MISTAKE

Lore-chan


CAPITULO 1: EL ERROR


-Taichi Yagami-

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Me pillaron con las manos en la masa. Literalmente.

Tenía mis manos sobre las redondas masas desnudas copa D de mi secretaria, estábamos sobre mi desarmado escritorio, el laptop colgaba del lado derecho y en cualquier momento iba a caer, a caer como ya habían caído unos papeles, los lápices… así como también mi fuerza de voluntad y el respeto y fidelidad que le tenía a mi novia.

Sería un mentiroso si les dijera que no sé cómo una cosa llevó a la otra. Algo dentro de mí me decía que en cualquier momento iba a caer sino despedía a esa rubia de ojos azules que desde el día uno me coqueteó. Primero lo hizo sutilmente, solo miradas y correcta eficiencia y eficacia en todo lo que le pedía y con el pasar de los meses ya era toda una obviedad. Sus faldas eran pasaron de ser sensuales a ilegales, cada vez que iba a mi oficina siempre aparecía con dos botones de su blusas sin abotonar y era difícil hacerse el tonto ante su abultada delantera y yo que sé de football, sé que la delantera es tan importante como la defensa… y ella de ambas era privilegiada.

Lo peor de todo era que mi novia de había dado cuenta. Cada vez que me venía a buscar para que almorzáramos juntos o simplemente para recogerme e irnos a casa, me comentaba que no le gustaba la forma en la que esa chica me miraba.

Yo le restaba importancia y la llevaba a cenar al mejor restaurante de Tokio o le entregaba una noche de pasión y lujuria digna de película triple X. Me sentía una mierda de persona cada vez que me quedaba mirándole los senos a la rubia más del tiempo que debería y me sentía un hijo de puta al ladear mi cabeza y ver como se meneaba su trasero de lado a lado mientras caminaba saliendo de mi oficina. Tenía a la mejor mujer del mundo a mi lado, con un cuerpo escultural, una sonrisa de ángel, unas manos que cocinaban como los dioses, comprensiva, cariñosa, risueña, excelente amante y yo… yo había decidido engañarla.

Porque las personas deciden engañar, deciden cagarla, deciden hacer sufrir a otro. Nadie se mete con otra persona por casualidad. Porque yo en vez de rechazarla en cuanto me besó decidí corresponderle.

Iban a dar las 22.45 la embajada estaba casi vacía, excepto mi piso. Solo estábamos ella y yo. Estaba terminando unos gráficos para una reunión que tendríamos mañana a primera hora cuando mi secretaría entró diciéndome si la "necesitaba" para algo más. Su "necesitaba" fue tan sugerente que di un pequeño salto en mi asiento y la alcé la mirada. Ella ya se estaba acercando con su minúscula falda y su blusa color caramelo… en cuanto vi su blusa debí saber qué era una señal… me recordaban sus ojos.

Se apoyó en mi escritorio poniéndome encima sus largas piernas. Es increíble el poder que tiene el cuerpo femenino en un hombre, uno se atonta.

-Haz trabajado muy duro, deberías descansar.

Yo me tensé y le bajé la tapa al laptop. Debía irme de ahí ahora. Mi novia tenía razón esta mujer me miraba extraño… me desnudaba con la mirada y en vez de sentirse más hombre al saber que seguía causando deseo en otras mujeres como en la preparatoria, me sentía cohibido ante sus aplastantes ojos azules.

-Sí, de hecho ya me iba a casa. Mimi se está esperando

Me levanté y quise salir por el lado contrario de mi escritorio pero fui retenido desde mi corbata.

-¿Cuánto más tiempo vamos a jugar al gato y al ratón? – Ronroneó – sé que también me miras y que quieres hacerlo tanto como yo.

Y fue ese otro momento en el que debí haberme puesto los pantalones y haberla alejado, pero no lo hice. Y la cara de Mimi se me cruzó por la mente un millón de veces… y las preguntas pelotudas también y… ¿Si lo hago? ¿Mimi no tiene porqué enterarse, cierto? ¿Es sólo sacarme las ganas y después decirme a mí mismo que Mimi era mucho mejor? ¿Qué se sentirá estar entre medio de esos senos? ¿Si me la cojo ahora y me gusta? ¿Voy a tener una amante? ¿Voy a engañar a Mimi tan descaradamente?

