Snk no me pertenece, hago esto sin fines de lucro

Aviso: AU! ErerixRiren, algo de angst, algo de fluff, espero les guste :)


Forbidden

Prólogo "Origen"

El problema comenzó hacia miles de años atrás cuando el ángel conocido como "Luz Bel" tuvo un gran desacuerdo con su creador por el hombre que tenía poco poblaba la Tierra. Para nadie era un secreto que no había estado de acuerdo cuando Dios decidió darles libre albedrío y reafirmó sus temores cuando les vio perder la razón por el poder y el control sobre los demás. Intentó advertir al mayor de las cosas que ellos podrían llegar a hacer, pero al final se resignó y abandonó el paraíso asegurándole que él se encargaría de demostrarle la verdad sobre esos seres rebeldes. Fue entonces cuando el famoso infierno fue creado y a los ángeles que decidieron bajar con Luz Bel se les llamó demonios.

Las luchas entre ángeles y demonios en territorio humano fueron disminuyendo con el tiempo, conforme los hombres se dieron cuenta de que su presencia era real y que si eran lo suficientemente inteligentes podrían capturarlos para fabricar armas con su energía…fue un golpe duro para el dios creador darse cuenta que su antiguo favorito siempre tuvo razón y que ahora no podría hacer mucho para detenerlos, los amaba tanto que le dolería muchísimo hacerles daño y perderlos como a muchas de sus primeras creaciones.

Ahora, en la Tierra se libraban batallas encarnadas entre humanos y demonios -que creían que podían recuperar territorio y someterlos de nuevo-.

Kuschel era un ángel que había bajado a la tierra con la única tarea de recoger las almas de los humanos caídos, y a veces, a escondidas, de los demonios también, un castigo que se le fue impuesto cuando perdió la razón y trato de arrancarse las alas en su desesperación.

Ella creía firmemente que todos merecían una segunda oportunidad sin importar lo que hubiesen hecho. Se paseaba con un báculo por los campos de batalla recién abandonados, recogiendo las almas en el farol que descansaba en la punta superior del palo, siempre con la esperanza de encontrar algún sobreviviente.

Tenía una pequeña casa protegida con lo que le quedaba de poder para que nadie le encontrara, había aprendido algunas técnicas de curación de los humanos y a comer como ellos por las necesidades que le habían comenzado a surgir durante su estadía en la Tierra. Era relativamente feliz, de alguna manera sentía eso más como un premio a un castigo, pero era muy cuidadosa pues si alguien le encontraba podría lastimarle terriblemente…los demonios eran atroces y les encantaba capturar a los ángeles para su diversión, por otro lado, los humanos solo los encerraban para convertir toda su energía en armas poderosas y efectivas contra sus oponentes…el mundo era un caos y ella tenía mucha suerte de estar a salvo.

Ese día supo pronto de la batalla que ocurrió pues fue cerca de su casa y temió ser descubierta. Al salir de casa a cumplir su deber lo más pronto posible, pudo ver el atardecer bañando el agua...y los cuerpos regados en la arena, era una imagen terrible y siempre le recordaba a la primera vez que tuvo que verlo, pero con el tiempo se iba haciendo más tolerable, aunque seguía siendo igual de triste.

Caminó con cuidado entre los soldados caídos, murmurando una oración muy bajo mientras veía el farol empezar a brillar, movía los cuerpos a sus pies con la esperanza de encontrar a alguien vivo, pero parecía un caso perdido como casi siempre…hasta que le encontró.

Un demonio, que parecía ser de alto rango por el cráneo que utilizaba como máscara, respiraba con dificultad cubriendo la herida en su abdomen que sangraba sin control. Se apuró a llegar a su lado y enterró el báculo en la arena hincándose en el acto, comenzando a revisarlo.

—N-no—gruño dándole un manotazo sin fuerza.

—Te morirás si no te reviso.

—L-lo prefiero…a que un…inmundo ángel me toque.

—No seas testarudo, alguna vez fuimos hermanos—sonrió y como pudo comenzó a jalarlo en dirección a su casa, ayudándose con el báculo.

—No soy…tu hermano—rugió intentando forcejear sin éxito.

