(No more) Fear

-ONE-


La luz de la luna se colaba entre medio de las cortinas y le pegaba justo en sus ojos. Trató de moverse un poco pero el brazo del rubio que dormía a su lado la tenía aprisionada. La abrazaba como quien abraza el premio gordo de la lotería, tenía apoyado su mentón en el hombro de la mujer y respiraba plácidamente. Debía de estar teniendo un muy buen sueño.

Ella se llevó la mano que tenía afirmado su teléfono celular a la frente pensativa. Esto no iba a ser fácil. ¿Por qué tenía que haber perdido su otro vuelo?

Su celular vibró y no pudo esconder su nerviosismo. Miró al hombre que la abrazaba… esperando alguna reacción pero nada. Si no era ahora… no iba a poder.

Con sumo cuidado tomó su brazo y lentamente lo depositó lejos de ella. Se fue deslizando en silencio, casi como ninja por las sabanas hasta salir de la cama. Respiró victoriosa, pero con miedo en sus ojos.

"Abajo" era lo único que decía el mensaje de remitente desconocido.

Tomo su bata de seda y en puntillas salió de la habitación. Avanzó por el largo pasillo hasta dar con las escaleras y justo antes de bajar se quedó muda, al pie de la escalera, mirando lo que parecía ser una casa de ensueño. Había una gran puerta doble de entrada, majestuosa con vitrales de flores adornado su alrededor; el comedor podía recibir a 20 personas si ella quisiera hacer una cena de navidad y el lliving albergaba 2 grandes sillones y un bergere que apuntaban a un televisor que ocupaba la pared completa. En una esquina un estante de piso a techo se llenaba de fotografías y trofeos… pero eso no la alegraba… al contrario le produjo una gran angustia.

Colocó la mano en la baranda para comenzar a bajar y notó que aún su muñeca tenía dejos morados. Apretó el celular contra su pecho y se bajó la manga de la bata para cubrirlo.

Llegó a la puerta de la cocina y antes de abrirla echó un último vistazo sobre el hombro. Ya estaba…

Apagó la alarma de la casa y salió rápidamente a la fresca noche. Se sentía bastante agradable, de hecho hasta hacia un poco de calor…

Comenzó a caminar insegura entre el césped hasta que de pronto una figura apareció frente a ella, le tomó la cara y la colocó contra la pared entre medio de unos arbustos.

-Hola… - sonrió el hombre entregándole una sonrisa. No le dio tiempo de responder a su contraparte y comenzó a besarla. Metió sus manos por su largo cabello y se acercó a su cuerpo lo que más pudo. Abrió su boca e introdujo su lengua fiera que hacia estrangos en la boca de la mujer. El beso fue correspondido en seguida y se besaron como si nunca en su vida fueran a besar nuevamente. Él reclamaba su boca y mordía su labio inferior a medida que algo molestaba en la entrepierna y quería salir. Se separó de ella y besó su frente… sus mejillas… bajó a su cuello, besó el comienzo de su escote haciéndola suspirar - … no sabes cuánto te extrañé… - le dijo con la voz entrecortada y sin más introdujo sus 2 mano bajo su camisa de dormir y tomó su trasero apretándolo y atrayéndolo hacia su erección.

Con lo poco de cordura que aún le quedaba, ella se separó un poco sintiendo que los labios le ardían, hacía semanas que no besaba de esa forma.

-Nos pueden ver… - pero al parecer al otro poco y nada le importó porque volvía a apretarla contra él y se acercó a su boca metiendo su lengua sin pedir permiso. Era increíble pero aunque le costaba una enorme cantidad decirle no, lo volvió a separar de ella – Yamato… nos pueden ver.

Yamato Ishida se separó un poco más y notó que ambos respiraban entrecortadamente. Cansados, parecía que habían corrido 100 metros planos.

-Lo siento, la banda se demoró dos semanas más de lo acordado… y teníamos problemas con los abogados – se excusó pasándose la mano por su alborotado cabello rubio – además perdimos el vuelo por…

-No te estoy pidiendo explicaciones… - la mujer salió de entre los arbustos peinándose su largo cabello marrón claro con las manos – pero al menos deberíamos haber esperado a mañana.

-No podía estar ni un segundo más sin verte – soltó Yamato acercándola de la cintura con su brazo. Bajo un poco la cabeza y con su otra mano le tomó el rostro para acercarla más y poder besarla. Se besaron apasionadamente por largos minutos, el rubio metió una de sus manos bajo el camisón hasta llegar a sus pechos, los apretó y ella no logró callar los gemidos – no me importa que nos vean tus vecinos, Mimi… te voy a hacer el amor aquí mismo – le susurró al oído.

