ALL WHITE AROUND

LORE-CHAN


Estábamos acostados sobre la arena, uno al lado del otro con nuestros hombros rozándose. Mirábamos el cielo gris como si fuese la primera vez que veíamos el cielo que aquel color, estábamos completamente empapados, pero no nos importaba. El cielo gris que había menguado su furiosa lluvia hace algunos minutos nos miraba incrédulo. Era obvio que de un momento a otro volvería a llover, pero ni Taichi ni yo nos movíamos.

Podría quedarme acostaba a su lado la vida entera. No necesitaba nada más.

Suspiré y de un momento a otro todo se explicó, todo tenía una razón. Ya no necesitaba nada más. Era feliz…era inmensamente feliz.

Si me resfriara hoy… recordaría este resfriado como el resfriado más perfecto de mi vida.

-Tengo frío, pero no quiero moverme – dijo Taichi tan despacio que casi creí que le estaba leyendo los pensamientos.

Yo tampoco quería moverme.

Tomé su mano y juntos la guiamos hasta mi vientre. Sentí cosquillas por primera vez.

-¿Pasa algo? – dijo mi moreno sin quitar la vista del cielo.

-Lo sentí… - y reí apretando su mano – sentí una cosquilla en mi estómago que nunca antes había sentido.

Taichi se levantó sin soltar mi mano obligándome a sentar y con solo una mirada entendí que era hora de irnos. Rezongué caprichosa, porque, si bien, yo también tenía frío habíamos tenido un momento de silencio mágico en donde nos dijimos todo.

Entrelazó sus dedos a los míos y emprendimos camino al hotel justo en el momento en que comenzaba a llover nuevamente.

Para llegar al ascensor principal que nos llevaba a nuestro cuarto, tuvimos que pasar primero por el costado de la piscina rodeando un gran ventanal que separaba el restaurante; tengo que admitir que mientras pasábamos por ahí todos mojados, llenos de arena y más encima con la lluvia sobre nuestras cabezas, si alguno de los huéspedes hubiese llamado a seguridad, lo habría entendido completamente.

Nos tuvimos que aguantar las ganas de reír cuando casi al llegar a la gran pileta del hall de entrada se nos acercaron dos empleados del hotel para ofrecernos toallas. ¿Tan deplorables nos veíamos?

-¿Viste que nadie más se quiso subir con nosotros en el ascensor? - Taichi rió de buena gana cerrando la puerta de nuestro cuarto al que finalmente habíamos llegado.

-Parecemos indigentes – reí mirándome en el espejo de baño.

Yagami se acercó por mi espalda envolviéndome en un abrazo apretado.

Observamos nuestro reflejo en el espejo en silencio, ambos con una sonrisa, pero en silencio. Parecíamos dos niños que habían jugado toda la tarde en la playa, nos faltaban los baldes para construir castillos y estar quemados por el sol. Creo que si nos hubiéramos tostado nos veríamos aún más divertidos.

-Eres hermosa… - me susurra al oído y besa mi cuello con arena.

Suspiro y nuevamente siento esa cosquilla es mi estómago. Mucho más fuerte. Me llevé las manos hacía en vientre y miré a mi prometido.

-¿Otra vez? – pregunta intrigado.

-¡Sí!, nunca antes lo había sentido tan seguido. Es increíble – sonreí.

-Yo creo que quiere ir a comprar…

Quedé descolocada ante la oración de Tai, pero en vez de responderme abrió la llave del agua caliente y comenzó a sacarse la ropa.

Mientras se despojaba de su ropa mojada, recorrí con mis ojos cada rincón. Su espalda morena ancha y fuerte, el cuenco que se le formaba entre cada mitad de espalda me enloquecía, bajé y me encontré con dos perfectos glúteos redondeados… verlo de espalda era ver la perfección. De hecho, ya ni frio sentía, se me había calentado el cuerpo como solo apreciarlo.

-¿Te metes conmigo o te quedarás embobada allí? – Preguntó riendo – Recuerda que tenemos que ir a buscar un perfume antes de volver…

-Pero... – lo miré perpleja – dijiste que…

Jaló de mí y me quede pegaba a su cuerpo desnudo.

-Eres mi princesa… por ti hago todo.

