Mil perdones por los mil años de espera. He aquí una nueva entrega de este fic extraño xD.


Craig

Ni bien cerré la puerta de mi auto negro favorito, el calvo empezó a conducir hacia un rumbo desconocido. Durante todo el trayecto ni el rubio ni yo nos habíamos ni siquiera mirado por curiosidad y eso hacía que me sintiera algo incómodo. Sé que le acabo de ver sin vendas y estar actuando con su pésima actitud de siempre, pero estaba seguro que nadie estaría tan bien luego del episodio de ayer y... no sé, necesitaba saber si todo estaba bien; después de todo, solo era un chico extraño.

- Estamos por llegar. – dijo el Señor Smith.

Tanto Tweek como yo vimos al asiento del conductor no entendiendo a que se refería con eso, ¿Llegar? ¿A dónde?

No tuvimos mucho tiempo de pensar en sus palabras porque el auto se estacionó. Cuando miré a través de la polarizada ventana de Tweek, pude percatarme que habíamos llegado a un parque.

- Creí que podría ayudarle estar en un lugar tranquilo, señor. – se dirigió al rubio el Señor Smith con voz sumisa. – No sé preocupe, hay un grupo de seguridad aquí para garantizar que no se repita lo de ayer. – finalizó pareciendo querer una respuesta.

Mi acompañante con la cabeza gacha solo asintió y bajó por su lado, no sin antes ponerse su chaqueta con capucha verde que le había visto ayer y asegurarla para tapar toda su cabellera rubia; por su actitud de salir rápido, intuía que estaba más tranquilo estando aquí que en el estudio de baile.

Mi mano fue directo a la manija de la puerta de mi lado para tomar aire afuera, pero el calvo me habló interrumpiendo mi accionar.

- Está muy inquieto desde ayer – hizo una pausa- , acompáñelo por favor; puedo notar que de alguna forma se lleva bien con Usted.

Lo vi interrogante, ¿De dónde sacaba esa idea?

- Ayer en medio de sus delirios, mencionó su nombre.

Y fue entonces que mi mente se congeló y mi cuerpo también, ¿Tweek también había estado preocupado por mí?

No pude pensar mucho porque el calvo se bajó del auto abriéndome la puerta para que saliera, y casi de manera robótica lo hice. Bajé sintiéndome algo extraño y confundido; pensé que Tweek me odiaba o algo así. Desde que tuvimos ese accidentado encuentro la primera vez cuando rompió mi cámara (y mandó a la mierda mi paciencia también), además de la discusión que habíamos tenido el día anterior y la media tregua que habíamos hecho, no pensé (ni esperaba) tener una relación más que profesional con el rubio; pero lo sucedido ayer me hizo ver la parte humana de él, una parte más allá que un simple ídolo: Un chico con temores como los demás, asustado, pidiendo mi ayuda; y yo no se la negaría. De alguna forma sentía que no debía dejarlo solo con alguien rondando a su alrededor tratande de matarlo. Sí, aun creo que intentaron matarlo, no secuestrarlo aunque no tengo las pruebas suficientes.

Cuando vi el extenso lugar, pude ver al rubio dando la espalda al auto recostado en un árbol con los brazos cruzados; movía su cabeza viendo en ambas direcciones y temblaba ligeramente. No era por el frío, de eso estaba seguro.

Mi intención era acercármele, pero temía que tomara a mal mi compañía y me mandara a la mierda. Quién sabe por qué dijo mi nombre ayer, eso no aseguraba que le simpatizara.

Daba igual, ya había tomado mi decisión: no le dejaría solo.

Rodee el auto por la parte delantera hasta llegar a unos centímetros del rubio, parecía ido ya que no notó que estaba detrás suyo y siguió mirando con impaciencia a los lados y cuando giró su vista hacia atrás, se dio cuenta que estaba allí; dejó de temblar y volvió a mirar al frente. El calvo habló.

- Señor, ¿Por qué no intenta dar un paseo? El señor Tucker le acompañará.

Tweek le vio sobre su hombro temblando nuevamente.

- Estaré detrás de ustedes, me mantendré alerta.

Y fue cuando el rubio posó sus ojos en mí y bajo los brazos. Yo solo atiné a pasar por su lado dando inicio a esta caminata.


-*Estudio de grabación*-

- Bien chicos, quiero que hagan un movimiento con las guitarras, algo así como...

Randy Marsh está supervisando la puesta en escena que hará "BF2" en la entrevista de la tarde y trata de mostrarles un movimiento "cool".

- Espera, ¿No nos harás quitarnos las camisetas? Porque si es eso, no lo haré. – dice un aburrido Stan poniendo su guitarra en el suelo, sujetándola del diapasón.

- Ni yo. – Kyle hace lo mismo.

- Chicos, jamás les haría hacer algo tan estúpido - dice el mayor de los Marsh como si fuera lo más obvio del mundo –. Solo harán esto, ¿ok?

A continuación, el Sr. Marsh esta arrodillado tocando una guitarra imaginaria en sus manos y luego de dar vueltas con su brazo extendido con el que toca las cuerdas, para en medio de ellas y las aleja hasta encima de su cabeza, mordiéndose el labio inferior, cabeceando de arriba a abajo y a continuación diciendo: "¡Viva el rock and roll! ¡Wowww!"

Los dos chicos se miran entre sí con extrañeza.

- Bueno, algo así – dice Randy poniéndose de pie. – Ahora les toca a ustedes.

Toma asiento y mira con atención al par de jóvenes.

Kyle suplica con la mirada a Stan que haga algo para evitar hacer tal ridículez.

El mencionado suspira y se encoge de hombros.

A continuación ambos están ya arrodillados en el suelo haciendo el movimiento que acababa de enseñar el Sr. Marsh, de pronto, son interrumpidos por el golpeteo incesante de la puerta. Quién sea que esté detrás, tiene mucha insistencia en que le habran la puerta lo más pronto posible.

- ¡Ya te oí, ojete! - Se queja Randy abriendo la puerta y sacando la cabeza. Los chicos solo pueden escuchar murmullos.

- ¿Qué pasa papá? - pregunta el hijo de los Marsh de pie al igual que su compañero, ambos tratando de escuchar la charla de afuera.

- Ehh... no es nada, nada; vayan de una vez a la furgoneta que deben alistarse para la entrevista de hoy, los alcanzo luego. - dice en tono nervioso, desapareciendo por detrás de la puerta.

- Bueno, supongo que ya podemos llevar las guitarras - dice Stan guardando la suya en su funda negra, tratando de ignorar el mal humor que se ha cargado su novio desde la pelea de ayer.

Kyle mira enojado algún punto en el suelo aparentemente ignorándolo.

- ¿Vas a seguir con lo de ayer?

- "¿Vas a seguir con lo ayer?" - repite el judío ya cansado de la actitud de su novio.

El pelinegro se levanta enojado y lo encara.

- Ya te dije que se me pasó, ¿ok?

- Ella vendrá, estoy seguro - se cruza de brazos modulando las palabras con una voz sombría.

- Ya se disculpó y estoy seguro que fue sincera. La conozco desde primaria...

- No, no la conoces. - interrumpió el pelirrojo - Nunca imaginaste que podría fingir un embarazo para retenerte, ¿Y adivina que pasó? - lo mira a los ojos sin moverse de su postura. - ¿Acaso no lo recuerdas?

- Ella se disculpó conmigo; la perdoné. La conozco Kyle, sé que fue sincera.

El pelirrojo rodó los ojos con molestia y dando un bufido, tomó su guitarra para guardarla en su funda verde. Cuando lo hace, se la cuelga pasandola por su hombro.

- Mira Stan, si te interesa poco o nada nuestra "relación seria" - le dice haciendo el gesto con sus manos -, te diré que a mí si me importa lo suficiente como para alejar a Wendy Testaburguer de nuestras vidas - hace una pausa -. Nunca se disculpó conmigo, por eso la odio.

Stan calló. No tenía ningún argumento contra eso que no implicara que Kyle lo odie a él también. Nunca le diría la verdadera razón del por qué perdonó a su ex novia lo que pasó. El judío lo vio enojado por no tener ninguna respuesta.

- Yo me largo. - soltó el pelirrojo de camino a la puerta dando pisotadas.

El pelinegro despertó de sus recuerdos cuando Kyle dio un portazo a la puerta. Parece que otra vez tendría que aguantarse su mal humor, y eso sin contar que tendrían una entrevista en la tarde y deberían fingir su amistad en público otra vez.

Eso enfurecía cada vez más al pelirrojo de su novio.

- Carajo... - se tocó con los dedos el puente de su nariz al recordar ese detalle.

Ni modo, ya estaba resignado a dormir con su padre otra vez hoy.

