio al lado de la cama. Jun miraba a Hinata, Hinata a Jun, Jun a Hinata, Hinata a Jun y cuando ella iba a decir algo más, él se levantó de la cama como un resorte.

— ¡El entrenamiento! —exclamó sin mirarla— Estaré listo en cinco minutos. —la tomó por los hombros y la sacó de la habitación con gentileza.

Hinata bajó a paso taciturno por la actitud del joven más que por haberle dicho de la manera en la que le dijo. En la cocina se encontró con Sasuke tomando su tercera taza de café, pero ella no lo sabía.

—Cariño, los padres de Jun... —Él la miró en silencio y ella entendió. —Fue en la... ¿Guerra?

—Sí. Parece que una de las condiciones para recibir el trasplante, aparte de que sea compatible, es que los niños sean huérfanos.

—Pero Kari...

—La cuidaba una anciana amiga de la familia. Era tan cercana que le decía abuela, pero en las pruebas no había compatibilidad genética. —Sasuke terminó el café y ella tomó asiento luego de retirarse el delantal. —A Jun lo acogieron las personas del poblado en el que creció y por el informe de la niña de Iwagakure, esta última fue acogida por un orfanato antes de que la encontraran los ANBU de Konoha.

Hinata bajó la mirada y contempló sus propios dedos durante tanto tiempo que no se dio cuenta de la presencia de Jun cuando llegó a desayunar y quien sólo la saludo de manera rápida para concentrarse en comer y empezar a entrenar.

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Dejó la mansión con un aire melancólico luego de escuchar lo que dijo Sasuke sobre Jun, y sobre Kari... y sobre la futura nueva niña que iba a ser entrenada por su esposo. Cierto era que la Guerra dejó muchas familias rotas, pero era la primera vez que estaba tan cerca de casos como esos. Niños que perdieron la vista y a sus familias. Era tan triste saber que había quien sabe cuantos niños o niñas más así por el mundo. Era tan... Tan triste.

— ¿Hinata-sama? —exclamó alguien con preocupación— ¿Se encuentra bien?

—Nii-san. —dijo ella con una forzada sonrisa.

— ¿Ese Uchiha le hizo algo? —espetó con desprecio.

—No, por... —Entonces se dio cuenta que algunas lágrimas habían acariciado su mejilla. —Oh...

Para no encolerizar y preocupar más a su primo, Hinata le explicó un poco lo que ahora sucedía en su casa, que sus lágrimas fueron producto de su actual estado que la hacía más sentimental como había indicado el doctor y que se encontraba de camino a la Central para solicitar una misión que no tome más de dos semanas porque quería estar presente en la boda de Naruto y Shion.

Neji la dejó en la Torre Hokage, pero no estaba animado como veces anteriores cuando la escuchaba platicar de una misión. Se alejó de la Torre llevado por la extraña sensación de inseguridad que le producía ahora pensar que su prima saliera de la aldea. Pero todo cobraba sentido cuando el embarazo lo ahorcaba como una cadena de acero al rojo vivo. Hinata era hábil, jamás iba a pensar lo contrario, pero había escuchado rumores acerca de que las redes de chakra de una embarazada no solía trabajar como la de un ninja normal.

Y claro, también estaba el pequeñísimo, casi invisible, prácticamente inexistente, detalle de que su prima llevaba en el vientre dos descendiente Uchiha. El apellido del último descendiente portador no sólo de Sharingan, sino también el Rinnegan.

Nada de qué preocuparse.

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¡AAAHH!

Sasuke quitó el genjutsu y Jun tomó grandes bocanadas de aire mientras el sudor rodaba por su frente a grandes gotas.

— ¡Qué te... sucede! —dijo molesto.

—No te lo voy a hacer fácil. Además es un método experimental de entrenamiento. —comentó relajado.

— ¿Expe... rimen... tal? —preguntó sacando su frente con la manga de la camiseta.

—Para activar el Sharingan debes experimentar una emoción muy fuerte.

— ¿A... sí? ¿Qué sen... tiste cuando... activaste el... el... Sharingan?

Sasuke se cruzó de brazos y pensó en aquella pelea en el puente contra Zabuza. Su doujutsu se activo al intentar defender a Naruto. Su frente se arrugó un poco. Luego llegó un recuerdo que no creyó volver a tener presente en la cabeza y sus ojos se humedecieron sutilmente.

— ¿Fue algo triste? —dijo Jun con curiosidad.

Sasuke salió de sus recuerdos donde el Mangekyo apareció después de perder a su hermano y con un rápido control de sus emociones volvió a su expresión de siempre. Por un momento abrió la boca para decirle que no era de su incumbencia, pero en ese instante recordó lo que le dijo a su esposa sobre los padres del joven. Tenían algo común, lo que no creyó capaz. Llevaba de conocerlo un día, pero su parte burlona o grosera no se mostró ante su pequeño momento de debilidad. Seguro el muchacho se sentía incómodo después de decirle mamá a Hinata.

—No tocaré esos recuerdos. —dijo Sasuke con un tono simple y el rostro sosegado. —Perder a alguien que amas no es fácil. Han pasado años y aún no asimilo lo de mi hermano.

Las expresiones en el rostro del muchacho fueron diversas, pero todas las escondió tras la curiosidad.

— ¿Tenías un hermano? ¿Menor o mayor?

Sasuke se mantuvo en silencio unos minutos.

—Mayor.

— ¿Te cuidó mucho? —preguntó llevado por una sensación de empatía— ¿Mucho más que a él mismo?

Sasuke lo observó en silencio otros minutos. Era demasiado interés como para sólo preguntar.

—Creo que lo intentó lo mejor que pudo. Jamás lo sabré ahora.

Jun bajó la mirada.

El sonido de las aves aplacó el silencio por un momento, se cruzó de brazos y miró a Sasuke de una manera seria.

—Si un recuerdo afectivo doloroso es necesario para despertar esta estupidez, ¿podrías darme unos días para asimilarlo?

Sasuke asintió sutilmente.

—Por un momento me pareciste un verdadero adulto. —dijo— Tu capacidad analítica es... aprobable.

—No eres un idiota como creía. —dijo Jun con una sonrisa amistosa.

—Lo mismo digo. —contestó Sasuke con casi, casi, casi, casi una sonrisa.

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Caminaba dando saltos porque iba a una misión de rastreo y rescate en Otogakure. Una comarca indicó que cinco niños desaparecieron ayer por la tarde después de que una banda sospechosa se estableció en Yugakure hace un par de semanas. Shino había salido hace tres días con un grupo de ninjas rumbo a Yugakure para cercar la frontera con Shimogakure mientras ella, Saidai y Ryota se encargaba de la frontera del lado oeste. Kiba se encargaría del ataque directo a la banda mientras su equipo y el de Shino se encargaban de buscar a los niños, además de sólo evitar su escape.

Parecía demasiado para enviar tres equipos, pero todo se debía a que no eran las primeras personas desaparecidas desde que esa banda se desplazaba por allí, y ya no querían más bajas.