0

La madre de Taichi me abrazó fuertemente en cuanto me vio. Me besó la frente y me alejó un par de centímetros para apreciarme, pude ver como sus ojos se llenaron de lágrimas antes de volver a apretarme en un abrazo mientras ahogaba sollozos. Me repetía una y otra vez lo alegre que estaba de verme, que me había ido a ver mientras estuve en coma, pero que fue incapaz de ir una vez que había despertado. La entendí, era difícil ir a ver a la pareja de tu hijo siendo que tu propio hijo aun no despertaba.

Pude ver a Hikari sobre el hombro de mi suegra y ésta torcía una mueca alegre. Me asintió con una sonrisa animándonos a ambas.

Estábamos en una pequeña sala de espera aguardando a que Joe llegara a buscarnos. Nos habíamos vestido de un celeste inmaculado, no había ninguna mancha en nuestros trajes. Era de dos piezas, los pantalones me quedaban gigantes (siendo que era la talla más pequeña), había perdido alrededor de 10 kilos desde el accidente hasta el día de hoy, no solo había perdido kilos, había perdido mi silueta de mujer y me había transformado nuevamente en una niña. Una muy malnutrida niña. Era un conjunto de huesos y piel entristecido.

-Te ves bien Mimi – Yuuko se había alejado un par de pasos de mí y me miraba más tranquila.

Me pasé la mano por la cabeza, en el lado que tenía rapado, un poco avergonzada. No me sentía bien ni mucho menos me veía bien cada vez que chocaba con un espejo.

-El cabello crece – dijo Hikari –… yo lleve el cabello corto durante muchos años y es muy conveniente.

-¡oh si! - agrego la madre de Tai – Yo también me lo corté por lo mismo. Además tienes unos rasgos preciosos con cualquier corte de vas a ver hermosa. Ya veo lo nietos que me darán.

Tanto Hikari como yo dimos un respingo. Yuuko no sabía que había estado embarazada.

Cuando supe que estaba embarazada, solo se lo conté a Sora y, bueno, luego a Taichi. Los demás se enteraron porque Joe lo dijo sin querer al explicarles de mi delicada situación. Pero ni mis padres ni muchos menos los de Taichi estaban al tanto.

Me di la vuelta aguantando las lágrimas. Soñaba todas las noches desde que había despertado con mi hija, era una niña… morena igual a Taichi y unos gigantes ojos color miel, los veía abrazándose y jugando. Los veía tan felices.

-Tranquila Mii-chan

Hikari llego a mi lado justo en el momento en que borraba una lágrima fugaz.

-No tendré el valor para decirle a Tai que lo perdí – susurré a Kari solo para que ella me escuchara.

La hermana de Taichi solo tomó mis manos y las apretó con fuerza.

Iba a mirar el reloj para distraerme un poco y ver cuánto tiempo faltaba cuando Joe abrió la puerta repentinamente.

Las tres lo miramos expectantes.

-Por favor, acompáñenme.

0

Taichi no me dejó subir ninguna maleta al auto, de hecho me obligó a sentarme y a colocarme inmediatamente el cinturón de seguridad.

Lo miraba ir y venir de un lado a otro y cada vez que me miraba le lanzaba un beso caprichoso que lo hacia sonreír. Ya quería que se subiera al auto para irnos y, a pesar, de estar muy contenta de ir al centro comercial tenía más ganas de regresar a casa y volver a dormir abrazada a su cuerpo.

Me toqué el vientre con una mano y la otra la acerqué a mi rostro para poder ver una vez más ese precioso anillo de compromiso.

-Es de oro… 24 kilates – Me dijo Taichi abriendo la puerta del piloto con una sonrisa.

-no me fijaba en eso – le respondí sacándole la lengua.

Mi moreno se sacudió el pelo como si fuera un perro. Afuera aun llovía.

-Esta lluvia no quiere dar tregua… - comentó mientras se cruzaba el cinturón.

-Vámonos a casa – le pedí acercándome para darle un beso.

-¿No quieres pasar al centro comercial?... la maternidad te está cambiando – rio.

Prendió el motor, hizo andar el auto y emprendió a la calle urbana.

-De todas formas tengo que pasar – me dijo mi prometido deteniéndose en una luz roja. Lo miré esperando una explicación, pero no llegó.

