Al final, como en el principio, Harry Potter le pertenece a JK Rowling. Y esta historia es de White Squirrel.

Notas del autor: Bueno, aquí está, el último capítulo de The Arithmancer. Pero no teman, porque este no es el final de la historia. Lejos de. Hermione tendrá más aventuras con Harry, Ron, Ginny, y sí, incluso George mientras continúa con su quinto año.

Notas de la traductora: Capítulo 1 de la secuela, Lady Arquímedes, ha sido publicado en mi perfil. El capítulo 2 será publicado en dos semanas, junto con la siguiente actualización de El Animago Accidental, y ambos continuarán como hasta el momento, cada dos semanas.

Muchas gracias por todo su apoyo a esta traducción, en especial a todos los que se han tomado la molestia de dejar comentarios, y espero con ansias continuar con ustedes en el siguiente tramo de la historia. ¡Disfruten!


Capítulo 84

El desayuno fue un evento solemne. Todos habían visto el desastre de la noche anterior, incluso si no sabían la historia por completo. Pero Dumbledore se los había contado. Les había dicho como Cedric y Harry habían luchado por sus vidas y pagado un gran precio. También les dijo lo que el Ministerio no quería que dijera: fue Voldemort. Había regresado. Dumbledore habló de fuerza en número y cooperación internacional y eso, pero Hermione estaba preocupada de que la terquedad de aceptar que el señor oscuro pudiera regresar afectaría su argumento.

Fue con pesadez en su corazón que Hermione empacó sus cosas para ir a casa en el expreso de Hogwarts como había sido acordado, no porque estaría a salvo en Francia durante el siguiente año o tres, pero porque sus amigos no lo estarían, y porque probablemente no visitaría Hogwarts de nuevo. Sin embargo, antes de irse, Fred y George se acercaron a Harry después del desayuno y pidieron prestado el mapa del merodeador, recordándole que aún había un asunto sin resolver...

Excepto que parecía que Ludo Bagman ya no estaba en los terrenos. El trío había querido hablar con él después de la tercera prueba y confrontarlo sobre el dinero que les debía, pero no lo pudieron encontrar en el mapa.

–Esto sería mucho más fácil si pudiera señalar un nombre –dijo Fred mientras buscaba entre las páginas.

–Estoy trabajando en eso –dijo Hermione, para su sorpresa–. No me sorprende que saliera huyendo, si soy honesta. ¡Esperen, miren aquí!

–¿Lo encontraste?

Señaló a la cubierta del mapa, donde los nombres de Bill Weasley y Filius Flitwick aparecieron, junto a algunos nombres que parecían de duendes, como Gornuk.

–No, pero miren, el equipo de construcción aún está en el campo de quidditch. Y Bill. Quizás lo vieron. –George sacudió los hombros.

–Vale la pena tratar.

En el campo de quidditch, un equipo de magos y duendes estaban desarmando el laberinto y las partes movibles. Bill estaba ahí, junto a otros, y para Hermione, parecía que estaba desarmando los hechizos que lo hacían doblarse en cuatro dimensiones con gran control. También notó que Fleur estaba ahí, observando el trabajo… con una mirada particular en Bill. Interesante.

–¡Ey, Bill! ¿Qué tal? –lo llamaron los gemelos. Bill se dio la vuelta y los saludó.

–¿Fred, George, Hermione? ¿Qué están haciendo aquí? ¿No tienen que tomar el tren?

–Tenemos tiempo, Bill –le aseguró Hermione.

–Nos preguntábamos...

–...si sabías lo que pasó con Bagman –dijeron los gemelos.

–Parece que se fue muy rápido.

–Necesitábamos hablar con él anoche.

–¿Bagman? –dijo Bill–. No, nadie lo ha visto desde que llevaron a Cedric a San Mungo. Los duendes también están bastante molestos al respecto.

–Oh, ¿por qué? –preguntó Hermione con inocencia. Sintió a Fred y George darle un codazo, como si intentaran callarla, pero antes de poder irse, un trío de duendes se acercó a ellos, como si hubieran aparecido de la nada. Solo tenían cuatro pies de altura, pero lucían serios y listos, y llevaban largas navajas, y a Hermione no le llamaba la atención una confrontación con ellos. Vio a Bill observando cuidadosamente en caso de problemas.

–¿Qué asunto tienen con Ludovic Bagman, magos? –preguntó el duende líder en tono acusatorio.

Fred y George lucían incluso más opuestos a una confrontación que como Hermione se sentía, pero ella contestó.

–Erm, nos debe dinero, Sr...

