Disclaimer: ¿Es en serio? ¿De verdad tengo que poner que Bleach no me pertenece? Digo, esto es Ichiruki, es más que OBVIO que Bleach no es de mi autoría, porque si lo fuera, esto sería, aun con el resumen, el titulo, la reflexión de la parte de abajo y los personajes señalados como [Ichigo x Rukia], un Ichigo x Don Kanonji, ya que yo sería una japones confundido al que le gusta hacer cosas sin fundamento...
Detalles:De momento, one shot, y si el publico lo decide, seran cuatro capitulos. El título viene de la canción con el mismo nombre de Sin bandera, escuchenla para que su corazón termine de destrozarse...
Advertencias: Spoilers del final del manga. Menciones de Ichihime y Renruki. Pareja crack, osea, no canon xD
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En ésta no
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T-Annita
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*Tu alma gemela no es alguien que entra en tu vida en paz, es alguien que viene a poner en duda las cosas, que cambia tu realidad, alguien que marca un antes y un después en tu vida. No es el ser humano que todo el mundo ha idealizado, sino una persona común y corriente, que se las arregla para revolucionar tu mundo en un segundo*
Mario Benedetti
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Los restos de la fiesta se veían por toda la casa, y eso que habían sido pocas personas. No quería ni imaginarse si hubiera hecho caso a su esposa y hubiera invitado a todo Soul Society.
Y hablando de su mujer...
Ichigo sonrió ante la vista ante él, Orihime estaba hecha un ovillo en el sillón con sus hermanas a los lados, recargándose entre si. Le daba gusto lo mucho que ese trio había congeniado a lo largo de los años. Aunque se notaba de lejos de Yuzu y Orihime se llevaban mejor de lo que lo hacían Karin y Orihime. Se imaginaba que se debía a que las semejanzas entre las castañas eran mayores. Karin y su esposa no eran las mejores amigas, pero por lo menos tenían una relación cordial, y ni hablar de lo locas que sus relativas estaban por su sobrino.
El pequeño Kazui era su adoración y se desvivian por complacerlo y malcriarlo, muy a su pesar. El mencionado parecía también haber sucumbido ante Morfeo, el chico estaba desparramado en la alfombra junto con su más reciente amistad, en una posición de lo mas inocente, pero que internamente le gritaba que en un futuro le daría dolores de cabeza. Los dos estaban a unos centímetros uno del otro, y si se veía desde cierto ángulo, parecía que se estaban abrazando. Ichigo sacudió bruscamente su cabeza para sacarse semejante pensamiento. Estaba siendo ridículo. Y ni quería imaginar que diría el idiota padre de la chiquilla si los viera con esas intenciones. Por fortuna, el pelirrojo roncaba sonoramente en el sillón individual, y a juzgar por las latas vacías a su alrededor, sería de los últimos en despertar en la mañana.
La única que faltaba en el curioso cuadro era la enana. Ichigo dejo de lado la bolsa de basura que cargaba y se dirigió al piso de arriba.
No tuvo que pensarlo mucho, sabia donde estaba.
La mujer que cambiara su mundo estaba en la habitación de su hijo, en la que había sido su habitación. Para cualquiera que la viera contemplando la pared pensaría que era extraño, ya que hablábamos de una pared, pero para él tenia sentido.
Uno que solo ellos dos podían comprender.
Kurosaki fue silencioso al cerrar la puerta y posicionarse al lado de la morena. Rukia sonrió brevemente al sentirlo a su lado, pero no lo encaró, sino que siguió observando el muro mientras que su mano derecha rosaba la lisa superficie de color azul.
Ambos compartieron un cómodo silencio que la de ojos violeta decidió interrumpir con aquello que le rondaba en la mente: —¿Quien lo diría, no?
Ichigo dejó lo que estaba haciendo para dirigir sus orbes ámbar a la fémina. —¿El qué?
Kuchiki le correspondió la mirada, con una sonrisa entre burlesca y melancólica. —Que aquel chiquillo de quince años llegaría tan lejos.
El doctor sonrió sarcástico como respuesta.
—El mismo chiquillo que pateó el trasero de cierta shinigami.
—que inmovilizó al chiquillo con su excelente uso del kido...
—para después darle una pésima explicacion con sus horrendos dibujos...
—y pintarle un bigote...
—y salir disparada para ser derrotada por un hollow enclenque...
—un hollow encleque que hizo un hoyo en su casa...