El azabache se puso de pie con su guitarra a cuestas pasando la correa cruzada por su pecho y siguió el camino que había hecho su novio hasta llegar afueras del estudio. Estaba haciendo mucho sol, eso lo notó cuando puso un pie fuera de set de grabación que le obligó a cubrirse con la mano y a cerrar bruscamente los ojos quedando algo ciego por unos segundos.

- ¡Ay!

Stan abrió los ojos de inmediato al sentir que alguien había chocado con él. Miró al lado suyo donde vio la figura delgada de al parecer una chica cubierta con una gabardina color mostaza, gorro del mismo color y tacos negros con punta redondeada.

Definitivamente era una chica.

- Au... - se quejó la chica aun en el piso, sentada. Su gorro cubría su rostro y cabello.

- ¿Estas bien? Perdona, salí sin ver a los lados - Stan ofreció su mano para ayudarle a levantarse a la chica que la tomó sin dudar levantando lentamente su cabeza, dejando ver su rostro donde el pelinegro pudo notar una gafas que le cubrían los ojos, pero para él era obvio saber de quién se trataba.

- ¿Wendy?

- Hola Stan - dijo con sorpresa la pelinegra aun en el suelo.

Stan sudo frío cuando la puerta trasera de la furgoneta se abrió dejando ver a Kyle mirando su móvil.

- ¿Qué está...? - el pelirrojo dejó de mirar su móvil para entrar, topándose con la escena.

- mierda... - pensó el pelinegro al ver la expresión de ira y las cejas fruncidas que su novio le dedicaba a la chica en el suelo.


(Por otro lado...)

- ¿Papi?

Caitlyn Jenner tocaba la puerta del apartamento de su padre.

- Entra - se escuchó desde dentro una voz rasposa y gruesa.

La castaña no demora en buscar las llaves y entrar a la habitación a oscuras. Las ventanas estaban cerradas y la única luz era la del móvil de Garrison que alumbraba una gran pizarra. A pesar de ser casi mediodía, Garrison estaba aun con pijama verde que consistía en una camiseta manga corta verde claro y pantalones blancos con puntos verdes y pantuflas del mismo color, mirando con atención la pizarra en mención que cubría la totalidad de la pared del apartamento que estaba frente a la puerta de entrada, donde había miles de figuras y recortes; pero sobre todo, había algo que llamó la atención de Jenner: un modelo de estructura de un local completo y señalado a detalle con plumón rojo; escenario, camerinos, almacén... todo estaba señalado ahí.

- ¿Y esto? - preguntó a su pensativo padre.

- ¿Qué no ves, torpe? Es la estructura del local donde se hará la presentación de los grupos - estiró bruscamente su mano señalando sus dibujos, dejando ver una venda alrededor de una parte de su antebrazo.

- ¿Papi? ¿Qué tienes? - se acercó la mujer a paso rápido.

- Ese mocoso me mordió ayer - gruñó al ver la venda alrededor de su brazo.

- ¿Quieres que te vea esa herida?

- No me distraigas con tonterías, ¿Alguna novedad por lo de ayer? - alzó su palma para detener su accionar.

- Pues, sospechan de ti - dijo con obviedad. - Lo negué todo, ahora buscan a otros sospechosos tras el "secuestro". Tengo entendido que ese rubio fue a sus prácticas normales de hoy como si no hubiera pasado nada.

- Nathan cree que tiene el control y que me tiene tan vigilado como para hacer algo que él no sepa - niega y ríe divertido unos segundos antes de mirar nuevamente su gran pizarra y hablarle a su hijo - Mantenme informado, ahora ya vete si no tienes nada que decirme.

- Papi, ¿Al menos podrías decirme que planeas hacer? Podría ayudarte.

- ¿Con tu bocota? ¡ja! - dijo con ironía. -Fuera de aquí y no regreses si no tienes nada que decirme - gruñó.

Claitlyn conocía muy bien a su padre; era mejor salir antes de tener que cargar con su mal genio.

Al escuchar la puerta cerrarse a sus espaldas, Garrison bajó la mirada a la esquina derecha de esa gran enredo de garabatos y dibujos viendo una fecha en letras rojas y bajo ellas, encerrada en un círculo muy marcado, unas palabras muy remarcadas en rojo:

"ESTRUCTURA DEL DÍA DEL CONCIERTO"


Craig

Estábamos ya desde hace un buen rato en silencio; una de las razones de mi incomodidad era por la recomendación del Sr. Smith que nos había mencionado sobre que solo anduviéramos por el área donde estaban los árboles, así, las copas de los árboles evitarían cualquier "ataque" de los edificios aledaños a este parque. Después de escuchar eso me había puesto algo nervioso, no podía dejar de vigilar cualquier movimiento a mi alrededor pensando en que podrían atacarnos en cualquier momento.

- ¿Acaso no piensas alejarte de mí?

Cuando me di cuenta que el rubio había hablado, deje de mirar a esa niña que jugaba "sospechosamente" con su pelota en el campo abierto, para dedicarle mi atención total al chico a mi lado.

- ¿Alejarme? - repetí sin entender.

- ¡agh! ¡No te hagas el tonto! - me reclamó viendome con molestia.

Me detuve y él hizo lo mismo quedandonos en medio de una guerra de miradas. El rubio se apresuró a hablar antes de que yo lo hiciera.

- Deberías alejarte de mí después de lo de ayer; pensé que renunciarías, pero aquí estas, ¿Por qué no renunciaste? - me interrogó demandante, al parecer queriendo una explicación.

Yo no sabía que responderle; cualquier persona en su sano juicio hubiera huido por haber pasado una situación parecida a la mía, pero es que la verdad no se me había pasado eso por la cabeza si no hasta ahora que el rubio me mencionaba aquello.

¿Por qué no renuncio después de todo lo que he pasado? Al principo pensaba hacerlo, ¿Por qué sigo aquí? ¿Cuál es la verdadera razón de mi preocupación?

- Yo... no lo sé, necesito el dinero - dije con inseguridad en mis propias palabras, sonando en mi cabeza su pregunta con su voz una y otra vez.

El rubio se me quedó viendo con cierta duda; mi respuesta le resultaba confusa al parecer.

Ambos nos quedamos en silencio y cuando al parecer el rubio iba a volver a hablar, un chico pasó a toda velocidad con su bicicleta por entre nosotros haciéndonos dar un brinco y un paso hacia atrás.

"¡Lo siento!" - Se escuchó su voz toda simplona y chillona del adolescente que siguió pedaleando a toda velocidad hasta llegar a la parte donde el sol iluminaba el parque en su totalidad.

- Jódete tú y tus "lo siento", maldito imbécil - escupí con ira viéndole aun la espalda, enseñándole mi dedo favorito al cretino.

Estaba mirando por dónde se había ido ese niñato, cuando de nuevo escuché al rubio.

- En serio tienes muy mal carácter - dijo el rubio más como una afirmación que como un comentario.

Lo miré de soslayo y le enseñé mi dedo favorito a lo que el rubio soltó un "¡agh!" y para mi sorpresa, con su mano bajo mi dedo a su lugar.

- ¡No hagas eso! - me regañó con un tic en su ojo.

- Dijiste que tenía mal carácter, a mí, tu salvador - mi voz nasal remarcó las últimas palabras.

- ¡Ngh! ¡Que engreído! - lo vi apretar sus puños.

- Deberías agradecerme en vez de estar criticándome, te he salvado de muchas, ¿Lo recuerdas?

El rubio calló y su expresión se tornó seria.

- Yo... - apretó los labios, - supongo que... gracias... - dijo con molestia mirando hacia un lado, murmurando lo último.

- Perdona, no te escuché - dije con una media sonrisa

El rubio me miró indignado sin decir nada. Al parecer no diría nada más porque volteó la cara a un lado con molestia.

- Con un "gracias" bastaría, ¿no lo crees? - insistí con mi voz nasal.

El rubio me vio fijamente antes de hablar.

- Nathan siempre dice: "No dejes que nadie al pasar, te mire a los ojos, tú debes mandar"

- ¿Qué tontería es esa? - respondí con extrañeza.

- Todos trabajan para mí, incluido tú - me dijo con dureza. - No tengo porque agradecerte nada, es tu trabajo mantenerme a salvo después de todo.

- Oye - le dije con rudeza tomando su brazo bruscamente, buscando que me viera. - Se quién quieras, eso no te da derecho a tratar a las personas como basura.

- ¡Ya sueltame! - se soltó bruscamente - ¡Agh! ¡Eres un insoportable!

- Bien, suficiente, entonces renuncio.

El rubio me vio con los ojos abiertos.

- ¿Qué?

- Renuncio, ¿No es eso lo que quieres?

El rubio me vio con el ceño fruncido mirandome de pies a cabeza.

- Ah... bien - dijo en un tono bajo, cruzandose de brazos como un niño caprichoso.

Por fuera estaba con una expresión neutra que me esforazaba mantener, ver su expresión de no saber que hacer me causaba mucha gracia.