–Puedes llamarme Gornuk. Ellos son mis socios, Bogrod y Nagnok. ¿Cómo es que Bagman terminó en su deuda? –George finalmente tuvo el coraje de responder.

–Hicimos apuestas con él en la Copa Mundial de Quidditch.

–Gracias a la habilidad para la aritmancia de Hermione, ganamos bastante –agregó Fred.

–Pero nunca nos pagó –dijo George.

–Bueno, nos pagó, pero fue con oro leprechaun.

–Y no ha querido hablar con nosotros desde entonces. –Los duendes gruñeron brevemente.

–Una historia muy familiar –dijo Gornuk–. Muy familiar. –Hermione, George, y Fred no tuvieron el valor de preguntar de porque era familiar, pero Gornuk respondió de todos modos–. Puede que les interese saber que Ludovic Bagman pidió prestado de nosotros quinientos galeones para correr ese libro suyo durante la Copa Mundial de Quidditch, con la promesa de pagarnos después de que, y lo cito, "amase en galeones".

Hermione gruñó, y Gornuk elevó una ceja en su dirección.

–Bagman es un idiota –dijo ella–. Pude ver con solo una mirada que ese libro no era bueno. Calculó mal todas las probabilidades. ¿Cuánto perdió?

Uno de los otros duendes, Bogrod, produjo un pequeño libro de contabilidad.

–No nos molestamos en preguntar, pero cuando lo confrontamos esa noche, solo tenía ciento ochenta y seis galeones, siete sickles, y dieciocho knuts, los cuales confiscamos al instante. Debido a sus conocidos hábitos para las apuestas, no tenía mucho oro en su bóveda, pero también lo confiscamos, obteniendo treintaiún galeones, quince sickles.

Hermione se sorprendió de que pudieran tomar su dinero de ese modo. Pero entonces, las apuestas eran en efectivo y probablemente ilegales, así que tenía sentido.

–Lo cual aún lo deja con una deuda con ustedes de doscientos ochenta y un galeones, once sickles, y once knuts –calculó–. Entonces está la deuda combinada a nosotros de cuatrocientos sesenta galeones, tres sickles, y veintisiete knuts, si la mantenemos, además de todo lo demás que perdió, así que podría estar endeudado cerca de los mil galeones.

Los duendes la observaron con sorpresa.

–La habilidad para la aritmancia de Hermione –dijo George con una sonrisa.

–Mmm. Bastante –respondió Gornuk–. Entonces, para pagar sus deudas, Bagman procedió a apostarnos cien galeones, diez a uno, que Harry Potter ganaría el Torneo de los Tres Magos.

–Pero Harry ganó el torneo –dijo Hermione, ignorando el obvio problema ético de que fuera un juez. Gornuk gruñó de nuevo.

–Harry Potter empató con Cedric Diggory, bruja. Esa no es una victoria justa para nosotros. Bagman se hundió aún más, y no tiene ni dos galeones, así que no verán su dinero pronto.

–De acuerdo, lo entendemos –dijo George diplomáticamente. Comenzó a llevarse a Hermione, pero no fue lo suficiente rápido.

–¿No tienen leyes de bancarrota en el mundo mágico? –preguntó.

Los gemelos le dieron un codazo de nuevo, y Bill frunció el ceño, pero ella esperó a escuchar la respuesta de Gornuk.

–¿Quieres decir tomar por fuerza bienes del deudor y venderlos para pagar una porción de sus deudas? Por supuesto. Sin embargo, la bancarrota debe de ser ordenada en corte, y la única corte mágica en Gran Bretaña es el Wizengamot, la cual nunca dejaría que un duende demandara a un mago. –Entonces, el duende mostró una expresión avariciosa–. Aunque un mago podría...

En ese punto, Bill intervino. Carraspeó su garganta.

–Eso requeriría de un abogado, lo cual cuesta dinero.

El trío de inmediato estuvo menos interesado en esa idea. Sin embargo, el duende que no había hablado hizo una sugerencia.

–¿Quizás podamos llegar a algún tipo de acuerdo para cubrir el costo, ya que estamos en el mismo equipo después de todo?

–¿Y estar en riesgo si pierden el caso? –dijo Bill–. Buen intento, Nagnok. Lo siento, chicos, no creo que haya algo que puedan hacer por el momento.

–Oh, bueno, gracias, Bill –respondió Fred.

–Sí, gracias –dijo Hermione. Entonces, se dirigió a los duendes–. Lamento que no pudiéramos llegar a un acuerdo, señores. ¿Hay alguna manera de ponerme en contacto si nuestra situación cambia? –Dudaba que sus padres pagarían por un abogado, pero era bueno mantener sus opciones abiertas. Gornuk la miró con sospecha.

