NA: Ese fic participa en el reto 'El séptimo arte" del foro Alas Negras, Palabras Negras. Evidentemente los personajes no me pertenecen y esas cosas de siempre.

"Piruette, Pirruette, Piruette". Se repitió Sansa mientras giraba sobre su cuerpo una vez tras otra, entregándose a cada movimiento de la danza clásica. Quería el papel protagonista, y no solo eso, se lo merecía. Sabía que quizá era la mejor bailarina de la compañía, la mejor. Cersei Lannister ya estaba gastada, debía retirarse. Se lo había oído decir a las demás chicas de la compañía un sinfín de veces, aunque solo fuera porque querían ser la cabeza del cartel.

—Oh, vamos, ya empieza a tener una edad — había susurrado Margaery en los vestuarios. Su pelo recogido en una trenza abultada en su cabeza dejaba escapar algunos mechones que caían de forma atractiva sobre su cuello. — Tiene que dejar espacio para las que venimos después.

Tras decir aquello la bailarina le había giñado el ojo a Sansa, que se había sentido perturbada. Probablemente ninguna de sus compañeras pensara que se merecía el papel del cisne protagonista.

—No, no, no ¡Basta! — dijo con rotundidad el coreógrafo, y Sansa paró de girar sobre sus delicadas puntas. Le dolían los pies, pero lo que más le dolía era su propio espíritu, lleno de sacrificio y entrega. — Serías el perfecto cisne blanco, pero no hay pasión en ti, no veo un cisne negro en tus movimientos.

—Puedo hacerlo mejor — contestó Sansa inmediatamente. Sus ojos detonaban la desesperación de querer ese papel más que ninguna otra cosa en la vida.

Peter Baelish negó con la cabeza y le dijo que se fuera.

La rabia inundó la cabeza de la Stark devorándola poco a poco. Y miró como Margaery se levantaba del suelo. Mientras que para Sansa el casting había terminado, para la Tyrell empezaba. Y en parte sentía celos, pero realmente solo sentía el peso de la realidad cayendo sobre sus hombros mientras se quitaba las zapatillas de baile y se calzaba unas zapatillas de deporte.

Los movimientos de la Tyrell eran dinámicos, sin el cargado sufrimiento de ella. Sansa Incluso se habría atrevido a decir que eran descuidados, poco teóricos, demasiado libres… Movimientos que solo entendería días más tarde.

—¿Cómo lo haces? — le peguntó Sansa a la Tyrell días después en un bar.

—¿El qué?

—Tus movimientos, tú en general — añadió la pelirroja. — Cuando entras en una habitación parece que todo se enciende, y eres inalcanzable y necesaria para la gente.

Margaery se rió con su sutil suavidad. Y alargó su brazo acercando su cara al oído de Sansa . La Stark la miró confundida girándose al notar el contacto de sus labios contra su oreja y se fijó en sus oscuros ojos. En la escasa distancia que separa sus rostros casi podía notar como si sus largas pestañas la acariciaran.

— Suelo pensar en ti cuando entro en la habitación — le susurró.

Sansa se ruborizó, apartándose de ella por un instante. Quizá era aquello lo que fallaba, que no se dejaba llevar, se dijo instantes antes de decidir besarla en medio de aquel lugar.

Quizá es que Margaery era el fuego y ella era hielo.