Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es de shasta53, yo solo me adjudico la traducción, con el debido permiso de la autora. Thank you, Shanda, for letting me share this in Spanish.

Link de la historia original: www fanfiction net/ s/ 7360793/ 1/ Stolen-Dreams


Outtake: Cuando Edward se encontró con Bella, de nuevo.

Mi mente estaba centrada en la carta sobre el escritorio en mi departamento demasiado pequeño. Lo había alquilado por una razón, no quería sentir como que faltaba alguien, aunque estaba solo de nuevo. Tanya no había venido conmigo, y si era realmente honesto conmigo mismo, había sido un alivio cuando ella se negó. Sabía que no la amaba como debería si íbamos a pasar el resto de nuestras vidas juntos. Había una sola mujer a la que amaría de esa forma. Ella era la razón de que convenciera a Jasper para que nos mudáramos al otro lado del país y la razón de que no pudiera dejar de pensar sobre la carta en casa.

Mi comandante —ex comandante— quería que me volviera a enlistar. Y Dios, era tan tentador. No había pensado que sería tan difícil estar tan cerca de ella. Pero cada día, cada hora, deseaba el coraje de llamarla y decir hola. No podía obligarme a hacerlo. La ironía no me pasó desapercibida. Podía perseguir terroristas y hombres armados con nada más que mi arma de mano y el cuchillo en mi cinturón, pero no podía siquiera llamarla. Demonios, no podía ni siquiera pensar en su nombre sin empeorar el dolor en mi interior. Sin embargo, para mí, mi vida no valía nada sin ella en ésta. Quería que ella todavía estuviera a mi lado, aunque sabía que ahorrarle el dolor de mis campañas de servicio había valido mucho la pena, al menos para mí.

Sabía que ella estaba aquí. Una noche, había juntado el coraje, ayudado por Jim y Jack, para googlearla. Se había convertido en psicóloga, obtuvo su doctorado, y tenía su práctica en Seattle. El único sitio que había estado dispuesto a mirar solo enumeraba sus logros profesionales, y por eso, estaba agradecido. Sabía que podía usar mis habilidades y encontrar todo sobre su vida, pero sinceramente tenía miedo de lo que encontraría.

Más que nada, quería que ella fuera feliz. Simplemente no quería tener esa felicidad mirándome a la cara si ella había encontrado otro hombre que la amara. Había perdido mi oportunidad, lo sabía. Debería haberla llamado hacía años. Debería haber trabajado más duro para encontrarla, contactarla, cualquier cosa, pero cuando mi propia niebla se había aclarado, mucho tiempo había pasado. Y cada día que no podía encontrar el coraje para rogar por su perdón hacía la brecha más amplia.

Así que, ahora, aquí estaba, tan lejos de mi familia como podía sin mudarme a otro país, y todavía solo. Me sentía un poco patético haciendo las compras solamente para mí. No era como si pudiera cocinar mucho, o tuviera la inclinación a hacerlo. ¿Por qué haría una gran cena solo para mí? Las comidas para microondas tendrían que ser suficiente.

Mientras caminaba hacia la sección de lácteos, una figura al lado de los envases de yogur llamó mi atención. Su largo cabello castaño era del mismo color que en mis sueños, pero su figura era un poco diferente, de alguna forma más curvilínea. Sin embargo, no había duda de quién era. Mi corazón la reconocería en cualquier lado.

—¿Bella? —pregunté en voz baja, acercándome detrás de ella.

Se tensó, e inmediatamente me arrepentí de decir algo. Ella se giró lentamente, todavía sosteniendo un vaso de yogur en su mano. Solo lo noté porque mientras sus ojos se abrían en shock, el vaso se destrozó en el piso, salpicando los zapatos de ambos, el carrito, y el piso con la pasta cremosa.

—¿Edward? —susurró, y sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Es... cómo? ¿Qué estás haciendo aquí?