Kuschel suspiro y no quiso discutirle más, metiéndolo a su casa finalmente. Lo arrastró hasta la cama y le subió con mucho trabajo, se sentía avergonzada más que nunca por lo débil que era, pero no era momento de lamentarse por eso.

Gracias a la medicina y los remedios que aprendió observando a los humanos pudo curar sin necesidad de usar el poco poder que poseía, se levantó para arroparlo y dejarlo descansar, se había desmayado del dolor y lo débil que estaba. Suspiró y decidió prepararle algo de comer para cuando despertara, esperaba que por lo menos eso apreciara y no intentara atacarla cuando no lo viera. Al terminar se hincó frente al altar especial y dejó el farol en él para hincarse a orar, las almas eran como pequeñas luciérnagas que se desvanecían al abandonar el farol asegurándole a Kuschel que tendrían un descanso óptimo.

Sonrió satisfecha por su labor de ese día y se puso en pie para volver con el demonio a revisarlo, se sorprendió bastante al verlo de pie tras ella, tragó saliva y sintió algo de miedo, lo había subestimado, al ser de rango alto se recuperaba más rápido que cualquier otro. Cruzo los brazos sobre su pecho como protección y se mordió el labio.

—T-te ves mejor—murmuró sintiendo sus piernas temblar, la presencia del demonio le provocaba ese nivel de terror. —Come algo y después puedes irte si quieres.

— ¿Por qué me trajiste contigo? —preguntó caminando hacia ella.

—L-los humanos hacen rondas después de una batalla—murmuró rápido y temerosa. —Si nos encuentran nos habrían matado a los dos.

—Pudiste dejarme ahí…estaba a punto de morir—dijo con la voz enfadada y ronca. —Pudiste tomar mi alma para lo que sea que las quieras.

La azabache se encogió al sentirlo casi sobre ella, las lágrimas se aglomeraban en sus ojos.

— ¿Por qué te llevas las almas de los demonios? ¿Qué hiciste con ellas?

—Y-yo…solo…les di el descanso…

—Mientes—gruño acorralándola contra la mesa donde Kuschel intentó escapar. —Dime que les haces en este instante o te vas a arrepentir.

—De verdad, solo he rezado para su descanso eterno, es todo lo que puedo llegar a hacer—jadeó y se cubrió el rostro con las manos. —No me lastimes, por favor.

El demonio hizo una mueca y le tomó del brazo para llevarla al cuarto.

—Cambia mis vendas para que me largue—ordenó sentándose en la cama.

El ángel asintió frenético y cumplió con la orden en seguida, retirando la venda ensangrentada para poner una nueva.

—Si descubro que me mentiste vendré a matarte.

Volvió a asentir y se alejó al terminar, el demonio se puso de pie y al comprobar que los vendajes estuvieran bien hechos se acercó a la azabache para colocar una mano en su vientre, Kuschel sintió un calor terrible invadir su cuerpo y después su vientre ardiendo, el dolor era tan intenso que le recordaba a esa vez que comenzó a arrancarse las plumas de sus alas en un intento por quitárselas. Soltó un alarido de dolor y se sostuvo del brazo del demonio que de inmediato le soltó provocando que cayera al suelo, sosteniendo su vientre.

— ¿P-por…qué…? —preguntó con la voz ahogada entre sollozos y dolor.

—Ya verás—le aseguró el demonio dando media vuelta para salir de la casa.

El ángel se quedó en el suelo, sollozando de forma audible y tratando de reponerse para poder levantarse, inútilmente, sus escasos poderes de sanación no le servían mucho y el ardor no parecía pasar. Y aun a pesar del increíble dolor físico que sentía…quería creer que aquello era una especie de agradecimiento.

-/-/-/-

Los días pasaron y poco a poco el dolor fue disminuyendo, era más tolerable y podía salir de nuevo para cumplir con sus obligaciones. Como ahora estaba más vulnerable debía tener cuidado o cualquiera podría lastimarle, sus alas no funcionaban en la tierra y el dolor no le permitía moverse con libertad aún, era un poco molesto, pero entendía que lo mejor era ser paciente. Esa tarde volvió cansada del campo que se había manchado con sangre toda la noche, llevaba las almas de todos los soldados caídos y también estaba triste por no haber podido encontrar algún sobreviviente.

