Nota antes de leer:

Recomiendo encarecidamente que tengas lista para escuchar la canción "We'll meet again" de Vera Lynn. Va a llegar un punto donde sabrás dónde escuchar la canción y será maravilloso para ponerte a tono con la lectura, créeme. (la encuentras tanto en youtube como en spotify.


Epílogo. Una y otra vez

—Se ven tan adorables juntos que es totalmente asqueroso —comentó Clint en voz alta desde su lugar ante la mesa de la cocina mientras observaba a Tony besar a Steve en la mejilla antes de dirigirse a su laboratorio por el resto del día.

El millonario le enseñó el dedo de en medio.

—Cuidado con lo que dices o tendré que darte tu merecido otra vez.

Tasha soltó un resoplido de risa y echó un vistazo al arquero: el golpe que Tony le había dado en la mandíbula todavía no se había borrado.

Había sido una semana frenética siguiendo el avance de Tony a través del tiempo. Fury parecía creer que en SHIELD serían capaces de recrear la máquina del tiempo con facilidad ahora que el brillante inventor había regresado. No obstante, Fury no había contado con que el genio iba a serle de tan poca ayuda. Tercamente, Tony se había negado a compartir nada del conocimiento que había adquirido, y eso molestaba al director a niveles inimaginables.

Steve se sentía secretamente complacido por la negativa de Tony; creía que nadie debería poseer semejante nivel de poder.

El rubio observó a su novio marcharse y sonrió para él mismo. Después de la primera noche que habían pasado juntos, a la mañana siguiente se encontró con que todas sus cosas estaban ya en la recámara de Tony sin que nadie hiciese ningún alboroto por ello. Y el equipo había aceptado su relación de manera inmediata, sin hacer ni una sola pregunta.

Tony había tenido razón en cuanto a la tolerancia en esos tiempos. Ahora Steve era libre de ser él mismo, de expresar su amor abiertamente. Había valido la pena la espera para tener lo que tenía ahora. Sonriendo ampliamente como un bobo, se despidió de Natasha y de Clint antes de dirigirse hacia SHIELD.


Abajo en su laboratorio, Tony estaba bastante alegre mientras le daba los toques finales a su plan. Observó su proyecto resultante con ojo crítico.

—Si me permite decirlo, señor, me parece que ésta ha resultado ser una de sus mejores obras —comentó JARVIS desde el techo.

El inventor soltó un resoplido.

—Eres un adulador, JARVIS. Pero tienes razón. Después de mi armadura, creo que esta es mi siguiente cosa favorita. —Girándola de un lado a otro, la revisó por última vez. Finalmente satisfecho, Tony la colocó dentro del baúl de metal que reposaba inocentemente encima de su mesa de trabajo.

Dejándose llevar por una corazonada, había echado mano de todo su encanto para convencer a un archivista de SHIELD de que revisara para ver si aún existía alguno de los antiguos archivos que habían pertenecido a un tal Anthony Starling. Para su enorme sorpresa, se encontró con que su baúl estaba ahí almacenado con casi todos los viejos cachivaches que su padre había usado para el Proyecto Renacimiento. El baúl había llegado a la Torre apenas esa mañana y Tony estaba mucho más que curioso de ver qué era lo que contenía.

El baúl lucía muchísimo más viejo que la última vez que Tony lo había visto: la placa con su nombre escrito estaba comenzando a borrarse y a caerse a pedazos. Cuando lo abrió, las bisagras oxidadas rechinaron ruidosamente. Sus ojos oscuros revisaron ansiosos el contenido, y se sintió muy complacido de encontrar su uniforme de gala a pesar de que tuvo que arrugar la nariz ante el aroma a humedad que desprendía. Después de sacudir la tela, colocó el uniforme a un lado.

Encontró también sus pantalones, un par de botas y varios papeles y dibujos que había hecho para Howard. Mientras husmeaba entre el montón de papeles, sus dedos hicieron una pausa al tocar una fotografía. Lleno de curiosidad, tiró de ella para verla. Sorprendido, pestañeó ante la imagen registrada. A pesar de que Tony había hecho su mejor esfuerzo para evitar salir en alguna foto, aparentemente alguien se las había ingeniado para tomarles una a Steve y él sin que se dieran cuenta.

