¡Hola! ¿Cómo están? Ha pasado un tiempo desde que no nos encontramos por mis fanfics NaruHina, ¿pueden creer que esta es la tercera continuación que hago en menos de un mes? Por si leen mi GaaMatsu "No Me Olvides" ya subí dos capítulos allá y en estos días estaré actualizando de nuevo. Últimamente me he sentido muy inspirada y animada con volver a escribir, estoy viendo las series que tanto me gustan de nuevo y creo que eso puede estarme ayudando. Tengo muchas ideas brotando en mi cabeza en estos momentos.

Algunos me estuvieron pidiendo mucho este fanfic, al igual que "Odio Amarte", cuyo capítulo ya está en proceso, quizá para el fin de semana lo tenga listo, así que les agradezco mucho toda la paciencia que me tienen. ¡Vamos a terminar mis historias!

Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto.

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Love, Liar V: No uno, no dos; tres

—¿Hinata? –cuestionó el rubio, completamente absorto ante la belleza tan deslumbrante de Hinata. ¿En dónde demonios escondía toda esa figura y esa carita de muñeca? Es que simplemente no podía creerlo.

—¿Me veo rara? –la chica de ojos perla bajó la mirada, avergonzada, con las mejillas rojas como un tomate. Qué adorable, fue lo que el rubio pensó en ese momento.

—¿Rara? ¡No!

El chico rápidamente sonrió, tomando ambas manos de la Hyuga entre las suyas, para proceder a jalarla hacia la pista de baile.

—Ven, Hinata, vamos a bailar.

—Pero yo no sé bailar…

Mientras ambos chicos se dirigían a la pista, Sasuke sólo se les quedó mirando. Sakura e Ino parecía que ni siquiera se habían percatado de la llegada de Hinata y cómo Naruto se la había llevado luego. Los ojos negros del Uchiha se clavaron en la figura de esa muchachita que antes parecía salida de un cuento de terror y ahora mismo, parecía una princesa de Disney. ¿En qué momento había sucedido aquello? ¿Cómo es que había podido cambiar tanto sólo con otra ropa y sin los anteojos?

Sasuke se dio cuenta en ese momento; Hinata siempre había sido bonita, siempre lo fue, pero él solamente la veía de una forma inferior.

Naruto estaba bailando con Hinata muy alegremente, lo cierto era que le agradaba muchísimo el cómo ella se veía en ese momento, lo cual le hizo preguntarse si acaso ella se había arreglado así para él. La ojiperla apenas se movía, no parecía muy cómoda con el baile, pues nunca había sido su fuerte.

—¿No te gusta la música? –el rubio le habló al oído, pues el sonido fuerte apenas dejaba escuchar las voces del otro. Ella se sonrojó como un tomate, de sólo tener cerca a Naruto, podía sentir como sus piernas se volvían gelatina.

—N-no es eso… es que yo… me siento avergonzada –le confesó, bajando la mirada. Pudo sentir como el chico le tomaba de la mano, lo que provocó que ella alzara la mirada, sólo para encontrarse con esa enorme sonrisa y aquellos brillantes y profundos ojos azules que tanto le fascinaban.

—No sientas vergüenza, no tiene nada de malo divertirse –le aseguró el rubio. Ante tal argumento, a la chica no le quedó más remedio que asentir con la cabeza y sonreír también.

Aquella fiesta realmente la disfrutó. Fue la primera vez que lo había pasado tan bien, nadie le miró con mala cara, nadie dijo algo malo de ella, además había compartido con Naruto, no podía sentirse más feliz. Por un momento, llegó a sentir que se encontraba en un cuento de hadas.

Era algo tarde cuando se separó de Naruto, pues el chico había ido a conseguir un par de tragos, decía que no podía disfrutar de una buena fiesta si no bebía al menos una cerveza y, aunque ella había insistido en no querer experimentar, el rubio había sido terco al respecto, así que la dejó por un momento, para ir a conseguir su preciado elixir.