Estaba tratando de actuar casual, como si cada átomo en mi cuerpo no estuviera gritando que la tomara en mis brazos y nunca la dejara ir.

—Solo consiguiendo algunos comestibles. Ahora vivo en Seattle.

—¿Des-Desde cuándo? —tartamudeó.

—Hace un par de meses, en realidad. Cuando me retiré de servicio activo, un amigo y yo nos mudamos aquí —le dije.

La luz en sus ojos inmediatamente se atenuó.

—Oh, eso es maravilloso —murmuró, su mirada bajando de inmediato a sus zapatos.

—Sí, a Jasper parece gustarle aquí. Él es de Texas, así que la lluvia es un poco nueva —bromeé, tratando de aliviar la repentina tensión.

Su cabeza se levantó de repente, y sus ojos encontraron los míos. Se veía extrañamente esperanzada, pero no entendía por qué.

—¿Jasper? —preguntó.

—Mi compañero —aclaré.

Una vez más, la luz se atenuó y comprensión los atravesó.

—Oh, ya veo. —Parecía estar buscando algo que decir, cuando me di cuenta de cómo había sonado.

—Mierda, no, Bella, mi compañero de negocios. Somos dueños de una empresa de informática. Él no es mi compañero de vida. ¡Dios, no! —divagué.

Ella resopló.

—Entonces, ¿no eres gay? —preguntó, obviamente conteniendo su alegría.

Me pellizqué el puente de la nariz, y después me pasé los dedos por la cabeza.

—Jesucristo. Aquí estoy con la chica que he estado soñando por más de diez años, y ella cree que soy gay. Soy un idiota —murmuré para mí—. Cualquier cosa que hagas, por favor no le menciones esto a Jasper. De hecho, nunca lo vamos a mencionar de nuevo. Él lo descubrirá y tendrá un día de campo con ello.

Ella se mordió el labio, tratando de contener su sonrisa.

—Entonces, ¿habrá una oportunidad para que hablemos de esto de nuevo? —preguntó con nerviosismo.

—Espero que sí. —Le sonreí—. Espero que me dejes llevarte a cenar. A algún lugar donde podamos ponernos al día sin yogurt en nuestros zapatos.

—¡Oh, mierda! Lamento mucho eso —gritó, mirando por primera vez al lío que había hecho.

—Está bien, está bien —le aseguré—. Son solo zapatos. Se lavan. —Me detuve y esperé a que dijera algo. Cuando no lo dijo, la presioné un poco—. ¿Cena? A menos que haya alguien a quien necesites llegar en casa. No debería haber asumido. —Ella no estaba usando un anillo, pero suponía que realmente no importaba. Nunca le había dado uno tampoco, y estuvimos juntos por dos años.

—Solo Alice —respondió—. De todas formas, creo que estará bien arreglándose sola por una noche. —Algo de su confianza pareció regresar, y demonios, si no era sexy como el infierno—. Entonces, ¿cena? ¿Cuándo estabas pensando?

—¿Ahora? —solté, frotándome la nuca con la mano.

Bella rio, y fue el mejor sonido en todo el mundo.

—¿Ahora? —Miró hacia el carrito—. Está bien. Quiero decir, siempre y cuando no te importe seguirme a mi departamento así puedo guardar los comestibles. O encontrarme en algún lado así tú también puedes guardar los tuyos.

Estaba contrariado. Necesitaba la comida, ya que mi refrigerador estaba literalmente vacío, excepto por una botella de kétchup, pero no quería dejarla fuera de mi vista. Ahora que la había encontrado, no la quería dejar ir. No estaba seguro que pudiera.

—¿Cuántas compras más tienes que hacer?

Revisó su carrito, y después miró el mío.

—Menos que tú, apuesto.

Eché un vistazo a la pila de pizzas congeladas y las comidas Hungry Man. Las únicas cosas que me faltaban eran leche y cereal.

—Um, en realidad no —admití.