- Relájate rubio - dije viendo al frente ya sin poder evitar mostrar mi sonrisa - No puedes echarme a menos que quieras problemas con Nathan.

Pude sentir como Tweek posó su mirada en mí.

- ¿Por qué me ayudaste? No me conoces, pudiste haberme dejado - dijo con voz lastimera - te quedaste conmigo, ¿Por qué? Creí que me odiabas.

Me sorprendí; también pensaba lo mismo de parte de él hacia mi.

- No empezamos bien; pensé que me odiabas también.

Tweek negó.

- No, solo creo que tienes un pésimo caracter - admitió.

- igual que tú.

- ¡Gha! ¡No es cierto!

Reí ligeramente. Tweek me vio con un puchero. Yo cambié mi expresión para decirle lo que él quería saber.

- Mi hermana, tú me recordaste a ella cuando me pedía que no la deje sola cuando era más pequeña.

El rubio me vio sorprendido.

- oh... y... ¿Ella no está aquí? - dijo viendo de nuevo al frente retomando la caminata.

- No. Vive aun con mis padres en otro lugar - le seguí ubicándome al lado suyo.

- ¿Y... cómo llegaste aquí?

- siempre me ha gustado la fotografía, es algo que siempre he amado hacer. La cámara que rompiste es mi primera cámara profesional. La pagué poco a poco para empezar mi carrera y tiene mucho valor para mí.

El chico a mi lado vio a otro lado cuando mencioné la cámara, moviendo sus manos de forma nerviosa.

- agh, estará lista pronto.

asentí una vez y me apresuré a preguntar.

- ¿Y tu familia?

El rubio negó y su semblante cambió a uno serio. Me apresure a cambiar mi pregunta para no arruinar la conversación.

- ¿Y... te gusta algo en especial?

El rubio me vio con una expresión tranquila y una escueta sonrisa.

- el café.

- no me gusta el café.

- ¿Qué? - me vio asombrado.

- prefiero el chocolate.

- que marica - me dijo en tono de broma.

Sonreí sin poder evitarlo.

A Tweek pareció sorprenderle mi gesto, pero no tardó en imitarme.

Ambos reimos y entonces me di cuenta que el ambiente ya no era pesado, estaba bien, me sentía cómodo, me sentía:

Feliz.

El pelirrojo no puede creer la escena ante sus ojos.

- ¿Tu aquí? - escupió fríamente al ver a la chica.

- Calma Kyle. - El azabache se pone en frente de la pelinegra en el suelo para evitar algún enfrentamiento.

Wendy se pone de pie y al lado del azabache, le habla al pelirrojo.

- Sé que nunca me perdonarás y lo entiendo, no te pido que lo hagas - lágrimas resbalaban de sus mejillas -; te juro que yo no planeé encontrarme con ustedes, lo juro - La chica lloraba sin cesar, quitándose los lentes.

- ¿Acaso crees que te creo? - respondió secamente el pelirrojo dando unos pasos hacia ellos - Es decir que solo paseabas y de pronto te tropezaste con Stan. Por favor, creí que por el tiempo habrías mejorado tus mentiras.

- ¡Ya basta, Kyle! ¡Está llorando! - reclamó el azabache.

- ¡Por favor, Stan! ¿No te das cuenta que ella te está manipulando? ¡Es imposible que ella no haya planeado toparse contigo!

El azabache lo ve indignado.

- ¿Acaso no ves sus lágrimas? ¡Estás siendo un imbécil Kyle!

La chica trataba de hablar pero los sollozos no la dejaban. Stan la consolaba con palabras sin tocarla.

- Sé que no fue tu culpa, tranquílizate. Kyle solo está siendo muy desconsiderado.

Ahora era el judío quién no creía la escena que tenía en frente.

- No puedo creerlo, ¡Ella te engañó! - la señaló

- ¡Ya basta! ¡Suficiente! - le grita con una clara molestia en sus ojos haciendo tensar al pelirrojo - ¡No voy a soportar que le grites!

- Stan... - balbuceó el pelirrojo lastimeramente.

- ¡Si no vas a comportarte entonces vete! ¡FUERA DE AQUÍ! - le gritó el azabache.

Un viento frío pasó entre ambos. La chica tomó del brazo al azabache balbuceando que no lo haga, que se detenga; pero cuando Stan giró de nuevo a ver a su novio, el pelirrojo ya no estaba.


Craig

- ¿Te gusta Red Racer?

- Uuhhm... hace unos años vi unos capítulos. Era una buena serie - me sonrió el rubio.

- Sí, a mí me gusta - le respondí.

Y un silencio cómodo entre ambos se dio mientras dábamos nuestra vuelta ¿veinte? ¿veinticinco? La verdad que dejé de contarlas hace un buen rato. La plática con el rubio había sido demasiado entretenida, tenía que admitirlo. Tweek como persona me caía bien; habíamos conversado de todo un poco y aunque se tensaba con algunas preguntas con relación a su mánager y algunas otras cosas (cuando notaba eso, cambiaba de pregunta), parecía muy cómodo también, tanto como para acordarse muy bien del nombre y aspecto de mi hermana del que había hablado.

- Disculpen. -El Sr. Smith se había aproximado lo suficiente a nosotros - Me temo que ya debemos regresar al estudio, señor.

Tanto el rubio como yo intercambiamos miradas.

- ¿Tiene que ser ahora? - le preguntó Tweek.

- Sí señor, no podemos retrasarnos.

Asentí resignado. Me hubiera gustado estar con el chico un poco más.

- ¡Dile a Nathan que podemos seguir mañana! - escuché decir al rubio.

Yo alcé mi cabeza para poder verle, sorprendido con sus palabras.

- No es posible señor; me llamó, lo necesita ahora.

El rubio calló. Yo lo vi de reojo como temblaba ligeramente. Que extraño, en todo el rato que estuvimos conversando no lo había hecho.

- ¿Eh?

Tweek había volteado a un lado viendo hacia abajo, viendo a una pequeña niña de unos 5 años que tenía jalando con su manito los pantalones ajustados del chico.

- Tú... Won... Won... - se esforzaba en decir el nombre con su carita sonriente.

Yo me paralicé al igual que el Señor Smith. Tweek habló suavemente.

- No, no, yo no soy... - trató de zafarse de su agarre moviendo un poco su pierna hacia atrás.

- ¡Wonder Tweek! - soltó con fuerza, sacando una camarita amarilla de su otra mano que tenía tras su espalda y al parecer tomó una foto porque se escuchó "click".

Un grupo de chicos que estaban cerca de ahí empezaron a murmurar.

- ¡Corran al auto! - ordenó el calvo, observando a sus alrededores.

Tanto Tweek como yo corrimos hacia el auto que para nuestra alegría no estaba tan lejos. Ni bien estuvimos dentro y a salvo, nos miramos a los ojos y de manera inexplicable, tanto él como yo empezamos a reír.

El señor Smith abrió la puerta del piloto hecho un manojo de nervios.

- ¿Qué pasó? - preguntó el rubio aun riendo un poco.

- Era de juguete... - dijo el hombre notablemente avergonzado.

- ¿Entonces no era una espía? - me atreví a bromear.

El rubio me vio divertido.

- Al parecer no - suspiró el hombre. - Señor, ya debemos regresar.

El hombre encendió el auto, rumbo al estudio de baile.


-Calles de San Francisco -

Un chico pelirrojo se abría paso por entre el ajetreo urbano de la ciudad. Sus manos limpiaban constantemente sus mejillas para evitar que notaran que estaba llorando. No, nadie, ni siquiera él se permitiría verse llorar. Estaba dolido y confundido; las palabras del azabache resonaban en su mente una y otra vez al igual que su rostro mostrandole desprecio a él y para colmo, tener a esa perra que les había arruinado la vida cerca a él y dejarla como la «inocente» víctima.

Esto nunca se lo perdonaría.

Su mente divagaba mientras su cuerpo aun se movía con astucia entre la gente, casi pareciendo que estaba en modo automático.
Tan concentrado iba que solo bastó que calculara mal un movimiento y se diera de cara con una chica que salia con una bolsa café entre las manos.

¡«Clinck! ¡Plam!» escuchó caer cada una de las cosas al suelo además de la suave voz de la chica que se quejaba del dolor.

Entonces fue cuando el pelirrojo regresó de su largo trance, dándose cuenta que todo había sido su culpa. Levantó la cabeza para ver a una dulce chica con el cabello castaño ondulado hasta más abajo de los hombros que se frotaba una parte de la cabeza.

¿Qué es lo que había hecho?

- ¡Oh por Dios! ¡ Lo siento mucho! - se apresuró a decir el pelirrojo acercándose al desastre de chica que tenía sucia su camiseta con al parecer jugo de frutas morado - lo siento, lo siento, es que... ¡Dios! ¿Estas bien?

La chica parecía aun estar en shock y solo temblaba y balbuceaba cosas que el judío no podía entender. Aun con todo, la ayudó a levantarse.