Entro en casa y se dirigió directo al altar, lo único que quería era descansar un poco pues había sido un día largo y ese día en especial su vientre ardía demasiado. Cerró los ojos comenzando a orar y sintiendo que el calor en el farol disminuía de a poco hasta quedar vacío, esperaba que su incomodidad no turbara a las almas al salir.

Suspiró al terminar, odiaba cuando tenía que ponerse de pie porque era cuando más dolía, como si desgarraran todo su interior por el simple esfuerzo, sin embargo, al intentar enderezarse se asustó al sentir unos brazos rodeándole para levantarla. Giró de inmediato cuando estuvo de pie y quedó estática al ver al demonio de la vez pasada frente a ella, sintió sus piernas temblar del miedo y trato de alejarse.

—Cálmate, vengo en paz…sé que tu casa es terreno neutral—le pidió algo fastidiado por la reacción, para quitarse el cráneo que cubría su rostro.

— ¿A…qué has venido?

—A pagarte el favor—se cruzó de brazos y se recargó de la pared. —Haz estado dejando que los míos descansen en paz y me curaste sin pedir nada a cambio…así que te deje un regalo—dijo señalando su vientre.

La azabache hizo una mueca y se apresuró a desnudarse para mostrarle la marca de su mano que estaba al rojo vivo en su carne.

— ¿Una marca? ¿Qué clase de regalo es ese? —preguntó algo dolida.

—No tenía la fuerza suficiente para terminar en ese momento, así que deje el proceso a la mitad hasta que estuviera bien de nuevo.

—Que considerado—se quejó ella, frunciendo levemente el ceño. —Pudiste venir después y hacerlo de una sola vez, me has estado torturando todos estos meses…

—Ah claro—sonrió irónico y se inclinó para quedar a su altura. —Olvidaba que el tiempo corre más rápido que en el infierno…la verdad es que se necesitaba de tu dolor para que esto funcionara.

—No entiendo, un simple gracias era suficiente.

—No solo es para ti, me servirá a mí también.

—De verdad no entiendo nada—murmuró algo molesta, sentándose despacio.

—Estas preñada, joder… ¿qué tan difícil es entenderlo?

Parpadeó y negó, ¡no podía tener un hijo de un demonio! Su señor la desterraría al infierno y ella quería quedarse donde estaba.

—Pero solo está ahí, no ha crecido ni nada, estaba esperando a que las cosas se calmaran un poco—se sentó frente a ella y colocó la mano en donde estaba la marca, provocando que soltara un alarido de dolor. — Cállate, harás que nos descubran.

—Quita…quita la mano—jadeaba intentando alejarlo, dolía demasiado.

—Que te calles, estoy regenerando tu piel, cuando termine el mocoso comenzara a crecer y tu deberás quedarte aquí hasta que nazca.

Kuschel se aferró a la mesa y al hombro del demonio que estaba concentrado.

—N-no…no puedo…tengo un trabajo y…si dejo de hacerlo…

El demonio chasqueó la lengua, molesto y retiró la mano a la mitad de la curación.

—Bien, puedo dejarte así, te dolerá toda la eternidad y yo simplemente puedo volver a lo mío.

—N-no, espera—le detuvo del brazo y se limpió las lágrimas. —T-termina…bajo una condición.

El demonio rodo los ojos, pero volvió a poner la mano en su vientre, en señal de que aceptaba las condiciones.

—No iré por las almas si es lo que quieres, a mí no me interesa.

—Quiero…que…—tomó aire y cerró los ojos. —Quiero que te quedes conmigo hasta que nazca.

— ¿Para qué? Será tu hijo y ya…su utilidad para mi vendrá con el tiempo.

—Te quiero aquí…para que crezca contigo—le pidió más calmada, ya no dolía nada, solo se sentía cansada. —No deseo que solo lo uses…al menos quiérelo un poco…

—Yo no tengo sentimientos—dijo tan tranquilo que ella solo atinó a suspirar.

—Inténtalo, aunque sea…

El demonio y el ángel intercambiaron una mirada, ella se veía tan implacable con esa decisión que él tuvo que ceder, por alguna razón no pudo decir que no.