Las cornisas de su boca se elevaron en una sonrisa. En la foto, tanto Steve como él estaban tan sucios que seguramente acababan de regresar de alguna misión. Tony tenía la camisa arremangada hasta los codos y estaba apoyando el peso de su cuerpo en su rifle mientras se reía de algo dicho por el sonriente Capitán América. Soltando risitas, Tony dejó la foto a un lado; más tarde se encargaría de ponerla dentro de un marco para conservarla.

Dentro del baúl no quedaba mucho más, sólo una vieja carta dirigida a Tony Starling. Sorprendido, Tony le dio vueltas al sobre amarillento y lo abrió con sumo cuidado. Reconoció la distintiva letra al instante: era de Howard.

Tony,

Me tomó cierto tiempo y mi propio y nada despreciable ingenio para darme cuenta de la verdad. Aunque no fue hasta que nació mi hijo, Anthony Stark, cuando pude poner realmente todas las piezas en su lugar.

En el momento en que te conocí, supe que me había topado con una alma gemela. Estaba asombrado de conocer a alguien que estuviera a la altura de mi nivel de comprensión. La primera impresión que tuve de ti resultó ser cierta. Cuán pocos padres pueden llegar a ver el tipo de hombre en que sus hijos se convierten, y aunque tengo el presentimiento de que apenas te conocí por encima, me siento verdaderamente privilegiado de haberle echado un vistazo a algo tan increíble.

Espero que a lo que sea que te dediques en la vida, hijo, lo hagas con la misma pasión, energía y dedicación que me demostraste en este tiempo. Tú has sido y siempre serás mi más grande invención.

Howard Stark.

De repente, las rodillas fueron incapaces de sostenerlo y Tony Stark se dejó caer encima de su banco. Suavemente, dobló la carta con manos temblorosas e ignoró las lágrimas que surcaron sus mejillas. Estremeciéndose, se limpió los ojos.

—Demonios, papá... —murmuró mientras metía la carta al sobre y la colocaba cuidadosamente dentro del baúl.

Tony fue sacado abruptamente de sus pensamientos cuando sonó la ensordecedora alarma, la cual hizo eco en las paredes de concreto del laboratorio. Dejando de lado sus problemas personales, inmediatamente se levantó para ir a ponerse el traje; los Avengers estaban siendo solicitados. Sin embargo, su carrera hacia la batalla se vio interrumpida cuando recibió una llamada holográfica de Natasha.

—Voy en camino —dijo mientras cruzaba el laboratorio a todo correr.

—No es necesario, Tony. Clint, Steve y yo ya lo tenemos bajo control. No es tan malo como creíamos.

Tony hizo una pausa, arqueando una ceja.

—¿Estás segura?

Nat asintió.

—Absolutamente. Estaremos en casa con el Capi a tiempo para la cena.

Asintiendo con comprensión, Tony finalizó la llamada. Al menos eso le daría tiempo de llevar a cabo su plan.


Había sido un día horrible.

Exhausto, sudado y compadeciéndose de él mismo, un golpeado Steve caminó arrastrando los pies de regreso hacia la Torre. Todo lo que quería era darse una ducha y encontrar a Tony. Estaba a medio camino subiendo las escaleras cuando escuchó música y se detuvo. Frunciendo el ceño, afinó su oído mejorado de súpersoldado.

La música no era del tipo de la que Tony solía escuchar habitualmente; era más apacible, suave y muy conocida para Steve. Se quedó parado firmemente, parpadeando cuando reconoció la canción.

"Vamos a despedirnos con una sonrisa, cariño.

Sólo por poco tiempo, cariño, debemos separarnos."

Steve se apresuró en su camino hacia el laboratorio sintiendo una opresión en el pecho. Jadeando, entró a todo correr a través de las puertas, su corazón palpitando furiosamente ante la visión con la que se encontró.

"No permitas que esta despedida te deprima.

Yo no te olvidaré, mi amor."

Tony estaba de pie en el centro de la habitación vistiendo su uniforme de gala, con gorra y todo, la cual se sostenía inclinada sobre su cabeza. Se veía tan desgarradoramente guapo y dolorosamente familiar con ese uniforme, que Steve apenas podía soportarlo. Entonces, Tony le dirigió una sonrisa matadora y le dijo:

—¿Me concedería este baile, soldado?

"Nos encontraremos otra vez.

No sé dónde, no sé cuándo."

Steve se mordió los labios y caminó hacia delante. Alcanzando a Tony, tomó la mano callosa de éste con la suya. Tony tiró de él para acercarlo y colocó la otra mano sobre su cadera mientras lo apretaba más firmemente. Con soltura y gracia, lo guió a través del laboratorio mientras Vera Lynn cantaba su canción.