Cuando Hinata se encontraba esperándole en la sala, donde no había nadie más que ella (pues los demás estaban en la sala principal de la casa, disfrutando de la fiesta) Sasuke se le acercó, poniéndose de pie frente a ella.

—Hyuga –le llamó. La chica alzó la mirada y enseguida volvió a bajarla, asustada, Sasuke le daba mucho miedo.

—U-Uchiha-san… –murmuró apenas, agarrándose el borde del vestido con ambas manos. No podía siquiera adivinar cuáles eran las intenciones de ese chico al ir a hablarle—. ¿Sucede algo? –se atrevió a preguntar, a lo cual, Sasuke frunció el ceño.

—¿Por qué no me miras? ¿Te doy miedo o algo? –cuestionó, sin notar que el tono de su voz era bastante intimidante, por lo cual ella no era capaz de cruzar su mirada con la de él.

—Y-yo lo siento… n-no quiero tener problemas –se puso de pie apresurada, pensando en salir corriendo, pero Sasuke la detuvo agarrándola fuerte del brazo.

—¿Dónde crees que vas? –preguntó, notando como ella cerraba un ojo debido al dolor que le provocaba su agarre, así que la soltó inmediatamente—. Perdón, no pretendía lastimarte –se excusó rápidamente.

—Será mejor que regrese a casa –dijo ella, haciendo una extraña y tropezada reverencia para despedirse, luego de eso, se fue corriendo.

Cuando Naruto regresó, sólo vio a Sasuke parado ahí, lo cual no le agradó.

—¿Y Hinata? –interrogó.

Sasuke hizo un gesto con su mano, como restándole importancia al asunto.

—Se fue a su casa –respondió, yéndose también de ahí. Naruto le miró de reojo, era obvio que ese idiota le había hecho algo, de no ser así, Hinata no se habría ido de esa manera.

El lunes había llegado más rápido que de costumbre, parecía como si el fin de semana hubiese sido realmente corto. Naruto se encontraba en su casillero, sacando sus libros para la primera clase, cuando de pronto, escuchó un montón de murmullos a su alrededor, se volteó hacia la entrada y entonces notó de qué estaban hablando todos.

El cambio de look de Hinata había dejado a todo el mundo anonadado, tanto así, que incluso el despiadado de Uchiha Sasuke parecía absorto, no podía dejar de mirarla. Toda la escuela estaba conmocionada, cuando la vieron llegar sin los anteojos, con su cabello suelto, con el uniforme mucho más ceñido. ¿Acaso siempre había sido así de hermosa? Algunos ni siquiera la reconocieron y la confundieron con una nueva alumna, hasta que veían en el gafete de su uniforme el nombre "Hyuga Hinata".

Sasuke la observaba caminar hasta su casillero, al igual que Naruto, ninguno de los dos se le acercaba.

—Ustedes dos deberían quitar esa cara de idiotas –ambos escucharon la voz de Gaara a sus espaldas, a lo cual, Sasuke sólo bufó y Naruto desvió la mirada.

Al llegar a su casillero, Hinata observó a Kiba, quién sacaba sus libros despreocupadamente.

—Buenos días, Kiba-kun –dijo dulcemente, a lo cual, el castaño la volteó a ver, pero se quedó callado.

A Kiba casi se le salió el corazón cuando Hinata lo saludó aquella mañana, ¿en qué momento se había vuelto tan hermosa? Aunque él pensaba que ella lo era desde mucho antes, ahora ni siquiera tenía forma de ocultar su nerviosismo frente a ella, incluso si era un chico rudo, tosco y de malos modales.

—¿Qué te hiciste? Te ves bien –dijo el muchacho, mirando al piso para que ella no notara lo nervioso que estaba. La ojiperla se sonrojó levemente, aquel día, no habían parado de decirle lo bonita que era.

—Gracias, Kiba-kun.

Kiba cerró su casillero y volvió a mirar a Hinata. De alguna manera, no le era tan difícil ser amable con ella, mientras con el resto de personas era arisco y huraño, ella le hacía querer tratarla mejor, mejor que a nadie.