Y cuando iba a seguir haciéndome preguntas, me besó. No lo voy a negar… no demoré más de un minuto en corresponderle y de allí en adelante todo fue en mi cabeza "Solo esta vez, sólo me saco las ganas, luego la despido, si ella habla niego todo y después tendré tiempo para sentirme más basura"

Era la primera vez que engañaba a mi novia, había mirado mujeres antes, todo hombre lo hace, pero no había pasado de eso: miradas. Lo que estaba haciendo ahora era el error más imbécil y bajo que podía hacerle a Mimi.

Esta mujer me mordió el lóbulo de la oreja y yo perdí el control… olvidé a mi novia. La besé de vuelta con desenfreno mientras mi manos subían por sus piernas hasta su cintura, la tomé y la senté en el escritorio y la rubia para estar más cómoda botó la mayoría de la cosas que había encima. Ella misma se desabrochó su blusa y después siguió con la mía. Nos separamos unos segundos para recobrar el aire y me corrió la punzada de la culpabilidad por el pecho. Tenía que parar. Aún no llegaba lo suficientemente lejos, era el momento preciso para alejarla, hacerme el ofendido y decir que todo era un error. De paso la despediría para no volver a verla. Le diría a Mimi que le encontré la razón y esa chica me miraba raro y que para evitar roces futuros la había desligado de sus funciones.

Sí, eso iba a hacer.

Iba a quedar como rey. Olvidaría este asunto y nunca más en la vida dudaría de mi fidelidad para con mi novia.

Pero mi secretaria vio la duda y antes de que lo notara sus manos se metieron dentro de mi pantalón.

Gemí y me fui a la mierda una vez más.

La volví a besar, le saqué el sujetador y comencé a masajear esos senos que tantas veces imaginé cómo se sentirían… para mi desgracia se sentían demasiado bien. Me atrajo a ella rodeándome con sus piernas por la cintura y comenzó a desabrochar mi pantalón. Cayó en 2 segundos.

Me estaba poniendo nervioso a esa altura, solo me quedaba mi ropa interior y la de ella que separaría el antes y el después de mi existencia. Pasaría de ser el novio divertido, atento, cariñoso, romántico, el que lleva flores sin razón, el que lleva desayuno a la cama para el cumpleaños de su novia, el que explica con paciencia una y otra vez las jugadas en medio de un partido de football a ser un hijo de puta insensible, traicionero e infiel. Una escoria.

-Tenemos que parar – dije separándome pero ella no me dejó.

-Nadie lo va a saber… yo no diré nada.

¡Oh vamos! ¡Maldita sea! Saqué fuerza de voluntad de no sé dónde para decirle esas 3 palabras y ella me contraataca con aquello.

Tomó mis manos y las devolvió a sus senos. Después de eso se fue directo a atacar mi cuello, la apreté contra mí y cuando bajaba por mi pecho dándome besos fue cuando la vi.

Mimi estaba parada en la puerta de mi oficina… traía un bento entre sus delicados dedos que cayó dejando un sonido hueco en la habitación. Mi secretaria inmediatamente volteó y vio a mi novia. Se levantó de mi escritorio tomando su blusa y su sujetador, yo por mi parte atiné a subirme los pantalones. Estaba completamente jodido.

-¿Cómo pudiste? – cuestionó con la voz quebrada.

No, no ,no, no, no, no ,no.

Esto no estaba pasando, yo no la había engañado. Esto lo estaba soñando. Entre más la miraba frente a mí más me puteaba internamente. ¡¿Cómo pude?!

-Vete a aquí – le dije a la rubia con odio sabiendo claramente que el único idiota aquí era yo, yo que finalmente había caído a sus constantes provocaciones.

Ella ya media vestida salió corriendo. Pasó a un lado de mi novia pero ésta ni se inmutó, sólo yo existía en su campo visual.