–Sabes dónde encontrarnos, bruja. –Gringotts. Cierto.

–Por supuesto –dijo ella–. Oh, y quizás les interese saber que el tiempo que pase Ludo Bagman huyendo será menos agradable de lo que piensan.

–¿En verdad? ¿Por qué lo dices?

–Bueno, cuando vi este… –Tenía que tener cuidado de cómo decirlo a los constructores–... impresionante laberinto, me recordó de literatura muggle con temas similares. Hay un autor que tomó una visión mucho más oscura. Muy oscura. Muy escalofriante. Y con eso en mente, antes de la tercera prueba, pedí a mi elfo, Dobby, que colocara cierto libro en la bolsa de viaje de Bagman.


En algún lugar en Inglaterra

Ludo Bagman suspiró mientras se sentaba en su tienda mágica. Un año o dos viviendo en el bosque de ese modo, robando tiendas muggles por comida, quizás obteniendo un empleo muggle, ahorrando algo de dinero, y quizás podría mostrar su rostro en el mundo mágico de nuevo. Abrió su bolsa de viaje para sacar algo, y un libro cayó.

Que extraño, pensó. No recordaba haber comprado ese libro. Era un grueso tomo impreso en papel muggle… impreso de manera profesional. El título leía, Las obras completas de H. P. Lovecraft. Pero debajo, en un subtítulo escrito, luciendo para todos como si hubiera sido impreso de ese modo: Testimonios verídicos de lo paranormal.

–No sabía que a los muggles les interesara lo paranormal –se dijo Bagman a sí mismo–. Oh, bueno, por lo menos tengo algo que leer aquí. –Se recostó en el colchón y abrió el libro.


Fred, George, y Bill se rieron, e incluso los duendes dejaron salir una risa gutural una vez Hermione se explicó.

–Muy inteligente, Hermione Granger –dijo Gornuk–. Para una bruja. Buen día.

Fred y George aún estaban riéndose mientras caminaban de regreso a los carruajes.

–Lamento que no pudieran recuperar su dinero –dijo Hermione–. Ese era su capital base para su tienda.

–Bueno, no es tan malo –dijo George–. Hemos recuperado la mitad de lo que perdimos en ventas durante el último año, y deberíamos poder incrementar la producción el próximo año. Haremos que funcione.

–Además, esa fue una broma brillante, Hermione –dijo Fred.

–Sí, normalmente nos gusta que sea explosivo, pero apreciamos una broma sutil, aunque poderosa –agregó George.

–¿No sería genial si un libro fuera todo lo que se necesitara para que Bagman regresara aterrorizado?

–Algo improbable, pero aun así...

–Bueno, algo de influencia ayuda –dijo Hermione–. Dos moi pa sto, kai… bueno, saben el resto.


El clima era fastidiosamente soleado y agradable en el tren de regreso a Londres. Hermione, Harry, Ron, y Ginny encontraron un compartimiento para ellos solos. Ginny recargó su cabeza en el hombre de Harry, con lo que Harry parecía contento, aunque lucía menos complacido con lo ocurrido en el castillo.

–¿Vieron que Snape no estaba en la mañana? –dijo.

–Sí, lo noté –dijo Hermione.

–¿Crees que estaba planeando algo? –dijo Ron.

–Por cómo estaba hablando Dumbledore anoche, me parece que iba a regresar a Voldemort.

–¡No digas su nombre! –siseó Ron–. ¡Especialmente ahora que regresó!

–Vamos, Ron, solo es un nombre. Dumbledore lo dijo muchas veces anoche –exclamó Hermione–. Crees que va a espiar de nuevo, Harry.

–Es a lo que sonaba. En el pensador, Dumbledore dijo que Snape se volvió espía a "gran riesgo personal", pero no dijo porque.

–¿No crees que esté realmente de nuestro lado? –preguntó Ginny.

–No lo sé.

–Pues, Snape es tal bravucón que podría ser malvado –dijo Ron.

–Pero Dumbledore confía en él, ¿no? –respondió Ginny.

–Sí, pero aun no entiendo porque. Snape me odia. Odia a mi familia. Siempre favorece a los Slytherin, y es mejor amigo de los Malfoy. Ciertamente no actúa como si estuviera del lado de Dumbledore.

–Quizás es parte de su cubierta –dijo Hermione–. Necesita hablar como un sangre pura supremacista para regresar con los mortífagos.

–Tal vez...