Hinata llegó a la cima de la Montaña Hokage. Habían edificios y calles nuevas, parejas, grupos de jóvenes, y familias que disfrutaban en compañía por el nuevo sitio recreacional que habían inaugurado hace unos meses. No había tenido la fortuna de dar una vuelta y no iba a perder la oportunidad, pero luego de reconocer a dos personas cerca de un café buscó un escondite y corrió detrás de un árbol para que no la vieran allí. La culposa curiosidad la llevó a asomarse para ver a Neji siendo arrastrado de una cafetería a otra por su hermanita.

Ambos se detuvieron frente a una tienda de regalos y de pronto la mirada de Neji cambió de aburrimiento a pesadumbre. Él empezó a hablar y la sonrisa de Hanabi cambió a seriedad, para terminar plasmándose la preocupación.

Hinata cubrió su boca cuando la idea de que Neji le había dicho algo hiriente la atacó.

Hanabi se cruzó de brazos, respondió a las palabras de Neji con temple y la diversión de la plaza se fue junto con ellos por la escalinata que los llevaba de regreso a la zona urbana.

Sentía que debía ir y decir algo. Quizá Neji no se había dado cuenta de los sentimientos de Hanabi y la había lastimado, pero no podía entrometerse en una relación. No podías obligar a nadie a querer a alguien. Sólo podías esperar a que las buenas atenciones despertaran en esa persona con el tiempo. Como ella y Sasuke.

Se sentía dichosa y triste a la vez.

— ¿Es... Está triste? —preguntó una vocecita nasal.

Hinata se limpió el rostro con la manga. Empezaba a resultar incómodo ir por allí llorando por todo a causa de sus descontroladas hormonas.

—No, yo estoy... ¡Kan-chan! —dijo con una sonrisa y se acuclilló para estar a su altura. — ¿Qué haces aquí? —dijo de inmediato al darse cuenta que el niño se encontraba solo. — ¿Y Namari?

Kan evitó el contacto visual por un par de minutos hasta que tomó aire para responderle; mirándola al rostro.

—Lo... Lo estoy buscando.

— ¿Se perdió? —dijo.

—Uhm... N-No...

De pronto un estornudo le aclaró las ideas. Para todos los ninjas era una pesadilla caer enfermos, comúnmente refriados, pero para un Inuzuka era atroz. Ella lo sabía a la perfección. Después de todo Kiba le había mostrado lo horrible de no ser capaz de usar su jutsu como especialista en rastreo por olfato.

Hinata ladeó la cabeza con una sonrisa.

— ¿Y tus padres? —Kan bajó la cabeza con culpa y timidez, gestos que le recordaban a ella cuando tenía esa edad. Hinata le sonrió. —Puedo ayudarte a buscar a Namari si quieres y luego iremos con tus padres.

Kan limpió su nariz con la manga de la chaqueta y luego de un largo debate de confianza estiró la manito lentamente para que ella lo guíe. Ambos caminaron hasta una plazoleta con una fuente no muy lejos de donde se encontraban y luego de tomar asiento en el borde ella activó el Byakugan. No pasó más de un par de minutos hasta que encontró a Namari acorralado por un grupo de gatos en un callejón. Hinata tomó la mano de Kan y empezaron a correr por entre la multitud. Kiba y Akamaru ya hubieran mordido la cola de todos esos gatos, pero Kan y Namari eran un grupo tranquilo que sólo se tenía el uno al otro y que le costaba mucho demostrar fuerza sin su compañero; algo que Kiba trataba de mejorar con entrenamiento.

¡Shuu! ¡Shuu! —gritó ella cuando llegó al callejón. Los gatos salieron despavoridos y Namari dio un salto a los brazos de Kan gimiendo de tristeza y felicidad.

Hinata se agachó para revisar al cachorro.

—Qué bueno que no le pasó nada. —dijo ella luego de examinar con el byakugan en busca de rasguños.

En ese momento, con la sonrisa cálida de Hinata, Kan descubrió que de todos los adultos que conocía era la primera vez que veía valentía sin colmillos. De hecho nadie lo había salvado antes. Todos los adultos que conocía (todos ellos Inuzuka) siempre le decían que debía mostrar los colmillos para espantar los problemas. Que aquello lo haría valiente. Hinata no tenía colmillos para espantar a los gatos y aún así lo hizo. Hinata era una adulta sin colmillos que consiguió espantar a esos cuatro feroces gatos. Hinata era valiente. De hecho, Hinata era tan valiente ante los ojos de Kan en ese momento que le parecía brillar como el sol.

—No sé donde vives, pero te puedo llevar donde Tamaki-san.

Hinata se puso de pie y le tendió la mano.

Kan miró esa mano tanto tiempo que incluso Namari pensó que algo raro tenía en ella y la olfateó, pero Kan estiró su brazo, sujetó la mano de Hinata y sus mejillas se pintaron de un intenso rojo que Namari lamió creyó que era mermelada.

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Llegó para el atardecer con un par de compras porque tenía ánimo de preparar un pastel para Jun. Luego del incidente en la mañana donde la llamó mamá creyó que habría incomodidad. No sabía cómo eliminar la incomodidad, pero al menos preparar un pastel para disculparse por meterse a la alcoba sin permiso podría remediar un poco la situación.

— ¡Se prendió! ¡Se prendió! ¡Cómo lo apago! —gritó Jun desde la cocina cuando ella abrió la puerta principal. Sasuke y Hinata se encontraron en el pasillo con el mismo rostro contrariado y al llegar a la cocina encontraron a Jun con el sartén en llamas y un vaso con el cual lanzar agua.

Sasuke realizó un movimiento con la mano y el sartén prendido desapareció en un portal quien sabe en qué parte del desierto de Suna. Ella soltó las compras y corrió a revisarlo. — ¿Estás bien, Jun?

Ella agarró la mano del muchacho, el recuerdo de una niña llegó a la memoria de Jun y él se apartó con brusquedad. El gesto rápidamente pasó por algo inadvertido en el rostro del muchacho y dejó el lugar sin mirar a ninguno de los dos. Hinata contempló a su esposo y antes de poder preguntar por su actitud, Sasuke la interrumpió.

— ¿Vas a una misión? —dijo con seriedad.

—Oh... Pues sí. Parto mañana por la mañana.

— ¿Quién te acompañará?

—Pues... Los chicos de la última vez. ¿Los recuerdas? Saidai-kun y Ryota-san.

La mirada de Sasuke se perdió por un momento en recuerdos y luego volvió a su aura relajada, levantó la funda de compras y luego de un vistazo a los ingredientes tomó el mandil. —Ve a descansar, yo lo preparo.

—El... ¿Pastel? —dijo anonadada y confundida por... por todo.

—Es como preparar uno de sal. Cambiaré la sal por azúcar y ya.

—De... acuerdo. —dijo perdida y dejó la cocina sin saber qué pensar exactamente por la actitud de ambos.

