¡Hola! ¿Como están? Con ustedes, un nuevo delirio que me ha sorprendido mientras escribía las actualizaciones de mis otros fics. Necesitaba escribirlo y compartirlo para continuar con los otros xD.

Espero les agrade y quieran superar este primer capítulo. Creo que lo interesante viene más adelante pero no podía dejar pasar esta escena, lo siento.

Disclaimer: El potterverso le pertenece a Rowling.

¡Gracias YUKI NICKY1 por ser mi lectora beta de estas ideas locas!


—¿Estás lista? — preguntó Harry sacándola de su ensoñación.

—En un momento estoy con ustedes— respondió de inmediato y sin alzar la mirada.

Él la contempló con ternura allí sentada en el suelo pensando que ésta sería la última vez que la vería de esa manera. Lo que estaban a punto de hacer ponía el peso del mundo sobre sus hombros y nadie podía estar completamente preparado para eso. Ni siquiera sabían si realmente funcionaría o cómo lo haría, si simplemente su línea del tiempo desaparecería en cuánto ella viajara o si vivirían como una línea paralela en un mundo dónde todo era caótico. Podría decirse que de todos, él era el que más comprendía lo que ella sentía al haber sido 'El Elegido' y por eso trataba de estar a su lado como su amigo y hermano, brindándole su compañía. Ambos sabían que de los sobrevivientes no había nadie que estuviera más preparado para esta misión en particular, y no sólo porque ella fuera Hermione Jean Granger, la bruja más inteligente de su generación.

El joven mago suspiró, miró el cielo y se sentó a su lado. Aún les quedaban unos momentos que podían compartir y no quería desaprovecharlos. Pasaron unos minutos en silencio, ella abrazando sus rodillas y él algo recostado con los codos apoyados en el suelo mirando un punto fijo en la distancia, sumido en sus propios recuerdos y reflexiones, tratando de entender cómo habían llegado a este preciso instante.

La tercera guerra mágica había arrasado con ambos mundos, el mágico y el muggle. La catástrofe y la destrucción los rodeaban sin darles tregua alguna. En este mundo destruido, ella había demostrado su capacidad de resolución bajo presión, incluso si significaba sacrificarse o sacrificar a otros. La frialdad había echado raíces en su corazón como en ningún otro, debió fortalecerse por los demás para erguirse como un pilar que los sostenía en los momentos de mayor necesidad. Harry reconocía con cierto pesar que, a diferencia de él mismo, ella no renegó del papel que le tocó desempeñar en la guerra sino que lo aceptó y fortaleció, algo que la convertía en una autentica líder. Hermione no sólo era un soldado capaz sino también una especie de Consejera de Guerra y los que estaban a su lado esperaban de ella las respuestas a los problemas, la veían como una fuente constante de conocimiento que con simples miradas o palabras lograba drenar el miedo en los otros por la convicción y seguridad que emanaba de su presencia. Era alguien que no claudicaba ante las atrocidades, el horror o la desesperación. Sin embargo, en soledad o con la simple compañía de él o Aberforth, se permitía ser frágil y dubitativa cuando estaban lejos de las miradas de los demás, como en este momento, y por eso no le extraño cuando su voz, hecha un susurro casi inaudible, se deslizó entre ellos.

—En realidad... no estoy lista, Harry...— escondió su rostro en sus rodillas y continuó—. Hay tantas cosas que podrían salir mal, hay tanto aún por investigar, demasiadas variables que no hemos contemplado y... y... aunque no lo crean, nunca podría estar completamente preparada para algo como esto.

—Yo te creo— respondió de inmediato logrando que por primera vez ella lo mire y él sonriendo agregó—. Tú nunca sentirás que habrás investigado lo suficiente antes de hacer algo, siempre has sido así, desde que éramos unos niños.

Ella frunció el ceño con cierto enojo.

—Pero esto es diferente... esto no es un ensayo de aritmancia o... o... un examen... ni siquiera es un nuevo hechizo curativo... esto es muy, muy peligroso...

—Y prohibido— agregó él.

Ella asintió mientras tragaba fuerte y volvía a apoyar su rostro entre sus piernas, él extendió su brazo por sus hombros y la atrajo con fuerza protectora. Quería transmitirle su confianza, quería que ella sintiera cuánto él la apoyaba pasara lo que pasara. Observó cómo sus rizos chocolate se fundían entre ellos y cómo su aroma a sándalo y canela lo llenaba con cada respiración. Si tuviera que cerrar los ojos y decir que es lo que significaba para él, diría que ella representaba estabilidad y, sobre todo, hogar. Por eso le resultaba tan difícil dejarla ir. Por supuesto, no diría nada en voz alta pues entendía que ese era un sacrificio necesario y, una parte de él, esperaba que encontrara algo de felicidad en ese mundo nuevo que construiría cuando cumpliera la misión porque estaba seguro de que tendría éxito.