Y cuando creí que íbamos a seguir en silencio, avanzó el auto y habló:

-Te pedí matrimonio… te pedí que nos fuéramos a vivir juntos – dijo serio sin apartar la vista del camino – te he hecho propuestas, nada físico, nada que aun puedas tocar. Te he hecho propuestas a futuro, de aquí hasta cuando ambos lo estimemos conveniente. - se detuvo y tomó aire - … pero tu Mimi… tú me has dado algo real, algo que puedo sentir, algo que podré ver… me das dado un hijo. No sé cuántas veces tendré que decírtelo, quizás no me alcance la vida para decírtelo pero: gracias, gracias por hacerme el hombre más feliz de este mundo. Me has dado una familia.

Me quede sin palabras. Mi mente se quedó en blanco.

Quería devolverle todas esas bellas palabras con la misma intensidad pero no podía. El corazón me latía azorado, nunca pensé que Taichi fuese capaz de decir algo tan bello.

Y las únicas palabras que pude articular vinieron de lo más profundo de mi alma.

-Te amo, Taichi

Me guiñó el ojo y aprovechando una nueva luz roja, tomó mi nuca con delicadeza y me acercó a su rostro.

Toqué sus labios con los míos como si los estuviese descubriendo nuevamente, abrió su boca y nos dimos, y, no exagero, el mejor beso que nos habíamos dado hasta hoy.

-Te amo, Mimi

Volví a mi lugar para que continuara manejando pero la magia que había quedado al interior del automóvil era increíble. Llevábamos 3 años juntos y jamás nos habíamos dicho "Te Amo" de esa forma.

Me quedé varios minutos recordando cada detalle de este hermoso fin de semana que se estaba acabando, hasta que volví a la realidad más alegre que antes. Lo tenía todo.

-¡Quiero cantar!

Exclamé feliz alzando mis brazos, estiré mi mano derecha para sintonizar la radio y en cuanto la prendí la voz de Yamato entró rauda por mis oídos.

Taichi lanzó un bufido en cuanto comencé a cantar. Me sabia todas las canciones de nuestro amigo, además la que sonaba en la radio había sido de las primeras que habían lanzado.

Ironna mono wo shitte tomadotte miageta sora wa

Itsumo yori takaku kanjita betsu ni samishiku wa nai yo

Por varias cosas me quedo asombrado y levanto la mirada al cielo,

Todo siempre fue más grande que nunca, no está en ti sentirte solo

Cantaba bien alto y lo miraba fijamente para que cantara conmigo. ¡Se sabía la canción!

Motto tsuyoku natte kimi wo mamoritai to

Chiisaku yutte waratta mada

Daijoubu na ki ga shita

Me hago más fuerte y simplemente quiero protegerte

Lo digo en voz baja

Y yo aún me rio pues así me sentiré mucho mejor

Venia el coro, y no iba a dejar que yo sola lo cantara.

-Vamos Taichi, canta conmigo

Me miró con cara cómplice mientras reprimía una risa.

¡Y cantamos a toda voz!

Don't say good bye kimi janakya dame nanda yo

You say good bye tatoeba sonna toki mo

Boku ni totte kimi wa kakegaenai hito

Bokura ga kawashita yakusoku wa itsumo koko ni

No digas adiós, pues tú eres lo único para mí

Tú dices adiós, de ejemplo en el momento

Para mí, vales más de lo que piensas

Nos hemos equivocado y prometimos estar siempre aquí.

No era el mejor cantante del mundo, pero había mejorado bastante desde que cantó "I Wish"

-Voy a poner mi propia banda - dijo mi prometido muerto de la risa. – Me obligas a cantar y sabes que lo hago pésimo…

-Le podrías quitar el puesto a Yamato, cantas mucho mejor que él – reí.

Volvimos a cantar el coro 2 veces más, a todo pulmón. Afuera llovía tan fuerte y copioso que nadie nos escuchaba.

Nadie escuchaba nuestras risas tampoco.

-Prometo llamar mañana a Yamato por el tema de su repuesto… su canción fue una señal

-Voy a buscar una canción de mi para ti ahora… te mereces una canción.

Y me estiré para volver a sintonizar la radio.

No encontraba ninguna, solo canciones bailables. Quería una canción de amor para cantársela. Estaba tan concentrada que cuando Taichi frenó bruscamente me pegué contra la guantera.

¡Ouch!