Hinata subió a paso taciturno por la reacción de Jun y antes de entrar a su habitación encontró la puerta de su antigua alcoba entreabierta; Jun estaba escudriñando entre sus cajones. — ¿Necesitas algo? —Jun dio un salto que pudo llevarlo al techo si hubiera sido un gato.

— ¡Perdón! ¡Perdón! ¡No vayas a creer que buscaba tu ropa o algo así! —Jun se puso de pie luego de cerrar el cajón y suspiró. —De verdad no lo soy. —Volvió a decirlo un poco culpable. — ¡Tampoco soy un ladrón! —agregó ante la ceja levantada de Hinata en la puerta.

—Pues... No quiero sonar ruda, pero no se me ocurre otro motivo por el cual puedas revisar mis pertenencias.

Jun se dejó caer en la cama con los brazos caídos y tomó aire hasta que sus pulmones se hincharon como un sapo. Expulsó todo el aire con fuerza.

—Quería saber un poco más de ti. —contestó— Nada romántico, lo prometo. —agregó con una sonrisa.

Hubo una larga pausa antes de que ambos quisieran decir algo, Hinata ganó la palabra.

—No me cuentes si no lo deseas. Lo que te haya sucedido no es para mi conocimiento si aquello te incomoda. No es necesario que me lo cuentes, ni a Sasuke tampoco. Sólo quiero que sepas que no te cuidamos por obligación, bueno, quizá un poco para Sasuke-kun, pero yo no siento que sea una obligación. Te veo como a mi hermanita. Ella es un par de años menor.

Jun sonrió.

—Gracias.

Hinata le regresó la sonrisa.

—Si deseas conocer sobre mí, sólo pregunta. No me molesta platicar.

Jun se levantó de la cama con un ánimo diferente. Más despreocupado. Más como el día de ayer.

— ¿De verdad vas a una misión en tu estado? —preguntó mientras caminaban por el pasillo para ir a la sala— No sé mucho de esta aldea, pero hasta yo sé que es una idea estúpida. Eres la esposa del último ninja que posee un Sharingan puro y, además, el Rinnegan. ¿No serás un blanco fácil? Digo... ¿No se supone que ciertas mujeres embarazadas tienen una red de chakra inestable durante la gestación?

Hinata parpadeó confundida.

—Mi madre tuvo que dejarlo un tiempo cuando... Bueno, eso es lo que he escuchado en la aldea. —se interrumpió a sí mismo evitando la mirada.

—Sasuke-kun también sabe que voy a una misión. ¿Quién les dijo?

—Tu hermana. —contestó cuando ambos estaban en el pasillo del primer piso. —Estuvo aquí como hace una hora con un tipo de tu mismo clan que tenía el rostro igual de seco que Sasuke. Yo creería que personas de igual carácter se llevaría bien, pero ellos no. Estuvieron mirándose con odio todo el tiempo. Y tu hermana es muy descarada, sabes. Ni siquiera es de mi tipo y me regañó porque la estaba mirando. —agregó ofendido— Ni que me fuera a fijar en una niña como ella.

Hinata sonrió incómoda.

—Hanabi-chan suele ser un poco...

—Te dije que vayas a descansar. —interrumpió Sasuke cuando entraron a la cocina.

—Tengo hambre. —dijo Jun— No me digas que parte de ese "entrenamiento experimental" es matarme de hambre, porque entonces me niego.

— ¿Experimental?

Sasuke suspiró ante las palabras de Jun e ignoró el comentario de Hinata, creó un par de clones y mientras él seguía concentrado en el pastel, los otros dos procuraron preparar huevos revueltos, té de cedrón, tomate picado y arroz. Cada clon de Sasuke colocó la merienda en una bandeja individual y los mandó a la sala casi de una patada.

— ¿Sabes si le pasó algo a Sasuke-kun? —preguntó cuando ambos tomaron asiento en el bordillo de la sala mientras una suave llovizna acariciaba las hojas del árbol en el jardín.

—Si tú no sabes que eres la esposa, yo menos. —Jun metió una cucharada grande de arroz y tragó con rapidez. —Después de entrenar mentalmente, y del entrenamiento físico, bostezó un par de veces. Supongo que no durmió bien.

Hinata miró el firmamento por un breve momento antes de cambiar el tema. Platicar sobre trivialidades se le daba bien a cualquiera y Jun parecía disfrutar la plática también. Si Sasuke de verdad no había descansado bien, seguro era alguna preocupación de la que se encargaría personalmente.

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Sasuke salió de una larga ducha después del fracaso que tuvo como pastelero por primera vez. Hinata fue considerada y se comió el único bocado que se metió a la boca, pero el mocoso no sólo lo escupió, sino que no paró de reírse hasta que lo envió a dormir. Luego de secar su cabello con la toalla, salió del baño sin camiseta porque estaba acostumbrado a pavonearse delante de Hinata para verla sonrojar, pero ella ya estaba profundamente dormida. Permaneció de pie junto a la cama para observarla en silencio.

¿Quién podría dormir sabiendo que mañana tenía que visitar a Kakashi mientras ella se iba de la aldea a una misión?

Lo primero quedó totalmente oculto cuando la segunda opción acaparó toda su atención, quizá ni la hubiera pensado en sus más locos sueños —los que, generalmente, no recordaba—, pero tenía que venir la entrometida de su cuñada para decirle que no la dejara ir.

Sasuke no se llevaba bien ni con Hanabi ni con Neji, estaba seguro que ninguno se hablaría por el resto de sus vidas si no fuera que los unía el amor hacia Hinata, pero allí llegó ese par por la tarde a comunicarle que Hinata se ausentará de la aldea por un par de semanas. Todos confiaban en sus habilidades como ninja, pero ninguno de los tres era capaz de quitarse esa aguja del cerebro que la ponía como blanco de secuestro.

Sasuke suspiró.

No podía decirle que no fuera porque él sabía que ella era una excelente kunoichi. Pero...

"Hinata, no es que no confíe en tus destrezas. Pero dentro de ti hay dos niños con mi ADN. ¿Lo entiendes?"

Sasuke sacudió su cabeza con fuerza y caminó hasta el otro lado de la cama para ver su rostro.

"Hinata, tienes dos bebes Uchiha allí dentro. Es que quieres que te secuestren o qué"

Volvió a sacudir su cabeza de nuevo y caminó hasta la ventana. La lluvia no había cesado desde la merienda y parecía que no lo haría hasta el amanecer.

"Hinata, recordé que tú eres mejor en esto de los doujutsu que yo. Cambiemos. Iré a esa misión mientras te encargas de Jun. Yo ya no lo soporto."

Apretó la mandíbula y al voltear para mirarla de nuevo, descubrió que buscaba algo con qué cubrirse porque tenía un poco de frío. Dejó la ventana abierta y se acostó para que ella lo usara como calefactor; aquello sucedía desde que compartían la cama en el departamento. Él devolvió el abrazo y no dejó de acariciar su cabello hasta que cerró los párpados como un inservible método para dormir.