Harry volvió a mirar el cielo, había llegado el momento así que la abrazó una última vez con algo más de fuerza antes de decirle:

—Ven, vamos. Llegó la hora, la luna llena ya casi está en lo alto y Aberforth debe estar echando espuma por su boca ante nuestra ausencia.

Caminaron entre las ruinas y escombros hasta lo que alguna vez fue un teatro. Ahí estaba el anciano con un gesto de enojo y preocupación en su rostro.

—No tenemos mucho tiempo —gruñó al verlos acercarse—, ¡Apúrate, niña! ¡La luna no se quedará en lo alto toda la noche!

Ella sólo hizo una mueca en respuesta y negó con la cabeza mientras aceleraba su paso.

El hermano menor del director se había vuelto el líder de la resistencia. Con tantos muertos, con tantos desaparecidos, era el de mayor experiencia y conocimiento y sin que él lo quisiera, se volvió el referente inmediato. Muchos aún se dirigían a Harry por su papel en la segunda guerra y Aberforth lo prefería así; sin embargo, el joven mago era consciente que de no ser por el anciano, ya habrían muerto todos. Llevaban juntos alrededor de cuatro años, tiempo suficiente para acostumbrarse a su trato brusco, abrasivo y arisco. Sabía que en el fondo, tenía un buen corazón y que habían sido las experiencias de la vida las que lo moldearon de esa manera. Durante las semanas que estuvo preparándose para la misión al lado del anciano, pudo conocerlo aún más, incluso llegó a compartir con ella mucho de sí mismo. Nunca sabría si lo hacía porque lo deseaba o porque se sentía en la obligación de proporcionarle recuerdos que serían recursos invaluables en su viaje. No importaba el motivo, ella agradecía y respetaba la confidencia. Luego de un tiempo, Hermione había concluido que no era tan diferente al director, al contrario, eran tan similares en algunos aspectos que asustaba, sobre todo porque ambos guardaban secretos muy celosamente.

De a poco, todos los que estaban en el refugio se fueron acercando para contemplar el ritual mágico que se realizaría. Habían sobrevivido tan pocos que daba pena ver que no llegaran a formar siquiera una ronda completa. Casi ningún adulto había quedado con vida: el matrimonio Weasley falleció al inicio mismo de esta tercera guerra reteniendo a los mortífagos que iban tras ellos, permitiéndoles a sus hijos escapar; Shacklebolt fue asesinado en el Ministerio cuando un traidor lo entregó; Augusta Longbottom no resistió las inclemencias de vivir huyendo; Andrómeda resistía en otra de las casas seguras junto con Bill y Fleur al frente de otro grupo. Con Aberforth estaban Luna, Rolf, Neville, Hannah que siempre tenía a su alrededor a varios niños sobrevivientes, Terry, Dean, Seamus y George que solía mantener su distancia de los demás, lejos en el tiempo quedaron sus bromas y risas.

—Debemos comenzar, niña— farfulló y se acercó a ella quedando a un paso de distancia, imponiendo su tamaño—, sé que me dirás que sí pero igual te lo preguntaré una vez más: ¿Deseas continuar?, no habrá vuelta atrás.

La pregunta era casi ofensiva pero entendía que lo decía por preocupación y por el cariño que había nacido en él:

—Sí— respondió con convicción, guardando en lo profundo de sí sus dudas y miedos. Sonriéndole tenuemente preguntó—, ¿tú aún deseas adoptarme?

Aberforth ni se inmutó. Se giró hacia la poción que estaban preparando, debía agregar el ingrediente principal así que tomó el cuchillo de plata, cortó su palma y vertió la sangre que manaba en un recipiente repleto de un brebaje marrón oscuro. La poción se tornó de un color rubí y se la entregó a Hermione. Ella miró el cuenco y suspiró resignada, si realmente quería echarse atrás, esa era su última oportunidad, pero era una gryffindor, una leona valiente, así que bebió todo el contenido sin respirar, en un vano intento por no sentir el sabor lacerante.

