Capítulo 1: El paría.

De nuevo el sonido de gritos de batalla y el olor a madera quemada, el chillar de las ovejas, cabras, yaks, gallinas y de personas llorando sus hogares recién quemados. Afuera era todo un caos y el solo atendía las peticiones de los guerreros que llegaban al taller para afilar y reparar armas por la batalla.

Esta era la segunda vez en la semana que eran saqueados por sus enemigos, no es decir que Berk tuviera muchos enemigos, no, su enemigo mortal siempre ha sido y serán los dragones. Pero eso no le importaba, solo le importaba sacar el trabajo de ese momento, tenía más de veinte espadas que acomodar y toda una pila de armaduras para quitarle las abolladuras y soldar aberturas. Apenas sumergió el mazo que tenía en manos en el agua helada, la dejo en la ventana para ver como el guerrero salía corriendo tras un dragón de cuernos torcidos en la cabeza, de dos patas y alas en vez de brazos. Ese era un Monstruos Nightmare, solo los vikingos más valientes y fuertes se enfrentaban a ellos, tenían el mal hábito de incendiar su propio cuerpo.

Apenas se alejó de la ventana vio a su compañero y maestro Gobber cambiar su mano postiza por una espada.

- Hiccup, me necesitan afuera, no dejes que el fogón se apague y termina de arreglar todo eso…buena suerte.

- Lo mismo te digo… - Lo vio salir gritando para lanzarse a pelear contra un dragón ancho, de alas cortas, parecido a una abeja – padre.

Su nombre es Hiccup y es el paría de toda la isla, desde chico siempre fue diferente a todos los demás vikingos. No podía levantar cosas pesadas, manejar una espada e incluso a donde iba causaba desastres. Su padre biológico se llama Stoick y es el jefe de todos los vikingos. El problema es que su padre no lo reconocía como tal, prefería dormir en el taller de Gobber que en su propia casa. A la edad de los quince años decidió hacer ese lugar su propia casa.

Gobber al ver esto tomo como tal al chico bajo su brazo para enseñarle el oficio de la herrería, le fue curioso al enorme hombre de cabeza calva, mentón pronunciado, bigote rubio trenzado hasta la cintura, pierna y mano de madera, ver al chico más débil de toda la aldea manejarse tan bien en el taller. A su corta edad ya hacía sus propias espadas, escudos, puntas de flechas y más cosas que ocupaban en la isla.

El chico en ese momento, solo a espaldas del herrero lo llamaba padre, puesto que así lo veía, como un padre. Con mano en el codo miro su nuevo trabajo, avivo más las llamas del fogón y comenzó colocar las espadas en el crisol lleno de carbón ardiente. Tomo una espada y comenzó el martilleo en un yunque hecho a su altura para el trabajo, no tomo mucho tiempo el reparar la espada. La observo bien y fue a dejarla en la ventana de clientes, el dueño la esperaba con ansias, le pago y se retiró. Hizo lo mismo con las otras armas, apenas termino intento cerrar la ventana de servicio, solo que una imagen lo detuvo, era el grupo para apagar incendio de Berk, los vio intentar apagar una casa de madera.

El problema fue que otro dragón lanzo una llamarada haciendo que esta explotara, pero con solo ver la imagen de Astrid Hofferson fue más que suficiente para embelesarlo por unos momentos. Se quitó la imagen de la cabeza pronto, él jamás seria capas de llamar su atención por ningún motivo. La observo alejarse con el grupo conformado por Ingerman Fishlegs, gordito y alto para su edad, pero bonachón; los gemelos Thorston Ruffnut y Tuffnut, en comparación parecían tener la misma musculatura, el problema era que ellos estaban dementes y al final su primo Jorgenson Snotlout, quien le hacia la vida imposible cada vez que podía.

Apenas estaba por cerrar la herrería la chica que conocía apareció en la puerta, estaba más aturdido por verla a ella que al desastre de una torre derrumbarse por un disparo de plasma. Sacudió su cabeza y la hizo pasar.

- ¿Qué…qué necesitas?

- Hace unos días deje mi hacha a reparar.

- A si, Gobber me la dio para trabajar en ella. En un momento te la doy.

- ¿Tú la reparaste?

- Solo ayude, al final solo le saque filo, la pulí y le quite algunas imperfecciones con el martillo, es todo.

La tenía colgada con otras hachas, era fácil de localizar ya que el arma tenía un sostén hecho de oro puro en donde se incrustaba el filo y en la punta un rubí. Parecía más de decoración que de uso personal, pero quería que se viera así, esta era su primera arma encargada por alguien. Los padres de la chica, le habían pedido a Gobber que le hicieran una para su hija. En cuanto supo esto, el chico comenzó a diseñar el arma en su libreta de dibujos, al terminar el bosquejo se lo entrego a Gobber, quien sorprendido por el talento del chico, dejo que la hiciera.

El resultado fue un arma de belleza única y con el propósito de ser utilizada en el campo de batalla. Mango de roble blanco con tallados de runas que significaban su nombre y un Deadly Nadder. Simplemente una belleza de arte, los padres amaron el hacha y pensando que fue Gobber quien la hizo le dieron el crédito. Claro está, el grandulón intento darle el crédito a su aprendiz, pero el chico no le dio importancia ya que siempre sería así.