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• DÍA #422 •


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— ¡Que te vaya bien, cariño! —dijo el sonriente rostro de su esposa en la puerta.

"Hinata, ¿segura que quieres dejarme solo con el mocoso? No me hago responsable de lo que le pase si te vas."

—Cuídense los dos, sí. Y, pues, asegúrate de que no falte a la cita con el Hokage. —le dijo a Jun.

"Hinata, enséñame a preparar un pastel."

—Tú confía en mí. —contestó el mocoso.

"Hinata, ya fui a una boda solo y fue una pesadilla. Mejor quédate que podría alargarse tu misión."

Hinata se levantó un poco para darle un beso en la mejilla a Sasuke antes de dejar la casa.

"¡Hinata Uchiha! ¡Por qué no eres capaz de leer mis pensamientos!"

—Ella va a estar bien. —dijo Jun dándole un codazo en el brazo. — ¿Qué es lo peor que le puede suceder a la mujer embarazada del último Uchiha?

Sasuke apartó la mirada de su esposa para desquitarse con el mocoso, pero éste ya había ingresado.

El desayuno fue una piedra, la cara de Sasuke era de una piedra, la sensación en la casa era como piedra.

"Hinata, quédate."

"Hinata, te ordeno que te quedes."

"Hinata, me sentí horrible por abandonarte, ahora te digo que me siento mal de que te vayas. ¿Te sientes horrible?"

"Hinata, yo..."

—Si estabas preocupado por ella, debiste decírselo. A las mujeres les gusta que los hombres muestren emociones por ellas. Eso las hace sentir amadas. —La dureza en el rostro de Sasuke se volvió indiferencia.

"Hinata, si te vas a esa misión ya no podrás abrazarme en la cama."

"Hinata, si te vas a esa misión empezaré a salir de la ducha sin los pantalones."

"Hinata, si te vas a esa misión..."

— ¿Las mujeres embarazadas pueden tener sexo con su pareja?

La mente de Sasuke se puso en blanco al escucharlo.

—De nada. —expresó con una corta reverencia— Ahora termina tu desayuno que Hinata-san me dijo que la cita era a las diez.

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Jun no paró de coquetear camino a la Torre Hokage, pero a Sasuke ya no le importaba su actitud de picaflor. Las frases desesperadas sobre Hinata tampoco lo abrumaban como antes porque ahora sólo podía imaginar la estúpida mirada de Kakashi cuando entrara al despacho.

Ese día parecía estar en su contra: su esposa embarazada se iba a una misión y su antiguo maestro se iba a burlar porque en lugar de uno iba a tener dos.

— ¡Sake-san! —gritó Kari detrás del escritorio de Samami, pero ésta no la acompañaba. Ahora tenía un ANBU a su lado. Kari miró a Jun con ojos inquisitivos, de pies a cabeza. — ¿Eres el malcriado del otro día?

— ¿Malcriado? —contestó Jun ofendido— ¿Quién te dijo eso?

—Samami-neesan.

— ¡Esa fea cuatro-ojos!

Un ANBU con máscara de elefante se unió al león que vigilaba a Kari. Dio un par de pasos en dirección a Sasuke para comunicarle que se encargaría de Jun por una hora, que era la duración solicitada por Hinata al Hokage, pero Sasuke sabía que con el apretado itinerario que manejaba Kakashi estaba más que seguro que su antiguo maestro había alargado el tiempo que ella hubiera solicitado como prioridad.

—No te demores. —dijo Jun tomando asiento detrás del escritorio de la asistente después de sacar a Kari casi de un empujón. Sasuke chasqueó la lengua, tomó aire y antes de abrir la puerta, alguien lo hizo por él y luego el golpe en el pecho le quitó la tranquilidad que había robado del oxígeno.

— ¡Perdón, Sasuke-kun! —expresó Sakura con una reverencia— Pero si no me doy prisa, me dejará el equipo. —Antes de que ella diera un par de pasos extra, Sasuke la tomó del hombro.

— ¿A qué misión vas?

Ella miró el pergamino con energía y una sonrisa confiada para responder. —Misión de búsqueda y rescate en Otogakure. —Sakura dio media vuelta para retomar el camino, pero Sasuke la volvió a detener del hombro.

—Cuídala, por favor. —fue lo único que dijo antes de entrar al despacho dejándola con los ojos muy abiertos, pero también con la mirada perdida en la confusión que la mantuvo en el pasillo unos segundos. Tiempo que le tomó a Jun en pararse delante de ella y tartamudear algo inteligible. Sakura miró el rostro del muchacho por un breve instante. Ese adolescente desconocido la miraba igual que lo hacían las chicas de esa edad a Naruto cuando caminaba por la Academia. Le sonrió a Jun con torpeza, porque todavía estaba perdida en el "por favor" que dijo Sasuke, dio media vuelta y desapareció del pasillo llevada por la tardanza.

— ¿Nii-chan? —dijo Kari luego de tirar por duodécima vez la chaqueta de Jun.

Ella es más hermosa de lo que me había imaginado. —expresó en un suspiro con la mirada perdida en el pasillo vacío.

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El despacho de Kakashi le parecía más oscuro de lo usual. ¿O se lo estaba imaginando? Caminó hasta el escritorio y encontró la serena figura de su antiguo maestro sentado en su sillón, dándole la espalda, mirando el cielo despejado de ese día primaveral.

—Toma asiento.

Por una fracción de segundo le pareció estar en una cueva, pero luego descubrió que sí había un asiento para él y aunque no quería hacerlo, obedeció llevado por un antiguo sentimiento de respeto que guardaba en lo más profundo. Kakashi volteó lentamente y aunque llevaba puesta esa estúpida máscara, podía ver la sonrisa de oreja a oreja que amenazaba con sacarle un par de venas en la frente.

—Felicidades. —dijo de manera paternal, sintiendo a Fugaku y Mikoto por un breve instante en el mismo lugar.

— ¿Cómo te enteraste? —apresuró a decir para eliminar esa extraña bruma en el pecho.

—El tiempo. —comentó tranquilo— Era cuestión de tiempo para que sucediera. Después de todo eres un hombre joven con una esposa cariñosa y linda. —Sasuke chasqueó la lengua. — ¿Cuanto tiene de embarazo?

—Tres meses.

Hubo un silencio seco antes de que Kakashi sonriera de aquella molesta forma.

— ¿Regalo de Navidad? —Sasuke se cruzó de brazos y arrugó la frente ligeramente y por fin la odiosa risa de Kakashi le taladró la conciencia. —No te enfades. —apresuró a decir— No me estoy riendo porque vas a ser papá. Es más un sentimiento de felicidad que estoy experimentando. Tú, Naruto y Sakura son como mi familia, sabes. Ustedes fueron el primer equipo que tuve a cargo y tal como te sucedió con Hinata, yo les tomé aprecio por el tiempo de convivencia.