Me miró de pies a cabeza viéndome en mi lamentable posición, camisa desabotonada y pantalones abrochados pero con el cinturón suelto, me volvió a recorrer negando con la cabeza y dejando salir sus lágrimas.

-Por esto te quedas todas las noches hasta tan tarde – susurró.

-No, no, no Mimi, no.

-Sabía que había algo entre ustedes… siempre noté que te miraba extraño.

-No, no – nonononono la única estupidez que salía de mi boca.

-…Hace cuanto… - se detuvo unos segundos y miró el desastre que había en el suelo – olvídalo, a estas alturas no importa.

-no, no, no, no, no - ¿en verdad no iba a salir de esa palabra?

Se secó las lágrimas y camino hacia mí, nos separaba solo el escritorio del mal, la observé asustado. Me merecía una bofetada del porte de 3 estadios, merecía que me cortara en pedacitos y que se los diera a las palomas tranquilamente sentada en una banca en la plaza. 5 años de noviazgo al tacho de la basura por no poder controlarme, ¡por ceder a la tentación más básica y mundana!

-Tus llaves – dijo golpeando el escritorio de la perversión.

-No, Mimi…

-Tus llaves – repitió y su furia me calaba los huesos.

-Mimi… no… por favor - ¡Bien! Pude decir otra puta palabra que no fuera "no".

-¡Tus putas llaves Taichi Yagami! – gritó al fin.

Busqué sus ojos para que viera que los míos estaban totalmente arrepentidos, pero ella solo miraba un espacio en mi escritorio. Tiritaba de la ira.

Las había cagado. Ahora debía asumir mi error y dejar que las 7 pestes cayeran sobre mí, porque me lo merecía, porque merecía eso y más.

Metí la mano en mi pantalón y saqué el juego de llaves de nuestro departamento, bueno en realidad era el departamento de Mimi, habíamos decidido vivir allí porque era más céntrico, el mío quedaba en Odaiba.

Dejé las llaves lo más cerca de su mano para quizás poder rozarla, pero ella notó mi intención y la alejó lo antes posible. Yo volví a mi lugar, más separado de ella y sólo ahí ella las tomó.

-No quiero volver a verte.

Dio medio vuelta y se marchó.

Esa noche dormí en mi oficina y al día siguiente fui a la reunión con la misma ropa y sin siquiera bañarme.

Mi secretaria no volvió.

La reunión no había estado tan mal ya que afortunadamente todo lo que debía exponer lo había terminado antes de que sucediera mi "lapsus", así que solo fue recitar cosas que ya sabía con antelación, lo único diferente en esa reunión fue mi aspecto desaliñado, mis superiores lo notaron y creyendo que se debía al exceso de trabajo me dieron el resto del día libre.

Ese permiso habría sido una maravilla en cualquier otra situación. Habría llegado antes que Mimi a nuestro hogar, habría pedido pizza y para cuando mi novia (o ex novia?) llegase yo estaría esperándola con una gran sonrisa desde el sillón. Comeríamos pizza viendo alguna película o el canal del football (según quien ganase el piedra, papel o tijera) y estaríamos abrazados hasta que ya fuera hora de ir a dormir. Le haría el amor y dormiría con el corazón llenito.

Pero, no era el caso actual… no tenía donde mierda ir. Tenía una llave extra del departamento en uno de mis cajones, podría ir rápidamente a sacar un poco de ropa… ir a un hotel por un par de días y comenzar mi camino a la redención. Porque si bien había metido las patas, yo amaba a Mimi y la quería conmigo. Sí, así de hijo de puta… la había engañado y aun así, la quería conmigo. Soy un infiel egoísta.

Tomé un taxi y en menos de 20 minutos ya estaba entrando al edificio.

-Señor Yagami, Buenas Tardes – me saludó el administrador. Yo incliné mi cabeza respondiéndole – Que bueno verlo, la señorita Tachikawa dejó un recado para ud y esto – me extendió un sobre color rosa.

-Gracias. ¿Cuál sería el recado?

-Ah sí, me dijo que las cosas que ud necesita estarían en la bodega.