-lo siento, Mimi – se excusó mi moreno – ¿estas bien? …la lluvia hace muy dificultoso manejar

-¿Y si mejor lo dejamos para otro día? – pregunte sobándome la frente.

-Estamos a 2 cuadras, comemos algo…esperamos a que pase la lluvia y nos vamos, ¿te parece?

Asentí mirándolo mientras nos daba la luz verde. No alcanzamos a avanzar ni 3 metros cuando de la nada apareció un automóvil del lado de Taichi. Nos golpeó tan violentamente que me golpeé la cabeza contra el vidrio y comencé a sangrar de inmediato. Di vuelta a ver a Tai, pero él ya tenía sus ojos cerrados. Estaba inconsciente. Su rostro se comenzó a llenar de sangre a borbotones y yo entré en pánico. Estiré mi mano como pude hacia él gritando su nombre con desesperación, cuando estaba a punto de rozar sus dedos sentí como nuestro auto se elevó en el aire y comenzó a dar vueltas. Cada vez que el auto quedaba de cabeza el cinturón de seguridad me apretaba y lastimaba mi estómago. Lloré del dolor, pensando en mi hijo. Traté de sujetarme de donde pude mientras todas nuestras pertenencias volaban de un lado a otro golpeando mi rostro, golpeando a Tai que por más que le gritaba no abría sus ojos. Las vueltas no parecían acabar hasta que de pronto el auto cayó pesado al cemento y me volví a golpear la cabeza contra el vidrio tan fuerte que lo quebré perdiendo el conocimiento.

0

Tenía el corazón apretado mientras veía entrar una tras otra las enfermeras y el equipo de apoyo a la habitación de Taichi. Joe estaba a la cabecera, a un lado de mi prometido, mientras ojeaba exámenes, los revisaba una y otra vez y les pedía a las enfermeras que revisaran muy bien los implementos que habían llevado en un carrito. Más atrás había una joven pelirroja de cabello largo que revisaba con mucho cuidado el desfibrilador.

Estábamos tras el vidrio de Izquierda a derecha, Yuuko, Hikari y yo. Las tres observando atentas lo que ocurría al interior.

Había pensando en todas las cosas que le diría a Taichi una vez que lo tuviese nuevamente frente a mí, mirándome con esos hermoso ojos marrones. Nunca más lo dejaría ir.

Lo más difícil de todo sería contarle sobre nuestra pérdida. De todas formas Joe me advirtió que fuera prudente y que se lo comunicara más adelante cuando estuviera completamente recuperado.

Hikari tomó mi mano de la nada y la apretó sacándome de mis pensamientos. Miré hacia el interior del cuarto y Joe nos estaba mirando expectante.

Todo estaba listo.

Pude ver en los ojos de nuestro amigo una mezcla de preocupación y esperanza. De hecho esa mirada me produjo mucho más nerviosismo. ¿Acaso había algo que Joe no nos había dicho?, ¿Era realmente seguro desconectar a Taichi?

-Vamos hermano – escuché susurrar a Hikari y le devolví el apretón de mano.

Nos quedamos estáticas en cuanto Joe dio dos órdenes al mismo tiempo. Primero se apagó la máquina, lo cual produjo que durante casi un minuto yo misma dejara de respirar y la segunda fue sacarle el tubo que tenía metido en su tráquea. Cada segundo que pasaba y que sacaban ese tuvo me producía dolor, como si recordara inconscientemente el momento en que a mí me lo sacaron.

El corazón me latía a mil por horas, de hecho sentía que si seguía latiendo con esa intensidad me iba a desmayar.

El electrocardiógrafo seguía registrando los latidos tranquilos de mi Taichi, un cruce rápido de miradas entre Joe y yo me indicaban que todo iba por buen camino… hasta que…

-¡Mamá!, ¡Mimi! – Hikari nos obligó a pegarnos aún más al vidrio y entendí por qué.

El pecho de Taichi se infló y desinfló lentamente. Lo hizo varias veces. ¡Lo hizo demasiadas veces! Estaba respirando solo.

Y lloré. Coloqué mis manos en el vidrio queriendo poder abrazar a mi moreno.

Pero de pronto todo se volvió negro y confuso. Taichi comenzó a convulsionar violentamente, el electrocardiógrafo comenzó a bipear como loco.

