Ha pasado un tiempo desde la última actualización y hemos llegado al final de esta historia. Espero que les guste este capítulo y lo disfruten como yo al darle el cierre.

Las notas de autor al final del capítulo son obligatorias. A leer!

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Mashiro golpeteaba con el lápiz en la mesa siguiendo un rítmico y arrítmico tiempo. Quizás era una canción o una invención de su mente, eso Shuuhei no podía saberlo. De pronto el golpeteo se detuvo.

-¿No vas a hacer nada? -preguntó la teniente mirándolo de pronto con tono acusador.

-¿Nada sobre? -respondió Shuuhei enarcando una ceja.

La mujer bufó.

-Kurosaki está aquí.

-¡No me digas! No había sentido su aberrante reiatsu -bromeó apoyando la espalda en el respaldo de su silla, Mashiro le hizo una mueca -¿Qué quieres que haga?

Mashiro se puso de pie y caminó hasta el escritorio de su colega. Apoyó ambas palmas sobre la madera y acortó la distancias amenazante.

-Ir donde esa novia tuya y marcar territorio -espetó.

-No meo personas -respondió de buen humor -Los árboles a veces cuando no hay baño cerca… -se rió.

Mashiro iba a jalarlo por la patilla para remecerlo un poco cuando golpearon a la puerta. La teniente se irguió, Shuuhei dio la orden de ingresar.

Un shinigami sin rango se cuadró.

-Teniente Hisagi -alzó la voz -Hubo una revuelta en el distrito 25.

Mashiro ladeó la cabeza antes de intervenir.

-¿Fue controlado?

El hombre asintió sin retirar la mirada de Shuuhei.

-El inculpado pide hablar con usted, dice que es su pariente…

Mashiro se volteó hacia Shuuhei sorprendida. Shuuhei frunció el ceño.

-De acuerdo -soltó una espiración -Voy enseguida.

Se puso de pie y salió de la oficina siguiendo los pasos del shinigami. Mashiro lo siguió con la mirada hasta que la puerta se cerró. Odiaba cuando ese maldito delincuente que Shuuhei tenía por amigo utilizaba su posición para salvarse de los problemas. Bufó por lo bajo.

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-¿Y cómo te tomas esto que Rukia tenga novio? -soltó Ichigo frente a Renji mientras bebían sake, el pelirrojo escupió su bebida y su amigo se largó a reír -Veo que muy bien -se burló.

Renji miró a Rukia fijo. ¿Hasta qué punto seguiría con esa mentira? Por su mente pasó desenmascarar su amiga en ese mismo minuto. Pero de qué hubiese servido todo si así hubiese sido.

-Hisagi es mi amigo -respondió -Creo que Rukia no podría estar en mejores manos.

La aludida se lo quedó mirando con una mezcla de sorpresa y agradecimiento. Agradecimiento por no exponerla verdad… y por finalmente comprender lo que ella aún no lograba comprender del todo. Renji le sonrió. Rukia movió sus labios en un disimulado "gracias".

-¿Y dónde está ahora? -preguntó Ichigo, ambos tenientes se lo quedaron mirando -Hisagi.

-En el rukongai -respondió Rukia -Tenía algunos asuntos que resolver.

O eso decía la mariposa demoníaca que le llegó por la tarde, seguido de un "quisiera hablar contigo al regresar". No sonaba amenazante ni angustiante… De alguna forma aquello la reconfortó. Solo esperaba que lo ocurrido antes de almuerzo hubiese dejado las cosas claras, aunque tratándose de Shuuhei podría esperarse cualquier cosa… o tal vez no.

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Hacía un tiempo que no estaba en ese distrito, no era que lo evitara, pero sus tiempos hacían difícil el regresar cada tanto. O tal vez era su costumbre de hacer el quite a… algunas cosas.

-Esos tipos son unas bestias -exclamó Keito sacudiéndose las ropas.