—Bien, me quedaré, pero si tengo que ir a algún campo de batalla no puedes protestar.

Asintió y buscó a tientas su ropa intentando no agacharse.

—Gracias, es un regalo inusual, pero aprecio el gesto—dijo más tranquila, comenzando a vestirse.

—Si tú lo dices—murmuró él, enderezándose para ir a la cocina.

Kuschel se puso de pie ya con la ropa puesta y se fue directo a la cama, no soportaría un minuto más despierta.

-/-/-/-

El embarazo de Kuschel se prolongó más de lo que debía, casi dos años llevaba pues ella y Kenny, el demonio que la custodiaba, habían decidido que era lo mejor, aunque desgastara el ya débil cuerpo del ángel. Ella sabía que moriría y que Kenny se iría en cuanto naciera así que hizo todo lo que pudo para contactar con el único ángel en el paraíso que aún le quería y le consideraba una hermana.

Carla era su única amiga, la que sabía no le juzgaría por estar dispuesta a dar la vida por una criatura como la que llevaba en su vientre. La castaña al escuchar toda la historia y sobre todo por el hecho de que Kuschel amaba al bebé decidió ayudarle de la única manera en que podía, prometiendo enviarle a alguien que se haría cargo del pequeño hasta que Kenny le diera utilidad.

Un par de días después tocaron a la puerta cuando la azabache fue incapaz de ponerse en pie, el demonio se sintió algo desconfiado pues él mismo había reforzado la barrera de la casa para que no les encontraran. Sin embargo, ante la insistencia de su ángel tuvo que ir a atender, ella estaba segura que era Carla o a quien mandaba.

Al abrir la puerta se encontró con un ángel mucho más joven que la madre de su hijo, con el semblante tranquilo y una mochila colgada en el hombro.

—Soy Eren—anunció antes de escabullirse dentro de la casa sin importarle el reclamo del demonio. —Eres Kenny, ¿no? —preguntó buscando con la mirada al ángel, encontró la recamara y parpadeó al ver a la azabache postrada. —Soy hijo de Carla—aclaro antes de que le preguntaran. —Me contó la situación y me pidió que viniera—se sentó al borde de la cama y le sonrió a la mayor.

—Eren…te recuerdo…eras un bebé—murmuró ella sintiendo que tomaba su mano.

—Mi madre no deja de hablar de usted, cuando me contó lo que le ocurría vine en seguida.

Kuschel le observó detenidamente, su rostro era idéntico al de su amiga. Extendió una mano hacia él y acarició su rostro.

—Hay…un par de cosas que…

—Ella morirá—dijo sin tapujos el demonio, viéndoles desde el marco de la puerta. —El mocoso nacerá y yo me iré, es todo lo que hay que saber.

— ¿No se llevará su cuerpo? —preguntó viéndolo a los ojos.

Kenny se sintió algo amedrentado ante su mirada, sin saber por qué.

—Su cuerpo desaparecerá antes de que pueda si quiera tocarla.

—Y… ¿su hijo? ¿No quiere cuidarlo?

—Era para ella, no para mí.

Eren suspiró, eran los padres más extraños que había conocido, pero sin necesidad de decir nada, era claro que Kenny quería a Kuschel, de lo contrario…ni siquiera estaría ahí.

—Está bien, entonces yo me quedaré con él.

—Aquí—exigieron ambos.

—Está protegida y escondida, aunque de alguna manera la hayas encontrado tú.

—Para mí no hay nada escondido, no en este mundo al menos—especificó viendo al azabache tan tranquilo como cuando llegó. —Pero está bien, lo criaré en este lugar si eso quieren.

—Gracias, Eren—sonrió Kuschel y acarició su mejilla con dulzura. —Estará en buenas manos.

—Ya verá que si—le sonrió de vuelta y la arropó bien. —Siga descansando, necesitará toda su fuerza para el parto.

El ángel asintió y cerró los ojos acomodándose para dormir, tranquila.


Bueno, pues este es el nuevo fic en el que trabajare xD espero que les guste :) muchas gracias por leer y nos leemos la otra semana nwn me voy a dormir un día entero xDD bye~

Besos!

Rave~