¡Hola a todos! Revisando mi computadora, encontré este viejísimo fic en una carpeta que ni recordaba. Decidí retocarlo un poco y subirlo, porque verdaderamente la sección de SH está demasiado muerta. ¡Espero que disfruten la lectura! Las sugerencias y comentarios serán bien recibidos al terminar el fic xx.
« Cuando los celos afloran »
Capítulo único.
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- 1 -
Takano aparcó el auto y Ritsu pronto salió de él. Una reacción conocida para el editor en jefe. Sin apresurarse, recogió sus cosas y tomó las de Onodera, que por alguna razón, siempre olvidaba algo que él debía regresarle. Y entonces las cosas terminaban igual. Se resistía y luchaba, pero el sujetaba y ganaba. Ganaba la batalla contra los rechazos de Onodera. Y la brecha que había entre ellos desde hacía diez años se hacía cada vez más corta. Y la mirada verdosa de Ritsu cuando le hacía el amor parecía gritarle un fogoso « ¡Te amo! » que moría en sus labios con un gemido arrancado. Pero él sabía esperar. Aguantó diez años sin él, y ahora que lo tenía cerca, aguantaría un poco más. Un suspiro escapó de sus labios y se apresuró, esta vez, a llegar hacia el apartamento de Onodera.
Como lo supuso, la puerta estaba abierta. Una silenciosa invitación que Ritsu se negaba a aclarar por más que insistiese, besase o embistiese.
— Onodera.
— ¿Q-Qué sucede? —su voz tembló, pero un rictus enojado afloraba en su rostro.
Con parsimonia, depositó sus pertenencias en el recibidor y avanzó acortando la distancia entre los dos. Ritsu se empequeñecía ante su altura, y eso le gustaba.
Tomó su rostro entre sus manos y besó delicadamente sus belfos, sintiendo el cuerpo de su pequeño temblar ante su caricia. Le sonrió con ternura cuando hizo un mohín mirándolo con enojo. Pero él ya sabía que era falso.
Pronto, tuvo ese menudo cuerpo que antaño había poseído con la misma intensidad y entrega, y que en ese instante, se retorcía bajo sus caricias. Más maduro, pues el paso de los años habían hecho de Ritsu un hombre con ambiciones y su cuerpo había alcanzado la madurez acorde a su edad. Más sensible, pues cada vez que lo hacían era como si se tratara de la primera vez. Y más entregado, pues su cuerpo recordaba el tacto de aquellas masculinas manos que solían tocarlo con una familiaridad que llegaba a asustarlo. Aunque al principio siempre se resistía, no podía escapar. No de Takano y de sus embriagantes caricias.
Se retorcía, temblaba y gemía, hasta alcanzar la cúspide del placer por primera vez esa noche. Y sabía que aún las cosas no habían terminado cuando Takano alzó sus caderas, y su respiración pesada chocaba en su oído erizando todo su cuerpo. Temblando inconscientemente. Apretando las sábanas y aceptando lo que venía.
— Lo estoy poniendo dentro.
Se abrió paso dentro de Onodera, sintiendo como su estrechez lo encendía. Tocó fondo, entre lo más recóndito de sus entrañas hasta hacer a Ritsu lanzar un alarido de placer. Embistiendo hasta desfallecer, en una danza íntima donde todas las preocupaciones y dudas de ambos desaparecían y solo podían concentrarse en el placer que experimentaban. Ritsu soltaba lágrimas significativas, y susurraba las palabras que en otra época habría gritado al estar en la misma situación. Sus cuerpos encajaban a la perfección.
Una, dos, tres, cuatro embestidas más y colapsaron. Las entrañas de Onodera se llenaron hasta desbordarse de la esencia de su amante y su propia semilla se esparció, manchando sus abdómenes.
Sus cuerpos cansados y sudados recibieron el descanso merecido al estar pronto entre las sábanas, compartiendo el calor del otro sin pudor ya de por medio.
Con una caricia inocente, Ritsu se dejó caer en un profundo sueño, siendo seguido poco después por la persona que compartía su otro extremo del hilo rojo.
- 2 -
Despertó un rato después, sintiendo su cuerpo ligeramente pesado por la intensa actividad de hace un rato. A su lado, Ritsu aún dormía con la boca entreabierta. Profirió una caricia a ese suave rostro, conocedor ya de los secretos que Kisa debía haberle revelado en algún tiempo. Soltó una ligera risa acompañada con una mueca de compasión. «Tan inocente, Ritsu».
