Este fic está dedicado a muchas personas, a todas aquellas que por desgracia han tenido que sentirse de esta forma, chicas a las que han engañado, que han confiado y les han mentido sin escrúpulos (y tristemente me incluyo).

La verdad espero que este fic sea como una medicina para quien la necesite, otra forma de ver las cosas, de aprender de los errores y hacernos más fuertes, y de aprender en quien confiar realmente. Quiero ayudaros a imaginar a un Draco Malfoy de brillante armadura dispuesto a darle en las narices "al idiota" jaja.

Para mi escribirlo ha sido como una terapia, aunque hace tiempo que todo esto ya pasó, siempre queda la espinita, que ya conseguí sacar. Espero sinceramente que os guste.

Obviamente los personajes no son míos, son de JK Rowling, yo los tomo prestados XD

Sinopsis: Es duro saber que te han engañado con otra chica, pero más duro es ser la chica con la que engañan sin siquiera saberlo, que esté la novia oficial, y luego tú. Hermione quiere hacerle pagar a ese chico lo que le ha hecho, y que mejor maestro para llevar a cabo una venganza que un Draco Malfoy, contra todo pronóstico, dispuesto a ayudarla. Eso sí, a cambio de algo.


24 de diciembre.

No iba a llorar. Al menos no todavía.

Hacia dos días que lo único que podía sentir era rabia y una tremenda ira que supuraba desde su corazón hasta cada uno de los poros de su piel.

"-lo siento mamá, papá, pero debo regresar a hogwarts. – dijo fingiendo calma.

-pero… si aún quedan tres días más para navidad, y otros tantos para año nuevo, acabas de llegar – dijo su padre sin comprender.

-lo se, y lo siento pero… voy muy atrasada en los trabajos de vacaciones porque no tengo el suficiente material aquí – inventó – siempre me habéis dicho que lo principal son mis estudios… - empezaba a flaquear, no sabía si le estaban creyendo, pero necesitaba irse de allí, no podría soportar volver a verle.

-bueno, si es eso iremos al callejón del dragón ese y podrás comprar lo que necesites, o podrías… - intentó su padre, pero Jean Granger interrumpió a su marido.

-déjalo, cariño. Hermione tiene razón, y ella sabe perfectamente lo que se hace. No nos dejaría en navidad si realmente no fuera importante para ella – y sonrió a su hija con cariño y… comprensión.

Hermione supo en ese momento que su madre había leído su mirada, la única incapaz de mentir, y que había visto a través de sus ojos el corazón de su hija hecho trizas. Su necesidad de alejarse.

Esa noche hizo la maleta y cuando bajó a cenar sus padres hicieron una simulación de la cena de navidad donde le entregaron sus regalos. Sonrió durante unas horas, comprendiendo que lo único que necesitaba, ya lo tenía.

Lo que no quitó que la rabia apareciera al día siguiente cuando cogió el expreso de regreso a Hogwarts."

Llegó a la orilla del lago y, bien abrigada con su capa de invierno, se sentó en una roca baja para a continuación hacer una hoguera de llamaradas azules frente a ella.

Se calentó un poco las manos, desprovistas de guantes, antes de abrir la cajita que llevaba consigo. Sacó el primer objeto que guardaba cuidadosamente en el interior, y relajó el ceño, que comenzaba a dolerle de tanto fruncirlo con fuerza.

Era un osito pequeño de peluche enganchado en un llavero y lo recordó como el primer objeto que él le regaló. Fue el verano en que regresó a casa después de quinto curso.

#recuerdo uno#

Era un caluroso día de agosto el que Hermione salió a regar las plantas y a refrescarse un poco. Le gustaba hacer esa tarea, pues el agua que rebotaba siempre lograba apaciguar un poco su calor. Fue cuando se acercó a las flores cercanas a la valla que lo descubrió observándola desde el otro lado de la verja.