Después del discurso de Dumbledore, e irse de la escuela, Harry se sintió mucho más libre que antes, y pudo contar a sus amigos los detalles de lo ocurrido esa noche. El hecho de saber que Cedric viviría ayudaba, a pesar de sus terribles heridas. Sus amigos estaban sorprendidos, por supuesto, pero Hermione estaba orgullosa de como Cedric y Harry habían sobrevivido con unos cuantos hechizos bien elegidos… en su mayoría suyos. Sin embargo, estaba preocupada porque Voldemort tomó la sangre de Harry. No sabía mucho sobre rituales oscuros, pero sabía que era una mala noticia.

–Ahora, solo estoy esperando por el siguiente problema –dijo Harry cuando terminó.

–¿Quieres decir que Voldemort vaya tras de ti? –dijo Hermione preocupada.

–Bueno, eso, pero también por el artículo de Rita Skeeter sobre la tercera prueba. –Hermione sonrió.

–Oh, Rita Skeeter no escribirá sobre la tercera prueba. De hecho, no va a escribir nada por un tiempo.

–¿Cómo lo sabes? –dijo Ron. Ella sacó un frasco de mermelada de su bolsillo.

–Porque le será muy difícil escribir algo desde el interior de un frasco.

Harry, Ron, y Ginny la observaron con sorpresa.

–¡Estás bromeando! –exclamó Ron–. No hay manera...

–No. La atrapé en el marco de la ventana en la enfermería anoche. Coloqué un encantamiento inquebrantable en el frasco para que no pueda transformarse. Si miran de cerca, notarán que sus antenas están rizadas como su cabello, y tiene marcas brillantes que parecen sus lentes. –Harry estaba boquiabierto.

–Vi a un escarabajo cerca de Hagrid y Madame Maxime durante el baile de Navidad.

–Exacto –dijo Hermione–. Probablemente el mismo escarabajo que George quitó de mi cabello esa noche. Y el mismo que estaba sobre mí en la segunda prueba. Y no me sorprendería si tuvo asiento de primera fila para esa visión que tuviste en clase de Aritmancia. No me sorprendería si Malfoy sabía que estaba ahí.

–Muy lista, Granger.

La puerta del compartimiento se había abierto, y Malfoy, Crabbe, y Goyle entraron, luciendo más arrogantes de lo que nunca los había visto.

–Hablando del rey de Roma –dijo Hermione.

–Así que atrapaste a una reportera –dijo Malfoy–. Bien por ti. ¿Y Dumbledore está de tu lado, Potter? Buena suerte con tener a alguien más.

–Lárgate –dijo Harry. Malfoy, Crabbe, y Goyle lo miraron con malicia.

–Saben, es una lástima lo que pasó a Diggory –dijo Malfoy–. Perdió su varita y su brazo. Es difícil caer más bajo que eso. Imaginen ser un sangre pura un día y un squib al siguiente. Pero eso es lo que se merece por actuar como un santo.

–Dije que se larguen –repitió Harry. Los cuatro estaban furiosos y se aferraron a sus varitas.

–¡Solo quería decirte que elegiste el lado incorrecto, Potter! Te lo advertí. Te dije desde el primer día que no deberías juntarte con basura y plagas como estas.

–Malfoy, te lo advierto –lo interrumpió Hermione, su voz fría–. He aprendido bastante el último año. Vete ahora, o haré que te arrepientas.

–¡Cállate, sangre sucia! Serás la primera en caer. Bueno, segunda si cuentas a Diggory...

¡Terebradent!

Malfoy había comenzado a sacar su varita, pero la soltó y de inmediato llevó sus manos a su boca, gimiendo por el dolor. Un momento después, hubo un fuerte ruido cuando Crabbe y Goyle sacaron sus varitas y fueron detenidos por maleficios de todas direcciones. Los dos bravucones estaban inconscientes, pero Malfoy aún estaba gimiendo mientras intentaba tomar su varita.

–¿Problemas? –Fred y George metieron sus cabezas al compartimiento.

Auu, ¿qué demonios hiciste? –dijo Malfoy entre dientes.

–Solo lo que mis padres muggle hacen todos los días. Y oh, mira, ni siquiera fue con mi mano prominente –dijo Hermione sonriendo, sosteniendo su varita hecha a mano con su mano izquierda. Cambiando su voz a una más profunda, agregó–, nunca te metas con una hija de dentistas.

¡Auu! ¡Pagarás por esto, sangre sucia! ¡Au! ¡Aau! –En la minoría y aún adolorido, Malfoy huyó, dejando a sus secuaces atrás. Fred y George de inmediato los jalaron fuera del compartimiento.

