Capítulo 4

-Recuérdame una vez más por qué llevarle ropa a Juvia para que permanezca fuera de nuestro piso me va a ayudar a hacer que vuelva -pidió Gray frunciendo el ceño.

-Te lo he dicho, salió corriendo en pijama, ¡necesita ropa! ¿Cómo va a volver a salir a la calle? -explicó Lucy con paciencia.

-¿Y era necesario llevar una maleta entera de ropa?

-¡No sé lo que querrá ponerse!

La maga de espíritus celestiales se adelantó refunfuñando sobre hombres que no entienden la moda femenina. De repente se paró, haciendo que el moreno casi chocara con ella al no darse cuenta de que no seguía andando. Lucy se giró para encararlo.

-¿Por qué no lo has hecho?- preguntó en voz baja sin levantar la mirada del suelo. Sus puños se apretaron a sus costados.

-¿De qué estás hablando? - sus ojos abiertos en sorpresa por el cambio de tono de su compañera.

-¿Por qué no le has dicho que la quieres? -los ojos de Lucy se aguaron.

-¿¡Otra vez tenemos que pasar por esto!? -se alteró el moreno, cabreado con el mundo y consigo mismo- ¡Nunca dije que no la quería, mierda! ¿Tan importante es decir las palabras? ¡Creo que lo demuestro lo suficiente! ¡No me parece bien que me estéis juzgando a cada momento! Además...

-No creo que no se lo hayas dicho porque no la quieras -lo interrumpió Lucy, mirándolo al fin -Creo que la quieres. Creo que estás enamorado de ella. Se nota.

-¿Entonces a qué viene...?

-Creo que estás enamorado de ella -Lucy volvió a interrumpirlo. El ceño fruncido de Gray se acentuó -Así que no entiendo por qué nunca se lo has dicho a ella.

El moreno suspiró y presionó el puente de su nariz con los dedos, como si estuviera batallando contra algo en su mente. Sin mirar a la chica, se apoyó en la pared de una casa y resbaló hasta quedar sentado en el suelo. La maga siguió su mismo ejemplo, aunque con más dificultad, intentando que su corta falda no se subiese más de lo necesario.

El silencio se hizo presente en ambos.

-¿Alguna vez... Alguna vez se lo has dicho a Natsu? -preguntó Gray, fijando su mirada en algún punto a la lejanía.

Las mejillas de Lucy se tiñeron de rojo y comenzó a gesticular con los brazos en pleno ataque de nervios.

-¡¿Cómo?! ¿Natsu y yo? No-no-no-no hay manera de que eso ocurra. ¡Somos nakamas! ¡Nakamas! Sólo... -Gray fijó su mirada en la de ella, levantando una ceja en señal de incredulidad. La chica se quedó quieta y soltó un suspiro -¿Cuánto hace que lo sabes?

-¿Que lo quieres? -preguntó con burla- No hace falta ser un genio para notarlo. Él te corresponde por cierto.

-Lo sé -sonrió levemente.

-¿Lo sabes? ¿Te lo ha dicho? -la chica negó con la cabeza -¿Cómo lo sabes entonces?

-Simplemente lo intuyo... Tú lo has dicho, no hace falta ser un genio para notarlo... ¿Pero me quiere de la misma forma que yo a él? Ese es el problema.

-¿Qué quieres decir? -la perplejidad teñía la cara del mago de hielo -Ahora me has perdido del todo.

-Natsu me quiere porque soy su nakama en Fairy Tail, su compañera de equipo, su amiga -explicó con tristeza- Pero para mí, él es todo eso y mucho más. Quiero ser mucho más para él. Que me vea como amiga pero también como mujer. Como una pareja, una compañera de vida...

-¿No crees que él siente todo eso? -preguntó con incredulidad- Si de verdad piensas eso podrías ser hasta más tonta que él.

La rubia soltó una carcajada.