Sabía quién era. Habían ido al mismo colegio desde que tenía memoria. Incluso juraría que una vez, en los primeros años, coincidieron en la misma clase. Además de que vivía en la calle de enfrente, una casa a la derecha de la suya. Se llamaba Lucke Raimon y sus madres solían hablar, por lo que estaba casi segura de que de bebés jugaron juntos. Aun así, nunca había tenido realmente ningún trato con él.

-hace mucho que ya no vienes a la escuela – dijo sin más, sin dejar de observarla.

Hermione abrió la boca sorprendida, y después volvió a cerrarla varias veces hasta que consiguió contestar poniéndose como un tomate por su estupidez.

-estuve estudiando en un internado – dijo – estoy… estudiando. Todavía – se corrigió declarándose mentalmente la idiota del año por ponerse tan nerviosa sin motivo.

Pero es que nunca, desde que se fue, ninguno de sus compañeros, ni siquiera las que pensaba sus amigas, le preguntaron donde había estado, porque había dejado de ir al colegio, ni habían vuelto a hablarle. Solía pasar los veranos solo con su familia y con sus amigos de hogwarts precisamente porque no volvió a tener amigos muggles.

-vaya… -continuó Lucke poniendo mala cara – eso debe de ser horrible.

-no lo es – dijo, quizá de forma demasiado cortante.

-lo siento, es que de pequeño mis padres siempre me amenazaban con llevarme a un internado cuando me portaba mal. ¿Por qué vas a un internado? ¿Eres una chica problemática? – y sonrió incrédulo.

Se le veía tan indiferente, con las manos despreocupadamente en sus shorts.

-por supuesto que no lo soy. Voy a ese internado porque es uno de los mejores de Escocia y porque ansío un brillante futuro. Eso conlleva una educación las veinticuatro horas del día. – había sido demasiado… ¿repipi?

-ah, ¿entonces no dormís en ese internado? Debe de ser muy duro ese futuro tuyo…

Hermione frunció el ceño. ¿Cuantas palabras habían cruzado en toda su vida? ¿Cinco? Porque los gugu gaga de cuando eran bebes no contaban. Y ahora aparecía de repente para burlarse de ella. Pues no se lo iba a consentir.

Iba a ponerse a soltar trolls por la boca cuando él extendió la mano, entregándole un pequeño llavero con un osito de peluche. Hermione lo miró a los ojos, sin mover un musculo para alcanzarlo.

-vamos, cógelo. Debes de sentirte muy sola tan lejos de casa. Teddy puede hacerte compañía.

La castaña relajó su expresión y alcanzó el osito, mirándolo con ternura. No se sentía para nada sola en hogwarts, pero era un detalle muy bonito. Cuando volvió la vista al frente, el moreno ya había cruzado la calle y se metía en la parcela de su casa. Le mandó un saludo con la mano antes de entrar a su hogar.

Hermione se quedó con una mano levantada en forma de despedida y con una sonrisa tonta en el rostro.

#fin recuerdo uno#

-imbécil… ¿es que tan aburrida es tu vida? – murmuró con rabia y frustración – pero la más idiota fui yo. Cuantas noches habré dormido con este pequeño monigote echándote de menos…

Sin dudarlo más, acercó el osito a las llamas azuladas, observando con deleite como éstas devoraban la suave piel del muñeco. Conforme el oso desaparecía, ella se iba sintiendo algo mejor, más ligera. Sonrió cruelmente cuando no quedó más que la anilla metálica.

Sin perder más tiempo, sacó de la cajita un doblado trozo de papel coloreado. Era el papelito que cubre el cono de un helado. Recordó nítidamente ese momento aun muy a su pesar. Fue el mismo verano en que le entregó el osito.

#recuerdo dos#

El señor y la señora Granger habían salido esa noche a cenar con unos buenos amigos y Hermione se había quedado sola en casa. Se preparaba para ponerse el pijama y meterse en la cama con un buen libro cuando llamaron a la puerta.