- yo pagaré la compra, lo siento, no fue mi intención, yo... perdón - cerró los ojos con profundo arrepentimiento.

- ... - la chica parecía recién reaccionar a lo que había pasado porque bajó la mirada para ver su playera verde ahora húmeda con jugo.

- ten, esto puede ayudar - el judío le extendió un pañuelo.

La chica estiró la mano para tomar la prenda, y fue cuando sus ojos verdes se encontraron con los del chico que le había golpeado por primera vez.

- gracias... - balbuceo con timidez y un ligero sonrojo al ver a un chico tan lindo.

- Por nada... - balbuceó igual el chico. La chica era muy bonita a su parecer.

Ambos chicos se avergonzaron y bajaron la mirada para disimular el sonrojo que tenían.

- oye, lo siento, iba distraído.

- a veces también voy distraída y tropiezo con mis propios pies - dijo la chica tratando de limpiar lo mejor posible la gran mancha en su camiseta.

El judío la vio con curiosidad; era una chica muy dulce que no se ven a menudo.

- ¿Puedo preguntar tu nombre? - preguntó con amabilidad.

- Rebecca - contestó la chica dejando su tarea por un momento para ver al chico.

- mucho gusto, Rebecca.

Ambos chicos se quedaron viéndose con curiosidad.

- ¡Oh! ¡Te ayudaré con tus compras! - se grito a sí mismo el pelirrojo levantando las latas, cajas y frutas que habían quedado regadas en el suelo.

La chica también se agachó a ayudar.

Cuando la bolsa ya había quedado llena con los productos que habían quedado ilesos luego del impacto, ambos chicos se levantaron quedando frente a frente; uno aun apenado por todo y otro con una tímida sonrisa en el rostro.

- De nuevo lo siento. Espero que lo que te he dado sirva para compensar.

- Sí, compraré lo que falte de camino, ahora debo irme, ¿Tendrás la hora? Olvidé mi móvil.

- Eh... - busca su móvil en sus bolsillo y sin sacarlo demasiado, revisa la hora - es casi la una.

- ¿La una? ¡oh no! - la castaña empieza a avanzar ¡Es tarde! ¡fue un gusto! ¡Adiós!

La chica empieza a correr, y cuando el judío cree que ya está en camino a donde quisiera que vaya, la chica tropieza y parece que caerá; mas solo es un susto porque no llega a hacerlo y al contrario de lo que pensaba el pelirrojo, la chica voltea a verle con una sonrisa nerviosa, con el viento meciendo su cabello castaño oleado y un tenue sonrojo en sus mejillas. Kyle sonríe también y le hace un gesto de despedida. Él también tiene cosas que hacer y después de tan simpático encuentro, cree que ya es hora de regresar.

Una entrevista espera.


Craig

El ambiente pesado había quedado atrás, Tweek y yo conversamos un poco aunque no tan fluido como lo habíamos hecho en el parque. Supongo que la presencia del calvo viéndole por el retrovisor era un factor que le alteraba.

- ¡Oh no! - exclamó el calvo estacionándose bruscamente.

- ¡Agh! ¿Qué pasó? ¡¿Nos vienen persiguiendo?! - el rubio ya estaba alterado.

- perdone Señor, acabó de recordar algo. Soy un torpe, disculpe.

Yo veía con curiosidad la escena.

- olvidé traer la cámara para el señor Tucker.

¿La cámara? Recordé que se la había dejado la noche anterior cuando me cambié en el hospital; estaba con unas grietas y el lente no estaba. Suponía que había volado al impactar con el cuerpo del hombre al embestirle.

Pasé saliva, esperaba que no me la cobraran.

- ¿Y funciona aun? - me atreví a preguntar.

- Sí, solo tiene una grieta. Descuide, el señor Nathan entendió, no se le cobrará si eso teme.

Relaje mi espalda y dejé salir el aire del alivio. No sé cuanto estaría una cámara así.

- ¡Aah! ¡Se nos hace tarde! ¡Llévame al estudio! - protestó el rubio.

- Tendremos que ir al edificio y recoger la cámara antes de regresar, lo siento, señor - dijo el calvo encendiendo el auto -. Llamaré al señor Nathan para comunicarle de mi descuido.

El rubio se quedó más tranquilo al escuchar lo último porque se acomodó en su sitio de nuevo.

Durante los minutos que tardamos en llegar al gran edificio, ninguno dijo palabra; yo estaba chequeando mi móvil y Tweek veía distraídamente la ventana.

- Perdone señor Tucker, ¿Podría ir conmigo por favor? Hay tantas cámaras que no sabría cual es la que usa.

El calvo parecía avergonzado y culpable. Yo asentí e iba a bajar cuando el rubio me tomó del hombro.

- ¡¿Me van a dejar aquí?!

El calvo metió la cabeza por la ventana para hablar con él.

- Es peligroso que baje, podrían verle. No tardaremos señor, solo será un minuto. Le aseguro que estará más seguro aquí. Le recomendaría que suba la ventana.

Su voz fuerte y segura me hacían tener confianza en lo que decía, y al parecer al rubio también porque lentamente relajó el agarre.

- mmm... de acuerdo - asintió cabizbajo, acomododándose de nuevo en su lugar.

- Estarás más seguro aquí -agregué antes de bajar con suavidad en mi voz para que estuviera tranquilo.

Tweek me vio y asintió con un gesto más tranquilo; eso fue lo último que vi antes abrir la puerta para salir.


- Estudio de grabación -

- Maldición, ahora apagó el télefono, ¡Mierda! ¡Gracias Stan!

Un exasperado Randy se había topado con la escena de su hijo hablando con su ex - noviecita dentro del estudio de ensayo (obviamente los dejó solos), y la ausencia del otro integrante del grupo estando a pocas horas de la entrevista. No había que ser un genio para saber que había pasado.

- ¡Suficiente! - El mayor de los Marsh tocó la puerta para interrumpir la charla dentro del cuarto de ensayo y habló desde allí sin entrar, abriendo la puerta ligeramente-; Stan, necesito hablar contigo. Sal.

Se escuchó un ruido desde dentro. Pasos.

- ¿Qué quieres? - salió diciendo el menor de los Marsh con cara de pocos amigos, juntando la puerta.

- ¡¿Qué formas son esas de dirigirte a tu padre, Stanley?! - le regañó.

- ¿Lo encontraste? - preguntó con voz lastimera viéndole a los ojos.

- Apagó el teléfono, ¿Qué rayos pasó? ¿Qué hace esa chica aquí?

El chico se quedó en silencio.

- ¿¡A dónde fue, Stan!? - presionó el mayor.

- ¡NO SÉ! ¡LE DIJE QUE SE FUERA Y ESO HIZO! ¡Y SÍ! ¡SOY UNA MIERDA! - le contestó a gritos.

- Perdón, es mejor que me vaya.

Una voz interrumpió el enfrentamiento.

- No quiero molestar más, es mejor irme cuanto antes. Stan - llamó la joven para que le prestara atención -, lamento que haya sido así. Me hubiera gustado poder conversar con él. Sé que no lo tomará a bien o tal vez no crea lo que diré, pero dile que espero que algún día me perdone.

Después de esto, inclinó la cabeza un poco a modo de despedida y se fue a paso veloz del lugar.

- Explícate ahora, jovencito - dijo el mayor.

- ¡Eso no importa! ¡Debemos buscar a Kyle!

- Tenemos una entrevista en unas cuantas horas. Será mejor que hasta entonces le hayas pedido disculpas a tu novio o habrá problemas. Problemas para ti.

El azabache hizo una expresión molesta y se dio vuelta de inmediato para subir con su padre a la furgoneta a buscar a su pelirrojo.

¿A dónde habría ido?


Craig

El calvo y yo bajamos del ascensor al llegar al piso de paredes blancas. Yo estaba a punto de ir al estudio del jefe cuando el señor Smith me advirtió que esperara hasta que encontrara las llaves de la oficina. Al parecer a Nathan no le gustaba que nadie husmeara ahí y cerraba con llave. Mientras esperaba a que abriera la oficina, me senté en uno de los muebles, notando que el gordo de Cartman no estaba. De seguro se fue a comer, era hora del almuerzo.

- Hijo de puta... - escuché decir antes de que Cartman apareciera de nuevo con una pila de papeles entre las manos.

No pude ahogar una risa. Era tan divertido verlo siendo humillado.

- ¿De que te ríes, mojón? - me señaló el gordo al dejar todo eso en su escritorio.

No le contesté, solo le enseñé mi dedo favorito.

- Tú siendo siempre tan parlanchín. Mira, te insultaría como te lo mereces, pero me encuentras en un buen momento, así que agradece que no te puteo como se debe Tucker - dijo con su voz amenazante.

- ¿Tú de buen humor? - alcé una ceja.