Sí, los años y la guerra les había obligado a madurar en muchos aspectos, pero no pudieron resistirse a una de esas batallas verbales de antaño. De esas donde ninguno de los dos está dispuesto a ceder la ultima palabra. Quizás fuera atípico, pero era de lo que mas disfrutaban del otro, la constante lucha, la vivacidad en su actuar y aquella llama encendida en sus miradas que solo entre si podían provocar.
No es que se quejaran, eran felices en sus respectivas relaciones y familias, pero Orihime no discutía, si le decías que el cielo era verde con puntos morados, la mujer se reiría de la ocurrencia y te daría la razón, o sino divagaría sin fin en esa cabeza suya para dar con las conclusiones mas extrañas. Si le dijeras algo semejante a Renji, este preguntaría que clase de drogas estas consumiendo, y si decidia discutir, la alegata terminaría pronto por la poca imaginación del mismo.
A estas alturas, ambos rostros respiraban a solo unos centímetros del otro con expresiones molestas e instintos asesinos. Cualquiera ajeno a ellos diría que se odiaban, pero si los conocías, sabrías que se trataba de su extraña forma de comunicación.
—pero que, aun a pesar de que no era su obligación, aquella shinigami decidió salvar al chiquillo y darle aquello que tanto anhelaba.
—y aunque el chiquillo no lo supiera, también salvó a la shinigami y le recordó porque había decidido convertirse en dios de la muerte.
Los adultos sonrieron con las palabras dichas. Fuera de lo común, pero así era ellos, y así se decían lo importantes que eran en la existencia del otro.
—Y que gracias a la shinigami, la lluvia por fin se detuvo.
—Aww, ¿ya nos pusimos cursis, Kurosaki kun?
—Microbio del demonio...—La amistosa discusion fue silenciada cuando se percataron de que sus voces habían dejado de susurrar para convertirse en gritos. Asustados se asomaron a la sala de la morada Kurosaki, mas para fortuna de ambos, todos seguían en el mundo de los sueños ignorando sus ridículos alegatos.
Soltando un suspiro aliviado, la capitána del décimo tercer escuadrón arropó a su hija y le quitó la trenza de la cara a su marido. Para Ichigo no pasó desapercibido el cariño que desmostraba con sus acciones, cosa que lo hizo sentirse feliz por la shinigami.
Ella era feliz, así que él también lo era.
Ichigo y Rukia se dedicaron una silenciosa pregunta con la mirada y salieron de la casa. No tenían sueño, y si por algo comenzaban a hablar, estaban seguros de que discutirían nuevamente, y no creían tener tanta suerte de no despertar a sus familias por segunda vez.
Sin pensarlo realmente, los pies de ambos los llevaron por una ruta conocida. Aquella que estaba llena de recuerdos y momentos inolvidables para el dúo de dioses de la muerte.
¡Descerebrado, no digas eso! ¡Tu nunca me estorbaras! Si te haces daño, te ayudaré. Si tu no puedes moverte, entonces pelearé en tu lugar. Si sientes dolor, sentiré dolor también. Somos nakama, ¿cierto?
Primero atravesaron el parque, el mismo en que Ichigo había decidido aceptar la misión de proteger a aquellos que no podían defenderse. Ichigo no había meditado hasta años después, el hecho de que, a pesar de que Rukia fue quien despertó sus poderes en un momento de necesidad, fue él mismo quien decidió que deseaba continuar con el trabajo. Aunque seguía siendo culpa de la enana, la chica conocía a la perfección que hilos mover para lograr lo que quería, y en ese momento había sido bastante persuasiva, o manipuladora, según se quisiera ver.
Ellos no saben que esto no es suficiente para que tú te rindas, ellos no saben que clase de situaciones desesperantes has superado. ¡Muestrales Ichigo!
Después pasaron por el Instituto Karakura, donde rieron y bromearon con las ridículas escusas que siempre decían cuando el deber les llamaba. Era increíble como siempre conseguían el permiso de salir del aula, hasta les hacia pensar que tal vez los maestros sabían a que se dedicaban, pero la idea se les antojo ridícula.
—¡¿Tu eres la tipa del otro día? !
Dices algo y te mato
El canal fue el lugar que siguió. Un recuerdo aún amargo en la mente y corazón de Kurosaki, pero ya tolerable. La culpa había amainado al saber que el desceso de su madre era parte de un plan maquiavélico, pero eso no quitaba que a pesar del tiempo transcurrido se sintiera responsable. No obstante, antes de que los sentimientos depresivos le invadieran, su acompañante le retó a arrojar piedras al agua. Para sorpresa del varón, Kuchiki iba ganando hasta que se percató de que la muy tramposa impulsaba sus proyectiles con ayuda de kidoh. Esto generó una nueva riña que derivó a una carrera hacia su siguiente destino.