Cogió su varita. Siempre lo hacía, por precaución. Lo que no esperaba era encontrar a Lucke en su portal. Durante esos días había pensado demasiado en sus mechones morenos cayendo en su frente, sus ojos marrones de largas pestañas y esa postura suya tan despreocupada. Y es que desde aquella primera charla, habían hablado varias veces más. A la castaña le hacía mucha gracia que esas charlas siempre coincidían con los momentos en que sus padres no estaban (en esos momentos le pareció gracioso, ahora comprendía que detrás se escondía su actitud fría y calculadora).

-está haciendo demasiada calor esta noche ¿no crees? – le preguntó como saludo.

-¿has venido hasta aquí para hablar sobre el tiempo veraniego? – sonrió ella. Comenzaba a conocerle y le agradaba que la buscara.

-he venido porque quiero un helado, y no quiero tomarlo solo. Quiero tomarlo contigo.

La castaña sonrió extasiada. El chico con el que había estado soñando despierta las dos últimas semanas (bien, una vez dormida) le estaba invitando a tomar un helado cuando realmente debería irse a la cama. Pero era verano, y la noche con su muy ligera brisa la invitaba a salir con él.

-tengo que cambiarme primero – contestó mirando su ropa de ir por casa.

-estas preciosa. Pero está bien, si lo quieres, esperare – y se apoyó contra el marco dispuesto a cumplir su palabra.

Ella, que había bajado la mirada, cohibida por el piropo, subió corriendo a su habitación y bajó en apenas unos minutos.

Le compró un helado de chocolate y nata y se sentaron en el banco de un parque a comerlo.

Hablaron mucho, y de muchas cosas. Le pareció un chico muy inteligente, pues controlaba muchos temas. Lo que más le gustaba era el arte: le gustaba escribir poemas e incluso canciones. Tocaba la guitarra en un grupo que tenía con algunos amigos y además colaboraba con una ONG. "no podría vivir sin esos niños especiales" dijo.

Pero no fue por lo fascinante que le pareció ese chico el que se guardó el papel de su cucurucho de helado disimuladamente en el bolsillo, sino por lo que ocurrió después.

-vayamos a dar un paseo ¿quieres? – ella asintió y ambos se levantaron con tan mala pata que Lucke le dio un pequeño empujón levantándose y Hermione, que estaba a punto de llevarse el helado a la boca, acabó con la comisura de sus labios llena de chocolate – oh, lo siento, Hermione. – ella sonrió buscando un pañuelo para limpiarse, pero Lucke se adelantó y paso su dedo por los labios de ella para después llevarse el chocolate a la boca. – tu helado esta delicioso – dijo casi en un susurro, muy cerca de ella, a la cual comenzó a latirle fuerte el corazón – espera, tienes un poco más – y sin dejar de mirarle los labios, esta vez no se acercó con sus dedo, sino con su boca.

Besó dulcemente primero la comisura de sus labios saboreando el chocolate, y sin darle tiempo a reaccionar atrapó sus labios tiernamente, besándola sin prisa. Hermione cerró los ojos disfrutando como nunca había hecho de un contacto físico, y notó como el helado caía al suelo desde su mano demasiado relajada, quedándose solo con el papel del cucurucho entre los dedos.

Lucke se separó un segundo tras notar como el helado caía al suelo y sonrió.

-tienes razón – dijo tirando el suyo junto al otro para, ya con las manos libres, cogerla de la cintura y acercarla a él para continuar besándola.

#fin recuerdo dos#

Acercó el papel a las llamas, que se consumió tan rápido que tuvo que apartar los dedos para no quemarse.

Quedaron un par de veces más antes de que ella tuviera que regresar a Hogwarts. Él le pidió que no comentara nada a sus padres de lo que pasaba entre ellos. Pues sus madres se conocían y le daban vergüenza esas cosas. Hermione le creyó y nunca contó nada a sus padres.