Shuuhei lo miró de reojo mientras se alejaban del cuartel que los shinigami de distrito habían ubicado en el 25. Keito se veía cada vez mayor, a menor presión espiritual envejecían con mayor velocidad. Keito, con quien se había criado, ahora parecía su abuelo. Caminaba medio torpe y su delito fue instigar a un par de ebrios a pelear, además de hacer algunos comentarios contra el sistema de gobierno de la Sociedad de Almas. Casi podía entenderlo. Si él hubiese tenido que permanecer en el rukongai quizás hubiese sido igual… quizás.

-Muy silencioso, teniente Hisagi -bromeó Keito -¿Interrumpí tus importantes funciones? ¿Ésas que son más importantes que pasar a darle revista a tu familia?

Shuuhei le dio un golpe en la nuca.

-Podrías dejar de meterte en problemas, anciano -lo reprendió -Ya no estás en edad. ¿No deberías estar alimentando a las gallinas o jugando ajedrez con los viejos de la cuadra?

-Una cosa es el cuerpo, jovencito -se burló -La otra la mente. Bien deberías saberlo -Shuuhei asintió en silencio -¿A dónde vamos?

-Donde Reika y Osume.

Keito ariscó la nariz. Lo último que necesitaba era que el resto de sus amigos lo sermonearan, pero bien le vendría una sopa caliente y un pan recién horneado. Prefirió no seguir haciendo pataletas y entregarse a su destino.

-Si tus pendejadas van a hacer que Shuuhei se aparezca más seguido por acá, bienvenidas sean -exclamó Osume palmoteando a Keito guiándolos al interior de su casa al abrir la puerta.

Reika pronto dejó, tal como vaticinó Keito, platones se sopa y una gran cesta de pan sobre la mesa.

-Es un desastre -insistía Keito mirando a sus amigos, Shuuhei prefería ignorar su discurso -Ni siquiera después de la invasión estos pelmazos han recapacitado.

-¿Cómo que no? -interrumpió Reika dejando la cuchara dentro del plato -Han abierto los distritos al Seireitei, el comercio es libre y hay mucha más seguridad que antes…

-Porque hay más delincuencia que antes -puntualizó Keito.

Osume miró a Shuuhei y éste se alzó de hombros.

-Tú estás en el Seireitei -indicó el dueño de casa -Dime qué es lo que piensan allí…

Shuuhei imitó el movimiento de Reika.

-Keito tiene razón, hay más delincuencia… y los negociantes del rukongai han tomado ventaja de la situación del Seireitei. Subieron los precios, las estafas son pan de cada día y las revueltas qué decir -soltó con honestidad -Dentro tratamos de mantener todo funcionando y evitar que otros peligros surjan amparados en nuestra actual vulnerabilidad. Lo llevamos bien.

-Si eso es llevarlo bien, me imagino qué sería llevarlo mal -se burló Keito.

Reika lo miró fulminante y el anciano hizo un gesto de falsa inocencia. Osume retomó la palabra.

-Dejemos el trabajo de lado, ¿verdad? -comentó de buen humor -¿Cómo has estado, muchacho? -palmoteó al shinigami en la espalda -Ha pasado un tiempo. ¿Novedades?

Shuuhei pasó la vista por sus amigos, la que era su familia. ¿Novedades? Claro que había novedades, pero no sabía si era una que ellos quisieran saber.

-Nada además de trabajo -respondió restándole importancia.

Keito miró fijamente a su viejo amigo, lo conocía desde que tenía memoria de haber llegado a ese horrible lugar, y siempre podía adivinar lo que pasaba por él.

-Tienes una chica -lanzó sin anestesia.

Shuuhei se trapicó con la sopa y a ello se le sumó un violento sonrojo. Osume se rió fuerte y con otra de sus palmotadas trataba que el teniente compusiera su tos. Reika soltó un suspiro.

-Ya era hora -murmuró la mujer con una dulce sonrisa -Osume creía que te gustaba ese amigo tuyo… Kira.

-¡No, qué ideas tienen! -exclamó Shuuhei espantado ante la posibilidad.

Los hombres se rieron, pero Reika continuaba con su gesto calmado y su voz dulce. Serían los años y la madurez que finalmente había cedido al resentimiento que durante mucho tiempo le guardó a Shuuhei. Emiko y ella eran como hermanas, y verla sufrir como lo hizo… Adoraba a ese punk que tenía por familia, pero le había hecho daño sin quererlo a quien ella más amaba.

