Notas de la autora:

Por desgracia, nada de esto me pertenece. Ni el mundo de Harry Potter ni Internet. Quizás algún día sea así pero, hasta entonces, los derechos de todo lo que salga en esta historia son de sus respectivos dueños.

Para aquel lector que se haya decidido a pasarse por aquí, le informo: esta es una parodia situada en algún punto del siglo XXI. Va a haber bastante OoC porque, ¿a quién no le cambia totalmente la vida el tener o no tener acceso a internet? Espero que la disfrutéis.


Nuestra historia comienza un día de verano de un año que, como tantos otros, había empezado un día uno de enero y terminaría un treinta y uno de diciembre.

En el barrio de Privet Drive, ese año y ese día transcurrían como debían. Con completa y total normalidad. Ninguno de los vecinos sospecharía nunca lo que estaba a punto de ocurrir dentro de las paredes del edificio adornado con el número cuatro.

Era un edificio aparentemente normal, pero con una terrible condición. Un secreto avergonzante, que nadie querría nunca admitir en voz alta.

Si alguien entrase en dicha casa, no se daría cuenta en un primer momento. Observaría un salón normal, lleno de fotos normales de un niño regordete pero normal. Contemplaría al señor y la señora Dursley, charlando tranquilamente sentados en el sofá.

También, si uno fuese algo observador, se daría cuenta de la existencia de un pequeño armario debajo de las escaleras. Y, si además fuese algo cotilla y abriese la puerta, se daría cuenta de que está lleno de trastos y escobas, como es natural.

No, no es en la planta baja donde se esconde el oscuro secreto. Pero, si subes las escaleras y pasas por delante de la habitación donde el niño regordete de las fotos juega en su ordenador, si continuas hasta el fondo del pasillo, entenderás cuál es el problema que esconde la casa.

-¡Tía Petunia, el Wi-Fi no va!-la voz de Harry Potter, en niño que sobrevivió, hace eco por toda la casa.- ¿Puedes reiniciar el router, por favor?

El número cuatro de Privet Drive tiene, probablemente, la peor conexión a Internet de todo el país. O eso piensa en ese momento el niño de la cicatriz mientras mira con frustración la pantalla de su ordenador.

Su calidad de vida había mejorado mucho en los últimos años. Desde que encontró el número de los Servicios Sociales y llamó, causando una escena que a sus tíos les costó mucho ocultar a los vecinos, la familia que le había adoptado se portaba bastante bien con él.

Si, quizás no tendría nunca un ordenador tan bueno como el que tenía su primo Dursley, ni su consola, pero tenía el antiguo ordenador y había suficientes emuladores en internet como para mantenerle entretenido.

Si tan solo la conexión a internet fuese decente, Harry se podría haber considerado perfectamente satisfecho.

Cuando la señal volvió a dignarse a llegar a esa parte de la casa, el teléfono de Harry vibró brevemente, mientras en él aparecía una lucecita parpadeante, indicándole que le había llegado un correo electrónico. Como tenía el ordenador justo enfrente y el móvil estaba encima de la cama, el niño se decidió a mirar en el primero el correo.

Provenía de un tal Hogwarts-Colegio de Magia y Hechicería y en el asunto ponía "Plaza en el primer año"

"Oh, spam"-pensó Harry, aburrido, mientras movía eliminaba el correo sin abrirlo.

Una nueva vibración del móvil le informó de que había recibido otro correo así que, extrañado, actualizó la página en el ordenador para descubrir que era exactamente el mismo que acababa de eliminar.

-Qué extraño…

Tras repetir el proceso cinco o seis veces, empezó a sospechar que no iba a funcionar. Tras la décima, se rindió.

-Por favor, no seas un virus, por favor, no seas un virus. –recitó entre dientes, mientras se dignaba por fin a leer el mensaje.

Querido señor Potter:

Le informamos de que dispone usted de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Como somos conscientes de que dada su situación familiar es probable que no sea consciente del significado de este mensaje, en breves momentos se presentará en su domicilio en Privet Drive un miembro del equipo docente a explicarle las implicaciones del mismo.

Harry no terminó de leer el correo. Inmediatamente tras la última frase, puso el antivirus a analizar su ordenador, cogió el móvil de encima de la cama y salió corriendo escaleras abajo.

-"Tío Vernon, tía Petunia, acaba de…!

Su voz fue interrumpida por el sonido del timbre de la puerta. Harry se puso pálido unos instantes y luego lo entendió todo.

-¡Dudley, es una broma tuya! ¿A que sí?

Su primo o no le oyó o decidió ignorarle, pero dio igual porque Vernon ya se había levantado y había abierto la puerta.

Una señora en una túnica entró en la estancia y saludó cordialmente, ignorando las tres caras de estupefacción que la contemplaban.

-Buenas tardes, mi nombre es Minerva McGonagall y soy la subdirectora del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Vengo a explicarles…

Petunia dio un chillido. Vernon se atragantó con algo imaginario. Harry se desatendió un segundo de la conversación para contestar a un Whatsapp que le acababa de llegar.

La bruja suspiró, aquella iba a ser una larga charla.