Nos miramos las unas a las otras confundidas y asustadas.

Había 2 enfermeras tratando de contenerlo, la segunda despejaba su pecho. Golpeé el vidrio una y otra vez para llamar la atención de Joe que acercaba con velocidad el desfibrilador a la cama de Tai. Y cuando todo no podía empeorar el electrocardiógrafo emitió una fina línea roja… Taichi dejo de convulsionar.

Mi corazón se detuvo en ese mismo instante y me lleve las manos a la boca.

Taichi dejo de…

-¡Mamá!

No pude reaccionar al sentir que el cuerpo de Yuuko caía pesado al suelo. Hikari se arrodilló entre lágrimas a socorrer a su madre y yo no podía moverme.

Miraba tras el vidrio como si fuese testigo de una película. Joe colocó cada desfibrilador en el pecho de Taichi, el fuerte golpe eléctrico lo levantó centímetros de la cama, pero nada… dos veces… tres veces… y nada.

Llegaron dos enfermeros, una mujer y un hombre, a nuestro lado. El muchacho tomó en brazos a Yuuko. Hikari parecía indecisa en si quedarse o irse, pero la enfermera nos pidió amablemente que nos retiráramos aunque en su voz se denotaba preocupación.

La enfermera, la misma pelirroja de hace un rato, se acercó y tomó mi brazo para alejarme y fue lo que necesitaba para reaccionar. La alejé de un manotazo y corrí hasta la puerta del dormitorio de Taichi. Atravesé la puerta casi cayéndome.

Adentro Joe gritaba instrucciones mientras intercalaba reanimación cardiopulmonar con desfibrilador. Entré, obviamente sin permiso, y me fui al lado de Taichi…sólo alcancé a acariciar su rostro porque de un tirón me sacaron a rastras mientras peleaba con piernas y brazos por permanecer ahí, junto al hombre que amaba.

-¡No puedes quitármelo! – Grité llorando a mares a nadie en particular - ¡prometiste estar conmigo siempre, Taichi! – Ahora me dirigí a mi moreno - ¡no me puedes dejar!, ¡por favor no me dejes! ¡Taichi… Tai… mi amor…quédate!

A pesar de haber bajado casi 10 kilos fui una real complicación para la enfermera que no lograba sacarme de la habitación, tuvo que acercarse Joe con lágrimas en los ojos y una jeringa en mano para que lograran sacarme.

-Lo siento, Mimi

Dijo mi amigo entre sollozos antes de inyectarme un potente tranquilizante.

-Joe… lo prometiste – susurré sintiendo que las fuerzas me abandonaban.

-Lo siento mucho, Mimi – sentí que besó mi frente.

Comenzaba a quedarme dormida y mientras eso sucedía pude ver a pocos metros a mi Taichi aun acostado, a su lado el electrocardiógrafo seguía emitiendo un pitido molesto… sabía lo que significaba ese pitido. Quería morir… quería morir al lado del hombre que amaba y que se había ido para siempre.

Ya nada quedaba.

0

Me aseguré de ser la última en quedarme, nadie opuso resistencia a mi deseo y a medida que cada uno de los asistentes al funeral de Taichi se despedían dándome su pésame yo me sentía más liberada.

Necesitaba estar sola con él.

Mis amigos más cercanos se preocuparon al no saber cómo me devolvería a casa de mis padres como habíamos acordado, pero en realidad lo que menos quería en ese momento era estar con mis padres. Tenía planeado volver a mi departamento y no tuve ningún problema en mentirles a mis padres para indicarles que Sora me iría a dejar. Tampoco tuve problemas en mentirle a mi amiga y decirle que mi padre volvería por mí en unos minutos más ya que había entendido que necesitaba privacidad.

Solo estábamos tú y yo, Taichi.

Alcé la vista al cielo dando una gran bocanada de aire mientras las lágrimas se desparramaban por mis mejillas sin darme descanso.

El cielo estaba gris y las nubes en cualquier momento soltaban la lluvia.

A mí eso no me importaba ya.

Me arrodille lentamente a medida que trataba de controlar mi llanto y secaba como podía mis lágrimas. Tocí un par de veces para aclarar mi garganta. Quería que la siguiente canción, aquella que nunca pude cantarte directamente en vida, se oyera perfecta.