-¿Quién es? -alzó nuevamente la voz -La chica…

Todos miraron a Shuuhei con interés.

-Es… una colega del Gotei.

-Me lo imaginaba -bromeó Keito -De otro modo es difícil seguirte el rastro -Osume lo golpeó en las costillas -¿Qué? ¡Pero si es verdad! Para Shuuhei todo siempre ha sido el Gotei. Desde que ese capitán nos salvó el pellejo, este pobre tipo se obsesionó con convertirse en un shinigami… al precio que fuera.

-No me gusta el tono que estás utilizando, Keito -masculló Shuuhei -¿Estás insinuando algo?

-No te enfades, muchacho. Solo digo la verdad. Tu propósito fue claro desde ese momento: ser un shinigami -soltó una leve carcajada -Y mira qué bien que lo has conseguido. Un teniente. Trabajando para quien tanto admirabas y admiras, ¿no? Siempre fuiste un chico ambicioso, Shuuhei.

-Al menos lo he hecho por el camino limpio -espetó.

-¿Limpio? -bromeó Keito y soltó un suspiro -Bueno, creo que depende de la visión de "limpio" que tenga cada uno.

Shuuhei se puso de pie.

-La sopa estaba deliciosa, Reika -ella le sonrió entristecida -Tengo que volver al Gotei.

-Siempre has sido un experto en hacerle el quite a las situaciones que te ponen en problemas. ¿Qué temes escuchar, chiquillo? -exclamó Keito -¿Qué abandonaste a Emiko y a todos nosotros? Tan importante era ser shinigami que te hizo olvidar todos los afectos por una obsesión.

Shuuhei se lo quedó mirando fijo empuñando las manos con frustración. No había cómo defenderse de ese ataque, no cuando Keito tenía razón… tenía razón en todo.

-Fui un maldito bastardo, es verdad -respondió tratando de controlar el tono -Recibí sus cartas y prometí responderlas. Pero siempre hubo algo urgente… Y sí, dejé primero lo urgente que lo realmente importante. ¿Crees que no me arrepiento?

-Sé que sí, Shuuhei -dijo Reika tratando de calmar las aguas.

-Me rompo la cabeza pensando en ello. Lo peor es que siento que pudiendo haber hecho las cosas diferentes solía decir: "más tarde". Cuando llegaba otra carta "oh, no respondí la anterior, ahora lo haré". Y nunca lo hice. ¡Nunca!

-Cálmate, chico -dijo Keito con tono relajado, sin darle importancia a la implicancia de sus palabras -Tus culpas no van a traerla de regreso. Solo no hagas lo mismo con tu noviecita nueva. No prometas cosas que no vas a cumplir -miró a sus amigos -Porque todos aquí sabemos que no tienes corazón para nada más que el Gotei. Deberían estar agradecidos de tener un perro tan fiel.

Shuuhei sintió que las muelas pegaban tan fuerte unas contra otras que crujían. No había caso seguir con ello. Keito no iba a detenerse, no cuando él vio su relación con Emiko como una traición al albergar él también sentimientos hacia ella.

Hizo una leve venia antes de salir de la casa. De chico le hubiese roto la cara, pero Keito era un anciano y el un entrenado teniente del Gotei. Y aunque quiso que sus pasos lo llevaran de regreso al Seireitei, sus pies lo hicieron perderse entre las callejuelas del distrito 25.

Era un lugar que le era natural recorrer, aunque poco lo visitara… evitaba hacerlo, especialmente a donde se dirigía. O, más bien, a todos los lugares donde lo llevaba su vagabundear.

Algunas personas se lo quedaban mirando, sobre todo los que asechaban a algún ingenuo que vagara por ahí descuidadamente. Nadie se le acercaría, eso era seguro.