Decidió levantarse a por un vaso de agua o lo-que-sea que Onodera tendría en su nevera mientras se volvía a poner la ropa interior. Indudablemente se trataría de agua o bebidas energéticas. Caminó entre la penumbra del pasillo. La noche había caído ya y el departamento se encontraba a oscuras, exceptuando la luz de la entrada que habían olvidado apagar al estar ocupados. Takano encendió la luz, y se dirigió hacia el fregadero. Tomó un vaso limpio, o al menos eso suponía, y vertió algo de agua natural en ella. Bebió sin mayor complicación. Dio media vuelta dispuesto a regresar a la cama junto a Ritsu, pero algo llamó su atención. El teléfono de su subordinado comenzó a sonar, anunciando un mensaje. Con curiosidad, se acercó hasta el recibidor donde había dejado sus bolsos, y tomó el móvil del editor. El interior de su bolso era un desastre también.
Enfocando la vista, pudo leer el identificador. «Haitani-san».
Un sentimiento que él supo describir como celos se apoderó de todo su autocontrol, envenenando su mente, y metiendo el dedo en la llaga que había llevado consigo desde aquel incidente en Earth y desde que se reencontró con Haitani. Y como la víbora que son los celos, mordió fuerte en el corazón del editor, haciéndolo actuar antes de pensar. Inyectándole su veneno sin compasión.
Sabiéndose relativamente solo, y que Ritsu no se despertaría en un buen rato, desbloqueó el móvil. Daban las 2 de la madrugada y tendría tiempo de sobra para husmear. Sin pensárselo mucho, abrió la aplicación de mensajes, y ni corto ni perezoso abrió la conversación existente con Haitani.
| Haitani-san |
» Adivino que estás con Takano, pero no me importa mucho. ¿Recuerdas lo que te advertí? Takano es un tipo que no va en serio. Lo único que busca es pasar una buena noche contigo. Pero no te preocupes, si eso llega a pasar (espero que no) yo estaré allí para ayudarte. Que pases buenas noches, Ritsu.
La sangré le hirvió y con fuerza apretó sus puños. Juraría que estaba por romper el teléfono de su subordinado. Sin embargo, envenenado por los celos, se descubrió masoquista, y siguió revisando la conversación.
Allí, sentado en el recibidor del departamento de Ritsu, Takano registraba el teléfono de su amante bien como un marido que descubre una infidelidad, o como un novio psicópata. Sintiéndose decepcionado de no ser ninguno de los dos.
| Haitani-san |
» ¡Hola! ¿Cómo te encuentras, Ritsu? Me enteré que entrabas en tus vacaciones navideñas y me preguntaba si quisieras acompañarme a comprar algunas cosas para mi departamento. ¡Estaré esperando tu respuesta!
Con la curiosidad a millón, siguió revisando mensajes anteriores. No le bastó de mucho, ya que la conversación era muy corta. Intuía que Onodera borraba sus mensajes para que no pasara lo que él estaba haciendo en ese instante. Pero ya era muy tarde para proteger su privacidad.
»» Haitani-san, de verdad agradezco mucho el que se haya tomado la molestia de invitarme a todos esos eventos que usted ya tenía planeado, pero yo de verdad no puedo. Le agradecería que dejara de insistir.
» ¡Pero si para mí no es ninguna molestia! Piénsalo bien, por favor. Tu compañía me es grata.
Sin embargo, Ritsu no había respondido. La conversación databa del día anterior, hace unas pocas horas mientras estaban en el auto, y el último unos minutos atrás al ver que Ritsu no había respondido. No conforme con eso, y con una sonrisa en sus labios al ver la actitud de Ritsu, se metió en otra conversación. Esta vez, de su mamá.
| Madre |
» ¡Ritsu! ¿Cuándo piensas venir a casa? ¿No sabes lo preocupada que anda Ann-chan ya que no le has querido responder a sus llamadas? Deberías pedirte unas vacaciones en esa empresa o simplemente heredar de una buena vez la editorial de tu padre. ¿Si vendrás para navidad? ¡Debemos fijar una fecha para tu matrimonio con la pobre Ann-chan!
»» Con todo lo que me acabas de decir, se me quitaron las ganas de ir.
Se mordió los labios reprimiendo una sutil carcajada. ¡Ritsu por dentro era un pequeño rebelde! Estaba seguro que no le hablaría así a su madre estando alguien presente, aunque sabía de sobra que no conocía la relación de Onodera con su familia tan íntimamente.
Pronto se dio cuenta que era un ciclo del cual no podía salir fácilmente hasta estar satisfecho. Entraba, sin siquiera pensarlo, a todas las conversaciones existentes. Esta vez, fue el turno de Kisa.
| Kisa Shouta |
» ¡Ricchan! ¿Podrías ser tan amable de traerme Takoyaki de la tienda? ¡Gracias, tu siempre tan amable!
»» Seguro, Kisa-san. ¿Algo más que quieras que te traiga?
» No, pero si quiero que me digas ¿Qué ha pasado con Takano-san? ¡Y no me digas que nada, picarón, porque esta es la tercera vez que te pillo sonrojado cuando regresas junto a nuestro bonachón jefe luego de un laaaargo descanso!
