El aire frío se colaba por la ventana de aquel departamento, el rubio veía como la noche se hacía más y más profunda. El ambiente se tornaba triste o quizá era él quien ya no podía ver las cosas de otra manera.

Dejó caer la botella de alcohol que hasta hace algunos momentos yacía entre sus manos, lágrimas brotaron de sus ojos sin poder detenerlas.

Odiaba llorar, odiaba sentirse así pero ya no podía ocultarlo más. Se sentía miserable, estaba solo. Dejó ir a la única luz que iluminaba esa oscuridad que llamaba vida.

Sabía que involucrarse con ella era un error, un error que no pudo evitar por más que la voz de la razón lo llamara. Cuando la oportunidad se le presento la tomo sin importar las consecuencias. La hizo suya de mil maneras, la tuvo entre sus brazos tantas veces que no pensó que la perdería.

Entonces la realidad lo golpeo, no podía mantenerla a su lado para siempre. El oficial era otro, con quien se iba a casar y formar una familia era otro. Lo que vivieron no era nada a lo que el pelirrojo podía ofrecerle…

"Pídeme que me quede, hazlo y te juro que cancelo la boda". Las palabras se quedaron atoradas en su garganta, no pudo decirlo, no era tan egoísta. Sabía que su vida era una mierda y condenar a Hermione a algo así no estaba en sus planes.

La amaba, claro que lo hacía, por eso la dejaba ir.

Cerró los ojos, deseaba que todo fuera un mal sueño. Deseaba ser un mejor hombre para ella, tener un nombre que no causara lastima o miedo, dejar de ser ese maldito cobarde que no lucha por lo que quería. Porque siempre fue un cobarde, un perdedor que se ocultaba tras la fachada de hombre fuerte y orgulloso.

Recordar aquella mirada triste que ella le dedico antes de marcharse lo hacía sentir mucho peor, debió detenerla, debió preguntarle si quería compartir con él esa vida llena de dolor y oscuridad, debió preguntarle si quería ayudarle a sanar sus heridas… Pero ya era tarde.

A juzgar por la hora ya deberían estar casados, ya era una Weasley, sonrió con tristeza al imaginar la vida que tendrían, la misma que imaginó para ellos. Dos niños, una casa con un gran jardín, despertar todos los días a su lado, todo lo que ella viviría con alguien más.

-Cobarde – se dijo a sí mismo.

-Lo eres – de pronto ella apareció frente a sus ojos.

-Mione – susurró.

-Draco, eres un idiota – dijo poco antes de besarlo. No sabía si realmente estaba pasando o quizá era una jugada de su mente por todo el alcohol que había ingerido pero se sentía demasiado real, tanto que no le importaba vivir en esa ilusión el resto de sus días.