Bella puso los ojos en blanco, pero tenía la sensación de que ella no estaba más ansiosa por irse de lo que yo estaba.

—¿Por qué no terminamos juntos?

No pude evitar la sonrisa que se extendió por mi cara.

—Eso suena genial. —Sin embargo, antes de que pudiéramos movernos, uno de los trabajadores de la tienda se acercó con servilletas de papel y una fregona.

Limpiamos nuestros pies mientras él fregaba el piso, y después la seguí por la tienda mientras ella llenaba su carrito con ingredientes para recetas que yo solo podía soñar con probar. Era surreal, caminar por el supermercado con Bella. Con casi diez años entre nosotros, estar centrado en lo mundano era casi desconcertante. Sin embargo, se sentía correcto solo hacer estas pequeñas tareas juntos mientras conversábamos cosas sin importancia.

Después de pagar y de que Bella se burlara de mi gusto en comida —o la falta de este— ella me dio su dirección, y le prometí recogerla en menos de una hora. Sin embargo, no tenía idea de a donde llevarla. A pesar de haber crecido a solo unas horas de distancia, no conocía absolutamente nada de Seattle y buenos lugares para cenar.

Todavía lo estaba sopesando cuando me estacioné en su edificio. Ella me había dicho cuál era su departamento y que vivía con Alice Brandon. Esperaba que Alice no estuviera en casa, no estaba seguro que estuviera listo para enfrentarla, pero la perspectiva de ver a Bella de nuevo me sacó del auto y hacia la escalera de entrada.

Alice siempre había sido increíblemente protectora con Bella. Solo podía imaginar lo feroz que sería considerando que yo había dejado a Bella en el peor momento de su vida, de nuestras vidas. Puede que no hubiera sido mi idea o mi culpa, pero aun así me fui, y siempre me arrepentiría de no haberme esforzado más para seguir en contacto con ella. Merecía cualquier cosa que Alice me tirara. Golpeé la puerta que ella había indicado que era la suya y esperé.

Por un interminable momento, me pregunté si ella me había dado la dirección incorrecta para deshacerse de mí. No había sonido del otro lado de la puerta. Entonces, cuando mi corazón se preparaba para romperse y me convertía en un verdadero acosador, porque no había forma de que fuera capaz de mantenerme alejado de ella ahora, Bella abrió la puerta.

Mi boca se abrió en shock. Ella se había cambiado a unos vaqueros y a una camisa verde con mangas globo. En resumen, estaba impresionante.

—¡Te ves hermosa! —solté.

Bella se rio ligeramente.

—Gracias. ¿Está bien para donde sea que vamos?

Me froté la nuca y sonreí avergonzado.

—En realidad, te iba a preguntar a dónde deberíamos ir. Yo... yo en realidad no he ido a ningún lado aparte de mi oficina y mi casa desde que estoy aquí, y no sé dónde es bueno.

Su sonrisa era familiar, sin embargo diferente de lo que recordaba. Había años y sabiduría detrás de ella ahora. No podía esperar para conocer esta versión de la chica que había adorado durante tanto tiempo.

—Hay un restaurante más allá por esta calle. La comida es bastante buena —ofreció.

—Claro, cualquier sitio que sea bueno para ti —dije con rapidez, ofreciendo mi mano. Por primera vez en diez años, su mano hizo contacto con la mía, y sentí como si estuviera a punto de salir de mi piel. Ella usó su mano libre para cerrar la puerta detrás de ella, asegurándose de no romper nuestra conexión física.

La guie hacia el asiento del pasajero de mi auto y sostuve la puerta mientras ella se metía.

—Algunas cosas nunca cambian —bromeó.

—Oye, no hay nada malo con ser un caballero —discutí mientras me metía en mi asiento y salía del espacio.

—No, no la hay —respondió melancólicamente.

No estaba seguro si estaba pensando en mí o en algún otro tipo que la había tratado bien, así que cambié el tema.

—¿A dónde voy?