La arruga en la frente de Sasuke desapareció, al igual que el bloqueo que creó con los brazos, pero eso sólo retomó la incomodidad de estar sentado delante de su antiguo maestro sin saber para qué exactamente.

— ¿Tienes alguna duda?

—No.

— ¿Seguro?

Sasuke miró a Kakashi a los ojos. Éste lo miraba igual que Kurenai. El rostro de Kari y de Mirai emergieron después y entonces la primera de muchas dudas empezó a formularse en su cabeza.

— ¿Y bien?

—Kari. —dijo Sasuke, un tanto reticente.

— ¿Qué sucede con ella?

— ¿Cómo manejas lo de tu hija? —Kakashi se echó hacia atrás en su silla.

—Si te refieres a cómo lidio con ella, pues he de decirte que es difícil. No te voy a mentir. Ella apenas tiene cuatro y es muy inquieta. A veces la miro y pienso que adopté a Naruto.

— ¿Crees que fue un error?

Kakashi dejó de divagar en el techo y lo miró a los ojos. Sasuke trató de mantenerse sereno e inmutable, pero no por nada Kakashi se había convertido en Hokage y la pregunta seguro que despertó algunas hipótesis en su cabeza.

—Sí, lo pensé. —Respondió con seriedad y entonces la indiferencia de Sasuke despareció un breve momento para dar paso a la curiosidad. —Para ser completamente sincero adopté a Kari porque no quería que una persona con mi sangre y ojos Uchiha estuviera por el mundo shinobi sin el correcto entrenamiento. Como un ex-poseedor del Sharingan sabía a la perfección lo que se sentía. Al inicio Kari era muy testaruda y no me obedecía para nada. Con todo el trabajo que demanda ser Hokage y una niña que no conoces hubo un momento en el que la quise regresar con la mujer que la estuvo cuidando, pero luego me di cuenta que ella estaba sola y triste porque había perdido a sus padres. Yo también había perdido a los míos desde joven, pero ella lo es aún más y entonces me di cuenta que ella no era el error, lo era yo.

Sasuke se movió ligeramente en la silla.

—Nunca he tenido una pareja estable, o pareja siquiera, y ustedes ya eran grandes. Estaba suponiendo escenarios que no iban con ella. Tuve que pedir un poco de ayuda. No es malo hacerlo. Libros y amigos con hijos pueden ser muy útiles, pero nada es mejor que aprender en la marcha. Como cuando empiezas en la Academia: si miras todo lo que tienes que aprender, te abrumas, pero si vas un día a la vez se vuelve sencillo.

Sasuke bajó la mirada y se acomodó un poco en la silla.

— ¿Crees que el embarazo es un error? —dijo Kakashi luego de unos minutos.

—Sólo pensaste en abandonarla, no lo hiciste. —añadió sin pensarlo demasiado.

— ¿Y tú lo hiciste?

—Sí. —contestó apretando la mandíbula. —Me enteré hace muy poco y la dejé abandonada en el hospital durante un día completo.

— ¿Y qué hizo Hinata? —el gesto en el rostro de Sasuke fue una respuesta que Kakashi dijo en voz alta. —Te perdonó.

En el silencio del despacho se pudo escuchar la risa de Kari en la parte de afuera por un instante.

—Tiene sentido que esté aquí. Seguro que ahora te sientes como un cretino. —Sasuke levantó la mirada por el término que usó con él. Era la primera vez que se expresaba de alguien de manera despectiva. — ¿Qué hizo que te fueras en primer lugar? —Sasuke arrugó la frente.

¿Es que no escuchó que enterarse de la noticia fue lo que lo hizo desaparecer?

— ¿La dejaste porque ibas a tener un bebé o porque ibas a ser padre?

—Es lo mismo. —respondió de mala gana.

—No, no lo es. Si te hubieras ido por que ibas a tener un bebé, entonces no estarías aquí porque de verdad no deseabas un niño o familia. Pero estás aquí, sentado delante de mí, platicando sobre paternidad. —Kakashi se acomodó en la silla. —Te fuiste porque ibas a ser padre, un término con el cual estás confundido por lo sucedido en tu infancia. Está bien, es normal. Ahora que ya conoces lo que sucedió con tu Clan esa noche, tus sentimientos están mezclados. No quieres cometer errores, pero hay una línea borrosa entre tus enseñanzas y las fallas que se cometieron.

Sasuke bajó la mirada y el rostro nítido de Fugaku emergió de sus más olvidadas y profundas memorias.

—Sé que quieres a ese bebé, Sasuke. Lo sé porque amas a Hinata. Estás aquí por ella. Si la amas a ella, entonces también amas al bebé.

—Bebés. —dijo luego de unos cortos segundos en los que levantó la mirada y encontró la sorpresa en esos ojos aburridos.

—Bueno... Hiashi tuvo un gemelo, así que calmaré mi estupor.

En el silencio del despacho se pudo escuchar la risa de Kari una vez más.

—Espero que tus hijos sean calmados. Quizá se te hará más sencillo.

De nuevo estaba ese silencio que ponía más incómodo a Sasuke de lo que una vez experimentó con Hinata en el departamento.

—Lamento no poder ayudarte con las etapas del embarazo. Afortunadamente es algo con lo que no tuve que lidiar. —comentó con una sonrisa— Pero he escuchado que es duro para nosotros así que toma. —Del primer cajón de la izquierda sacó un libro de portada blanca donde una pareja resaltaba con una sonrisa y un abultado vientre. Sasuke se estiró y lo tomó. —Te ayudará, espero. —Sasuke levantó la ceja. —Cuando tomé con seriedad ser padre de Kari, le pedí a Samami que compre un libro sobre el tema, pero el primero que trajo fue este. A mí no me sirve porque es para la pareja durante la gestación.

— ¿Y planeabas dármelo a mí? —dijo un poco disgustado.

—En realidad creí que el primero en tenerlo sería Naruto, pero... —Hubo una mirada de obviedad de parte de Kakashi y Sasuke chasqueó la lengua como un gesto de ironía y molestia.

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Jun continuó con ese estúpido coqueteo y no fue hasta que una fuerte cachetada llegó a sus oídos que salió de las últimas palabras que le dijo Kakashi sobre la educación de sus bebés. Miró al muchacho con una ceja levantada.

—No digas nada. —amenazó Jun con la mejilla hinchada y roja, pero ante Sasuke sólo parecía un mocoso más. —A dónde vamos?

—Donde un amigo.

Jun hizo una mueca de quemeimportismo y lo siguió en silencio sobando su rostro por unos minutos antes de comprar una paleta para ponerla en su rostro.

— ¿Y se supone que así voy a despertar el sharingan o qué? ¿Caminando de casa en casa para aprender sobre bebés? —agregó de mala gana, pero Sasuke lo ignoró y durante un corto trayecto llegaron a un edificio antiguo y de madera. Subieron al último piso y luego de un fugaz debate de si estaba haciendo lo correcto, dio un par de golpes en la puerta. Los recibió Naruto con la camiseta sucia de pintura.