–Vaya, ¿qué le hiciste? –preguntó Fred.

–Llené sus dientes de agujeros con un taladro –dijo ella. Todos los Weasley hicieron una mueca y de inmediato llevaron sus manos a sus bocas–. Duele bastante, pero es fácil de solucionar una vez llegue a casa.

–Vaya, Hermione, no sabía que lo tenías en ti –dijo Ginny.

–Hija de dentistas –le recordó ella–. Causar dolor en las bocas de las personas está en mi sangre. Era hora de aceptarlo.

–Tan escalofriante como siempre, ¿no lo crees, George? –dijo Fred. George solo le dio un golpe en el brazo.

–¿Te molesta si hablamos en privado Hermione? –dijo. Lo hizo ambiguo sobre si se refería solo a él o a ambos gemelos, pero Hermione se puso de pie y los siguió.

Resultó que George había querido decir solo ellos dos. La llevó a un compartimiento que estaba misteriosamente vacío. Claro, tenían muchas maneras de lograrlo.

–¿Fred se fue? –preguntó.

–Probablemente hablando con Angelina. Esos dos no tienen vergüenza últimamente –dijo él.

Oh.

–Sólo quería decir, pienso que todo lo que hiciste este año fue increíble. Quiero decir, solo esa explosión en la primera prueba hubiera sido suficiente. No es justo que Harry tomó toda la atención.

–Estoy segura de que Harry estaría de acuerdo contigo. Aunque recibí mi parte de la atención.

–Bueno, eres difícil de ignorar, oh Gran Aritmaga –dijo George con una sonrisa–. Si te dan un punto de apoyo, ¡moverás al mundo! –Hermione se rio.

–Sólo llámame Lady Arquímedes –dijo ella–... O cual sea el equivalente femenino. Tendré que buscarlo. –Él se rio de regreso.

–Cerebro y belleza… –continuó. Hermione rodó los ojos.

–George, puedes saltarte el coqueteo.

–Eh… –pareció perder el hilo al ser detenido de ese modo–. De acuerdo... supongo que quería decirte que aún me gustas… quiero decir, puedes disfrutar de una buena broma e incluso hacerla de vez en cuando, ¿y cuántas chicas pueden decir lo mismo?

–Hay algunas. Alicia puede.

–Alicia no es mi tipo. Puede hacer bromas, claro, pero no le es natural.

–Tampoco es natural para mí.

George se rio con tanta fuerza que lágrimas aparecieron en sus ojos.

–Sí, claro que no –exclamó entre respiros.

Hermione se sorprendió. No era una bromista natural. En la primaria, había sido una santita, y no estaba avergonzada de admitirlo. Nunca fue buena para el día de los inocentes, y nunca había hecho una broma hasta… hasta dos meses después de comenzar su primer año en Hogwarts, cuando había enviado a los gemelos al mundo de las pesadillas sobre la gran torre. Y nunca había mirado atrás.

–Bueno, quizás es natural para mí –admitió.

–¿Qué, no lo sabías? Vamos, aguantas a Fred y a mi… lo suficiente para pasar tiempo con nosotros y unirte a causar a algunos problemas. Lo suficiente para ir a un baile conmigo. En serio, ¿cuántas otras chicas en verdad me aguantarían?

Quizás fue una pregunta retórica, pero Hermione lo pensó de todos modos. Una vez se removían a las Slytherin, chicas que no podrían aguantarlo, como Hannah Abbott, y el gran número de chicas como Lavender, quienes ni lo intentarían, o por lo menos no sin otras intenciones… la lista era bastante corta.

–No muchas, supongo –dijo ella–. Quizás Susan Bones en mi año. No conozco mucho a las de otros años. –George sacudió los hombres.

–Tal vez. No quiero meterme en donde no debo si hay alguien más en Beauxbatons que no mencionaras...

–No, no lo hay. Estoy bastante libre. Entiendo por lo que estás pasando. En vedad. El número de chicos que, primero, pueden mantener una conversación inteligente conmigo, y segundo, no se asustan cuando provoco una explosión de termita y quemo mis cejas...

–¿Quemaste tus cejas? –exclamó George con entusiasmo.

–Sí. Ni siquiera me metí en problemas. Muchos. Te lo contaré cuando Fred regrese. Pero bueno, son muy pocos. Tú y Fred están en la corta lista de chicos que pueden mantenerme el paso. Bueno, excepto Harry y Ron, ¿pero puedes imaginarme con alguno de ellos? –Él se rio de nuevo.