—Tu nunca te quedas callada. Siempre dices cosas como que no debo salvarte e irme a casa. Ya te lo dije, no me importa lo que opines. Esta es la segunda vez y resultará, ya verás. Vine a salvarte Rukia.
—Pues no pienso agradecerte.
—Eso ya lo sé.
Las piernas largas de Ichigo tuvieron ventaja, pero aun así la agilidad de Rukia le hizo competencia reñida. No se detuvieron hasta llegar a la entrada del cementerio local, nadie les diría nada, ni siquiera los fantasmas, pero era irrespetuso entrar al recinto de esa forma. Respirando agitadamente, los dos adultos se sentaron en una banca, y como Ichigo ganó la carrera, Rukia se vio obligada a pagar las bebidas de ambos. Lo que no sabía el medico, es que Rukia no cargaba efectivo en su gigai, así que de manera indirecta había terminado pagando por los jugos de ambos.
—¿Y este extraño artefacto humano?
—¿Extraño? Es un jugo.
—Jugo... ¿y que debo de hacer?
—Solo usa la pajita.
—¿la... pajita?
Sin decir nada, Ichigo tomó la bebida de su amiga y la destapó por ella. Un gesto simple que hizo sonreír a la mujer ante los recuerdos. Disfrutaron de sus bebidas en un apasible silencio antes de entrar al cementerio a darle sus respetos a la madre de Ichigo entre anécdotas y rezos.
Si te pregunto, ¿responderas? Es tu problema, un problema muy profundo. No tengo derecho a saber. No tengo un método para entrar a tu corazón sin poder ensuciarlo, así que voy a esperar. Cuando quieras hablar, cuando pienses que estas bien para hablar, habla conmigo, hasta ese momento voy a esperar.
Al salir del recinto donde descansan los difuntos, optaron por pasar a un ultimo lugar antes de que el sol hiciera acto de presencia.
La parada final del par se trataba de un edificio viejo y abandonado, erosinado por el paso del tiempo pero que aun así se mantenía en pie. Ichigo no recordaba porque el rascacielos no había sido demolido, pero no importaba mucho.
Después de graduarse de preparatoria, era obvio que no podía llegar y descansar en la azotea de la misma como lo había hecho durante sus años de estudiante, así que ese techo se había convertido en su nuevo lugar de reflexión. Además, también era el lugar donde cierta shinigami de cabello negro habia arrojado su patetico trasero y lo había obligado a enfrentar uno de sus mayores temores.
Aquel frustrante sentimiento de ser incapaz de defender a sus allegados.
Si es por la derrota, solo debes hacerte más fuerte. Si es por tus amigos, renueva la promesa de protegerles cuando te hayas convertido en un nombre nuevo. Si es por tu hollow interno, vuelvete lo suficientemente fuerte para vencerlo, aunque solo confíes en ti mismo... ¡Ten orgullo y grita! ¡Ese es el Ichigo que guardo en mi corazón!
Las piernas de las dos únicas personas en ese lugar oscilaban en la orilla del edificio donde estaban sentados. El fresco viento mecia los cabellos azabache de la fémina mientras que la luz de la luna se reflejaba en sus ojos, haciéndolos ver más vivos que nunca, algo irónico para un dios de la muerte, ¿cierto?
Por otro lado, la tranquilidad se podía ver fácilmente en la faz del hombre, su ceño fruncido ya no hacia acto de presencia, al menos no tanto como en antaño, y sus ojos por fin reflejaban paz, y no la incertidumbre y angustia con la que la segadora de almas le había conocido.
—¿Eres feliz?—preguntaron al unísono, para después verse mutuamente ligeramente sorprendidos.
—Sí—respondieron de nuevo al mismo tiempo, y esta vez rieron juntos a causa de la coincidencia.
Aunque tratándose de ellos, quizas no era coincidencia.
—¿Sabes?—dijo Ichigo, con una voz suave y firme.—Dicen que en la vida te enamoras de verdad dos veces—y el galeno levantó su mano derecha mostrando el dedo indice—la primera de tú alma gemela—e iris violetas y ámbar unieron para decirse todo aquello que las palabras no eran capaces de expresar.
¿Que podían decir que no supieran ya?
—¿Y la segunda?—preguntó Rukia.
Ichigo extendió un segundo dedo y sonrió con cariño—y la segunda del amor de tu vida.