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El sobre tenía dos llaves, una de ellas era pequeña y abría la bodega del departamento que estaba ubicado en el -2 del edificio, en cuanto la abrí pude ver alrededor de 10 bolsas de basura extra grandes. No era necesario ser un genio para saber qué eran… eran mis cosas. Me tapé la cara con ambas manos y después de dar un profundo suspiro las primeras lágrimas cayeron.

¡¿Cómo tan imbécil?!

Perdí todo, todo por caliente y desconsiderado.

La segunda llave era la llave de la camioneta familiar la que ocupábamos cuando salíamos con sus padres o cuando salíamos de vacaciones con los míos, mi hermana y su novio.

Fui desterrado y más encima me quitaron el deportivo. Mimi me vuelve a pegar en donde me duele, me quitó el Audi. Pero no tengo nada que alegar… me lo merezco, ni la camioneta me debió haber dejado.

Me sequé las lágrimas de culpabilidad y comencé el peregrinaje entre la bodega y el auto (que estaba en el -3). Un viaje por cada bolsa. Cada bolsa pesaba más que la anterior, y en cada paso me volvía a reclamar una y otra vez porque demonios no había despedido antes a la rubia, me preguntaba por qué había sido tan débil.

Al terminar me quedé en el asiento del piloto abrazado al manubrio, pensando… pensando… pensando… maldiciéndome, volviendo a pensar, volviendo a maldecirme. En un arranque de ira comencé a golpear el manubrio con golpes de puño provocando que la bocina sonara a ratos con escándalo en el estacionamiento. Solo me detuve cuando vi bajar un automóvil, no tenían por qué verme perdiendo los estribos… esperaría a que se fuera y volvería a lo mío.

Un escalofrío me recorrió cuando le vi la patente al Camaro negro que irónicamente se posicionó en el estacionamiento de visitas frente a mí. Esto tenía que ser una broma… ¿Qué hacia él ahí?... y si él estaba ahí… era porque Mimi estaba en el departamento.

Me escondí al ver que se apagaba el motor y que segundos después la puerta de abría. Pude ver sus mechones rubios aparecer al tiempo que se quitaba una gorra. Me hirvió la mierda, me meto con una rubia y Mimi se venga llamando a ¿Yamato Ishida?, ¿el rubio más rubio que sabe que aborrezco? ¿Ese rubio desabrido novio eterno de MI Mimi durante su etapa de secundaria y universidad? Si esto era venganza... estaba dando resultado.

¡Demonios! ¿En serio Mimi?, ¿El? ¿No esperaste a que pasara siquiera un día?... sé que estoy sonando totalmente como un patán me pillaron a punto de follarme a mi secretaria y estoy alegando que llama a su ex. Pero no puedo evitarlo, ¡Odio a ese tipo!

Si Mimi estaba… ¡ni cagando la iba a dejar sola con ese tipo!

… Cantante de feria navideña.

Preferiría que mi novia me quitara el auto, me dejara sin ropa, que me despidieran de mi trabajo… pero jamás, jamás la dejaría en los brazos de él.

Me bajé sigiloso del auto y lo seguí con cuidado. Iba vestido de negro el muy idiota, siempre de negro… con el calor del verano que hacía y él con ropa negra. Y para rematar con lentes… seguro que los rayos del sol iban a perjudicar sus azules estando en el -3. Ridículo.

Yamato Ishida se subió al ascensor y yo tuve que esperar el siguiente.

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Llegué alrededor de 3 minutos después y la puerta de nuestro departamento (no niego a creer que aunque me hayan desalojado, ya no sea nuestro) estaba cerrada. O el muy desabrido tenía llave o Mimi estaba rondando la puerta y le abrió apenas sonó el timbre. Quiero pensar que fue la segunda.

Me paré frente a la puerta de madera y saqué la llave de repuesto de mi pantalón. ¿Entraba así nada más? ¿Y si los pillaba en algo como me habían pillado a mí? Mimi me dijo que no quería volver a verme, pero yo no podía cumplir eso. La amaba. Era el maldito infiel que la amaba.

-¿Qué haces aquí?