- Sí, es que estoy viendo algo muy divertido, ¿Sabes? Ahora, si no te importa... - me hizo un ademán con los dedos para que dejará de verle.

Me encogí de hombros y vi a otro lado; sus pendejadas no me importaban.

- ¡AAJAJAAJAJAJAA! ¡MIRA SU PEINADITO! ¡¿Quién fue el que le hizo eso? ¡JAJAJAJA!

Su risa fuerte me irritó al instante, decidí encararlo.

- ¿No te echarán de aquí si te oyen riendote así? - mi tono era de irritación.

- SSshh... cállate, no me dejas oir lo que dicen estos pendejos - sube el volumen de su computadora.

Reconocí la voz de Stan y Kyle.

- ¡JAJAJAAJAJ! ¡MIRA SUS TRAJECITOS! ¡SE VISTEN IGUAL!

El gordo reía hasta las lágrimas, comiendo patatas fritas que sacaba debajo de su escritorio.

- ¿Sabías que ellos están aquí en San Francisco? - pregunté.

- Lo supe desde hace poco. Es tan divertido ver como a Kyal le arreglan el afro, ¿No se ve ridículo? - se limpia unas lagrimillas producto de la risa.

- Yo también lo supe desde hace poco, los vi ayer en esa entrevista. Pensé que aun seguían en contacto.

- No sabía nada de ellos desde que terminamos la escuela. Ya sabes, el último año se nos dificultó a todos por el ingreso a la universidad y nos separamos un poco- se tragó un puñado de papas, viéndome.

- ¿Ellos trabajan aquí? - me atreví a preguntar.

- No, más bien creo que es al contrario. Ellos son competencia directa de una estrella de aquí que el señor Nathan maneja, un rubio según sé llamado "wonder tek" o algo así; la verdad es que Nathan no me deja ver nada en cuanto a las estrellas que maneja, ¿Tú con cual de sus estrellas trabajas?

- Tengo prohibido decirlo - respondí encogiéndome de hombros.

- Típico de ese hijo de puta - y regresó su atención a la pantalla para seguir viendo la entrevista de sus "amigos" que recordé haber visto el día anterior en las pantallas de la tienda de televisores.

No pasó mucho antes de que el calvo regresara llamándome para recoger la cámara. Cuando al fin la tuve entre mis manos y exáminandola rápidamente (tenía algunos rasguños, pero nada de gravedad), ya estaba listo para la sesión de hoy.

Al salir, me despedí de Cartman y este hizo lo mismo alzando su mano a modo de despedida.


- Calles de San Francisco -

- ¡Ya buscamos en esta calle papá! ¡Da la vuelta!

Los Marsh buscaban desesperadamente en la furgoneta hacía un buen rato, el rastro de su otro miembro sin éxito. Eso empezaba a irritar al menor que maldecía sin parar, siendo observando por su padre que de alguna forma entendía que estuviera así luego del reecuentro con esa chica.

- Cálmate Stan, si gritas así nos detendrá la policía - su padre hablaba sin despegar la vista del frente.

El menor no dijo nada, se toma con los dedos el puente de su nariz.

- ¿Tal vez algún lugar en el que..?

- ¡Papá, busquemos de nuevo en la casa rodante! - el menor zarandeó el brazo de su padre -, seguro le dio hambre y...

- Si te está evitando ese lugar debe ser el peor sitio para ir.

- Carajo - regresó a sentarse con la vista al frente.

No dijeron más, se dedicaron a buscar entre los tumultos de gente hasta que el menor de los azabache notó de entre todas las personas que iban saliendo de sus trabajos, un color naranja poco usual entre todo lo gris.

- ¡Papá, estaciónate! - gritó el menor.

- ¡No puedo estacionarme aquí!

- ¡Acercame a la vereda entonces!

- ¡Hay mucho tráfico, los autos pasando a velocidad no me dejan acercarme!

- ¡AAAhh!

Stan casi se lanzó del auto en movimiento, ignorando todos los pitidos y quejas que ocasionó al pasar en medio de la calle haciendo parar a los autos que iban por allí.

- ¡Kyle! ¡Kyle! - vocifereaba el azabache sin perder de vista a la persona con la prenda naranja.

Parecía que no se equivocaba, porque la persona se detuvo por un momento y luego empezó a correr saliendo de la multitud, lo que confirmó las sospechas de Stan al verle la ropa.

Sí, ese era Kyle.

- ¡Espera!

Y en estos momentos, Stan agradece siempre haber sido bueno en los deportes porque no tarda en alcanzarle, tomándole con fuerza del brazo.

- ¡Kyle! ¡Te estaba buscando! - lo sujeta con ambas manos mientras recibe golpes y manotazos del pelirrojo.

- ¡Dijiste que me largara y eso hago! - dijo sin verle.

- ¡Au! - se quejó por uno de los golpes que impactó en su nariz - ¡Si me dejarás hablar un segundo...!

- ¿Qué rayos están haciendo?

La voz de su mánager cesó cualquier movimiento que estuvieran haciendo.

- Kyle, ¿Dónde estabas? ¿Sabes que hoy tenemos un entrevista? - preguntó con autoridad el mayor.

- no tengo ganas de ir... - respondió tristemente el pelirrojo.

El señor Marsh suspiró y prosiguió.

- Chicos, no sé cual sea el problema que tengan, pero no lo olviden; su público es primero y es muy importante no decepcionarlo. Andando, ya es tarde y debemos pasar a la casa rodante a comer algo. Además - toma un aire serio no muy común en él -, debo comentarles algo muy serio.

Ambos chicos se quedan muy quietos. El señor Marsh no es de ser serio a menos que sea algo grave.

El mayor de los Marsh se da la vuelta, dejándoles solos. El pelinegro está por hablar, cuando el pelirrojo se libera bruscamente de su agarre, caminando por detrás de su mánager. Stan no tarda en seguirles, guardando la distancia con el pelirrojo para no enojarlo más.

Al llegar, el pelirrojo entra por las puertas traseras cerrando con seguro. Randy ve de reojo a su hijo y no dice nada, pero su mirada es desaprobatoria. Stan suspira y sube a la furgoneta, esperando que la noticia que tiene su padre para ellos no sea tan grave como parece.

Durante el camino a casa, Stan escuchaba la suave voz de su novio al teléfono; seguro hablaba con su madre. Quizo acercarse, pero su padre se lo negó varias veces diciendo que lo dejara en paz.

No tardaron mucho en llegar al estacionamiento cerrado dónde habían aparcado la casa rodante que les servía de vivienda.

El primero en bajar fue el pelirrojo levantando su guitarra que se había movido por el camino, observando también el instrumento de su novio. Lo vio con desprecio dándole una suave patada antes de bajar.

Los Marsh bajaron justo detrás del pelirrojo, ingresando todos a su hogar. Los dos chicos fueron a sentarse a la mesa frente a la puerta de entrada, claro, uno frente al otro, mientras Randy se ponía su mandil rosa con las palabras "Kiss the cook".

- Bueno, ¿Qué tal unas hamburguesas? - encendió la cocina, girando de inmediato para buscar en la refri que se ubicaba detrás de una de las sillas de la mesa.

- no gracias - el pelirrojo miraba con ansiedad su pantalla del móvil, tecleando sin parar con ambas manos.

- Debes comer algo, Kyle - el azabache se cruza de brazos.

- Dibis cimir ilgui kil - repitió el pelirrojo.

Randy ahogó una risa; como les daba la espalda, no podía ver sus caras. Stan le vio feo.

- Sé que me excedí, no debí gritarte - el azabache busca contacto visual, pero el pelirrojo sigue muy ensimismado con su celular.

- Ya déjalo Stan, hablarán luego. Ahora solo comamos, ¿Les parece? - Randy hablaba con voz autoritaria.

- Me parece bien - dijo el judío.

Stan solo puso mala cara esperando el almuerzo.

- Bien, ya están listas.

Randy trajo unas tres grandes y calientes hamburguesas a la mesa. Los chicos no tardaron en comérselas con hambre. Él tomó la suya, comiéndola de pie.

Cuando terminaron, Randy apoyó sus palmas en la mesa con los brazos estirados, viendo con seriedad a ambos chicos.

- Bien, ahora al grano. Hoy, uno de mis antiguos trabajadores me contó algo y es muy grave. Chicos, nos han estado saboteando.

- ¿¡Qué!? - dijeron ambos.

- Así es. Alguien nos ha estado saboteando las entrevistas y eventos para que nuestro grupo no se presente.

- ¡¿Quién?! ¡¿Por qué harían algo así?! - se indignó el azabache. Su "amigo" en frente suyo apoyó los codos en la mesa, apoyando su barbilla en las manos en pose pensativa.

- Después que lo supe entendí por qué nos cancelaron en el evento importante de ayer, ¿Pueden creerlo? Eso es juego sucio - el mayor dio un manotazo sobre la mesa.