Se detuvo frente a un negocio donde vendía agua, el bien más preciado de la sociedad de almas. Los espíritus podían vivir sin comer, al menos los con baja presión espiritual, pero ninguno podía vivir sin agua. Recordó cuando con Osume se colaron a sacar un enorme bidón. Aún no sabía si no los habían descubierto, o el tendedero se compadeció de un par de haraposos niños.

Continuó su caminata, ahora hacia un pequeño parque donde solían pasar las tardes, donde había besado por primera vez a Emiko y sus amigos los espiaban tras un árbol. Recordaba lo mal que había reaccionado Keito. Quizás nunca lo había perdonado.

Las calles que lo vieron crecer, los lugares a los que regresó dos años seguidos desde la academia con la frustración de no haber ingresado, donde sus amigos lo animaban a que la próxima vez sí lo lograría. Y lo hizo… lo hizo tan bien que olvidó todo lo que quedó atrás al dar un paso dentro de la academia para no regresar hasta su graduación.

Se alejó de las casas hasta un canal, los baños de verano, los juegos con los amigos… Había sido hace tanto tiempo. Se sentó en el borde con la mirada perdida.

Había actuado mal, obsesionado con ser el mejor de su generación, por ser el mejor del Gotei. No fue un prodigio, pero logró ser el único en unirse a un escuadrón antes de graduarse. Recordó las palabras del menor de los Koizumi y se sonrió con una cuota de orgullo.

-Sé que está orgullosa de ti.

Escuchó a su espalda y se volteó para ver como Reika se sentaba a su lado con un poco de esfuerzo. Los años habían pasado por ella como con el resto de sus amigos.

-Fui un hijo de puta -respondió, Reika intentó rebatir, pero Shuuhei alzó un dedo frente a ella -Lo fui.

-Eras un chiquillo con un sueño ambicioso -repuso la mujer y miró al frente -Éramos tan niños -suspiró -Pero, a pesar de eso, siempre mostraste gran convicción. Aunque no lo creas nos inspiraste a dar lo mejor de nosotros para sobrevivir.

-Pero Emiko no lo hizo -exclamó con frustración -Y murió esperando que cumpliera la promesa que le hice al partir. "Volveré por ti" eso le dije. Pero al regresar solo me encontré con una mugrosa tabla donde arrojaron su cuerpo como quien entierra a un animal.

-Sí -afirmó Reika -Pero Emiko lo supo entender, tu necesidad, tu ambición. Cuando cayó enferma nos rogó que no te dijéramos nada. No quería que por ella dejaras tu sueño.

-Era demasiado buena…

-Por lo mismo partió antes que nosotros, ¿no crees? Merecía regresar del otro lado, tener una existencia digna. Este infierno no era para ella… -Shuuhei la miró con sorpresa -Si nunca te hubieses marchado, si le hubieses dado fuerzas para continuar, quizás aun estaría aquí. Siendo una vieja enamorada de un tipo que aun parece un chiquillo. Todo fue como debía ser… Te odié tanto, Shuuhei. Dañaste a quien más quería. Pero a la larga entendí que fue lo mejor. Y Emiko lo sabía, era una chica muy inteligente.

-Era la chica más dulce y preciosa que jamás he conocido.

Reika sonrió pícara.

-A tu chica no le gustaría escuchar eso -rió suave.

Shuuhei se rió también y negó suave.

-No, quizás no. Todos tenemos nuestros fantasma, aunque suene irónico. El primer amor siempre penará.

-Es muy cierto -afirmó y apoyó una mano en el hombro del teniente -Ella nunca te culpó.

-Lo sé… -la voz se le quebró -Trato de… de no pensar en eso… en ella…

Reika suspiró y aquella mano en el hombro de Shuuhei pasó a rodearlo por la espalda.

-¿Hasta cuándo te vas a culpar por lo que ella jamás te culpó? Entendía… entendía todo de ti. ¿Sabes qué creo? Que Emiko estaría muy feliz de saber que has encontrado una chica que vale la pena y que te quiere.

-Querer… -soltó una espiración pesada -Es tan arriesgado. Lo menos que quisiera es fallarle.

-¿Y por qué lo harías? -preguntó Reika -No eres tonto, Shuuhei. No cometerías el mismo error. No te permitirías cometer el mismo error.