"Pero sé que nos encontraremos otra vez.

Algún día lleno de sol."

—Tony —murmuró Steve, inclinándose para besar al otro hombre suave y dulcemente—. ¿A qué viene todo esto? —masculló encima de la boca que tanto amaba.

Sonriendo, Tony lo hizo dar un giro antes de responder.

—Te prometí un baile.

Las lágrimas llenaron los ojos azules de Steve al tiempo que ambos dejaban de bailar justo al centro de la habitación. El soldado apretó a Tony firmemente.

"No dejes de sonreír.

Justo como lo haces siempre."

—Aquella noche en el pub cuando te pregunté acerca del futuro, yo estaba deseando... —dijo Steve y acunó la cara de Tony con ambas manos antes de deslizarlas a través de su cabello oscuro.

Tony le sonrió suavemente.

—¿Deseando, qué?

Steve suspiró.

—Que pudiéramos tener un futuro juntos.

"Hasta que el cielo azul se lleve a las nubes oscuras muy lejos."

Tony estaba temblando, se sentía extremadamente nervioso. Estaba seguro de que Steve podía escuchar su corazón latir desde un kilómetro de distancia. Aspirando una profunda bocanada de aire, tomó las manos de Steve, se postró frente a él doblando una rodilla, y levantó la mirada hacia los ojos azules del otro, los cuales estaban llenos de asombro e incomprensión.

Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó el anillo en el que había estado trabajando durante toda la semana. Tony nunca había fabricado ningún tipo de joyería antes, pero este, para ser su primer intento, le había salido francamente bien.

—Está hecho de un metal mezcla de vibranium y de mi reactor arc.

Steve estaba paralizado de la impresión.

Tony se aclaró la garganta ruidosamente.

—No pensé que esto iba a ser tan difícil. —Se quitó la gorra y jugueteó nerviosamente con ella durante un momento antes de decir—: Steven Grant Rogers, sé que puedo ser un completo dolor de cabeza, que tiendo a hacer lo que se me da la gana y que rara vez escucho lo que dicen los demás. Pero te amo y quiero pasar el resto de mi vida tratando de ser el tipo de hombre que tú piensas que soy. ¿Te casarías conmigo?

El silencio se alargó mientras Steve continuaba mirándolo fijo con ojos desorbitados.

Tony, todavía arrodillado ante él, comenzó a preocuparse.

—¿Necesitas...? Umm, ¿acaso necesitas un poco de tiempo para pensarlo?

Ahora se sentía aterrorizado; quizás había apresurado demasiado las cosas.

Steve finalmente pareció librarse del shock y se dejó caer de rodillas delante de Tony.

—Sí, sí, mil veces sí —dijo Steve y lo besó entonces; Tony, infinitamente aliviado, correspondió a sus besos.

—Me asustaste con ganas durante un minuto completo —murmuró Tony mientras deslizaba el anillo en el dedo de Steve y admiraba su obra—. Te reto a que trates de quebrarlo, Anciano. —Riéndose, Steve lo besó fieramente de nuevo antes de que Tony se alejara de su rostro para continuar hablando—: Nos tomó setenta años, pero creo que la espera valió la pena. Te amo, Steve.

Con una sonrisa enorme, Steve admiró la banda de metal que rodeaba su dedo.

—Yo también te amo, hombre fuera del tiempo.

Tony se rió y lo abrazó. Se besaron tiernamente mientras el futuro se abría ante ellos, toda una incógnita llena de brillantes promesas.

Fin.


Nota final:

Primero: ¡muchísimas gracias por leer y comentar! Este fic es uno de mis stonys favoritos y fue un honor compartirlo con ustedes.

En segundo lugar: aclarar que la letra de la canción escrita en manuscrita es mi libre traducción de los párrafos de "We'll meet again" de Vera Lynn, una canción que fue todo un himno para los soldados de la Segunda Guerra que tenían que marchar a una probable muerte y se despedían de sus seres queridos, especialmente de sus novias o esposas. Es posible pensar en su situación de vida y percibir el dolor de saber que muchos de ellos, millones de ellos, jóvenes con ilusiones y ganas de vivir, jamás regresarían. Otorgémosles el tributo que merecen ya que, gracias a ellos, se ganó una guerra terrible a un precio todavía más terrible. Como dijo Churchill: "Nunca tantos le debieron tanto a tan pocos."