La poción era de textura rugosa y espesa, muy amarga y fría al comienzo pero, a medida que pasaba por su garganta, comenzaba a quemar y no pudo resistir el impulso de llevar sus manos a su cuello y boca para retener el líquido que amenazaba con salir a causa de las arcadas. La castaña sentía que todo su cuerpo, sus músculos, sus huesos, su piel, hasta su cabello, parecía incendiarse, clara señal de que la luna estaba cumpliendo su parte en este antiguo y peligroso ritual. El astro nocturno era el canalizador del cambio gracias a la energía que emanaba de su luz, por algo los hombres lobo tenían su transformación en este momento de la fase lunar. El dolor que sufría rozaba lo agónico y no pudo evitar gritar y caer abrazada a sí misma.

El anciano colapsó sobre sus rodillas, respiraba con cierta desesperación, sentía que no importaba cuánto se esforzara, el aire que entraba en sus pulmones no era suficiente y se ahogaba. Un halo oscuro lo rodeó mientras temblaba, parecía que una sombra salía de él e iba hacia Hermione cubriéndola como una cortina algo traslúcida de humo negro. La bruja se arrastró hacia el mago con dificultad y lo sostuvo mientras la vida lo iba dejando. Las lágrimas surcaban su rostro, no podía evitarlo, la tristeza por la pérdida de una vida y el dolor en todo su ser por el cambio que vivía la inundaban. Ambos sabían lo que estaban haciendo, lo habían hablado durante meses, no estaba ocurriendo nada que no estuviera fuera de los cálculos, nada que no estuviera especificado en ese viejo pergamino que les proporcionó esta salida. Aun así, saber que el hombre se estaba sacrificando para garantizar un presente y un futuro diferentes desconsolaba.

A pesar de que sabían que él estaba muriendo y que su compañera estaba atravesando un proceso terrible y agónico, lo que observaban era imponente y les robaba el aliento. Ella estaba cambiando, poco a poco la hija de muggles se iba borrando y en su lugar otra joven aparecía, una completa desconocida. Nadie se acercó a ellos, nadie debía interrumpir el ritual hasta que haya finalizado, sólo podían contemplar cómo la magia la transformaba.

El proceso parecía haber terminado cuando esa tenue oscuridad los dejó desvaneciéndose en la noche. Aberforth apenas respiraba y su mirada estaba fija en Hermione.

—Ariana —susurró y acarició la mejilla húmeda de la chica con su mano temblorosa—, eres... eres tan parecida a Ariana. Nunca imaginé que… que de tener una hija… ella, ella se parecería tanto a mi querida hermana— miró hacia el cielo y agregó casi como si comenzara a perderse en sí mismo—. La extraño tanto...

La joven bruja le sonrió con cariño y aceptó las palabras como un gran halago sabiendo lo que significaba para él ese parecido —¿Cómo deseas que me llame? — preguntó—, después de todo ahora soy tu descendiente y tú eres mi padre.

Mirando la luna que los iluminaba en lo alto, habló por última vez con una sonrisa de absoluta paz y plenitud coronando su rostro —Hermione Kendra Dumbledore.

La bruja lo abrazó con fuerza y continuó llorando en silencio su partida así como varios a su alrededor. Había aprendido a amar al anciano gruñón y desconfiado y ahora lo despedía con aprehensión en su corazón.

Al principio Hermione no había estado de acuerdo en que se hiciera el ritual. Era oscuro, magia de sangre, y el precio era la vida de quien adoptaba a un nuevo miembro en su familia pero, con el correr de los meses, debió convencerse de que no había otro camino. Habían encontrado la descripción de la poción y parecía tan sencillo que generaba temor y suspicacia pero entendían que era necesario. ¿Quién sacrificaría su vida para adoptar a un extraño? Sólo alguien necesitado y desesperado como ellos.

Ya habían resuelto cómo irían al pasado pero necesitaban que el viajero posea una identidad nueva, algo que supere cualquier prueba, sea mágica o muggle, y esa poción prohibida fue la respuesta. Con ella, el voluntario podría aparecer en el pasado sin crear una paradoja si en algún momento se encontraba con su yo más joven, aunque ese yo sea tan sólo un infante. Así, ambos podrían coexistir y este yo del futuro no corría el riesgo de desaparecer al generar los cambios buscados en la línea temporal: la magia de sangre la ataría a la existencia, sería un sujeto fuera del tiempo, protegido por su nueva identidad en un pasado que no lo contemplaba pero que tampoco lo rechazaría.