Levanté la vista y me encontré de frente con Mimi, ni cuenta me di cuando abrió la puerta. El sólo verla me hizo sentirme más miserable de lo que ya era. Vestía el pijama de seda que le regalé la navidad pasada, estaba ojerosa, sus ojos hinchados… su nariz roja y su cabello despeinado. La conozco, no había dormido llorando… soy una mierda. Merezco que me la corten, ahora ya.

Me miraba con odio y sostenía una bolsa de basura en sus manos, pude notar perfectamente que eran mis juegos de Xbox… se asomaba el FIFA 2016. Casi haciéndome burla.

-Vas a botar mis juegos… - susurré.

-¿Qué haces aquí, Taichi? – Volvió a preguntar molesta – no queda nada tuyo en mi departamento, todo lo dejé en la bodega.

-Necesito hablar contigo, por favor – supliqué.

-No.

-Mimi, te lo suplico…

-No, Taichi, No.

Oh maldición, se le pegó la misma palabra que a mí, el "no".

-Mimi, Te amo. Me equivoqué, te juro que nunca había pasado nada entre ella y yo.

-No.

-Te amo, te amo… voy a demostrarte que…

-¡No, Taichi! – gritó y sabia por su tono que se estaba aguantando las ganas de llorar.

-¿Pasa algo?, ¿estás bien, Mimi?

Ah! ¡lo que faltaba! Yamato Ishida haciendo acto de presencia.

No sé por qué, pero lo más probable era que debido a la rabia que tenía (hacia mí mismo) quité a Mimi de en medio y me abalancé sobre ese feo rubio malhecho y le planté un golpe en la cara que me hizo arder los nudillos. Mi novia gritó mi nombre pero yo no respondí, necesitaba sacarme la sensación de mierda que tenía en esos momentos, el saber que era un puto infiel y que por mi culpa mi hermosa Mimi había pasado la noche llorando. Así que me fui encima del cantante de salón de té y le planté otro golpe ahora en las costillas.

-¡Taichi! -Gritó otra voz conocida y esta vez sí reaccioné.

Levanté el rostro para ver por un segundo a mi amiga pelirroja que estaba a escasos metros mirándome severa y de brazos cruzados. Ese segundo de distracción fue necesario para que el rubio sin gracia me pegara de vuelta.

Al menos pegaba fuerte el idiota, siempre creí que sus golpes serían como los de daba mi hermana. Tan delicadito que se ve.

-¿Qué demonios haces?

-Sora, no…. - ¿en serio? ¿Otra vez la tonterita del "no-no"?

-¡Quiero que te vayas en este instante de mi casa! – exclamó mi novia ayudando al tipejo a levantarse. Maricón. Yo me levanté solo.

-Pero Mimi… no… - aaah! Al siguiente "no" me iba a golpear a mí mismo.

Vi a Sora tomar su chaqueta y abrazar a mi castaña. Le dijo un par de cosas al oído para después dedicarle una tierna sonrisa mientras acariciaba su mejilla. Su rostro afable cambió de inmediato al mirarme… estaba enojada. Ella sabía todo. Era un hecho.

Soy hombre muerto y si no lo soy mi amiga me lo corta hoy mismo.

Lo peor es que no tengo ni el más mínimo derecho a reclamo, deberían cortármelo sin anestesia y con cuchillo de cocina… de esos con poco filo, para que me sufra aún más. Para que el sufrimiento sea lento e doloroso.

Había engañado a la mujer de mi vida.

-Tú – me apuntó Sora – vienes conmigo.

-No… - "no" me pegué en la frente con mi mano abierta.

- Nos vemos, Yamato.

Sora me agarró del brazo y me arrastró fuera del que por casi 5 años había sido mi hogar. Yo no quería…

-Pobre de ti si la tocas… – siseé apretando los puños sin despegar los ojos del rubio. Me sentí tan hipócrita pero tenía que decirlo.

Yo no iba a dejarla ir.


Este es desde el punto de vista de Taichi, el siguiente y final del punto de vista de Mimi… ¿lo perdonamos o no? Está arrepentido

Nos leemos, os quiero… os adoro :)