–De ningún modo. Con Harry, terminarías en un duelo a muerte contra Ginny, y con Ron, terminarías dándole un puñetazo.

–Algo así. –Tomó un gran respiro–. Mira, aún me gustas también, George.

–¿Oh?

–¡Ah! –Soltó un chillido cuando él deslizó un brazo alrededor de su cintura, y ella se sostuvo de su hombro–. ¿En verdad es esto necesario? –dijo ella sin aliento.

–Hermione, quizás eres brillante, pero aún tienes mucho que aprender.

–¿Cómo qué?

–Como, cuando fue la última vez que hiciste algo impulsivo.

Esa era una invitación obvia, y descrita como un desafío, el cual tomó antes de poder cuestionarlo. Se puso de puntas y lo besó.

–¿Así? –dijo ella.

–Algo así. –George se inclinó hacia ella, pero ella lo detuvo con su mano.

–George, espera.

–¿Qué? –dijo él, sonando decepcionado.

–Podemos… Mira, quizás fue muy venturoso de mi parte. Una cosa es besarnos… aquí… en el tren. Es casi como estar bajo muérdago. Pero aún no quiero involucrarme más que eso.

–¿Por qué no?

–Porque aún tenemos el mismo problema que antes –soltó ella–. Y no quiero que las cosas sean más incómodas entre nosotros. Si estuviéramos en la misma escuela… incluso si pudiéramos estar en el mismo país, sería diferente, pero no podemos.

Si fuera Fred, quizás hubiera sido lo suficiente loco para sugerir salirse de la escuela y seguirla a Francia, pero George era lo suficiente inteligente para no ser tan impulsivo y, más importante, saber que sugerirlo a Hermione probablemente terminaría con sus dientes llenos de agujeros como los de Malfoy.

–No estoy intentando alejarte, George –dijo Hermione–. Pero no quiero darte esperanzas tampoco. Me gustas demasiado para… No, eso no es lo que quiero decir. –Se detuvo y pensó por un minuto. ¿Qué quería decir? ¿Qué quería?–. Mira, no soy buena para esto del romance. Solo tengo quince años, y no estoy lista para comprometerme a algo cuando apenas y nos veremos por tres años… y ahora, con Voldemort de regreso, las cosas son aún más inciertas. Pero que no quiero comenzar ahora y que sea un simple veraneo. Me gustas lo suficiente y te respeto lo suficiente que si estuviéramos juntos de algún modo, debería ser… bueno, no debería ser definido por una fecha arbitraria en un calendario.

–Vaya, lo siento, Hermione. No quería hacer que te sintieras incómoda...

–No, está bien, George. La tentación también está ahí para mí, y ese es precisamente el problema. Creo que si ambos aún estamos solteros cuando me gradúe, podemos intentarlo, pero hasta entonces, deberíamos continuar como amigos y no evitar que el otro busque o encuentre algo mejor.

George tomó un gran respiro, sin saber si disculparse de nuevo o aceptarlo y seguir adelante. Decidió lo segundo.

–De acuerdo, tal vez me dejé llevar –admitió–. Amigos por el momento –dijo, ofreciendo su mano. Hermione estrechó el momento.

–Por el momento –dijo ella, intentando ignorar el tono ominoso de las palabras.

–Bien. Vamos. Necesitas contar a Fred y a mi sobre tus peligrosos experimentos.


Hermione caminó lentamente por la plataforma en King's Cross, no tan entusiasmada como en otros años. Estaba preocupada por los eventos de las últimas treinta y seis horas, y en alerta por lo que los días podrían traer.

Sus padres notaron su humor al instante cuando la encontraron.

–Hermione, ¿hay algún problema? –preguntó Emma–. No hay ningún maestro aquí para explicar las cosas, así que eso debería ser una buena señal.

–Bueno, logré no estar a punto de morir este año, así que eso es bueno –dijo ella–. Pero las noticias no son tan buenas. Tengo algo que decirles, pero hay algo que necesito hacer primero.

–Hermione, ¿qué pasa? –presionó su mamá–. ¿Estás en peligro?

–No en este momento. Y no en Beauxbatons. Pero aún es muy malo… ¿Recuerdan al mago malvado que mató a los padres de Harry?

–Sí.

–Ha regresado.

–¡Oh no! –dijo su papá. Los ojos de Hermione comenzaron a llenarse de lágrimas.

–Secuestró a Harry y a Cedric en la tercera prueba ayer. Ambos sobrevivieron, pero le costó un brazo y una pierna a Cedric, literalmente.

–¡Dios mio! –dijo Emma.