Ella lo miró con deseo… hacía ya un mes que no lo veía. ¡Qué más da! En momentos así las cosas no se piensan lógicamente. Mimi Tachikawa lo atrajo nuevamente a la pared en donde estaban hace unos momentos… era un rincón oscuro donde no llegaba la luz. Se quitó la bata y la dejó caer al césped, Yamato se quitó su camiseta blanca sin pensarlo y se acercó voraz a la boca de la trigueña, sus lenguas de fuego jugaron una eternidad, devorándose, mordiéndose. Mimi le clavó las uñas en la espalda cuando sintió que la mano del rubio bajaba hasta su sexo, éste se metió cuidadosamente por su ropa interior y tras comenzar un vaivén donde rozaba su miembro contra la pierna de la trigueña introdujo uno de sus dedos. La descubrió ya mojada y eso lo excitó aún más.

-Para… por favor… -gimió Mimi con los ojos cerrados. Y eso para él fue señal de introducir un segundo dedo. - …Ya..mato – y ella tuvo que esconder su cabeza contra el hombro de él sino en cualquier momento comenzaba a gemir más fuerte.

El Ishida aprovecho de desabrochar su pantalón con la mano que le quedaba libre. Se bajó sólo un poco los pantalones y sólo un poco la ropa interior para sacar su miembro erecto.

A él no le importaba que estuvieran en el jardín de la casa en donde vivía Mimi, el sólo quería hacerla suya. No le interesaba nada más.

Volvió a besarla ferozmente para después colocarla mirando la pared, tenía cada mano a un costado de su cabeza.

-Estas arrestada… - le dijo al oído con voz seductora provocando que ambos rieran por los bajo. Le subió un poco su camisa de dormir, bajo su ropa interior y después de acomodarse en la entrada, la penetró. Ambos gimieron al instante de placer. Yamato se movió dentro de ella lentamente mientras las tomaba de las caderas… podía ver su hermoso y largo cabello mecerse al mismo ritmo de sus entradas y salidas. Se curvó hacia ella y le acarició los senos jugando con sus pezones sin dejar de moverme. Mimi arañaba la pared con la mirada en el piso, sentía una enorme cantidad de emociones a cada embestida, trataba de no gemir muy fuerte… a pesar de todo, ella si estaba consciente de que estaba en el jardín de su casa.

De pronto, las embestidas comenzaron a hacerse más fuertes y profundas, Yamato la agarraba con más ímpetu de la caderas. Mimi se mordió la lengua para no gritar cuando sintió venir su orgasmo tras minutos de feroz vaivén. El rubio tras ella dejó sus caderas para entrelazar sus manos y así moverse más rápido aún… apretó los dientes, cerró los ojos y se sintió liberar.

Les demoró casi 15 minutos volver a su respiración normal. Mimi seguía contra la pared, pero ahora miraba de frente a Yamato que acariciaba su mejilla con ternura.

-Mañana llamaré alrededor de las 12.00… - dijo al fin el rubio.

-¿Llamarás a la casa, a mi celular o llamarás a Daiki?

-Creo que lo mejor será que llamé a tu casa, no quiero problemas con Michael como la última vez…

Mimi bajó la mirada, no quería que él viese el miedo en sus ojos.

-¿Cómo ha estado, Daiki?

Ella lo miró indecisa. Habían pasado tantas cosas ese mes que no estuvo, cosas que no eran para ser contadas por teléfono.

-No logro controlarlo… esta rebelde. Se parece tanto…

-¿a mí? – terminó la oración riendo.

No pudo evitar no reírse también

-Si… se parece demasiado a ti, no quiero pensar que tenga que ser padre a los 18, 19 en tu caso, como los fuimos nosotros para que madure de una buena vez – Mimi lo miró con los ojos brillando – pero es peor acá en Estados Unidos, es una cultura totalmente distinta. No sé si fue buena idea traerlo a vivir acá…

-No es momento para pensar en eso, yo hablaré con él mañana.

-No creo que saques mucho…

-Vamos es mi hijo, tiene que escucharme

-¿Escuchabas a tus padres cuando tenías 16 años?

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Mimi cerró lentamente la puerta de la cocina y volvió a colocar la alarma de la casa. Miró la hora en su celular y vio que ya eran las 4.57 "Menos mal que mañana es sábado" pensó mientras se servía una vaso con agua, el sexo nocturno la había dejado con mucha sed.

Al cerrar el refrigerador (de donde había sacado agua) dio un fuerte respingo al ver la figura de un chico alto en la entrada de la cocina, era mucho más alto que ella muy rubio de cabello ordenado y profundos ojos azules. Tenía cara somnolienta y de malas pulgas.

-Daiki… me asustaste – Le dijo llevándose las manos al pecho - ¿Qué haces levantado a esta hora?

Pero el muchacho no respondió pasó a su lado, abrió la nevera y sacó una bebida que abrió inmediatamente para beber.