—De todos modos, igual te veías bien antes –dijo antes de darle la espalda y caminar hacia el salón. Hinata abrió ligeramente sus ojos, sorprendida, pues jamás, nunca le habían dicho que les gustaba como se veía antes de cambiar su estilo.

Después de la primera clase, Sakura se encontraba terminando de guardar sus cosas para salir al patio de la escuela y despejarse un rato. Estaba feliz, pues su plan de distraer a Naruto utilizando a Hinata estaba funcionando, el rubio no la había molestado en todo lo que llevaba del día, ahora tenía el camino libre para poder pasar tiempo a solas con Sasuke, así que lo primero que hizo al salir del salón fue buscarlo.

La mayor parte del tiempo, él se la pasaba con sus amigos, pero ese día había decidido estar solo y echarse una siesta bajo el árbol de cerezo de la escuela. Utilizaba sus brazos como almohadas, mientras disfrutaba de la suave brisa.

Cuando Sakura lo vio, se acercó corriendo a él, pero al ver que estaba dormido, decidió no despertarlo y tan sólo se arrodilló junto a él para poder ver su rostro un momento.

—Sasuke-kun es tan guapo… –murmuró, sonriendo. No podía dejar de repasar cada una de las facciones de su rostro, tanto sus labios, como la forma de su nariz, el color de su piel, incluso la forma que tenía su mentón, todo de él le gustaba tanto.

Todavía podía recordar cómo se había enamorado de ese chico.

La pequeña niña de cabello rosado y corto hasta los hombros, se encontraba en el suelo del patio de la escuela, llorando debido a su rodilla lastimada y a las cosas horribles que le decían tres niños que estaban frente a ella. Le gritaban chica frente y muchas cosas más que le dolían. No era su culpa el haber nacido con una frente amplia.

Qué llorona eres, chica frente –dijo uno de los niños. Ellos eran mayores que ella, pero les daba igual burlarse de alguien que no se podía defender. Sus palabras hicieron llorar más fuerte a la Sakura de seis años, que sollozaba escandalosamente—. ¡Ya cállate!

El chiquillo alzó su mano para pegarle, pero no alcanzó ni a tocarla cuando alguien lo pateó desde la espalda, tirándolo al suelo. Los otros dos niños vieron asustados a Sasuke Uchiha, el cual venía acompañado del rubio que siempre causaba problemas en la escuela.

¿No les da vergüenza hacer llorar a una niña? –dijo Sasuke. En ese momento, Sakura dejó de llorar y se le quedó viendo, él era su salvador, ese niño la había rescatado.

Desde el momento en que Sasuke hizo aquello por ella, Sakura no pudo volver a pensar en él de otra forma que no fuera como su futuro novio. Sasuke solía ser un poco más alegre y familiar con las personas a esa edad, pero había cambiado cuando su madre falleció, se había vuelto demasiado frío e hiriente, había empezado a pasar los sentimientos de los demás por alto y les trataba como sus sirvientes, incluso a ella o hasta con el mismo Naruto.

—Sasuke-kun… –susurró, abultando ligeramente sus mejillas al darse cuenta de que una mariposa se había posado sobre la nariz del Uchiha, lo cual le hizo estornudar. El chico abrió los ojos y la mariposa salió volando—. ¿Despertaste? Ya casi comienzan las clases –le dijo con una sonrisa.

Sasuke la observó durante unos segundos, sentándose y frotándose uno de sus ojos con la mano derecha, pues aún no despertaba del todo.

—Ah, sí, gracias –fue todo lo que dijo, poniéndose de pie para regresar al salón. Sakura también se puso de pie y lo siguió en silencio.

Muchos podían decir que sus sentimientos por el Uchiha eran sólo un capricho, pero para ella, era mucho más que eso.

Hinata había ido a su casillero para cambiar sus libros para la siguiente clase. Estaba un poco desconcertada de que muchos siguieran diciéndole que se veía bonita, cuando antes ni siquiera la miraban, realmente las personas de esa escuela eran demasiado superficiales.