- Debió ser una de las estrellas que se presentará con nosotros, tendrían mucha razón para querer sabotearnos- reflexionó el pelirrojo.

- Es verdad, a eso voy. Según mi amigo, sabe quién es el que está haciendo todo esto y sí, es uno de los artistas del concierto.

- ¿Quién es ese hijo de puta? - dijo molestísimo el menor de los Marsh.

- "Wonder Tweek".

El pelirrojo bajó sus brazos por debajo de la mesa con molestia en su expresión; Stan solo mostraba enfado y Randy los vio a ambos con un gesto serio.

- Escuchen chicos, ya hablé con todos nuestros amigos y nos advertirán si nos vuelven a hacer una jugarreta sucia. Ahora, alístense que llegaremos tarde a la entrevista.

El mayor sale de la habitación, dejando a ambos chicos solos.

- ¿"Wonder Tweek", eh? - dijo el pelirrojo viendo la mesa.

- ¡Hijo de puta! ¡si lo veo lo golpearé en las bolas! - exclamó su acompañante dando un golpe a la mesa con su puño - ¡Cuando lo tenga en frente el día del concierto le voy a patear el culo!


Craig

Han pasado algunos días desde esa charla con Tweek en el parque. Hoy me he levantado temprano, debo alistarme pronto porque debo ultimar detalles de las fotos según me dijo Nathan ayer; es sábado, lo que quiere decir que es el último día que trabajaré con Tweek.

Mis pasos hacia el baño son lentos, pareciera que mi cuerpo se siente pesado, queriendo retrasar lo que ya es inevitable.

Cuando ya estoy dentro, me metó a la ducha y dejó resbalar el agua fría en mi cuerpo. Los moretones de la pelea de ese día con el "secuestrador" ya han desaparecido por completo. Ni siquiere una marca de recuerdo me quedará.

- Así que ¿es el fin? - me pregunté en medio del silencio sin esperar respuesta.

Salí del baño con una toalla a la cadera y mi cabello húmedo goteando aun, dejando un camino húmedo hasta mi cama donde me senté para cambiarme. A pesar de ser las 7:00 según mi móvil, la mañana es oscura, no ha salido el sol; supongo que es debido al cambio de estación, el invierno no está tan lejos.

Estoy por ponerme mi camiseta negra cuando la "Zephyr song" suena en mi móvil; no puedo evitar avergonzarme, Tweek se había burlado de mí el día anterior al escucharla cuando Clyde me llamó, diciendo que de seguro su voz me había impactado demasiado. Solo le enseñé mi dedo y eso bastó para que soltara una risotada.

Su risa era muy contagiosa; me hizo sonreír en ese momento.

El sonido de mi móvil me hizo regresar a la realidad, contestando la llamada.

- ¡Craaaaaaaig! - gritó mi castaño amigo que reconocí por la voz.

- No grites, Clyde - le dije irritado por escuchar su grito en mi oído -, ¿Qué pasa?

- ¿Adivina quiénes acaban de llegar a San Francisco?

Me sorprendí; sé que dijeron que estarían aquí, pero no pensé que llegarían tan temprano.

- ¿Ya están aquí? - balbucee.

- Pues sí. Estamos aquí. Te llamaba para decirte que iremos a nuestro hotel a dejar las cosas y pensábamos invitarte a desayunar, ¿Vienes o tienes algo mejor que hacer que reunirte con tus viejos amigos?

- Lo siento, Clyde; tengo trabajo.

- ¡¿Qué?! ¡Es sábado! ¿Quién trabaja los sábados? - se quejó.

- Yo. Escucha, hoy es la última sesión de mi cliente y solo voy a ajustar detalles; tal vez podamos reunirnos para almorzar.

- Ooooohh... está bien...

Imaginé al castaño haciendo su puchero como el bebé grande que era.

- Te llamaré, ahora debo irme.

- ¡Espero que ahora sea cierto y si me contestas que sea para hablar y no andar cortándome, ingrato!

- Adiós, Clyde - reí un poco antes de colgarle. A veces podía ser muy exagerado.

Me apresuré a ponerme mi casaca de cuero azul oscuro y mis zapatillas negro con franjas azules (uno de mis pares favoritos), antes de acercarme al espejo del baño para verme. Sí, lucía decente.

Estaba por salir cuando por precaución, regresé en mis pasos hasta la gran ventana de mi habitación y la abrí un poco para comprobar si habría viento helado esta mañana. Mala idea, estaba haciendo tanto frío que mi nariz se congeló al instante. Tendré que buscar algo para ponerme, está haciendo algo de frío pero no tanto como lo hacía en South Park. Rebusqué entre mis cajones encontrándome mi viejo chullo azul con pompón amarillo que mi abuela me había obsequiado en uno de mis cumpleaños cuando era niño.

Me lo puse sobre la cabeza de inmediato regresando a verme al espejo del baño. En mi opinión, el pompón me hacía ver muy infantil, mas nada podía hacer; si lo arrancaba se estropearía. Opté por dejarlo así, recordándome quitármelo antes de llegar al trabajo.

Salí del baño y luego de tomar dos vaso de yogurt, me dispuse a esperar el auto abajo.

- Bien, ahora dame una expresión más seria - le pedí al rubio frente a mí que veía por el lente de la cámara, vestido de vaquero.

En esta oportunidad, Nathan pidió que la última sesión se realice en su oficina en presencia suya y del calvo como mis espectadores ubicados detras de mí, y si se lo preguntan; no, no estaba nervioso, estoy acostumbrado a trabajar así; lo único que podría haberme alterado es que se estén metiendo en cualquier indicación que le de a mi modelo, pero no; Nathan y el calvo no habían ni siquiera hablado entre ellos desde que empecé a hacer la sesión hace una hora.

- Suficiente. Ve a cambiarte. Traje N°3 - le oí decir al de gafas detrás mío.

Olvidé decirlo, él solo abría la boca para decirle a Tweek que se cambiara de ropa.

- ¿Craig? - escuché decir el rubio detrás del fondo blanco.

Voltee discretamente a ver a los dos tipos, parecían muy distraídos con su móviles que al parecer no habían oído al rubio. Me acerqué con mucha lentitud para no notaran que me estaba aproximando al lugar que servía de vestuario al rubio. Me detuve a unos pasos de la entrada, volviendo a oírle.

- Hay dos camisetas aquí, ¿Cuál debo ponerme?

Voltee a ver a Nathan esperando alguna indicación, pero para mi sorpresa ya no estaba. El calvo tampoco.

- Eh... deben ser las dos - le dije al rubio -. Te tomaré fotos con las dos.

- ¿Puedes ayudarme a ponerme esto? - me preguntó desde dentro.

¿Eh? ¿Ayudarle? Esta era la primera vez que el rubio me pedía ayuda con algo de su vestimenta.

- Sí, ¿Qué necesitas? - le pregunté algo descolocado sin atreverme a ir dónde él estaba.

- Ayúdame con esto, Craig - le escuché decir algo exasperado.

Extrañamente me sentía algo nervioso e ¿intimidado? al pensar en que el rubio podía estar frente a mi semidesnudo y... ¿Qué? Ambos somos hombres, ¿Qué mierda estoy pensando?

Me aproximé a dónde estaba mi modelo sentado en el suelo, vestido de negro por completo con las piernas estiradas, los pies cubiertos con medias blancas, batallando con una bota que tenía cordones.

- No me entran - se quejó al verme.

- Dudo que Nathan no supiera tu talla. Tal vez si les sacas los cordones ya no estén tan ajustados - le dije sin entrar al lugar dónde estaba.

- ¡No! ¡agh! ¡No sé como ponerlos de nuevo! ¡¿Y si no logro que queden igual?!

A lo lejos se escuchó el ruido de unos pasos acercándose.

- ¡Agh! ¡Me va a regañar! - dijo el rubio jalándose mechones de pelo.

Dentro de mí se encendió una alarma, no me gustaba ver que se lastimara. Esa fue mi señal para entrar y arrodillarme frente a él tomando sus manos para que dejara de lastimarse.

- no hagas eso...

Mis ojos se clavaron en los del rubio. Su respiración agitada pareció normalizarse ante mi presencia y retrocedió un poco. Conocía esa expresión; fue la misma que hizo el primer día al intentar ayudarle, así que me preparé para cualquier manotazo que intentara darme tomando algo de distancia, sin soltarle las muñecas.

El manotazo nunca llegó y al contrario de cualquier cosa que hubiera pensado, el rubio bajó sus manos con las mías aun sujetandole.

- D-De acuerdo - me dijo apartando la mirada hacia un lado.

No dije nada; me quedé congelado con una media sonrisa, sintiendo algo extraño en el estómago. Me sentí feliz de que no rechazara mi intento por ayudarle.

- ¿Por qué la demora? - escuché decir al mánager del rubio en voz alta.