Él le sonrió.

-Haz las cosas bien simplemente. Has logrado todo lo que querías, ahora es tiempo de darte otra oportunidad.

-A veces creo que lo mejor sería que Rukia… que no… Sé que es lo que pasa por su cabeza. Sé lo que pasa quizás cuando ella ni siquiera lo sabe. O tal vez estoy dando por sentado que ella corresponde mis sentimientos.

-No estoy entendiendo… ¿no es tu novia? -Shuuhei negó, pero luego asintió para después cavilar -¿En qué lío estás ahora? -su voz era alegre.

-En un lío que jamás esperé estar, en uno que caí sin quererlo, sin darme cuenta.

-Bueno -suspiró Reika -Tengo tiempo -le sonrió -Siempre fui la mejor dando consejos, ¿verdad?

Shuuhei le sonrió.

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Despidió a Ichigo frente al senkaimon como tantas veces, con una sincera sonrisa y, ahora, con el corazón libre.

-Vive tu vida y vívela bien -le dijo cuando las puertas comenzaban a cerrarse -Nos veremos pronto.

Ichigo le devolvió el gesto y comenzó su caminar. Las puertas se cerraron finalmente tras de él. Se quedó viéndolas. Escuchó un carraspeo a su lado. Renji la miraba inquisidor de brazos cruzados.

-¿Y bien? -preguntó sin dejar su postura.

-¿Y bien qué?

-Mentiste a Ichigo.

-¿Sobre? -cuestionó con fingida inocencia.

-Sobre Hisagi y tú. Ya tuvimos esta conversación en la mañana. ¿Me vas a hacer repetirla?

-¡Ay no, por favor! Odio tus parloteos. Tengo mucho papeleo en la oficina y no tengo tiempo para tus acusaciones -exclamó, Renji no cambió su actitud pero suspiró cansado.

-Te lo advertí y se lo advertí a ese idiota… quizás porque siempre temí, desde un comienzo, que esto pasaría. Solo… -hizo una pausa -Sé sincera esta vez. Contigo y con él. Si te gusta dícelo, no merecen vivir una mentira… si puede ser real.

-¿Me estás dando una especie de bendición, Renji?

-¡Ni en broma! -exclamó -Pero a diferencia de Ichigo, a Hisagi puedo partirle la madre.

-¿Cuál es tu afán por golpearlo?

-Diversión -se alzó de hombros -Es una nena. ¿Cómo te gusta alguien así?

Rukia le sonrió amplio y se volteó con las manos en la espalda con actitud infantil y comenzó la marcha a saltitos.

Quizás era eso, pensó Renji. Rukia podía ser una chica con Hisagi y no una hermana, una colega a quien muchos veían como un chico con tetas, no una Kuchiki a la fuerza. Ahora él se sonrió y negó suavemente.

-¿A dónde crees que vas, Rukia? ¡No he terminado de sermonearte! -le gritó alistándose para alcanzarla.

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¿Tienes un minuto, Hisagi-san? –preguntó Rukia asomando la cabeza entreabriendo la puerta.

Claro –respondió haciéndole una seña para que ingresara. La chica cerró la puerta –¿En qué te puedo ayudar?

Shuuhei se detuvo frente a la puerta de la oficina de Rukia. Podía sentir su reiatsu justo a unos metros. Hacer las cosas bien esta vez, eso se dijo la vez que se había aventurado a robarle un beso en aquella colina.

A veces cuesta encontrar alguien con quien compartir los momentos, el tiempo… Eres guapa, joven, inteligente… puedes encontrar un novio en cualquier lugar. Entiendo lo que éstas pasando, Kuchiki-san. Todos hemos tenido algún desengaño amoroso, pero creo que no es la forma de superarlo. Lo siento, pero no lo publicaré.

Pues le diré a Rangiku que lo publique –le quitó la nota bruscamente –De todos pensé que tú me ibas a entender.

Hisagi se asombró.

¿Y eso porqué?

Porque eres un total y absurdo romántico.