Bella sacudió la cabeza un poco, como si quisiera disipar cualquier recuerdo en el que estaba perdida, y miró por el parabrisas.

—Es justo por aquí. —Apuntó a un lugar a su derecha, y yo salí hacia la calle y seguí sus indicaciones.

El lugar era lindo, tanto como una parrillada podía ser. La anfitriona no era sutil en su escrutinio de mí, y quería quitar cualquier idea que ella pudiera tener, puse mi mano alrededor de la cintura de Bella cuando le pedí un reservado para los dos. Me di cuenta que Bella me dio una mirada extraña por el rabillo del ojo, pero no la reconocí, para que esta mujer enfrente de mí no se hiciera ideas.

—¿Qué es bueno aquí? —le pregunté a Bella cuando finalmente nos sentamos. A decir verdad, podía solo pedir una hamburguesa y nunca arrepentirme, pero estaba tratando de postergar la inevitable conversación por al menos unos minutos más. Quería solo unos minutos más para vivir con la esperanza de que Bella tal vez no me odiaba.

Resopló burlonamente.

—Vas a ordenar una hamburguesa con queso y papas fritas. ¿Por qué pretender que estás interesado en el sándwich de carne de asada sin tapa o el pollo frito?

—No sé... me gusta el pollo frito —medité, pero ambos sabíamos que ella tenía razón. Después de otros treinta segundos de mirar el menú, decidí que ella tenía razón y lo doblé de nuevo. El de Bella ya estaba descansando en el borde de la mesa. Viendo eso, la camarera se acercó, tomó nuestras órdenes, y nos dejó solos de nuevo.

El silencio cayó sobre la mesa, y la tensión crecía con cada momento que pasaba.

—Así que... ¿cómo has estado? —preguntó finalmente, aunque su voz era vacilante.

Mi inclinación inicial, nacida de años de cortesía arraigada, fue decirle que había estado bien, y preguntarle lo mismo. Pero no me pude obligar a decir esas palabras. No había estado bien, y no quería mentirle a ella.

—Sobreviví, supongo. —Escogí al final—. ¿Cómo has estado?

Frunció las cejas, y buscó mi cara.

—¿Qué te pasó? —preguntó después de varios segundos—. ¿Dónde fuiste?

Me froté la cara con las manos, deseando como loco poder agarrar su mano y usarla para centrarme para esta conversación. Como si ella entendiera la acción, Bella puso su mano, con la palma hacia arriba, sobre la mesa. Le di una sonrisa agradecida y reclamé su mano con la mía.

—Mis padres me inscribieron en West Point. Cuando terminé la universidad, pase mis cinco años requeridos en el ejército en servicio activo, y ahora estoy en la reserva por tres años —respondí. Decirle dónde había estado era más fácil que decirle lo que me había pasado.

Un ligero escalofrío atravesó su pequeña forma.

—¿Viste acción? —preguntó con cautela.

Asentí.

—Tres campañas. Irak y Afganistán. Así es como conocí a Jasper. Él era parte de mi unidad.

—¿Alguna vez fuiste... fuiste herido? —preguntó, todavía con cautela.

Me reí entre dientes y le apreté la mano.

—No como estás pensando. —Me salvé de milagro algunas veces, pero no íbamos a hablar de eso en este momento.

—Bueno. Eso es... bueno. —Se perdió en sus pensamientos.

—¿Qué hay sobre ti? Psicología, ¿verdad? ¿Cómo pasó eso? —pregunté, interesado en escuchar más sobre su vida en el transcurso de los años.

Se mordió el labio.

—Me interesó. Después de pasar mucho tiempo con varios terapeutas, supuse que otros chicos podían beneficiarse de alguien que hiciera un mejor trabajo del que había recibido y que podía ser eso para ellos. Realmente me gusta lo que hago.

—¿Pasaste tiempo con terapeutas? —pregunté—. ¿Era parte de tu cursado?