— ¡Idiota! ¿Y esa sorpresa? No me digas que ahora sí vas a competir conmigo para ser Hokage. —Naruto le dio un golpe en el hombro con una amistosa sonrisa hasta que descubrió al muchacho con el rostro hinchado parado detrás. — ¿Y ese quien es? ¿Está contigo?

— ¿Cómo que ese? No soy un objeto. ¿Este es el tal "Dios Uzumaki"? —Remarcó un par de veces las comillas luego de decirle aquello a Sasuke. —Parece que la única buena integrante del Equipo D es la Diosa Haruno. —murmuró para sí.

— ¿Dios Uzumaki? Me llamo Naruto, no Dios.

Sasuke cerró los ojos un momento, lamentándose de haber ido. — ¿Me vas a dejar entrar o no?

Entró sin esperar respuesta y encontró todo limpio, paredes en proceso de secado y otras en proceso de pintado. No había basura en el piso, no había comida añejada en la mesa, no había ropa sucia en las sillas del comedor, ¡no habían cajas de ramen en ninguna esquina visible! Sasuke frunció el ceño, volteó y miró a Naruto. — ¿Qué-? ¡Mierda!

—No es un sueño.

— ¡Y por qué mierda no te pellizcas tu propio brazo, de veras!

Jun entró al departamento e hizo lo mismo que en casa de Kurenai y Sasuke: husmear por todas partes. Naruto limpió un poco sus manos en la camiseta que llevaba puesta y sacó del refrigerador un par de cervezas. Sasuke volvió a hacer el mismo gesto con su rostro. — ¡Qué! ¡Ya deja de mirarse así, idiota!

— ¿En qué momento maduraste?

—Antes que tú, obviamente. Todo lo que tú has hecho, yo ya lo hice y dos veces mejor. —Sasuke soltó una corta risa pensando en su esposa y cómo la hacía gritar de pla...

— ¿Para mí no hay? —interrumpió Jun delante de los hombres en el comedor.

— ¿Quién eres? —volvió a preguntar Naruto señalando el refri para que se sirva un poco de jugo.

—Jun Nakamura, lo estoy entrenando. —comentó Sasuke bebiendo un poco. Jun rodó los ojos y murmuró un "Entrenando, sí claro." mientras daba un vistazo al refrigerador en busca de algo para beber. —Una orden implícita en los tratados de paz. —Naruto le quitó la última cerveza al mocoso y le pasó el cartón de jugo. —Tiene ojos Uchiha, así que intentamos despertar el Sharingan.

— ¿Como la hija de Kakashi-sensei? —Sasuke asintió.

— ¿Quien, Kari? —preguntó Jun— ¿Ella es como yo? —pero ambas preguntas pasaron de largo y salieron del departamento sin respuesta.

—Pero no vine por eso. Me sugirieron que comparta la noticia con mis allegados y eres el único en el pueblo.

— ¿Noticia? ¡NO ME DIGAS QUE TE VOLVISTE ANBU PORQUE-!

—No. —interrumpió Sasuke empujándolo del rostro para que no continúe acercándose.

—Qué alivio. ¡No puedes ser ANBU antes que yo! ¡Juntos o nada, idiota! —Jun volvió a abrir el refrigerador para servirse un pedazo de pastel casero que estaba a un mordisco de estar completo.

Sasuke bebió un largo trago de la cerveza, miró al rubio a los ojos, sacó el libro que tenía bajo el brazo y tomó aire mientras mostraba la portada.

—Voy a tener gemelos.

—Ah, era eso.

El pastel que tenía en las manos se cayó al suelo cuando el trago de cerveza que Naruto tenía en el boca le mojó toda la espalda.

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Para el anochecer el equipo de Saidai se asentó en un pequeño claro, los cuatro bajaron de los lobos y estos se fueron del lugar en una ¡poff!. Saidai miró a su compañero y pensó por un momento en decirle lo que su olfato, y compañeros caninos, le había comunicado, pero primero iba a preguntarle a Hinata si ya lo sabía.

— ¿Sí?

Quisiera preguntar algo. —dijeron al mismo tiempo tanto la médico como el Inuzuka— En privado. —Volvieron a decirlo luego de una confusa mirada.

—Las damas primero. —dijo Saidai retrocediendo un paso, Sakura igual.

—No, está bien. La prioridad la tiene el líder de escuadrón. —comentó la médico con una corta sonrisa.

—Insisto. No es urgente, Sakura-san. —Saidai realizó un gesto con la mano para darle paso.

—No, Saidai-san yo-

—Por qué se molestan en preguntar si ya todos sabemos que está embarazada. —interrumpió Ryota desde atrás luego de encender un fogata. El sonrojo y una incómoda sonrisa se pudo apreciar gracias a la luz.

— ¡Ryota! —regañó su compañero— ¡Qué pasa si no lo sabía!

—Pues se enteraba y ya.

Sakura parpadeó perpleja en dirección a su amiga y Hinata miró a todos sus compañeros un poco culpable. Ella sabía a la perfección que su estado era completamente notorio para ninjas de rastreo expertos, pero no deseaba ser una carga durante la misión.

— ¡Yo-! —Un abrazo la golpeo levemente y la sinceridad de esas palabras le estremeció el corazón.

— ¡Es increíble! ¡Felicidades, Hinata! —Sakura se alejó sin soltarla de los hombros.

— ¿No estás... incómoda? —Preguntó la embarazada llevada por el peso de esa sonrisa en el rostro de su amiga.

—No voy a ocultar que es inesperado, pero no voy a pensar más allá de la alegría que se tiene al saber que una de mis amigas va a ser mamá. —Los ojos de Hinata se humedecieron. —Si tú eres feliz, si Sasuke-kun es feliz... Entonces también lo soy. —Expresó con ternura y las lágrimas no demoraron en rodar por las mejillas de Hinata, quien trató de eliminarlas rápidamente dando excusas basura de su exagerada reacción. En ese segundo las palabras de Sasuke antes de marcharse cobraron otro sentido y al igual que Neji y Hanabi, la médico se dio cuenta de algo realmente importante.

—No quiero apagar tu felicidad, Hinata, pero... ¿Estás segura que hiciste lo correcto en venir? —El comentario atrajo la mirada de Saidai y Ryota, así como poco a poco desapareció las lágrimas de la embarazada en cuya mueca se podía leer su confusión. —He leído y tratado a un par de kunoichi embarazadas y su red de chakra suele fluctuar durante la gestación. No quiero decir que sea un problema médico. No, claro que no, pero en una misión... —Hinata bajó la mirada llevada por pensamientos a los que no habían dado prioridad antes. Aparte de los pequeños gustos que le daba por ciertas comidas, ella se sentía realmente bien. —Dejemos de lado un momento que tu red no vaya a tener ningún problema. ¿Ese bebé no sería un blanco tentador?