Cuando decidieron que ese ritual era el camino, por unanimidad y sin siquiera discutirlo, se propuso que el viajero debía ser Hermione y ella estuvo de acuerdo, no dejaría que otro se sacrificase. La posibilidad de morir en pleno proceso era muy alta y no permitiría que nadie más corra ese riesgo, sobre todo siendo ella la que preparase el brebaje. Al mismo tiempo, Aberforth se ofreció a ser el adoptante y todos vieron las ventajas que suponía: era un pasaje directo al círculo interno de la Orden del Fénix, lo que facilitaría cumplir con la misión. Además, siendo su vida entera un misterio, habiendo vivido casi como un ermitaño toda su existencia, nadie podría cuestionar la posibilidad de que tuviera una hija.

—Hermione…— llamó Harry con cuidado—, Hermione— volvió a decir insistente.

Escuchó la voz de su amigo muy lejana y con gran esfuerzo se incorporó lentamente. Limpió las lágrimas en sus mejillas, todo su cuerpo dolía, incluyendo, su rostro. Con cierta dificultad se incorporó.

—Debemos…— comenzó a decir pero ella lo interrumpió.

—Lo sé, debemos seguir, aún queda lo más importante.

Vieron que otros se acercaban y cómo con un 'levicorpus' se llevaban el cuerpo del anciano, desapareciendo en una esquina.

A Harry le costaba verla y reconocerla. Había crecido en altura unos cuantos centímetros, su cabello se había aclarado hasta alcanzar el rubio dorado, sus facciones habían cambiado y sus ojos, antes marrón chocolate, ahora eran azules. Lo único que conservaba de su antiguo yo eran los rizos rebeldes que coronaban su cabeza así como sus cicatrices. Tragó grueso mientras la admiraba, tomó un espejo y se lo alcanzó.

Hermione miró su reflejo, no se reconocía. Abrió la palma de su mano derecha y ordenó:

—Accio bolso.

De inmediato, su ya conocido bolsito de cuentas apareció en su mano. Comenzó a hurgar en él hasta que encontró lo que buscaba: unas tijeras. Tomó su varita y las hechizó haciendo que flotara y comenzara a cortar su cabello con velocidad y precisión. En tan sólo unos minutos, su antes largo cabello rizado ahora apenas cubría sus orejas. Las tijeras le habían dejado un corte estilo bob dejando algunos rizos más largos que el resto.

Volvió a mirarse al espejo y, conforme con el resultado, se lo devolvió a Harry, ya habría tiempo de acostumbrarse a su nuevo rostro. Toda una vida de ser posible.

—¿Lista?

Escuchó una voz conocida a sus espaldas.

—Malfoy— saludó y luego respondió—, no del todo… pero eso no importa, ¿verdad?

—¡Vamos, Granger! Tente un poco de fe, lo lograrás.

Ella lo miró con atención. La luna le daba un brillo singular a la cicatriz que atravesaba su rostro de izquierda a derecha para luego perderse en su cuello. Esa marca era el constante recuerdo de que casi muere a manos de su tío Rabastan Lestrange.

—Dumbledore— aclaró—, ahora soy una Dumbledore, debo acostumbrarme a escucharlo y decirlo. Y no es que no me tenga fe y lo sabes. Cualquier cosa puede salir mal y puede empeorarlo todo.

—Nada podría ser peor que esto— apuntó el rubio señalando los alrededores.

—Pues… sí, claro que podría ser peor… Tom podría seguir vivo y…

—Eso no ocurrirá— Harry dijo de inmediato.

—Eso no lo sabemos. Además, otras cosas podrían salir mal, por ejemplo…

—Hagas lo que hagas— comenzó a decir Harry mientras la tomaba de los hombros—, decidas lo que decidas, estará bien. La decisión de enviarte fue de todos, no sólo tuya así que no debes cargar con esa culpa tú sola... — continuó Harry y Draco agregó con su sonrisa ladina:

—Si hacer esto te condena al infierno, ahí nos veremos porque todos te estaremos esperando.

—Y si… y si… no sé… ¿y si provoco que alguno de ustedes muera? — preguntó bajando la cabeza —, jamás me perdonaría si en algún enfrentamiento provoco la muerte de alguno de ustedes o... o sus familias.

—Si matas a mi padre le harías un favor al mundo— se escuchó la voz de Theodore Nott— aunque eso signifique que sea un huérfano… digamos que el precio me parece bastante bajo para ser sinceros, incluso diría que me haces un favor.