-Gray, te lo he dicho, sé que me quiere, eso no lo dudo -lo miró con diversión- Si yo le dijera que quiero ser su novia, sé que aceptaría. ¡Me quiere! Se siente cómodo conmigo, puede contarme cualquier cosa, nos protegemos el uno al otro... Pero, ¿me ama? No puedo saberlo, nunca me lo ha dicho. ¿Entiendes?

Mierda, claro que lo entendía. ¿Así se sentía Juvia todo este tiempo? ¿Había guardado tantas dudas dentro de ella, igual que Lucy?

-Yo también he perdido personas a las que he amado. Pero, Gray, no podemos dejar que eso nos detenga -siguió- Todos en Fairy Tail conocemos la pérdida. Por eso nos cuidamos tanto los unos a los otros. Incluso Juvia ha sufrido en el pasado.

El silencio se hizo presente entre ambos nuevamente.

-Ella lo hace parecer muy fácil -murmuró el moreno -¿Cómo lo dice tan fácilmente? ¿Es que no tiene miedo?

-Juvia confía en ti más que nadie en el mundo. No tiene miedo porque sabe que nunca harías nada que pudiese perjudicarla. ¿No confías tú?

-Oh, vamos, Juvia moriría por mí -dijo con amargura- Ya lo hizo. En la batalla contra END. Si no llega a ser por Wendy y Charle...

-¿Recuerdas la última vez que le dijiste a alguien que la querías?

-A mi... -su voz se quebró- Mi madre.

-¿Tu madre? -preguntó sorprendida -¿No a Ur? ¿A Erza?

-¿¡Erza!? -pareció horrorizado.

-Bueno, yo pensé... -las mejillas de Lucy volvieron a colorearse- Pensé que tú y ella... Ya sabes os conocéis mucho... Parecéis muy cercanos...

-Quizá cuando era pequeño me llamó la atención, pero no a ese nivel... No como Juvia -finalizó.

Gray se tapó los ojos con las manos y dejó escapar una carcajada. Su compañera lo miró con sorpresa.

-Aaah, esa loca me tiene bien pillado -dijo poniéndose en pie -Vamos, hay que ir a buscarla. He perdido demasiado tiempo.

Con una amplia sonrisa, Lucy aceptó la mano que el mago de hielo le estaba tendiendo y comenzaron a caminar a paso rápido.

Unos golpes en la puerta la sobresaltaron.

-¿Juvia? ¿Puedo pasar? -la voz de Erza hizo que se incorporara en la cama hasta quedar sentada.

-Hai Erza-san.

La pelirroja entró, encontrándose con una imagen que le encogió el corazón. Juvia sentada en la cama, despeinada, con profundas ojeras y los ojos rojos de haber estado llorando durante toda la noche y gran parte de la mañana.

-Ha venido mucha gente a verte -se sentó a su lado en la cama.

-Juvia los escuchó a través de la puerta... Pero Juvia no se siente con ganas de ver a nadie.

-También Gray ha venido. Varias veces -comentó con precaución. La maga de agua asintió.

-Gray-sama no ha sido muy silencioso. Juvia ha podido escuchar sus gritos. Juvia siente que todo esto Erza-san -la peliazul fijó su mirada en sus manos entrelazadas en su regazo- En cuanto Lucy-san traiga algo de ropa, Juvia buscará un alojamiento en el pueblo.

-No digas eso -agarró una de sus manos con fuerza- Puedes quedarte todo el tiempo que necesites. No me gustaría que te fueras y te aislaras. Necesitas a tus nakamas cerca.

La chica sollozó con fuerza, recostando su cabeza en el hombro de Erza.

-Juvia ha sido tan estúpida -lloró- Juvia sabe lo difícil que es para Gray-sama y aún así... Aún así insistió con el tema una y otra y otra vez.

-No eres estúpida.

-Juvia sólo quería que Gray-sama supiera los sentimientos de Juvia porque... porque Juvia cree que es importante, no quiere guardárselo dentro... No quiere que Gray-sama dude nunca de su amor -las lágrimas volvían a resbalar por su cara. En cierta parte estaba sorprendida de que aún pudiese soltarlas con todas las horas que había pasado llorando.