Y comencé casi con un murmullo:

Nandaka anata no koto

Omoidasu no mottainai yo

Atashi dake no mono ni shite okitai kara

Es justo eso, todos estos pequeños pensamientos sobre ti

No los quiero compartir con nadie

Y es que quiero que seas mío, sólo mío…

Había comenzado a llover, era mejor así… podía quedarme sola contigo y así nadie nos molestaría en esta última despedida física, porque despedidas espirituales no habrían jamás.

Debería odiar la lluvia, fue un día de lluvia la que te arrebató de mi lado, pero no puedo porque fue un día de lluvia lo que me trajo mayor felicidad también. Y prometí recordarte por todos los buenos momentos que fueron demasiados.

Lo bueno de la lluvia es que puedo cantarte y que nadie más me escuche. Quiero cantarte solo a ti.

Nandaka anata no koto

Omoidasu no ya da yo

Datte hitori de niyakete

Hazukashii yo

Tetsuya de kaette kite tsukareteru noni

Dakko shite kurete

Yume no naka ni itemo wakatta yo

Es justo eso, todos estos pequeños pensamientos sobre ti

No quiero recordarlos porque…

Reírse sola es muy vergonzoso

Llegabas a casa cansado después de trabajar toda la noche

Pero aun así me abrazabas cariñosamente y aunque estaba durmiendo sabía que estabas allí

Paré de cantar por un momento porque sabía que lo que seguía me obligaría a llorar y quería que la canción que tenía para ti fuera perfecta.

Me di el tiempo de observar el lugar lleno de árboles y aunque no quería mirar tanto tu tumba era la que más resaltaba.

Te llevaste todo Taichi, te llevaste mis ganas de vivir, te llevaste mi alegría, te llevaste mi alma.

Pero no te llevaste mi voz, te prometí una canción de amor ese día que íbamos en el auto.

Y aquí está.

Lamento si desafino, pero aquí sigo.

Anata ga koishikute koishikute

Kore ijou doushiyou mo nakute

Anata ga koishikute koishikute

Zutto zutto daisuki da yo

Te extraño, te extraño

Simplemente no puedo dejarte ir

Te extraño, Te extraño

Siempre, siempre te amaré

La voz se me quebró en la última estrofa, pero es que es tan difícil cantarte algo así y no extrañarte, no llorar.

Las lágrimas se mezclaban con la lluvia, la peluca de cabello negro que llevaba puesta estilaba. Tuve que rapar todo mi cabello y alguna vez dijiste que jamás me había teñido el cabello negro, ¿Cómo me veo, Tai? ¿Te gusta cómo luzco?

Shitteta? Ano yoru ni ne

Futari de doraibu ni itta toki

Baiku no ushiro zaseki de negatta koto

Lo sabias?, esa noche

Cuando íbamos juntos en la bicicleta

Cuando estaba sentada detrás de ti ,

¿Sabes lo que deseaba?

Acaricié la tierra mojada y mi anillo de compromiso se llenó de barro de inmediato.

No me importó nada.

Shitteta ano yoru ni ne

Futari de miageta hoshi zora ni

Anata to atashi no shiawase ga mieta yo

¿Lo sabias?, esa noche

Cuando miramos juntos aquel cielo estrellado

¿Sabías que podía ver nuestra felicidad escrita en la estrellas?

Tatta hitotsu no korogatteta atashi o

Kirei ni shitekurete itsudatte sasaetekureta

Solia ser tan solitaria y triste

Tú me cambiaste a mejor, tu siempre me apoyaste

Daba igual el motivo

Tome aire y continué con el coro…

Anata ga koishikute koishikute

Te extraño, te extraño

Me di vuelta de inmediato al escuchar la voz de Yamato cantar el inicio del coro junto conmigo.

Estaba totalmente mojado, al igual que yo. Las gotas de lluvia le caían por el rosto y no podía diferencias si también estaba llorando.

Me miro con tristeza a casi medio metro de distancia y cuando creí que iba a hablarme… simplemente continúo cantando. Dejándome en silencio.

Anata ga koishikute koishikute

Kore ijoo hanaretakunaiyo

Anata ga koishikute koishikute

Te extraño, te extraño

Simplemente no puedo dejarte ir

Te extraño, Te extraño

Mire la tumba de Taichi y terminé la canción acompañada de Yamato.