-Sed…- dijo sin más tirando la lata ya vacía en el lavaplatos. Y se devolvió sobre sus talones para salir de la cocina.

-Mañana llega Yamato… - le dijo a su hijo esperando alguna reacción, pero este sólo respondió con un "aja" - Deberías tratar de entablar una mejor relación con él… después de todo no se ven muy seguido.

-Bueno, culpa mía no es de que no nos veamos muy seguido, ¿no mama?

-¿Es mi culpa que cada vez que viene te colocas esos aparatosos audífonos y te cierres? – Desde que Daiki había llegado a la adolescencia se había convertido en un chico frío, de pocos amigos. Mimi lo veía y era la viva imagen de Yamato a su edad, pero peor. – Dai, te hemos tratado de dar lo mejor… las cosas entre tu papá y yo no funcionaron…pero - Mimi iba a seguir respondiendo molesta pero su hijo levantó la mano en señal de que no quería seguir con la conversación.

-Voy a dormir.

Pudo ver sus mechones rubios desaparecer en la obscuridad de su casa.

Mimi se dejó reposar sobre el mueble de cocina cansada. Habían pasado 16 años y aún no sabía cómo hacer las cosas para ser una buena madre para Daiki Ishida. Bueno para empezar tenía que hacer las cosas bien en su vida, acababa de hacer el amor con el padre de su hijo, el cual se había convertido en su amante hace casi 1 año y lo peor… lo peor era otra cosa de la cual nadie tenía ni la menor idea.

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Se miró la muñeca medio morada antes de entrar en su habitación. Quería sólo echarse a dormir hasta que su cuerpo se cansara de estar acostado. Caminó sigilosa para no despertar a Michael, se sacó la bata que la cubría y cuando iba de vuelta a su cama la luz de la mesita de noche de su pareja se prendió.

-¿Dónde estabas? – inquirió de inmediato poniéndose de pie. Mimi retrocedió de inmediato, trató de no mirarlo a los ojos, pero este se acercó rápidamente. – Te hice una pregunta… ¿Dónde estabas? – tomó la cara de la trigueña con una sola mano y de forma violenta la obligó a mirarlo.

-En… en la cocina – logró decir con un dejo de voz.

-3 horas en la cocina…¿Preparabas algo para mañana? -Ella iba a bajar la vista pero le rubio otra vez le levantó la cara.

-Mi..Michael….me duele

-¿Te duele ah?

Mimi iba a afirmar una vez más que sí le dolía cuando sintió una feroz abofetada en la mejilla izquierda que la hizo caer de espaldas golpeándose fuerte contra el piso alfombrado. La trigueña comenzó a llorar en silencio mientras se sujetaba la cara.

-¡¿Ahora te duele?!, ¡puta mentirosa! … ¡crees que no vi a Yamato irse en aquel taxi!

-No es lo que tu pien… - no alcanzó a terminar cuando Michael le daba vuelta el rostro en la otra dirección. De la nariz de Mimi comenzó a correr un hilo de sangre.

-¡¿Crees que soy estúpido?! – Se acercó a la mujer que se trataba de alejar arrastrándose, pero Michael la agarró de sus largos cabellos y la tiró sobre la cama - ¡Eres una puta… me casé con una puta!

-Por favor… Michael, no más… no otra vez – El rubio se sentó en su estómago apretando sus piernas para que no se moviera, los cual no era necesario. Mimi estaba aterrada bajo su cuerpo y lo único que lograba hacer era tiritar. Lloraba en silencio sabiendo que no podía gritar ni mucho menos pedir ayuda.

-Pórtate bien puta infeliz – le dijo al oído – sabes que si no te comportas… tu hijo no va a salir vivo.- De un tirón le sacó la camisa de dormir mientras él se desnudaba en un santiamén. Se acercó y la mordió bajo las costillas tan fuerte que dejó sus dientes marcados. Mimi ahogaba su llanto mirando hacia el ventanal – hey, hey! – llamó su atención golpeándole la cara sin delicadeza. Pero Mimi no lograba mirarlo, esto lo enfureció de sobremanera y volvió a abofetearla - ¡Mirame!

-Sólo hazlo, Michael – Lloró cruzando sus ojos. Ya sabía lo que venía.

-Es que me gusta que me mires cuando hacemos el amor – lo dijo con ternura, pero de un segundo a otro su rostro de tornó oscuro – Lo vamos a hacer hasta que amanezca… mi amor.

Le separó las piernas y la penetró violentamente.


Continuara…


Amo a Mimi y siempre la hago sufrir en los ff … no me entiendo ajajajajaj

Este fic viene cargado de lemmon y violencia… favor tener en cuenta que es ficción ya le habría sacado la mierda a Michael