-Eso me parece algo muy bonito -Erza acarició su pelo con ternura- Nadie debería guardar lo que siente. Es admirable que puedas expresar tus sentimientos de una forma tan honesta.

-Pero ahora Gray-sama quiere dejar a Juvia -lloró con más fuerza.

-Si él quisiera dejarte no vendría aquí con tanta insistencia. Deberíais hablar de lo sucedido.

-Juvia tiene miedo -susurró.

-Pase lo que pase, estarás bien -la abrazó- Fairy Tail es tu familia.

La maga de agua cerró los ojos y respondió al abrazo de Erza, tranquilizándose con el constante latido de su corazón y las caricias en su pelo.

-¿Chicas? -Jellal llamó su atención, consiguiendo que dos pares de ojos se fijaran en él sin romper el abrazo- Hay alguien que ha venido a hablar con Juvia.

Ambas se miraron y rompieron su abrazo suavemente. La peliazul suspiró. Ya era hora de que lo enfrentase. Erza tenía razón. Se recogió el pelo y alisó las arrugas del vestido que Erza le había prestado para que se quitase el pijama. Asintió con la cabeza hacia sus anfitriones demostrando que estaba lista para recibirlo. Jellal se apartó de la puerta, dejando entrar a una pequeña figura, seguida de otra mucho más alta e imponente.

-¿Maestro? ¿Gajeel-kun? -saludó sorprendida.

-Necesito hablar contigo de algo importante Juvia -declaró Makarov -¿Podrías dejarnos solos Erza?

Tan sorprendida como la maga de agua, Erza salió de la habitación junto a Jellal. Una vez solos, Makarov y Gajeel se sentaron en un pequeño sofá de la habitación, mientras Juvia tomaba asiento en la cama una vez más.

-Sé que las circunstancias no son las mejores para ti- comenzó- pero ha sucedido algo. Voy a necesitar que tú y Gajeel os encarguéis de esto.

-¡Mueve el culo Lucy! ¡Ya estamos aquí! -gritó Gray por encima de su hombro.

La maga de espíritus estelares lo seguía unos metros más atrás, resoplando.

-¡No hacía falta que te pusieras a correr! -respondió al llegar a su altura.

El moreno bufó y levantó el puño para golpear, una vez más, la puerta de Erza. No obstante, antes de que pudiera tocarla, la puerta se abrió, dejando al mago ver a Makarov al otro lado.

-¡Viejo! -dijo Gray sorprendido- ¿Qué haces aquí?

-¡Maestro! -saludó Lucy, igualmente sorprendida.

-Oh, tenía que hablar de algo con Juvia, no os preocupéis- sonrió misterioso- Gajeel me dijo que se estaba quedando aquí unos días.

-Nada de unos días -replicó Gray- Hoy mismo vuelve a casa.

Pasando por su lado, entró, sin reparar en la mirada del Maestro de Fairy Tail, fija en el suelo y con los puños apretados a su costado.

-¿Va todo bien Maestro? -preguntó Lucy, preocupada.

-Me temo Lucy, que una nueva amenaza se cierne sobre nosotros... -contestó con gravedad- Acompáñame, tengo que hablar con el resto del gremio. Erza y Jellal se han adelantado para que todos estén allí.

-Pero, Juvia y Gray...

-Juvia se lo contará a Gray -la interrumpió- Te necesito en el gremio con los demás.

Asintió y siguió al Maestro en dirección a Fairy Tail, no sin antes volver a mirar, preocupada, a la ventana donde sabía estaba la habitación de Juvia.

Unas voces lo condujeron a través de un pasillo hasta la habitación de la maga de agua. Sabía que una de las voces era la de ella. La otra voz casi podía jurar que era la de Gajeel.

-¿Estás segura de querer hacer esto?

-Sí Gajeel-kun, Juvia está segura -sonaba cansada, como si no fuera la primera vez que respondía a la misma pregunta. Gray llegó hasta la puerta, entreabierta. Por la rendija podía ver a Juvia sentada en la cama y a Gajeel de pie frente a ella, sus brazos cruzados y el ceño fruncido.