—Cierto. —Expresó Ryota sentado junto a la fogata cuando la misma idea de Sakura se armó por completo. —Es mitad Uchiha, mitad Hyuga. —Ryota suspiró y pasó la mano por su cabello con un toque exaltado. —Sharingan, Rinnegan y Byakugan. ¡Imagina ese poder!

La sensación de encender una bombilla al entrar en una habitación completamente oscura fue lo que golpeó a Hinata en la cabeza. En ese segundo se dio cuenta y logró comprender, o eso quiso creer, por qué Sasuke se había alterado tanto con la noticia. Cierto que cualquier ninja con habilidades especiales era blanco de secuestro, ella lo sabía perfectamente, pero ningún ninja podía ser tan exquisitamente atrayente como los que tenía en el vientre. Ryota lo había expresado muy bien. En su Clan no todos consiguen despertar el Byakugan así que había un cincuenta por ciento de probabilidad que sus bebés nacieran sin habilidades, pero también estaba la otra mitad del ADN. La mitad que le pertenecía a Sasuke y que no sólo tenía el Sharingan, sino el Rinnegan.

Sharingan, Rinnegan y Byakugan. Ser consciente de todo eso ahora era...

Era abrumadoramente aterrador.

— ¡Hinata!

Sakura alcanzó a sostenerla para que no golpeara el suelo, Saidai y Ryota corrieron en su ayuda cuando perdió la fuerza en su piernas.

—E...Estoy bien. —dijo ella en el suelo luego de beber un poco de agua.

—Le puedo decir a Romeo que te lleve de regreso. Para el medio día de mañana estarás en la aldea.

—Si ella no se encuentra en perfecto estado, sería peligroso enviarla sin uno de nosotros. Podrían atraparla si sufre un distorsión en la red o si se desmaya por el camino. —expresó Sakura mientras la examinaba.

—Eso nos va a retrasar medio día o más. —comentó Ryota.

—No... No es necesario. Estoy bien. Es sólo que, pues... Me enteré de mi estado hace muy poco y, pues, yo no lo había meditado con cuidado. Quiero decir. Estoy feliz de tenerlos, pero no me había dado...

— ¿Tenerlos? —Exclamó Ryota. — ¿Más de uno?

El rostro de su equipo la observó con el mismo toque de sorpresa y luego de un barrido rápido por cada par de ojos, Hinata asintió con lentitud. —Serán gemelos. ¡O-O mellizos! No... no lo sé. —Ryota se dejó caer sobre el suelo de hojarasca, Saidai apretó los labios inseguro de saber hacía donde mirar y Sakura permaneció en blanco un breve instante. Hinata respiró profundo antes de hablar.

—No volveré a pensar en esto hasta regresar a la aldea. Mi prioridad es la misión y mi condición no es un impedimento para cumplirla.

—Pero, Hinata.

—No te preocupes, Sakura-san. —dijo con una sonrisa— Lo que me sucedió hace un momento fue por la sorpresa, no por ellos. Prometo que estaré bien. No dejaré que lastimen a mis hijos y tampoco a mi equipo.

La comisura en los labios de Sakura esbozó una no muy confiada sonrisa.

—Interesante que en una misión para encontrar niños, tengamos dos de polizones. —dijo Ryota con una sonrisa tosca que no le quitó belleza a sus facciones masculinas. Sakura y Hinata se levantaron y tomaron asiento junto a la fogata mientras Saidai se apartaba para hacer la primera guardia.

—Comprendo que Saidai-san se diera cuenta del embarazo, es Inuzuka, pero tú cómo. —preguntó con curiosidad.

—Soy parte de un equipo de rastreo, lindura. ¿Cuál crees que es mi habilidad? —preguntó levantando una ceja en dirección a Sakura y esta dejó el piropo a un lado para pensar un poco.

—No usas insectos, ni olfato, ni doujutsu... ¿Eres un ninja sensor?

—Sensor tipo energía. —Hinata tomó un bocadillo que llevó para sí mientras los escucha platicar. Ella ya había visto a Ryota en campo, pero no sabía muy bien cómo era su ninjutsu. —Todos desprendemos una carga de energía diferente y al contrario del aroma, estas duran incluso cuando llueve. Ella desprende dos tipos de energía. Eso sucede sólo cuando está embarazada o cuando está bajo un genjutsu.

— ¿No deberían ser tres? —indagó Sakura mirando a su amiga— Ella y una por cada bebé.

—Allí está el vacío de mi habilidad. Todos los embarazos desprender un mismo tipo de energía, sin importar quien sea la madre. Ella puede tener diez bebé allí dentro pero sólo sentiré dos tipos de energía.

Sakura y Hinata sonrieron incómodas por la exageración.

—Será mejor que descansemos. —sugirió Sakura mirando a Hinata con un "Tú sobre todo" y aunque había dicho no volver a pensar en ello, los ojos Sharingan, Rinnegan y Byakugan no la iban a dejar descansar apropiadamente.

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• DÍA #423 •


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Una sombra se coló por entre los arbustos, parecía arrastrarse, pero en realidad daba pasos cautelosos. Casi parecía volar. Todos estaban dormidos, incluso Hinata. Ella siempre había tenido el sueño pesado, pero en misiones solía abrir los ojos incluso con el aleteo de un colibrí. Quizá su estado había bajado sus defensas, quizá ahora estaba cansada, quizá sólo quería dormir un poco más porque así se lo pedía su cuerpo.

La sombra llegó hasta ella y metió la mano en el porta-kunai que llevaban en la espalda.

La navaja desprendió un pequeño destello con la luz de la luna y luego las gotas de sangre mancharon el suelo de tierra.

Abrió los ojos con el Sharingan activado, el sudor le rodaba a gruesas gotas por la frente y su pecho subía y bajaba abruptamente. "Maldita sea..." Tomó asiento en la cama y se quitó la camiseta para secarse el rostro. Normalizó su respiración antes de salir de la habitación por un poco de agua. La sensación era la misma de aquella pesadilla que tuvo en el desierto y no le agradaba en lo absoluto. "¡Maldita sea!"

Se repitió a sí mismo que ella iba a estar bien, que sólo era producto de burdas preocupaciones. Sin embargo no deseaba tener otro tipo de imaginación tóxica al dormir así que, todavía sin el sol en el horizonte abrió la puerta de la sala, creó un par de clones y bajo el manto gris de una amenazante llovizna empezó a entrenar.

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— ¡Qué carajo! —Jun cayó de la cama cuando un golpe seco contra la casa lo sacó de un bello jardín en donde perseguía a una pequeña durante un juego de escondidas. Se asomó por la ventana, pero sólo tenía la perfecta vista del pórtico del distrito y colina abajo el agujero donde estaba creciendo la aldea. Salió por la ventana cuando vio un clon de Sasuke desaparecer a un costado. — ¡Está-! ¿Eh? —Soltó la postura de ataque y regresó el kunai al tatuaje que tenía en el brazo.