Se sonrojó y miró hacia la mesa.

—No, después... bueno, no manejé muy bien perder a Ryan y a ti, así que tuve que ir a hablar con alguien.

—¿Por qué nunca contestaste mi carta, entonces? —pregunté, confundido. Yo supuse que ella estaba tan enojada conmigo que no quería revivir eso. Era una de las razones por las que me había convencido de no intentarlo más. Pero si ella había estado sufriendo...

—¿Contestar tu carta? —preguntó, sorprendida—. ¿Qué quieres decir? No tenía una dirección tuya.

—Sí. Te escribí justo después de que nos mudáramos. Mamá y papá no me dejaban usar el teléfono para llamar a larga distancia, así que te envié una carta de tres páginas. —Temor me invadió. Me había dado por vencido, y ella nunca recibió la carta.

Los ojos de Bella se llenaron de lágrimas, aunque no se derramaron, y negó con la cabeza.

—Nunca recibí una carta, Edward.

—La envié yo mismo, Bella —insistí.

—Nunca la recibí —repitió.

Mi corazón se desplomó.

—Pensaste que me había olvidado de ti.

Se mordió el labio y no respondió.

—¿Alguna vez trataste algo más?

Negué con la cabeza.

—Pensé en ello, pero hasta que me fui a la escuela, no hubo ninguna oportunidad. Para entonces... no estaba en un buen lugar, Bella, y tomó un par de años y mucho entrenamiento físico para recuperarme.

Bella estaba a punto de decir algo, pero la camarera trajo las bebidas. Nunca había estado más agradecido por la cerveza enfrente de mí de lo que estaba en ese momento. No quería revivir esos años, ni siquiera en mi mente. Sin embargo, si Bella necesitaba escuchar sobre ellos, lo haría. Caminaría por el fuego si eso es lo que ella quería, incluso ahora.

Estaba preparado para preguntarle sobre los años pasados, cuando ella me interrumpió. Como un perro con un hueso, mi obstinada Bella no iba a dejar ir mi miseria. ¿Estaba tratando de torturarme?

—¿Qué pasó? ¿Por qué estabas en un lugar tan malo? —preguntó, la preocupación en su voz era evidente.

Preferiría que me hicieran el submarino* que tener que decir las palabras en voz alta, pero si alguien podía entender cómo me había sentido, ella sería la única.

—Acababa de perder a mi hijo y al amor de mi vida, Bella. Apenas me sostenía de un hilo cuando nos fuimos, pero cuando nunca recibí respuesta tuya, pensé que me odiabas. No era como si hubiera alguien con quien pudiera hablar de ello. Mamá y papá estaban ocupados fingiendo que nunca pasó, y nadie en Nueva York te conocía, o a nosotros. Cuando fui a la escuela, mis compañeros de litera trataron de sacarme de mi bajón emborrachándome o drogándome, o haciendo que tuviera sexo, pero no me tomó mucho tiempo descubrir que beber toda la noche antes de correr diez kilómetros en la mañana era una mala idea.

»Después de ser llevado frente a mi comandante dos veces, me negué a participar en sus... actividades extracurriculares y como que me lancé a entrenar. Tener algo para enfocarme aparte de en la... agonía... ayudó.

—¿Dónde estaban tus padres durante todo esto? —preguntó, asombrada. Podía ver lo sorprendida que estaba. Mis padres y yo habíamos sido muy cercanos mientras crecía.

—No nos hablábamos. Para nada —dije de manera casual—. En realidad, no fue hasta que fui desplegado para mi primera designación real después de la graduación que comenzamos de nuevo. Estuve en el extranjero dos veces durante los veranos, y no estoy seguro de que ellos lo sepan incluso ahora.

Parpadeó varias veces, solo mirándome fijamente. Casi podía ver las ruedas girando en su cabeza. Sin embargo, lo que salió de su boca, me sorprendió.

—Lo siento mucho, Edward. —Me apretó la mano.