-¿Qué le vas a decir al hielo? ¿Lo has pensado?

-Gray-sama...-su voz se quebró. Se aclaró la garganta y volvió a hablar -Gray-sama lo entenderá. Es posible que quiera dejar a Juvia, no hay de qué preocuparse.

Gajeel bufó ante su explicación, como si no creyera una palabra. Intrigado por el cariz de la conversación, Gray empujó la puerta con suavidad.

-¿Qué es lo que voy a entender?- preguntó entrando en la habitación.

-¡Gray-sama! -Juvia se sobresaltó, levantándose de la cama y enfrentándolo con miedo.

Gajeel sonrió de medio lado.

-Creí que nunca entrarías- gruñó- Llevo oliéndote en la casa un rato.

Gray se encogió de hombros por toda respuesta.

-Bueno, me largo, hay reunión en el gremio y tenemos que estar todos -avanzó hacia la puerta- Deberías recoger todo Juvia.

-Sí Gajeel-kun -respondió sin apartar su mirada de la de Gray.

Quedaron en silencio, mirándose el uno al otro. Idénticas ojeras en los ojos de ambos. El golpe de la puerta de entrada al cerrarse, rompió el momento. La maga de agua bajó su mirada al suelo.

-He traído tu mochila con algunas cosas de ropa -Gray se la tendió. Juvia se adelantó para tomarla, rozando sus dedos con los del chico. Un fuerte cosquilleo los recorrió a ambos, logrando que se sobresaltasen y que la peliazul se retirase rápidamente, avergonzada. Su pecho subía y bajaba rápidamente, dándole la espalda al mago.

-Arigato Gray-sama - se dirigió a una esquina de la habitación, donde estaba colocada una pequeña maleta. La maga la abrió, dejando al descubierto su propia ropa.

-¿Cómo...? -empezó Gray.

-Gajeel-kun la trajo para Juvia -respondió sin mirarlo. Comenzó a sacar la ropa de la mochila para pasarla a la maleta.

-Juvia... Ey Juvia... -el mago de hielo se estaba poniendo realmente nervioso- ¿Por qué te ha traído una maleta? Juvia, mírame.

La maga negó con la cabeza, continuando con su tarea. Gray se pasó la mano por el pelo, frustrado, y se arrodilló al lado de ella, volteándola al cogerla por los hombros.

-Juvia, por favor, mírame -los orbes azul claro de ella chocaron con los suyos -¿Por qué te ha traído esa maleta?

-Porque... -el labio inferior le temblaba, indicando que iba a echarse a llorar- Porque Juvia... Juvia se va... -finalizó con un hilo de voz.

-¿Cómo?- Gray la soltó como si de repente su contacto le quemara- ¿Te vas...? ¿Te vas?

La chica volvió a mirar al suelo, una lágrima cayendo por su ojo.

-Juvia sabe que no es la mejor solución, pero... Juvia tiene que irse -sollozó.

-No -negó el chico con la cabeza- No, no te vas, tenemos que hablar.

-Gray-sama, Juvia no puede hablar de esto, no está preparada -intentó levantarse, pero la mano de Gray retuvo su brazo.

-¿Me dices que te vas y no quieres hablar de nosotros? ¿Te vas por la discusión? Juvia no voy a dejar que te vayas -la acercó más a su cuerpo, colocando la mano en la mejilla de ella.

La respiración de la chica se aceleró aún más, su rostro ruborizado y sus ojos cristalinos por las lágrimas que aún no había derramado.

-No voy a dejar que te alejes de mí -susurró.

-Gray-sama, Juvia no se va por...

Pero el mago no la dejó terminar, la besó con pasión, introduciendo su lengua en su boca. Durante una fracción de segundo temió que la chica lo alejase de un empujón, que no respondiera a su beso o que girase la cara. Sin embargo, Juvia respondió con las mismas ganas que él ponía. Si no podía convencerla con palabras de que no se fuera, la convencería físicamente.