—¡Vamos!, no hables así de ti mismo— lo regañó Hermione y bajando su voz agregó—, sólo espero lograr un futuro mejor para todos.

—Y no te sientas mal si tus actos hacen que nunca cambiemos de bando— agregó Nott.

—Así es— confirmó Malfoy—, estamos aquí con ustedes a causa de la segunda y tercera guerra mágica. Si cumples tu objetivo, lo más probable es que sigamos la tradición familiar… si entiendes a lo que me refiero— culminó elevando una ceja.

—Lo sé— masculló la bruja—, haré lo posible para hacer de ustedes lo que son hoy y no lo que fueron sus padres.

—¿Ya te despediste de todos? — preguntó Ginny acercándose a Harry y tomando su mano.

—Esta tarde. Si tuviera que hacerlo ahora, no creo que fuera capaz de… de…

Ginny fue hasta ella y la abrazó con fuerza a modo de despedida para luego regresar con el resto del grupo. Sólo Harry, Draco y Theodore irían con ella al punto elegido para hacer el viaje, Luna ya estaba ahí junto a Rolf.

Se aparecieron a las afueras del Bosque de Dean. Pensaron que para garantizar su seguridad y anonimato lo mejor sería que llegara a un lugar en el que no hubiera nadie y que no hubiera cambiado en los últimos veinticuatro años y, sobre todo, que no estuviera poblado, así se ahorraría explicaciones.

—Aquí tienes— Luna le entregó el giratiempo y mantuvo sus manos sobre las de Hermione apretándolas con fuerza como gesto del cariño incondicional que le tenía—. Sólo podrá ser usado una vez. La presión gravitatoria a la que será sometido para poder trasladarte años en el pasado, destruirá su núcleo y la arena se consumirá a sí misma. Será un pequeño espectáculo digno de ver.

Hermione presionó la mano de su amiga antes de que se volviera junto a Rolf abrazándolo con ternura. La ravenclaw había trabajado en el aparato durante mucho tiempo. Varios colaboraron en su investigación, incluidos Theodore y Hermione, pero fue ella quien más tiempo le dedicó.

—Y no habrá regreso— agregó Malfoy.

—¿Tienes todo contigo? — preguntó Harry.

Ella alzó su bolsito de cuentas y sonrió. Tenerlo con ella estando junto a Harry en el Bosque de Dean le traía muchos recuerdos, algunos buenos, la mayoría tristes.

—Tengo conmigo el mensaje de nuestro Aberforth para el Aberforth del pasado y el relicario.

—¿Memorizaste el plano que te di de la Mansión Malfoy?

Hermione lo miró con hastío:

—Por supuesto, así como todos los datos que me diste de los mortifagos que vivieron en tu casa y todo aquello que tu padre compartió contigo.

—De poco te servirá dado que es información de mediados de los noventa y tú viajarás a 1980— comentó Theodore con ironía.

—Mejor prevenir que lamentar. Nunca sabemos cuándo una simple contraseña puede significar la diferencia entre la vida o la muerte— opinó Rolf.

Hermione se acercó a cada uno para despedirse, esa sería la última vez que los vería así como eran. Esperaba que la próxima fuera cuando todos sean unos niños viviendo infancias felices sin guerras ni profecías.

Al llegar a Nott, éste le dijo al oído:

—Si de casualidad mi padre sobrevive y evade Azkaban, asegúrate de que no llegue a 1991.

Ella asintió porque sabía qué era lo que le estaba pidiendo en realidad. Bastian Nott mató a sangre fría a la madre de Theo ese año frente a su propio hijo. La impunidad que compra el dinero lo salvó de cualquier tipo de investigación pero las sospechas permanecieron.

Harry la abrazó por última vez con fuerza, no quería soltarla y ella tampoco se alejaba.

—Sólo prométeme una cosa— masculló él.

—Lo que me pidas.

—Prométeme que harás lo posible para ser feliz — Ella lo miró de reojo extrañada pero Harry continuó sin soltarla—. Cumple con la misión pero también vive… vive y encuentra la felicidad, incluso el amor.

Con lágrimas en los ojos ella asintió. Se puso la cadena del giratiempo alrededor de su cuello, sólo faltaba hacerlo girar una vez más y el viaje comenzaría.

Los miró a todos antes de que se desvanecieran. Todos le sonreían, todos confiaban en ella. Esa imagen la acompañaría a lo largo de su aventura.


N/A: Les gustó? Espero que sí. Dejen sus reviews xD

Un abrazo virtual a todos!