Durante el curso se escribieron mucho. Tenía como cuarenta cartas que fue sacando de la caja y echando al fuego, esperando a que una se convirtiera en cenizas para lanzar la siguiente sin ningún miramiento, mientras llena de rabia y frustración, no podía evitar que los recuerdos e incluso algunas frases de las cartas que releyó millones de veces acudieran a ella.

"te echo de menos"

"me gustas tanto… nunca he conocido a nadie como tú"

"añoro tus besos"

"cuando regreses, no voy a dejarte más"

Y el verano siguiente, él le pidió salir y ella aceptó sin pensarlo. Aunque él estaba bastante ocupado con su grupo de música, tenían ensayos. También con la ONG que le quitaba mucho tiempo, e incluso unas clases de informática a las que se había apuntado ese verano.

No se veían todo lo que ella hubiese querido, y siempre en lugares alejados, por lo que él decía que no quería que sus padres se enteraran.

Recordó ese anillo, que le produjo un instante de duda. Si no hubiese estado tan ciega…

"-¿por qué llevas un anillo en el que pone Lidya? – le preguntó cuando vio el sello de oro en su dedo anular.

-es… mi prima. Nos llevamos muy bien. Ella me regaló este anillo y yo le regalé una pulsera con mi nombre"

También en ese momento le acudió a la mente una frase que él dijo ese verano, y que aunque en ese momento pensó que se reía de ella, ahora sabía con certeza que hablaba completamente en serio.

"el hombre es infiel por naturaleza. Está científicamente demostrado"

Bien Einstein, también está científicamente demostrado que la magia no existe ¿quieres probar mi varita?

-¿Por qué las mejores frases siempre se me ocurren cuando estoy sola? – murmuró la castaña con solo un pequeño puñado de cartas ya en la mano.

No había apartado la mirada de ninguna de las cartas, viendo como se consumían una a una.

La siguiente no era una carta con sobre, si no un papel doblado. Lo recordó como el poema que él escribió dedicado a ella. ¿Sería verdad que ese fue exclusivo pensando en ella o lo habría utilizado también con…?

Interrumpió sus pensamientos al darse cuenta de algo. No recordaba la letra del poema. Ese poema que hace nada sabía recitar de memoria. Algo sobre cambiar el mar de lado y que eso no cambiaría su amor. ¡No lo recordaba!

Tiró el puñado de cartas que le quedaban directamente a la hoguera y sonrió. Era como si el fuego hubiera consumido los buenos momentos. Ahora solo podía recordar su crueldad, intentaba recordar besos, abrazos… ¡no podía! Era como estar bloqueada, en blanco.

En cambio podía recordar perfectamente otros momentos.

"Hermione, necesito que me des algo de tiempo, no estoy pasando por un buen momento, y necesito aclarar algunos asuntos"

Esa frase tan cobarde, se la escribió ese año, poco antes de las vacaciones de navidad. Ella como una tonta le dijo que por supuesto que le concedía ese tiempo, y que ella podía ayudarle en sus preocupaciones. Le esperaría todo el tiempo que necesitara.

Cuando regresó a casa, hace apenas cuatro días, el primero no pudo verle, y el segundo él la citó en la parte trasera de su casa, cuando sus padres no estaban.

"-Hermione, ante todo quiero ser sincero contigo, no quiero que me sigas esperando. Todo se está complicando demasiado y te mereces conocer a otros chicos.

-Lucke, no me importa esperar el tiempo que necesites. – le aclaró ella.

-pero no quiero que lo hagas, pueden pasar años…

-no me importa – dijo ella convencida.

-bien, basta. No quería llegar a esto, pero no puedo permitir que vivas esperándome cuando no voy a volver contigo porque… yo ya tengo novia. Todo este tiempo la he tenido.

-¿Cómo? – preguntó la castaña incrédula.