- Algún día Hiccup, algún día Berk vera lo grande que realmente eres. – Esas palabras siempre las llevaría presente.

Astrid tomo el arma en sus manos, comprobó el peso y luego hizo algunos movimientos al aire. El peso era un poco menor y también veía un filo más intenso que el de antes, antes de decir algo vio un cabello castaño ser partido a la mitad apenas toco el filo del hacha. Miro al chico quien le sonrió y luego se retiró para tomar una armadura y comenzar a quitarle las abolladuras, ella guardo su hacha en la espalda para acercarse una vez más.

- Gracias ¿Cuánto te debo?

- Déjalo así, es un servicio de la casa.

- Gracias…este…

- Hiccup, tú sabrás el porqué de mi nombre, Astrid. – Ella lo vio entero y no tardó mucho en deducir porque le pusieron ese nombre, delgado, sin músculo, más bajo que ella y que tal vez otro chico.

- Si, bueno ¿Cómo sabes mi nombre?

- Por favor, dime una sola persona que no conozca tu nombre en esta isla.

- Tienes un buen punto ¿Eres solo tú?

- No, también Gobber quien esta atrás de ti.

- ¿Cómo?

- Veo que ustedes dos se están llevando bien. – Sorprendida se quitó del camino para ver al corpulento hombre entrar al lugar – Me da gusto.

- Yo, bueno, solo vine por mi hacha, es todo.

- ¿Enserio? ¿Ya te la entrego Hiccup?

- Si, ya – le mostro el arma y el hombre la observo detenidamente. Definitivamente necesitaba enseñarle cosas nuevas.

- Muy buen trabajo Hiccup, quedo como cuando la creaste.

- Esa era la idea.

¿Ese chico creo su hacha? Debía ser una broma, lo vio de nuevo de pies a cabeza. Definitivamente era una broma de mal gusto. Hiccup sintió el escrutinio y decidió regresar a lo suyo.

- Bueno en tal caso, es todo por hoy, mañana hay junta con el jefe y todos los guerreros debemos de ir. Incluido tu padre Astrid ¿Le pasas el mensaje?

- Claro que sí.

La vieron irse y Gobber vio a un Hiccup triste una vez más, siempre pasaba cuando alguien lo veía de esa manera, juzgaban a un perdedor no a un chico habilidoso. Le dio las buenas noches y ambos se fueron a sus respectivos cuartos, el de Hiccup era en el taller, el mismo creo un cuarto donde hacia bosquejos y diseños de armas, a un lado se encontraba una cama en donde siempre dormía. Soñó, como siempre lo hacía, en volar sobre la espalda de un dragón, una locura, pero al fin y al cabo un sueño.

Nuevo día y la cortina que separaba su cuarto del taller se abrió de golpe, su padre entro para ver cómo se tallaba los ojos y luego observaba las paredes tapizadas con diseños y bosquejos de aparatos y armas. No necesitaba verlo para saber que la desilusión estaba en sus ojos, se levantó, camino a un rincón en donde tenía una charola con agua y se limpió el rostro.

- Hijo, tengo una noticia que darte.

- Te vas de campaña de nuevo, lo sé. – No se esperaba esa respuesta del muchacho, lo vio con mirada triste y apagada. – Siempre que vas, tienes a la mano tu hacha y espadas enfundadas en la cintura y vienes con tu escudo.

- Bueno…si…yo…ya sabes, en ese caso te veré de nuevo…quizás.

- Estaré aquí…quizás. Llévate el escudo que está arriba de la entrada, lo hizo Gobber para ti, el que tienes esta gastado.

- A si, gracias.

Eso era mentira, el diseño ese escudo pensando en la protección de su padre, lo hizo cuando vio que su escudo estaba por caerse en pedazos. Tomo buena parte de su tiempo libre el crear los remaches, preparar la madera y también el detallado, básicamente el chico puso todo de sí en ese escudo. El problema fue que nadie lo reconocería por ser quien es, su padre sopesaba el escudo y lo examinaba cuidadosamente.

- ¿Te agrada?

- Gobber cada vez me sorprende más, aprende mucho de él hijo, para que cambies…eso – Lo señalo completo, lo que hacía falta.

- Y me señalaste completo.

- Nos veremos…espero.

Lo vio salir del lugar, termino de prepararse y fue a la ventanilla para abrirla y encender los fogones. Observo a los Vikingos más rudos y fuertes ir en dirección del puerto, básicamente otra campaña para buscar el nido de los dragones, nido que jamás se ha encontrado. Vio llegar a Gobber con una sonrisa en el rostro, algo no le gustaba.

- Hiccup, vas a entrenar para matar dragones. – Su mundo se cayó en pedazos con esas simples palabras, estaba muerto.

Las rejas se abrieron, dando paso a todos los integrantes de las practicas. Los conformantes eran los gemelos, su primo, Fishlegs y Astrid, Gobber entro un poco después.