–Lo sé. Y el Ministerio… ¡uj! Se los contaré después. Hay algo más que tengo que solucionar primero.

Manejaron al Caldero Chorreante, donde Hermione se acercó a Tom para pedir un cuarto privado. Una vez dentro, sacó el frasco de mermelada de su bolso y lo sostuvo contra la luz.

–¿Qué es eso? –preguntó Dan. Hermione les sonrió.

Esto… –Sacudió el frasco un poco–... es la columnista de chismes más famosa en el mundo mágico de Gran Bretaña. –Emma soltó un grito ahogado.

–¡Hermione Jean Granger, no!

–No la convertí en un escarabajo. Sólo la capturé. Ella lo hizo a sí misma, ilegalmente, si puedo agregar.

–¿Qué?

–Es quien escribió ese terrible artículo sobre mí en enero. Y se metió con algunos de mis amigos también. Pensé que era hora de darle lo que se merecía. –Con eso, destapó el frasco y lo sacudió, mientras sostenía su varita hecha a mano con su otra mano–. Sal, Rita. Es hora de que hablemos.

De inmediato, el escarabajo creció y se transformó en una bruja desarreglada en túnica verde, rizos elaborados, y lentes decorados, quien lanzó una mirada asesina a Hermione. Hermione no se inmutó.

–Mamá, papá, ella es Rita Skeeter. Rita, ellos son mis padres. Daniel y Emma Granger… los dentistas.

Eso no intimidó a Rita Skeeter, aun cuando debió hacerlo.

–No puedes usar magia fuera de la escuela –señaló.

¡Expelliarmus!

La varita de Rita voló a la mano de Hermione.

–No pueden distinguir quien lo hizo en el Caldero Chorreante –le dijo Hermione, dejando de lado que esa varita en particular sería registrada como magia accidental y no sería notada.

–¡Hermione, no puedes secuestrar a una reportera! –dijo Dan. Intentó tomar su varita, pero ella lo detuvo lo suficiente para explicar.

–No la secuestré. Hice un arresto ciudadano.

–¿Arresto ciudadano? ¡Ja! –dijo Rita.

–Rita aquí, es un animago… puede convertirse en animal. Y no está registrada con el Ministerio. Eso es ilegal. También usó su habilidad para espiar a las personas. Eso la hará recibir una condena en prisión. ¿Recuerdan cómo les dije que es Azkaban, la prisión de los magos?

–¿Azkaban? ¿Con esos horribles dementores? –preguntó Emma.

–La misma. Lugar terrible. Y saben cómo me siento sobre los dementores. Terriblemente inhumano bajo estándares muggles… por lo menos después de la época de Dickens. Probablemente tendría que pasar por lo menos un año ahí si se enteraran de que es un animago.

–¡Ja! ¿Crees que puedes meterte conmigo, niñita? –dijo Rita–. Destruiré tu reputación más rápido de lo que puedas decir "tocada de la cabeza".

–¡Oye, no hables así de nuestra hija! –dijo Dan, pero Hermione elevó una mano para detenerlo.

–Está bien, papá –dijo ella–. Anticipé que dirías algo así, Rita, así que yo no voy a publicar la historia… Sacó de su bolso un pedazo de pergamino y la larga pluma verde que había encontrado en la sala de los menesteres el año pasado y los colocó sobre la mesa–. lo harás. –Rita se rio de nuevo.

–¿Te crees muy lista? Incluso con una vuela pluma, nunca podrías imitar mi estilo. –Hermione frunció el ceño.

–Escribe basura sensacionalista. ¿Qué tan complicado puede ser?

–No sabes nada, verdad, ¿señorita Granger? Hay cientos de estilos diferentes de "basura sensacionalista". Una vuela pluma debe ser calibrada al estilo del usuario con uso extensivo y práctica. Después de un tiempo tomará notas de manera automática en tu estilo personal en lugar de ser exacta, como una pluma de dictado.

–Espera, eso es para lo que las plumas están diseñadas… ¿Quieres decir que todo ese sensacionalismo no viene de la pluma? Viene de ti.

–Pero por supuesto, señorita gruñona. ¿Por qué querría alguien una pluma que automáticamente tomara notas falsas y sensacionalistas? Eso nunca vendería.

Hermione pronto se sintió atrapada, y Dan y Emma comenzaron a preocuparse. Esta mujer obviamente era una profesional brillante, y lo último que querían era que fuera tras su hija.

–Mira, te lo mostraré. Mi pluma incluso escribe con mi letra. –Rita sacó un cuaderno pequeño y otra pluma de color verde ácido de su túnica–. Mi nombre es Rita Skeeter, y te aplastaré como un insecto. Listo. Lee y llora.