—¿Por qué? —pregunté. Yo fui el que la dejé.

Se tomó otro momento para organizar sus pensamientos y tomar de su bebida.

—Estaba muy herida y enojada después de que te fuiste. Los meses pasaron, y ni siquiera los recuerdo, el dolor era tan profundo. Ni una vez durante mi terapia y mis estudios consideré que tú también estabas herido. Nos enfocamos mucho en el dolor de la madre porque se vincula con el niño que está dentro de ella, pero nadie piensa en los padres que pierden lo mismo. Lamento que no tuvieras a nadie en quien apoyarte. Eso debe haber sido terriblemente solitario para ti.

—Eres más compasiva de lo que merezco —murmuré—. Podría haberme esforzado más, debería haberme esforzado más así tú no lo hubieras atravesado sola.

Su sonrisa era suave.

—Pero no lo hice. Tenía a mi papá, a Alice, y Angela. Se aseguraron de que comiera y hablara sobre eso con ellos y con personas entrenadas para escuchar. No te mentiré y te diré que fue fácil. Te necesitaba. Pero sabía que no te querías ir y eso me ayudó.

Nuestros platos repiquetearon en la mesa, y mi estómago gruñó ante la vista de la enorme hamburguesa con queso enfrente de mí. Bella había pedido el pollo frito, y no estaba seguro de qué lucía mejor.

—Has encontrado paz —señalé.

Ella asintió ausentemente.

—Algo. Hay días cuando todavía duele, pero ahora hay más días buenos que malos. ¿Lo has hecho tú?

—Honestamente, no lo sé. Vivo con eso ahora, y es una mejora —me reí con tristeza—. Pero tienes razón, hay más días buenos que malos. Como hoy.

—¿Oh, de verdad? —Me dio esa brillante sonrisa—. ¿Qué lo hizo tan genial?

Le sonreí.

—No lo sé. Una chica derramó yogur en mis zapatos y dejó que la llevara a cenar.

Bella se rio.

—Fue el yogur lo que te convenció, ¿verdad?

—Oh, por supuesto. Hace que el lustrado con saliva brille mucho más —bromeé.

Continuamos bromeando durante el resto de la comida. Bella me contó sobre ir a la Universidad de Washington y quedarse ahí durante su doctorado. Habló sobre trabajar con Servicios Infantiles y la práctica privada de la que era miembro.

—¿Mencionaste que vives con Alice? —pregunté, aunque en realidad estaba esperando haberlo malinterpretado.

Ella sonrió con suficiencia.

—Sí, vivimos juntas desde nuestro segundo año en la universidad.

—¿Sabe ella dónde estás?

—Le dije que tenía una cita —respondió evasivamente. La miré fijamente, y ella resopló—. Está bien, ella no es tu mayor fan, así que no le dije con quién iba a salir. Le diré cuando llegue a casa.

La camarera dejó caer la pequeña carpeta negra con nuestra cuenta, la arrebaté de los dedos estirados de Bella.

—No, no. Yo te pedí esta cita.

—Bueno, gracias por la cena, entonces —dijo ella educadamente, pero con una sonrisa burlona todavía en sus labios.

Caminamos de la mano de regreso a mi auto, y mi corazón comenzó a acelerarse. Esto era todo. ¿Esta noche salió lo suficientemente bien para que ella me quisiera ver de nuevo? Si ella no quería, ¿yo sería capaz de mantenerme alejado? Estaba bastante seguro de que si ella no me quería alrededor, estaría en el primer avión de regreso a Virginia para volverme a enlistar. Sin embargo, ahora que la había encontrado no quería irme.

Ambos estuvimos en silencio en el camino de regreso a su departamento. La acompañé a la puerta, y ella parecía tan reticente a entrar como yo estaba a que se fuera. En un movimiento que me sorprendió, ella me apretó la mano y la balanceó ligeramente de un lado para otro entre nosotros mientras nos apoyábamos en la pared al lado de su puerta.