-solo has sido una aventura. En ti encontré cosas que ella no me daba, pero siempre ha sido ella… - bajó la mirada – lo siento.

-vete de aquí.

-no quería hacerte daño, pero el tiempo que he estado contigo ha sido maravilloso, yo…

Hermione, incapaz de seguir escuchando sus mentiras, se dio la vuelta, cruzando la calle rumbo a su casa.

No podía creerse todo lo que acababa de escuchar. No podía ser verdad. Tenía que ser una pesadilla de la cual iba a despertar.

Estaba "ella" y luego "la otra", la chica que le veía a escondidas, la que no valía la pena, porque existía "ella" la novia oficial.

Esa misma tarde, habló con sus padres para regresar a hogwarts."

Hermione miró la caja. Solo quedaba en ella un CD que le había mandado con la música que él mismo había compuesto. Lo cogió con furia y lo rompió por la mitad, juntó las dos mitades para romperlo en cuatro trozos, pero el plástico doble era demasiado duro. Frustrada hizo más fuerza, tenía que romperlo, y seguiría rompiéndolo en más trozos hasta sacar toda su ira.

-ah… - soltó las dos mitades del Cd, dejándolos caer a la nieve al tiempo que observaba el corte en la palma de su mano – mierda… - soltó, esta vez a punto de ponerse a llorar porque todo le saliera mal.

Fue al levantar la vista que lo vio, justo en el momento en que él la miraba a ella ¿o llevaría un rato mirándola? Pero lo que importaba es que fue una mirada tan intensa, con un magnetismo tan fuerte, que le parecía imposible desviar sus ojos de su mirada limpia y transparente. Entonces llegó el hormigueo vertiginoso en su estómago, su corazón se aceleró y dejó de sentir el dolor intermitente en su mano por unos segundos. Se miraban el uno al otro y el resto del mundo desapareció de su campo visual, dejó de escuchar los sonidos y solo existían ellos dos mirándose fijamente. Pero debía cortar el contacto visual ya. El momento estaba durando demasiado a lo que debería llamarse "echar un simple vistazo", pero es que le costaba hasta pestañear.

Al fin agacho la mirada de los ojos grises que había estado observando durante… ¿Cuánto? ¿Minutos? Imposible, solo habrían sido unos segundos ¿verdad?

No supo si él continuó mirándola o hizo lo mismo y desvió sus ojos, pero supo que más tarde reviviría esa mirada nítidamente.

Draco Malfoy saltó ágilmente de la gran roca desde donde la había estado observando y, al llegar hasta ella, se sentó despreocupadamente a su lado, cogiendo su mano herida.

-un imbécil en toda regla, si me permites la opinión – dijo mientras echaba nieve helada sobre el corte. La nieve blanca volvía al suelo de un rojo intenso.

Hermione le miró un momento sin comprender, hasta que lo hizo.

-¿acabas de usar legeremancia conmigo?

-no es que opusieras demasiada resistencia, parecías un libro abierto. Ese tío no sabe lo que es ser un caballero.

-por supuesto- dijo apartando la mano herida y sacando su varita para cerrarla. Lo último que necesitaba en ese momento eran las tonterías del rubio – y tu si ¿verdad, Malfoy?

-mira Granger, no seré muchas cosas, haré mal otras tantas, pero soy un caballero de la cabeza a los pies, y sobre todo, sé cómo tratar a una mujer…

-¡ja! – le interrumpió ella – jamás me has tratado bien.

-a una mujer… - retomó la frase con una mirada de advertencia por haberlo interrumpido – en la que estoy interesado – terminó.

Hermione se frotó los ojos con sus dedos pulgar e índice de su mano derecha rezando porque estos no se pusieran rojos ¿Cuántos desplantes más por parte de los hombres sería capaz de soportar? En algún momento pensó que quizá algún día un hombre se interesaría por ella, llegó a pensar que lo tenía cuando estuvo con Lucke, pero ya tenía muy claro que no era una mujer por la que un hombre lo daría todo, ya sabía que no era interesante para ninguno, no necesitaba que se lo dijeran a la cara.