Lanzó el cuaderno a Hermione, y ella lo atrapó. Decía, Brillante corresponsal especial Rita Skeeter destroza los secretos y mentiras creados sobre la bruja hija de muggles Hermione Granger con su audacia característica y excelente investigación...

–Señorita Skeeter, quisiera disculparme por nuestra hija –habló Emma–. Puede ser muy testaruda, y a veces llega muy lejos...

–Mamá, espera –la interrumpió Hermione.

–Hermione, estoy intentando...

–Espera, mamá, por favor. Conozco este tipo de letra.

–¿Qué?

–Rita, ¿alguna vez perdiste una vuela pluma en Hogwarts? –Rita se puso seria de nuevo, y Hermione sonrió–. La encontré. Ejem, ¿pluma? –Su propia vuela pluma tomó vida en el pergamino–. Mi nombre es Rita Skeeter, y soy una persona muy mala. –La pluma escribió, y ella tomó el pergamino y lo mostró a Rita, aun manteniendo su varita en ella–. Lee y llora, Rita.

Queridos lectores, he creado una exagerada reputación con mi pluma audaz y salvaje, pero el peso de mis propias indiscreciones es inaguantable en mi alma, y debo decir la verdad.

Era el mismo tipo de letra.

–¿Qué quieres? –dijo Rita, sorprendiendo a Dan y Emma.

–No publiques nada por un año, comenzando ahora.

–Estás bromeando.

–Hermione, eso es chantaje –la regañó Dan.

–Papá, si la dejo ir, cometerá más difames. Si la envío a prisión, sería una violación de derechos humanos. Estoy esperando que pueda aprender nuevos hábitos, y terminará mejor para todos los involucrados. No es agradable, pero he pensado sobre el riesgo. Primero, le costaría bastante más exponerme a mí que a mí me costaría exponerla a ella. Además, las leyes sobre chantaje son bastante borrosas en el mundo mágico… como las leyes sobre difamación, de hecho. Lo revisé. Bajo los estándares del mundo mágico, no estoy, estrictamente hablando, recibiendo algo de este trato, así que no estoy segura de que cuente.

–¿Violación de derechos humanos? –murmuró Rita, sin reconocer el término.

–Eso no lo hace bien –dijo Dan.

–Dan –dijo Emma con voz suave–. Quizás deberíamos dejarla.

–¿Qué?

–Bueno, no queremos que esta mujer ataque a Hermione de nuevo –razonó ella–. Y también sabemos lo horrible que es esa prisión. No se si haría esto normalmente, pero demonios chupa almas son peores que lo que está pasando. No es una solución ideal, pero quizás sea la mejor para todos.

–Pero eso… –Se cayó bajo la mirada de su esposa–. Hermione, ¿estás segura de que no te puedes meter en problemas por esto? –intentó. Ella negó con la cabeza.

–En el peor caso, una multa moderada, y eso es si somos generosos con la ley. Y si Rita acepta mi trato, nunca tendremos ese problema.

–Bueno, entonces –dijo Emma–, creo que, considerando el estado del sistema judicial mágico, esta es la mejor manera de proceder.

–Eso supongo –dijo Dan.

–Gracias –dijo Hermione–. Entonces, ¿qué harás, Rita?

Rita Skeeter estaba sorprendida y algo confundida. Estas personas… muggles… estaban considerando que enviarla a Azkaban era peor que secuestrarla y chantajearla… lo cual lo era, en su opinión, pero sin siquiera cuestionarlo… Bueno, si la mantenía fuera de prisión, no se iba a quejar.

–De acuerdo, señorita Granger, no me gusta, pero es un trato. No publicaré nada por un año.

–Gracias, Rita. Me alegra que llegáramos a un acuerdo –dijo Hermione–. Aquí está tu varita de regreso. Y no intentes nada. Has visto lo que mis hechizos pueden hacer, pero te aseguro que no has visto lo peor. Puedes irte. –Abrió la ventana.

Rita asintió bruscamente, se transformó, y voló afuera tan rápido como sus alas se lo permitieron.

–Bien. Ahora eso está resuelto –dijo Hermione.

–Sí… –dijo Dan–. Ahora, creo que necesitas decirnos sobre las cosas terribles que pasaron en Hogwarts este año.

–Está bien, papá. Será mejor que pidamos algo de cenar, y probablemente quieran algo de tomar también. Es una larga historia.


Notas del autor: Terebradent: estilizado del latín para "taladrar dientes".