Tweek me vió con preocupación empezando a temblar ligeramente. Yo le devolví una mirada seria.

- Pérdone, es que cuando vi la vestimenta creí que podría agregar algo más al look - dije en voz alta girando mi mirada hacia atrás - Denos unos minutos.

- Ok - escuché decir al tipo como única respuesta.

Cuando regresé a observar al rubio, este me miraba con una ceja media levantada diciendo en su expresión algo así como: "¿Y ahora qué?"

- Tú saca los cordones. Tengo una idea - le dijo en voz baja.

Luego de algunos minutos y con ayuda de un plumón de maquillaje grueso, ya estábamos listos.

Salí yo primero, seguido del rubio que desde que había empezado a dibujar las marcas de constelaciones desde el dorso de las mano hasta la altura de su codo en ambos brazos, las veía con curiosidad y una pequeña sonrisa.

- Interesante detalle - dijo el de gafas, bebiendo de un vaso de color blanco con algún líquido que no tarde en reconocer por el olor como café caliente -. Bueno, empiece ya con la sesión.

El señor Smith, sentado a su lado, soplaba el vapor de la bebida caliente ignorando nuestra charla.

- Quiero café... - dijo el rubio a mis espaldas con necesidad.

Al parecer al tipo le importó poco o nada el pedido de su estrella porque me hizo un ademán con la mano para que continuara.

Y así lo hice.

Unas horas después, tomaba fotos con no sé cual número de traje del rubio. Perdí la cuenta al llegar al 20.

Debía ya ser alrededor de la una o una y media de la tarde porque mi estómago sonaba reclamando que lo alimentara con algo.

- Bien, con eso terminamos.

La voz del tipo me despertó del extraño trance en el que había estado durante las últimas horas tomando fotos y más fotos sin parar a mi rubio modelo que, después de escuchar a su mánager, no tardó en sentarse en el suelo con las piernas estiradas, denotando cansancio.

- ¿Cuántas fotos sacó de este traje? - me dijo el de gafas acercándose a mí.

- 20 - le respondí moviendo mis dedos para aliviar el dolor de estar clickeando la cámara sin parar desde hace un buen rato.

- Bien. Son suficientes - pasó de largo hasta llegar a su estrella - ¿No te alegra, Tweek? Hoy terminamos las sesiones como te prometí. No habrá más. Ahora ve a cambiarte.

El rubio alzó su rostro cansado para verme. Yo le devolví la mirada con mi rostro serio.

- ¿Qué esperas? Ve a cambiarte. - chasqueó los dedos el tipo frente a la cara del rubio que, apartando la mirada de la mía, se fue caminando hasta detrás del fondo blanco.

- Su paga estará hecha antes de la medianoche de hoy. Ahora déjeme revisar las fotos de hoy - fue hasta la cámara en el trípode, observándolas fugazmente - Sí, me gustan. Las demás fotos de los otros días ya las revisé y están bien. Entonces solo me queda decir que fue un placer trabajar con Usted - me extendió la mano esperando que yo lo hiciera también. Demoré un poco, pero finalmente lo hice -. Señor Smith, acompañe al señor Tucker a la salida.

- ¡Espera!

El rubio se apareció corriendo con ropa más casual; unos jeans azules, su sudadera verde y zapatillas blancas con franjas azules. Se detuvo frente a mí con la respiración agitada.

- ¿Mmmm? ¿Vienes a despedirte? - preguntó - Esta bien, les daré cinco minutos. Es inusual que haga esto, pero creo que llegaste a llevarte bien con el señor Tucker durante estos días, ¿Cierto?

El de gafas no dijo más, se dio la vuelta indicándole algo en voz baja al calvo que hizo que abandonara el lugar con prisa. Él hizo lo mismo segundos después, cerrando la puerta tras él.

El ídolo y yo nos quedamos a solas. Ninguno decía nada. Tweek miraba hacia abajo tratando de hablar, pero no entendía lo que balbuceaba. Fui yo quién me animé a hablarle.

- Supongo... que esto es todo - me encogí de hombros con resignación. De alguna forma habíamos logrado llevarnos bien y me apenaba ya no ser parte del equipo del rubio.

Tweek se quedó callado.

- Fue divertido, ¿No lo crees?

- Gracias... - dijo el rubio muy serio alzando la cabeza para verme - ... por ayudarme. Sé que empezamos mal, pero aun así siempre te preocupaste por mí.

- Eras mi cliente, tenía que hacerlo.

Los hombros del rubio se tensaron y su expresión cambió a una de ¿tristeza? Me apresuré a aclarar.

- Al principio lo eras, ahora somos amigos, ¿Cierto, rubio?

Tweek me vio con una media sonrisa, golpeando ligeramente con su puño mi estómago.

- Me llamo Tweek, Craig.

- hey, ahora que ya no trabajo para ti puedo llamarte como quiera.

Tweek soltó una risita.

- Craig, quiero... mmm... - apretó los labios, pero siguió - quiero disculparme, por todo.

Asentí. En estos pocos días nos habíamos conocido mejor y fuimos más unidos luego de su intento de secuestro. No dudaba que ahora me estuviera diciendo esto por su cuenta.

- Disculpa aceptada.

El chico y yo nos perdimos en la mirada del otro, cuando sentí la puerta abrirse.

- Lo siento, debo de interrumpir, ¿Ya se despidieron?

El tipo entró a la estancia, seguido del calvo que traía un estuche negro entre sus manos.

De inmediato Tweek corrió hacia su mánager, mientras que veía como el calvo se inclinaba un poco para poder verme tras esos lentes oscuros. Extendió el estuche ante mí con ambas manos.

- Su cámara, señor Tucker.

Después todo lo que he pasado, por fin tenía lo que tanto había esperado volver a tener conmigo, ¿Entonces si era el final? Mi mano tembló un poco antes de levantarse en forma automática hacia el estuche. Estaba por tomarlo significando el final de esta historia, cuando otra mano se apareció arrebatándola de las manos del calvo.

¿Qué?

- ¿Qué diablos haces? - habló el de gafas.

Cuando pude comprender lo que había pasado, vi a un lado al rubio abrazando el estuche contra su pecho con sus brazos. Su mirada intensa y su ceño fruncido me descolocaron no sabiendo como reaccionar.

- ¡Estamos retrasados! ¡Dale la cámara y vámonos! - le gritó el mánager exasperado, andando con paso apresurado hacia el rubio.

Tweek no me apartaba su mirada de la mía. Quisiera saber que está tratando de decirme.

- Aun no está lista - dijo el rubio, retrocediendo para que el de gafas no le quitara la cámara.

El calvo hizo un gesto con la cabeza muy extraño.

- ¿Cómo que aun no está lista? ¡TE DIJE QUE LA TUVIERAS LISTA! - le gritó.

- No... no pudieron terminarla tiempo; yo me haré cargo...

El tipo de gafas le quitó la cámara bruscamente a pesar de que el rubio puso resistencia. Con rapidez, abrió el estuche mostrando mi cámara con el lente aun roto.

Pude notar como el calvo hizo una expresión extraña, parecía tan sorprendido de lo que estaba viendo. Era como si en vez de mi cámara, hubieran sacado un conejo.

- ¡Ay! Eres un torpe - exclamó el de gafas gritando al techo, luego de eso, volvió a bajar su cabeza negando - Bien, siempre estoy limpiando tu desastre y esta no es la excepción. Señor Smith, lleve a Tweek al auto, está retrasado para un ensayo. Ahora yo me haré cargo.

El corpulento hombre se acercó al rubio esperandole a que se moviera; pero no lo hizo, solo se quedó allí, jugando nerviosamente con sus manos con la mirada perdida en algún punto del suelo.

- Tweek, ¿No escuchaste? Ya vete - presionó el de gafas casi gruñendo.

El rubio me vio, luego al corpulento hombre y finalmente al de gafas.

- No me iré, prometí arreglarla y eso haré.

Eso bastó para al parecer hartar a su mánager. De un rápido movimiento, tomó la muñeca del rubio y lo arrastró por todo el salón hasta afuera pese a las protestas de su estrella. Iba a decir algo, tenía que hacer algo para ayudarle, pero fue todo tan rápido, no pude reaccionar a tiempo. Solo pude cruzar miradas fugazmente con el rubio antes de que el tipo lo sacara afuera.

- ¡Señor Smith! ¿Qué espera? - le regañó el tipo gritando desde fuera. El mencionado no demoró en ir afuera y al parecer, llevarse a Tweek en medio de algunos regaños de su mánager que le decía cosas que no pude entender bien.

- Lamento eso - entró el de gafas -. Bien, respecto a su pago, acabo de hacer el depósito ahora mismo y en cuanto a su cámara - alzó el estuche para que lo viera - como dije, yo mismo haré que la arreglen hoy mismo, no se preocupe. Ya puede irse - estiró su mano señalándome la salida.