Renji y Orihime eran, respectivamente, el amor de sus vidas. El amor que habían aceptado por elección propia. Les debían mucho, y esa era la forma de retribuirles toda la devoción y la paciencia que les habían tenido. Los amaban con la intensidad que merecían, y le habían proporcionado el hogar que necesitaban para compensar todos los sacrificios que habían hecho a lo largo de los años. ¿Se arrepentían? La repuesta era no, darían lo que fuera por sus familias y por mantener la felicidad siempre presente.
No obstante, sí sentían un vacío al recordar a la persona que les cambio el mundo, aquella persona que entró sin avisar para revolucionarlo todo y ponerlo patas arriba, pero como adultos que eran, habían aceptado que no todo se puede tener en la vida.
Sin romper el contacto visual, ambos acercaron sus manos hasta que sintieron la tibieza del otro. A pesar de la diferencia de tamaños, la pequeña mano femenina encajaba en el hueco de la grande extremidad masculina, dándoles la sensación de que, aunque sus cuerpos no encajaran del todo, sus almas sí, sintiendo como, aunque fuera por solo por unos instantes, sus almas se regocijaban por saberse completas y en sincronía con su otra mitad.
—En esta ocación no se pudo—nuevmente la voz calmada de Ichigo se hizo escuchar, ¿quien diria que el matrimonio taimaria al intepestivo chico?—pero, quizás...—Ichigo apretó la pequeña mano que aun estaba entre la suya—... quizás en otra vida tengamos más suerte y ambas sean la misma persona.
—Entonces—Rukia continuó con una mueca de complicidad en su cara,—¿en la que sigue?
—En la que sigue—respondió Ichigo con la misma complicidad de su compañera.
La promesa de una reunión en el futuro fue sellada con el simple hecho de ver la determinación en ojos del otro.
¿Besos? ¿caricias amorosas? No. No era el momento, no era el lugar y no era la vida correcta para ellos, mas estaban determinados a buscarse nuevamente y dar rienda suelta a aquel amor que de momento debía de permanecer dormido.
Los unicos testigos de aquella promesa fueron el sol y la luna, que como todos los dias, compartian el cielo por unos instantes entre matices multicolores antes de ser obligados a ser separados nuevamente. Pero, si el sol y la luna podían encontrar la manera de eclipsarse, ¿porque ellos no?
Con sentimientos agridulces mezclados, emprendieron el camino de regreso a la casa del médico. El amanecer estaba en todo su apogeo y su familiares no tardaban en despertar. Tampoco deseaban que pensaran algo que no era.
—Oi, Ichigo...
El aludido soltó un sonido para decirle que la había escuchado.
—Espero que tú reencarnación tenga también el cabello anaranjado.
—¿Y eso?—lo dicho lo tomó desprevenido. Si bien Rukia nunca se había burlado de su cabello como lo hacían los demás, jamas pensó que le gustara.
—Va a ser más fácil encontrarte entre la multitud con esa mata decolorada-expresó la capitana con burla.
¡¿Que se creía esa enana?!
—Tienes razón—contratacó—porque de aquí a que yo te encuentre, enana, tardaría mil años buscando entre niños.
—¡¿A quien le dices enana, fresa estúpida?!
Enfrascados en nueva riña, ambos se dirigieron hacia el horizonte, a vivir la vida que habían elegido. En esta vida no les había tocado ser el compañero de vida del otro, no tendrían hijos en común, y no compartirían el lecho después de hacer el amor.
Eran más que amigos, pero menos que amantes.
Era imposible saber si tardarían cien, mil o un millón de años en gozar de la vida que merecían tener juntos. Ni tampoco se imaginaban bajo que circunstancias sería su nuevo reencuentro. Pero si en esta ocación habían desafiado los limites de los vivos y los muertos, podían vencer lo que fuera.
Y que el mundo se preparara para esa reunión, porque la próxima vez que sus almas se volvieran a encontrar, sería para no soltarse. Por, con y a pesar del mundo, espiritual o humano.
Y ahora si, darían rienda suelta a los sentimientos que siempre debieron ser.
—Entierra la espada, shinigami.
—No me llames shinigami, soy Kuchiki Rukia.
—Y yo soy Kurosaki Ichigo
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Bieeeen, pues sí, no me pude resistir a escribir mi punto de vista del manga. No voy a opinar mucho al respecto aquí, si desean saber mi opinión o debatir conmigo, lean mi profile. En cuanto al Ichiruki, aquí esta mi opinión de como se pudiera justificar. Tengo ideas para el punto de vista de Renji y Orihime y otro para Kazui e Ichika, pero no sé, ¿a ustedes les interesaría leer algo así?
Los reviews son bienvenidos, mantienen a esta desahuciada Ichirukista xD
¡Nos leemos!
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