- No hay vuelta atrás, espero llevarme mínimo una cicatriz. - ¿Enserio dijo eso Astrid?

- Si, algo para comentar a los demás – Los gemelos definitivamente estaban locos.

- Dolor – Todos voltearon a verlo, un chico flaco y débil cargando como podía un hacha - ¿A quién no le gusta?

- ¿Quién invito al pescado parlanchín? – Su primo como siempre tan oportuno.

- No te preocupes Hiccup, lo más seguro es que cuando te vean pensaran que estas más muerto que vivo y pasaran de ti.

- Gracias por el ánimo, Gobber.

- No hay de qué. – Todos se pusieron en fila enfrente de cinco puertas de gran tamaño, Gobber se colocó enfrente de ellos con su mano cambiada de madera a un gancho de acero – Muy bien reclutas, en este entrenamiento les cómo combatir y eliminar a un dragón.

"Frente a ustedes están algunos de los dragones conocidos por los vikingos, comenzando por el Gronckle

- Armadura 20, mandíbula 8 – Dijo Fishlegs algo emocionado a Hiccup

- Deadly Nadder

- Velocidad 8, Fuego 18

- Terrible Terror

- Veneno 12

- Hideous Zippleback

- Sigilo 22

- Y por último Monstrous Nightmare

- Fuego 15

- ¡Puedes callarte! – Le grito Gobber al enorme chico, la verdad se lo agradecía – Bien con esto podemos comenzar.

Tomo a todos por sorpresa, ya tenía la mano en la palanca para abrir la puerta de uno de los dragones.

- Espera ¿No nos vas a enseñar la teoría primero? – Su primo se veía asustado, que ironía, el aclamaba ser el vikingo más valiente y fuerte de la isla.

- He…soy del que piensa que es mejor aprender con la práctica.

Bajo la palanca y con eso un Gronckle marrón y furioso salió rugiendo de ira, estaba más que muerto. Todos corrieron en diferentes direcciones intentando esquivar las envistas y mordiscos del dragón

"Rápido ¿Qué es lo primero que un Vikingo tiene que tener a la mano en un ataque de dragón?

- ¿Veneno 6? – Pregunto Fishlegs escondiéndose de un ataque de lava del dragón

- No

- Un escudo

- Correcto Astrid, todos tomen uno, rápido. – Vio como todos buscaban un escudo lo más rápidamente. - ¿Cuántos tiros tiene un Gronckle?

- El Gronckle 6 – dijo rápidamente Fishlegs

- Correcto, uno por cada uno de ustedes. – Vio a los gemelos pelearse por un escudo, hasta que el dragón dio un tiro en el centro del escudo que tenían a la mano – Gemelos fuera

- ¿Qué? ¿Por qué?

Hiccup intento agarrar un escudo, pero con el miedo y los nervios no podía meter la mano en el sostén, Gobber le ayudo a colocárselo. Vio a Astrid junto a su primo quien le coqueteaba, la vio girar en el suelo y una bola de fuego dar en el escudo de su primo, el decidió esconderse.

- Hiccup, sal a pelear. – El mejor se volvió a esconder después de ver como una esfera de fuego golpeo la pared. – Hay una razón más para el escudo, ruido, todos hagan ruido.

Se unió a Fishlegs y Astrid para comenzar a golpear el centro de su escudo, se veía que estaba aturdido y un tanto mareado.

"El ruido hace que el dragón se confunda y se aturda, con eso pueden rodearlo y atacarlo.

- ¡Está funcionando! – Grito Fishlegs con el escudo en el aire, ese pequeño cambio fue suficiente para dejar que el dragón lanzara otro ataque y darle a su escudo.

- Fishlegs, fuera.

- Creó que solo quedamos tú y yo.

- Nop, solo tú. – Hiccup sin entender vio como Astrid se tiraba al suelo, no pudo evitar que otro disparo callera en su escudo.

Su única defensa salió rodando, intento ir a tomarlo de nuevo, escucho como Gobber grito su nombre, pero fue tarde. El dragón logro acorralarlo en una pared y lo vio abrir su boca, juraba que podía contar todos los colmillos y ver como desde la garganta aparecía un gas verde y la luz del fuego por salir.

Vio un gancho tomar la quijada baja y jalar la mandíbula para que el ataque diera en la pared, vio a Gobber pelear con el dragón que mordía su mano postiza en un intento de liberarse.

- Ven aquí albóndiga con patas, metete a tu jaula. – Dio un giro y arrojo al dragón a su celda, cerrando la puerta – Ahora recuerden, un dragón siempre, SIEMPRE tira a matar.

La mirada de Gobber era la de un maestro estricto, no la de alguien desaprobándolo. Solo quería ir a su cuarto y olvidar todo. Los dioses definitivamente lo odiaban, no había duda alguna. Vio a Astrid mirarlo con pena, ahora era mejor, verse como un completo idiota enfrente de la chica que te gusta.

No dijo nada, solo se levantó, tomo su hacha y se alejó del lugar escuchando las burlas de todos menos de tres. Al entrar a su cuarto se escondió en la cama y dejo salir las lágrimas.