—Gracias —dijo en voz baja.

—¿Por qué? —pregunté.

—Por llevarme a cenar y contestar mis preguntas —respondió.

Sonreí, aunque era triste, porque tenía la sensación de que no fue suficiente para hacerla querer intentar esto de nuevo conmigo.

—De nada, Bella. Gracias por aceptar ir. Eso significó el mundo para mí. ¿Crees... crees que podamos hacer esto de nuevo alguna vez?

Sus ojos se iluminaron y brillaron de una forma que no había visto en mucho tiempo.

—Me encantaría. Um, ¿por qué no te hago la cena mañana a la noche?

Mi corazón estaba prácticamente martilleando en mi pecho. Ella quería verme de nuevo, ¡y muy pronto!

—Mañana está bien. ¿A qué hora debería estar aquí? —pregunté, esperando un comienzo temprano así podíamos pasar tanto tiempo juntos como fuera posible.

—A las seis —decidió—. Me puedes hacer compañía mientras termino la cena.

—Me encantaría —dije, jalándola un poco más cerca de mí. Me incliné para besarla y me di cuenta en el último momento lo mucho que me estaba adelantando. Ahora que la tenía cerca de nuevo, no quería hacer nada para joderlo, así que me moví al costado rápidamente y dejé un suave beso en su mejilla. Cuando me alejé, pensé que detecté una nota de decepción, pero ella la cubrió rápidamente.

—Mejor te dejo ir a la cama. Es muy tarde —comenté, aunque no hice ningún movimiento para irme. No estaba seguro si mi cuerpo y mi corazón me dejarían.

—Sí —dijo ella con tristeza—. ¿Pero te veré mañana? ¿Estarás aquí?

Odiaba que dejarla la primera vez, aunque ella sabía que no había querido, la hiciera dudar de mí.

—Bella, estaré aquí hasta que me ordenes que me vaya.

Su sonrisa traviesa era contagiosa.

—Bien. Entonces tendré que descubrir qué hacer contigo. —Se estiró en puntas de pie y me besó la mejilla como yo había hecho minutos antes—. Buenas noches, Edward.

—Que descanses, Bella —murmuré.

Ella puso la llave en la cerradura y abrió la puerta. Nuestras manos se extendían entre nosotros, como si ninguno quisiera ser el primero en soltarse. Al final, la distancia era demasiado grande, y mi mano, ahora fría, cayó a mi costado. Ella sonrió de nuevo, me sopló un beso, y cerró la puerta.

Por mucho tiempo, me paré ahí, mirando fijamente la madera que me separaba de mi otra mitad. No fue hasta que me di cuenta que alguien podría pensar que era un acosador espeluznante y que si me arrestaban no llegaría a la cena, que mis pies se movieron.

Por primera vez en casi diez años, un nuevo sentimiento se había arraigado en mi pecho donde el amor enterrado residía. Esperanza.


*Submarino: es una forma de tortura aplicada en cárceles de diversos países como método para lograr extraer información a los reos.


Gracias por leer. Y gracias a Lety (aka Itzel Lightwood) por ayudarme con mis dudas.

Nos leemos en la próxima traducción.

Gracias por las alertas, los favoritos, y sobre todo por los reviews, los aprecio mucho: tulgarita, bbluelilas, rosy canul 10, cavendano13, Yoliki, Tata XOXO, Mary de Cullen, Annie Cullen Swan-Tudor Boleyn, LicetSalvatore, saraipineda44, Camila, lizdayanna, Cary, Adriu, Itzel Lightwood, nicomartin, brigitte, mcalderona2, jbpattinson, Twilight all my love 4 ever, Marie Sellory, freedom2604, Vampiremmangel (me alegro que la historia te ayudara de alguna forma), Cristal82, (me olvidé de ponerla como completa, no hay segunda parte del epílogo), ELIZABETH, caresgar26, pax399, y los Guest.