—Hinata –la voz de Naruto la exaltó, provocándole dar un pequeño saltito en su lugar. Se dio la media vuelta y pudo ver al rubio parado delante de ella, sonriéndole—. Oye, ¿por qué te fuiste el otro día de la fiesta?

Ella bajó la mirada, no quería recordar lo que había pasado con Sasuke.

—P-porque mi papá me llamó y tuve que regresar… –mintió. No era una persona a la cual le gustara mentir, pero sabía que Naruto y Sasuke eran mejores amigos, obviamente el rubio no iba a creerle si le decía que Uchiha la había intimidado.

—¿Y llegaste bien a casa?

Ella asintió con la cabeza.

—¿Hoy estudiaremos? –Naruto se veía realmente animado, por un momento, había olvidado que sólo estaba cercándose a Hinata por conveniencia, pero lo recordó cuando vio cómo Sasuke y Sakura se acercaban desde el patio. Era verdad, estaba haciendo todo eso por ellos, porque Sasuke era su amigo y porque Sakura le gustaba.

—Sí, Naruto-kun, claro –ella le respondió, abrazando su libro como si fuera algo sumamente preciado. Aquello lo hacía porque Naruto la ponía muy nerviosa.

Los dos se sonrieron durante unos segundos, hasta que cierta voz les distrajo.

—Oye, haz el favor de quitarte de enfrente de mi casillero –había sido Kiba quién habló, usando un tono despectivo para dirigirse a Naruto, quién no dudó en ponerlo en ridículo, aún, aunque Hinata estuviera presente.

—Ah, pero sarnoso, qué agresivo estás hoy –el rubio sonrió sarcástico al observar como el ceño de Kiba se fruncía.

—¿Qué dijiste, imbécil?

—¿Quieres pelea? –retó el Uzumaki, a lo cual, Kiba no dudó en agarrarle del cuello de la camisa, mirándole con furia. Nunca era bueno provocar al Inuzuka, él era demasiado volátil y cuando lo hacían enojar, no dudaba en dar palizas a quién fuera. Pero en el caso de Naruto, era exactamente igual. No importaba lo popular que fuese ahora, antes solía ser como Kiba y la costumbre no lo había abandonado.

Ambos se miraban con odio, parecía que soltaban chispas y que en cualquier momento se agarrarían a golpes, pero ambos se sorprendieron al sentir como las pequeñas manos de Hinata se aferraban a la camisa de ambos, jalando la tela.

—Naruto-kun, Kiba-kun, por favor no peleen –les rogó la chica, asustada de ver que dos personas a las cuales apreciaba se fuesen a golpear entre ellos—. No quiero que peleen… –ella volvió a decir.

Kiba inmediatamente soltó a Naruto, conmovido por la mirada de Hinata, quién parecía que estaba a punto de llorar.

—Tsk –masculló el castaño, sacando rápidamente sus libros para luego marcharse sin decir nada.

Por otro lado, Naruto suspiró, observando a la chica de ojos perla. La expresión de su rostro era tan dulce que le provocó un leve sonrojo.

—Lo lamento, Hinata, no debí portarme así frente a ti –le dijo—. Vamos al salón, ¿sí?

La Hyuga asintió, acompañando a Naruto hasta el salón, en donde cada uno se dirigió a sus lugares. Kiba ya estaba ahí, se veía enojado, pero cuando la vio entrar a ella, bajó la mirada, pues tenía las mejillas rojas de vergüenza. No podía soportar ver a una chica llorar, menos si se trataba de Hinata.

Las clases habían acabado y Hinata estaba guardando sus cosas, Naruto la esperaba afuera de la escuela para irse juntos a estudiar, mientras ella acababa de alistarse. Todos habían salido, sólo estaban ella y cierto azabache.

—Hyuga, quiero decirte algo –el chico no tardó en hacer resonar su voz. Hinata trataba de no mirarle, todavía no podía olvidarse de lo que había pasado en la cafetería.