Debería comprar varios gatos más para que le hicieran compañía en la larga vida que le quedaba completamente sola.

-mira… me da exactamente igual – dijo recomponiéndose solo visiblemente – total no voy a dejar que ningún hombre se vuelva a acercar a mí, no voy a fijarme en ninguno nunca más, y sobre todo no pienso enamorarme. No conseguirán nada de mí…

Bien, ya lo sabía todo sobre su noviazgo frustrado y doloroso, se había colado en su mente sin permiso, se iba a reír igual de ella, así que no le importaba soltarle todo aquello, la verdad le daba todo igual.

-acepto el reto – declaró el rubio con una sonrisa ladeada.

-¿Qué reto? – preguntó la castaña tan cansada anímicamente que ni siquiera tenía fuerzas para perder la paciencia.

-el que acabas de proponer. Solo necesito una semana.

-¿una semana para qué? – no entendía que podría estar diciéndole.

-pues para demostrarte lo que es ser tratada por un caballero. Al final de la semana, tendré un beso tuyo. Habré conseguido que te intereses por mí.

-de verdad, Malfoy, por favor te lo pido, estoy agotada emocionalmente, por una vez ten piedad de mi y déjame en paz… - y se lo pedía de verdad, no quería que siguieran riéndose de ella. Al menos, que la dejaran descansar y reponerse del desengaño.

-lo siento, pero has puesto mi caballerosidad en duda y no voy a permitir eso. Ahora tengo el deber de demostrarte la diferencia entre un hombre y un idiota mentiroso. No es justo que paguemos todos por un imbécil.

-pero es que esto no tienen ningún sentido. ¿En qué universo alternativo me he metido? ¿En qué mundo Draco Malfoy querría besarme a mí? – ya lo decía más para sí misma, como si estuviera perdiendo el juicio.

-perdona bonita, pero serás tú la que querrá besarme a mi después de lo que voy a mostrarte. Yo solo calmaré tus ansias. – y sonrió triunfal.

-Malfoy, de verdad… - se levantó y lanzó la caja de madera, ya vacía, a la hoguera – haz lo que quieras, yo me voy a mi cuarto.

Y salió de allí a grandes zancadas, abrazando su abrigo para protegerse del frio.

Draco la observó alejarse unos momentos y después se quedó observando como la cajita de madera de deshacía en cenizas. Cuando se consumió, apagó la hoguera mágica con nieve y regresó a su sala común sin cruzarse con nadie en el desierto castillo navideño.


Bueno, esta es la introducción de la historia. Draco Malfoy está dispuesto a mostrarnos cómo se comporta un caballero.

Sé que muchas vais a decir o pensar que estoy sacando a Malfoy de cannon, pero si lo hago (aunque creo que he mantenido su esencia en todo momento) siempre va a ser por algo justificado. Es decir, si Draco está interesado de alguna forma en Hermione, no es de la noche a la mañana, al parecer lleva un tiempo entrando en su cabeza con legeremancia. Posiblemente la conoce mucho mejor que sus amigos. Y si de pronto quiere reparar el daño que otro le ha hecho y salvaguardar el honor de los pocos hombres de verdad que quedan en el mundo, sus motivos tendrá.

Por cierto, digamos que esta es un poco mi historia. Incluso hay frases reproducidas tal cual en la historia, por eso os quiero pedir que si necesitáis desahogaros de alguna forma, yo estoy aquí para escuchar y compartir, y si tenéis un caballeroso Draco ya a vuestro lado, también me alegrare mucho de oírlo (yo lo tengo, y ahora soy feliz).

Y a las que por suerte nunca han tenido que pasar por algo así, de verdad que me alegro mucho, y aun así, espero que me den su punto de vista.

Muchos besos, y hasta la próxima!