Dudé en salir. No quería que esto termine así, pero no podía pedirle quedarme; el tipo había sido muy claro desde el principio. Me despedí con un "hasta luego" sintiéndome con un gran vacío en el estómago al caer en cuenta que ya no vería al rubio a menos que sea por televisión.

Estaba ya casi en la puerta cuando el señor Smith entró a la estancia con rapidez, sorprendiéndome verle aquí de nuevo y tan rápido.

- Acompaña al señor Tucker - fue la sencilla orden que dio el de gafas sin mirarme, tecleando en su laptop como si no me conociera.

Salí acompañado del señor Smith hasta el auto que me había transportado estos días. Lo iba a extrañar.

Durante el camino a casa me aparecían los breves pero divertidos momentos que había tenido con el rubio luego de nuestra charla en el parque. Los siguientes días habían sido más tranquilos y habíamos pasado más tiempo juntos tanto en las sesiones, como en algunas horas que le dió Nathan para que saliera a distraerse conmigo. Al final logramos hacer una amistad y me entristecía pensar que no volvería a verle. Era un buen chico, no podía negarlo. Algo ansioso tal vez.

Tenía la esperanza que volvieran a llamarme en alguna otra oportunidad. Ese era mi consuelo.

- Lo lamento, pero Nathan no volverá a llamarlo.

La voz del hombre me sacó de mis pensamientos.

-¿Qué?

- Lamento decírselo. Sé que Usted y mi señor lograron llevarse bien.

Sonreí tenuemente. El señor Smith había sido testigo de nuestro avance. Después de todo, era él quién nos llevaba a los lugares donde Tweek y yo nos distraiamos.

- ¿Hice mal algo?

- No, pero Nathan desconfía mucho de los fotógrafos. No pregunte, es confidencial.

Asentí volviendo a ver las calles oscuras por la ausencia del sol.

No tardamos en llegar a casa, recibiendo del señor Smith el recado de que estuviera en casa a cierta hora para que me pudieran traer mi cámara. Yo solo decía «sí» sin pensar; mi cámara me importaba, pero no tanto como el hecho de que ya no volvería a ver a Tweek.

Camine con desgrano hasta mi cuarto cerrando con lentitud la puerta y luego de eso, caminar a mi cama donde me tire de espaldas, observando el techo de mi habitación.

- es todo... - me dije aun no creyendo lo que había pasado - asi que es todo... - me repetí para asumir que ahora ya no era más el fotógrafo de ese rubio.

Sentía hambre, pero no quería levantarme. Se me ocurrió pedir pizza. Estaba marcando el número cuando la llamada de Clyde se me apareció en la pantalla. Tenía varias llamadas perdidas suyas que no sentí por haber puesto mi móvil en vibrador durante la última sesión.

- ¿Clyde?

- aaaaiich, ¡Al fin! ¡Vaya que eres un ingrato! Te llamaba para que almuerces con nosotros en el hotel, ¿Aun no terminabas de trabajar?

- no, y recién acabó de llegar.

- oh, ya veo; bien, entonces ven al hotel, podemos charlar mientras comes.

Me removí en mi sitio. Lo que menos quería era salir a charlar o pasear como si nada hubiera pasado.

- no me siento bien.

- ¿Estas enfermo?

- algo así - contesté con desgano.

- mmm... que mal, pensábamos invitarte a salir esta noche. Hace mucho que no vamos a bailar a un buen lugar Token y yo. Vamos Craig, será divertido, yo invito los tragos.

Pase mi mano por mi rostro.

- no sé, no estoy de ánimos.

- ¡Oh vamos, Craig! Nosotros no venimos seguido, y además nos iremos el lunes. Vamos, al menos salgamos un rato, ¿Siiiii? No voy a colgar si no aceptas.

Reí un poco. Clyde podía ser un pesado si se lo proponía. Decidí aceptar aun no estando seguro de si estaba bien lo que hacía. Solo quería distraerme y olvidar la extraña sensación que me invadía.

- De acuerdo - suspiré.

- ¡Esa es la actitud! ¿Te parece a las 7? Comemos algo y luego... ¡A divertirnos! Te veo en unas horas viejo, ¡Ah! Y come algo, ¿Quieres? ¡Bye!

Colgó.

Dejé mi móvil a un lado pensando en si había sido buena idea ignorar la extraña sensación en mí e intentar llenarla con algo de diversión pasajera y alcohol. Aunque sintiera que no estaba bien, me dije a mí mismo que no podía quedarme aquí y solo sentirme mal; tal vez hablar con mis viejos amigos me ayude a sentirme mejor.

Me dispuse a comer algo y después buscar ropa cómoda para salir.

Al caer la tarde, me despegué de la laptop donde había estado casi todo el día sin ordenar nada de mi cuarto que estaba hecho un desastre desde el incidente del secuestro. Me había pasado toda la tarde viendo las fotos de portadas de Tweek sin querer; no podía dejar de pensar en él.

Al poco rato llamó Clyde y salí sin contratiempos al encuentro con mis amigos. No tarde demasiado en llegar a su hotel, recibiendo al castaño que se lanzó a abrazarme.

- ¡Craig! ¡Viejo, que pensábamos que no llegabas! - me dio unas palmadas en la espalda.

- tiempo sin vernos, ¿Cómo has estado? - preguntó Token detrás del gordo de Clyde.

- Bien, nada nuevo - el castaño me soltó -, ¿Qué me dicen ustedes?

-¡Oh! No hablemos de la Universidad -negó Clyde - vinimos a divertirnos y a gozar, ¿Cierto Token? - ve al mencionad.

- Hay diversión en la universidad también, Clyde.

- ¡Aich! Tú que andas en esos clubes aburridos de ajedrez de siempre - gira los ojos - en fin, cambiemos de tema; Craig, casi llegas tarde, justo salimos al club, y no te preocupes, allá comeremos algo. Vamos que esta noche la pasaremos... ¡Bomba! - casi grita mi amigo.

Reí un poco; aunque mi ánimo no era el mejor de todos y mi mente aun divagaba en ese paranoico, creí que en realidad si había sido buena idea venir a distraerme. Token fue por delante, mientras Clyde conversaba conmigo camino al club elegido por ellos. Token nos guiaba con su móvil de última generación por las calles ajetreadas de San Francisco mientras yo reía de las cosas que decía Clyde al estar quejándose de que debimos tomar un taxi para llegar.

El club estaba a algunas calles del hotel. Al parecer era un club bastante pooular, ya que había muchas personas esperando entrar. Token siguió avanzando entre la multitud, mientras Clyde y yo tratabamos de seguirle el paso.

- ¿Tienen reserva? - le dijo un tipo corpulento que bloqueaba la entrada.

- Black Token, y mis amigos.

El hombre sin mirar su lista, nos cedió el paso de inmediato.

- vamos chicos - se limitó a decir caminando tranquilamente dentro. Clyde y yo fuimos tras él intercambiando miradas. Siempre nos lograba sorprender el poder de su nombre.

El lugar a pesar de ser exclusivo, estaba con mucha gente a esta hora bailando en medio del ruido de los altavoces retumbando en el lugar con música eléctronica escuchándose hasta afuera; había muchas pero muchas luces alumbrando el lugar, eso sin mencionar la gran bola de disco plateada girando en medio de la pista de baile dando un efecto increíble. Una disco de ricos, esa es la conclusión rápida que saqué.

- Craig, iremos a bailar antes de comer algo, ¿Vienes? - me dijo alegremente Clyde, señalando la pista de baile.

- Iré en un rato, necesito una cerveza - les dije a ambos dirigiéndome a la barra de licores.

-No es bueno que tomes con el estómago vacío, Craig - Token haciendo de mi madre como siempre.

- Tranquilo, no tomaré demasiado. Adelantense, iré luego - les di la espalda sin saber si me se detendrían o no, pero al parecer notaron que algo no andaba bien conmigo y me dejaron a solas.

Me senté en la barra pidiendo una cerveza helada.

Y bebí, bebí... hasta perder la cuenta de las botellas que tomaba. Quería perderme, olvidarme que había conocido a un chico tan extraño y... fascinante; pero no podía pensar en él, era malo para mí. Simplemente no estaba bien. Al cabo de un rato no me sentí bien; me levanté algo mareado buscando un baño para refrescarme y alejar los extraños mareos que sentía. Mis pasos eran algo torpes y los empujones de la gente bailando no me ayudaban a mantenerme en pie, por lo que en un momento de distracción, perdí el equilibrio y caí al suelo. Mi respiración era agitada, mi cabeza daba vueltas sin parar y mi visión era borrosa. Me puse en pie con dificultad, aun viendo nuboso a mi alrededor, cuando de pronto, en medio del mar de gente, una cabellera rubia agitándose al compás de la música hizo que ni respiración se congelara y mis piernas flaquearan.

- ¿Tweek?


Espero hayan disfrutado este capi :)