—Tengo que irme… –ella rápidamente intentó salir, pero Sasuke se paró frente a la puerta, impidiéndole el paso.

—Deja de huir de mí, no voy a morderte –comentó divertido, mientras una sonrisa de autosuficiencia se le marcaba en el rostro. Se acercó a Hinata, lo suficiente como para que ésta retrocediera dos pasos, pero eso no le impidió acercarse más, hasta acorralarla contra uno de los escritorios del salón—. Bueno, si quieres, podría morderte… –añadió. Ella se sorprendió, abriendo ligeramente sus ojos.

Sasuke se alejó, contemplando con satisfacción el rostro totalmente rojo de su pequeña presa.

—Sólo quería decirte que te sienta bien el cambio –después de decir eso, Sasuke salió del salón, dejándola sola.

¿Qué se supone que había sido eso? ¿Acaso Sasuke Uchiha le estaba coqueteando?

Naruto se encontraba impaciente en la salida de la escuela mientras esperaba a que Hinata apareciera, en eso vio salir a Kiba, Se veía apresurado, su actitud era altamente sospechosa. El rubio era demasiado curioso y Kiba le caía muy mal, así que decidió seguirlo, en un intento por buscar la forma de molestarlo. Hinata parecía que iba a tardar, así que pensó que estaba bien ausentarse unos minutos. Kiba caminó hasta un callejón que estaba cerca de la escuela, en donde tres tipos de otra escuela le esperaban mientras uno de ellos fumaba un cigarrillo.

—Hasta que llegas, Inu (perro) –dijo uno de ellos, sonriendo de manera intimidante.

—Mi apellido es Inuzuka, apréndetelo bien, descerebrado –le contestó el castaño. Su respuesta hizo enfurecer al sujeto, el cual tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó.

—¿Qué has dicho, bastardo? –apretó sus puños, sin apartar la mirada del recién llegado.

—Aniki, démosle una lección a este idiota –habló el que estaba a su derecha.

—Partámosle la cara por lo que nos hizo el otro día –añadió el de la izquierda.

Antes de que ellos se movieran, Kiba ya le había dado una feroz patada en el estómago al líder, sacándole todo el aire.

—¡Aniki! –gritó uno de los chicos—. ¿Cómo te atreves, hijo de puta? –los dos se lanzaron contra Kiba al mismo tiempo, mientras Naruto sólo observaba desde la entrada del callejón. Kiba esquivó los puñetazos y patadas, dándole un golpe en la cara a uno y pateando al otro en la espalda, mientras el líder seguía sosteniéndose el estómago en cuclillas. En ese momento, el rubio notó con sorpresa como tres sujetos más aparecían de la nada para abalanzarse contra Kiba.

Uno le agarró por la espalda, mientras los otros dos le daban puñetazos en el rostro y el estómago. Kiba se las podía arreglar contra tres, pero con seis era una historia diferente, demasiada desventaja.

Cuando el jefe y los otros dos se recuperaron de los golpes de Kiba, también se unieron a la fiesta, atacando al castaño que se encontraba indefenso en ese momento.

Naruto apretó los puños, furioso. Kiba realmente le caía como una patada en los huevos, pero aquello que le estaban haciendo no estaba bien, eran seis contra una sola persona.

¿Qué debía hacer?

Hinata había llegado a la salida de la escuela, le había dicho a su primo Neji que se fuera sin ella, pues iría a estudiar con Naruto; sin embargo, cuando salió, el rubio no estaba por ningún lado.

—¿A dónde habrá ido? –se preguntó, un poco inquieta.

Continuara…

…..

Tamaño problema en el que se ha metido Kiba, ¿creen que Naruto lo vaya a ayudar? Sé que Sasuke está saliendo un poco OOC, pero me agrada la idea de que vea a Hinata como una presa y que trate de ser seductor con ella, aunque también es un poco gracioso (ya quiero hacer a Naruto reventar de celos, jojojo)

En fin, nos vemos pronto. ¡Los amo!