»» En seguida te llevo tu Takoyaki, Kisa-san. ¡Y ya te dije que no hay nada entre Takano-san y yo!
No pudo evitar sorprenderse. ¡Con que los demás ya se estaban dando cuenta! Y él que pensaba que se habían tardado. Decidió que ya había sido suficiente, pues Ritsu no tenía más conversaciones. Volvió a poner el teléfono en la bolsa de su dueño y los depositó en el comedor. Caminó a paso lento, apagando todas las luces de nuevo y recostándose nuevamente junto a Ritsu. Atrajo el cuerpo hacia sí, apretándolo contra su pecho hasta casi ahogarlo. Inhaló el olor a vainilla que desprendían los cabellos de Ritsu, y un sentimiento de calidez envolvió su corazón de hombre. Su mente se dispersó y comprendió finalmente que no era cosa fácil estar enamorado. Odiaba, solo un poco, a Onodera. Por dejarle convertirse en su debilidad. Por dejar mella hasta lo más profundo de su ser, lo más recóndito. Masamune sabía que aún le quedaba una lucha por delante. Pero parte de la batalla ya estaba ganada con Ritsu.
- 3 -
Cuando Ritsu despertó, el sol ya había salido, y la habitación estaba realmente calurosa. Había olvidado encender el aire acondicionado. La sábana se pegaba a su piel sudorosa y la sensación pegajosa ocasionaba un sentimiento de incomodidad para el joven editor. Apartando el cobertor, se descubrió desnudo. Y no le faltó sumar dos más dos para saber lo que había pasado. « ¿Hasta cuándo vas a aprender la lección, Onodera Ritsu? ». Se giró hacia la izquierda, intentando hallar al culpable de su desgracia descansando en su lecho, pero contra todo pronóstico, no estaba. Más pronto que tarde, descubrió la razón.
— Pero si ya son las nueve de la mañana…demonios.
— Así es. Y llegaríamos tarde a la editorial si no fuera porque nos di el día libre.
La voz de Takano, ronca y extrañamente con un ligero matiz de sensualidad que Ritsu no había notado hasta ese momento, le puso los nervios de punta.
Se incorporó. — ¡T-Takano-san! ¿Cómo pudo haber hecho eso? —Ritsu alzó la voz en un intento de reclamo, pero en cambio, el leve tartamudeo que acompañaba cada frase que emitía, le quitó la seriedad a sus palabras.
— Soy el jefe. ¿Por qué no? —Masamune se apoyó en el marco de la puerta y dio un vistazo a su creación. —Vaya, esta vez creo que me excedí…
Ritsu entonces reparó en su estado: chupetones por doquier. Y sin ánimos de destapar sus piernas, asumió que por allí no faltarían.
Masamune sonrió internamente. Parecía que Ritsu lo hacía apropósito. ¿Esa ingenuidad suya será realmente verdad? ¿O siempre se mantuvo fingiendo? Quizá nunca lo sabría. Para él, Ritsu siempre ha sido y será un misterio.
— Ve a darte una ducha y camina que hice el desayuno. Deberías estar agradecido. —Bajo toda esa arrogancia, Takano le decía palabras cariñosas muy a su manera.
Diez minutos después, se encontraban sentados en el comedor. Ritsu comía de manera rígida, manteniéndose a la defensiva. Masamune se limitaba a ignorar ese comportamiento. Lanzando comentarios sarcásticos, hacía enfadar al pequeño heredero. Retomaban la rutina nuevamente.
— Si ya terminaste, lavaré los platos. —comentó Takano, levantándose con pesadez. La silla se arrastró hasta que Takano estuvo completamente de pie.
— Si, gracias. Me disculpo por las molestias.
Takano asintió y se llevó los trastes. Una vez que Ritsu entraba en su zona de confort al estar a su lado, era mejor no molestarlo y limitarse al lenguaje corporal.
— Por cierto, Takano-san. ¿Has visto mis cosas?
Se detuvo a mitad de su trabajo por unos segundos, pero Onodera no lo notó. Retomó su labor, y sin expresión alguna, le respondió. —En la sala. Estaban en el comedor pero las moví para poder desayunar.
— Ya veo, gracias.
De espaldas, escuchó el andar ligero de Ritsu. Atravesando la cocina hasta llegar a la pequeña sala. Lo escuchó tomar su cartera y hurgar en ella y su corazón dio un salto. —Vaya. Me quedé sin batería…—comentó el joven editor distraídamente, y entonces Masamune sonrió discretamente.
Onodera Ritsu nunca se daría cuenta de que había hurgado su móvil, ligeramente.
Fanfic escrito el 12 / 11/ 14 y subido el 24 / 06 / 16.