Zutto zutto daisukidayo

Siempre, siempre te amaré

Nos quedamos en silencio mientras la lluvia se tornaba más violenta. Yo no quería levantarme y al parecer él no quería marcharse.

El infinito dolor que tenía atascado en el corazón y en el alma no me permitía moverme.

-Déjame llevarte a tu departamento – dijo el rubio de pronto – sé que le dijiste a Sora que tu padre te llevaría, pero también te oí decirle a…

-Quiero estar sola –interrumpí – puedo tomar un taxi cuando desee irme.

-¿Crees que podrás subirte a un taxi así de mojada?

Nos miramos por largos minutos. Mi lado lógico sabía que en estas condiciones ningún taxi me dejaría subirme, pero a mi lado terco no le importaba. Mi lado terco quería dormir abrazada a la tierra y llorar hasta morir.

-El dolor que yo siento no se compara en lo más mínimo al que tu estas padeciendo en estos momentos.

Yamato cerró la distancia entre ambos y se acuclilló a mi costado derecho entendiendo su mano para que yo la tomara.

La miré desconfiada. Sabía que si la tomaba iba a aceptar que podía seguir sin mi Tai y yo en realidad no quería seguir una vida sin él.

El rubio al parecer lo entendió porque tomo mi mano, la acercó a su corazón y me cantó sólo una pequeña estrofa de una canción que yo conocía perfectamente.

Motto tsuyoku natte kimi wo mamoritai to

chiisaku yutte waratta mada

Me hago más fuerte y solo quiero protegerte

Lo digo en voz baja

-Prometí protegerte, quiero protegerte de aquí hasta que tú ya no lo desees más – me dijo Yamato.

Mi corazón se comenzó a acelerar, tanto que pensé que iba a explotar. "¿Él había prometido protegerme?

-Fui a ver a Taichi… - mi corazón dio un respingo –… y le prometí que no dejaría que nada te pasara.

El Ishida tomó mi otra mano, las juntó y las besó produciendo que mis mejillas ardieran.

Y de pronto sentí que todo estaba mal, estaba con Taichi y llega Yamato diciéndome cosas sin sentido. Me levanté con toda la ropa mojada y embarrada.

-Voy a amar a Taichi hasta el día que muera – le dije seria.

Di media vuelta y caminé con paso seguro hacia la salida.

-¡Esa canción la escribí pensando en ti! –gritó Yamato.

¿En mí? Paré de golpe

-¡no quiero ni puedo reemplazar a Taichi porque es imposible!

La voz del rubio se acercaba cada vez más hasta que la sentí en mi cabeza a pocos centímetros.

-Pero Te amo Mimi… no recuerdo desde cuándo. Te amo y voy a esperar hasta que tu corazón sane… aun así pasen años.

No pude responder.

Me quedé parada pensando en todo lo que había pasado en esta última semana. No podía pensar en nada más, sentía que le faltaba el respeto a la memoria de Taichi con el solo hecho de escuchar la confesión de Yamato.

Se me atravesaba por los pensamientos la canción de Yamato… la misma que íbamos escuchando el día del accidente. Resultó que esa misma canción era para ella.

-Perdí a mi hijo… - le dije a Yamato sin siquiera voltear - … perdí al hombre que amaba. Perdí una vida que aún no comenzaba y que ya me tenía inmensamente feliz. No puedo pensar en nada más que en eso Yamato,

EL Ishida iba a tomar mi brazo pero no lo dejé. En cambio me erguí lo suficiente y me empoderé de la situación.

-Agradezco enormemente tu amor y tu protección, pero no puedo aceptarlos. Puedo cuidar de mi misma y voy a encontrar en mi nuevamente ese amor propio que hoy desapareció.

Le di una gran reverencia y me di cuenta que la lluvia había parado.

Retomé mi camino hacia la salida del cementerio con determinación.

Me quedo con todos los maravillosos recuerdos, con todos los momentos, las palabras, las caricias de mi Taichi. Ahora trataré de crear los míos propios hasta sanar mi alma.

Fin


Fue lo mas doloroso matar a Tai, porque es mi personaje favorito...pero imagine la historia con ambos finales pero este me gusto más.

Canciones usadas:

Ai Otsuka - Daisuki Da Yo

Knife of Day - Boku ni totte

abrazos :)