Rukia tenía razón. Era un absurdo romántico. Alzó la mano para golpear a la puerta deteniéndose antes de hacerlo realmente. ¿Y si se equivocaba? ¿Si volvía a meter la pata? No podría llevar otra culpa más y Rukia ya había pasado por mucho. Quizás lo correcto sería dar un paso al costado ahora que aun estaba a tiempo.

Bueno… ¿al menos has salido con alguien alguna vez? –ella negó –¿Estás segura que quieres tener tu primera cita con un tipo que no conoces y que llegó a ti por un aviso en el periódico?

Si lo dices así se escucha feo. Pero creo que no tengo otra opción.

Sí, tienes otra opción…

Tocó a la puerta y escuchó un "adelante" descorrió el shoji. Se lo quedó mirando. Él no sabía si realmente traspasar el umbral o no. Las palabras de Keito se revivieron en su mente, tan claro e hiriente como hace unas horas. Rukia enarcó una ceja al verlo vacilar.

Sal conmigo.

Dio unos pasos dentro, pero no tomó asiento aun cuando ella se lo indicó con un sutil gesto.

-Soy un desastre -le dijo sin esperar una palabra de parte de ella -No sé llevar una relación. Mi última novia fue en el rukongai… y no fui bueno con ella. Bebo en exceso, no recuerdo las fechas y el trabajo me consume. A veces hablo demasiado sin llegar a una conclusión y puedo llegar a decir cosas que no quieres escuchar.

Rukia se puso de pie acercándose a él. Su gesto tranquilo cobró una cuota de incomodidad.

-Entiendo… -murmuró bajando la vista -Era un acuerdo… cinco citas. Y supongo que con la última se cumplieron, ¿verdad?

Pero antes que pudiera alzar la vista para enfrentar las cosas con la frialdad que la caracterizaba vio una flor frente a sus ojos.

-No soy más que esto -continuó él y Rukia alzó la vista -Pero si aún así estás dispuesta a darme una oportunidad… ¿Quisieras salir conmigo? -le preguntó -De verdad… salir de verdad.

Rukia asintió lentamente bajando la vista a la flor ahora entre sus manos.

-Me encantaría -respondió con un visible sonrojo.

¿Salir con Hisagi? ¿Por qué haría algo así? No era como que no hubiesen salido antes… con amigos y como camaradas. No era muy asidua a las juntas extraoficiales, pero sí había asistido a unas cuantas. Y, por lo mismo, Hisagi era la última persona con quien ella saldría en una cita romántica.

Dame solo cinco citas y te demostraré que lo que planeas es una completa locura. Si luego de eso sigues con la idea, publicaré el aviso, te lo prometo.

-Entonces… -Shuuhei alzó la voz -¿Paso por ti a la salida?

Rukia volvió a asentir. Shuuhei le sonrió antes de salir de la oficina. Ella volvió a tomar asiento tras su escritorio dejando la flor sobre la madera. Sus ojos perdidos entre los pétalos.

¿Y por qué cinco citas?

Porque en una no alcanzo a darte toda la información y luego te surgirán dudas. Tres no son suficientes para detectes las sutilezas, y cinco para estar tranquilo que entendiste el juego. –Rukia asintió y abrió la boca para interrumpirlo –Y no me gustan los números pares –agregó.

Tiene sentido… ¿y porque no siete o nueve? –preguntó curiosa.

Porque no me quiero enamorar de ti.

Pero lo que nunca previó Shuuhei Hisagi era que ella también se enamoraría de él. Lo que Rukia no sabía era que al final de esa cita Shuuhei le pediría que fuera su novia, esta vez de verdad...

Y ella diría que sí. Claro que sí.

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Fin

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Muchísimas gracias a todos los que siguieron este fic desde el comienzo y que, de una u otra forma, me acompañaron en esta tierna historia.

Existen diferentes maneras de amar y darse la oportunidad de querer sin miedos ni culpas es algo que todos deberían hacer.

Les recomiendo la canción "Querer" de Chetes. Porque querer es no poderse contener, cerrar los ojos y correr hasta que no quede nada. Todo esto es cuestión de fe…