Un palacio en el fondo del mar

Este fic participa en el reto Cambio De Papeles del foro El Monte Olimpo.

Disclaimer: Ninguna de los personajes me pertenece, tanto ellos como las frases en negrita son del fantástico Rick Riordan.

Una vez me ofreció detener la marea y construirme un palacio en el fondo del mar. Creía que podía resolver mis problemas con un ademán.

Una vez me ofreció una vida tranquila, sin problemas, sin preocupaciones, sin nada que pudiera dañarme en lo más mínimo. Creía que podía protegerme de todo mal.

Una vez me ofreció una vida llena de felicidad donde solo estaríamos él, nuestro futuro hijo y yo. Me ofreció cumplir hasta el más insignificante de mis deseos, hacer realidad hasta el más extravagante de mis sueños, me ofreció la eternidad. Creía que podía ofrecerme la inmortalidad.

Y podía, no sé cómo lo hizo, desde luego no obtuvo el permiso de Zeus, por lo que yo debía permanecer oculta, escondida en mi palacio en el fondo del mar. No me importaba, no mientras estuviera con él. Detuvo la marea en aquella playa donde nos habíamos visto por primera vez, aquella que había sido testigo de toda nuestra historia, y levantó para mí el palacio más majestuoso y bello que hubiera podido imaginar. Me colmó de regalos, de promesas, de amor. Por una vez no tenía que preocuparme por el dinero, ya no me hacía falta, ni tenía que trabajar, había docenas de sirvientes solo para mí. No había nada por lo que preocuparse, nada que hiciera desaparecer la sonrisa permanente que se había instalado en mi rostro desde que había conocido a Poseidón. Todo era tan cálido, tan mágico, tan perfecto. Mi vida se había convertido en un sueño. Pero llegó la hora de despertar.

Poseidón venía a visitarme todos los días, había dejado de lado a Anfítrite, su verdadera esposa. Fue ella quien sin saberlo, pues no nos llegamos a conocer, me hizo reflexionar. No me había parado a pensar en ella realmente hasta ese día. Pensé en cómo se debería sentir ante el abandono de Poseidón. Sin embargo, aparté de mi cabeza estos pensamientos de inmediato, Anfítrite era una diosa, tenía toda la eternidad y todo el planeta a su disposición. Solo entonces caí en la cuenta de algo, Anfítrite tenía el mundo a su disposición, yo no.

La verdad cayó sobre mí como una losa. Mi destino, antes tan idílico, me pareció una prisión. ¿En qué me había convertido? Era una diosa, sí, inmortal, etérnamente joven, la amante del dios del mar. Y si me quedaba allí, eso era lo único que sería siempre. La amante de o la madre de, cuando naciera mi hijo. En ese momento tomé una decisión. Me levanté de mi trono de corales, salí de mis lujosas estancias y pisé de nuevo la arena de mi querida playa. El hechizo se rompió, volvía a ser una mortal, solo Sally Jackson, solo una mujer embarazada a punto de empezar una nueva vida, una en la que se valdría por sí misma, sin necesitar la protección de nadie.

Abandoné la playa, decidida y segura de mí misma. Quizá el mundo de los mortales no fuera tan maravilloso como mi palacio de ensueño, sin duda habría momentos en los que desearía volver a la seguridad y la comodidad del fondo del mar y a la protección de Poseidón, pero al menos aquí sabría que todo lo bueno o lo malo que me fuera a suceder a partir de aquel momento, todos mis fracasos, mis fallos, mis triunfos y mis aciertos, todo, no sería gracias a ningún héroe o dios. "Esta es mi vida" pensé "Y si mi vida tiene que significar algo debo vivirla por mi misma, no puedo dejar que un dios, o mi hijo, se ocupe de mí. Tengo que encontrar yo sola el sentido de mi vida."