Sasuke y otro Sasuke reparaban la puerta de la sala.

— ¿Entrenas sin camiseta? —dijo interesado en el vendaje que cubría todo el brazo, igual que el rubio tarado del día de ayer. — ¿Eres sonámbulo?

—Cierra la boca y prepara el desayuno. —demandó enojado por su estupidez.

—Como digas, "maestro".

Cuando Jun pasó por la puerta Sasuke no pudo evitar prestar atención a los tatuajes que cubrían del hombro al codo en ambos brazos. Eran sellos de invocación perfectamente dibujados. Ahora entendía cómo había conseguido meter un kunai al despacho de Kakashi si no llevaba nada más que la ropa puesta. Admitió para sí mismo que era una jugada lista ya que así no había manera de no quedarse sin armas en caso de una emboscada.

Después de desayunar y de vestirse, ambos tomaron asiento en la sala con las puertas abiertas para que el sol primaveral ilumine toda la estancia. Uno frente al otro, de piernas cruzadas y hombros relajados, respiraron profundamente y ambos pares de ojos se contemplaron en silencio. El Sharingan brilló del lado derecho en Sasuke y entonces Jun se encontró en el campo, con sembríos altos de tigro de un lado y una casa vieja del otro. Soplaba una fuerte brisa de verano y llevado por ella llegó hasta la puerta.

Estiró la mano para girar la perilla, pero una sombra y una risa infantil lo hizo voltear.

El cielo se volvió oscuro en un parpadeo, de pronto la tierra empezó a temblar y a la distancia habían destellos que no provenían de ningún festival.

Sasuke vio, desde el techo de aquella vivienda, un luz que se acercaba más y más cada vez...

El Sharingan se desactivó y allí estaba Jun, con la frente sudada y las pupilas dilatadas. Respiraba con dificultad.

— ¡Aún no... no estoy...!

La rabia en Jun no cambió nada en la serena expresión de Sasuke.

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• DÍA #428 •


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¡Ya regresé! —dijo una voz conocida. Sasuke dio una largas zancadas hasta el pasillo para ver esa sonrisa, porque el abrazo sólo se lo daría cuando estuvieran en la habitación para que nadie más que ella viera lo mucho que la había echado de menos y lo preocupado que todo eso de la misión lo había puesto.

Pero al llegar al pasillo para recibirla encontró no sólo a Hinata, sino una barriga tan grande que bien podrían salir de allí diez niños.

— ¡Ah!

Sobre el suelo de madera de la habitación se encontraba Sasuke y aparte de esas ojeras tenía un chichón detrás de la cabeza.

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• DÍA #431 •


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—Me encuentro realmente bien. De verdad, Sakura-san. —Dijo por quinta vez mientras caminaba junto a uno de los lobos de Saidai que en el lomo llevaba un par de niños dormidos.

—Por eso mismo, Hinata. Directo al hospital.

Ella levantó el brazo izquierdo y ambas llevaron la mirada al mismo punto, donde el día anterior había un vendaje que ocultaba una cortada provocada durante el combate.

—Sí, es... Es cierto que mi red falló y que recibí un corte, pero ya no está.

— ¡Un corte de siete centímetros no desaparece en tres días! —regañó.

Hinata miró hacia el otro lado en busca de ayuda por parte de Ryota, que tampoco podía creer lo de la cortada desaparecida. Sakura llevó sus verdes ojos al muchacho y con una arrugada frente causó que Ryota levante las manos. —La doctora sabe lo que dice. —agregó acercándose a la embarazada. —Pero tengo curiosidad. ¿Y si hago un corte pequeño en el dedo para-?

—Silencio. —comentó Saidai, caminando un par de pasos delante, junto a otro de sus lobos con tres niños más, completamente dormidos. —Los niños están agotados y su tono de voz es muy alto. —Ryota rodó los ojos.

—Sólo di que cierre la boca y ya.

—No es sólo por ti. —Saidai volteó por un momento sin aminorar el paso.— No considero apropiado hablar de ese tema en campo abierto. Aquello baja la guardia. No sólo tenemos cinco niños deshidratados, también somos el equipo que custodia a una mujer embarazada de los niños, posiblemente, más poderosos del mundo. ¿Entienden la responsabilidad? —Sakura miró a Saidai, perpleja. Cierto que era el líder de escuadrón, pero no sabía que bajo ese aspecto salvaje, desgarbado y desgreñado, había un hombre respetuoso, comprometido y sagaz. —Para el anochecer del día de mañana podremos platicar relajadamente de todo esto en una cena que invitaré con mi paga.

Pediré lo más caro del menú. —Susurró Ryota con una malvada sonrisa.

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Pues... ¡Qué tal desconocidos! ¿Se acuerdan de mí todavía? ¡No, piedras no!

El capítulo llegó. Llegó porque tenía que llegar. Debía llegar hace un bueeeen rato, pero meh~ Ya saben lo que no diré, pero que se intuye. Igual. Gracias por su espera, veivis~

Quiero darle un poco de profundidad al personaje de Jun, después de todo va a ser recurrente ya que estará viviendo con Sasuke y Hinata hasta el nacimiento de los bebés (no me decido si dejarlo de niñero jkjkjejkejkejkejk). Algo parecido pasará con la niña. Y, pues, Kari también. ¡Por qué no!

Con su comportamiento y las pocas pistas que di, ¿qué creen que le pasó? ¿Qué opinan de que sea un fan de Sakura (¡Sí, es su fan! Si tienen problema con ello les lanzaré a mi gato para que los rasguñe!)? Descubriremos más con el tiempo.

¿Qué tal la plática con Kakashi? Creo que está en su punto como un casi-padre, casi-hermano mayor y ex-maestro. Hay un par de cosas que no mencioné, pero que sí dijeron como que le cuente a Naruto y cómo será un poco la vida de los niños en la Academia, pero... también a su tiempo.

Como no se tiene ni la menor idea de cómo es un embarazo ninja, todo lo que le pase a Hinata será una mezcla loca de lo que, a mi apreciación personal, podría sucederle por tener genes Uchiha dentro del vientre. Por allí me habían dicho que Sasuke también se regeneraba como Naruto por eso de ser una reencarnación. Si estoy equivocada, hágamelo saber. Pero, al menos, durante este embarazo voy a usar eso como punto.

Con respecto a mi bebe Kan... Leí por allí que los niños y niñas de entr años suelen creer que de grandes se casarán con uno de sus padres o un pariente muy cercano para ellos. Es como una fase de afecto. También usaré eso aquí.

Eh... uhm... Qué más, qué más...

— ¡Una pregunta!

Sí, claro. Dime.

—Dachan-sama. Acaso usted... No lo sé. Me pareció, bueno, que... ¿Acaso me sugirió algo entre Sakura y Saidai o sólo fue mi loco radar multishiper?

*Dachan ha abandonado la sala de chat*


Besos y abrazos a metros del monitor.